Por
Leyde E. Rodríguez Hernández *
En la VII Cumbre del
Grupo de los 20 (G-20), celebrada en Los Cabos, México, el presidente de los
Estados Unidos, Barack Obama, y de Rusia, Vladimir Putin, conversaron sobre un
asunto neurálgico en las relaciones entre ambos países: los planes
estadounidenses de desplegar un sistema de “defensa” antimisiles en Europa.
A juzgar por la prensa
internacional, a pesar de las diferencias, ambas partes acordaron que continuarán
buscando conjuntamente soluciones a los desafíos en el ámbito de la “defensa”
antimisiles. Por otro lado, es bien
conocido el viejo malestar de las autoridades rusas con una estrategia
antimisil europea que coloca en peligro la estabilidad estratégica-militar en
ese continente y la propia seguridad nacional de Rusia.
Esa situación motivó
que Rusia solicitara con insistencia a los Estados Unidos un acuerdo vinculante
que establezca que el supuesto sistema defensivo no estará dirigido ni será usado contra Rusia en ningún momento.
Ese es un acuerdo o declaración de principios que, en mi opinión, los Estados
Unidos no están, ni estarán en condiciones de ofrecer a Rusia, cuando conocemos
la naturaleza militarista de un proyecto que pretende la superioridad estratégica global
estadounidense, manteniendo, como
política central, la contención del ascendente poderío estratégico de Rusia y
China, genuinas potencias militares en Eurasia.
Por eso, sería un paso
significativo, para la estabilidad y seguridad estratégica global en el siglo
XXI, que China también exprese, con no menor insistencia, sus quejas a los
Estados Unidos sobre una estrategia de “defensa” antimisiles que apunta hacia
una nueva escalada armamentista en el sector de la cohetería-nuclear,
amenazando así el derecho de toda la humanidad a vivir en verdadera paz y
seguridad.
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Es autor del libro: “El sistema antimisil de los Estados Unidos”. La obra se
localiza en los siguientes sitios:
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