viernes, 5 de agosto de 2011

La galería de mercenarios cubanos en el diario francés "Le Monde"

Por Leyde E. Rodríguez Hernández
Rebelión

La firma del tristemente célebre Paulo A. Paranagua reapareció, el 27 de julio de 2011, en el diario francés Le Monde, émulo de El Nuevo Herald de Miami en París, -cuando se trata de escandalizar la realidad cubana actual- para acuñar un artículo con el siguiente título: “En Cuba, la oposición unida para exigir reformas”. “En respuesta a la restructuración económica iniciada por el gobierno, los disidentes exigen democracia”. Ese anuncio engañoso, al igual que su infame contenido, merecen un comentario, sabiendo de antemano que fue escrito con la intencionalidad de una pluma desconcertada en su carencia de independencia intelectual para reflejar la verdad. 

Sin más dilación, el artículo de marras encierra una profunda frustración por la imposibilidad de Estados Unidos de derrotar a la Revolución cubana en el contexto internacional actual y la incapacidad de sus fieles servidores para lograr un cambio en la sociedad cubana en la dirección de los intereses estratégicos del poder imperial y de los sectores reaccionarios que en el mundo lo sustentan. 

En ese texto se destila el insondable resentimiento y recelo de los veteranos mercenarios al servicio del imperio hacia unos supuestos jóvenes blogueros que desde ahora se erigen en los nuevos puntos de lanza contra la Revolución cubana. Sin embargo, tanto unos como los otros, aunque ubicados en generaciones diferentes, no se juntan por el deseo sincero de reformas económicas y democracia para su país, sino por el ánimo de notoriedad personal y lucro tras la ruta del dinero estimulada desde Washington y las instituciones occidentales, siempre en busca de la mejor oportunidad para otorgar un deslumbrante premio respaldado de varios miles de dólares estadounidenses o euros. 

Lo cierto es que Paulo A. Paranagua nos presenta una historia de inigualable sentimiento humanitario a favor de la biografía de uno de los más descollantes servidores de Estados Unidos en Cuba, por obra y gracia de las campañas mediáticas generadas en la superpotencia y extendidas con simpatía a través de los grandes medios de la prensa europea, como es el caso del diario Le Monde. Así se nos habla de un Oswaldo Payá en condición de un preclaro profeta de la política con devoción religiosa y portador de un denominado “proyecto Varela” conocido por llevar intrínseco los mismos objetivos del “plan Bush” para Cuba: el desmontaje del sistema político socialista y el comienzo de una transición con la brújula puesta en los maquiavélicos fines que los poderosos círculos de poder extranjeros desean imponer a la mayor de las Antillas. 

Sí, Paulo A. Paranagua intenta impresionar a la opinión pública gala con una nota cargada de imprecisiones y falsedades sobre los supuestos opositores, cuyo plan desalmado es bien conocido y no goza de respeto ni de credibilidad entre la abrumadora mayoría de los isleños, quienes desprecian el entreguismo a los propósitos del imperio estadounidense y al actuar hegemónico de las potencias extranjeras, lo cual cada vez es más aborrecido por las sociedades de América Latina y el Caribe. 

Debe ser de conocimiento amplio en Francia y Europa que las tareas desempeñadas por los supuestos disidentes u opositores cubanos están vinculadas estrechamente a una política criminal contra su propia nación, ya que siguen a ritmo de comparsa los caminos imperdonables que justifican el bloqueo económico, comercial y financiero, la inclusión injusta de Cuba en la lista de países terroristas y en cuanta lista negra se les ocurra confeccionar a los que se pretenden amos del planeta. Esas listas están dirigidas a la creación de un ambiente internacional que propicie el mantenimiento del bloqueo y una intervención militar contra un país soberano que ha respetado de forma ejemplar el Derecho Internacional y solo aspira a construir un futuro de paz que permita el desarrollo económico en beneficio de su población y la cooperación internacional entre los gobiernos y los pueblos que así lo deseen. 

En la galería de mercenarios presentada por Paulo A. Paranagua se mencionan otros nombres no menos repugnantes como un tal Manuel Cuesta Morua que hace de la doctrina socialdemócrata en Cuba un medio de vida para obtener a cambio publicidad y apoyo financiero externo. Es conocido que Manuel Cuesta Morua actúa por codicia personal y que carece de reconocimiento social. Además, la socialdemocracia es una concepción que no se ajusta a la historia y cultura política cubana. De ahí la falta de perspectiva en concebir desde el exterior una variante política inoperante para la realidad cubana. A eso se suma el estruendoso fracaso del modelo y de las ideas socialdemócratas en Europa y en otras latitudes en las que se intentó aplicar ese paradigma siguiendo las lecciones de los partidos socialdemócratas europeos que se denominan socialistas, los cuales también han defendido el sistema capitalista y aplicaron desde posiciones gubernamentales la política económica neoliberal. 

En la travesía por la exhibición de las marionetas al auxilio de los centros de poder occidentales, sobresalen varios nombres que el autor los clasifica en una extraña tendencia de derecha liberal. Ellos son Martha Beatriz Roque, Héctor Maceda, las Damas de Blanco, Laura Pollán o Guillermo Fariñas, cada uno bien ubicado en sus respectivas actividades a sueldo por la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana, destinada a poner en práctica sobre el territorio cubano las prioridades que persigue la política exterior de subversión interna del gobierno estadounidense contra Cuba. 

No hay duda que Paulo A. Paranagua vuelve a engañar con total impunidad a sus lectores y coloca al diario Le Monde en una situación de alto desprestigio, cuando resalta una inexistente unidad entre un reducido grupo de personas sin influencia política y credibilidad en la sociedad cubana. Eso sucede simplemente porque constituyen la correa de transmisión de los inútiles deseos imperiales y por la disputa permanente que los caracteriza en busca de dinero para la realización de sus despreciables intereses individuales. 

Resulta convincente que semejante lacra social nunca encontrará legitimidad en un pueblo que confía en su dirigencia y que acaba de atravesar un intenso proceso de debate democrático con la participación de nueve millones de personas en la búsqueda de soluciones a los problemas de la sociedad civil y la actualización del modelo económico socialista. 

Es muy probable que la reafirmación del carácter socialista de la Revolución, el 26 de julio en la ciudad de Ciego de Ávila, haya tenido un efecto perturbador en la inteligencia de Paulo A. Paranagua. Tal vez por eso su motivación de citar una declaración que de unitaria solo tiene la publicidad otorgada por las páginas de Le Monde. El mencionado documento firmado por un grupúsculo confunde, con demasiado facilismo, la realidad cubana con los sueños empecinados del Tío Sam. No sé por qué Paulo A. Paranagua se empeña en la quimera de unir a quienes nunca se han identificado en una lucha verdadera, a quienes nunca podrán ensamblarse para una causa común, pues no defienden un proyecto nacional de justicia social, genuinamente democrático y libre que se proponga la preservación de la independencia y la soberanía de Cuba. 

Paulo A. Paranagua es un apasionado de una causa pretérita y cabalga fuera de tiempo al lado de los que se sostienen bajo la tutela del enemigo histórico y futuro de la nación cubana: el imperio estadounidense en decadencia y las viejas potencias coloniales en severa crisis económica, a pesar de que todavía cuentan con enormes riquezas resultantes de la dominación y el saqueo durante siglos a los países colonizados. 

Paulo A. Paranagua una vez más escribe sobre personajes que mancillan para siempre su labor profesional. Al apoyar a un reducido grupo de personas que desean lo peor para el destino de su propia patria y con vínculos, algunos de ellos, con las organizaciones terroristas de Miami, se convierte en un cómplice de las acciones terroristas contra Cuba, a sabiendas de que desde hace mucho tiempo es uno de los más activos exponentes en Francia del terrorismo mediático contra el proceso cubano. 

La labor de los mercenarios y del periodista que los distingue es sórdida por la naturaleza de su contenido. Sus motivaciones reales están unidas por el cordón umbilical del sacrosanto itinerario del dinero dispuesto tras la liberación oficial por parte de John Kerry, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos, de fondos por 20 millones de dólares con el objetivo de financiar a quienes sirven en Cuba las orientaciones de Washington, tras las presiones de los agentes de la mafia de Miami. 

En la lectura de los pasajes de Paulo A. Paranagua he observado su obsesiva inadaptabilidad y preocupación patológica por los nuevos y favorables tiempos que corren para Cuba en el escenario latinoamericano e internacional. Basta un ejemplo: la reanudación de las relaciones normales de diálogo político y cooperación bilateral con varios países europeos, como expresión de una etapa de oportunidades entre Estados soberanos y del análisis objetivo de anteriores políticas inoperantes y obsoletas que limitaron los valiosos vínculos que existían en diversos sectores entre los pueblos y Estados respectivos. 

En ese sentido, la Posición Común de 1996 es un ejemplo fehaciente de una proyección fracasada en sus intentos de tratar de cambiar el sistema político cubano desde el exterior, subestimando la capacidad de los cubanos de solucionar sus propios problemas y de defender sus conquistas sociales mediante la actualización del modelo económico en la línea de preservar el socialismo por la voluntad amplia del pueblo expresada en los debates públicos que antecedieron al VI Congreso del Partido Comunista y que todavía se efectúan en el seno de las instituciones cubanas. 

Creo que lo mejor que tiene el futuro es su carácter impredecible, pero los cubanos haremos todo lo humanamente posible para que Cuba no vuelva a caer bajo la dominación colonial estadounidense, ni para que el país sea conducido por irresponsables de la talla de Oswaldo Payá, Manuel Cuesta Morua, Héctor Maceda, Guillermo Fariñas, Martha Beatriz Roque y Laura Pollán, pues ejemplos de entreguistas a los designios de Estados Unidos sobran en la historia cubana de antes del 1 de enero de 1959. 

El paso del tiempo no podrá borrar la historia, la dignidad y la memoria de los pueblos. Sobre eso estoy seguro que Paulo A. Paranagua nunca ha reflexionado. 

Los mercenarios, Paulo A. Paranagua y Le Monde deberían tener en cuenta el supremo concepto de la Revolución cubana de que nada que atente contra la soberanía nacional y la libertad del pueblo cubano puede quedar impune, venga de donde venga.

jueves, 4 de agosto de 2011

La insurgencia de las palabras: El debate controvertido sobre Cuba en Francia

Leyde E. Rodriguez Hernández
Rebelión

La realidad cubana suele omitirse, distorsionarse y mal interpretarse en Francia. Ha sido así durante décadas, y por ahora sería muy difícil predecir un cambio en el patrón de comportamiento de los grandes medios franceses sobre Cuba, pues lamentablemente pareciera que no lo admite la presente coyuntura internacional e incluso la situación política general en el viejo continente. Las explicaciones pudieran encontrarse simplemente porque la isla es discriminada y desconocida, casi siempre por razones políticas e incomprensibles motivaciones de índole ideológicas. 
 
Dado ese contexto complejo, en esta nota sólo me voy a referir a un caso concreto que estoy seguro no es el peor de los ejemplos de la distorsión mediática, pero es el que se me antoja ilustrar como un acto de insurgencia de las palabras. En días recientes bajo la firma de la destacada investigadora francesa Janette Habel, leí un artículo publicado en el prestigioso mensuario Le Monde Diplomatique, correspondiente a octubre de 2010, con el sorprendente título ¿Cambio de rumbo en Cuba?” en el que se enfocan criterios que sobrepasan o excluyen el contenido real de las actuales medidas y transformaciones en la Isla para actualizar el sistema económico y social cubano. 

Desde mi punto de vista, resulta desacertado e incluso constituye un acto de ignorancia interpretar y repetir, como un estribillo, que en Cuba se producirán despidos masivos de miles de trabajadores de sus puestos de trabajo, sin atender en lo más mínimo que, en más de una ocasión, el gobierno cubano y sus organizaciones políticas y sindicales han reiterado que el sistema social socialista – sus leyes- no se propone dejar desamparado a los trabajadores que resulten disponibles tras los cambios y ajustes que se operan en la economía cubana con vistas al perfeccionamiento de la gestión económica y sus resultados productivos. 

En el mencionado artículo sobresale un acercamiento intransigente a este proceso en los marcos del socialismo en Cuba, y su autora no ha hecho más que ofrecer una visión superficial de la evolución socioeconómica cubana, la cual se niega que transcurra en condiciones de debate popular y con la participación activa de los ciudadanos cubanos y sus organizaciones de masas. 

Tengo la percepción de que se puede escribir desde la academia en Francia -y en cualquier otro país- sin subestimar los procesos y sus instituciones, sin la construcción de escenarios, más que hipotéticos, falsos sobre las supuestas tendencias políticas de una sociedad o las correlaciones de fuerzas al interior de un gobierno o sus organizaciones políticas. Normalmente, para el análisis objetivo de procesos o fenómenos nuevos se requiere tiempo, así como el estudio de muchas fuentes que no se reflejan en este artículo escrito a todas luces al vuelo, lo que arroja como principal resultado la sumatoria de imaginaciones y la ficción de la articulista sobre el presente y el futuro de Cuba. 

Es bien conocido que existen en muchas partes del mundo prestigiosos intelectuales y periodistas que realizan un trabajo politológico sistemático sobre la Isla sin hacer concesiones a la dignidad académica y al rigor intelectual. En contraste, la lectura del artículo ¿Cambio de rumbo en Cuba?” en Le Monde Diplomatique, evidencia que la autora no utilizó –tal vez con toda intención- las mejores fuentes, luego se identifican nombres de cubanos desafectos, frustrados o en contraposición al proceso cubano, quienes no aciertan del todo con el paisaje real de lo que acontece en Cuba. 

Por eso prefiero resaltar las ideas de Aurelio Alonso, académico cubano de pensamiento profundo, expresadas en la Cátedra de los libertadores, el 4 de agosto del 2010, de la Casa Nacional del Bicentenario, que no subestima las potencialidades de los cubanos para enfrentar la etapa presente de transformaciones. Esboza Alonso: “En la actualidad, hay más economistas que nunca, más sociólogos que nunca, más ideas que nunca, más criterios que nunca y un nivel de propuestas, una panoplia de propuestas y de razonamientos sobre las deficiencias, las medidas y las prospecciones de la economía cubana más diverso y valioso que lo que ha habido en toda la historia. Es decir, hay un capital intelectual que es una esperanza muy fuerte para las transformaciones que se necesita abordar (….)”. 

En esa fuerza intelectual que cuenta Cuba, la autora podía haber cobrado confianza y la posibilidad de encontrar testimonios de intelectuales o estudiosos más dignos de créditos. En el articulo la investigadora menciona al reconocido periodista y escritor Leonardo Padura, pero elijo para destacar ahora sus criterios desde otro ángulo y en un sentido positivo, cuando nos advierte en su articulo “Utopías perdidas, Utopías soñadas”, publicado por la agencia de prensa IPS, que “Cuba no solo es una realidad compleja, altamente politizada, sino también singular y, a pesar de ello, muchas veces vista desde posiciones simplistas de condena o alabanza, con pocos de los matices que le dan su densidad verdadera y que nadie entiende mejor que los que allá vivimos”. Todos los que escriben sobre Cuba en Europa debieran tener estas palabras de Padura como una alerta, como una proposición razonable.

Sin embargo, reconozco que, en algunos momentos del texto, Habel nos ofrece valoraciones balanceadas, pero las mismas se extravían en la inicial finalidad destructiva de la imagen de Cuba, que toma auge en cada párrafo para coronar ese objetivo sacrosanto de un ensayo encerrado en la pretendida agonía del “modelo económico y social cubano”. Todo eso transcurre con la complicidad de la falta de rigor en las citas que se emiten -sobre supuestas publicaciones y autores- que contradicen a todas luces su publicitado nivel académico y científico. 

En fin, durante el viaje por este articulo nos tropezamos con una función maquiavélica que se caracteriza por la mezcla de frases efectistas cargadas de mentiras, verdades completas y a medias que, sobre la base de una supuesta lógica del discurso, siempre desemboca en la desorientación del lector sobre la realidad y la verdadera naturaleza de los problemas y cambios en Cuba. Las perspectivas y el esfuerzo intelectual de la autora se concentran más en la ruptura que en la continuidad del proceso, porque ese ha sido siempre el objetivo consumado de su obra.

La estructuración del texto es una invitación a la duda, a la decepción y la desesperanza sobre el proceso revolucionario cubano. Más que hacer reflexionar, la ensayista conduce al lector por un túnel sombrío donde lo espera la derrota inevitable de la Revolución cubana, obligándolo a enfrentarse a la difícil tarea de transcribir una disertación enrevesada que, proveniente de una incontestable cubanóloga -aseguran los medios franceses- se presenta como une especie de verdad revelada sobre los cotidianos acontecimientos en la Isla. 

En la promoción de una lógica reflexiva en la que no hay otra alternativa posible que la inexorable disolución de una experiencia sancionada por la variable de la geopolítica global, se encuentra finalmente la razón de la publicación de este articulo. Pero este hilo discursivo no es extraño en Habel, porque ese escenario ha sido parte del contenido de sus tesis centrales en su faena politológica sobre temas cubanos, por tanto inevitablemente sus teorías se entroncan con el subyacente fatalismo de su pensamiento político concerniente el carácter poco viable del ideal socialista en un pequeño país. Allí está la génesis del desaliento inducido en sus desacertadas profecías, que sabemos se han convertido siempre en fallidos juegos de probabilidades sobre Cuba. 

Presiento que con la lectura de Janette Habel escucho el mismo ruido de los círculos oscuros en el estridente concierto de los grandes medios europeos. Sí, de aquellos que apuestan al apocalipsis de la Revolución cubana. Albergo todavía la esperanza que un día toda la información de la gran prensa no se resuma en Francia al estilo miamense de uno o varios Nuevo Herald de Paris.

lunes, 1 de agosto de 2011

Las manipulaciones de Le Monde y las visiones de los “cubanólogos”

Y. P. Fernández • La Habana
Fotos: La Jiribilla

La revisión sistemática de los comportamientos de los emporios internacionales de la comunicación sirve a veces para encontrar, sobre algunos temas, pistas realmente interesantes. Si fuésemos a hablar en términos de marketing, diríamos que el tema Cuba vende. Pero cuidado, porque esta afirmación puede resultar engañosa y el lector pensar que se refiere a la Isla como destino turístico potencial. Todo lo contrario: para los grandes consorcios de la información, lo que vende es hablar mal de Cuba, poner en tela de juicio cualquier logro, cualquier iniciativa del país y da igual si es en la salud o en la cultura. Basta mencionar dentro de un alegato a la mayor de las Antillas con un sentido negativo en una línea, y esa línea se volverá titular.

No es de extrañar entonces que en el mundo pululen los “cubanólogos”, especializados en “analizar” y predecir sin acertar cualquier acontecimiento del país. Tal es el caso del brasileño radicado en Francia Paulo A. Paranagua, que desde el periódico Le Monde y su blog adscrito a la publicación, desvirtúa constantemente la imagen de Cuba en diversos textos entre los que pudieran citarse algunos abiertamente reaccionarios como “Castro y la izquierda latino-americana” y “¿Cuándo Cuba se detuvo?”. El objetivo es denigrar o introducir elementos insidiosos en cualquier comentario que aluda a la realidad de la Isla, sin importar si habla de relaciones internacionales o de eventos cinematográficos.

La nota de Paranagua en Le Monde referida a la recién finalizada Feria Internacional del Libro de Cuba, es el clásico ejemplo de manipulación mediática desde los espacios consolidados por el poder. Bajo el título “Los autores cubanos en libertad vigilada”, este “¿estudioso de la cultura cubana?” une de manera malintencionada varios temas que no están conectados entre sí.

La primera de sus tergiversaciones es la de autonombrarse “envoye special”, es decir, enviado especial. Por esos días, Paranagua estaba en Cuba como turista, no se encontraba acreditado para la cobertura de la Feria, así que esta denominación es, cuando menos, pretenciosa. El colaborador de Le Monde comienza su reseña sobre el evento literario aludiendo a la presentación del libro El hombre que amaba a los perros, del escritor Leonardo Padura, citando dos frases del autor cubano: “hoy se rompen mitos y se cumplen sueños”, “muchos pensaban que este libro no sería publicado en Cuba” y a continuación afirma Paranagua que ello se debe a que los personajes: León Trostski y el hombre que le dio muerte, Ramón Mercader, eran tabúes. No lo entrecomilla, pero organiza la información de tal modo que parecieran haber salido de la boca de Padura palabras que no son suyas.

Paranagua afirma que los ejemplares disponibles no eran suficientes para satisfacer a todos los interesados en comprar el libro. Cualquier otro autor, menos malintencionado, hubiera concluido que Padura es un escritor muy leído en la Isla y por eso no alcanzaban los 4000 ejemplares autorizados por Tusquets para su edición en Cuba, pero el brasileño “cubanológo” añade además que esta información fue dada por una representante de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba. La así presentada, como si fuese una vocera de una organización de gobierno o partido político, no era otra que la editora de El hombre que amaba a los perros, en su versión cubana.

Como si el veneno fuese insuficiente, Paranagua cita a la Presidenta de Tusquets, quien pone en duda el número de la tirada y afirma que el tope de 4000 ejemplares es una medida para evitar la exportación del libro hacia países vecinos.

Con un recurso tan viejo como el periodismo, pero invariablemente poco ético, Paranagua escuda sus propias opiniones sobre la industria editorial cubana en una “lectora frustrada” y yerra por completo el tiro, porque si hay algo de lo que se precia esta industria, es de la producción de libros para niños y jóvenes, que solo en la Editorial Gente Nueva en el 2010 alcanzó la cifra de 107 títulos y 965 mil ejemplares, sin contar la cantidad de libros para este público salido de las editoriales provinciales y las imprentas Rizo. 

La manipulación en torno a la novela de Padura culmina afirmando que los medios ignoraron la presentación, hecho incierto y fácilmente demostrable al revisar sitios como La Jiribilla, que publicó dos textos sobre el tema: “Trotsky, el silencio y la historia”, del escritor Daniel Díaz Mantilla, y otro titulado “El hombre que amaba a los perros. Un libro profundamente cubano”.

Concluye Paranagua el capítulo Padura para engarzarlo —sin que quede muy claro cómo ni por qué— con unas declaraciones de Ambrosio Fornet sobre la crítica literaria en Cuba que a continuación dejan paso a una nueva tergiversación: la no recuperación pública de los textos de escritores cubanos como Guillermo Cabrera Infante, Reinaldo Arenas y Jesús Díaz. Quien tenga la posibilidad de leer la compilación de cuentos de la colección del Instituto Cubano del Libro dedicada a los 50 años de la Revolución, podrá ver algunos de estos nombres en el índice del mismo. Paranagua omite que ha sido la voluntad manifiesta de estos escritores o de sus herederos la que ha impedido que su obra se reimprima en Cuba para acercarla a su público natural.

Como en el circo, en una voltereta mortal, el brasileño pasa de Jesús Díaz a Desiderio Navarro y no es sino para distorsionar nuevamente más información. Mientras alaba que el director de Criterios sea capaz de traducir a 15 idiomas, afirma que todas las acciones culturales de este intelectual se realizan sin apoyo del estado cubano. Si editar un libro con una editorial cubana, precisamente sobre ese quinquenio gris al que alude Paranagua, o recibir ayuda para organizar de manera conjunta con el Ministerio de Cultura debates sobre diversos temas en instituciones tan prestigiosas como la Casa de las Américas o el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfico (ICAIC), así como recibir medios informáticos de ese mismo Ministerio, no es tener apoyo del estado, entonces, tal vez, habría que hacer una revisión de conceptos. 

Casi finalizando sus dos cuartillas de distorsiones, Paulo Antonio cita algunos de sus ejemplos más desafortunados cuando menciona entre los autores relegados al espacio de los “blogueros y rockeros contestatarios” al “joven escritor y fotógrafo Orlando Luis Pardo” por haber traspasado los “bordes imprecisos de lo políticamente correcto”. Hace unos años, antes de aliarse al grupo de blogueros probeta liderado por Yoanis Sánchez, Pardo Lazo publicó unas fotos suyas masturbándose sobre la bandera cubana… y siguió tan tranquilo, hasta hoy, cuando gracias a haber cambiado de “compañeros de trabajo” muestra un aumento considerable en su nivel de vida. En uno de sus más recientes textos, titulado “Salvando al soldado Alan (Gross)”, llega a sugerirle al gobierno norteamericano “que bombardeen quirúrgicamente su cárcel y luego manden a un comando de Hollywood para rescatar a Alan Gross live”, en otras palabras, está incitando a una intervención militar en su propio país; como si se creyese la reencarnación de Randolph Hearst, Pardo Lazo parece desde sus páginas decir otra vez con respecto a Cuba, “la guerra la fabrico yo”. Pero eso tampoco lo dice Paranagua porque, de mencionarlo, los límites de la tolerancia en la Isla quedarían muy bien parados.

La conclusión de este mélange de Paranagua es que en Cuba, “el poder no tiene confianza en los intelectuales”. Como por algunas cosas no vale la pena extenderse demasiado, volvamos sobre las reflexiones de Raúl en la clausura del Séptimo Congreso de la UNEAC: “Este ha sido un Congreso con mucha discusión, pero para eso luchamos, para esa diversidad de opiniones... pues de las mayores discrepancias saldrán las mejores soluciones”.

domingo, 31 de julio de 2011

Fidel Castro, Cuba y el ALBA

En Francia, la obsesión de Paranagua
 
Por Leyde E. Rodríguez Hernández
Rebelion. 04-01-2011

Por mediación de un amigo conocí un artículo con el crédito de Paulo Paranagua, prolijo periodista del diario francés Le Monde, cuyo título: “Castro y la izquierda latino- americana”, le serviría para obtener un chocolate caliente en la gélida noche vieja francesa. Una ocasión no menos propicia para también optar por un “meritorio” aguinaldo de nuevo año. 

Lo que aquí se comenta fue publicado, el 30 de diciembre, en el blog de Paranagua incrustado en la versión digital del periódico Le Monde, en plena etapa de jolgorio parisino con motivo de las lindas fiestas de fin de año.

Genera verdadera compasión que cuando el público galo de Le Monde festejaba, Paranagua estuviera sofocado -como una rara excepción en este mundo- tramando ideas, frases altisonantes e impresionantes para construir un artículo contra su más brutal adversario: “Fidel Castro”, y lo que, sin tapujos, él ha denominado en décadas “el régimen dictatorial de La Habana”.

¡Infortunado Paranagua! Tamañas pesadillas pudieron haberle arrebatado el sueño y los días de descanso a inicios del nuevo año.

Más allá de la motivación personal de Paranagua, -sólo él y sus dioses sabrán con certitud- la publicación de la nota de marras se afinca en los sondeos del Instituto Latinobarómetro para el 2010, el cual nos avisa que la popularidad del líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, se encuentra en el más bajo nivel entre los dirigentes políticos de la región, según las consultas a personas en dieciocho países.

Paranagua coloca, sin más argumentos y con toda intención, la dirección del sitio en Internet de esa institución: http: //www.latinobarometro.org/, para que su público consulte un excelso centro de proyecciones científicas, en el que los gráficos y las tablas incitan la emoción del pensamiento. Su único fin es poder mostrar y demostrar la verdad revelada de ciertas clases privilegiadas en las Américas.

Los pueblos de la región difícilmente podrían dar credibilidad a un barómetro identificado con las aproximaciones teóricas y los objetivos político-mediáticos de las oligarquías. De sobra es conocido que constituyen unos sondeos con nula comprobación sobre el terreno de sus datos matemáticos y cientificistas.

La carencia de evidencias y testimonios, para determinar quién es el más aceptado, el más popular y el más repudiado en materia de liderazgo político en América Latina, mutilan el esfuerzo intelectual del barómetro regional.

Llama la atención que la encuesta haya hurgado en la aceptación del antiguo Jefe de Estado de Cuba, Fidel Castro, y no se haya detenido, por ejemplo, en conocer el grado de conformidad con otros ex presidentes de la región. Está ausente una valoración sobre George W. Bush, quien al frente de la administración de Estados Unidos diseñó políticas desastrosas hacia América Latina, y llevó a cabo guerras que mantienen encendida la mecha de los conflictos a nivel global. Políticas y pésimos procedimientos que Obama ha dado continuidad.

Para que sea creíble y con apego a la realidad, una encuesta sobre la dirigencia cubana debería hacerse en las calles de la Isla o al ritmo del calor humano en el acto de los trabajadores por el 1 de mayo de 2011, en La Habana. En el ámbito latinoamericano bastaría entrevistar a las poblaciones beneficiadas de los servicios médicos de los especialistas cubanos. Una labor humanitaria que tiene en Fidel Castro especial seguimiento, como su principal promotor en el desarrollo de la política cubana de cooperación y solidaridad internacional.

Haití, es un ejemplo, en donde más de 1 200 médicos cubanos brindan ayuda, en un país que quedó totalmente devastado luego de sufrir un terrible terremoto, y ahora la epidemia de cólera hace mayor los daños. Según las estadísticas publicadas, los médicos cubanos, trabajando en 40 centros a través de Haití, han tratado más de 30 000 pacientes de cólera desde octubre. Son el mayor contingente extranjero en la atención médica de alrededor del 40 por ciento de todos los pacientes de cólera en ese país.

Y no es nuevo, el esfuerzo cubano en favor de la salud humana comenzó desde el triunfo mismo de la Revolución. Sus logros son apreciables en el hecho de que en el 2011 se pronostica la graduación en la República Bolivariana de Venezuela de 8 000 médicos que fueron capacitados en la teoría y en la práctica con la cooperación de los especialistas cubanos, permitiendo de esta forma que Venezuela alcance niveles de salud que la ubicarán entre las primeras naciones del mundo.

De regreso a la evaluación de los líderes por el Latinobarómetro, queda al descubierto la intención de atacar y minimizar a los países de la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA). No es casual que los dirigentes relacionados en la página 121 del informe con las valoraciones más negativas sean por este orden: Evo Morales, Daniel Ortega, Hugo Chávez y Fidel Castro.

Ni el barómetro latinoamericano, ni Paranagua tuvieron el buen designio de mencionar al presidente cubano Raúl Castro, que tan importante trabajo de continuidad de la Revolución cubana realiza de conjunto con la abrumadora mayoría de la población cubana. Tal vez eso se deba porque fue electo para perfeccionar el socialismo y consolidar la independencia política y económica de la mayor de las Antillas.

Por supuesto, la credibilidad del Latinobarómetro de la derecha es cuestionada, puesto que entra en contraposición con los sentimientos de los pueblos.

Además, lo corrobora el hecho de que el documento, en su página 15, sitúa a Estados Unidos a la cabeza de las “democracias” más consolidadas del continente. En contraste, coloca a Venezuela y Cuba en los últimos peldaños por debajo de Honduras, donde desgobierna una dictadura resultante de un golpe de Estado entronizado bajo la complicidad silenciosa de Estados Unidos y la derecha latinoamericana.

Claro, como de costumbre, el barómetro no podía dejar de mencionar los incidentes con presos en Cuba durante el 2010, y el proceso de excarcelación de un amplio grupo de ellos. Su diagnóstico reduce el acontecer anual de la Isla a esos hechos. No se refiere a sus importantes logros sociales, todavía ausentes en muchos países de la región. Obviamente, campea por su respeto la omisión de los profundos debates democráticos de su población en torno a las ideas programáticas de actualización del modelo económico a las condiciones de Cuba y el mundo.

Sin embargo, el barómetro -citado por Paranagua- acierta sobre algo que es inobjetable: el mayoritario rechazo de la opinión pública al bloqueo (lo llama embargo), algo que el periodista de Le Monde aborda con timidez en su artículo, y no se atreve a solicitar que sea levantado en el 2011 por la administración de Obama. Estoy seguro que si Paranagua osa escribir en propiedad sobre los efectos del bloqueo contra Cuba, perdería la deleitable cobija de su blog a la carga de Le Monde durante los 365 días del calendario.

En efecto, un bloqueo que Cuba está padeciendo desde hace medio siglo y que ha causado, según cálculos realizados por el propio gobierno cubano, un daño económico directo acumulado hasta diciembre de 2009 ascendente a 118 mil 154 millones de dólares, pero que se incrementaría a 239 mil 533 millones de dólares si se tomara como base la inflación de precios minoristas en Estados Unidos, y si se compara a la evolución del precio del oro la cifra sobrepasaría los 700 mil millones de dólares.

De ese escenario de todos los días a causa del bloqueo Paranagua no desea hablar, mucho menos escribir.

Para más disparate, Paranagua apuntala su artículo con algunos pasajes de un pequeño libro de Claudia Hild. Ella es una profesora argentina que acaba de publicar un ensayo titulado “Silencio, Cuba: La izquierda democrática frente al régimen de la Revolución cubana (Editorial Edhasa Buenos Aires, Paz y Tierra, Sau Paulo). A juzgar por su presentación y los comentarios emitidos por Paranagua, también se entretiene con la sinfonía que desvaloriza el proceso revolucionario cubano.

Se comprende que Claudia Hild no está en condiciones de entender el proceso cubano. Le resulta imposible porque no va a sus raíces, no ha estudiado su evolución histórica. Paranagua se encarga de demostrarlo cuando cita las recientes declaraciones de la autora en Buenos Aires: "Estoy más cómoda con la teoría política que con la historia".

Aunque es desconocida la notoriedad de la profesora Hild, el solo hecho de presumir de la comodidad de ignorar la historia coloca interrogantes acerca de la metodología utilizada para el estudio de un proceso histórico por excelencia. Probablemente con su revelación, difundida por Paranagua en su blog, no haya hecho más que pregonar la existencia de una debilidad académica.

La profesora Hild debiera recordar que la teoría política surge de la historia. Se nutre de la historia. En otras palabras, la historia está en el origen de la teoría política. La historia es la fuente originaria de todas las ciencias sociales, incluyendo la filosofía. La historia es la primera ciencia que estudió la política. Todavía en nuestro tiempo la historia contribuye activamente a la elaboración de los principales enfoques teóricos de la política, independientemente de la orientación ideológica de sus exponentes.

La subestimación de los procesos históricos, de sus causas y consecuencias, obstaculizan la posibilidad de analizar con objetividad los fenómenos del presente y el carácter de sus fuerzas actuantes. E incluso, limita la capacidad del estudioso para tomar de las lecciones del pasado los requerimientos teóricos y prácticos para transformar el mundo en beneficio de la Humanidad.

Hild no podría negar que en la historia también se encuentra la teoría, aunque ya sabemos que prefiere optar por esta última.

Fidel Castro, Cuba y el ALBA han demostrado que no existe el fin de la historia. Todavía estamos lejos del triunfo de la teoría política sobre la historia, porque ambas ciencias se complementan en el estudio de los fenómenos políticos y económicos internacionales.

A juzgar por lo escrito sobre Cuba y América Latina, Hild privilegia los enfoques paradigmáticos de la derecha y de la ciencia al servicio de las oligarquías. Sí, de un sector minoritario que desprecia a los países del sur y los mide con falsos barómetros, ocultando las realidades objetivas de las naciones, pueblos y grupos humanos.

En ese sentido, el Latinobarómetro se felicita en coronar en los mejores rangos democráticos y de derechos humanos a las potencias que imponen el pensamiento único occidental. Las mismas que ejercen un poder dominante a escala planetaria, gracias al concurso de un conjunto de países que siguen a cadencia de comparsita las disposiciones de Estados Unidos y sus aliados de la Unión Europea. 

En fin, Paranagua nos regala más de lo mismo por el nuevo año en su blog del afamado Le Monde. Trinchera en la que con asiduidad reitera que su pluma sigue fiel a sus vagos y febriles argumentos contra Cuba y los países del ALBA. Su apego sin límites a la causa contra Fidel Castro, Chávez y otros líderes progresistas, se mantiene en pie para el 2011, pues ha sabido ganarse el puesto de tenaz gladiador en el coliseo de las campañas mediáticas de la prensa francesa. Fidel Castro y Cuba siguen siendo sus temas preferidos. Fidel Castro es su obsesión personal y el más injuriado en toda la gacetilla periodística emanada de su estilo pusilánime.

Sin necesidad de un barómetro, desde el palco de los lectores, aprecio que el respeto por las estulticias elucubraciones de Paranagua se encuentran al mismo nivel de aceptación que otros cubanólogos parisinos implicados en escudriñar el acontecer cubano desde una óptica enrevesada y simplista. Siempre alineada con los que desean destruir la obra que defiende la abrumadora mayoría del pueblo cubano.

Pero mañana serán vilipendiados por Paranagua: Raúl, Orlando, Mariela, Eduardo, porque no son los nombres de personas el centro de sus rabiosos y frustrados artículos, sino lo que ellos representan en ideas de progreso y un futuro socialista en construcción para Cuba y por la izquierda latinoamericana, de la cual en realidad reniega y no quisiera saber.

Y, claro, todo esto se debe a la endeble comodidad de acogerse a una teoría con límites estrechos para la talla del sur político. A la insistencia en el fin de la historia. Por ver el nacionalismo donde existe el patriotismo. Por sufrir la insoportable levedad del desconocimiento histórico. Y persistir, finalmente, en la búsqueda de un aguinaldo para cada nuevo año.

sábado, 30 de julio de 2011

Socialismo, China y los demás países


Por Lorenzo Gonzalo* / Foto Virgilio Ponce - Martianos - Hermes - Cubainformación

Con la desaparición de la URSS terminó el mundo bipolar que vivimos desde el comienzo de la Revolución Bolchevique en 1917.

Desde entonces y hasta el derrumbamiento del Bloque Socialista, existió ese balance que sirvió, en alguna medida, para proteger los excesos tanto de unos como de otros. En los años posteriores a esa época, Estados Unidos se convirtió en la fuerza rectora, capaz de aplastar por las armas y la coerción, a aquellas naciones consideradas contrarias a sus intereses económicos y políticos. La única nación del orbe que asume como un desafío el surgimiento de una idea sociopolítica contraria a sus postulados, es Estados Unidos.  

La bipolaridad no está dada porque otra potencia de gran poderío económico, exista como fuerza retadora o contenedora del poderío militar de Estados Unidos. Su definición está dada por la existencia de una nación que, además de poseer un fuerte poderío militar, posea valores sociopolíticos diferentes respecto a la función del Estado. Ese era el caso de la URSS versus Estados Unidos. La Rusia de hoy, aun si llegara a un distanciamiento beligerante con el país del Norte no representaría jamás la bipolaridad de aquella época. Sería un enemigo más, pero no causaría una preocupación, del tipo que significó en aquellos años la presencia soviética. Las diferencias sociopolíticas son para Washington una amenaza a largo plazo, incapaz de ser controladas fácilmente por las armas.

China comenzó a convertirse en la otra cara del mundo político, cuando su enorme desarrollo y crecimiento, colocaron su economía al punto de competir, tanto en el mercado como en lo militar. En este último aspecto su crecimiento ha sido callado, pertinaz y bien administrado. Ya en los últimos dos años, Estados Unidos no puede hablar de China, sin considerarla una contrapartida, imposible de evadir a la hora de tomar decisiones que puedan dañar algunos de sus intereses, supuestos o reales.

Como consecuencia de la actitud guerrera asumida por Estados Unidos, desde que debutó en la arena internacional, luego de la injustificada guerra declarada a España en 1898, es prácticamente imposible desarrollar un Estado de nuevo tipo, orientado a la defensa efectiva del cuerpo social que representa.

El desarrollo posterior a la caída del Bloque Soviético, dejó manos libres a la nación del Norte para darle forma a políticas corruptas nacidas de prácticas económicas no reguladas. El proceso de liberalización, facilitado por el vertiginoso crecimiento de la economía, permitió delegar aún más el manejo de las leyes económicas a grupos particulares, con un carácter y propósito puramente individual, permitiendo a determinadas personas legislar e imponer géneros productivos y estilos de vida, en contradicción con la disponibilidad de recursos. Las leyes económicas no fueron administradas por su sociedad a través de la representación del Estado, sino de forma individual. El desarrollo de esa práctica llevó a la corrupción y eventualmente colocó el mundo al borde del colapso económico.

Frente a la política agresiva de Estados Unidos, no es concebible organizar un Estado socialista. Dicha conducta representaría un gran obstáculo. Sin embargo, la emergencia de China hace posible pensarlo nuevamente. Esta vez contamos también con la experiencia de aciertos y errores acumulados en los últimos cien años y de hecho sus probabilidades son totalmente factibles.

No sabemos cómo China podrá eventualmente arribar a la concepción de un Estado socialista, siguiendo el camino actual que ha escogido. La experiencia demuestra que las riquezas individuales terminan por imponer las condiciones y estilos del Estado, el cual por definición es un mero instrumento político, cuya función esencial es imponer y administrar las leyes jurídicas y económicas, en función de las necesidades sociales, con un mínimo de interferencia en las actividades individuales. Ecuación ésta muy difícil de resolver, pero que definitivamente no es imposible de realizar, a la luz de los nuevos mecanismos de dirección y administración.

China optó por lograr una acumulación acelerada de capital, para lo cual tuvo que recurrir a procedimientos similares a los empleados por los Estados que practican las políticas económicas bautizadas por Marx con el nombre de capitalismo.

Sin dudas que de otra manera China no hubiese llegado al desarrollo de hoy, porque la lucha con las burocracias estatales u otras de naturaleza colectiva, influenciadas por un mundo que brinda ejemplos desorientadores sobre estilos de vida no aplicables socialmente, hubiera conducido a las mismas trabas que hicieron colapsar a la URSS. No es que la dirección colectiva no pueda llegar a ser efectiva, es que los patrones de pensamiento, condicionados por un mundo que presenta ejemplos deslumbrantes de estilos de vida, dificultan prácticas económicas distintas. Entonces todo el proceso se convierte en una lucha interminable por imponer, corregir y sancionar a cuanta persona es encargada de la tarea económica y el proceso de producción y la acumulación de capital nunca se logran. No sabemos si China pensó en todo esto cuando optó por su modelo actual.

El socialismo no se hace con hombres buenos o malos, sino con las realidades sociales, las condiciones materiales y los fenómenos de conducta y procedimientos cambiarios originados en su devenir. La idea no es fabricar un hombre nuevo, sino administrar las condiciones que lo han llevado a su dimensión actual. En el beneficio de esa gestión, nuevos patrones de conducta lo transformarán con el tiempo. En la medida que el beneficio tenga un contenido colectivo, se alejará más de las ilusiones que, hasta los días de hoy, son resultado de particulares beneficios individuales, dimensionados como ganancias colectivas.

La decisión China, de acelerar el proceso acumulativo, pudiera crear problemas futuros para organizar un Estado socialista, pero su realidad de hoy, permite que el mundo pueda continuar moviéndose con mayores facilidades hacia esos objetivos, sin enfrentar una irremediable agresión de Estados Unidos. La práctica política de Washington es un peligro potencial, pero no una realidad absoluta mientras existan balances que desafíen su poderío. En este caso China se ha convertido en ese balance.

Mientras este fenómeno internacional existe como consecuencia de la decisión china de acelerar la acumulación de capital y desarrollar una política armamentista no perturbada por intervenciones que no requiere, otros países, como Cuba y algunos suramericanos, avanzan en la adecuación de sus estados, con el propósito de alcanzar un balance socialista.

Quizás estos países, que no tienen que atravesar por la experiencia amarga de una profunda asimetría nacional en la distribución de sus riquezas, como es el caso chino, puedan servir de ejemplo al Gigante Asiático cuando esté en condiciones de orientarse hacia políticas socioeconómicas de un mayor carácter social. Decimos esto pensando en la disciplina milenaria china y en la confianza que sus dirigentes sean concientes, que la estabilidad del país solamente estará garantizada, si logra una paz social interna sostenida, para la cual las grandes asimetrías son malas consejeras.

Sin China no habría camino al socialismo actualmente, pero su política económica también puede abrir el camino hacia un mundo tecnocrático. Hasta hoy no existen síntomas y al parecer sus decisiones no son para la complacencia de sectores internos particulares, como ocurre con Estados Unidos, donde el Estado está secuestrado por grandes capitales, controlados y administrados individualmente. Hasta hoy la corrupción china parece existir solamente en sus esferas económicas, pero sus decisiones políticas brindan la impresión de estar protegidas de esas aberraciones.

Para que el socialismo pueda instrumentarse en los países que no tienen que recurrir a una competencia feroz con Estados Unidos como única modo de subsistir, deberán encontrar fórmulas que les permitan convivir en un mundo con valores muy distantes a sus propósitos socialistas.

Las inversiones extranjeras serán necesarias, inversiones de carácter privado nacional tendrán que ser favorecidas a través de fórmulas realistas, no condicionadas ideológicamente y el reconocimiento de iniciativas administrativas, compensadas a la altura de expectativas que respondan a nuestro mundo y no a uno imaginario, deberán ser valoradas e implementadas.

El socialismo consiste en la formación de un Estado, donde las decisiones puedan dimanar de la participación mayoritaria de la sociedad y la influencia política del elemento económico sea erradicada.

Esto no es una aseveración, sino una reflexión que escribimos en pocas líneas, pero que requiere de mucho debate y sobre todo, la posibilidad de implementarse sin interrumpir por defecto, la continuidad del desarrollo económico. Las interrupciones económicas en la instauración de un Estado socialista han sido hasta hoy, de una magnitud superior a las causadas por las aberraciones de las naciones capitalistas.

De no realizarse el esfuerzo dentro de esa ponderación y realismo, volveremos a los tiempos de las muchas ilusiones y poco caldo.


*Lorenzo Gonzalo, periodista cubano residente en los EEUU y subdirector de Radio Miami 

Foto Virgilio PONCE

Fuente original: enviado por el autor a MARTIANOS-HERMES-CUBAINFORMACIÓN
 

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jueves, 28 de julio de 2011

Europa tiembla con vientos neoliberales

Hedelberto López Blanch
Rebelión


El neoliberalismo se ha lanzado con fuerza atroz contra varias naciones de la Unión Europea lo que ha provocado que se aplique su fórmula básica: enriquecer aun más a las clases altas, en detrimento de las clases media y pobre de la sociedad. Así de simple es la explicación de lo que esta pasando en el viejo continente. 

Con una larga experiencia de fracasos desde la década de 1980 cuando se impuso su aplicación en Asia y América Latina, que llevó a la bancarrota a numerosos países, incrementó la miseria y provocó manifestaciones y caídas de gobiernos, ahora los mismos síntomas comienzan a aparecer en Europa. 

Aunque los grandes medios de comunicación intentan con su culpable silencio no mencionar las consecuencias que las políticas neoliberales provocaron en México, Argentina, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, por mencionar algunos, lo cierto es que el endeudamiento, el hambre y la pobreza se extendieron por sus países y motivaron en muchos casos, tras huelgas y movilizaciones, el cambio o la disminución de esas políticas. 

No han sido solo los pueblos asiáticos o latinoamericanos los que han sufrido las consecuencias del neoliberalismo, sino también Estados Unidos, el país más poderoso del mundo, donde gran parte de sus habitantes han visto reducirse sus ingresos en los últimos 30 años; el desempleo oficial se sitúa en el 10 %; la pobreza sobrepasa los 45 millones de personas; 56 millones carecen de seguro médico y cerca de tres millones han perdido sus viviendas al no pagar los impuestos. 

Como denunció recientemente el Premio Nobel de Economía, el estadounidense Joseph Stiglitz, “las tesis neoliberales han llevado al mundo al borde de la ruina al propugnar las bondades económicas de los mercados libres y sin restricciones y la reducción al mínimo de las funciones del Estado a favor de la iniciativa privada”. 

Stiglitz explicó que “desde principios de los años 80 hasta 2007, el capitalismo desregulador al estilo estadounidense trajo mayor bienestar material solo para los más ricos en el país más rico del mundo”.
Al señalar que tras la crisis financiera los dirigentes estadounidenses debieron comprender la necesidad de buscar mayor igualdad, una regulación más fuerte y mejor equilibrio entre el mercado y el gobierno, el economista enfatiza que desgraciadamente ese no ha sido el caso. 

Al contrario, agregó, hay un “resurgimiento de la economía de derecha, impulsada como siempre por ideologías e intereses especiales, que amenazan una vez más a la economía mundial o al menos a las de Europa y de América (EE.UU.) donde estas ideas continúan floreciendo. 

Las rancias políticas neoliberales estan llevando a la bancarrota a las naciones europeas cuyas consecuencias comenzaron a corroer a las economías más débiles como Letonia, Grecia, Rumania, Irlanda o Portugal, y le han puesto una espada en la garganta a España, Italia, Gran Bretaña. 


Para tratar de salvar a las naciones en crisis se les otorgan a sus bancos, préstamos millonarios con altos intereses, en aras de que estos no dejen de pagar las deudas acumuladas, mientras se imponen a los pueblos profundas medidas de recortes sociales y se impulsan las privatizaciones, es decir, las viejas recetas ya fracasadas.                                                          
                            
Atenas recibió el pasado año un empréstito de 110.000 millones de euros y en estos días la Unión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional (FMI) le entregarán otros 120 000 millones para que no caiga en el impago (default) de su deuda internacional cuyos principales acreedores son Alemania y Francia. Es un cubo sin fondo que mientras más dinero eche, más se desperdicia. 

Para obtener los enormes parches de capitales, Grecia fue obligada a imponer un recio plan de austeridad con recortes de sueldos y pensiones, elevación impositiva a los productos de primera necesidad, disminución al máximo en los gastos públicos y sociales y la privatización incondicional de las propiedades estatales. Los analistas aseguran que si en estos momentos en esa nación una cada cinco personas vive por debajo del nivel de pobreza, en los próximos cinco años esa cifra se duplicará. 

El país helénico ha puesto todo en venta, desde trenes, puertos, aeropuertos, bancos, correos, loterías, electricidad, empresas de agua hasta las autopistas con el fin de recaudar 50 000 millones de euros para el 2015 y reducir la enorme deuda del país (de unos 350 000 millones de euros). 

Irlanda, que recibió un salvataje financiero de 85 000 millones de dólares, encausó un plan de ajuste presupuestario de 15 000 millones de euros para reducir en cuatro años su déficit. 

Mientras los bancos irlandeses reciben los empréstitos, se rebajaron 2 800 millones de euros de gastos sociales, se despedirán 25 000 trabajadores públicos, se reducirá el salario mínimo, se encarecerán las matrículas universitarias y aumentarán en más de 20 % los Impuestos sobre el Valor Añadido (IVA). 

Una reciente comisión de la UE y del FMI que visitó Dublín, evaluó de satisfactoria la marcha de las medidas. O sea, aprieten las tuercas que estamos ganando. 

Portugal se tuvo que montar en el mismo carro de reducciones sociales para poder recibir el salvamento financiero pues su deuda pública alcanza los 161 000 millones de euros, cifra que ronda el 82 % de su PIB. 

Las recetas fueron las mismas: reducciones sociales en contra de los trabajadores y el pueblo en general, con un desempleo del 11 %. 

España ha ido introduciendo reducciones y medidas para rebajar el gasto público y sufre un índice de desempleo de 19,8 %. Muchos aseguraban que el país ibérico se convertiría en el próximo en caer pero se ha mantenido en la cuerda floja pese a las grandes manifestaciones y huelgas de protestas por las acciones antisociales tomadas por el Ejecutivo. 

Inmersa en los mismos problemas, Italia, la tercera economía de la Eurozona, integrada por 17 países (27 la Unión Europea) resultó el próximo candidato. 

El Senado aprobó con urgencia un estricto plan de austeridad de 70 000 millones de euros (99 000 millones de dólares) con gran incidencia en la salud, que busca convencer a los mercados de que su economía no se sumergirá en la crisis financiera. La deuda soberana italiana es la mayor de la Eurozona y alcanza al 120 % del PIB. 

La declaración del ex ministro de Defensa, Antonio Martino en una entrevista al diario Il Corriere della Sera parece recoger el sentir de la población en general: "Este plan es una cochinada, golpea a los más pobres". 

Pero los ajustes o tensiones no se han limitado a los países de la zona euro. En Gran Bretaña, el gobierno conservador del primer ministro David Cameron impuso recortes presupuestarios profundos que provocan grandes malestares entre la población. 

En Francia, donde han sido continuas las protestas contra el alto costo de la vida, el presidente Nicolás Sarkozy logró que la Asamblea Nacional sancionara duros recortes para reducir el déficit del Estado en 2011 de 152.000 a 92.000 millones de euros.  

Si en décadas anteriores América Latina se debatía entre manifestaciones obreras y campesinas que rechazaban las recetas neoliberales que imponían el FMI, el Banco Mundial (BM) a instancias de Estados Unidos y la Unión Europea, hoy le ha tocado el turno a millones de habitantes del viejo continente, que tendrán que continuar en las calles para reclamar sus legítimos derechos.

miércoles, 27 de julio de 2011

Solidaridad con Cuba y los Cinco en Francia con motivo del 26 de Julio


Paris, 27 de julio de 2011.   Asociaciones de solidaridad con Cuba en Francia celebraron el 58 aniversario de los ataques a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes con diversas manifestaciones en todo el país.

El comité Francia-Cuba de Saint Ouen l'Aumone, en la región Isla de Francia, festejó la fecha con la presencia de su presidente Paul Hazelard, miembros y amigos de la asociación.  
 
Ante un amplio auditorio, Hazelard explicó los acontecimientos ocurridos el 26 de julio de 1953 al tiempo que describió los hechos que motivaron la creación de Francia-Cuba hace cinco décadas.

Mencionó asimismo los efectos del bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos contra la Isla y agresiones terroristas como la explosión del vapor francés "La Coubre" a su llegada al puerto de La Habana en 1960.

Visiblemente emocionado, Hazelard leyó parte de la  correspondencia que mantiene con Gerardo Hernández Nordelo, uno de los cinco antiterroristas cubanos injustamente encarcelado en Estados Unidos, y reiteró la solidaridad con esta noble causa. 

 
Por su parte, Leyde E. Rodríguez Hernández, Encargado de Negocios a.i de la Embajada de Cuba en Francia, agradeció las muestras de solidaridad y apoyo hacia los Cinco Héroes cubanos, así como a la Revolución en una fecha tan significativa para el país caribeño.

El diplomático ofreció información actualizada sobre los resultados del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba y las transformaciones puestas en marcha con el objetivo de actualizar el modelo económico del país con la participación activa del pueblo.

 Mientras, en Montpellier, al sur del país galo, representantes de Francia-Cuba Hérault y Aude, Cuba-Sí Francia, Cuba-Cooperación, el Partido y la Juventud Comunista de esa ciudad rindieron homenaje a los combatientes caídos en la heroica gesta del Moncada.

Un comunicado de condena al bloqueo estadounidense contra la Isla y a la injusta prisión de Gerardo Hernández, René González, Ramón Labañino, Antonio Guerrero y Fernando González, fue leído por los participantes en esta manifestación, quienes también colocaron una ofrenda floral ante el busto del Apóstol de la Revolución, José Martí. (Embacuba Francia)