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Hace pocos
días salió el reporte anual de la Agencia Internacional de Energía sobre el
estado de la energía mundial, dentro de sus investigaciones se destaca el
desarrollo logrado en Estado Unidos, que lo llevaría a convertirse en el
productor de petróleo más grande del mundo superando incluso a Arabia Saudita.
Se espera que se logre la autosuficiencia para el 2020, teniendo en cuenta el
significativo avance en el crecimiento de petróleo y de gas esquisto.
Y es que el
uso masivo de perforación horizontal y fracturamiento hidráulico para abrir las
reservas de gas esquisto han convertido el déficit de gas en el país en un
superávit creando una industria renaciente. El futuro, al parecer,
resulta de reducir la dependencia en la importación.
En cifras,
Estados Unidos es actualmente el país con más rápido crecimiento en la
producción de petróleo y gas en el mundo. En los últimos cinco años, el país ha
agregado 2,59 millones de barriles diarios al suministro total y con un
crecimiento promedio de 500,000 barriles por año, de acuerdo a cifras del
Citigroup.
El
crecimiento económico, originado en la perforación, se ha impulsado en estados
como Dakota del Norte, Oklahoma, Wyoming y Texas, con tasas de desempleo muy
por debajo de la tasa nacional de 7.8%. Por ejemplo, Dakota del Norte tiene una
tasa de 3% y Oklahoma 5.2%.
En definitiva,
la producción del país ha aumentado en un momento en que la demanda doméstica
está bajando, de esta manera las importaciones han bajado. De hecho; el país se
ha convertido en un exportador neto de productos petroleros.
Pero así
como la dependencia de Estados Unidos en importaciones se va reduciendo, la de
China va aumentando. Más de la mitad del petróleo consumido en la región
de Asia es importado del Medio Oriente, lo que expone a China cada vez más a un
riesgo potencial desabastecimiento en el Golfo. Hasta el momento, China no se
ha tenido que preocupar de esos probables desabastecimientos debido a que se ha
visto beneficiado con el papel que ha jugado Estados Unidos en el tema de
seguridad. Pero esto podría cambiar.
Por décadas,
una de las estrategias de Estados Unidos ha sido el proteger las líneas
marítimas que conectan el Medio Oriente con el resto del mundo. La norma
encontró su expresión en la doctrina Carter en 1980, en la cual se expone como
la nación usaría la fuerza militar para defender sus intereses en el golfo, en
caso de ser necesario.
Pero aunque
la crisis financiera del 2008 y el déficit fiscal han hecho que el país se auto
examine, y ahora busque más sus recursos de energía en casa para impulsar el
crecimiento, el precio del barril es también importante, es quizás por eso que
para evitar mayores volatilidades, Estados Unidos continúe defendiendo las
líneas marítimas del Medio Oriente.
Adicionalmente,
aunque el aumento de la producción no se ha materializado en gasolina más
económica, en los próximos años, se espera que los precios permanezcan altos
debido a la creciente demanda de petróleo en los países en desarrollo y a la
inestabilidad política en el Medio Oriente.
Es claro que
para el país, este boom energético representa una oportunidad para ser más
competitivos, aprovechando el know how y mejorando las prácticas ambientales,
con el fin de avivar la situación económica generando mayores ingresos y más
empleos.
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