domingo, 10 de julio de 2011

La penetración de los Estados Unidos en el África Subsahariana

Por Leyde E. Rodríguez Hernández 

webislam.com
Durante el período de la "Guerra Fría", la significación de ciertos países o una región geográfica para una superpotencia mundial se solía determinar por el peso específico de su poderío en un lado u otro de la balanza de poder entre las superpotencias, o por los retos que podrían representar para sus valores políticos, ideológicos e intereses geoestratégicos. 

Para algunos historiadores y teóricos del conflicto bipolar en las relaciones internacionales, los intereses geoestratégicos de los Estados Unidos en África Subsahariana fueron escasos después de la Segunda Guerra Mundial, sin obviar que éste país no dejó de enfrentar a la Unión Soviética, desde el punto de vista político, económico y militar, en casi todas las problemáticas africanas en que la confrontación entre los bloques representados por las superpotencias se trasladó a ese escenario regional. 

Pero, a diferencia del pasado, la manifestación de un renovado interés por África en la política exterior de los Estados Unidos se distingue de los tradicionales fundamentos aplicados en el período de la confrontación Este-Oeste. En la coyuntura internacional actual, los sectores "neoconservadores" norteamericanos suman a la atención priorizada que reciben las complejas relaciones estratégicas de Estados Unidos con Rusia, China y los estados petroleros del Medio Oriente, el incremento de su presencia e influjo político en África con el objetivo a largo plazo de establecer nuevos espacios geopolíticos y económicos en esa área del sistema internacional.

Esa tesis fue confirmada por el propio establishment norteamericano: "atravesamos un momento de grandes oportunidades" para Estados Unidos, porque "no hay otra ideología que verdaderamente pueda competir con lo que nosotros podemos ofrecerle al mundo". Los Estados Unidos deben "usar el poderío que tenemos -nuestro poderío político, nuestro poderío diplomático, nuestro poderío militar, pero especialmente el poder de nuestras ideas- para seguir comprometidos con el mundo" [i]. No por casualidad el reconocido pensador e investigador egipcio Samir Amin ha concluido que el sistema capitalista entró en una fase en la cual la disparidad centro-periferia se manifiesta en la ventaja del capitalismo central en cinco claros monopolios: a) el monopolio de control de la tecnología; b) el monopolio del acceso a los recursos naturales; c) el monopolio de los flujos financieros internacionales, d) el monopolio de la comunicación; e) el monopolio de las armas de destrucción masiva.

Con el predominio de esas dimensiones de poder global, Estados Unidos impulsa, en el siglo XXI, una estrategia hegemónica mundial que, por su alcance y pretensiones geopolíticas, asoma el inicio de un retorno "suave"[ii] de los mecanismos de dominación neocoloniales en los países situados en la periferia del sistema capitalista. El caso del África Subsahariana no es una excepción, pues la diplomacia estadounidense ha insistido en el diseño de un futuro marco de relaciones bilaterales con los países africanos atado a la existencia de valores compartidos en sus respectivos sistemas políticos y económicos, tales como: la instauración de sistemas democráticos y de derechos humanos, según la concepción occidental, y la apertura económica con estabilidad financiera conducida por los programas del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Así, para una efectiva presencia de Estados Unidos en la región, las instituciones financieras internacionales han garantizado que las élites políticas africanas persistan en la introducción de los mecanismos de la economía neoliberal y la apertura de sus mercados. Conjuntamente al interés de entregar la gestión de los asuntos sociales a la llamada sociedad civil y a la iniciativa individual de los actores sociales, los países del África Subsahariana han aplicado una efectiva reducción de las funciones de regulación económica del estado y disminuido la participación política e ideológica de los partidos en la acción gubernamental, lo que ha debilitado -aún más- las históricamente frágiles estructuras estatales africanas.

En el contexto de la aplicación de esa estrategia, la administración demócrata de William Clinton logró la aprobación por el Congreso, en mayo del 2000, de la Ley de Crecimiento y Oportunidad Africana (AGOA por sus siglas en inglés) con el designio de estimular el "libre comercio" y propiciar la entrada de los productos norteamericanos en la región. En franca continuación de esa política, el presidente republicano George W. Bush ha movilizado sus acciones en torno al interés de construir en los países africanos sólidos mecanismos económicos y de mercado capaces de absorber las mercancías estadounidenses a contrapelo del tradicional peso económico de las ex-metrópolis europeas en el África Subsahariana. Desde el punto de vista político, la AGOA ha devenido un instrumento de chantaje y presión política en manos de Estados Unidos para influir en la toma de decisiones políticas y determinar la conducta internacional de los estados africanos a favor de los mezquinos intereses hegemónicos de las principales potencias capitalistas.

Una mezcla de nuevas expectativas y cautela genera para Estados Unidos, líder de las ocho naciones más ricas del mundo (G-8), la Nueva Asociación para el Desarrollo de Africa (NEPAD)[iii]. Atraídos por la necesidad de resolver los problemas de gobernabilidad, el Plan de Acción del G-8 en África delinea una amplia gama de iniciativas de construcción de capacidades para apoyar la adhesión de los estados africanos a los principios del "buen gobierno"[iv] y, en los marcos de la puesta en práctica de la NEPAD, "ayudarlos" en la búsqueda de normas jurídicas que eviten la ingobernabilidad de los estados y faciliten los vínculos de cooperación internacional con los países desarrollados, porque como ha explicado el conocido diplomático y académico norteamericano Chester A. Crocker, la ausencia de gobernabilidad en los estados afecta directamente a una amplia gama de intereses estadounidenses, entre ellos la promoción de los derechos humanos, el estado de derecho, la conservación del medio ambiente y las oportunidades para los inversionistas y exportadores estadounidenses.

En realidad, la NEPAD ha sido criticada por no responder con urgencia a las necesidades socioeconómicas apremiantes de los sectores más empobrecidos del continente africano: salud, educación, agua potable, alimentos, vivienda, electrificación y transportes. La iniciativa también atraviesa por un proceso de cuestionamiento político porque sus principales promotores decidieron crear un grupo de expertos con la misión de evaluar si las políticas de los estados africanos convergen con los principios de la NEPAD[v]. Se trata de la imposición de un sistema de control a la mayoría de los países de la región denominado "Mecanismo de Control por los Iguales" (Peer Review Mechanism) que insta a la realización de las metas y objetivos fundamentales de la NEPAD mediante la institucionalización de un artilugio que coincide con el fomento de los intereses y los condicionamientos políticos y económicos de las potencias capitalistas occidentales.

Por consiguiente, se ha supuesto que el éxito de la NEPAD atraería millonarias inversiones de los países industrializados y, a largo plazo, orientaría al continente en la senda del desarrollo económico y el crecimiento sostenible, lo cual no ha ocurrido, ya que para el cumplimiento de ese escenario sería necesario que los Estados Unidos y el G-8 perciban a la NEPAD como una alternativa real para el desarrollo económico y social africano. Igualmente, los gobiernos de la región deberían dejar de percibir con temor al gigante sudafricano, observado en el área como una potencia hegemónica que ha introducido con la NEPAD un instrumento de inspección y dominación en función de sus preeminentes pretensiones políticas y económicas en todo el continente.

Por lo antes expuesto, desde la primera cumbre de la NEPAD, efectuada en abril de 2002 en Dakar con la asistencia de cerca de un millar de inversionistas privados de casi todo el planeta, no pocos jefes de Estado de la región apoyaron la idea de que, más allá de la ayuda pública y los créditos, el continente africano requiere contar con la voluntad política y el establecimiento de compromisos concretos de los países industrializados para la liberación de sus mercados y el acceso africano al comercio internacional.

Aunque menos del uno por ciento (1%) de las exportaciones de los Estados Unidos estaban destinadas al África a fines del siglo XX, después de casi una década de reformas fiscales y de las políticas económicas de los países africanos, en el imaginario de los sectores de poder norteamericanos, Estados Unidos se encuentra en condiciones de expandir su comercio en el África Subsahariana. Para identificar el interés de las grandes empresas norteamericanas por el continente, basta con examinar la lista de algunos miembros del Consejo Corporativo de África, organización privada con sede en los Estados Unidos integrada por influyentes y conocidas corporaciones transnacionales: General Motors, Coca Cola, AT&T, Mobil, H.J.Heinz, IBM, Owens Corning, que con regularidad envían sus representantes a los países africanos en busca de oportunidades comerciales y se han insertado con éxito en la región obteniendo márgenes de ganancias que figuran entre los más altos del mundo[vi].

El sector empresarial norteamericano también reconoce riesgos y peligros ineludibles, que en gran medida los países africanos tendrán que superar. Los gobiernos de la región deberán mantener los procesos de privatización, desmantelar aún más las barreras al comercio y la inversión, ampliar los esfuerzos de integración regional, poner fin al soborno y la corrupción, crear una estructura jurídica que incentive la inversión extranjera, y establecer una infraestructura que permita que el comercio prospere (…) Será necesario que los líderes africanos mantengan firme el timón de la reforma económica. Se necesitará la coordinación entre las principales instituciones financieras internacionales para ayudar a aliviar las presiones inherentes al avance hacia una economía basada en el mercado[vii].

Por eso Estados Unidos se ha propuesto trabajar con dos países africanos pivotes del desarrollo económico regional: Sudáfrica y Nigeria. En ambos casos son significativos los avances de la economía privada bajo el control de las corporaciones transnacionales y la acelerada apertura externa al comercio y las inversiones internacionales. En Sierra Leona, Sudán, Liberia, Angola, la República Democrática del Congo (RDC) y la República del Congo, países con abundantes recursos naturales, la diplomacia norteamericana ha incidido, indistintamente, para el cese de los conflictos armados y la promoción de su "interés nacional".

Empero, en términos reales, los programas de ajuste estructural impuestos por el FMI en calidad de instrumento de la política exterior de los Estados Unidos, han acentuado la deformación de las economías africanas, el subdesarrollo crónico y una creciente deuda externa que representa un verdadero obstáculo para el desarrollo africano. Ya a fines del siglo XX, el FMI y el Banco Mundial (BM) habían clasificado a un total de 41 países en la categoría de "Países Pobres Altamente Endeudados", que tenían entonces una deuda de 215 000 millones de dólares; de ellos, 32 países pertenecían al África Subsahariana. A esa situación se suma la competencia desleal en determinados sectores económicos entre el centro capitalista poderoso y su débil periferia, que se ilustra con las subvenciones de los países desarrollados a su agricultura: sólo Estados Unidos destina la cifra de unos 80 000 millones de dólares[viii] al subsidio de las producciones agrícolas.

La política de Estados Unidos, que condiciona la ayuda económica a las reformas democráticas, se relaciona con la motivación estadounidense de implicarse cada vez más en los procesos políticos internos del continente africano en razón de su privilegiada posición de única superpotencia en el sistema internacional. La inconsistente retórica de los politólogos norteamericanos intenta argumentar que "África debe ser ayudada, no solamente porque la democracia es buena para el continente africano, sino porque es bueno para Estados Unidos contar con aliados democráticos en todo el mundo".

Esa vocación injerencista de Estados Unidos más allá de sus fronteras nacionales se evidencia en la estrategia de empujar a las sociedades africanas hacia procesos políticos "democráticos" y con gobernabilidad. Ese proyecto, ejecutado a través de los programas de diversas agencias como la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID)[ix] y la Fundación Nacional por la Democracia (NED)[x], ofrece apoyo logístico y financiero a grupos antigubernamentales, diseña programas para intervenir en los problemas de salud y educación de las poblaciones y otorga becas de estudios universitarios para la formación de líderes políticos y parlamentarios, interviniendo así en la construcción de nuevas fuerzas opositoras y en la vigilancia de las elecciones presidenciales en distintos países. Con el fin de obtener un mayor poder de acceso, negociación y decisión de sus misiones diplomáticas en los procesos socioeconómicos africanos, las acciones concebidas por Estados Unidos también incluyen la promoción de reconocidos africanistas e investigadores sociales de origen africano de las más destacadas universidades y centros de investigación norteamericanos al rango de embajadores en importantes estados de la región.

Más que aliados democráticos, el gobierno estadounidense desea contar con líderes africanos dóciles que se conviertan en efectivos asociados de su estrategia en términos económicos y, mediante la AGOA, consolidar redes comerciales que produzcan una relación económica perdurable con los países africanos. No obstante, la principal motivación de la penetración de los Estados Unidos en África Subsahariana se centra en los beneficios económicos que reportaría el control y explotación de sus recursos naturales: petróleo, madera, cuencas hidrográficas, diamante, oro y otros minerales raros que como el coltán son utilizados para el desarrollo de las nuevas tecnologías de las comunicaciones. Pero, de todos esos recursos naturales identificados, solo el petróleo significa una verdadera prioridad para la "seguridad nacional" de los Estados Unidos en el siglo XXI. Para ejecutar esa política, el influyente grupo de presión norteamericano African Oil Policy Group, integrado por el gobierno y el sector privado, ha solicitado al Congreso y a la administración de George W. Bush activar el fomento de la exploración y la extracción del recurso energético africano.

Pero, ¿por qué ésta inusitada atracción de los sectores empresariales y de poder estadounidenses por el África Subsahariana si el entonces candidato presidencial George W. Bush en la campaña electoral de 2002 enfatizó que África no sería una prioridad estratégica nacional? Las razones de la aparente contradicción tendrían explicación en tres factores esenciales: 1) el fracaso de la práctica hegemónica y guerrerista de la política exterior norteamericana en su propósito de conformar un "Nuevo Orden Mundial" mediante el uso de la fuerza militar. 2) Las crecientes necesidades energéticas generadas por el alto patrón de consumo de la economía de Estados Unidos y 3) las alentadoras perspectivas sobre la existencia de elevadas reservas de petróleo en la plataforma marítima atlántica africana. Veamos el desarrollo de cada uno de los factores enunciados:

El fracaso de la práctica hegemónica y guerrerista de la política exterior norteamericana en su propósito de conformar un "Nuevo Orden Mundial" mediante el uso de la fuerza militar se constata en el cuestionado éxito de la doctrina Bush de "guerras preventivas", que tras los sucesos del 11 de septiembre del 2001, proclamó la célebre "cruzada mundial" contra el terrorismo internacional que agudizó la crisis política y de seguridad en el Medio Oriente y el desencadenamiento de las criminales guerras contra Afganistán e Irak.

La ausencia de claros progresos en la imposición de un proyecto político que estabilice a todo el Medio Oriente, los frecuentes atentados de la resistencia iraquí a los pozos petroleros controlados por los ocupantes, la ausencia de un arreglo definitivo del conflicto palestino-israelí y las persistentes contradicciones en el orden político con Siria e Irán, han imposibilitado el cómodo acceso de las transnacionales estadounidenses al petróleo de esa zona. Estas razones fundamentan la determinación de considerar a África como un tema de importancia en la agenda de política exterior y de "seguridad nacional" de los Estados Unidos en las próximas décadas.

En los sectores de poder y la opinión pública estadounidense se distingue la inquietud por el empantanamiento de sus tropas en la guerra contra el "terrorismo" en Irak y el peligro potencial que esto implica para el aumento de los suministros de petróleo desde el Medio Oriente hacia Estados Unidos. Esta situación ha multiplicado las presiones de las transnacionales petroleras norteamericanas sobre el gobierno de Bush para que este encuentre otras opciones de aprovisionamiento del vital recurso energético y evitar, por esta causa, un eventual escenario de disfuncionamiento de la mayor economía mundial. Del mismo modo, preocupa que eso suceda en momentos en que Estados Unidos busca consolidar sus atributos de única superpotencia global con el diseño de políticas tendientes a dominar todas las regiones del planeta productoras de petróleo en un paisaje internacional también caracterizado por la tradicional competencia y rivalidades entre la triada de actores que conforman la emergente multipolaridad económica: Unión Europea, Japón y China.

Las crecientes necesidades energéticas generadas por el alto patrón de consumo de la economía norteamericana: El petróleo es de vital trascendencia para la economía estadounidense al constituir la fuente de dos quinta partes de la provisión total de energía del país –superando cualquier otra fuente- y porque ofrece la mayor parte del combustible para el transporte. Además, el petróleo es indispensable para el mantenimiento de la extendida política guerrerista norteamericana, que cuenta con una vasta flota de tanques, aviones, helicópteros y barcos en el teatro de operaciones militares.

La base geológica de Estados Unidos está en fase de agotamiento y ha sido explorada en su totalidad. La escasez de energía y la resultante elevación en el costo de producir electricidad a partir del gas natural fueron una de las causas de la crisis energética de California en 2000-2001. La locomotora de la economía mundial se encuentra atrapada en una compleja encrucijada en materia energética, porque ya ha consumido una parte de sus reservas y ahora importa el 54 % de sus necesidades energéticas: el 48 % proviene del hemisferio occidental, el 30 % del Golfo Pérsico y el 15 % de África, indicadores que, según previsiones, podrían agudizarse en un 60 % en el 2025. Al mismo tiempo, se estima que en los próximos diez años, Estados Unidos se convertirá en un gran importador de gas, desplazando a Japón como el mayor importador mundial de ese recurso energético, pues la demanda crece a una tasa equivalente a dos tercios de la tasa de crecimiento de toda la economía.

Para enfrentar el desafío de la creciente demanda energética, el presidente Bush estableció el Grupo Nacional de Desarrollo de Políticas de Energía (NEPDG por sus siglas en inglés) integrado por altos funcionarios públicos, que tiene la tarea de desarrollar un plan de largo alcance tendiente a satisfacer los requerimientos energéticos de los Estados Unidos. Bajo la dirección del vicepresidente Richard Cheney, el grupo produjo el informe Política Nacional de Energía (NEP por sus siglas en inglés), que fue revelado públicamente por el presidente Bush el 17 de mayo de 2001. El énfasis del documento Cheney en la obtención de fuentes cada vez mayores de energía importada para satisfacer la creciente demanda norteamericana ha tenido, desde esa fecha, un peso determinante en la formulación y toma de decisiones de la política exterior de los Estados Unidos con el fin de expandir y diversificar sus fuentes de suministros de energía.

Los funcionarios de Estados Unidos no solo estarán obligados a negociar el acceso a estas fuentes del exterior y decidir las modalidades de inversión que harán posible el aumento de la producción y la exportación de petróleo, sino que también deberán dar los pasos necesarios para que el aprovisionamiento externo del recurso energético transcurra con el menor involucramiento directo de los efectivos norteamericanos y sin los obstáculos que imponen los conflictos bélicos, las revoluciones o los desórdenes civiles. Estos imperativos regirán la política estadounidense hacia todas las regiones proveedoras de petróleo y gas[xi]. Sin duda, en ese escenario, las potencialidades africanas justifican la inclinación de los Estados Unidos por activar una fuerte presencia económica, financiera y militar en la región. En África se encuentra el 30% del potencial hidroeléctrico, y en materia de hidrocarburos posee alrededor del 10% de las reservas petroleras del mundo. Los africanos, en su conjunto, conforman un atractivo polo en desarrollo de más de 750 millones de personas y, pese al SIDA, en los próximos 10 o 20 años, serían 1 500 millones de habitantes, convirtiéndose en el segundo mercado mundial después de Asia.

Sin embargo, antes de que llegue ese momento, Estados Unidos –también otras potencias- en sus proyectos para explotar esas potencialidades no podrán descuidar el hecho de que en el 2025 el 50% de la población de África tendrá alrededor de 20 años y que el 50% de los africanos vivirá en unas 80 ciudades con más de 1 millón de habitantes cada una, mientras que la población de Europa tiende a decrecer y la de América Latina crece menos rápido cada año. Por ello, los intereses geoeconómicos obligarán a Estados Unidos y las potencias europeas a invertir en el desarrollo económico africano moviendo sus iniciativas diplomáticas hacia la consolidación de aquellos procesos de paz y esquemas de integración que favorezcan la solución de los más graves problemas socioeconómicos y el mantenimiento de la estabilidad política del continente.

Las alentadoras perspectivas sobre la existencia de elevadas reservas de petróleo en la plataforma marítima atlántica africana resultan un estímulo para la diplomacia y las transnacionales norteamericanas porque las cantidades de crudo aún por explotar están estimadas en 80 mil millones de barriles de petróleo. Con este pronóstico, la economía de los Estados Unidos, en el 2020-2025, podría importar el 25% del petróleo que consume desde una región más cercana a su costa atlántica que el Medio Oriente[xii]. Para los estrategas estadounidenses, Africa es una alternativa parcial a un Medio Oriente convulso, amenazante y percibido cada vez más como hostil para la "seguridad nacional" de Estados Unidos.

El petróleo africano es considerado de gran calidad por su bajo contenido de azufre y, a excepción de Nigeria, que es miembro de la Organización de Países Productores y Exportadores de Petróleo (OPEC), el resto de los países no están sujetos a los límites de producción coordinados por el cartel. Las exportaciones de la región sobrepasan los cuatro millones de barriles diarios, lo que representa el monto exportador conjunto de tres importantes naciones proveedoras de petróleo a Estados Unidos: Venezuela, Irán y México. En suma, la producción de petróleo africano aumentó en un 36 % en diez años contra el 16 por ciento correspondiente a los otros continentes[xiii].

Guiados por esos indicadores, los estrategas de Washington han orientado a las compañías petroleras Exxon-Móvil, Chevrón-Texaco y a otras menos poderosas pero también influyentes como la Amerada Hess, Marathon y Ocean Energy, la exploración de los potenciales yacimientos existentes en la costa atlántica de África Subsahariana. La estrategia petrolera estadounidense pone mayor énfasis en sus relaciones con los siguientes países del área: Nigeria, Sudán, Angola, Guinea Ecuatorial, Chad, Camerún, Sao Tomé y Príncipe y la República del Congo. Examinemos la situación de cada uno de estos actores africanos y su interacción con las acciones o intereses de la política exterior norteamericana:

Nigeria. Es el primer productor y exportador africano de petróleo. De ahí procede el 90% de sus ingresos en divisas, lo que explica, en alguna medida, su dependencia del mercado internacional controlado por el "directorio" de las siete grandes potencias industrializadas. Este país podría, antes de 2007, aumentar su producción diaria de 2,2 millones de barriles a 3 millones, para luego pasar en el 2020 a 4,4 millones, lo cual podría lograr si primero resuelve la corrupción generalizada que desvía cuantiosos recursos financieros del proceso de expansión petrolera y el peligroso conflicto étnico que desalienta las inversiones extranjeras. Por el peso específico de su producción, Estados Unidos ha realizado llamamientos indirectos al gobierno nigeriano para que abandone la OPEP. La economía de Nigeria está en manos de las corporaciones petroleras Shell, Mobil y Chevron, que abastecen casi el 10 % del consumo de petróleo estadounidense.

Las administraciones Clinton y W. Bush se propusieron convertir a Nigeria en un aliado regional estable ante las situaciones de conflicto en el África Subsahariana. Este interés ha sido respetado y compartido por Sudáfrica, líder regional en el juego político con Estados Unidos para enfrentar las problemáticas del continente. Para fortalecer el estado nigeriano y su proyección regional, Estados Unidos colabora en el adiestramiento de sus fuerzas armadas para que Nigeria pueda aportar intervenciones militares de paz en el área con un mayor grado de profesionalización de sus efectivos, tal como ocurrió en la pasada década cuando sus fuerzas intervinieron en Liberia y Sierra Leona al frente del contingente de la Comunidad Económica de África Occidental (ECOWAS por sus siglas en inglés).

Sudán. Es un exportador reciente del crudo que extrae 186 000 barriles diarios, y con la terminación del oleoducto Chad-Camerún aspira dar salida a 250 000 barriles de petróleo diarios hacia el Atlántico.

El conflicto del Darfur sudanés también se enmarca en la geopolítica del petróleo y por eso fue incorporado con prontitud a la agenda exterior de la administración de George W. Bush. Estados Unidos ha presionado a las Naciones Unidas para lograr sanciones contra Sudán por la supuesta violación de derechos humanos. Con una política al estilo del "compromiso constructivo", Estados Unidos ha privilegiado la conciliación nacional entre el norte y el sur sudanés. El gobierno estadounidense se ha enfrentado a los intereses de las empresas petroleras rusas y chinas deseosas en extraer el petróleo sudanés y ganar ese mercado inexplorado para ellas. Ese escenario de rivalidad entre potencias por el petróleo sudanés quedó reflejado en las posiciones tomadas en el Consejo de Seguridad de la ONU sobre las sanciones que se debían tomar para resolver el conflicto del Darfur.

Chad: Grandes intereses financieros giran en torno al flamante oleoducto Chad-Camerún. Las ganancias inmediatas que produjo el oleoducto se calculan en 4.700 millones de dólares, y sus beneficiarios fueron las empresas Chevron, Exxon, Petronas y las instituciones prestatarias Banco Mundial y el Banco Europeo de Inversiones, mientras que Chad recibió 62 millones y Camerún 18,6 millones.

Guinea Ecuatorial. Su plataforma marítima es muy cotizada en los contratos de las actuales licencias de búsqueda de petróleo. Se considera que ese país podría convertirse, antes de 2020, en el tercer productor africano de petróleo, con una producción de alrededor de 740 000 barriles diarios y una reserva calculada en 2 mil millones de barriles de petróleo. Teniendo en cuanta esas perspectivas, Estados Unidos separó al gobierno del presidente Teodoro Obiang Nguema de la lista de los países africanos sancionados por mantener "regímenes totalitarios". En los últimos años, los vínculos financieros y bancarios con los Estados Unidos han cobrado fuerza por la convergencia de los intereses petroleros de ambos países. En este promisorio "Kuwait africano", el 75% de las concesiones petroleras fueron otorgadas a operadores estadounidenses cercanos a los círculos de poder de la administración de George W. Bush[xiv].

Gabón. El descubrimiento en 2004 de nuevos yacimientos por parte de la empresa Shell ha motivado un desarrollo acelerado de los vínculos políticos-militares entre Libreville y Washington y que compañías estadounidenses inviertan en la exploración petrolera en este país. Colin Powell hizo en 2002 una visita histórica a este país –la primera de un secretario de estado norteamericano-, y el presidente George W. Bush, con la colaboración del presidente gabonés Omar Bongo, recibió el 13 de septiembre de 2002 a diez jefes de estado del África Central.

Si tenemos en cuenta las producciones conjuntas de la República del Congo y de Gabón, el Golfo de Guinea, con una reserva estimada en 24 mil millones de barriles de petróleo, es probable que emerja en los próximos años como el primer polo mundial de producción petrolera.

Angola. La mayoría de los recursos de hidrocarburos de la plataforma marítima angoleña están inexplorados debido a la carencia de tecnologías propias y a la guerra civil que devastó al país desde su independencia en 1975. Tras el final de la guerra y la muerte del jefe rebelde Jonas Savimbi en 2002, los gobiernos occidentales mediaron para alcanzar una paz que permita invertir y lograr una producción de 3,38 millones de barriles a fines de esta década. En la medida en que Estados Unidos trate de reducir su dependencia del petróleo del Medio Oriente, el interés en las inmensas reservas costeras de Angola podrían elevarse considerablemente[xv].

Sao Tomé y Príncipe. Junto con Nigeria, tiene previsto explotar los recursos petroleros de una porción del Golfo de Guinea. La zona marítima al este de las islas de Sao Tomé y Príncipe resulta muy atrayente para las compañías estadounidenses, tanto como la costa de Namibia en el extremo sur. El Comando Militar de Estados Unidos en Europa, vigila, desde el 2002, la seguridad de las operaciones petroleras en el Golfo de Guinea. Y mientras el despliegue de efectivos militares norteamericanos en África Central no parece probable en el corto plazo, los estrategas del Pentágono están interesados en concluir la construcción en éste país de una base militar regional estadounidense con las características de la existente en Corea del Sur, con la expectativa de que sean necesarias operaciones militares norteamericanas en el futuro.

Otros países que también han recibido en los últimos años la afluencia de las empresas transnacionales del petróleo son: República Democrática del Congo, Sudáfrica, Costa de Marfil y la República del Congo. En el plano de las relaciones militares con algunos de los países señalados, la asistencia norteamericana a Angola y Nigeria totalizó alrededor de 300 millones de dólares durante los años fiscales 2002-2004, lo que representa un incremento significativo respecto al trienio anterior. Según el presupuesto estadounidense del año fiscal 2004, Angola y Nigeria son elegibles para recibir los excedentes de armamentos estadounidenses del Programa de Artículos Excedentes de Defensa del Pentágono. También recibirían armas estadounidenses en el marco de este programa: Camerún, Chad, Gabón, Congo-Brazzaville[xvi].

La política exterior de los Estados Unidos, en razón de su posición de única superpotencia mundial garante de un "orden mundial" injusto, basa sus relaciones con los países petroleros mencionados en fuertes exigencias para que reorienten sus exportaciones de petróleo hacia el territorio norteamericano y, con aumentos considerables en sus producciones, propicien el descenso del alto precio internacional del crudo. También la estrategia estadounidense hacia el África Subsahariana ha combinado la geopolítica del petróleo y la creación de incentivos para encontrar algunas "soluciones" al problema de la deuda externa. La diplomacia norteamericana ha intercedido para que los miembros europeos del Club de París –acreedores de la deuda externa de los países periféricos- condonen parcialmente o renegocien la deuda de los países africanos, siempre desde una posición condicionada y mediatizada por los intereses políticos y económicos de las potencias en la región.

Particular atención tiene en la retórica norteamericana la "lucha" contra el SIDA, porque el flagelo se ha convertido en un asunto de seguridad nacional para algunos gobiernos del África Subsahariana, siendo muy graves los casos de Botswana, Zimbabwe, Zambia y Uganda con más del 35 por ciento de la población portadora del virus[xvii]. El discurso de la política exterior norteamericana no ha podido ignorar que África será incapaz de conseguir el desarrollo socioeconómico sin una iniciativa de largo alcance para controlar y erradicar el SIDA. Para enfrentar esta devastadora enfermedad, el gobierno de W. Bush se comprometió a invertir 15 000 millones de dólares en los próximos cinco años en todo el continente y en los casos de Botswana y Uganda invierte en proyectos sanitarios concretos para detener la expansión de ese padecimiento[xviii].

La problemática del SIDA, las sequías, el cese de los conflictos armados y la vigilancia de los procesos democráticos también compromete a la diplomacia norteamericana con el desbloqueo de los préstamos del FMI y el inicio de nuevos programas de financiamiento condicionados a la transparencia en el sector petrolero y el cumplimiento de los programas de ajuste estructural en las economías subsaharianas.

Asimismo, la política de seguridad norteamericana ha expuesto sus crecientes pretensiones africanas. Después de los sucesos terroristas del 11 de septiembre del 2001, Estados Unidos dio en el concierto africano una imagen de "víctima" o de país agredido que le valió para dejar atrás los primeros años de la unipolaridad del sistema internacional, caracterizados por una serie de acontecimientos fatales: el descalabro de sus marines en Somalia en octubre de 1993, cuando en la denominada "Batalla de Mogadiscio" murieron 18 efectivos de las fuerzas especiales norteamericanas y otros 78 resultaron heridos, o su inacción frente al genocidio rwandés, debido en lo fundamental a la indefinición de la política exterior con respecto a África en la posguerra fría.

En el nuevo escenario global de la "lucha contra el terrorismo", cualquier situación de conflicto, inestabilidad y golpes de Estado que destruya las instituciones civiles y gubernamentales africanas creando un entorno caótico y desordenado se percibió como un motivo de preocupación y amenaza para la "seguridad nacional" de los Estados Unidos. Para los líderes norteamericanos, los procesos de desestabilización en el África Subsahariana podrían favorecer el asentamiento y la dinámica de organizaciones terroristas proclives a operar, en medio del caos, contra las instituciones e intereses estadounidenses en la región.

La estrategia de seguridad norteamericana ha apoyado con recursos, logística y entrenamiento los esfuerzos emprendidos por países de la zona en las operaciones de mantenimiento de la paz, en lugar de propiciar la participación directa de sus efectivos militares en las crisis africanas. Estados Unidos se propone otorgar 650 millones de USD, en el año fiscal 2005 para la Iniciativa de Apoyo a las Operaciones de la Paz, y así contribuir a las capacidades de otros países en las operaciones de mantenimiento de la paz.

Con la tendencia a proseguir la Iniciativa de Respuesta a las Crisis Africanas presentada por el presidente Clinton en 1998 durante su visita a seis países de Africa Subsahariana, la administración de W. Bush se propuso conseguir una serie de alianzas con los gobiernos africanos para poder utilizar las instalaciones militares de estos países en la realización de maniobras preventivas que se encuadran en las misiones militares de la "lucha" internacional contra posibles grupos terroristas. Con ese fin, las relaciones militares con Sudáfrica, Gabón, Nigeria, Etiopía, Uganda y Kenya figuran en las prioridades de la "estrategia preventiva antiterrorista" estadounidense, cuyo componente psicológico incluye inculcar miedo o temor en los gobiernos africanos para que acepten las donaciones de recursos militares y las propuestas de cursos de entrenamientos que, sustentados en las concepciones de la guerra antiterrorista, están conducidos a influir en el pensamiento y la acción de los círculos militares africanos.

La lógica antiterrorista de W. Bush obliga al gobierno de los Estados Unidos a ofrecer cierto apoyo a los procesos de paz en Angola, RDC[xix], Congo y Sudán, lo cual permitiría introducir en esos países ciertas condiciones de estabilidad y paz. En ese sentido, las acciones de Estados Unidos en África Central deben ser vistas nuevamente como un gesto pacificador y de participante activo en las negociaciones que conduzcan a la resolución de los conflictos. Para Estados Unidos es una prioridad contribuir a la estabilidad en la región de los Grandes Lagos. Junto a la Unión Europea, RDC, Rwanda y Uganda, inició un proceso tripartito en el año 2004 con una serie de reuniones para encontrar soluciones a los conflictos y continuar desplegando con la Unión Europea un "liderazgo compartido" en esta área. A la administración norteamericana también le preocupa la evolución de la situación política interna y el potencial peligro que representan las contradicciones étnico-religiosas –sin soslayar la expansión del Islam- en Burundi, Costa de Marfil, Kenya, Nigeria, Liberia y Zimbabwe, países que ahora son observados en el límite de una latente inestabilidad.

Por otra parte, el recorrido del presidente George W. Bush del 8 al 11 de julio del 2003 por Senegal, Botswana, Nigeria, Uganda y Sudáfrica simbolizó el colofón de los acelerados planes geoestratégicos trazados por Estados Unidos hacia la región. Sin embargo, resultó significativo que la respuesta africana a la presencia de Bush fuese más pobre de lo que esperaba la misma administración norteamericana, con la excepción de Senegal, que confirmó la creciente influencia estadounidense sobre su presidente Addoulaye Wade y, en especial, su acentuado rol de pieza clave en el entramado de maniobras y rejuegos políticos de la estrategia del imperio en África.

Más allá del pragmático objetivo de ganar el amplio respaldo de los sectores afro-norteamericanos en el crucial momento electoral de los republicanos y de la necesidad de superar el descontento africano con la ocupación de Iraq, la mencionada gira de Bush demostró que la proyección hegemónica mundial de Estados Unidos comprende el muchas veces llamado continente "olvidado" y, por lo tanto, es una conducta que entra en pugna con los espacios geopolíticos africanos controlados por otras potencias en el sistema internacional que, como Francia, rivalizan por conservar sus tradicionales e influyentes posiciones en la toma de decisiones políticas de los dependientes estados africanos.

En resumen, la política imperial hacia África Subsahariana en el segundo período de Bush podría carecer de nuevas elaboraciones o iniciativas originales, pero mantendría su énfasis en los tres componentes básicos de la estrategia de política exterior africana de las administraciones precedentes: el desarrollo del comercio, de las inversiones privadas y la expansión de la ayuda financiera para la explotación de los vastos recursos energéticos disponibles en la zona.

Sin embargo, el progreso de las iniciativas estadounidenses para el África Subsahariana se vería afectado por las limitaciones en recursos financieros que impone el abultado déficit fiscal y comercial norteamericano proveniente, en buena medida, de la sobredimensionada dinámica militarista en Irak y las amenazas de un prolongado periodo de "guerras preventivas", que apunta como primeros blancos a Irán, Siria u otros estados situados en el peligroso y convulso Arco de Crisis meso-oriental. Si bien durante la "Guerra Fría" para Estados Unidos los recursos naturales constituyeron una preocupación subordinada a las dimensiones políticas e ideológicas de la rivalidad bipolar, es ahora, cuando el equilibrio de poder mundial es inexistente, que el acceso seguro a los vitales recursos naturales tiene una posición central en las proyecciones de la política exterior y de seguridad norteamericana.

En el sistema internacional del siglo XXI, el accionar hegemónico de Estados Unidos propiciará el acomodo de los intereses vitales de la superpotencia en el potencial mapa de los recursos naturales del África Subsahariana. La política exterior estadounidense en torno al petróleo y al gas africano podría estar signada por una nueva doctrina de intervencionismo ilustrado –democracia y "buen gobierno"- que involucrará más profundamente a la superpotencia en los asuntos políticos y económicos de los gobiernos africanos claves en la producción de petróleo. En algunos casos implicará el envío de armas y asistencia militar a regímenes amigos. Y en otros en los que se perciba una amenaza directa al flujo de petróleo cabría esperar el uso de la fuerza y la intervención militar como una última opción, porque en términos reales genocidio y guerra por petróleo ha sido rasgos dominantes de la política exterior de la administración de W. Bush.

La recomposición y estrechamiento de las relaciones políticas y económicas estadounidenses con los estados africanos ofrece la perspectiva de una relativa declinación de la histórica influencia y control de los aliados europeos -antiguas potencias coloniales- sobre África, lo cual perfila a Estados Unidos como el actor internacional con mayores posibilidades de influir en los destinos de la región en una centuria que podría caracterizarse por una intensa dinámica de competencia, conflicto y cooperación en las relaciones internacionales por el dominio de los indispensables recursos energéticos y el acceso a los mercados emergentes globales.

Leyde E. Rodríguez Hernández es Profesor de Teoría Política Internacional.

Notas:

[i] Colin Powell, Secretario de Estado del primer período presidencial de George W. Bush, por su pertenencia al sector afro-norteamericano con influencia política en el gobierno, contribuyó a activar los contactos de Estados Unidos con los Jefes de Estado en África Subsahariana. Véase comentario citado de Powell en: " Declaración ante la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado", 17 de enero de 2001. Agenda de la Política Exterior de los Estados Unidos, Marzo, 2001.

[ii] Entendido como «poder suave o carismático», las nuevas tecnologías de la información, el «comercio libre» y la imposición de patrones culturales occidentales impiden cualquier factor de cambio real en el orden político y socioeconómico al interior de los países y en las relaciones internacionales contemporáneas. Véase de Octavio Ianni, «El príncipe electrónico». Revista de Ciencias Sociales, Buenos Aires, 2001, p.25.

[iii] Es el programa que la Organización de la Unión Africana (UA) adoptó en julio de 2001 a fin de alcanzar sus objetivos de desarrollo socio-económico, a partir de las iniciativas presentadas por Sudáfrica y Senegal.

[iv] También entendido en español como "gobernabilidad", el término es usado por el FMI y el Banco Mundial proveniente de la expresión inglesa "good governance". El concepto "buen gobierno" es un eufemismo que intenta esconder la aplicación de "nuevos métodos" de dominación de los países subdesarrollados por las potencias capitalistas.

[v] La decisión fue tomada en la Cumbre de la Unión Africana celebrada en Maputo, Mozambique, en julio de 2003.

[vi] De acuerdo con Mima Nedelcovych, Vicepresidenta del Consejo Corporativo de Africa y ex directora ejecutiva estadounidense del Banco de Desarrollo Africano. Véase su artículo en «Nuevas Oportunidades para la Inversión Extranjera». Agenda de la Política Exterior de los Estados Unidos de América, Vol. 2, Nro. 2, abril de 1997.

[vii] Ibídem.

[viii] La deuda africana se calcula en unos 335 000 millones de dólares. Véase sobre el tema de Thomas Callaghy: «Globalization and marginalization: Debt and the international Underclass». Current History, vol. 96, No. 613, Nov 1997, p. 394.

[ix] U.S.Agency for International Development. Creada en 1961 por el Presidente John F. Kennedy, tiene entre sus objetivos la promoción de las reformas "democráticas" en los países de la periferia capitalista.

[x] Creada en 1983, la NED (National Endowment for Democracy) es una organización «privada» al servicio de la promoción de los intereses «neoconservadores» del gobierno de Estados Unidos en el mundo.

[xi] Según el informe Cheney, se espera que Africa Occidental sea una de las fuentes de petróleo y gas para el mercado estadounidense, pero los estrategas norteamericanos temen que el conflicto político y las guerras étnicas frustren los esfuerzos por obtener más petróleo africano, Véase esa proyección en el trabajo de Michael T. Klare, «Sangre por petróleo: La estrategia energética de Bush y Cheney» en: El Nuevo Desafio Imperial, Ibídem, Pp. 208-230.

[xii] Actualmente Estados Unidos importa de Africa Subsahariana el 16% del petróleo que consume. Sólo en el 2001, Estados Unidos importó 68,1 millones de toneladas de petróleo y gas de esa región. Sobre la situación energética de Estados Unidos, véase Conferencia de Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo. «Los servicios energéticos en el comercio internacional: consecuencias para el desarrollo», 18 de junio de 2001: htt://www.unctad.org

[xiii] Ibídem.

[xiv] Véase, de Ken Silverstein, «Oil Politics in the Kuwait of Africa», The Nation, New York, April 22, 2002.

[xv] Véase, de Tony Hodges, Angola: Anatomy of an Oil State, Segunda Edición. Bloomington: Indiana University Press, 2004.

[xvi] Para ampliar sobre la estrategia global de Estados Unidos, véase El Nuevo Desafio Imperial, Socialist Register, New York, 2004.

[xvii] Sobre las enfermedades que amenazan nuestra civilización, véase de Michael B. A. Oldstone, «Virus, pestes e historia». Fondo de Cultura Económica, México, 2002.

[xviii] Iniciativa financiera esbozada por Bush durante su visita oficial a Àfrica, en julio de 2003, que incluyó los siguientes países: Senegal, Botswana, Nigeria, Uganda y Sudáfrica. Sobre la proyección republicana hacia el problema del SIDA en Africa.

[xix] En el caso de la RDC, Walter Kansteiner, Subsecretario de Estado norteamericano para Africa, reconoció que Estados Unidos mantuvo contactos con la Misión de la ONU en Kinshasa (MONUC) y otros dirigentes, tanto de la rebelión como del gobierno congolés, para finalizar la guerra. Véase declaraciones de Walter Kansteiner en: «Àfrica no se desarrollará si las guerras continúan», periódico L'Avenir, Kinshasa, 28, noviembre, 2002, p. 4.

Fuente: http://www.webislam.com/?idt=4483. Fecha Original: 06/04/2006

sábado, 9 de julio de 2011

Cubanos Indignos

Salve, Cónsul...!


Alejandro Kirk*

La irresistible pasión del presidente Sebastián Piñera y sus asesores por los lugares comunes lo ha llevado a la curiosa decisión de escoger una frase de Saddam Hussein, "la madre de todas las batallas", para definir el lamentable estado de cosas en que se encuentra. Curioso, porque el desenlace de la batalla de Saddam Hussein, indudablemente no es el que Piñera ni el país desean: la horca.

Curioso también el nombre que le asignó a su idea de cómo se debe garantizar el negocio de la educación en Chile: Gran Acuerdo Nacional. El último que acuñó aquel pomposo slogan fue el general Alejandro Agustín Lanusse, un dictador argentino que intentó con eso, en 1971, unificar a propios y adversarios contra la avalancha peronista que se le venía encima.

Igual que el anuncio de Piñera, el GAN argentino de acuerdo solo tenía el título, porque jamás fue acordado con nadie, y el resultado seguramente tampoco es el que nuestro disminuido mandatario quisiera repetir: Lanusse fue forzado a garantizar elecciones libres en menos de un año, que ganó por avalancha Héctor Cámpora —delegado del proscrito Juan Domingo Perón—, sobre la base de un programa de izquierda que su jefe traicionó más tarde.

Pero lo más resaltante es la perfidia de corte imperial romana que exhibió al día siguiente, al anunciarle en público al amuñecado Joaquín Lavín que su carrera política termina en este ministerio, igual que Antonio Varas. Como es obvio que Lavín, descompuesto como se le ve y derrotado como está, eso ya lo sabía, la alusión a Varas no puede ser otra cosa que el sadismo de que todo Chile sepa que Lavín come de su mano y acepta agradecido las bofetadas. 

Uno solo puede imaginar la inmensa amargura que experimenta Lavín, que alcanzó a rasguñar la Presidencia en su madre de todas las batallas contra Ricardo Lagos. Como un Brutus cualquiera, se ve obligado a humillarse en público ante el César vencedor, y reverenciar sus insultos. Quién sabe si, como Brutus, el rencor del ministro será suficiente como para conspirar contra su debilitado amo, una vez que salga del cargo con un zapato de estudiante marcado en el trasero, y ofrecerse para darle la puñalada (política) final: ¿"También tú, Joaquín"?, diría entonces la víctima, fiel a su afición por los lugares comunes.

Como Piñera —atenazado por sus paquetes accionarios, especulaciones y movidas financieras—, es incapaz de convertirse siquiera al keynesianismo, no podría caer con la dignidad de Julio César, quien más que la riqueza atesoraba el poder, ni mucho menos imitará a Adriano, quien más que el poder quería salvar a Roma de su decadencia.

Difícilmente será Piñera capaz de ver la tremenda oportunidad que tiene ante sus ojos de huir hacia adelante de la trampa mortal en que se encuentra: convocar a un plebiscito sobre la convocatoria a una Asamblea Constituyente.

Será incapaz de aquello porque aun cuando pasaría a la historia como el iniciador de la verdadera transición democrática, con ello perdería no solo el poder, sino la fuente institucional turbia que les permite a él y a los de su tipo enriquecerse sin límites ni misericordia, y sin fabricar jamás siquiera un lápiz. Y es sabido que la codicia ilimitada conduce a la perdición; pregúntenle a Marco Antonio.


*Periodista. Ha sido director para América Latina, jefe de Redacción y miembro de la Dirección central de IPS. Columna publicada en la revista de opinión "LA IZQUIERDA" de Santiago.

viernes, 8 de julio de 2011

El derecho a la información


Por ANNERIS IVETTE LEYVA

Brindar información sistemática, veraz, diversa, que permita abordar la realidad desde todas las complejas aristas que pueda ofrecer, no constituye un favor, sino un derecho del pueblo.

Quizás en este minuto, lectores frecuentes y fuentes habituales de los medios de comunicación, puedan estar asintiendo y concordando en que sí, la información no es propiedad privada. Pero resulta que en el diario recabar periodístico en aras de obtenerla, se presentan innumerables e ilógicos escollos, en esferas muy distantes a los asuntos de secreto estatal, que obviamente precisan de un tratamiento diferenciado.

Cuestiones económicas de comprensible interés público, y que mucho ayudarían si fueran de conocimiento mayoritario —al argumentar, por ejemplo, la necesidad de ahorro, o de obtener en nuestro país lo que tan caro cuesta salir a comprar—, son todo el tiempo saeteadas por la incomprensión de muchos funcionarios administrativos, quienes parecen vivir ajenos al derecho de los ciudadanos y a la irritación que en la población causa el no explicar a tiempo los porqués de un fenómeno o medida.

"Es preciso poner sobre la mesa toda la información y los argumentos que fundamentan cada decisión y de paso, suprimir el exceso de secretismo a que nos habituamos durante más de 50 años de cerco enemigo", expuso Raúl en su discurso de clausura del periodo de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, de diciembre del 2010.

Más allá de las inconformidades que provoca, la obstrucción de los canales de acceso a la información viola los principios democráticos propugnados por nuestra legalidad, establecidos en la Constitución de la República, y la voluntad política de nuestro Partido, que en sus documentos rectores viene subrayando la importancia de este tema, cuando desde su Primer Congreso en 1975, definió que "en el socialismo, forma superior de democracia, la información constituye un derecho del pueblo trabajador".

Por ello resulta increíble, y hasta enervante que, para entrevistar en su escuela a un pionero se reclame como algo imprescindible la autorización de un viceministro. O peor, que en un acto de inicio de curso, donde muchas familias van con sus propias cámaras fotográficas, el órgano oficial del Partido no pueda hacer fotos porque en algunas escuelas aducen la necesidad de un permiso ministerial.

¿Qué secreto estatal puede entrañar un reportaje sobre el cumplimiento de los planes de recape de neumáticos —de tan importante conocimiento público para demandar ahorro a las entidades y a los ciudadanos—, que su realización debe tardar días en el trajín burocrático de una aprobación, porque el director dice que debe ser autorizado y después la divulgadora señala que hace falta el asentimiento del máximo responsable de esta esfera?

¿Por qué un grupo empresarial se arroga el derecho de decidir si es interés de la entidad facilitarle a la prensa datos sobre un programa de remotorización de vehículos? Más terrible es que, tras "acceder", acotan la necesidad de consultarle sobre la realización de este trabajo al departamento de divulgación de su organismo superior, de donde la cuestión sigue saltando hacia arriba , o hacia atrás.

Mientras tanto, ¿a qué se dedican nuestros medios? A "la difusión, en no pocas ocasiones, de materiales aburridos, improvisados y superficiales", como dijo Raúl en su Informe Central al Sexto Congreso del Partido donde, sin desconocer la responsabilidad profesional que a cada periodista entraña, acotó que "a pesar de los acuerdos adoptados por el Partido sobre la política informativa, en la mayoría de las veces ellos [los periodistas] no cuentan con el acceso oportuno a la información ni el contacto frecuente con los cuadros y especialistas responsabilizados en la temática en cuestión."

Así, muchas solicitudes de trabajos periodísticos van a parar a la cargada mesa de directivos, porque no pocas veces fungen como todo lo contrario los supuestos viabilizadores o facilitadores comunicacionales de entidades estatales, incluyendo a los Organismos de la Administración Central y estructuras de Gobierno locales, y da la impresión de que están allí para entorpecer el flujo de la información y hasta de la comunicación.

"Los cuadros administrativos y políticos deben estar preparados y es útil, cuando la prensa les solicita información, que la brinden de manera responsable" estipula el Buró Político del Partido en una Resolución de febrero del 2007 "para incrementar la eficacia informativa de los medios de comunicación masiva".

Tristemente, muchos militantes son los primeros en incumplir la esencia de tal Resolución. En tanto estas letras no ganen vida en el actuar diario, y no se respete en su justa dimensión el papel de la prensa —que en la misma medida debe incrementar su responsabilidad profesional—, el acceso a la información para el pueblo seguirá transitando por un agonizante vía crucis. 

Tomado de Granma

jueves, 7 de julio de 2011

Lo lógico y lo justo, Alan Gross y los Cinco Cubanos


Seguidores del pensamiento de José Martí
Por Lorenzo Gonzalo*/Foto Virgilio PONCE - Cubainformación/Hermes/Martianos

Miami, 5 de Julio del 2011

Alan Gross, un estadounidense detenido y condenado en Cuba hace pocos meses, trabajaba para Development Alternatives Internacional (DAI). El nombre de la agencia es un poco confuso. Pudiera decirse que es una agencia de desarrollo internacional de alternativas. También podría tratarse de alternativas internacionales para el desarrollo o bien un organismo para el desarrollo alternativo internacional. Todo un trabalenguas. Pero no caben dudas que se trata de una agencia que se propone divulgar y llevar alternativas al desarrollo de otros países, con un estilo y una estructura determinada.
 
Foto Virgilio PONCE
Como hemos dicho en otras ocasiones, esta agencia es un brazo de trabajo USAID, que en español pudiéramos traducirlo como Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional.

¿A qué tipo de desarrollo se dedica esta agencia? Nada más y nada menos que al desarrollo de la democracia. Dentro de ese marco, un organismo que pertenece a un Estado, en este caso es el más poderoso y agresivo del mundo, ese nombre solamente puede representar una entelequia (objetivo que no es muy común a su promotor) o dedicarse a fines pragmáticos muy concretos y estudiados. Sin temor a equivocarnos, diremos que se trata de esto último. Dicha empresa, organismo o institución estratégica, tiene un objetivo expansionista, lo cual no es ajeno a ese inmenso país, cuyo “destino manifiesto”, “propósitos comunes”, “metas compartidas” y “tierra prometida”, han sido  aliciente y motor de su desarrollo y engrandecimiento territorial, desde sus meros comienzos.

La primera pregunta que debemos hacernos sobre la condena de Alan Ross es si fue justa y si existe una lógica respecto a las actividades que realizaba en Cuba.

La respuesta sin pensarlo es que la condena es justa y sus actividades carecían de toda lógica.

Su trabajo, como representante de un organismo cuyo objetivo es llevar un determinado sistema político a todos los países como supuesta condición para el desarrollo de estos, lo convierte en funcionario de un Estado que, en este caso, es Estados Unidos de América.

Dicho país ha sido un agresor permanente de Cuba desde que se iniciara el proceso revolucionario el 1ro de Enero de 1959 y tiene aprobada leyes que especifican que para el establecimiento de relaciones, primero deben irse los gobernantes y dirigentes cubanos actuales y los relevos tienen obligación de establecer un sistema político como el existente en Estados Unidos. La Ley lleva el nombre de sus gestores: Helms Burton.

No existe ninguna lógica, dentro de las normas internacionales, que justifique la agresión y la conspiración, con el propósito de alterar el orden político de un tercer país. El trabajo de Gross en Cuba no se corresponde con el marco de las normas internacionales.

A partir de aquí no tenemos nada más que analizar. No caben dudas, que una persona actuando en un tercer país, en representación de intereses políticos del suyo, es una agente del mismo. Su labor pudiera ser encomiable, pero en cualquier país constituye una trasgresión de sus leyes, especialmente en Cuba que ha sido víctima del que representa Alan Gross.

Al propio tiempo en Estados Unidos están presos estos Cinco Cubanos que a menudo los mencionamos y cuya causa ha creado conmoción en el corazón de las personas sensibles y en la inteligencia de los defensores del derecho y la justicia.

La pregunta que hacemos, es la misma planteada respecto a Alan Gross: Es justa la condena de estos cinco y es lógica la actividad que desempeñaban en Estados Unidos.

De igual manera y sin pensarlo, decimos que ninguna de las Cinco condenas es justa y que sus actividades eran consecuencia de una lógica avalada por la historia de cincuenta años de malsanas relaciones entre ambos países. Las Cinco condenas han sido injustas.

Contrario de Alan Gross, los cinco cubanos estaban en Miami realizando acopio de información relacionadas con grupos y personas de origen cubano, que planeaban y de hecho muchos de ellos cometieron, actos terroristas contra la sociedad y el Estado cubano. Sus actividades eran la lógica respuesta de otro Estado como defensa frente al capricho de Estados Unidos por imponer su sistema político, sus prácticas económicas, sus limitaciones a la justicia laboral, su oposición a la salud universal de sus ciudadanos, su educación basada en la capacidad de pagos de sus estudiantes y en fin estilos de vida que deben ser escogencia de cada país y no el resultado de una imposición unilateral venida del exterior. China, Japón, algunos de los países poderosos de Europa y muchos otros, no imponen condiciones políticas para sus inversiones económicas en otras naciones y para el sostenimiento de relaciones diplomáticas normales. Para Estados Unidos esto se convierte en una condición previa, excepto que el otro país sea muy poderoso, tenga armamentos, le suministre petróleo, afecte esencialmente a sus grandes corporaciones o le represente, de algún otro modo, un reto extraordinario.

La condena en Cuba de Alan Gross es justa y sus actividades en la Isla no eran lógicas. Las condenas de los Cinco Cubanos en cárceles estadounidenses son injustas y sus actividades en Miami respondían a una indiscutible lógica.

*Lorenzo Gonzalo, periodista cubano residente en los EEUU y subdirector de Radio Miami 

Foto Virgilio PONCE

Fuente original: enviado por el autor a MARTIANOS-HERMES


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ver:

sábado, 2 de julio de 2011

Carta abierta al Comandante y Presidente Hugo Chávez

Desde el Sur de Francia, en Pau, y en nombre de un Festival latinoamericano que lleva ya 20 años de compromiso solidario con los pueblos de América latina, le decimos:
"si alguien debe vivir, es usted".

Nada de culto a la personalidad, o de huellas de viejas culturas militantes.

Es más bien lo que sienten miles de militantes antimperialistas en el mundo, después de leer su "mensaje al pueblo venezolano" .

Profesor Jean Ortiz
Si la Revolución cubana no hubiese resistido hasta hoy, América Latina distaría mucho de ser un continente en marcha hacia la soberanía, la justicia social, la integración y la unidad...
   
Si usted no se hubiera alzado, tras las bochornosas dictaduras militares y del FMI, después de los años terribles del "consenso de Washington", casi seguro que no se habría abierto tan rápido una nueva etapa en la lucha de emancipación de los pueblos latinoamericanos.
           
Usted, a pesar suyo, es más que su persona: es bandera.

Ha tenido el valor y la lucidez de elegirse un destino de identificación con su pueblo, de enseñar lo que es usted a "los de abajo", de corazón solidario, a los que más le apoyan. Usted es el arquitecto aun imprescindible de una creación colectiva; ha armado con nuevos derechos, con libros, con voz, a los que siempre han sido parias. Usted lo hace inventando un socialismo democrático, participativo. A veces, se equivoca, pero ¿quién no? El balance global habla por sí solo.

En un mundo en que solo logran existir los muy ricos, usted se ha colocado del lado de los que siempre "perdían". No olvidaremos nunca lo que nos dijeron, en los barrios de Caracas, los pobres: "Ahora existimos; somos por fin visibles". Sí, visibles. ¡Qué bella palabra! Usted ha arriesgado su vida por ellos, y ¡qué lindo homenaje le devuelven!

Decía nuestro gran Pablo Neruda, que "quien no cambia la vida cuando está insatisfecho [...] muere lentamente".

En Francia como en Venezuela, le odian los intelectuales de pandereta, los medios ramplones, la burguesía entreguista, los politiqueros de zarzuela, y muchos liberales poco liberales, cuyo pensamiento va supeditado exclusivamente al dinero.

Mi viejo guerrillero de padre, combatiente republicano español, me decía siempre: "Ten cuidado cuando el enemigo te adula; cuando te odia, es que vas por el buen camino". Gustar a los poderosos, no es ningún mérito, es servidumbre voluntaria.

Usted intenta, como lo pregonaba el gran pensador socialista francés, Jean Jaurés "que la República corra pareja con la justicia social". La democracia con miseria, es la miseria de la democracia.

Así que somos muchos los que deseamos "para la causa" (como decía mi viejo "rojo" de padre), que se recupere, que mejore su salud, y siga con todos nosotros en primera línea de fuego, "nuestro paradero".

"No hay posadas de felicidad, ni de descanso;
se va por un camino heroico
hasta la dignidad"
(León Felipe)

Un fuerte abrazo solidario de
Jean Ortiz, profesor en la Universidad de Pau (Francia)
Presidente fundador del Festival latinoamericano CULTURAMERICA.

viernes, 1 de julio de 2011

Los indignos cubanos, los indignados europeos y los cuentos de Yoanis.

MARTIANOS
Seguidores del pensamiento de José Martí

Por Justo Cruz* /Foto Virgilio PONCE - Cubainformación/Hermes/Martianos

Foto Virgilio PONCE

Hace unos días el Miami Herald nos “contaba” como “una gran noticia” que, según  Wikileaks, la Oficina de Intereses de los EE UU (SINA) en La Habana había llegado a la conclusión de que el opositor Luis  Posada Carriles era  el terrorista más conocido en Cuba.

Según una encuesta realizada por la propia oficina, entre 236 ciudadanos cubanos entrevistados (de esos que sueñan con el “bombo”) solo el 2 % había escuchado hablar de Yoanis, “nuestra”  opositora “número uno”, según sus pagadores, y una de las 100 personas “más influyentes del mundo”, según el Time.

No es que yo sea un Fan de Wikileaks (dicen por ahí que es el mejor invento que ha hecho la CIA en los últimos años), pero no se puede negar que estas “revelaciones”  demuestran una vez más lo lejos que están estos señores del Norte de la realidad cubana.

Ellos no acaban de entender que los llamados “opositores  cubanos” no son más que una partida de indignos y vividores que se quieren hacer pasar por  “indignados” como si Cuba fuera España, y La Habana, Barcelona.

Los  indignos cubanos y algunos dignos de Miami y otros lugares, tienen completamente desinformados a sus instructores de la Casa Blanca y de la CIA. Viven del cuento, inflando globos y plantillas, y el “país más poderoso del mundo”, en su afán de destruir a la Revolución cubana, hace como si no se enterara y como que tienen el poder sobre los medios, tampoco  permiten  que el mundo se entere.

Ya el verano  llegó  a Cuba, y con él los mangos y los aguacates, pero parece que  la “primavera árabe” no llega.  Mientras que los indignados europeos crecen cada día más y siguen protestando contra  la corrupción de sus políticos y contra la política neoliberal que los parlamentarios europeos quieren para Cuba, la Casa Blanca y sus  leguleyos de Miami se siguen  quedando con las ganas de que los indignos cubanos logren un alzamiento en La Habana.  

Naturalmente que Luis Posada Carriles es el terrorista internacional más conocido en Cuba. Quién no conoce a ese asesino en potencia en nuestro país. Este individuo es  incluso más conocido en Cuba que el mismísimo Osama Bin Laden. Lo curioso del caso que los dos son un engendro de los  mismos laboratorios de Langley aunque a uno aparentemente lo hayan hecho polvo, y al otro lo sigan protegiendo como una caja de caudales, la gran verdad es que los dos fueron criados en el mismo establo y tomaron leche de la misma vaca.

A la que no conoce ni el gato en Cuba es a la “famosa” Yoanis.

Según algunos “cubanólogos” el hecho de que a Yoanis no la conozcan ni en su casa en Cuba “es el resultado de la política de desinformación del gobierno cubano”. “El monopolio sobre los medios de difusión del Estado es tan grande que estos pobres luchadores no tienen posibilidades de darse  a conocer dentro de su  pueblo”.

De lo que estos “especialistas” no hablan es de la maquinaria propagandística que acompaña la carrera de disidente de esta señora, pero bueno eso sería mucho pedir.

Una de las  últimas “crónicas” de Yoanis sobre la “triste realidad” en Cuba habla por si sola. Yoanis cuenta al mundo de una visita que hizo al Combinado del Este, un centro penitenciario cubano. Ella  nos  hace un relato espeluznante, casi apocalíptico del lugar como si nosotros los cubanos no conociéramos la triste realidad de una cárcel, no solo en Cuba sino en cualquier lugar del mundo. Pero la “tarea” de Yoanis es siempre  muy clara, deformar y tergiversar la realidad cubana.

Es por eso que con una nota de histrionismo patético  nos cuenta de la  “mujer que llora porque el guardia no le deja pasar los mangos maduros que trae para su hijo”. Después nos habla de “la peste a sudor, a sudor y a encierro”, para después dejarnos caer solapadamente el verdadero motivo de su visita: contactar a dos italianos presos en Cuba por estar vinculados con el asesinato de una menor, unos de los casos más denigrantes y dolorosos que haya sufrido la ciudad de  Bayamo.

Los delincuentes italianos por supuesto son unos “santos inocentes”. Le cuentan a Yoanis de las “irregularidades policiales” y de su sufrimiento. Nuestra bloguera “number one” les promete indagar en el caso no sin antes advertirles que “no tiene acceso a los datos investigativos”.

Como por arte de birlibirloque Yoanis se nos convierte de “bloguera rebelde” en la abogada defensora de dos delincuentes italianos vinculados a la prostitución de menores y a un asesinato aberrante donde la víctima es una niña cubana que, al parecer, murió por asfixia porque sus verdugos malvados la enterraron en vida.

Esta es la verdadera naturaleza de una cronista cubana que la conocen más en Roma que en su propia casa, y que se preocupa más por la suerte de dos turistas buscadores de sexo barato en su país, que por la suerte que pueden correr nuestros menores si estos parásitos siguen poniendo los  pies en nuestra tierra.

Muchos se preguntan cómo es posible  que algunos piensen que esta señora pueda ejercer alguna influencia en su país con estas crónicas repletas de falsedades e idiotismos.

¿De dónde sale esa fabulosa idea del Time de convertir a esta señora en una persona influyente si en el país donde vive no la conoce ni el gato? ¿Puede una persona totalmente desconocida en un país determinado influir en la dinámica diaria de su sociedad?

Claro que no, porque Yoanis es un “producto“ para afuera,  individuos como ella no tienen cabida en la sociedad cubana.

En Cuba hay millones de cubanos “opositores”, ciudadanos comunes y corrientes que viven día a día oponiéndose a las corrientes negativas que constituyen un impedimento para el progreso de la sociedad. En cualquier esquina  te encuentras coterráneos discutiendo sobre los verdaderos problemas, haciéndole frente a las tendencias negativas, a la corrupción y al paternalismo. Verdaderos ciudadanos que luchan por una sociedad mejor dentro de una Revolución que es la única alternativa, si nuestro pueblo quiere mantener su integridad y su soberanía nacional.

Es por eso que los Yoanis, sus instructores y secuaces se van a “quedar en eso” si piensan que el pueblo cubano se le va a ocurrir hacer una de esas “revoluciones” que parecen estar de moda para que nuestro pueblo corra la misma suerte que está corriendo el sufrido pueblo libio.

No existe una justificación por grande que sea que justifique el hecho de que el pueblo cubano deba salir a la calle a “rebelarse”, porque sería destruirse a sí mismo y destruir la única Revolución justa y verdadera de su historia.

La primera conclusión que deben sacar los “especialistas de la realidad cubana” es que nuestros llamados disidentes son una partida de mentirosos y de vividores que tienen engañado a medio mundo. Ellos no trabajan para el bien y el progreso de su  pueblo, ni mucho menos motivados por ideales humanistas y revolucionarios. Estos jornaleros por contrata  trabajan para sus pagadores de afuera. Su tarea fundamental es dar una imagen distorsionada de su país, para que los enemigos de Cuba puedan seguir justificando bloqueos inhumanos y políticas agresivas contra nuestro pueblo. En cualquier país del mundo no fueran más que meros traidores sobre los cuales debería caer todo el peso de la ley, con todo el rigor que estos alevosos se merecen.

Esta es la verdadera naturaleza servil de estos vende patrias que constituyen un gran peligro para la seguridad y el bienestar de nuestro pueblo.

La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) acaba de expulsar de su Centro de atención a refugiados a siete cubanos de esos “opositores” que en Cuba luchaban por los “derechos humanos” pero que ahora en España están “luchando” por sobrevivir. Algunos hasta reconocen que en Cuba comían mejor que en España.

Se trata de una parte del grupo de los exprisioneros “políticos” que “gracias” a las gestiones de la Iglesia Católica fueron puestos en libertad.

“Nuestros coterráneos” fueron expulsados del Centro por sus conductas agresivas, pedantes y prepotentes.  Al parecer, estos “luchadores por la democracia en Cuba”, de vez en cuando se caían a trompadas y a galletazos, y violaban los reglamentos del Centro introduciendo armas blancas y bebidas alcohólicas.  Lo bueno de todo esto es que los ciudadanos españoles se están dando cuenta de la verdadera naturaleza de estos “luchadores por la democracia” y sus familiares, que un día decidieron dejar a su patria en busca de un “paraíso” que todavía andan buscando. Ellos pensaban que con tomar un avión y bajarse en el Aeropuerto de Madrid cantando peroratas, ya estaría resuelto el problema.

La realidad que están viviendo ahora es otra. Se han encontrado con un pueblo español lleno de indignados de verdad, un pueblo que grita “basta ya de injusticia”, en un país donde Reyes, políticos y magnates, han hecho de la vida diaria de ese  pueblo un sírvase Usted para sus acaudalados bolsillos.

Al parecer, estos pobres cubanos no conocen las verdaderas historias de los “disidentes” cubanos cuando llegan al extranjero. Son los “héroes” de los primeros días hasta que caen en el olvido y nadie se acuerda de ellos, porque este tipo de marionetas solo sirven para algo  mientras están en Cuba.

Reinaldo Arena contaba, en una ocasión, que una vez le hizo el comentario a un prominente anticubano del exilio sobre el hecho de que él (Reinaldo) no entendía por qué cuando él vivía en Cuba todo el mundo se interesaba por él y por sus libros, y ahora, desde que vive en Miami, ya nadie se interesa por su persona. El prominente anticubano le respondió tajante y sin miramientos: “chico, el error más grande que tú has cometido en tu vida fue haberte ido de Cuba, aquí ya nadie te necesita, en Miami están ya todas las cartas repartidas”.
Ahora estos ex prisioneros cubanos y sus familiares tendrán la oportunidad de vivir en carne propia los verdaderos valores de esa sociedad capitalista que ellos mismos predicaban mientras vivían en Cuba. Ahora tendrán la oportunidad de conocer quiénes son en verdad sus pagadores de afuera.

Para el próximo 6 de julio, la Fundación Friedrich Naumann de Alemania, en cooperación con la “Sociedad Internacional por los Derechos Humanos” (IGFM), tiene planificada una actividad contra Cuba en Berlín bajo el título: “Cambios sin libertad política”, en  alemán, “Zeitenwende ohne politische Freiheit”.

Los organizadores de este evento son los mismos de siempre, políticos y activistas de la extrema derecha alemana, al parecer los únicos que se interesan por la llamada disidencia cubana.

En diciembre de 2010, la IGFM y el Partido Liberal Alemán (FDP), que representa a la Naumann, trataron de realizar en Berlín otra comedia política como esta,  pero les salió el tiro por la culata. El público asistente los rechazó y se burló de ellos; y a uno de los panelistas no se le ocurrió otra cosa que decir que todos éramos agente de los Castros.

Para esta ocasión han sido un poco más inteligentes. Para evitar que la sala se les llene de “indeseados” exigen que para participar en la actividad hay que inscribirse personalmente por correo electrónico. Así actúan estos parlanchines de la democracia, siempre bajo la premisa, “haz lo que yo diga, pero no lo que yo haga”.

Sobre el carácter neofascista y de extrema derecha de la IGFM ya me referí en un artículo que publiqué, en diciembre, con el título: 10 de diciembre, día internacional por los "Derechos Humanos". ¿Derechos humanos para quién?

Sobre el papel desestabilizador que juega la Fundación Friedrich Naumann en los países de orientación izquierdista en América Latina y su intervención en el Golpe de Estado en Honduras, nos referiremos en otra ocasión.

Es muy importante tratar estos temas con profundidad para que se sepa, con lujos de detalles, con quiénes se codean en Europa nuestros mal llamados “luchadores por la democracia en Cuba”.

Uno de los “ilustres” invitados a este evento anticubano es Carlos Alberto Montaner, prófugo de la justicia cubana y agente de la CIA. Otro acérrimo opositor de la peor calaña que se pronuncia abiertamente porque se mantenga el criminal bloqueo contra nuestro pueblo. Yoanis Sánchez  será también invitada “ilustre”. Ella dará una entrevista online, vamos a ver si esta vez nos cuenta algo que valga la pena.

El objetivo de esta  “Conferencia” es el mismo de siempre, abogar porque la Unión Europea y su Parlamento mantengan la Posición Común contra nuestro pueblo. El gobierno federal de Alemania, conjuntamente con el de Polonia y República Checa, están aferrados al recrudecimiento de las restricciones contra el gobierno de La Habana, porque siguen pensando que matando al pueblo cubano de hambre van a lograr una  “primavera árabe” en Cuba. 

Así anda la Europa de hoy, llena de indignados por doquier reclamando sus derechos de vivir con decoro, mientras sus políticos, guerreros modernos y responsables de guerras de rapiña, se codean con los indignos de otras naciones, caballos de Troya y marionetas que no hacen más que representar intereses ajenos, en detrimento de su propio pueblo. 

Esos son nuestros indignos cubanos, con Yoanis y Montaner a la cabeza, los que se muestran indignados en nombre de ideales en los que ni ellos mismos creen.

*Justo Cruz, cubano residente en Alemania y Coordinador de Cuba Si (www.cuba-si.org).
Foto Virgilio PONCE


Fuente original: enviado por el autor a MARTIANOS-HERMES
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Esclavos en Europa

Por Ignacio Ramonet

Dos siglos después de la abolición de la esclavitud, regresa una práctica abominable: la trata de personas. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que 12,3 millones de personas en el mundo se ven sometidas, por redes ligadas a la criminalidad internacional, a la explotación de su fuerza de trabajo en contra de su voluntad y en condiciones inhumanas.

Tratándose de mujeres, la mayoría son víctimas de explotación sexual mientras muchas otras son específicamente explotadas en el servicio doméstico. También se da el caso de personas jóvenes y en buen estado de salud que, bajo diversos engaños, son privadas de su libertad con el fin de que partes de sus cuerpos alimenten el tráfico ilegal de órganos humanos.

Pero la trata se está extendiendo cada vez más a la captura de personas que sufren explotación de su fuerza de trabajo en sectores de la producción muy necesitados de mano de obra barata como la hostelería, la restauración, la agricultura y la construcción.

A ese tema preciso, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) dedicó en Viena, los días 20 y 21 de junio pasado, una Conferencia internacional con la participación de autoridades políticas, organismos internacionales, ONG y reconocidos expertos.

Aunque el fenómeno es mundial, varios especialistas subrayaron que la plaga del trabajo esclavo está aumentando imparablemente en el seno mismo de la Unión Europea. El número de casos revelados por la prensa, cada vez más numerosos, sólo constituyen la punta del iceberg. Las organizaciones sindicales y las ONG estiman que hay en Europa centenares de miles de trabajadores sometidos a la execración de la esclavitud.

En España, en Francia, en Italia, en los Países Bajos, en el Reino Unido y en otros países de la UE, numerosos migrantes extranjeros, atraídos por el espejismo europeo, se ven atrapados en las redes de mafias que les obligan a trabajar en condiciones semejantes a las de la esclavitud de antaño. Un informe de la OIT reveló que, al sur de Nápoles, por ejemplo, unos 1.200 braceros extracomunitarios trabajaban 12 horas diarias en invernaderos y otras instalaciones agrícolas sin contrato de trabajo y por sueldos miserables. Vivían confinados en condiciones propias de un campo de concentración, vigilados militarmente por milicias privadas.

Este “campo de trabajo” no es el único en Europa. Se ha descubierto, por ejemplo, en otra región italiana, a centenares de migrantes polacos explotados del mismo modo, a veces hasta la muerte, esencialmente para la recogida de tomates. Se les había confiscado su documentación. Sobrevivían subalimentados en una clandestinidad total. Sus “propietarios” les maltrataban hasta el punto de que varios de ellos perdieron la vida por agotamiento, o por los golpes recibidos, o empujados al suicidio por desesperación.

Esta situación concierne a miles y miles de inmigrantes sin papeles, víctimas de negreros modernos en los más diversos países europeos. Según varios sindicatos, el trabajo clandestino en el sector agrícola representa casi el 20% del conjunto de la actividad.

En esta expansión de la trata de trabajadores esclavos, el modelo económico dominante tiene una gran responsabilidad. En efecto, la globalización neoliberal –que se ha impuesto en los tres últimos decenios gracias a terapias de choque con efectos devastadores para las categorías más frágiles de la población– supone un coste social exorbitante. Se ha establecido una competición feroz entre el capital y el trabajo. En nombre del libre-cambio, los grandes grupos multinacionales fabrican y venden en el mundo entero. Con una particularidad: producen en las regiones donde la mano de obra es más barata, y venden en las zonas donde el nivel de vida es más alto. De ese modo, el nuevo capitalismo erige la competitividad en principal fuerza motriz, y establece, de hecho, la mercantilización del trabajo y de los trabajadores.

Las empresas multinacionales, al deslocalizar sus centros de producción a escala mundial, ponen en competencia a los asalariados de todo el planeta. Con un objetivo: minimizar los costes de producción y abaratar los salarios. En el seno la Unión Europea, eso desestabiliza el mercado del trabajo, deteriora las condiciones laborales y hace más frágiles los sueldos.

La globalización, que ofrece tan formidables oportunidades a unos cuantos, se resume para la mayoría de los demás, en Europa, a una competencia sin límites y sin escrúpulos entre los asalariados europeos, pequeños empresarios y modestos agricultores, y sus equivalentes mal pagados y explotados del otro lado del mundo. De ese modo se organiza, a escala planetaria, el dumping social.

En términos de empleo, el balance es desastroso. Por ejemplo, en Francia, en los dos últimos decenios, ese dumping causó la destrucción de más de dos millones de empleos únicamente en el sector industrial. Sin hablar de las presiones ejercidas sobre todos los salarios.

En semejante contexto de desleal competencia, algunos sectores en Europa, en los que existe una carencia crónica de mano de obra, tienen tendencia a utilizar a trabajadores ilegales. Lo cual estimula la importación de migrantes sin papeles, introducidos en el seno de la UE por traficantes clandestinos que en muchos casos les obligan al trabajo esclavo. Numerosos informes evocan claramente la “venta” de braceros agrícolas migrantes.

En el sector de la construcción, muchos trabajadores jóvenes extracomunitarios, sin papeles, se hallan bajo el control de bandas especializadas en la trata de personas, y “alquilados” a empresas alemanas, italianas, británicas o griegas. Estos trabajadores esclavos se ven forzados por las bandas que los explotan a pagar sus gastos de viaje, de alimentación y de alojamiento cuyo total es en general superior a lo que ganan. De tal modo que pronto, mediante el sistema de la deuda, pasan a “pertenecer” a sus explotadores.

A pesar del arsenal jurídico internacional que sanciona esos crímenes, y aunque se multipliquen las declaraciones públicas de altos responsables que condenan esa plaga, hay que reconocer que la voluntad política de poner fin a esa pesadilla resulta más bien débil. En realidad, las patronales de la industria y de la construcción y los grandes exportadores agrícolas influyen en permanencia sobre los poderes públicos para que hagan la vista gorda sobre las redes de importación de migrantes ilegales. Los trabajadores sin papeles constituyen una mano de obra abundante, dócil y barata, una reserva casi inagotable cuya presencia en el mercado del trabajo europeo contribuye a calmar los ardores reivindicativos de los asalariados y de los sindicatos.

Los partidarios de una inmigración masiva siempre han sido las patronales. Y siempre por el mismo motivo: abaratar los sueldos. Los informes de la Comisión Europea y de Business Europe (la patronal europea), desde hace decenios, reclaman siempre más inmigración. Los patronos saben que cuanto mayor sea la oferta de mano de obra, más bajos serán los salarios.

Por eso ya no sólo los negreros modernos explotan a los trabajadores esclavos; ahora se está desarrollando una suerte de “trata legal”. Véase, por ejemplo, lo que sucedió en febrero pasado en Italia, en el sector de la industria del automóvil. El grupo Fiat colocó al personal de sus fábricas ante un chantaje: o los obreros italianos aceptaban trabajar más, en peores condiciones y con salarios reducidos, o las fábricas se deslocalizaban a Europa del Este. Enfrentados a la perspectiva del paro y aterrorizados por las condiciones existentes en Europa del Este donde los obreros están dispuestos a trabajar sábados y domingos por salarios miserables, el 63% de los asalariados de Fiat votaron a favor de su propia sobreexplotación...

En Europa, muchos patronos sueñan, en el marco de la crisis y de las brutales políticas de ajuste, con establecer esa misma “trata legal”, una especie de esclavitud moderna. Gracias a las facilidades que ofrece la globalización neoliberal, amenazan a sus asalariados con ponerlos en competencia salvaje con la mano de obra barata de países lejanos.

Si se quiere evitar esa nociva regresión social, hay que empezar por cuestionar el funcionamiento actual de la globalización. Es hora de comenzar a desglobalizar.

Fuente: Le Monde Diplomatique