lunes, 17 de junio de 2013

La "colaboración antagónica" entre las potencias imperialistas del siglo XIX


   Por  Raquel Susini Varona      
           Doris Ortiz Remón 
          

Las clases poderosas tienen intereses comunes, léase las clases hegemónicas, se entienden y la relación entre ellas se da en un continuo proceso de colaboración-concertación-confrontación marcado por intereses nacionales y pretensiones individuales.

En el siglo XIX, las potencias habían alcanzado diferente grado de desarrollo. A la cabeza se habían colocado Francia e Inglaterra con sendas revoluciones industriales; España, portadora de una vieja estructura colonial y EEUU, una nación en franco proceso de desarrollo y expansión.

En 1823, EEUU enunció la Doctrina Monroe, que constituyó una declaración unilateral del gobierno norteamericano cuyo fin último era apartar a las naciones del viejo continente de América; a la par que se comprometía a abstenerse de intervenir en los asuntos europeos. Para las frágiles naciones latinoamericanas estas afirmaciones constituyeron una condición de que, bajo el amparo norteamericano, podrían hacer frente a las amenazas por parte de las potencias europeas. 

Lo que sí quedó claro es que la posición norteamericana se erigió solo en declaración formal pues no reaccionaron frente a la intervención española en México (1829), la invasión británica a las Islas Malvinas (1833), las aventuras francesas y británicas en Río de la Plata (1838-1850), la ocupación de Francia de Veracruz y la anexión gradual de territorios centroamericanos por parte de Inglaterra. En el caso cubano también cabe destacar como un pequeño ejemplo el no reconocimiento de la beligerancia y la negativa de vender 30 cañoneras que permitirían a los cubanos fortalecer su armamento en las luchas de liberación.

Pese a lo anteriormente mencionado en el terreno político, durante el siglo XIX, EEUU se devela como potencia económica en franco proceso de expansión y futura consolidación; lo cual lo coloca como un actor decisivo en las relaciones con América Latina y el Caribe. Aunque España mantenía un poderío en el plano político –consecuente con los intereses norteamericanos- paralelamente EEUU comenzó un proceso paulatino de penetración en las economías de la región. 

En general, las relaciones entre las potencias fueron oscilantes, marcadas siempre por el interés hegemónico en América Latina y sus pretensiones imperiales. Sin embargo, hacia finales del siglo XIX, con la consolidación económica y política a nivel internacional que experimenta EEUU; las relaciones con las potencias europeas comienzan un cambio de tono y se comienza a asumir en el terreno político una posición más agresiva en el discurso y que en siglo XX iría mucho más allá.

No obstante, el concepto de colaboración antagónica presentado por Ruy Mauro Marini, explica el proceso contradictorio de manifestación dual, inherente a la lógica del sistema capitalista expresado, en primer lugar, en las contradicciones antiimperialistas y en segundo lugar, entre dichas potencias y sus territorios coloniales o las naciones subdesarrolladas con las cuales mantienen vínculos.

“La lógica capitalista, que subordina la inversión a la expectativa de beneficio, lleva esos capitales a las regiones y sectores que parecen más prometedores. La consecuencia es, a través de la repatriación de capitales, un aumento suplementario del excedente, que impulsa a nuevas inversiones en el exterior”. 1 

No es hasta el siglo XX cuando este tipo de relaciones llega a su máxima expresión tras la segunda guerra mundial en el cual EEUU, la nueva potencia poseedora de la hegemonía mundial en todos los terrenos, se aboca a la reconstrucción de la devastada Europa a través del Plan Marshall; cuyo fin era devolver a las otroras potencias –principal competencia en el siglo XIX- el dinamismo a sus economías nacionales para crear los imprescindibles nuevos mercados.

En este sentido, Marini explica que: “los demás países industrializados, (…) sometidos a la penetración de las inversiones norteamericanas, volviéronse a su vez centros de exportación de capitales y extendieron simultáneamente sus fronteras económicas, dentro del proceso ecuménico de la integración imperialista. Las tensiones que intervinieron entre esos varios centros integradores, de desigual grandeza (como, por ejemplo, Francia y Estados Unidos), aunque no puedan, como en el pasado, llegar a la hostilidad abierta, y tengan que mantenerse en el marco de la cooperación antagónica, obstaculizan el proceso de integración, abren fisuras en la estructura del mundo imperialista y actúan vigorosamente en beneficio de lo que tiende a destruir las bases mismas de esa estructura: los movimientos revolucionarios en los países subdesarrollados”. 2  

Más adelante señala que “la expansión del capitalismo mundial y la acentuación del proceso monopolista mantuvieron constante la tendencia integracionista, que se expresa hoy, de manera más evidente, en la intensificación de la exportación de capitales y en la subordinación tecnológica de los países más débiles”. 3

Lo cierto es que durante las fases de surgimiento-expansión-‘decadencia’ de una u otra de las potencias mundiales siempre se ha apreciado un proceso de confrontación-colaboración que ha devenido en una suerte de reacomodo en el cual todas han subsistido en el complejo sistema capitalista mundial; aunque posean desigual desarrollo económico y político, pues como alertaba Lenin, ello es “una ley absoluta del capitalismo”.4

Notas:

1. Marini, R.: La integración imperialista y América Latina. Tomado de La teoría social Latinoamericana:    Textos escogidos, UNAM, México, 1994, Tomo II,  págs 15-19.
2. Marini, R.: La integración imperialista y América Latina. Tomado de La teoría social Latinoamericana: Textos escogidos, UNAM, México, 1994, Tomo II,  págs 15-19.
3. Ibídem 
4. Lenin, V.: La consigna de los Estados Unidos de Europa. En Sotsial-Demokrat, núm. 44, 23 de agosto de 1915. Disponible en: www.marxists.org  Consultado 9 de enero de 2012.



viernes, 14 de junio de 2013

Drones económicos contra Latinoamérica



Por Hedelberto López Blanch

Publicado en Opciones, Rebelión, Ajintem, Aporrea, Telesur, Kadadiasomosmas, Diario de Chile

Los cambios ocurridos en los últimos años en la América Latina para bien de la mayoritaria población que durante décadas ha sufrido la explotación neocolonial y neoliberal con políticas impuestas desde Estados Unidos, ha provocado gran malestar en las fuerzas de la derecha, no solo de la región sino también de Europa occidental. 

La pauta la enunció recientemente el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, durante un discurso ante el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de su país cuando enfatizó: "el hemisferio occidental es nuestro patio trasero, es de vital importancia para nosotros”. 

El jefe de la diplomacia estadounidense, exhortó a la administración de Barack Obama a hacer un esfuerzo especial con los países latinos, y “tratar de cambiar la actitud de un número de naciones, donde obviamente hemos tenido una especie de ruptura en los últimos años”. 

Tras sus declaraciones se efectuó en Perú la VII Cumbre de la Alianza Pacífico con la clara misión de formar un bloque neoliberal que obstruya las proyecciones de integración latinoamericana impulsadas por gobiernos progresistas y democráticos en la región que impulsan el desarrollo económico y social con el apoyo a las empresas públicas sin desdeñar a las privadas. 

Gobiernos como Argentina, Ecuador, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, han ido recuperando en los últimos años, compañías de producción o de servicio que antes estaban en manos de transnacionales, las cuales saqueaban las riquezas de estos países sin ningún beneficio para sus pobladores. 

Esas posiciones económicamente soberanas y de independencia nacionales han sido rechazadas y criticadas por Estados Unidos y la Unión Europea, así como por organismos financieros internacionales controlados desde esos centro de poder, como son el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM). 

No fue casual que con esas intenciones, en los días finales de mayo, se efectuara en París un foro organizado por el Ministerio de Economía y Finanzas francés, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). 

En el mitin todos los asistentes lanzaron numerosos consejos neoliberales a la América Latina pues según se argumentó, “las reformas son la única salida que tiene la región para mantener un crecimiento alto, capaz de sacar a su población de la pobreza ante la depreciación de los precios de las materias primas y un contexto internacional difícil”. 

El director de la OCDE, el mexicano Ángel Gurría, fue enfático en sus planteamientos: "Reformas, reformas, reformas, es la respuesta para adaptarse a las dificultades que se vislumbran para seguir creciendo". 

Por su parte, el presidente del BID, Luis Alberto Moreno señaló que "no hay alternativa, estamos atrasados, la complacencia nos sigue atacando y sobre todo a los países de relativa riqueza natural". 

En contraposición, el último informe emitido en abril por la CEPAL, un organismo que sí conoce y analiza todos los pormenores de la región, indica que los países de América Latina y el Caribe crecerán en promedio 3,5 % en 2013, gracias al dinamismo que mantendrán la demanda interna y el mejor desempeño de Argentina y Brasil en comparación con 2012. 

La CEPAL argumentó que esa expansión estará respaldada por la persistencia del crecimiento del consumo como consecuencia de los mejores indicadores laborales y del aumento del crédito bancario al sector privado y, en menor medida, de la inversión. A esto se suma la permanencia de elevados precios de las materias primas, las que si bien se espera que registren una baja en relación con 2012, se mantendrían todavía en niveles elevados. 

El organismo de las Naciones Unidas prevé un crecimiento regional levemente menor con respecto a la estimación entregada en diciembre pasado (3,8 %) debido principalmente a que se mantiene la incertidumbre sobre el futuro de la economía internacional y el bajo dinamismo de las economías desarrolladas. 

Para reforzar el informe de la CEPAL, José Graziano da Silva, director general de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) puntualizó que “América Latina es la región del mundo con más avances hacia la erradicación del hambre”. Según datos de este organismo de la ONU, Latinoamérica y el Caribe han logrado en poco más de 10 años reducir en 16 millones el número de personas con hambre, con lo que "ha demostrado que ese flagelo se puede disminuir, incluso eliminar", argumentó Graziano. 

En ese sentido, el alto funcionario de la FAO, al analizar los graves problemas que afectan a Europa por la crisis económica, con incremento del desempleo que obliga a la población a acudir a los bancos de alimentos para abastecerse, recomendó a los gobiernos de esos países, reforzar coberturas sociales para dotar de víveres a la población más necesitada. 

A simple vista, existe una contradicción entre lo que plantean la CEPAL y la FAO, y los análisis que realizan grupos como la Alianza Pacífico u organizaciones como OCDE y BID. 

Ejemplo de lo que sucede cuando se impulsan medidas neoliberales y de privatizaciones extremas es el de la Unión Europea. Al economista jefe del FMI, Olivier Blanchard, no le quedó más remedio que reconocer el "error" cometido por el organismo internacional a la hora de recomendar recortes a los gobiernos europeos ya que no supieron entender que el compromiso de las autoridades con la austeridad acabaría con el crecimiento. 

Blanchard, en un informe titulado 'Errores en el Pronóstico de Crecimiento y Multiplicadores Fiscales' puntualizó que el FMI se equivocó a la hora de valorar el impacto de la austeridad en los países europeos. 

La realidad es que América Latina desde la IV Cumbre de las Américas en Mar del Plata cuando fue derrotado el proyecto norteamericano del Área Libre Comercio para las Américas (ALCA), tomó un rumbo más independiente en sus proyecciones de crecimiento y desarrollo soberano. 

Ahora, las potencias hegemónicas tradicionales y sus gobiernos afines, están lanzando drones con bombas económicas contra la región para tratar de que esta vuelva a ser el “traspatio de Washington”. Claro que los tiempos, los gobiernos y los pueblos no son los mismos de hace 30 años.