miércoles, 20 de febrero de 2013

Mali: Crisis política y guerra. Un nuevo episodio de la intervención militar en África Subsahariana.


                                       

Lic. Yoslán Silverio González (1)

 En los últimos años la región del África Occidental se ha caracterizado por una profunda inestabilidad política derivada de conflictos post electorales, golpes de Estado y las acciones de grupos terroristas. Dichas acciones han sido desarrolladas por la red de Al Qaeda del Magreb Islámico, el principal grupo terrorista de carácter islámico que opera en  prácticamente toda la región del Sahel, principalmente en su parte occidental. Esta fue la razón por la cual Estados Unidos había implementado desde 2005 la Iniciativa Transahariana de Lucha contra el Terrorismo (ITLC). Por lo tanto el factor islamista ha estado presente en la zona y ha sido un problema de seguridad para aquellos países del Sahel. 

La crisis interna en Mali constituye otro episodio de inestabilidad política para la zona, pero con graves implicaciones regionales por la magnitud que ha alcanzado el conflicto debido a la intervención de Francia secundada por los países africanos fronterizos con Mali. Hay que decir que los grupos islamistas han aprovechado esta coyuntura para tratar de consolidar posiciones en el área maliense en el corazón del África Occidental. 

El conflicto, ahora internacionalizado, se inicio en enero de 2012 producto de una insurgencia de los tuareg en el norte del país, que en su  avance vertiginoso hacia el sur, derrotan a las fuerzas militares regulares y toman las principales ciudades hasta una región cercana a la ciudad de Mopti. En todo el territorio “conquistado” por los rebeldes tuareg se establece el Estado de Azawad (2). Ante el evidente retroceso del ejército, un sector de los militares  - baja oficialidad – realizan en marzo un golpe de Estado contra el gobierno central, lo que agudizó aún más la crisis interna y el nivel de incertidumbre política en el país. 

Automáticamente los organismos internacionales comienzan a rechazar el golpe de Estado. La Comunidad Económica de Estados del África Occidental (CEDEAO) adopta un paquete de medidas contra la Junta Militar (3). Al mismo tiempo se empieza a dilucidar la idea de una posible intervención militar, como elemento coercitivo contra la junta golpista, para restablecer el  orden constitucional violentado y salvaguardar la integridad territorial de Mali. Esta fuerza militar estaría integrada por los efectivos de la CEDEAO.

Hasta esta fecha la posición de Francia había sido la de condenar el Golpe y no reconocer los reclamos secesionistas de los tuareg. El punto de inflexión en el conflicto, y es lo que lleva al gobierno francés a tomar una postura más radical, fue el hecho de que elementos islamistas radicales comenzaran una incursión hacia el sur más allá de las fronteras artificiales del Estado de Azawad. 

La cuestión giraba en torno al hecho de que las fuerzas islamistas presentes  - Al Qaida del Magreb Islámico (AQMI) y  el Movimiento para la Unicidad y la Yihad en África Occidental (Mujao) habían infiltrado al movimiento nacionalista y laico de los tuareg  que luchaban bajo la organización Movimiento Nacional para la Liberación de Azawad (MNLA), causando fisuras internas que llevaron a la escisión de los tuareg. Los tuareg islamistas radicales se agruparon en la organización Ansar Dine (Defensores de la fe)  y comenzaron a implantar la Sharia (4) en los territorios tomados, además de llevar a cabo declaraciones sobre sus intenciones de establecer el Estado islámico más allá de las fronteras. 

La Junta Militar devenida en Gobierno de Transición, inicia un proceso de búsqueda de respaldo internacional para hacer frente a esta amenaza islamista, que lo llevó a solicitar la intervención militar en el marco de la CEDEAO y de la ONU. El presidente de Mali, Doincounda Traoré, y su primer ministro, Modibo Diarra, enviaron una carta al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, en la que piden que el Consejo de Seguridad autorice la intervención internacional, según declaraciones  ante la prensa en Naciones Unidas el ministro de Exteriores de Francia, Laurent Fabius.(5)

 Luego de rondas de negociaciones fue aprobada por unanimidad de los quince miembros del Consejo de Seguridad, la  Resolución 2071 (6) del 12 de octubre de 2012, donde se daba un plazo de 45 días para confeccionar una estrategia militar entre los países de la subregión para hacer frente a las crisis política. En noviembre varios dirigentes de la CEDEAO y de otros países africanos decidieron enviar 3.300 militares durante un año para ayudar al ejército maliense a expulsar del norte a los grupos islamistas.  El Consejo de Seguridad aprobó, el 20 de diciembre, el despliegue de una fuerza internacional en Mali sin fijar un calendario preciso. En su avance hacia el sur  los islamistas se adueñan, 10 de enero de 2013, de la localidad de Konna a solo 70 kilómetros de Mopti. Por la forma rápida en la que se desenvolvieron los hechos, ya el 11 de enero, Francois Hollande confirmaba el compromiso de las fuerzas armadas francesas en Mali por  “el tiempo que sea necesario” (7)

El presidente Hollande impulsó la intervención  militar  el 11 de enero bajo el pretexto de la amenaza terrorista islámica, cuando los grupos yihadistas se aproximaban a Mopti, ciudad que les abriría las puertas de Bamako. Con la  llamada operación Cerval, Francia inició otro período de intervención militar directa en África. Por supuesto, dicha actitud belicista parte de una tendencia en las relaciones de Francia con sus ex colonias africanas, sobre las cuales todavía tiene gran poder de influencia. Dicho así, el país galo estaba llamado a desempeñar un rol decisivo en los acontecimientos, aspecto que ha sido aceptado tácitamente por los gobiernos africanos. 

Francia tiene un historial de intervenciones militares en sus antiguas colonias en momentos de revueltas, golpes de Estado e inestabilidad política. En esta línea se encuentran las producidas en Gabón, República Centroafricana, Costa de Marfil, la República del Congo. El antecedente más cercano se tiene en el rol protagónico  que tuvo liderando la intervención de la OTAN en Libia. Un aspecto novedoso podría ser el carácter preventivo que tiene la intervención, contra la expansión del islamismo radical. Todo ello pudiera ser utilizado a largo plazo por las potencias occidentales para demostrar que la lucha contra el terrorismo sigue estando en la agenda internacional. Es por ello que una parte de la opinión pública, incluso dentro de Francia, desconfíe o muestre recelos sobre las “buenas” intensiones de Francia debido a su actuación en otros episodios de conflicto. 

Aunque Francia tiene el apoyo diplomático de la Unión Europea (UE) y el respaldo legal de la ONU sigue buscando el marco para la incorporación de una fuerza militar africana que le daría a las acciones militares un elemento multilateral. Mientras tanto sigue llevando el peso de las operaciones militares porque el contingente africano previsto se ha ido incorporando lentamente. Los jefes de Estado Mayor de la CEDEAO celebraron varias reuniones en Bamako para acelerar la intervención de una fuerza africana de apoyo a las autoridades de Malí. En estos encuentros se perfilaron los aspectos organizativos de la misión militar (AFINSA) que estaría compuesta por 3.300 efectivos y dirigida por Nigeria. La ofensiva francesa contaba con 750 militares en el terreno en una primera etapa, a quienes se sumarán progresivamente 1.750. La cifra de soldados franceses directamente implicados llegó a los 4 mil efectivos. Francia será acompañada en su intervención por Nigeria con 900 soldados, Níger 500, Burkina Faso 500, Togo 500, Senegal 500, Benín 300, Guinea 144 y Ghana 120 soldados, que enviarán a sus efectivos también progresivamente. Al menos este era el número de efectivos planificados. La intervención militar en Malí representa unos 400 mil euros diarios a Francia y hasta febrero de 2013 le  ha costado al país galo, 70 millones de euros (8)

Las acciones principales se realizan desde la aviación mediante los bombardeos nocturnos contra presuntos depósitos de armas, pero también se han movido fuerzas blindadas procedentes de la base francesa de Abiyán en Costa de Marfil que comenzaron a llegar a Bamako desde el 15 de enero. La intervención de las unidades aéreas llegó procedente de las bases estacionadas en Chad. Argelia, uno de los países afectados de manera más directa por compartir buena parte de su frontera sur con Mali, autorizó que la aviación francesa utilizara su espacio aéreo para las incursiones en el norte de Mali. El ministro de Defensa español, Pedro Morenés, comunicó que España está permitiendo el sobrevuelo por el mar de su espacio aéreo a los aviones franceses. Ha insistido en que España apoya políticamente la intervención francesa porque es esencial que la situación no se deteriore más en Malí, lo que pudiera incrementar la presión migratoria. España ha recibido los mayores flujos migratorios procedentes del continente africano (9). Estos hechos siempre han sido presentados como una amenaza a su seguridad. 

Hay que tener en cuenta también cuáles son los intereses franceses en la región que se pudieran haber visto afectados por los avances de los insurgentes tuareg e islamistas hacia el sur. En este sentido no se puede perder de vista que la industria nuclear francesa es dependiente de las importaciones de uranio procedentes del oeste de Níger (10). Gilles Labarthe, fundador de la agencia de noticias suiza DATAS, en su análisis de las causas que pudieran haber estimulado la  decisión francesa de intervenir,  señala lo complicado que es identificar qué lobby industrial es el que está detrás de todo (11), pero apunta hacia compañías como la francesa Areva. Dicha compañía tiene importantes explotaciones de uranio en Níger -apenas a unos 200 kilómetros de la frontera con Malí-  que se pudieran ver afectados con una propagación del conflicto hacia Níger. Otro punto de vista es el hecho de que Malí podría estar en el punto de mira de las prospecciones de uranio, sobre todo en el centro del país, así como de gas en el norte. Esta información ha sido manejada por los medios pero no hay confirmación de ello.  

El oro es el otro gran atractivo de Malí. La mayor parte de las explotaciones de oro se encuentran al sur del país, en el sureste (Morila) o en la franja occidental, ya en la frontera con Senegal (Kéniéba, Faléa). Dichas minas prácticamente no han sufrido ninguna consecuencia negativa del conflicto, pero una fuente de  preocupación pudo haber sido el hecho de que los grupos rebeldes se hicieran con el control de los yacimientos, ganando una capacidad de financiación sin precedentes. Así como que se vieran afectadas las propiedades de los franceses residentes en el país – un total de 6 mil. 

Al intervenir militarmente en Malí, Francia se enfrenta a una red no precisa de organizaciones islamistas difíciles de determinar,  a un enemigo difuso que puede estar en cualquier lugar. Algunas de las  facciones islamistas se disputaban el control de un supuesto estado islámico de Azawad. (12). Varios días después de las primeras incursiones militares francesas, los grupos armados islamistas evacuaron tres poblados del norte de Malí, además de Duentza y las dos “capitales” de la coalición islamista Tombuctú y Gao, quedaron sin sus combatientes. Los depósitos de armas más importantes de AQMI y de Ansar Dine habían sido llevados desde hacía mucho fuera de ahí y puestos a buen recaudo en la región de Bambara-Maudé, donde se encontraban importantes números de armas pesadas aseguradas en Libia o aquellas que habían sido quitadas al ejército de Malí en abril de 2012 (13).

El abandono de posiciones por los islamistas no se parece en nada a una fuga en masa, sino más bien a una retirada táctica como han expresado algunos de los voceros de las organizaciones islamistas. Las fuerzas franco – malienses han tomado las principales ciudades del norte del país. Tal vez el problema ahora se dificulte para las fuerzas intervencionistas debido a que el escenario de guerra se traslada hacia las numerosas localidades vecinas, más pequeñas, menos visibles y perdidas en el desierto, desde las cuales pudieran tratar de efectuar ataques las células islamistas.

Algunos analistas están previendo que el escenario maliense se pueda convertir en el Afganistán francés (14). Todavía no queda claro cuánto durará la intervención militar francesa en Mali, puesto que a pesar de la superioridad militar, se está combatiendo contra un enemigo difícil de precisar, en un terreno desértico y montañoso. Se plantea como fecha tope el mes de marzo. A partir de aquí se comenzarán a disminuir los efectivos militares franceses para dar paso a una misión de mantenimiento de paz de la ONU (15). La guerra que se le presenta a los franceses es pues una guerra de escaramuzas y continuo movimiento por el desierto en un territorio inmenso y poco poblado. A ello también se agrega el hecho de que no están combatiendo contra un enemigo real sino contra personas que tienen una ideología  religiosa extremista de corte islámico. Esto lleva a la necesidad de preguntarse cómo van a saber quiénes son los islamistas y quiénes no lo son. Tendrían que desarmar a todos aquellos milicianos tuareg y no tuareg, y lograr neutralizar a los integristas. 

En resumen, la crisis  en Mali tiene un carácter multicausal y multidimensional. Se está en presencia de una intervención extranjera liderada por Francia – antigua potencia colonial – pero de mutuo acuerdo con los países africanos, los cuales secundan las acciones galas. El factor islamista una vez más está presente en un escenario de conflictividad y la crisis humanitaria propia de este tipo de hechos se sigue agudizando. Todavía queda pendiente el proceso final de transición política en Mali, difícilmente alcanzable mientras perdure la situación de inestabilidad interna. Finalmente se ha desatado un nuevo conflicto en África que por las magnitudes que tiene llevan a los analistas a plantear la hipótesis de una nueva Somalia en el contexto africano.

Citas y Notas

1. Licenciado en Historia por la Universidad de la Habana (2009). Fue investigador del Centro de Estudios sobre África y Medio Oriente (CEAMO) del 2009 al 2010. Miembro de la Cátedra de Estudios Africanos Amílcar Cabral de la Universidad de la Habana. Profesor de Historia de Cuba.  Aspirante a Investigador  del Centro de Investigaciones de Política  Internacional (CIPI)  desde 2012. Labora en este Centro atendiendo las regiones de África Occidental y Central  

2. El MNLA declaró la independencia total del Azawad  el 6 de abril de 2012 en los territorios que conforman las provincias de Gao, Nidal y Tombuctú, representan el 65% del país, un área de 800 mil km2, una superficie del doble de la Francia.   

3. La suspensión de Mali en todas las instancias de la CEDEAO. El cierre de las fronteras. La congelación de sus fondos en el Banco Central de los Estados de África Occidental (BCEAO) y el no aprovisionamiento de las bancas nacionales. La suspensión de los programas de ayuda al desarrollo.

4. Los islamistas se caracterizan por tener una visión conservadora de la ley islámica – Sharia – la cual aplican de forma estricta, sobre todo en los aspectos del ámbito familiar, con las mujeres y contra elementos de la cultura occidental o de la etapa preislámica. En el caso del norte de Mali prohibieron la difusión de música occidental en las emisoras, destruyeron manuscritos, algunos de ellos de la época preislámica que según ellos no son afines con la religión musulmana y exhortaron a las mujeres a eliminar de sus vestuarios el uso de pantalones y cambiarlos por faldas y vestidos  tradicionales.

5. Mali le pide al Consejo Seguridad que autorice fuerza militar en el norte del país

6. Resolución 20 71 del Consejo de Seguridad. Disponible en: http://www.realinstitutoelcano.org/wps/wcm/connect/90c2a7004dd7d95fb806b8b58c6e4bde/CSNNUU_Resol2071_Mali.pdf?MOD=AJPERES&CACHEID=90c2a7004dd7d95fb806b8b58c6e4bde

7. Chems Eddine Chitour. “Mali está hecho añicos, ¿a quién le toca ahora?” 16-01-2013. Disponible en: http://www.perfileconomicomundial.com/index.php?option=com_content&view=article&id=10177:mali-esta-hecho-anicos-ia-quien-le-toca-ahora&catid=35:elmundo&Itemid=71

8. "Lo que más cuesta es el transporte de tropas y material: 50 millones de euros fueron gastados para transportar a los 4.000 soldados y su equipamiento a África". "Hemos transportado 10.000 toneladas de material en quince días. Tanto como en un año en la retirada de Afganistán", precisó Jean-Yves Le Drian, ministro de Defensa "Francia desembolsa cada día 2,7 millones de euros. Una factura sensiblemente más alta que en Libia (1,6 millones de euros diarios) o Afganistán (1,4 millones)". Ver: “La guerra en Malí le ha costado a Francia 70 millones de euros”. Disponible en: http://www.espanol.rfi.fr/francia/20130207-la-guerra-en-mali-le-ha-costado-francia-70-millones-de-euros

9. Ejemplo de ello fue lo que se conoció como crisis de los cayucos entre 2005 y 2007, donde España recibió flujos migratorios procedentes de África por diversos situaciones internas en la región.

10. Níger es el tercer productor mundial. Y Areva se encuentra en Níger, en concreto en la ciudad minera de Arlit, desde 1968. “Las dos minas gigantes emplazadas en medio del desierto en Níger que explota Areva son vitales para los intereses del grupo empresarial francés, líder mundial en tecnología nuclear: constituyen los dos tercios de su producción mundial de este mineral estratégico. Es más, de los yacimientos de Somair y Cominak se alimentan, a la postre, a través de Areva, una tercera parte de los 58 reactores nucleares de que dispone Francia, que a su vez producen el 75% de la energía eléctrica que consumen los franceses. De ahí la importancia estratégica de estas minas de uranio para el Gobierno de Francia. Y no sólo para él. Gracias a su red de centrales nucleares, Francia exporta electricidad a España, Alemania, Italia, Holanda y Reino Unido, entre otros países.” Ver: Antonio Jiménez Barca. “Dos minas de uranio vitales para los reactores atómicos franceses”. Disponible en: http://elpais.com/diario/2010/09/22/internacional/1285106401_850215.html

11. DAVID BOLLERO. “La sombra del uranio sobrevuela Malí” Londres 18/01/2013. disponible en: http://www.publico.es/internacional/449106/la-sombra-del-uranio-sobrevuela-mali

12. Juan Pedro Quiñonero. “Hollande mete a Francia en una guerra como la de Afganistán”. Disponible en: http://www.abc.es/internacional/20130114/abci-mali-guerra-201301132120.html
14/01/2013

13. Jean-Philippe- Rémy. “Malí: entre el uranio y Al Qaeda” Le Monde. 18 Enero 2013.Disponible en: http://www.milenio.com/cdb/doc/noticias2011/ead0fb4996ed7c27a143be6e0d978b32#

14. Soren de Velasco Galván. “Malí: ¿el Afganistán francés?” Disponible en: http://www.lja.mx/2013/01/mali-el-afganistan-frances-taktika/

15. “Milicias islamistas ofrecen resistencia tras el avance de las tropas francesas en el país africano. Francia habla de un posible regreso de sus tropas”. 6 de febrero de 2013. Disponible en: http://www.dw.de/guerra-de-guerrillas-en-mali/a-16578675


Bibliografía.

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ACNUR alerta de que el conflicto de Malí generará 700.000 desplazados. 18 de enero de 2013. Disponible en: http://www.europapress.es/internacional/noticia-acnur-alerta-conflicto-mali-generara-700000-desplazados-20130118121610.html

Consejo de Seguridad aprueba resolución que pide intervención militar en Mali. Disponible en: http://www.un.org/spanish/News/fullstorynews.asp?NewsID=24743

Díaz, Juan Carlos. La conformación de un gobierno de unidad nacional gravitan sobre el empobrecido país. 03/09/2012 Prensa Latina. Disponible en: http://www.webislam.com/noticias/77124-mali_los_tambores_de_guerra.html

 Eddine Chitour, Chems. “Mali está hecho añicos, ¿a quién le toca ahora?” 16-01-2013. Disponible en: http://www.perfileconomicomundial.com/index.php?option=com_content&view=article&id=10177:mali-esta-hecho-anicos-ia-quien-le-toca-ahora&catid=35:elmundo&Itemid=71

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Valiente, Alexandra. “MALI AND THE ATTACK ON THE SOVEREIGNTY OF AFRICA”. 14 de octubre de  2012. Disponible en: http://libya360.wordpress.com/2012/10/14/mali-and-the-attack-on-the-sovereignty-of-africa/
Zounmenou, David. “Resolving the Political Stalemate in Mali”. 18 May 2012.Disponible en: http://www.issafrica.org/iss_today.php?ID=1485


            

martes, 19 de febrero de 2013

EE.UU. y la institucionalización de “un nuevo orden panamericano” en Nuestra América



Por Alejandro L. Perdomo Aguilera
Resumen:
El trabajo analiza la conformación del nuevo orden panamericano luego del fin de la Guerra Fría. Para ello se identifican los elementos militares, político-diplomáticos, jurídicos-institucionales, ideológico-culturales e informacionales, mediante los cuales se ha reconfigurado la política exterior y de seguridad de EE.UU. en todo el continente americano. En este sentido, se aprecia la influencia del contexto internacional y las peculiaridades de las relaciones interamericanas en la posguerra fría, para dilucidar la proyección hegemónica del gobierno permanente de EE.UU. en Nuestra América.
Palabras claves: hegemonía, relaciones interamericanas, EE.UU., Canadá, América Latina y el Caribe.
Concluía la política de Guerra Fría con el derrumbe del llamado campo socialista de Europa del Este. En este escenario el presidente George Bush padre (1989-1993), planteó la necesidad de construir un “nuevo orden mundial” donde se consolidara la hegemonía estadounidense. Para las relaciones panamericanas, este interés hegemónico fue proyectado a través de instrumentos político-jurídicos, económicos, militares, de seguridad e ideológico-culturales, en interés de configurar “el nuevo orden panamericano”. (Suárez Salazar, 2003)
En la arena Latinoamericana y caribeña vieron el fin varios procesos progresistas en Centroamérica, con la derrota del FSLN de Nicaragua en las elecciones de 1990 y la “solución política y negociada del conflicto salvadoreño” (enero de 1992).
Las administraciones de George H. W. Bush (1989-1993) y William J. Clinton (1993-2001) en la década del 90 y de George W. Bush (2001-2009) y Barack Obama (2009- ) hasta la actualidad, han reflejado la continuidad del interés de consolidación hegemónica regional, independientemente de los cambios y matices ajustados al contexto histórico e internacional, las condicionantes internas de ese Estado-nación y las características de cada presidente.
En el plano militar y de seguridad ya se venían preparando nuevos enemigos que sustituyeran la “batalla” contra el comunismo, y continuaran alentando el Complejo de Seguridad Industrial[1] para el enfrentamiento al llamado narcotráfico. (Perdomo, 2012) En este sentido, el gobierno de Ronald Reagan (1981-1989) había incentivado la guerra contra el flagelo de las drogas, con una militarización que ha sido continuada por los diferentes gobiernos demócratas y republicanos de ese país.
El contexto internacional para la política exterior y de seguridad del líder del sistema-mundo (según la teoría de I. Wallerstein), estuvo incidida por la Guerra del Golfo Pérsico entre 1990 y 1991. La necesidad de nuevas guerras por el control de recursos naturales geoestratégicos, adquirió como justificaciones más útiles la lucha contra el terrorismo y contra el narcotráfico, aunque también fueron revalorados los temas de las migraciones descontroladas, la gobernabilidad y los derechos humanos, entre otros. 
El sistema interamericano se reajustó para ello, con nuevo aparato categorial, de principios y valores acordes al nuevo contexto internacional. Entre los instrumentos político-jurídicos de este periodo se destaca el Compromiso con la Democracia Representativa y la Modernización del Sistema Interamericano, aprobado en 1991 en la Asamblea General de la OEA, en Santiago de Chile. Este adecuaba la institucionalidad de sistema interamericano con principios y valores, susceptibles de ser reinterpretados de manera desfavorable para gobiernos latinoamericanos y caribeños, que resultaran perjudiciales para las pretensiones imperiales de UE. Estas reformas de la OEA impulsadas por Washington en la posguerra fría, contaron con la cooperación de Canadá.[2]
Como parte de esas reformas fue firmado en 1991 el Protocolo de Washington, el cual invalidaba los principios del “pluralismo ideológico y político” establecido en el Protocolo de San José en 1975. En septiembre de 2001, fue aprobada la Carta Democrática Interamericana (CDI), que revaloraba los la necesidad de “promover y consolidar la democracia representativa”. Con ello, se ponderaba la necesidad de consolidar la democracia y el Estado de derecho en los países miembros.
La firma de la CDI ocurre en un complejo escenario internacional, luego de los ataques terroristas contra las Torres Gemelas (World Trade Center de Nueva York) y el Pentágono de Estados Unidos de América, que aprovechó muy bien la diplomacia estadounidense para impulsar la aprobación de este documento, con el conmovedor discurso del ex Secretario de Estado, Colin Powell, en la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos (OEA), en Lima. Estos hechos “validaron” la Estrategia de Seguridad Nacional de EE.UU. de 2002, que dio a conocer públicamente el presidente G.W. Bush, la cual ha tenido un impacto significativo en el sistema interamericano. (Véase: Suárez, 2003)
Los instrumentos económicos de EE.UU. para Nuestra América, también han ejercido un papel notorio en la conformación del “nuevo orden panamericano”. Estos tuvieron una base inicial en 1990, cuando ese país emitió una serie de recetas económicas para los países de la región, a través del Consenso de Washington. Estas políticas económicas tenían como fin, perpetuar la dependencia estructural a la economía estadounidense e incrementar la explotación del hemisferio occidental.
También con ese objetivo fueron promovidos algunos acuerdos económicos-comerciales como la fracasada Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), y otros más efectivos como el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (NAFTA por sus siglas en inglés), entre EE.UU., Canadá y México; el Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana (DR-CAFTA) y los TLC para los países de Suramérica (Colombia, Perú y Chile). 
En el plano ideológico-cultural, se incrementó la diplomacia ciudadana y el trabajo con los llamados sectores vulnerables de las sociedades latinoamericanas y caribeñas, con la influencia de los patrones ideológico- culturales, reforzados con el poderío sobre los medios de comunicación y la industria cultural (Hollywood). También en el orden ideológico e intelectual, se han apoyado en la influencia de ideólogos estadounidenses provenientes de los centros de pensamiento y su rotación por los diferentes gobiernos, lo cual ha tenido un impacto considerable en el ejercicio de una política exterior y de seguridad más ajustada a las preferencias e intereses de cada país y subregión.
 En este sentido, fue importante la actuación de académicos como Anthony Lake y Richard Feinberg en la Administración del William Clinton.  (Suárez, 2003) Influido por este pensamiento, el gobierno de Clinton avaló la necesidad de una renovación de las relaciones político-diplomáticas hacia el hemisferio, donde se revaloraba, entre otros aspectos, la atención a la sociedad civil. Orientada en este fin, la Administración de W. Clinton, convocó en 1994 a la Primera Cumbre de las Américas (sin la presencia de Cuba), realizada en Miami entre el 9 y el 11 de diciembre de ese año.
Los objetivos de esta cumbre y sus posteriores ediciones han estado encaminados a concertar los intereses interamericanos de una forma más hábil e inteligente. Con estas reuniones, el gobierno estadounidense logró un nuevo foro donde reajustar el sistema interamericano a los nuevos tiempos, haciendo hincapié en aquellos aspectos que resultan más factibles para los objetivos de política exterior y de seguridad de Washington en la región.
En las Cumbres de las Américas de los años 90 EE.UU. contó con el apoyo canadiense para consolidar las políticas del llamado “espíritu de Miami”, que acentuaban las asimetrías existentes entre Canadá y EE.UU. respecto a Latinoamérica y el Caribe. En 2001, Canadá fue sede de la Cumbre, realizada en la Ciudad de Québec, donde mantuvo una política descontextualizada de la realidad regional, abogando por la inclusión de conceptos como la “seguridad humana” -que luego han sido utilizados por el Imperio estadounidense para las intervenciones, bajo la llamada responsabilidad de proteger- que amenazaban el respaldo la soberanía y la no intervención[3] en los pueblos de Nuestra América. 
No obstante a que en las siguientes Cumbres, el contexto regional ha favorecido posiciones más contestatarias (la Cumbre de Trinidad y Tobago y la de Cartagena, en Colombia), ello no significa necesariamente el fracaso de estas reuniones, para los intereses estadounidenses.
En el orden militar han continuado las intervenciones estadounidenses en la región, con un trabajo más coordinado entre el poderío militar (hard power) y los instrumentos político-diplomáticos, culturales e informacionales (soft power,) que han perfilado la diplomacia interamericana, ganando el apoyo  de países como Canadá. Este país, influido por concepciones de política exterior y de seguridad, que priorizaban elementos de seguridad transnacional, como la lucha contra el tráfico ilícito de drogas y otros delitos  conexos, sobre aspectos de la seguridad nacional, apoyó a EE.UU. en las llamadas  “intervenciones democráticas” en Perú (1992), Guatemala (1993), Haití (1994) y Paraguay (1996).
Estos hechos denotan como EE.UU. ha perfeccionado los instrumentos del poderío nacional (Perdomo, 2012) para justificar las incursiones imperiales como humanitarias, en aras de preservar la estabilidad, la gobernabilidad y la seguridad humana. Entre los ejemplos más significativos se destacan:
- La ratificación del  Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) por el Congreso estadounidense y la Casa Blanca en 1994, con las “enmiendas laboral y medio ambiental”. (Suárez, 2006)
- La intervención en Haití, luego del golpe de Estado contra el gobierno del presidente Jean-Bertrand Aristide en 1994. Posteriormente a su devolución, Washington obligó a ese presidente reelecto (2001-2003) a aceptar el tutelaje de la OEA en los asuntos internos y seguir su liderazgo en la guerra antidroga, y un control de la emigración hacia Estados Unidos.
- La firma de un tratado acuerdo entre EE.UU. y El Salvador para la creación de un  centro de monitoreo de la Marina de Guerra de ese país, con el que se aseguraba el control del espacio aéreo y marítimo de la subregión centroamericana.
- El Plan Colombia
- La Iniciativa Regional Andina (IRA)
- La Iniciativa Mérida
- La Iniciativa de  Seguridad Regional para América Central (CARSI)
- La Iniciativa para la Seguridad de la Cuenca del Caribe
- La reactivación de la IV Flota
- El uso de 7 nuevas bases en Colombia
- La injerencia de agencias como la USAID, la NED y la DEA en los asuntos internos de gobiernos reformistas-revolucionarios y nacionalistas de la región.
Estas transformaciones permiten reconocer la existencia de un “nuevo orden panamericano” para el cual los países de la región deben articular sus diferencias y unirse sobre lo que los funde, “como la plata en las raíces de los Andes”, para evitar que el “gobierno permanente” de los EE.UU. (Suárez Salazar, 2003) consolide su proyección hegemónica sobre Nuestra América.
  
Referencias Bibliográficas
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[1] Se denomina Complejo de Seguridad Industrial y no Militar Industrial, pues se considera que es mucho  más abarcador en otras esferas que lo estrictamente militar.
[2] Canadá se inserta en el sistema interamericano institucionalizado, en enero de 1990 (luego de haber sido observador durante 18 años) con el gobierno conservador de Brian Mulroney (1984-1993).
[3] No obstante a estas acciones, la pujanza del gobierno de la República Bolivariana de Venezuela posibilitó que fueran incluidas las cláusulas defensoras de la soberanía y la no intervención a la Carta Democrática Interamericana, aprobada por la Asamblea General de la OEA en Lima, Perú, en septiembre de ese mismo año.