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martes, 5 de junio de 2012

Día Mundial del Medio Ambiente


El impacto global de la destrucción del Medio Ambiente

Por Leyde E. Rodríguez Hernández 

Las ideas contenidas en este artículo fueron expuestas por mí en un importante encuentro internacional celebrado en La Habana del 13 al 15 de noviembre de 1995, titulado “El crimen contra la humanidad y sus incidencias sobre la paz en el hemisferio occidental”, el cual estuvo organizado por el Movimiento Cubano por la Paz y la Soberanía de los Pueblos. Desde entonces, conozco que esta temática ha mantenido la atención que merece entre los investigadores de las Ciencias Sociales en Cuba. 

En aquella época, yo trabajaba en el Departamento de Relaciones Internacionales de la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba, como recién graduado de la carrera de Relaciones Políticas Internacionales, y estuve motivado para participar en aquel evento de la sociedad civil cubana porque consideraba que no habría mayor crimen contra la humanidad y la paz mundial que la paulatina destrucción del Medio Ambiente. Por lo que ese fue el tema escogido para participar, por primera vez, en una conferencia política y académica internacional. A partir de ahora los acompañará en la lectura el texto ya introducido. (1)

La destrucción del Medio Ambiente, a pesar del desarrollo tecnológico y científico alcanzado por la humanidad durante los últimos cuatro siglos civilizatorios, es uno de los crímenes más graves contra la vida y la humanidad en su conjunto.

Es importante reflexionar sobre esta problemática porque de las experiencias adquiridas en el siglo XX, en la búsqueda del mayor desarrollo  económico y social, dependerá en el futuro la paz y la seguridad internacionales, en una época de intensa lucha entre los Estados por nuevas fuentes de energías en un contexto de evidente degradación del medio natural. Lo cual está aparejado a la crisis económicas y políticas que se profundizan advirtiendo la posibilidad de un fin de la historia humana, entiendo por ello la paulatina extinción de la vida en la Tierra. 

Debiéramos preocuparnos, a las puertas del siglo XXI, por el estado en que se encuentra el bello planeta azul donde habitamos. Veamos en los próximos párrafos algunos ejemplos que podrían ilustrar un panorama nada optimista para la especie humana:

En el año 2050 habrá el doble de personas que habitaban el planeta en 1980 (4500 millones). Cada 45 años se habrán añadido 4 500 millones de personas a nuestro habitad, en razón de 1000 por décadas a partir del año 2000. Hoy la humanidad cuenta con más de 7 000 millones de habitantes.

La actual polarización de las riquezas, que es cada vez mayor, refleja que el 20 % de la población mundial consume el 82, 7 % de los recursos globales, mientras que el 60 % solo recibe el 5 % de dichos recursos.

Las tasas de extinción de la biodiversidad son ya de 5 veces las del siglo XIX y XX. 

Muchos países perderán la totalidad de sus bosques, la mayor parte de la capa superior de los suelos podría desaparecer totalmente en el transcurso de una generación y el punto crítico de agotamiento de la capa de ozono también podría alcanzarse en igual período. Para el año 2000 (se estimaba) que solo quedaría la mitad de la superficie actual de los bosques productivos no explotados y la población mundial habría aumentado en un 50 %.

El 20 % de la población mundial, que habita en los países industrializados considerados avanzados, consume el 80 % de los recursos mundiales. El ciudadano medio norteamericano consume 50 veces más acero, 56 veces más energía, 170 veces más papel periódico, 250 veces más combustible y 300 veces más plástico que el ciudadano medio de la India.

El abismo de desigualdad que existe entre el 20 y el 80 % de la población mundial en la distribución de las riquezas y consumo de recursos naturales, así como la inviabilidad de que los más pobres alcancen los niveles de consumo de los más ricos, como salida a esta situación.

A fines del siglo XX, un cuarto de millón de personas padecía de cáncer de piel, cataratas e inmunodeficiencias, debido al impacto de los rayos ultravioletas luego de la extensión a diez millones de kilómetros cuadrados del agujero de la capa de ozono en la Antártida. 

Millones de ballenas y delfines podrían extinguirse si continua su caza indiscriminada y la instalación de industrias salineras en los mares. La población de lobos marinos disminuye de manera alarmante, mientras también se degrada el 10 % de los arrecifes coralinos del planeta. 

La salinización destruye los suelos fértiles de naciones eminentemente agrícolas, la tala forestal destruye las fuentes de agua potable y las especies animales, las pequeñas islas del Caribe se enfrentan a la fuga de arena y alertan sobre las consecuencias que para sus ecosistemas tendrían el crecimiento del nivel del mar.
En algunas megalópolis existen altos niveles de contaminación ambiental. Por ejemplo, en ciudad de México, con sus más de 20 millones de habitantes, las 31 000 industrias allí ubicadas generan 122 000 toneladas de residuos tóxicos diariamente.
Es en las grandes ciudades donde se presentan los más agudos problemas ambientales. El aumento de la población urbana se ha extendido por todo el Sur subdesarrollado y se manifiesta unido a la crisis económica crónica que padecen la mayor parte de estos países.
La explosión poblacional exponencial en las áreas urbanas provoca no solo complejos problemas ambientales, en el aspecto natural o ecológico, sino también en el plano social, pues crean condiciones apropiadas para el auge de la violencia, que constituye para muchos ciudadanos la principal preocupación en las grandes ciudades. Estos efectos que causan la relación población-medio ambiente en las naciones del sur, hacen pensar que en los próximos años se manifestarán en sus formas más agudas.
El insuficiente abasto de agua es otro de los problemas globales sensibles para la humanidad. Junto a la falta de tierras cultivables, la escasez de agua ocasionará graves problemas económicos y sanitarios a la población mundial. Es conocido que sin una seria de acciones urgentes dirigidas al racionamiento del consumo hídrico, las guarras futuras se realizarán por el agua, además de las que se hacen hoy, y seguirán ocurriendo, por el petróleo y otros recursos naturales escasos. 
No se trata de exageraciones fortuitas, si tomamos en consideración que al menos el 40 % de la población mundial vive sin los servicios de agua potable e higiénica, y que más de 80 países tienen problemas de abastecimiento de este recurso vital. Las desigualdades en materia de consumo de agua son notables en nuestro planeta. Mientras los ciudadanos de un país industrializado consumen 400 litros al día para el uso personal, el habitante de un país pobre se debe conformar con 10 litros.
Estos hechos evidencian que el ecosistema que hizo posible el origen y desarrollo humano en un largo proceso de millones de años de evolución, ha sido brutalmente explotado en un período corto en la historia de nuestra civilización; en los últimos cuatro siglos de industrialización capitalista y como resultado de su irracionalidad ya hoy no es posible apostar al desarrollo socioeconómico sobre la base de los mismos patrones de conducta y consumo que culturalmente se identificaron con el concepto de “desarrollo” del capitalismo industrial contemporáneo.
A fines del siglo XX la humanidad asistió al fracaso de los dos sistemas sociales que impulsaron el desarrollo tecnológico e industrial: el capitalismo y el denominado socialismo real.
Sobre el capitalismo, Fidel Castro Ruz en su libro “La crisis económica y social del mundo” valoró que los países desarrollados de economía de mercado son responsables directos de una parte importante de la degradación del medio. La contaminación de la atmósfera, las aguas terrestres y los océanos, las enormes cantidades de residuos químicos y nucleares que se incorporan a la atmósfera, van al suelo, al agua, al mar, son parte de la permanente agresión al medio en estos países. Las empresas transnacionales responsables de la explotación y agotamiento de los recursos minerales, forestales y agrícolas en numerosos países subdesarrollados, aplican la práctica de trasladar a ellos plantas industriales de alto índice de contaminación ambiental, generalmente de tecnología atrasada y siempre sin inversiones complementarias que dispongan de sus residuos tóxicos”.
Han sido estas prácticas políticas y económicas del capitalismo enfiladas a la obtención de ganancias en detrimento del Medio Ambiente la causa directa histórica de los problemas globales que afectan a todos las naciones, ya sean ricas o pobres.
El socialismo real proclamado por la URSS y sus aliados de Europa del Este como una alternativa posible a la sociedad industrial capitalista, dejó de existir, en el siglo XX, sin resolver los viejos problemas heredados del capitalismo. El  “socialismo real” también fracasó en aportar una nueva cultura civilizatoria en la que el desarrollo económico y las tecnologías contribuyeran al mejoramiento industrial y a la preservación de su entorno natural. En buena medida, esta situación tiene sus explicaciones en los problemas de eficiencia del modelo económico de planificación estrictamente centralizado del “socialismo real” y en la negativa de los países capitalistas dominantes de occidente de compartir sus tecnologías con el adversario ideológico soviético y sus aliados de Europa del Este.     
Es exactamente la búsqueda creativa e inteligente de un nuevo modelo de desarrollo económico y social, alternativo al capitalismo y el “socialismo real”, la tarea más imperiosa e importante que tiene la humanidad en esta etapa difícil de transición hacia una nueva época histórica empujada por la crisis sistémica y estructural del capitalismo neoliberal.
El agotamiento de los recursos naturales y energéticos, paralelamente al desarrollo tecnológico-industrial de las sociedades capitalistas occidentales, ha hecho cambiar las concepciones que fundamentan el sostenimiento de los modelos económicos de esa formación económica social. El ritmo de contaminación del ecosistema y la capacidad de las nuevas tecnologías para su explotación desmiente que la naturaleza tenga la capacidad de absorber y reciclar de modo natural los desechos y la devastación de la sociedad humana.
Además, el adelanto tecnológico no ha sido utilizado en beneficio de todo el progreso social. Los avances tecnológicos militares fueron puestos al servicio de dos guerras mundiales, al desarrollo y uso de bombas atómicas contra las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, las modernas tecnologías militares de carácter convencional se siguen utilizando en los conflictos regionales desatados por las grandes potencias imperialistas, mientras el arma nuclear perfeccionada sigue siendo, junto al deterioro del Medio Ambiente, una de las principales amenazas para la supervivencia de la vida en la Tierra.   
Estos fenómenos irracionales del capitalismo solo podrían ser resueltos por una nueva y diferente formación económica-social que coloque al ser humano al centro de la sociedad y del proceso de desarrollo económico, resolviendo las causas estructurales de la pobreza, el desempleo y la desintegración social, además de la degradación medioambiental. El capitalismo al promover la exportación rápida de recursos naturales, desregular la economía y forzar un número creciente de pobres a trasladarse a tierras marginales con sus prácticas del ajuste económico neoliberal, ha contribuido al proceso acelerado de degradación medioambiental.
La situación actual de degradación medioambiental exige de la comunidad mundial de ONG(s), de las sociedades civiles, los gobiernos y del sistema de las Naciones Unidas, la concreción de posiciones comunes y la elaboración de proyectos conjuntos para resolver los problemas ecológicos del planeta en aras de mejorar la vida humana.
A estas alturas, solo podríamos concluir que el reconocimiento y la toma de consciencia tardía sobre estas problemáticas solo podrían acercar a la humanidad, con mayor rapidez, hacia una inevitable catástrofe. 

Notas:
  
1. El texto íntegro de la ponencia nunca fue publicado; pero, por su vigencia, aunque hayan pasado 17 años de su presentación pública, he escogido este 5 de junio de 2012, “Día Mundial del Medio Ambiente”, para compartirlo con mis lectores del blog “Otras Visiones Políticas”. Sin embargo, una reseña de la ponencia: “El impacto de la destrucción del Medio Ambiente en el siglo XX”, fue publicada en la Revista Paz y Soberanía, Movimiento Cubano por la Paz y la Soberanía de los Pueblos, La Habana, No 1, 1996, p. 43.