martes, 9 de agosto de 2011

Sepa lo que es el capitalismo


 Por Atilio A. Borón


El capitalismo tiene legiones de apologistas. Muchos lo hacen de buena fe, producto de su ignorancia y por el hecho de que, como decía Marx, el sistema es opaco y su naturaleza explotadora y predatoria no es evidente ante los ojos de mujeres y hombres. Otros lo defienden porque son sus grandes beneficiarios y amasan enormes fortunas gracias a sus injusticias e inequidades. Hay además otros ("gurúes" financieros, "opinólogos", "periodistas especializados", académicos "bienpensantes" y los diversos exponentes del "pensamiento único") que conocen perfectamente bien los costos sociales que en términos de degradación humana y medioambiental impone el sistema. Pero están muy bien pagados para engañar a la gente y prosiguen incansablemente con su labor. Ellos saben muy bien, aprendieron muy bien, que la "batalla de ideas" a la cual nos ha convocado Fidel es absolutamente estratégica para la preservación del sistema, y no cejan en su empeño.


Al menos 218 millones de niños, entre 5 y 17 años, trabajan a menudo en condiciones de esclavitud. 

Para contrarrestar la proliferación de versiones idílicas acerca del capitalismo y de su capacidad para promover el bienestar general examinemos algunos datos obtenidos de documentos oficiales del sistema de Naciones Unidas. Esto es sumamente didáctico cuando se escucha, máxime en el contexto de la crisis actual, que la solución a los problemas del capitalismo se logra con más capitalismo; o que el G-20, el FMI, la Organización Mundial del Comercio y el Banco Mundial, arrepentidos de sus errores pasados, van a poder resolver los problemas que agobian a la humanidad. Todas estas instituciones son incorregibles e irreformables, y cualquier esperanza de cambio no es nada más que una ilusión. Siguen proponiendo lo mismo, solo que con un discurso diferente y una estrategia de "relaciones públicas" diseñada para ocultar sus verdaderas intenciones. Quien tenga duda mire lo que están proponiendo para "solucionar" la crisis en Grecia: ¡las mismas recetas que aplicaron y siguen aplicando en América Latina y África desde los años ochenta!


A continuación, algunos datos (con sus respectivas fuentes) recientemente sistematizados por CROP, el Programa Internacional de Estudios Comparativos sobre la Pobreza radicado en la Universidad de Bergen, Noruega. CROP está haciendo un gran esfuerzo para, desde una perspectiva crítica, combatir el discurso oficial sobre la pobreza elaborado desde hace más de 30 años por el Banco Mundial y reproducido incansablemente por los grandes medios de comunicación, autoridades gubernamentales, académicos y "expertos" varios.
Población mundial: 6 800 millones, de los cuales


  •  1 020 millones son desnutridos crónicos (FAO, 2009)

  •  2 000 millones no tienen acceso a medicamentos (www.fic.nih.gov)

  • 884 millones no tienen acceso a agua potable (OMS/UNICEF 2008)

  • 924 millones "sin techo" o en viviendas precarias (UN Habitat 2003)

  • 1 600 millones no tienen electricidad (UN Habitat, "Urban Energy")

  •  2 500 millones sin sistemas de drenajes o cloacas (OMS/UNICEF 2008)

  •  774 millones de adultos son analfabetos (www.uis.unesco.org)

  • 18 millones de muertes por año debido a la pobreza, la mayoría de niños menores de 5 años. (OMS)

  • 218 millones de niños, entre 5 y 17 años, trabajan a menudo en condiciones de esclavitud y en tareas peligrosas o humillantes como sirvientes (OIT: La eliminación del trabajo infantil: un objetivo a nuestro alcance, 2006)

Entre 1988 y el 2002, el 25 % más pobre de la población mundial redujo su participación en el ingreso mundial desde el 1,16% al 0,92 %, mientras que el opulento 10 % más rico acrecentó sus fortunas pasando de disponer del 64,7 al 71,1 % de la riqueza mundial. El enriquecimiento de unos pocos tiene como su reverso el empobrecimiento de muchos.


Solo ese 6,4 % de aumento de la riqueza de los más ricos sería suficiente para duplicar los ingresos del 70 % de la población mundial, salvando innumerables vidas y reduciendo las penurias y sufrimientos de los más pobres. Entiéndase bien: tal cosa se lograría si tan sólo se pudiera redistribuir el enriquecimiento adicional producido entre 1988 y el 2002 del 10 % más rico de la población mundial, dejando intactas sus exorbitantes fortunas. Pero ni siquiera algo tan elemental como esto es aceptable para las clases dominantes del capitalismo mundial.

Conclusión: si no se combate la pobreza (¡ni se hable de erradicarla bajo el capitalismo!) es porque el sistema obedece a una lógica implacable centrada en la obtención del lucro, lo que concentra la riqueza y aumenta incesantemente la pobreza y la desigualdad económico-social.


Después de cinco siglos de existencia esto es lo que el capitalismo tiene para ofrecer. ¿Qué esperamos para cambiar al sistema? Si la humanidad tiene futuro, será claramente socialista. Con el capitalismo, en cambio, no habrá futuro para nadie. Ni para los ricos ni para los pobres. La sentencia de Friedrich Engels, y también de Rosa Luxemburgo: "socialismo o barbarie", es hoy más actual y vigente que nunca. (Fragmentos tomados de Rebelión)

La concentración de la propiedad de los medios en pequeños grupos unidos por lazos de sangre impide una real democratización de la comunicación.

Raúl Vallejo Corral *

Leí que uno de los sueños del magnate Rupert Murdoch era que su hijo James heredara News Corp., la empresa que gobierna el imperio mediático de Murdoch. La revista Semana (Bogotá, julio 18, 2011, p. 72) en el reportaje “Jaque al rey” comenta que eso “en el mundo corporativo es considerado un acto de nepotismo inaceptable”, y añade: “En su condición de accionista mayoritario tenía la posibilidad de hacerlo, pero cada vez más bloques de accionistas minoritarios protestaban contra ese manejo familiar”.

La comunicación es un bien público que, en Ecuador, es manejado generalmente de manera privada a través de empresas familiares de medios. De hecho, los principales medios de comunicación han sido y son propiedad de al menos dos o tres generaciones, por lo tanto, sus administradores casi nunca rinden cuentas ni a una junta de accionistas ni al público sino a un cónclave de familia. Los Pérez, en relación con El Universo; los Mantilla con El Comercio; los Alvarado con Vistazo y Ecuavisa; los Martínez con Expreso; los Vivanco con La Hora, etc. Lo que en el mundo de las corporaciones es considerado nepotismo, en Ecuador es una práctica que aparece como si fuera algo natural e imposible de ser cuestionado.

Justamente, uno de los graves problemas para el ejercicio de la libertad de expresión es la concentración de la propiedad de los medios en pocos grupos familiares. Esta situación imposibilita la real democratización de sus paquetes accionarios de tal forma que las políticas comunicacionales y los controles internos no dependan de la voluntad omnímoda de un solo dueño sino del criterio debatido y consensuado de una junta de propietarios. Es por ello que, en nuestro país, la personalización de los conflictos lleva a desdibujar totalmente el sentido de la libertad de expresión pues, al final de cuentas, lo que se defiende —en las cuestiones ideológicas y políticas que realmente importan—, no es el bien social de la libre opinión ni el debate de los diferentes puntos de vista de la sociedad sino las creencias personales y simpatías políticas del dueño del me dio. En la práctica, el ser dueño de un medio que no rinde cuentas a nadie, en un país en donde no existen regulaciones y se sataniza el concepto de responsabilidad ulterior, concede al dueño un poder ilimitado pues permite a una persona o a una familia ejercer el poder político sin necesidad de participar en las elecciones toda vez que los gobernantes elegidos tienen que estar en concordancia con el pensamiento del dueño del medio para gobernar sin tanta oposición mediática.

Así, los medios nos han acostumbrado a la exposición de las rencillas y ajuste de cuentas personales en el seno de las contradicciones de una clase social. ¿Por qué el ataque mediático a Henry Raad y los ex dueños de El Telégrafo por parte de Carlos Pérez, el dueño de El Universo, que ordenó poner el nombre de Raad en el urinario público de su periódico? Tales rencillas encierran la pugna por intereses que el público jamás llega a conocer sobre todo porque tales pugnas no son ventiladas de manera transparente sino que son encubiertas de diversas formas. ¿Por qué el ataque de los Isaías, cuando eran dueños de TC y Gama, a Jaime Mantilla, principal de Hoy, o al banquero Fidel Egas, cuando era dueño de Teleamazonas y del grupo Diners, Soho, Fucsia, y Gestión? Las retaliaciones van desde borrar de la cobertura de eventos sociales hasta exacer bar las denuncias políticas en contra de los rivales. En medio de tales rencillas, muchas veces, los periodistas honestos se ven envueltos y casi obligados a tomar partido por uno u otro bando.

Además, como en la práctica son empresas de un solo dueño, esos medios son recalcitrantes a todo tipo de responsabilidad por lo que publican, evaden permanentemente la rendición social de cuentas y se escudan bajo el paraguas de la libertad de expresión de la que jamás se acuerdan a la hora de censurar y/o despedir a un periodista que no coincide con las ideas del propietario del medio. Los ejemplos de este tipo abundan en nuestro país aunque la mayor parte de ellos no trascienden al público justamente porque no se trata de empresas democráticas sino de feudos familiares. Para muestra un botón: el periodista Xavier Lasso fue expulsado de la página editorial de El Comercio por escribir acerca de las acciones positivas del gobierno de Rafael Correa: “La señora Guadalupe Mantilla encontró que yo ya no tenía que seguir en el diario. Simplemente ordenó que no se publicara n mis artículos”, declaró el periodista sobre la censura y el despido que sufrió.

 
El derecho de réplica y el deber de la rectificación

No hay que confundir la libertad de expresión que permite a una persona, periodista o no, opinar sobre una situación determinada con la inculpación que esa misma persona puede hacer de otra a través de un medio periodístico. Por ejemplo, una cosa es opinar, incluso con acritud, acerca del rendimiento de una selección de fútbol o sobre la política económica de un gobierno, y otra cosa es acusar a un funcionario de ese gobierno de enriquecerse en el ejercicio de su cargo o al seleccionador de dicho equipo de hacer negocio con el pase de los jugadores. Una cosa es opinar en contra de la concepción política de un gobernante, otra cosa es acusarlo de cometer un crimen de lesa humanidad. Para lo primero existe el debate público de los distintos actores, para lo segundo es necesario un tribunal de justicia. El problema, en nuestro país, se da porque algunos periodistas, o editorialistas que op inan desde las diversas corrientes políticas e ideológicas, pretenden convertirse en moralistas y fiscales de la sociedad y se vuelven irresponsables en el uso de la palabra a cuenta de una malentendida libertad de expresión.


Frente a la opinión de un editorialista o el reportaje de un periodista en el que se expresan puntos de vista sobre diversos sucesos, existe el derecho de réplica. Esto significa que la persona aludida puede responder en similar tono a las opiniones vertidas por el periodista ya que partimos del supuesto de que nadie es dueño de la verdad y que ésta se construye en el debate de las ideas. Lastimosamente, en nuestro país, los medios han convertido el derecho de réplica casi en una dádiva del director editorial del medio y, salvo que uno tenga cierto reconocimiento social, las réplicas van a refundirse en espacios que no se compadecen con aquellos en los que la opinión o el reportaje de alguien dejó malparada a la persona que resulta involucrada en un suceso. Si un medio fuera democrático permitiría que la réplica ocupara titulación, lugar y extensión similares a la del edit orial o reportaje que la generaron. Pero esto, claro, es impensable en un negocio que ha hecho de la mala noticia o del escándalo los motivos para vender.


La inexistencia del ejercicio del derecho de réplica y la ausencia de responsabilidad ulterior en los medios ecuatorianos ha convertido, lastimosamente, al insulto basado en la fácil adjetivación, a las insinuaciones perversas, y a los juicios apresurados, la más de las veces cargados de una moralina insoportable, en malas prácticas del periodismo. En muchas ocasiones, estas tendencias ocasionan lo que se conoce como un linchamiento mediático y dejan en indefensión jurídica a quienes se ven involucrados en aseveraciones sin sustento, subjetivas o provenientes de la mala entraña de quien las realiza. El caso reciente de las chicas del colegio 28 de Mayo parecería demostrar lo dicho: es probable que la presión moralista de un medio haya llevado a una autoridad escolar a tomar una medida disciplinaria extrema. Lo más terrible es que satanizaron a las chicas por un baile de moda calificado de &ldq uo;erótico” —baile estéticamente horrible para mi gusto pero ese es otro cantar— (como fueron calificados de inmorales el tango, el twist, el bolero, etc., a su debido momento), realizado en una casa particular, en una fiesta privada, que tuvo la mala estrella de aparecer colgado en Youtube, y, lo peor, es que, al final como buenos alumnos de Tartufo, los medios fueron incapaces de realizar su autocrítica: ¿por qué si les parece inmoral el llamado “baile del choque” lo promocionan en los canales de televisión y lo publicitan en diarios y revistas?


Al mismo tiempo, una persona agraviada injustamente por un medio tiene el derecho de exigir una reparación mediática y, llegado el caso, pecuniaria, y el medio, por su parte, tiene que cumplir con el deber de la rectificación. La rectificación es el reconocimiento del medio de que ha cometido una equivocación, de que ha faltado a la verdad o ha exagerado, que ha sacado falsas conclusiones, en definitiva, que ha perjudicado a una persona con una noticia o una opinión. Desafortunadamente, en Ecuador, los medios son reacios a la rectificación: es como si partieran del supuesto de que jamás se equivocan y que tienen la verdad en sus manos. Muchas veces, de manera testaruda, no solo que no rectifican sino que cuando alguien reclama por alguna noticia, el medio se da el lujo de ratificar lo dicho y volver a agraviar al reclamante poniendo una nota de la redacción al reclamo, con la que pretenden deslegitimarlo. En ese sentido, un medio sin responsabilidad ulterior ni regulación alguna puede fusilar mediáticamente a un ciudadano sin que éste tenga la oportunidad de defenderse en igualdad de condiciones. De ahí que se vuelva un imperativo ético y legal el deber de rectificación que tiene un medio.


La diferencia entre el derecho a réplica y el deber de la rectificación es que en el uno, el agraviado tiene el derecho a que su palabra sea publicada por el medio en igualdad de condiciones en la que fue publicada la palabra de quien ha emitido una opinión que lo afecta; en el otro, es el medio el que tiene la obligación de reconocer el error sobre lo dicho en un artículo de opinión, en una noticia o cuando se trata de una inculpación que no puede ser probada.

 
La necesidad de regulación y democratización de los medios

A ciertos dueños de medios y también a ciertos periodistas, igual que a los editorialistas de corte político que por lo general escriben desde sus particulares militancias, se les eriza el cuero cabelludo cuando se habla de regulación. Enseguida esgrimen la muletilla de la libertad de expresión para oponerse a todo tipo de normativa. Pero, desde el momento en que un medio hace uso de un bien público como es la comunicación y desde el momento en que dicho medio hace negocio mediante el usufructo de dicho bien público, la regulación se vuelve imprescindible.


No obstante lo dicho, es necesario también señalar que la regulación no puede ser el pretexto para imponer lo que se conoce como censura previa. Lo peor que le puede pasar a una sociedad democrática es que existan censores del pensamiento y la libre circulación de las ideas; asimismo, nada más nefasto que aquellos inquisidores que determinan qué es lo moral y qué lo inmoral. La regulación implica una normativa en el marco de principios que tienen que ver con el cuidado de la niñez, el impedimento de la propaganda que fomente el racismo y la discriminación por cualquier motivo, la prohibición de incitar a cualquier tipo de violencia y de hacer apología del delito y, en general, aquello que la humanidad reconoce como tópicos a ser desterrados de la convivencia democrática.


La regulación conlleva la responsabilidad ulterior del periodista. Y es que el uso de la palabra y del bien público que es la comunicación y el derecho a la información implica no solo una rendición social de cuentas sino también una responsabilidad personal sobre lo que se dice y la forma en la que se lo dice. Algunos sostienen que la existencia de la responsabilidad ulterior implica una suerte de autocensura pues quien escribe va a estar pensando en las consecuencias de lo escrito. Pero la real autocensura no es hacerse responsable de lo dicho, sino callar una verdad por temor al poder, sea este político, económico o social. A veces, los periodistas callan porque temen malquistarse con el dueño del medio y, en consecuencia, perder el empleo. Saber que se es responsable de lo dicho es todo lo contrario a la autocensura: hacerse responsable de la palabra es practicar la libertad de expresión sin miedo, pues lo que se dice está sustentado por la verdad.


Pero para que exista verdadera libertad de expresión debe existir un proceso de democratización que implica la apertura de los paquetes accionarios de los medios, la apertura a concurso de las frecuencias de radio y televisión, el impulso a los medios de comunicación comunitarios. Que las empresas familiares se transformen en sociedades anónimas que vendan sus acciones en la bolsa, que los directorios sean espacios de amplio debate ideológico, que las directrices sean tomadas por el consenso de una junta de accionista y no por la voluntad todopoderosa de un solo dueño, que los editores de noticias y de opinión rindan cuentas a un directorio con capacidad real de tomar decisiones. Que las frecuencias que son del Estado sean objeto de permanente concurso público de adjudicación de las mismas. Que los medios comunitarios tengan posibilidad real de competir por las frecuencias o por la circulación frente a los monopolios familiares que hoy día existen sin cuestionamiento igual que si su existencia fuera un mandamiento divino.

 
La ausencia de autocrítica en los medios

Tanto en los espacios propiamente periodísticos como en los espacios de entretenimiento de la mayoría de los medios existe una lamentable ausencia de autocrítica. Cierta propensión a la telebasura y a la superficialidad sobre lo que los medios consideran entretenimiento popular son las constantes. Se trata del populismo cultural más espantoso que existe, pues a cuenta de que eso es lo que le gusta a la audiencia los medios carecen de pudor para su programación televisiva o para hacer de ello un reportaje.


Frente a esta crítica los medios responden que el televidente o el lector pueden cambiar de canal o no comprar el periódico o la revista. Aquello es cierto. No obstante, nos encontramos con una serpiente que se muerde la cola puesto que la cultura dominante está construida sobre la base de los gustos de una audiencia formada con los gustos de quienes dominan los espacios de difusión de lo que se llama la cultura popular.


Una telenovela, por ejemplo, es promocionada en los medios escritos —a veces propiedad del mismo canal— a través de la publicación de propaganda disfrazada de entrevista o reportaje a sus protagonistas. Además, ahora en programas de chismes y escándalos, los propios personajes de la farándula de la televisión se han convertido en los protagonistas de las noticias sobre sus amores y desamores. Todo aquello alimenta el morbo de la gente igual que la crónica roja.

 
¿Está la libertad de expresión amenazada en Ecuador?

La libertad de expresión, al menos en el ámbito político, es un derecho que se practica sin cortapisas en Ecuador, tanto que las páginas editoriales de los periódicos están cargadas de editorialistas que opinan lo que les apetece acerca del gobierno y sus funcionarios; en muchos casos, con insultos y rudos calificativos sobre una gestión política, una decisión administrativa que se considera errónea, o una declaración de esas que suelen ser realizadas al paso en algún aeropuerto o evento público. Pero una cosa es la opinión y otra una acusación sin fundamento: frente a la segunda, afortunadamente, existen leyes que le ponen freno pero que no habían sido aplicadas por miedo al verdadero poder: ese que puede aniquilar a una persona publicando permanentemente solo críticas y noticias negativas en su contra y cuyos ejemplos, en algunos medios ecuatorianos, no es difícil de encontrar.


Acerca de otros ámbitos no se practica la misma libertad: todavía existe temor reverencial a opinar sobre ciertas disposiciones eclesiales y la derechización de un sector de la jerarquía católica, por ejemplo; resulta impensable una crítica a la política de los medios desde los propios medios y los “defensores del lector” de los periódicos siguen siendo un mal chiste; la telebasura es aupada y promocionada en los propios canales en complicidad con los diarios; la crónica roja y el amarillismo es un negocio redondo que no admite cuestionamiento alguno. No leeremos jamás una reflexión de esa naturaleza en las páginas editoriales de los diarios simplemente porque los medios no admiten una crítica frontal al modelo de periodismo que ellos mismos han definido como “libre” y cuyos propietarios defienden a ultranza.


Lo que está en crisis en Ecuador es el modelo de propiedad —concentrador, monopólico y familiar— de un bien público como es la comunicación; un modelo que vive sin rendición de cuentas, que manipula políticamente a la sociedad, que ejerce su poder poniendo contra las cuerdas a los gobiernos democráticamente elegidos hasta someterlos a su ideología, que pertenece a unas cuantas familias y que carece de vocación democrática en lo que realmente importa: la propiedad del paquete accionario, la toma de decisiones sobre políticas comunicacionales, y la responsabilidad ulterior frente a la sociedad por el uso de la palabra.


Hoy, las escuchas telefónicas que de manera antiética e ilegal practicaron algunos periodistas de News of the World —uno de los grandes tabloides amarillistas de Murdoch que tuvo que ser cerrado por el propio magnate debido al escándalo de las escuchas—, ya llevaron a la cárcel a algunos mandos importantes de dicho pasquín. A nadie sorprendería que el propio Murdoch tuviera que purgar una pena por lo que hizo la gente de su periódico. Y a nadie por esas latitudes se le ocurre decir que se trata de un atentando a la libertad de expresión. En su número final, que apareció el 10 de julio pasado, News of the World tuvo que rectificar: “Phones were hacked, and for that this newspaper is truly sorry... there is no justification for this appalling wrongdoing.” (“Los teléfonos fueron pinchados y por ello este periódico está realmente arrepentido… no hay justificación para esta atroz mala práctica”). Por el contrario, todos están de acuerdo con que se trata de una de las tantas aristas que se desprenden de la responsabilidad ulterior que tiene el ejercicio del periodismo. Lo que sucede es la pérdida de poder y el final de la impunidad por parte de las empresas familiares mediáticas, la de Murdoch incluida.


*
El autor es escritor y catedrático universitario. Políticamente se considera socialdemócrata. Fue ministro de Educación y actualmente es el embajador de Ecuador en Colombia. 

lunes, 8 de agosto de 2011

Gran Bretaña admite el nuevo orden “multipolar”

Autor: Alfredo Jalife-Rahme *
 
No es poca cosa que la principal potencia colonial de los siglos XVIII, XIX y principios del XX, en la voz de su parlamentario y al mismo tiempo ministro de Estado y de la Oficina Foránea y del Commonwealth, Jeremy Browne, haya admitido a regañadientes ¿durante una conferencia magistral recientemente dictada en Londres el 20 de julio?, el nuevo orden “multipolar” al que se debe ajustar Gran Bretaña si no desea pasar a la irrelevancia.

La conferencia de Jeremy Browne fue celebrada en Chatham House, un centro de pensamiento considerado el bastión intelectual de la política exterior de Gran Bretaña, hoy en franca decadencia debido a sus excesos financieristas y su gigantesca deuda a imagen y semejanza de su otro socio anglosajón al otro lado del Atlántico.

Para quien escribe esto no hay nada nuevo que descubrir cuando lo he estado divulgando en todos los multimedia a los que tengo acceso (mejor dicho, donde no me censuran, en especial los socios de los inmundos multimedia de la tripleta Murdoch-Rothschild-Soros (La Jornada, Bajo la Lupa, 24 julio 2011), desde hace bastante tiempo, dicho sea con humildad de rigor, lo cual sinteticé en mi reciente libro cuyo título lo dice todo: El Híbrido Mundo Multipolar: Un Enfoque Multidimensional (Orfila Editores. México. 2011).

El título de la conferencia del británico Jeremy Browne fue sugerentemente  persuasivo: “Navengando en el nuevo orden: Gran Bretaña y los poderes emergentes”.

De entrada expone “tres propuestas directas”:1. “Vivimos una revolución (¡súper-sic!) del orden global”; 2. “Gran Bretaña no debe automáticamente temer (sic) esta revolución”; y 3. Gran Bretaña debe ajustarse a su impacto.

Se trata de “un cambio global trascendental” que se escenifica con “dos revoluciones (sic) de proporciones sísmicas”:1. “La Primavera Árabe” que “supera históricamente al 11 de septiembre en lo que va del siglo” (nota: que apenas lleva 11 años) y; 2. “la revolución de los poderes emergentes, (…) menos visible (sic), de fuego lento, pero más profundo”.

Llama la atención que no haya usado el terminajo “financierista” de “mercados (sic) emergentes”, en el país que inventó el pernicioso neoliberalismo global desde la ya muy vista “mano invisible” de Adam Smith, y en su lugar haya expuesto más correctamente a los “poderes (sic) emergentes” de cuya “revolución” se está “alerta en forma subliminal” y que no se nota en la cotidianeidad, como el proceso del envejecimiento biológico que es “constante, implacable y muy real”.

Jeremy Browne no se atreve a pronunciar el ascenso irresistible de los países Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS), los cuales, a mi juicio, son los verdaderos “poderes emergentes” (les podemos sumar Turquía e Irán), independientemente de los gustos y deseos de la política exterior de Gran Bretaña que omite mezquinamente a Rusia y a Sudáfrica (su despreciada antigua colonia).

Jeremy Browne cita fugazmente a sus poderes emergentes: Latinoamérica (¡súper-sic!), China, el Sureste Asiático e India.

Con el fin de demostrar “el cambio profundo del orden mundial” y “la naturaleza dramática de su revolución” divulga tres extractos supuestamente “secretos de la embajada británica en Beijing”:

1. “Antes de 1988 China no tenía carreteras (sic). A finales de 2010, habrá construido 74 mil kilómetros (la segunda red más grande del mundo)”.

2. “China tiene más de 8 mil kilómetros de rieles de tren de alta velocidad, que representan más que el resto del mundo en conjunto. A finales del 2012 China tendrá 13 mil kilómetros de rieles de tren”.

3. “El crecimiento económico y el inmenso progreso industrial significa que la generación presente de chinos goza una vida radicalmente transformada en comparación con la de sus padres y abuelos. Por ejemplo: entre 1949 y 1979 un total de 280 mil chinos viajaron al extranjero, mientras que el año pasado lo hicieron 57 millones de chinos”.

Los datos “asombrosos” de China son “replicados por India, en otros lados de Asia, y en varias partes de Latinoamérica”.

Considera que en 2050 “China, India, Brasil, México (¡súper-sic!) e Indonesia se ubicarán entre las diez primeras economías del mundo”.

Por lo visto, Jeremy Browne se asombra solo y no está muy actualizado: China, India y Brasil ya se encuentran desde hace mucho entre las diez primeras potencias (sin olvidar a Rusia que nunca cita).

México antes de su funesta adopción del neoliberalismo global era ya la séptima potencia industrial mundial (antes de De la Madrid), y pese a dos aciagos sexenios del panismo (Fox y Calderón) que nunca debió haber gobernado (porque no sabe), sumados a tres sexenios neoliberales del priísmo (De la Madrid, Salinas y Zedillo, es decir, de priístas empanizados y/o panistas crípticos, si se prefiere ) ?¡un total de 30 años desperdiciados!?. El país azteca tiene salvación y redención ?sino lo balcaniza antes Estados Unidos?, siempre y cuando abandone el pernicioso neoliberalismo global y siga los pasos ejemplares de Lula.

Con todo y los cataclismos neoliberales tanto del Partido Acción Nacional (PAN) como del Partido Revolucionario Institucional (PRI), sin dejar de lado a sus asociados errantes del Partido de la Revolución Democrática (PRD), México hoy está batallando para conservar el onceavo lugar del Producto Interno Bruto (PIB) global, (datos de 2010, según el Fondo Monetario Internacional). Así que Jeremy Browne no le hace ningún favor estadístico a México al hacerlo esperar otros 40 años, cuando con un sensato sexenio puede acceder en cualquier momento al décimo lugar.

Tampoco Indonesia, que hoy se ubica en el quinceavo lugar del PIB mundial, va a esperar tanto para participar en la nueva arquitectura del poder global.

Jeremy Browne indica que la nueva realidad “multipolar” lo representa el movimiento del G-8 al G-20 (donde, por cierto, brillan intensamente los BRICS).

Da el ejemplo, sin duda plausible, del ascenso de Sud-Corea (territorio exiguo sin recursos naturales, con alrededor de 50 millones de habitantes que ocupa el doceavo lugar de PIB global con incursiones destacadas en la tecnología electrónica y nuclear), que no es por nada siempre señalé, sobre todo, en su comparación con el bajo desempeño de México durante su aciago experimento neoliberal.

México representaba el doble del PIB per capita de Sud-Corea antes del inicio del experimento neoliberal con Miguel de la Madrid Hurtado (seguido por Salinas, Zedillo, Fox y Calderón), ¡hace ya casi 30 años! Hoy Sud-Corea exhibe el doble per capita del “México neoliberal”.

Es decir, con los neoliberales de camuflaje del PRI y los verdaderos fundamentalistas del PAN en treinta años Sud-Corea, sin recursos primarios y en un exiguo territorio, superó cuatro veces (en el PIB per capita) al “México neoliberal”.

Jeremy Browne se extravía en pleitos primitivos contra Corea del Norte e Irán, y luego evoca las cartas mayores de Gran Bretaña con un indiscutible “historial global”, que debe seguir promoviendo, como “nación isleña” que es, el “libre mercado” que maneja como nadie. Es decir, el libre mercado neoliberal geopolítica y geoeconómicamente es consubstancial al alma británica.

Entre las cartas principales de Gran Bretaña ?como sede de la “revolución industrial”, del colonialismo territorial y su neocolonialismo financiero (ostenta la mayor plaza financiera del mundo en la ciudad)?, Jeremy Browne evoca el poderío global de sus multimedias: The Financial Times,  The Economist y la Corporación Británica de Radiodifusión (BBC), que en conjunto hacen que Londres “encabece el debate en el mundo”, además de sus prestigiadas universidades Oxford, Cambridge y la Universidad de Londres (me llama la atención que no haya citado a la London School of  Economics, la cual, por cierto, financiaba el hijo de Muamar Gadafi a quien hoy está bombardeando en su feudo tripolitano), que hacen que “Gran Bretaña configure (¡súper-sic!) la cultura, la música, y la moda (sic) en el mundo”.

Alardea, no sin justificación, que Gran Bretaña ostenta “el mayor número de Premios Nobel” después de Estados Unidos.

Lo más relevante: admite que “nunca el mundo había estado tan interconectado”, lo cual es cierto, y que “nunca había estado a punto de ser tan multipolar”, lo cual es muy discutible ya que la “multipolaridad” ha sido la constante euroasiática desde el túnel ¿inicio? de los tiempos.

Lo que más me llamó la atención es que “nunca” cita la decadencia de Estados Unidos, ni siquiera si Londres seguirá su otrora “relación especial” con Washington en el incipiente nuevo orden “multipolar”, al que las elites gubernamentales y empresariales en Gran Bretaña se están ajustando y pretenden acomodarse sin su viejo aliado transatlántico. ¡Llegó la era de los BRICS!

*Catedrático de geopolítica y negocios internacionales en la Universidad Nacional Autónoma de México

domingo, 7 de agosto de 2011

Gross: ¿Qué ha sucedido entre marzo y agosto?

›Cuba tiene derecho a defenderse. Y es además importante que los pueblos de todo el mundo apoyen este derecho y se opongan a las presiones de los EEUU

Por Arnold August

El cinco de agosto se anunció  que la sentencia de quince años pronunciada el cuatro de marzo por el Tribunal Provincial de La Habana contra Alan Gross, contratado por la Agencia para el Desarrollo Internacional de los Estados Unidos (U.S. AID, sus siglas en inglés), fue ratificada por el Tribunal Supremo Popular. El ciudadano norteamericano apeló la sentencia del Tribunal Provincial Popular a la máxima instancia de justicia en Cuba el 22 de junio, y el resultado fue dado a conocer el cinco de agosto.

En relación con este asunto, desde el cuatro de marzo los medios de prensa internacionales, especialmente los radicados en Miami, Washington y Madrid, están concentrados en La Habana, los juicios de Gross y las apelaciones legales.

Para aquellos que puedan resultar confundidos por la decisión del Tribunal Supremo Popular, sería  útil examinar brevemente qué ha ocurrido en los Estados Unidos — no en Cuba — entre el cuatro de marzo y la fecha de hoy, y así quizás arrojar algo de luz acerca de la decisión del Tribunal Supremo, confirmando la del Tribunal Popular Provincial, la instancia inmediata inferior. Durante estos cinco meses, la administración de Obama ha continuado repitiendo en muchas ocasiones sus acciones como parte de la política de injerencia en los asuntos internos de Cuba, con el pretexto de “promover la democracia". Por ejemplo, recientemente el Congreso ratificó una vez más la decisión de gastar 20 millones de dólares durante el próximo año, explícitamente dedicados a la subversión en Cuba, incluyendo actividades de las del tipo a que Gross se había dedicado, por las cuales había sido arrestado, juzgado, encontrado culpable y sentenciado. En muchas ocasiones la administración de Obama en colaboración con sus mercenarios dentro y fuera de la isla, en modo alguno ha reducido, sino han incrementado sus actividades provocadoras contra la soberanía de Cuba, uno de los principios legales violados por Gross como agente contratado por los EEUU.

Mientras que Obama visitaba a Chile en 21 de marzo del 2011, no mucho después que el juicio y la sentencia de Gross, el Presidente de los EEUU habló acerca de la necesidad de defender la “democracia y los derechos humanos dentro de nuestras fronteras [EEUU y Chile], y de ratificar nuestro compromiso de defenderlos en toda la extensión  del hemisferio....Y sí, eso incluye al pueblo de Cuba.” ¿Cómo pueden pensar los lectores que el gobierno Cubano y la justicia haya tomado esto? Añadiendo insulto a la ofensa, Obama declaró en una entrevista a un diario chileno, como preludio a su visita a Santiago de Chile, que "la experiencia chilena, y más particularmente su exitosa transición democrática y su sostenido crecimiento económico, son un modelo para la región y el mundo."

La noticia acerca de la decisión del Tribunal Supremo Popular de Cuba fue difundida el 5 de agosto, el mismo día en que aquellos de nosotros que seguimos las noticias a través de Telesúr y otros medios alternativos pudimos ser testigos de cómo la policía chilena atacó violentamente a los estudiantes y profesores chilenos que manifestaban en demanda de sus derechos a la educación y sus derechos económicos y políticos.  De acuerdo a fuentes oficiales fueron arrestados 874 y cientos fueron heridos. ¿Es este el ejemplo de lo que Obama entiende como el Chile modelo de democracia y desarrollo económico para Cuba? Las escenas de la brutalidad estatal chilena se parecían más a las de la emblemática Escalinata de la Universidad de la Habana antes del 1 de  enero de 1959, antes del triunfo de la Revolución, cuando la dictadura de Batista, respaldada por el gobierno de los EEUU, desataba su fuerza represiva muchas veces contra la juventud, los profesores y los trabajadores. Fueron muchos los estudiantes asesinados en estos actos en La Habana. Por lo menos hasta el momento de escribir estas líneas no han ocurrido muertes en Chile durante estas confrontaciones.

Pese a las demandas que han llegado a Obama de todos los rincones del planeta, procedentes de ganadores de premios Nobel, parlamentarios individuales, parlamentos y personalidades, pidiéndole liberar a los cinco cubanos presos en cárceles de Estados Unidos, como resultado de un juicio amañado, sin pruebas, ¿qué ha hecho Obama entre el cuatro de marzo y el día de hoy? No ha hecho nada, y nos estamos acercando al período crucial del proceso de hábeas corpus próximo a concluir para Gerardo Hernández Nordelo, sin que se aprecie nada positivo hasta el momento. Los Cinco Cubanos están en prisión desde 1998 porque  trataron frenar la injerencia terrorista en los asuntos internos de Cuba, apoyada por los EEUU.

Si tenemos en cuenta todas estas provocaciones y la confirmación desde la Casa Blanca y el Congreso de los EEUU de sus intenciones de continuar su programa de subvertir el orden constitucional en Cuba, ¿de qué otro modo podían reaccionar el gobierno cubano y la justicia cubana? Ellos no tenían otra alternativa que reafirmar que van a continuar defendiendo su soberanía, como es un derecho para cualquier país del mundo, grande o pequeño.

Alan Gross y su familia deben culpar a su propio gobierno por lo que él promueve. Son ellos en primer lugar quienes lo han involucrado, y al continuar con las mismas políticas contra Cuba desde el cuatro de marzo hasta el presente, no le han dado argumento alguno a la justicia cubana para pronunciarse de modo diferente a como lo ha hecho.

arnoldaugust@hotmail.com
 
Tomado de Cambios en Cuba

sábado, 6 de agosto de 2011

Raúl Roa: genio y figura

Roa visto por Víctor Manuel


Por Leyde Ernesto Rodríguez La Habana
Instituto Superior de Relaciones Internacionales "Raúl Roa García"
Cuando apenas era un muchacho retozón escuchaba con esmero  las anécdotas sobre la Revolución del 30 que narraba un veterano combatiente. Sí, aquella esperanza de la primera mitad del siglo pasado que de un bandazo “se fue a bolina”.

En la retentiva de aquel abuelo lúcido, la figura y el genio de un joven sobresaliente emergían perennes. Se trataba de Raúl Roa García. El viejo contaba sobre el hombre y sobre sus afiladas páginas.

En los años posteriores, yo buscaría con afán y leería con deleite, las compilaciones de ensayos y testimonios del canciller de la dignidad.

Con la lectura de Retorno a la Alborada, En Pie, La Revolución del 30, El fuego de la semilla…—enciclopédicos y gruesos volúmenes— disfruté a un Roa cronista de su tiempo, genuino periodista de amplia cultura y locuaz capacidad expresiva, tribuno y diplomático que puso y expuso su vida al servicio de Cuba.

Al igual que su abuelo Ramón Roa —hombre del 68—, Raúl fue, en el sentido épico y ético de nuestra cultura, un mambí de pluma y machete.

Hay oficios mayores. El periodismo representó para él una de esas grandes pasiones humanas. La profusión de sus textos y la profunda vocación revolucionaria vertida en ellos, nunca hicieron mella en la belleza de estilo, ni en la autenticidad de sus ensayos y comentarios. 
 
Aunque en ocasiones se empeñó en afirmar que no era un “escritor” y alegaba: “Mi estilo se parece a mí como yo a él”, sus condiciones de literato excepcional trascienden en el tiempo. Nos legó —sin proponérselo— una obra que podemos calificar de única. Así lo es por el amplio dominio del lenguaje culto y popular; por las expresiones que en forma de látigo utilizó para desenmascarar a los enemigos de la isla y exaltar —al mismo tiempo— lo mejor de nuestra cultura e identidad nacionales. 

En Roa, tema, estilo y contenido trasuntaban evidente criollismo, sabrosa cubanía.


LA URGENCIA DE PEGAR PALABRAS


La siempre recordada profesora Vicentina Antuña, en la noche de ceremonia de investidura de  Roa como profesor de Mérito de la Universidad de La Habana, sentenció con admiración: “A la trayectoria histórica de Raúl Roa, se halla indisolublemente vinculada su fecunda obra de creación literaria, que abarca los dominios de la prosa en el periodismo y el ensayo, en la biografía y en la crítica literaria, en la oratoria política y académica. Obra multifacética de un escritor revolucionario, es por su impulso vital y  por su brioso contenido, historia y testimonio apasionante de la época tremendamente  conmovida por transformaciones radicales que nos ha tocado vivir. Genuina voz del Alma Mater”.

Vicentina fue clara y amorosa —como siempre. Así concluyó sus palabras sobrecogidas de emoción. Roa, en aquel momento de nutridos e infinitos aplausos irrumpió de repente hacia el podio y corroboró, con sentida modestia, los juicios de la doctora Antuña:

“No solo constituye un honor desmedido este que me concede con legítima autenticidad, la Universidad de La Habana; ha desordenado a la par, por su espontáneo arranque y unánime acogida, el ritmo vegetativo de mi miocardio inocente”.

 
Y conmovido en medio del inusitado espectáculo preguntó de súbito: 

“¿Y qué decir de las palabras desbordadas de mi querida, antañona y juvenil compañera, Vicentina Antuña, mujer de lúcido entendimiento, sensibilidad acendrada, saber cimentado y convicciones indoblegables, sino que brotan de los manantiales puros de su generosidad?” 

Junto a este memorable y simpático pasaje de reconocimiento a la labor de Roa como profesor e intelectual, otro hito harto elocuente de sus dotes literarias está en el cuento breve  “Impotencia”.

Poco divulgado, con fecha 1931 y narrado en primera persona, el protagonista: un chaleco-sweater que él no quería mandar a lavar después de un mes de uso continuo en prisión dice: “Aunque hoy no es 10 de octubre, he amanecido con los ojos profusamente embanderados de lagañas. Y sobre todo con unas urgencias terribles de pegar palabras, no obstante que mi suprema aspiración literaria es escribir sin ellas”.

LA CULTURA AL PUEBLO

 

Que Roa llegó a ser una brillante personalidad de la cultura cubana y de nuestra política nacional e internacional, es cosa sabida. Pero él tenía algo especial: su obra es pura e indisoluble muestra de unidad entre el pueblo y la cultura.

Muy escasos contemporáneos de él lograron combinar al unísono el talento creador como escritor, polemista, periodista y diplomático, con la gracia, estilo popular, quijotesco que lo inmortaliza.

Defendió a capa y espada —“como en sus lecturas de mosqueteros”— aquel ideal de Julio A. Mella: “En lo que a Cuba se refiere, es necesario primero una revolución social para hacer una revolución universitaria”.

El canciller de la dignidad fustigó y pulverizó los seductores cantos pregonados por los agoreros de la seudocultura neocolonial. Aquellas voces aleladas que soñaban vivir y pensar de espalda a la tierra que los vio nacer. En una suerte de calco y copia de Norteamérica.

Vinculado activamente al movimiento revolucionario y a la Liga Antiimperialista de Cuba, que organizara Mella en la década de 1920, participó intensamente, en 1927, en la Universidad Popular “José Martí, que en esa etapa dirigió Rubén. 

Roa llega como un discípulo eminente del filósofo Enrique José Varona, y era ya un lector apasionado y profundo del Apóstol José Martí, Mella y Rubén tendrían a un inestimable compañero. 

Fue un talismán de su generación. Una de las más influyentes personalidades cubanas del siglo XX. El escriba y revolucionario cuya voz y ni pluma podrán acallarse por los siglos de los siglos. “Amén”, estaría diciendo él ahora, muerto de carcajadas y en tono más que burlón, si leyera estas líneas.

REFERENCIA:
Enrique de la Osa. Visión y Pasión de Raúl Roa. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1987
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Fuente: La Jiribilla.

http://www.lajiribilla.co.cu/2005/n192_01/192_13.html

viernes, 5 de agosto de 2011

La galería de mercenarios cubanos en el diario francés "Le Monde"

Por Leyde E. Rodríguez Hernández
Rebelión

La firma del tristemente célebre Paulo A. Paranagua reapareció, el 27 de julio de 2011, en el diario francés Le Monde, émulo de El Nuevo Herald de Miami en París, -cuando se trata de escandalizar la realidad cubana actual- para acuñar un artículo con el siguiente título: “En Cuba, la oposición unida para exigir reformas”. “En respuesta a la restructuración económica iniciada por el gobierno, los disidentes exigen democracia”. Ese anuncio engañoso, al igual que su infame contenido, merecen un comentario, sabiendo de antemano que fue escrito con la intencionalidad de una pluma desconcertada en su carencia de independencia intelectual para reflejar la verdad. 

Sin más dilación, el artículo de marras encierra una profunda frustración por la imposibilidad de Estados Unidos de derrotar a la Revolución cubana en el contexto internacional actual y la incapacidad de sus fieles servidores para lograr un cambio en la sociedad cubana en la dirección de los intereses estratégicos del poder imperial y de los sectores reaccionarios que en el mundo lo sustentan. 

En ese texto se destila el insondable resentimiento y recelo de los veteranos mercenarios al servicio del imperio hacia unos supuestos jóvenes blogueros que desde ahora se erigen en los nuevos puntos de lanza contra la Revolución cubana. Sin embargo, tanto unos como los otros, aunque ubicados en generaciones diferentes, no se juntan por el deseo sincero de reformas económicas y democracia para su país, sino por el ánimo de notoriedad personal y lucro tras la ruta del dinero estimulada desde Washington y las instituciones occidentales, siempre en busca de la mejor oportunidad para otorgar un deslumbrante premio respaldado de varios miles de dólares estadounidenses o euros. 

Lo cierto es que Paulo A. Paranagua nos presenta una historia de inigualable sentimiento humanitario a favor de la biografía de uno de los más descollantes servidores de Estados Unidos en Cuba, por obra y gracia de las campañas mediáticas generadas en la superpotencia y extendidas con simpatía a través de los grandes medios de la prensa europea, como es el caso del diario Le Monde. Así se nos habla de un Oswaldo Payá en condición de un preclaro profeta de la política con devoción religiosa y portador de un denominado “proyecto Varela” conocido por llevar intrínseco los mismos objetivos del “plan Bush” para Cuba: el desmontaje del sistema político socialista y el comienzo de una transición con la brújula puesta en los maquiavélicos fines que los poderosos círculos de poder extranjeros desean imponer a la mayor de las Antillas. 

Sí, Paulo A. Paranagua intenta impresionar a la opinión pública gala con una nota cargada de imprecisiones y falsedades sobre los supuestos opositores, cuyo plan desalmado es bien conocido y no goza de respeto ni de credibilidad entre la abrumadora mayoría de los isleños, quienes desprecian el entreguismo a los propósitos del imperio estadounidense y al actuar hegemónico de las potencias extranjeras, lo cual cada vez es más aborrecido por las sociedades de América Latina y el Caribe. 

Debe ser de conocimiento amplio en Francia y Europa que las tareas desempeñadas por los supuestos disidentes u opositores cubanos están vinculadas estrechamente a una política criminal contra su propia nación, ya que siguen a ritmo de comparsa los caminos imperdonables que justifican el bloqueo económico, comercial y financiero, la inclusión injusta de Cuba en la lista de países terroristas y en cuanta lista negra se les ocurra confeccionar a los que se pretenden amos del planeta. Esas listas están dirigidas a la creación de un ambiente internacional que propicie el mantenimiento del bloqueo y una intervención militar contra un país soberano que ha respetado de forma ejemplar el Derecho Internacional y solo aspira a construir un futuro de paz que permita el desarrollo económico en beneficio de su población y la cooperación internacional entre los gobiernos y los pueblos que así lo deseen. 

En la galería de mercenarios presentada por Paulo A. Paranagua se mencionan otros nombres no menos repugnantes como un tal Manuel Cuesta Morua que hace de la doctrina socialdemócrata en Cuba un medio de vida para obtener a cambio publicidad y apoyo financiero externo. Es conocido que Manuel Cuesta Morua actúa por codicia personal y que carece de reconocimiento social. Además, la socialdemocracia es una concepción que no se ajusta a la historia y cultura política cubana. De ahí la falta de perspectiva en concebir desde el exterior una variante política inoperante para la realidad cubana. A eso se suma el estruendoso fracaso del modelo y de las ideas socialdemócratas en Europa y en otras latitudes en las que se intentó aplicar ese paradigma siguiendo las lecciones de los partidos socialdemócratas europeos que se denominan socialistas, los cuales también han defendido el sistema capitalista y aplicaron desde posiciones gubernamentales la política económica neoliberal. 

En la travesía por la exhibición de las marionetas al auxilio de los centros de poder occidentales, sobresalen varios nombres que el autor los clasifica en una extraña tendencia de derecha liberal. Ellos son Martha Beatriz Roque, Héctor Maceda, las Damas de Blanco, Laura Pollán o Guillermo Fariñas, cada uno bien ubicado en sus respectivas actividades a sueldo por la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana, destinada a poner en práctica sobre el territorio cubano las prioridades que persigue la política exterior de subversión interna del gobierno estadounidense contra Cuba. 

No hay duda que Paulo A. Paranagua vuelve a engañar con total impunidad a sus lectores y coloca al diario Le Monde en una situación de alto desprestigio, cuando resalta una inexistente unidad entre un reducido grupo de personas sin influencia política y credibilidad en la sociedad cubana. Eso sucede simplemente porque constituyen la correa de transmisión de los inútiles deseos imperiales y por la disputa permanente que los caracteriza en busca de dinero para la realización de sus despreciables intereses individuales. 

Resulta convincente que semejante lacra social nunca encontrará legitimidad en un pueblo que confía en su dirigencia y que acaba de atravesar un intenso proceso de debate democrático con la participación de nueve millones de personas en la búsqueda de soluciones a los problemas de la sociedad civil y la actualización del modelo económico socialista. 

Es muy probable que la reafirmación del carácter socialista de la Revolución, el 26 de julio en la ciudad de Ciego de Ávila, haya tenido un efecto perturbador en la inteligencia de Paulo A. Paranagua. Tal vez por eso su motivación de citar una declaración que de unitaria solo tiene la publicidad otorgada por las páginas de Le Monde. El mencionado documento firmado por un grupúsculo confunde, con demasiado facilismo, la realidad cubana con los sueños empecinados del Tío Sam. No sé por qué Paulo A. Paranagua se empeña en la quimera de unir a quienes nunca se han identificado en una lucha verdadera, a quienes nunca podrán ensamblarse para una causa común, pues no defienden un proyecto nacional de justicia social, genuinamente democrático y libre que se proponga la preservación de la independencia y la soberanía de Cuba. 

Paulo A. Paranagua es un apasionado de una causa pretérita y cabalga fuera de tiempo al lado de los que se sostienen bajo la tutela del enemigo histórico y futuro de la nación cubana: el imperio estadounidense en decadencia y las viejas potencias coloniales en severa crisis económica, a pesar de que todavía cuentan con enormes riquezas resultantes de la dominación y el saqueo durante siglos a los países colonizados. 

Paulo A. Paranagua una vez más escribe sobre personajes que mancillan para siempre su labor profesional. Al apoyar a un reducido grupo de personas que desean lo peor para el destino de su propia patria y con vínculos, algunos de ellos, con las organizaciones terroristas de Miami, se convierte en un cómplice de las acciones terroristas contra Cuba, a sabiendas de que desde hace mucho tiempo es uno de los más activos exponentes en Francia del terrorismo mediático contra el proceso cubano. 

La labor de los mercenarios y del periodista que los distingue es sórdida por la naturaleza de su contenido. Sus motivaciones reales están unidas por el cordón umbilical del sacrosanto itinerario del dinero dispuesto tras la liberación oficial por parte de John Kerry, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos, de fondos por 20 millones de dólares con el objetivo de financiar a quienes sirven en Cuba las orientaciones de Washington, tras las presiones de los agentes de la mafia de Miami. 

En la lectura de los pasajes de Paulo A. Paranagua he observado su obsesiva inadaptabilidad y preocupación patológica por los nuevos y favorables tiempos que corren para Cuba en el escenario latinoamericano e internacional. Basta un ejemplo: la reanudación de las relaciones normales de diálogo político y cooperación bilateral con varios países europeos, como expresión de una etapa de oportunidades entre Estados soberanos y del análisis objetivo de anteriores políticas inoperantes y obsoletas que limitaron los valiosos vínculos que existían en diversos sectores entre los pueblos y Estados respectivos. 

En ese sentido, la Posición Común de 1996 es un ejemplo fehaciente de una proyección fracasada en sus intentos de tratar de cambiar el sistema político cubano desde el exterior, subestimando la capacidad de los cubanos de solucionar sus propios problemas y de defender sus conquistas sociales mediante la actualización del modelo económico en la línea de preservar el socialismo por la voluntad amplia del pueblo expresada en los debates públicos que antecedieron al VI Congreso del Partido Comunista y que todavía se efectúan en el seno de las instituciones cubanas. 

Creo que lo mejor que tiene el futuro es su carácter impredecible, pero los cubanos haremos todo lo humanamente posible para que Cuba no vuelva a caer bajo la dominación colonial estadounidense, ni para que el país sea conducido por irresponsables de la talla de Oswaldo Payá, Manuel Cuesta Morua, Héctor Maceda, Guillermo Fariñas, Martha Beatriz Roque y Laura Pollán, pues ejemplos de entreguistas a los designios de Estados Unidos sobran en la historia cubana de antes del 1 de enero de 1959. 

El paso del tiempo no podrá borrar la historia, la dignidad y la memoria de los pueblos. Sobre eso estoy seguro que Paulo A. Paranagua nunca ha reflexionado. 

Los mercenarios, Paulo A. Paranagua y Le Monde deberían tener en cuenta el supremo concepto de la Revolución cubana de que nada que atente contra la soberanía nacional y la libertad del pueblo cubano puede quedar impune, venga de donde venga.

jueves, 4 de agosto de 2011

La insurgencia de las palabras: El debate controvertido sobre Cuba en Francia

Leyde E. Rodriguez Hernández
Rebelión

La realidad cubana suele omitirse, distorsionarse y mal interpretarse en Francia. Ha sido así durante décadas, y por ahora sería muy difícil predecir un cambio en el patrón de comportamiento de los grandes medios franceses sobre Cuba, pues lamentablemente pareciera que no lo admite la presente coyuntura internacional e incluso la situación política general en el viejo continente. Las explicaciones pudieran encontrarse simplemente porque la isla es discriminada y desconocida, casi siempre por razones políticas e incomprensibles motivaciones de índole ideológicas. 
 
Dado ese contexto complejo, en esta nota sólo me voy a referir a un caso concreto que estoy seguro no es el peor de los ejemplos de la distorsión mediática, pero es el que se me antoja ilustrar como un acto de insurgencia de las palabras. En días recientes bajo la firma de la destacada investigadora francesa Janette Habel, leí un artículo publicado en el prestigioso mensuario Le Monde Diplomatique, correspondiente a octubre de 2010, con el sorprendente título ¿Cambio de rumbo en Cuba?” en el que se enfocan criterios que sobrepasan o excluyen el contenido real de las actuales medidas y transformaciones en la Isla para actualizar el sistema económico y social cubano. 

Desde mi punto de vista, resulta desacertado e incluso constituye un acto de ignorancia interpretar y repetir, como un estribillo, que en Cuba se producirán despidos masivos de miles de trabajadores de sus puestos de trabajo, sin atender en lo más mínimo que, en más de una ocasión, el gobierno cubano y sus organizaciones políticas y sindicales han reiterado que el sistema social socialista – sus leyes- no se propone dejar desamparado a los trabajadores que resulten disponibles tras los cambios y ajustes que se operan en la economía cubana con vistas al perfeccionamiento de la gestión económica y sus resultados productivos. 

En el mencionado artículo sobresale un acercamiento intransigente a este proceso en los marcos del socialismo en Cuba, y su autora no ha hecho más que ofrecer una visión superficial de la evolución socioeconómica cubana, la cual se niega que transcurra en condiciones de debate popular y con la participación activa de los ciudadanos cubanos y sus organizaciones de masas. 

Tengo la percepción de que se puede escribir desde la academia en Francia -y en cualquier otro país- sin subestimar los procesos y sus instituciones, sin la construcción de escenarios, más que hipotéticos, falsos sobre las supuestas tendencias políticas de una sociedad o las correlaciones de fuerzas al interior de un gobierno o sus organizaciones políticas. Normalmente, para el análisis objetivo de procesos o fenómenos nuevos se requiere tiempo, así como el estudio de muchas fuentes que no se reflejan en este artículo escrito a todas luces al vuelo, lo que arroja como principal resultado la sumatoria de imaginaciones y la ficción de la articulista sobre el presente y el futuro de Cuba. 

Es bien conocido que existen en muchas partes del mundo prestigiosos intelectuales y periodistas que realizan un trabajo politológico sistemático sobre la Isla sin hacer concesiones a la dignidad académica y al rigor intelectual. En contraste, la lectura del artículo ¿Cambio de rumbo en Cuba?” en Le Monde Diplomatique, evidencia que la autora no utilizó –tal vez con toda intención- las mejores fuentes, luego se identifican nombres de cubanos desafectos, frustrados o en contraposición al proceso cubano, quienes no aciertan del todo con el paisaje real de lo que acontece en Cuba. 

Por eso prefiero resaltar las ideas de Aurelio Alonso, académico cubano de pensamiento profundo, expresadas en la Cátedra de los libertadores, el 4 de agosto del 2010, de la Casa Nacional del Bicentenario, que no subestima las potencialidades de los cubanos para enfrentar la etapa presente de transformaciones. Esboza Alonso: “En la actualidad, hay más economistas que nunca, más sociólogos que nunca, más ideas que nunca, más criterios que nunca y un nivel de propuestas, una panoplia de propuestas y de razonamientos sobre las deficiencias, las medidas y las prospecciones de la economía cubana más diverso y valioso que lo que ha habido en toda la historia. Es decir, hay un capital intelectual que es una esperanza muy fuerte para las transformaciones que se necesita abordar (….)”. 

En esa fuerza intelectual que cuenta Cuba, la autora podía haber cobrado confianza y la posibilidad de encontrar testimonios de intelectuales o estudiosos más dignos de créditos. En el articulo la investigadora menciona al reconocido periodista y escritor Leonardo Padura, pero elijo para destacar ahora sus criterios desde otro ángulo y en un sentido positivo, cuando nos advierte en su articulo “Utopías perdidas, Utopías soñadas”, publicado por la agencia de prensa IPS, que “Cuba no solo es una realidad compleja, altamente politizada, sino también singular y, a pesar de ello, muchas veces vista desde posiciones simplistas de condena o alabanza, con pocos de los matices que le dan su densidad verdadera y que nadie entiende mejor que los que allá vivimos”. Todos los que escriben sobre Cuba en Europa debieran tener estas palabras de Padura como una alerta, como una proposición razonable.

Sin embargo, reconozco que, en algunos momentos del texto, Habel nos ofrece valoraciones balanceadas, pero las mismas se extravían en la inicial finalidad destructiva de la imagen de Cuba, que toma auge en cada párrafo para coronar ese objetivo sacrosanto de un ensayo encerrado en la pretendida agonía del “modelo económico y social cubano”. Todo eso transcurre con la complicidad de la falta de rigor en las citas que se emiten -sobre supuestas publicaciones y autores- que contradicen a todas luces su publicitado nivel académico y científico. 

En fin, durante el viaje por este articulo nos tropezamos con una función maquiavélica que se caracteriza por la mezcla de frases efectistas cargadas de mentiras, verdades completas y a medias que, sobre la base de una supuesta lógica del discurso, siempre desemboca en la desorientación del lector sobre la realidad y la verdadera naturaleza de los problemas y cambios en Cuba. Las perspectivas y el esfuerzo intelectual de la autora se concentran más en la ruptura que en la continuidad del proceso, porque ese ha sido siempre el objetivo consumado de su obra.

La estructuración del texto es una invitación a la duda, a la decepción y la desesperanza sobre el proceso revolucionario cubano. Más que hacer reflexionar, la ensayista conduce al lector por un túnel sombrío donde lo espera la derrota inevitable de la Revolución cubana, obligándolo a enfrentarse a la difícil tarea de transcribir una disertación enrevesada que, proveniente de una incontestable cubanóloga -aseguran los medios franceses- se presenta como une especie de verdad revelada sobre los cotidianos acontecimientos en la Isla. 

En la promoción de una lógica reflexiva en la que no hay otra alternativa posible que la inexorable disolución de una experiencia sancionada por la variable de la geopolítica global, se encuentra finalmente la razón de la publicación de este articulo. Pero este hilo discursivo no es extraño en Habel, porque ese escenario ha sido parte del contenido de sus tesis centrales en su faena politológica sobre temas cubanos, por tanto inevitablemente sus teorías se entroncan con el subyacente fatalismo de su pensamiento político concerniente el carácter poco viable del ideal socialista en un pequeño país. Allí está la génesis del desaliento inducido en sus desacertadas profecías, que sabemos se han convertido siempre en fallidos juegos de probabilidades sobre Cuba. 

Presiento que con la lectura de Janette Habel escucho el mismo ruido de los círculos oscuros en el estridente concierto de los grandes medios europeos. Sí, de aquellos que apuestan al apocalipsis de la Revolución cubana. Albergo todavía la esperanza que un día toda la información de la gran prensa no se resuma en Francia al estilo miamense de uno o varios Nuevo Herald de Paris.

lunes, 1 de agosto de 2011

Las manipulaciones de Le Monde y las visiones de los “cubanólogos”

Y. P. Fernández • La Habana
Fotos: La Jiribilla

La revisión sistemática de los comportamientos de los emporios internacionales de la comunicación sirve a veces para encontrar, sobre algunos temas, pistas realmente interesantes. Si fuésemos a hablar en términos de marketing, diríamos que el tema Cuba vende. Pero cuidado, porque esta afirmación puede resultar engañosa y el lector pensar que se refiere a la Isla como destino turístico potencial. Todo lo contrario: para los grandes consorcios de la información, lo que vende es hablar mal de Cuba, poner en tela de juicio cualquier logro, cualquier iniciativa del país y da igual si es en la salud o en la cultura. Basta mencionar dentro de un alegato a la mayor de las Antillas con un sentido negativo en una línea, y esa línea se volverá titular.

No es de extrañar entonces que en el mundo pululen los “cubanólogos”, especializados en “analizar” y predecir sin acertar cualquier acontecimiento del país. Tal es el caso del brasileño radicado en Francia Paulo A. Paranagua, que desde el periódico Le Monde y su blog adscrito a la publicación, desvirtúa constantemente la imagen de Cuba en diversos textos entre los que pudieran citarse algunos abiertamente reaccionarios como “Castro y la izquierda latino-americana” y “¿Cuándo Cuba se detuvo?”. El objetivo es denigrar o introducir elementos insidiosos en cualquier comentario que aluda a la realidad de la Isla, sin importar si habla de relaciones internacionales o de eventos cinematográficos.

La nota de Paranagua en Le Monde referida a la recién finalizada Feria Internacional del Libro de Cuba, es el clásico ejemplo de manipulación mediática desde los espacios consolidados por el poder. Bajo el título “Los autores cubanos en libertad vigilada”, este “¿estudioso de la cultura cubana?” une de manera malintencionada varios temas que no están conectados entre sí.

La primera de sus tergiversaciones es la de autonombrarse “envoye special”, es decir, enviado especial. Por esos días, Paranagua estaba en Cuba como turista, no se encontraba acreditado para la cobertura de la Feria, así que esta denominación es, cuando menos, pretenciosa. El colaborador de Le Monde comienza su reseña sobre el evento literario aludiendo a la presentación del libro El hombre que amaba a los perros, del escritor Leonardo Padura, citando dos frases del autor cubano: “hoy se rompen mitos y se cumplen sueños”, “muchos pensaban que este libro no sería publicado en Cuba” y a continuación afirma Paranagua que ello se debe a que los personajes: León Trostski y el hombre que le dio muerte, Ramón Mercader, eran tabúes. No lo entrecomilla, pero organiza la información de tal modo que parecieran haber salido de la boca de Padura palabras que no son suyas.

Paranagua afirma que los ejemplares disponibles no eran suficientes para satisfacer a todos los interesados en comprar el libro. Cualquier otro autor, menos malintencionado, hubiera concluido que Padura es un escritor muy leído en la Isla y por eso no alcanzaban los 4000 ejemplares autorizados por Tusquets para su edición en Cuba, pero el brasileño “cubanológo” añade además que esta información fue dada por una representante de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba. La así presentada, como si fuese una vocera de una organización de gobierno o partido político, no era otra que la editora de El hombre que amaba a los perros, en su versión cubana.

Como si el veneno fuese insuficiente, Paranagua cita a la Presidenta de Tusquets, quien pone en duda el número de la tirada y afirma que el tope de 4000 ejemplares es una medida para evitar la exportación del libro hacia países vecinos.

Con un recurso tan viejo como el periodismo, pero invariablemente poco ético, Paranagua escuda sus propias opiniones sobre la industria editorial cubana en una “lectora frustrada” y yerra por completo el tiro, porque si hay algo de lo que se precia esta industria, es de la producción de libros para niños y jóvenes, que solo en la Editorial Gente Nueva en el 2010 alcanzó la cifra de 107 títulos y 965 mil ejemplares, sin contar la cantidad de libros para este público salido de las editoriales provinciales y las imprentas Rizo. 

La manipulación en torno a la novela de Padura culmina afirmando que los medios ignoraron la presentación, hecho incierto y fácilmente demostrable al revisar sitios como La Jiribilla, que publicó dos textos sobre el tema: “Trotsky, el silencio y la historia”, del escritor Daniel Díaz Mantilla, y otro titulado “El hombre que amaba a los perros. Un libro profundamente cubano”.

Concluye Paranagua el capítulo Padura para engarzarlo —sin que quede muy claro cómo ni por qué— con unas declaraciones de Ambrosio Fornet sobre la crítica literaria en Cuba que a continuación dejan paso a una nueva tergiversación: la no recuperación pública de los textos de escritores cubanos como Guillermo Cabrera Infante, Reinaldo Arenas y Jesús Díaz. Quien tenga la posibilidad de leer la compilación de cuentos de la colección del Instituto Cubano del Libro dedicada a los 50 años de la Revolución, podrá ver algunos de estos nombres en el índice del mismo. Paranagua omite que ha sido la voluntad manifiesta de estos escritores o de sus herederos la que ha impedido que su obra se reimprima en Cuba para acercarla a su público natural.

Como en el circo, en una voltereta mortal, el brasileño pasa de Jesús Díaz a Desiderio Navarro y no es sino para distorsionar nuevamente más información. Mientras alaba que el director de Criterios sea capaz de traducir a 15 idiomas, afirma que todas las acciones culturales de este intelectual se realizan sin apoyo del estado cubano. Si editar un libro con una editorial cubana, precisamente sobre ese quinquenio gris al que alude Paranagua, o recibir ayuda para organizar de manera conjunta con el Ministerio de Cultura debates sobre diversos temas en instituciones tan prestigiosas como la Casa de las Américas o el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfico (ICAIC), así como recibir medios informáticos de ese mismo Ministerio, no es tener apoyo del estado, entonces, tal vez, habría que hacer una revisión de conceptos. 

Casi finalizando sus dos cuartillas de distorsiones, Paulo Antonio cita algunos de sus ejemplos más desafortunados cuando menciona entre los autores relegados al espacio de los “blogueros y rockeros contestatarios” al “joven escritor y fotógrafo Orlando Luis Pardo” por haber traspasado los “bordes imprecisos de lo políticamente correcto”. Hace unos años, antes de aliarse al grupo de blogueros probeta liderado por Yoanis Sánchez, Pardo Lazo publicó unas fotos suyas masturbándose sobre la bandera cubana… y siguió tan tranquilo, hasta hoy, cuando gracias a haber cambiado de “compañeros de trabajo” muestra un aumento considerable en su nivel de vida. En uno de sus más recientes textos, titulado “Salvando al soldado Alan (Gross)”, llega a sugerirle al gobierno norteamericano “que bombardeen quirúrgicamente su cárcel y luego manden a un comando de Hollywood para rescatar a Alan Gross live”, en otras palabras, está incitando a una intervención militar en su propio país; como si se creyese la reencarnación de Randolph Hearst, Pardo Lazo parece desde sus páginas decir otra vez con respecto a Cuba, “la guerra la fabrico yo”. Pero eso tampoco lo dice Paranagua porque, de mencionarlo, los límites de la tolerancia en la Isla quedarían muy bien parados.

La conclusión de este mélange de Paranagua es que en Cuba, “el poder no tiene confianza en los intelectuales”. Como por algunas cosas no vale la pena extenderse demasiado, volvamos sobre las reflexiones de Raúl en la clausura del Séptimo Congreso de la UNEAC: “Este ha sido un Congreso con mucha discusión, pero para eso luchamos, para esa diversidad de opiniones... pues de las mayores discrepancias saldrán las mejores soluciones”.