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viernes, 9 de noviembre de 2012

Estados Unidos: El voto hispano y el rancio bloqueo contra Cuba


Por Leyde E. Rodríguez Hernández

En ningún otro momento de la historia de la nación estadounidense el denominado voto hispano influyó tanto en la reelección de un presidente, beneficiando, en la ya histórica jornada electoral del 6 de noviembre de 2012 y por cuatro años en adelante, al presidente de los Estados Unidos, Barack Obama.

El hecho de que el voto hispano haya sido uno de los factores principales para garantizar el segundo mandato de Obama, por el amplio resultado de un 75 %, que optó por la reelección del presidente, frente al 23 % que respaldó al candidato republicano Mitt Romney, evidencia un contundente llamado de atención de la población latina hacia la dirigencia demócrata alojada en la Casa Blanca, pues al menos 12 millones de latinos ejercieron el voto, lo que significa un acontecimiento sin precedentes para los registros de una elección presidencial estadounidense. [1]


El peso y la trascendencia del voto latino en esta elección pudieran constituir un nuevo compromiso  moral y un sólido incentivo político para que, en su  último periodo en la Oficina Oval, Obama despliegue una reforma migratoria que mejore la situación de los hispanos residentes en los Estados Unidos. Esta ilusión permanece en las mentes de millones de personas como una de las promesas incumplidas durante el primer mandato de Obama. A partir de ahora, sobre este espinoso tema para la clase política estadounidense, Obama volverá a tener una segunda oportunidad.

Por otra parte, entre la amplia gama de intereses de los latinos, no podría subestimarse el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos contra Cuba hace ya más de 53 años, el cual puede ser considerado un verdadero rezago de la “guerra fría” y paraliza a la política exterior estadounidense en el peor espíritu de la confrontación política, ideológica y diplomática de aquel periodo de máxima tensión en la política internacional.

Por eso, algunos plantean que como reconocimiento al apoyo recibido de los latinos emigrados a los Estados Unidos, el presidente Obama debiera examinar la posibilidad de suspender – más temprano que tarde -  el vetusto bloqueo contra Cuba. 

Al sur del continente, una de las más preclaras voces ha sido la del presidente boliviano, Evo Morales, quien, refiriéndose a Obama, expresó: “Gracias a los latinos es presidente reelecto. Por lo menos yo diría (Evo) que levante o acabe con el bloqueo a Cuba. Es lo mejor que puede hacer si reconoce al voto de los latinoamericanos en Estados Unidos”. Por lo que aquí radica uno de los desafíos morales de Obama ante su electorado latino, incluyendo además al vasto segmento que le dio un decisivo espaldarazo en el disputado estado de la Florida, donde radica la más amplia y diversa comunidad de origen cubano en esa nación, cuya mayoría se opone a las injustas sanciones económicas contra la Isla, porque perjudican, en primer lugar, a sus familiares del otro lado del estrecho.  

El líder boliviano no ha hecho más que recordar el reclamo de la gran mayoría de las naciones reunidas en la Asamblea General de la ONU y en varios escenarios multilaterales, sobre la necesidad de poner fin a la guerra económica, financiera y comercial contra Cuba.

Las señales que Obama debiera visualizar

Al interior de los Estados Unidos también existen reconocidas instituciones académicas, científicas y personalidades políticas que se oponen franca y abiertamente a la política de bloqueo contra Cuba.  

Mencionaré en estas notas algunos sobresalientes ejemplos: el Consejo para Asuntos Hemisféricos (COHA, por sus siglas en inglés), una organización no gubernamental fundada en 1975 para “alentar la formulación de políticas racionales y constructivas de los Estados Unidos hacia América Latina”, situada no muy lejos de la Casa Blanca, por encontrarse su sede en Washington, ha reiterado en múltiples ocasiones que el bloqueo contra Cuba es uno de los errores más graves de los sucesivos gobiernos estadounidenses en cuanto a política exterior. 

El COHA ha criticado con no menos intensidad la subordinación de la política externa de los Estados Unidos a sectores minoritarios caracterizados por una conducta de extrema derecha y una postura anticubana que no representa a los intereses reales de las mayorías sociales de la Florida. Asimismo, ha valorado de positivas las propuestas del presidente Raúl Castro para entablar un diálogo respetuoso con los Estados Unidos, en condiciones de igualdad mutua.

Para Alexander Frye, investigador asociado del COHA, Washington continua con su apoyo irracional e imprudente a una política que ha demostrado ser un fracaso inequívoco. Claro está que los Estados Unidos, tanto en prestigio internacional como en oportunidades comerciales, están notoriamente perdiendo posicionamiento ante el irreversible proceso de transformaciones y apertura económica en marcha en la Isla. En este sentido, ¿Cabría esperar un giro hacia una política más novedosa, emprendedora y racional hacia Cuba en el transcurso del segundo mandato de Obama? [2] 

Para algunos observadores, eso sería mucho pedir para un establishment bien imbuido en las arcaicas mentalidades de la “guerra fría” y del enemigo a destruir. En el más intacto maniqueísmo de la confrontación ideológica que no deja el más mínimo resquicio a la cooperación entre los pueblos y los estados.       

Pero, sigamos. Otra voz no menos influyente en el partido demócrata ha llegado todavía más lejos en sus pronunciamientos. Se trata del político Jeff Bingaman, presidente del Comité de Energía y Recursos Naturales del Senado, quien ha afirmado que “es Estados Unidos el que está desfasado en su política exterior hacia Cuba y que, a su juicio, es hora de restablecer las relaciones diplomáticas con la Isla”.

Para Bingaman “ya es hora de que establezcamos (los estadounidenses) relaciones diplomáticas con Cuba y de poner fin a nuestro embargo (bloqueo), a la venta de bienes y servicios a Cuba, y a comprar productos de Cuba”. En su opinión, los líderes norteamericanos “han permitido que la política hacia Cuba sea dictada por la comunidad cubanoamericana, en vez de que la dicten los intereses nacionales de los Estados Unidos”. [3]
 
Bingaman, que también preside un subcomité sobre comercio internacional, al igual que muchos otros partidarios del levantamiento del bloqueo contra Cuba, incluyendo el expresidente demócrata James Carter, ha insistido que en aras del interés nacional el gobierno de Washington debe cambiar su política hacia  la mayor de las Antillas, recayendo así esta retadora responsabilidad histórica en el recién reelecto presidente Barack Obama, su líder y correligionario partidista. 

Al margen de las relaciones de poder que ejerce una superpotencia en el escenario internacional y de sus apetencias geopolíticas de dominación y control de sus llamadas zonas de influencias periféricas, los Estados Unidos y Cuba, por su vecindad, problemas similares y la existencia de familias en ambos lados, deben cooperar, sabiendo Obama y el liderazgo en Washington que ha sido el pueblo cubano el más perjudicado por las sanciones económicas, comerciales y financieras, cuyos daños, solo durante el 2011, ascendieron a más de 3 mil 553 millones de dólares, lo que representa un incremento del 15 % respecto a los registrados en el 2010.

En el mismo periodo, el monto de las afectaciones por la imposibilidad de utilizar el dólar estadounidense en las transacciones externas de Cuba aumentó en más del 57 %, así como crecieron los perjuicios resultantes de fondos retenidos, ruptura de contratos y litigios.[4]

Hasta aquí las señales que Obama debiera visualizar en esta hora crucial para dos naciones colindantes, pero con sus relaciones paralizadas en el tiempo histórico del siglo XX. Un tiempo cuyas características para ambas partes sigue presente en el siglo XXI y que se me antoja conjugar - ¿por qué no?-  con el llamado voto hispano o latino y esa rancia política de bloqueo contra Cuba en un sistema-mundo que no ha cesado de transformarse.

Notas:

[1] En esta elección presidencial, el actual presidente, Barack Obama, obtuvo 303 votos electorales (necesitaba 270 votos para retener su cargo de jefe de la Casa Blanca), triunfando en 26 de los 50 estados de la Unión. Mientras el candidato republicano, Mitt Romney, ganó en 24 estados y obtuvo 206 votos electorales. Obama también ganó el voto popular con 59,7 millones de votos populares a su favor y Romney debió conformarse con el apoyo de alrededor de 57,1 millones de personas. Datos de la encuesta del Fondo Educacional de la Asociación Nacional de Oficiales Latinos Elegidos y Designados. Despacho de EFE, Washington, 7 de noviembre de 2012.
[2] Centro de investigaciones en EE.UU. critica bloqueo
[4]  Cifras tomadas de la “Denuncia Cuba daños del bloqueo estadounidense a su economía. http://www.granma.cubaweb.cu/2012/11/07/pdf/todas.pdf