El impacto global de la destrucción del Medio Ambiente
Por Leyde E. Rodríguez Hernández
Las ideas contenidas en este artículo fueron expuestas por mí en un
importante encuentro internacional celebrado en La Habana del 13 al 15 de
noviembre de 1995, titulado “El crimen contra la humanidad y sus incidencias
sobre la paz en el hemisferio occidental”, el cual estuvo organizado por el
Movimiento Cubano por la Paz y la Soberanía de los Pueblos. Desde entonces, conozco
que esta temática ha mantenido la atención que merece entre los investigadores
de las Ciencias Sociales en Cuba.
En aquella época, yo trabajaba en el Departamento de Relaciones
Internacionales de la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba, como recién graduado de la
carrera de Relaciones Políticas Internacionales, y estuve motivado para
participar en aquel evento de la sociedad civil cubana porque consideraba que
no habría mayor crimen contra la humanidad y la paz mundial que la paulatina
destrucción del Medio Ambiente. Por lo que ese fue el tema escogido para participar,
por primera vez, en una conferencia política y académica internacional. A
partir de ahora los acompañará en la lectura el texto ya introducido. (1)
La destrucción del Medio Ambiente, a pesar del desarrollo tecnológico y científico alcanzado por la humanidad durante los últimos cuatro siglos civilizatorios, es uno de los crímenes más graves contra la vida y la humanidad en su conjunto.
La destrucción del Medio Ambiente, a pesar del desarrollo tecnológico y científico alcanzado por la humanidad durante los últimos cuatro siglos civilizatorios, es uno de los crímenes más graves contra la vida y la humanidad en su conjunto.
Es importante reflexionar sobre esta problemática porque de las
experiencias adquiridas en el siglo XX, en la búsqueda del mayor
desarrollo económico y social, dependerá
en el futuro la paz y la seguridad internacionales, en una época de intensa
lucha entre los Estados por nuevas fuentes de energías en un contexto de
evidente degradación del medio natural. Lo cual está aparejado a la crisis
económicas y políticas que se profundizan advirtiendo la posibilidad de un fin
de la historia humana, entiendo por ello la paulatina extinción de la vida en
la Tierra.
Debiéramos preocuparnos, a las puertas del siglo XXI, por el estado en
que se encuentra el bello planeta azul donde habitamos. Veamos en los próximos
párrafos algunos ejemplos que podrían ilustrar un panorama nada optimista para
la especie humana:
En el año 2050 habrá el doble de personas que habitaban el planeta en
1980 (4500 millones). Cada 45 años se habrán añadido 4 500 millones de personas
a nuestro habitad, en razón de 1000 por décadas a partir del año 2000. Hoy la
humanidad cuenta con más de 7 000 millones de habitantes.
La actual polarización de las riquezas, que es cada vez mayor, refleja
que el 20 % de la población mundial consume el 82, 7 % de los recursos
globales, mientras que el 60 % solo recibe el 5 % de dichos recursos.
Las tasas de extinción de la biodiversidad son ya de 5 veces las del
siglo XIX y XX.
Muchos países perderán la totalidad de sus bosques, la mayor parte de la
capa superior de los suelos podría desaparecer totalmente en el transcurso de
una generación y el punto crítico de agotamiento de la capa de ozono también
podría alcanzarse en igual período. Para el año 2000 (se estimaba) que solo
quedaría la mitad de la superficie actual de los bosques productivos no
explotados y la población mundial habría aumentado en un 50 %.
El 20 % de la población mundial, que habita en los países
industrializados considerados avanzados, consume el 80 % de los recursos mundiales.
El ciudadano medio norteamericano consume 50 veces más acero, 56 veces más
energía, 170 veces más papel periódico, 250 veces más combustible y 300 veces
más plástico que el ciudadano medio de la India.
El abismo de desigualdad que existe entre el 20 y el 80 % de la
población mundial en la distribución de las riquezas y consumo de recursos
naturales, así como la inviabilidad de que los más pobres alcancen los niveles
de consumo de los más ricos, como salida a esta situación.
A fines del siglo XX, un cuarto de millón de personas padecía de cáncer
de piel, cataratas e inmunodeficiencias, debido al impacto de los rayos
ultravioletas luego de la extensión a diez millones de kilómetros cuadrados del
agujero de la capa de ozono en la Antártida.
Millones de ballenas y delfines podrían extinguirse si continua su caza
indiscriminada y la instalación de industrias salineras en los mares. La
población de lobos marinos disminuye de manera alarmante, mientras también se
degrada el 10 % de los arrecifes coralinos del planeta.
La salinización destruye los suelos fértiles de
naciones eminentemente agrícolas, la tala forestal destruye las fuentes de agua
potable y las especies animales, las pequeñas islas del Caribe se enfrentan a
la fuga de arena y alertan sobre las consecuencias que para sus ecosistemas
tendrían el crecimiento del nivel del mar.
En algunas megalópolis existen altos niveles de
contaminación ambiental. Por ejemplo, en ciudad de México, con sus más de 20
millones de habitantes, las 31 000 industrias allí ubicadas generan 122 000
toneladas de residuos tóxicos diariamente.
Es en las grandes ciudades donde se presentan los más
agudos problemas ambientales. El aumento de la población urbana se ha extendido
por todo el Sur subdesarrollado y se manifiesta unido a la crisis económica
crónica que padecen la mayor parte de estos países.
La explosión poblacional exponencial en las áreas urbanas provoca
no solo complejos problemas ambientales, en el aspecto natural o ecológico,
sino también en el plano social, pues crean condiciones apropiadas para el auge
de la violencia, que constituye para muchos ciudadanos la principal
preocupación en las grandes ciudades. Estos efectos que causan la relación
población-medio ambiente en las naciones del sur, hacen pensar que en los próximos
años se manifestarán en sus formas más agudas.
El insuficiente abasto de agua es otro de los
problemas globales sensibles para la humanidad. Junto a la falta de tierras
cultivables, la escasez de agua ocasionará graves problemas económicos y
sanitarios a la población mundial. Es conocido que sin una seria de acciones
urgentes dirigidas al racionamiento del consumo hídrico, las guarras futuras se
realizarán por el agua, además de las que se hacen hoy, y seguirán ocurriendo,
por el petróleo y otros recursos naturales escasos.
No se trata de exageraciones fortuitas, si tomamos en
consideración que al menos el 40 % de la población mundial vive sin los
servicios de agua potable e higiénica, y que más de 80 países tienen problemas
de abastecimiento de este recurso vital. Las desigualdades en materia de
consumo de agua son notables en nuestro planeta. Mientras los ciudadanos de un
país industrializado consumen 400 litros al día para el uso personal, el
habitante de un país pobre se debe conformar con 10 litros.
Estos hechos evidencian que el ecosistema que hizo
posible el origen y desarrollo humano en un largo proceso de millones de años
de evolución, ha sido brutalmente explotado en un período corto en la historia
de nuestra civilización; en los últimos cuatro siglos de industrialización
capitalista y como resultado de su irracionalidad ya hoy no es posible apostar
al desarrollo socioeconómico sobre la base de los mismos patrones de conducta y
consumo que culturalmente se identificaron con el concepto de “desarrollo” del
capitalismo industrial contemporáneo.
A fines del siglo XX la humanidad asistió al fracaso
de los dos sistemas sociales que impulsaron el desarrollo tecnológico e
industrial: el capitalismo y el denominado socialismo real.
Sobre el capitalismo, Fidel Castro Ruz en su libro “La
crisis económica y social del mundo” valoró que los países desarrollados de
economía de mercado son responsables directos de una parte importante de la
degradación del medio. La contaminación de la atmósfera, las aguas terrestres y
los océanos, las enormes cantidades de residuos químicos y nucleares que se
incorporan a la atmósfera, van al suelo, al agua, al mar, son parte de la
permanente agresión al medio en estos países. Las empresas transnacionales
responsables de la explotación y agotamiento de los recursos minerales,
forestales y agrícolas en numerosos países subdesarrollados, aplican la
práctica de trasladar a ellos plantas industriales de alto índice de
contaminación ambiental, generalmente de tecnología atrasada y siempre sin
inversiones complementarias que dispongan de sus residuos tóxicos”.
Han sido estas prácticas políticas y económicas del
capitalismo enfiladas a la obtención de ganancias en detrimento del Medio
Ambiente la causa directa histórica de los problemas globales que afectan a
todos las naciones, ya sean ricas o pobres.
El socialismo real proclamado por la URSS y sus
aliados de Europa del Este como una alternativa posible a la sociedad
industrial capitalista, dejó de existir, en el siglo XX, sin resolver los
viejos problemas heredados del capitalismo. El
“socialismo real” también fracasó en aportar una nueva cultura
civilizatoria en la que el desarrollo económico y las tecnologías contribuyeran
al mejoramiento industrial y a la preservación de su entorno natural. En buena
medida, esta situación tiene sus explicaciones en los problemas de eficiencia
del modelo económico de planificación estrictamente centralizado del
“socialismo real” y en la negativa de los países capitalistas dominantes de
occidente de compartir sus tecnologías con el adversario ideológico soviético y
sus aliados de Europa del Este.
Es exactamente la búsqueda creativa e inteligente de
un nuevo modelo de desarrollo económico y social, alternativo al capitalismo y
el “socialismo real”, la tarea más imperiosa e importante que tiene la
humanidad en esta etapa difícil de transición hacia una nueva época histórica
empujada por la crisis sistémica y estructural del capitalismo neoliberal.
El agotamiento de los recursos naturales y energéticos,
paralelamente al desarrollo tecnológico-industrial de las sociedades
capitalistas occidentales, ha hecho cambiar las concepciones que fundamentan el
sostenimiento de los modelos económicos de esa formación económica social. El
ritmo de contaminación del ecosistema y la capacidad de las nuevas tecnologías
para su explotación desmiente que la naturaleza tenga la capacidad de absorber
y reciclar de modo natural los desechos y la devastación de la sociedad humana.
Además, el adelanto tecnológico no ha sido utilizado
en beneficio de todo el progreso social. Los avances tecnológicos militares
fueron puestos al servicio de dos guerras mundiales, al desarrollo y uso de
bombas atómicas contra las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, las
modernas tecnologías militares de carácter convencional se siguen utilizando en
los conflictos regionales desatados por las grandes potencias imperialistas,
mientras el arma nuclear perfeccionada sigue siendo, junto al deterioro del
Medio Ambiente, una de las principales amenazas para la supervivencia de la
vida en la Tierra.
Estos fenómenos irracionales del capitalismo solo
podrían ser resueltos por una nueva y diferente formación económica-social que
coloque al ser humano al centro de la sociedad y del proceso de desarrollo
económico, resolviendo las causas estructurales de la pobreza, el desempleo y
la desintegración social, además de la degradación medioambiental. El
capitalismo al promover la exportación rápida de recursos naturales, desregular
la economía y forzar un número creciente de pobres a trasladarse a tierras
marginales con sus prácticas del ajuste económico neoliberal, ha contribuido al
proceso acelerado de degradación medioambiental.
La situación actual de degradación medioambiental
exige de la comunidad mundial de ONG(s), de las sociedades civiles, los
gobiernos y del sistema de las Naciones Unidas, la concreción de posiciones
comunes y la elaboración de proyectos conjuntos para resolver los problemas
ecológicos del planeta en aras de mejorar la vida humana.
A estas alturas, solo podríamos concluir que el
reconocimiento y la toma de consciencia tardía sobre estas problemáticas solo
podrían acercar a la humanidad, con mayor rapidez, hacia una inevitable
catástrofe.
Notas:
1. El texto íntegro de la ponencia nunca fue publicado;
pero, por su vigencia, aunque hayan pasado 17 años de su
presentación pública, he escogido este 5 de junio de 2012, “Día Mundial del
Medio Ambiente”, para compartirlo con mis lectores del blog “Otras Visiones
Políticas”. Sin embargo, una reseña de la ponencia: “El impacto de la destrucción del Medio Ambiente en el siglo XX”, fue
publicada en la Revista Paz y Soberanía,
Movimiento Cubano por la Paz y la Soberanía de los Pueblos, La Habana, No 1,
1996, p. 43.
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