Por Leyde E. Rodríguez Hernández
En ningún otro momento de la historia de la nación estadounidense el
denominado voto hispano influyó tanto en la reelección de un presidente,
beneficiando, en la ya histórica jornada electoral del 6 de noviembre de 2012 y
por cuatro años en adelante, al presidente de los Estados Unidos, Barack Obama.
El hecho de que el voto hispano haya sido uno de los factores principales
para garantizar el segundo mandato de Obama, por el amplio resultado de un 75 %,
que optó por la reelección del presidente, frente al 23 % que respaldó al
candidato republicano Mitt Romney, evidencia un contundente llamado de atención
de la población latina hacia la dirigencia demócrata alojada en la Casa Blanca,
pues al menos 12 millones de latinos ejercieron el voto, lo que significa un
acontecimiento sin precedentes para los registros de una elección presidencial
estadounidense. [1]
El peso y la trascendencia del voto latino en esta elección pudieran constituir un nuevo compromiso moral y un sólido incentivo político para que, en su último periodo en la Oficina Oval, Obama despliegue una reforma migratoria que mejore la situación de los hispanos residentes en los Estados Unidos. Esta ilusión permanece en las mentes de millones de personas como una de las promesas incumplidas durante el primer mandato de Obama. A partir de ahora, sobre este espinoso tema para la clase política estadounidense, Obama volverá a tener una segunda oportunidad.
Por otra parte, entre la amplia gama de intereses de los latinos, no
podría subestimarse el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por
los Estados Unidos contra Cuba hace ya más de 53 años, el cual puede ser
considerado un verdadero rezago de la “guerra fría” y paraliza a la política
exterior estadounidense en el peor espíritu de la confrontación política,
ideológica y diplomática de aquel periodo de máxima tensión en la política
internacional.
Por eso, algunos plantean que como reconocimiento al apoyo recibido de
los latinos emigrados a los Estados Unidos, el presidente Obama debiera
examinar la posibilidad de suspender – más temprano que tarde
- el vetusto bloqueo contra Cuba.
Al sur del continente, una de las más preclaras voces ha sido la del
presidente boliviano, Evo Morales, quien, refiriéndose a Obama, expresó:
“Gracias a los latinos es presidente reelecto. Por lo menos yo diría (Evo) que
levante o acabe con el bloqueo a Cuba. Es lo mejor que puede hacer si reconoce
al voto de los latinoamericanos en Estados Unidos”. Por lo que aquí radica uno
de los desafíos morales de Obama ante su electorado latino, incluyendo además
al vasto segmento que le dio un decisivo espaldarazo en el disputado estado de la
Florida, donde radica la más amplia y diversa comunidad de origen cubano en esa
nación, cuya mayoría se opone a las injustas sanciones económicas contra la
Isla, porque perjudican, en primer lugar, a sus familiares del otro lado del
estrecho.
El líder boliviano no ha hecho más que recordar el reclamo de la gran
mayoría de las naciones reunidas en la Asamblea General de la ONU y en varios
escenarios multilaterales, sobre la necesidad de poner fin a la guerra
económica, financiera y comercial contra Cuba.
Las señales que Obama debiera visualizar
Al interior de los Estados Unidos también existen reconocidas
instituciones académicas, científicas y personalidades políticas que se oponen
franca y abiertamente a la política de bloqueo contra Cuba.
Mencionaré en estas notas algunos sobresalientes ejemplos: el Consejo
para Asuntos Hemisféricos (COHA, por sus siglas en inglés), una organización no
gubernamental fundada en 1975 para “alentar la formulación de políticas
racionales y constructivas de los Estados Unidos hacia América Latina”, situada
no muy lejos de la Casa Blanca, por encontrarse su sede en Washington, ha
reiterado en múltiples ocasiones que el bloqueo contra Cuba es uno de los
errores más graves de los sucesivos gobiernos estadounidenses en cuanto a
política exterior.
El COHA ha criticado con no menos intensidad la subordinación de la
política externa de los Estados Unidos a sectores minoritarios caracterizados
por una conducta de extrema derecha y una postura anticubana que no representa
a los intereses reales de las mayorías sociales de la Florida. Asimismo, ha
valorado de positivas las propuestas del presidente Raúl Castro para entablar
un diálogo respetuoso con los Estados Unidos, en condiciones de igualdad mutua.
Para Alexander Frye, investigador asociado del COHA, Washington continua
con su apoyo irracional e imprudente a una política que ha demostrado ser un
fracaso inequívoco. Claro está que los Estados Unidos, tanto en prestigio
internacional como en oportunidades comerciales, están notoriamente perdiendo
posicionamiento ante el irreversible proceso de transformaciones y apertura
económica en marcha en la Isla. En este sentido, ¿Cabría esperar un giro hacia
una política más novedosa, emprendedora y racional hacia Cuba en el transcurso
del segundo mandato de Obama? [2]
Para algunos observadores, eso sería mucho pedir para un establishment
bien imbuido en las arcaicas mentalidades de la “guerra fría” y del enemigo a
destruir. En el más intacto maniqueísmo de la confrontación ideológica que no
deja el más mínimo resquicio a la cooperación entre los pueblos y los
estados.
Pero, sigamos. Otra voz no menos influyente en el partido demócrata ha
llegado todavía más lejos en sus pronunciamientos. Se trata del político Jeff
Bingaman, presidente del Comité de Energía y Recursos Naturales del Senado, quien
ha afirmado que “es Estados Unidos el que está desfasado en su política
exterior hacia Cuba y que, a su juicio, es hora de restablecer las relaciones
diplomáticas con la Isla”.
Para Bingaman “ya es hora de que establezcamos (los estadounidenses) relaciones
diplomáticas con Cuba y de poner fin a nuestro embargo (bloqueo), a la venta de
bienes y servicios a Cuba, y a comprar productos de Cuba”. En su opinión, los
líderes norteamericanos “han permitido que la política hacia Cuba sea dictada
por la comunidad cubanoamericana, en vez de que la dicten los intereses
nacionales de los Estados Unidos”. [3]
Bingaman, que también preside un subcomité sobre comercio internacional,
al igual que muchos otros partidarios del levantamiento del bloqueo contra
Cuba, incluyendo el expresidente demócrata James Carter, ha insistido que en aras
del interés nacional el gobierno de Washington debe cambiar su política hacia la mayor de las Antillas, recayendo así esta
retadora responsabilidad histórica en el recién reelecto presidente Barack
Obama, su líder y correligionario partidista.
Al margen de las relaciones de poder que ejerce una superpotencia en el
escenario internacional y de sus apetencias geopolíticas de dominación y
control de sus llamadas zonas de influencias periféricas, los Estados Unidos y
Cuba, por su vecindad, problemas similares y la existencia de familias en ambos
lados, deben cooperar, sabiendo Obama y el liderazgo en Washington que ha sido
el pueblo cubano el más perjudicado por las sanciones económicas, comerciales y
financieras, cuyos daños, solo durante el 2011, ascendieron a más de 3 mil 553
millones de dólares, lo que representa un incremento del 15 % respecto a los
registrados en el 2010.
En el mismo periodo, el monto de las afectaciones por la imposibilidad
de utilizar el dólar estadounidense en las transacciones externas de Cuba
aumentó en más del 57 %, así como crecieron los perjuicios resultantes de
fondos retenidos, ruptura de contratos y litigios.[4]
Hasta aquí las señales que Obama debiera visualizar en esta hora crucial
para dos naciones colindantes, pero con sus relaciones paralizadas en el tiempo
histórico del siglo XX. Un tiempo cuyas características para ambas partes sigue
presente en el siglo XXI y que se me antoja conjugar - ¿por qué no?- con el llamado voto hispano o latino y esa
rancia política de bloqueo contra Cuba en un sistema-mundo que no ha cesado de
transformarse.
Notas:
[1] En esta
elección presidencial, el actual presidente, Barack Obama, obtuvo 303 votos
electorales (necesitaba 270 votos para retener su cargo de jefe de la Casa
Blanca), triunfando en 26 de los 50 estados de la Unión. Mientras el candidato
republicano, Mitt Romney, ganó en 24 estados y
obtuvo 206 votos electorales. Obama también ganó el voto popular con 59,7
millones de votos populares a su favor y Romney debió conformarse con el apoyo
de alrededor de 57,1 millones de personas. Datos de la encuesta del Fondo
Educacional de la Asociación Nacional de Oficiales Latinos Elegidos y
Designados. Despacho de EFE, Washington, 7 de
noviembre de 2012.
[2] Centro de investigaciones en EE.UU. critica
bloqueo
[3] Véase en EE.UU: Afirma líder democrático que su país está desfasado en su política
externa, 19 de abril de 2012. http://www.dailymotion.com/video/xq81b4_ee-uu-afirma-lider-democratico-que-su-pais-esta-desfasado-en-su-politica-hacia-cuba_news
[4] Cifras tomadas de la “Denuncia Cuba daños del bloqueo estadounidense a su
economía. http://www.granma.cubaweb.cu/2012/11/07/pdf/todas.pdf
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