Los acontecimientos del 17 de diciembre de 2014
marcan un antes y un después en la conflictiva relación entre Cuba y los
Estados Unidos. Se puede aseverar que las declaraciones del Presidente Obama
constituyen el mayor giro de la política exterior de los Estados Unidos hacia
Cuba en los últimos 50 años.
Es, al mismo tiempo, una victoria estratégica de América Latina y el Caribe tras el amplio apoyo que Cuba ha recibido de toda la región, a la cual se encuentra integrada y coopera en salud, educación, cultura, deportes, y aumenta los nexos económicos y comerciales. América Latina y el Caribe han exigido a Obama el fin del bloqueo económico, comercial y financiero y la normalización de las relaciones con Cuba, como una premisa ineludible para el avance de los vínculos de Washington con la región. De ahí que la reciente Cumbre de la CELAC celebrada en Costa Rica, los días 28 y 29 de enero de 2015, publicó una declaración especial sobre la necesidad de poner fin al bloqueo contra Cuba.
Es, al mismo tiempo, una victoria estratégica de América Latina y el Caribe tras el amplio apoyo que Cuba ha recibido de toda la región, a la cual se encuentra integrada y coopera en salud, educación, cultura, deportes, y aumenta los nexos económicos y comerciales. América Latina y el Caribe han exigido a Obama el fin del bloqueo económico, comercial y financiero y la normalización de las relaciones con Cuba, como una premisa ineludible para el avance de los vínculos de Washington con la región. De ahí que la reciente Cumbre de la CELAC celebrada en Costa Rica, los días 28 y 29 de enero de 2015, publicó una declaración especial sobre la necesidad de poner fin al bloqueo contra Cuba.
La declaración de Obama sobre la revisión de la
injustificable inclusión de Cuba en la Lista de Países Patrocinadores del
Terrorismo Internacional y la decisión de restablecer las relaciones
diplomáticas de los Estados Unidos con el gobierno cubano, son el resultado de un
conjunto de factores que incidieron directamente, a saber: el reconocimiento
estadounidense de que la política de “guerra fría”, aplicada por más de 50
años, ha sido un fracaso y que lo único logrado es el aislamiento del gobierno
de los Estados Unidos en el concierto latinoamericano y caribeño; la heroica
lucha y fidelidad a los principios del pueblo cubano; el hecho de que América
Latina y el Caribe viven una nueva época de transformaciones, que han permitido
favorables debates para Cuba, como por ejemplo, en el 2009, en la Cumbre de las
Américas en Puerto España, Trinidad y Tobago; además del voto reiterado de 188
Estados contra el bloqueo en las Naciones Unidas y la permanente solidaridad de
millones de personas en todo el mundo hacia la causa de la Revolución Cubana.
La posición de Cuba se ha caracterizado por
compartir con el Presidente Obama la disposición de avanzar hacia la
normalización de las relaciones bilaterales, una vez que sean restablecidas las
relaciones diplomáticas. Ambos procesos implican la adopción de medidas mutuas
para fomentar la confianza, mejorar el clima entre ambos países y progresar en
la cooperación bilateral. Para el gobierno cubano, el restablecimiento de las
relaciones diplomáticas es el inicio de un largo proceso hacia la normalización
de las relaciones bilaterales, pero esta no será posible mientras exista el
bloqueo, no se devuelva el territorio ilegalmente ocupado por la Base Naval de
Guantánamo, no cesen las transmisiones radiales y televisivas violatorias de
las normas internacionales, no haya compensación al pueblo cubano por los daños
humanos y económicos causados por la agresiva política contra la Isla.
No obstante, se abren nuevas oportunidades para
que ambos países pasen del viejo esquema de confrontación abierta a otro de
contradicciones y fricciones bilaterales, permitiendo, probablemente, nuevos
espacios de diálogo y colaboración mutua, sin que esto signifique olvidar la
naturaleza imperialista de los Estados Unidos.
Cambio en la estrategia
estadounidense hacia Cuba
Es evidente que la estrategia de los Estados
Unidos hacia Cuba se intenta modificar, a partir del reconocimiento del fracaso
de la vieja política de confrontación directa con el gobierno cubano. Las
medidas unilaterales de Obama, con el argumento de “ayudar al pueblo cubano”,
no resuelven lo fundamental que es el levantamiento del bloqueo, aunque
permiten intercambios en algunos sectores de la economía: construcción,
agricultura, telecomunicaciones, con el marcado interés de ganar espacios de
influencia política en la sociedad cubana y potenciar el sector privado, lo
que, en el imaginario estadounidense, podría desatar procesos que conducirían
al restablecimiento del capitalismo y un futuro cambio de régimen en La Habana.
Para lograr esos fines, la diplomacia
estadounidense cifra sus esperanzas en el apoyo a la “sociedad civil”. En su
lógica injerencista está constituida por los pequeños y fragmentados grupos
organizados y financiados por distintas instituciones norteamericanas. Y esto
es así porque, según las reglas de juego que trata de imponer el gobierno de
los Estados Unidos, como preámbulo a una futura normalización de vínculos
diplomáticos con Cuba, está el manido tema de los derechos humanos, la
democratización –a imagen y semejanza de sus dictámenes- y el “empoderamiento
del pueblo”, que sin mucho esfuerzo, significa un intento de deslegitimar a los
líderes de la Revolución Cubana y seguir las nuevas pautas redefinidas por los
negociadores del Departamento de Estado.
Es importante recordar que Roberta Jacobson, la
subsecretaria de Estado para Asuntos Hemisféricos de los Estados Unidos,
designada por la Casa Blanca al frente del equipo negociador estadounidense que
visitó recientemente La Habana, dejó claro, con hechos y palabras, quiénes son
para Washington, los que supuestamente representan la sociedad civil cubana,
que para nada es el pueblo que habita y construye en la isla.
Los propios representantes del gobierno
norteamericano, incluyendo Obama, han expresado abiertamente que la política
actual hacia Cuba es un cambio de método, pero no de los objetivos estratégicos
de esa política centrados en el intento de destruir a la Revolución Cubana.
Toda negociación con una potencia imperialista
impone desafíos a su contraparte. Para Cuba se trata de encontrar una
convivencia civilizada, pacífica entre las dos naciones, sin que esto
represente una vuelta al pasado de subordinación neocolonial que sufrió la isla
hasta 1959. El gran reto para Cuba es contribuir a solucionar el conflicto
histórico con los Estados Unidos preservando la independencia y la soberanía
nacional, aunque siga existiendo, por largo tiempo, un diferendo que, para ser
resuelto, requerirá de largas rondas de negociaciones diplomáticas. Para citar
solamente un ejemplo, el gobierno de los Estados Unidos se niega, rotundamente,
a devolver el territorio ilegalmente ocupado por la Base Naval de Guantánamo
porque dicen que la base militar en Guantánamo es importante para ellos. Más
allá de que la base no tiene ninguna importancia militar – salvo el centro de
torturas -, ello no otorga a los Estados Unidos ningún derecho a mantener la
ocupación de una parte del territorio cubano, como si las necesidades o
designios de los Estados Unidos se pudieran imponer por encima de la soberanía
de Cuba, lo que constituye una violación flagrante del Derecho Internacional.
La gran mayoría de los cubanos estamos
conscientes que para seguir avanzando en el mejoramiento de las relaciones con
los Estados Unidos, el gobierno de ese país, sea demócrata o republicano, debe
tratar a la parte cubana con respeto, como iguales. El pueblo cubano es muy
respetuoso de la cultura y de la sociedad estadounidense, y considera que ambos
países pueden ayudarse y cooperar en asuntos que afecten o beneficien a ambas
naciones: salud, educación, deportes, ciencia y tecnología, agricultura, en la
lucha contra el narcotráfico, el terrorismo, en el enfrentamiento a los
fenómenos meteorológicos producidos por el cambio climático, entre otros
sectores.
En fin, en cuanto a Cuba, se inicia una nueva
etapa de mayor perspicacia y rigor en el combate político e ideológico, en la
que, por largo tiempo, el pueblo cubano tendrá que luchar denodadamente por su
unidad, por el mantenimiento de la plena soberanía e independencia de la
nación.
Obama tiene facultades para
debilitar el bloqueo
Existe una orientación de las nuevas medidas del
Presidente Obama, en materia de agricultura, construcción y telecomunicaciones,
de colocar recursos a los sectores emergentes de la economía cubana, como es el
cuentapropismo (privado). Sin embargo, Obama también pudiera permitir en otros
sectores de la economía todo lo que ha autorizado en el ámbito de las
telecomunicaciones con evidentes objetivos de influencia y subversión política.
Existe un claro interés en los estrategas estadounidenses de apostar a la
introducción en Cuba del modo de vida de las sociedades occidentales, afectando
a grupos sociales que sólo han conocido las limitaciones económicas y
materiales producidas por el bloqueo, como es el caso de la juventud cubana.
Es por eso que las fuerzas de la sociedad civil
socialista cubana deberán estar muy vigilantes en la defensa de las conquistas
alcanzadas por la Revolución y ante eventuales escenarios de desmovilización de
la población frente a la manipulación mediática de la gran prensa
internacional, que enfatiza en la conclusión del conflicto y la agresión de los
Estados Unidos contra Cuba.
En realidad, el Presidente Obama solo ha tomado
algunas decisiones ejecutivas para modificar ciertos aspectos del bloqueo, lo
que tiene un impacto restringido sobre las políticas de actualización del
modelo económico cubano. El Presidente Obama tiene facultades para debilitar el
bloqueo, vaciando una parte considerable de su contenido mediante el
otorgamiento de licencias para el comercio. De estimularse a hacerlo, sí
tendría un impacto real en las transformaciones del modelo económico cubano. En
general, las medidas expuestas por Obama son muy limitadas, porque todavía
están prohibidos los créditos y el uso del dólar en las transacciones
financieras internacionales de Cuba, los ciudadanos norteamericanos aún no
pueden viajar libremente a la isla y se impide que viajen por vía marítima.
También continúa prohibida la adquisición, en otros mercados, de equipos y
tecnologías que tengan más de un 10 % de componentes norteamericanos y las
importaciones por los Estados Unidos de mercancías que contengan materias
primas cubanas, entre muchas otras.
De todo esto cambiar,
en los próximos años, se eliminarían los principales obstáculos que
verdaderamente impiden el desarrollo de la economía cubana, significando un
notable impulso a las políticas de actualización del modelo económico, el cual
necesita de financiamiento, inversiones, tecnologías y mercados. Por eso, Cuba
ha considerado de gran trascendencia la decisión de Obama de sostener un debate
en el Congreso con el fin de la eliminación del bloqueo.