jueves, 25 de abril de 2013

¿Puede la civilización sobrevivir al capitalismo?



Por Noam Chomsky


Hay capitalismo y luego el verdadero capitalismo existente. El término capitalismo se usa comúnmente para referirse al sistema económico de Estados Unidos con intervención sustancial del Estado, que va de subsidios para innovación creativa a la póliza de seguro gubernamental para bancos demasiado-grande-para-fracasar.


El sistema está altamente monopolizado, limitando la dependencia en el mercado cada vez más: En los últimos 20 años el reparto de utilidades de las 200 empresas más grandes se ha elevado enormemente, reporta el académico Robert W. McChesney en su nuevo libro Digital disconnect. Capitalismo es un término usado ahora comúnmente para describir sistemas en los que no hay capitalistas; por ejemplo, el conglomerado-cooperativa Mondragón en la región vasca de España o las empresas cooperativas que se expanden en el norte de Ohio, a menudo con apoyo conservador –ambas son discutidas en un importante trabajo del académico Gar Alperovitz. Algunos hasta pueden usar el término capitalismo para referirse a la democracia industrial apoyada por John Dewey, filósofo social líder de Estados Unidos, a finales del siglo XIX y principios del XX. Dewey instó a los trabajadores a ser los dueños de su destino industrial y a todas las instituciones a someterse a control público, incluyendo los medios de producción, intercambio, publicidad, transporte y comunicación. A falta de esto, alegaba Dewey, la política seguirá siendo la sombra que los grandes negocios proyectan sobre la sociedad. La democracia truncada que Dewey condenaba ha quedado hecha andrajos en los últimos años. Ahora el control del gobierno se ha concentrado estrechamente en el máximo del índice de ingresos, mientras la gran mayoría de los de abajo han sido virtualmente privados de sus derechos.

El sistema político-económico actual es una forma de plutocracia que diverge fuertemente de la democracia, si por ese concepto nos referimos a los arreglos políticos en los que la norma está influenciada de manera significativa por la voluntad pública. Ha habido serios debates a través de los años sobre si el capitalismo es compatible con la democracia. Si seguimos que la democracia capitalista realmente existe (DCRE, para abreviar), la pregunta es respondida acertadamente: Son radicalmente incompatibles. A mí me parece poco probable que la civilización pueda sobrevivir a la DCRE y la democracia altamente atenuada que conlleva. Pero, ¿podría una democracia que funcione marcar la diferencia? Sigamos el problema inmediato más crítico que enfrenta la civilización: una catástrofe ambiental. Las políticas y actitudes públicas divergen marcadamente, como sucede a menudo bajo la DCRE. La naturaleza de la brecha se examina en varios artículos de la edición actual del Deadalus, periódico de la Academia Americana de Artes y Ciencias.

El investigador Kelly Sims Gallagher descubre que 109 países han promulgado alguna forma de política relacionada con la energía renovable, y 118 países han establecido objetivos para la energía renovable. En contraste, Estados Unidos no ha adoptado ninguna política consistente y estable a escala nacional para apoyar el uso de la energía renovable. No es la opinión pública lo que motiva a la política estadunidense a mantenerse fuera del espectro internacional. Todo lo contrario. La opinión está mucho más cerca de la norma global que lo que reflejan las políticas del gobierno de Estados Unidos, y apoya mucho más las acciones necesarias para confrontar el probable desastre ambiental pronosticado por un abrumador consenso científico –y uno que no está muy lejano; afectando las vidas de nuestros nietos, muy probablemente. Como reportan Jon A. Krosnik y Bo MacInnis en Daedalus: Inmensas mayorías han favorecido los pasos del gobierno federal para reducir la cantidad de emisiones de gas de efecto invernadero generadas por las compañías productoras de electricidad. En 2006, 86 por ciento de los encuestados favorecieron solicitar a estas compañías o apoyarlas con exención de impuestos para reducir la cantidad de ese gas que emiten… También en ese año, 87 por ciento favoreció la exención de impuestos a las compañías que producen más electricidad a partir de agua, viento o energía solar. Estas mayorías se mantuvieron entre 2006 y 2010, y de alguna manera después se redujeron. El hecho de que el público esté influenciado por la ciencia es profundamente preocupante para aquellos que dominan la economía y la política de Estado. Una ilustración actual de su preocupación es la enseñanza sobre la ley de mejora ambiental, propuesta a los legisladores de Estado por el Consejo de Intercambio Legislativo Estadunidense (CILE), grupo de cabildeo de fondos corporativos que designa la legislación para cubrir las necesidades del sector corporativo y de riqueza extrema. La Ley CILE manda enseñanza equilibrada de la ciencia del clima en salones de clase K-12. La enseñanza equilibrada es una frase en código que se refiere a enseñar la negación del cambio climático, a equilibrar la corriente de la ciencia del clima. Es análoga a la enseñanza equilibrada apoyada por creacionistas para hacer posible la enseñanza de ciencia de creación en escuelas públicas. La legislación basada en modelos CILE ya ha sido introducida en varios estados.

Desde luego, todo esto se ha revestido en retórica sobre la enseñanza del pensamiento crítico –una gran idea, sin duda, pero es más fácil pensar en buenos ejemplos que en un tema que amenaza nuestra supervivencia y ha sido seleccionado por su importancia en términos de ganancias corporativas. Los reportes de los medios comúnmente presentan controversia entre dos lados sobre el cambio climático. Un lado consiste en la abrumadora mayoría de científicos, las academias científicas nacionales a escala mundial, las revistas científicas profesionales y el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (PICC). Están de acuerdo en que el calentamiento global está sucediendo, que hay un sustancial componente humano, que la situación es seria y tal vez fatal, y que muy pronto, tal vez en décadas, el mundo pueda alcanzar un punto de inflexión donde el proceso escale rápidamente y sea irreversible, con severos efectos sociales y económicos. Es raro encontrar tal consenso en cuestiones científicas complejas. El otro lado consiste en los escépticos, incluyendo unos cuantos científicos respetados –que advierten que es mucho lo que aún se ignora–, lo cual significa que las cosas podrían no estar tan mal como se pensó, o podrían estar peor. Fuera del debate artificial hay un grupo mucho mayor de escépticos: científicos del clima altamente reconocidos que ven los reportes regulares del PICC como demasiado conservadores. Y, desafortunadamente, estos cientí- ficos han demostrado estar en lo correcto repetidamente. Aparentemente, la campaña de propaganda ha tenido algún efecto en la opinión pública de Estados Unidos, la cual es más escéptica que la norma global. Pero el efecto no es suficientemente significativo como para satisfacer a los señores.

Presumiblemente esa es la razón por la que los sectores del mundo corporativo han lanzado su ataque sobre el sistema educativo, en un esfuerzo por contrarrestar la peligrosa tendencia pública a prestar atención a las conclusiones de la investigación científica. En la Reunión Invernal del Comité Nacional Republicano (RICNR), hace unas semanas, el gobernador por Luisiana, Bobby Jindal, advirtió a la dirigencia que tenemos que dejar de ser el partido estúpido. Tenemos que dejar de insultar la inteligencia de los votantes. Dentro del sistema DCRE es de extrema importancia que nos convirtamos en la nación estúpida, no engañados por la ciencia y la racionalidad, en los intereses de las ganancias a corto plazo de los señores de la economía y del sistema político, y al diablo con las consecuencias. Estos compromisos están profundamente arraigados en las doctrinas de mercado fundamentalistas que se predican dentro del DCRE, aunque se siguen de manera altamente selectiva, para sustentar un Estado poderoso que sirve a la riqueza y al poder.

Las doctrinas oficiales sufren de un número de conocidas ineficiencias de mercado, entre ellas el no tomar en cuenta los efectos en otros en transacciones de mercado. Las consecuencias de estas exterioridades pueden ser sustanciales. La actual crisis financiera es una ilustración. En parte es rastreable a los grandes bancos y firmas de inversión al ignorar el riesgo sistémico –la posibilidad de que todo el sistema pueda colapsar– cuando llevaron a cabo transacciones riesgosas. La catástrofe ambiental es mucho más seria: La externalidad que se está ignorando es el futuro de las especies. Y no hay hacia dónde correr, gorra en mano, para un rescate. En el futuro los historiadores (si queda alguno) mirarán hacia atrás este curioso espectáculo que tomó forma a principios del siglo XXI. Por primera vez en la historia de la humanidad los humanos están enfrentando el importante prospecto de una severa calamidad como resultado de sus acciones –acciones que están golpeando nuestro prospecto de una supervivencia decente. Esos historiadores observarán que el país más rico y poderoso de la historia, que disfruta de ventajas incomparables, está guiando el esfuerzo para intensificar la probabilidad del desastre. Llevar el esfuerzo para preservar las condiciones en las que nuestros descendientes inmediatos puedan tener una vida decente son las llamadas sociedades primitivas: Primeras naciones, tribus, indígenas, aborígenes. Los países con poblaciones indígenas grandes y de influencia están bien encaminados para preservar el planeta. Los países que han llevado a la población indígena a la extinción o extrema marginación se precipitan hacia la destrucción. Por eso Ecuador, con su gran población indígena, está buscando ayuda de los países ricos para que le permitan conservar sus cuantiosas reservas de petróleo bajo tierra, que es donde deben estar. Mientras tanto, Estados Unidos y Canadá están buscando quemar combustibles fósiles, incluyendo las peligrosas arenas bituminosas canadienses, y hacerlo lo más rápido y completo posible, mientras alaban las maravillas de un siglo de (totalmente sin sentido) independencia energética sin mirar de reojo lo que sería el mundo después de este compromiso de autodestrucción. Esta observación generaliza: Alrededor del mundo las sociedades indígenas están luchando para proteger lo que ellos a veces llaman los derechos de la naturaleza, mientras los civilizados y sofisticados se burlan de esta tontería. Esto es exactamente lo opuesto a lo que la racionalidad presagiaría –a menos que sea la forma sesgada de la razón que pasa a través del filtro de DCRE.

(El nuevo libro de Noam Chomsky es Power Systems: Conversations on Global Democratic Uprisings and the New Challenges to U.S. Empire. Conversations with David Barsamian)

Tomado de TeleSUR

martes, 23 de abril de 2013

25 verdades sobre las elecciones presidenciales en Venezuela




Por Salim Lamrani

Opera Mundi


Las encuestas sobre las intenciones de voto resultaron ser falsas y la campaña de la oposición fue un éxito en 2013

1.      Nicolás Maduro consiguió 7.505.338 votos, o sea el 50,66% de los sufragios.

2.      Henrique Capriles consiguió 7.270.403 votos, o sea el 49,07%.

3.      38.756 electores votaron blanco o nulo, o sea el 0,26%.

4.      La participación electoral fue de un 78,71%.

5.      Sólo 234.935 votos, es decir un porcentaje de 1,59%, separan a los dos candidatos.

6.  Todas las encuestas de opinión que daban a Maduro vencedor con un margen de 10 a 20 puntos resultaron erróneas.

7. El resultado apretado no pone en tela de juicio la legitimidad de Nicolás Maduro. A guisa de comparación, en Francia, en las últimas elecciones presidenciales de mayo de 2012, la diferencia entre François Hollande y Nicolas Sarkozy sólo fue de un 3,28%.

8.      Maduro triunfó en 16 Estados de los 24.

9.      Capriles consiguió la victoria en 8 Estados.

10.  Los observadores internacionales, entre ellos la Unión Europea y la Unión de Naciones Suramericanas, reconocieron la transparencia de los escrutinios.

11.  Henrique Capriles se niega a reconocer la victoria de su rival hasta que haya un recuento de votos.

12.  Nicolás Maduro aceptó el recuento de votos.

13.  Max Lesnik, director de Radio Miami, donde vive una fuerte comunidad venezolana favorable a Capriles, declara que el estrecho margen confirma la validez de las elecciones. Según él “nadie asaltaría un banco para robar mil dólares cuando tiene la posibilidad de robar un millón. Nadie organizaría un fraude para conseguir menos de 300.000 votos”.

14.  A guisa de comparación, en octubre de 2012, Hugo Chávez derrotó a su rival Henrique Capriles con 8.191.132 votos, o sea un total de un 55,07%.

15.  Capriles obtuvo 6.591.304 votos, o sea un 44,31%.

16.  1.599.828 votos separaban a ambos candidatos, o sea un porcentaje de un 10,76%.

17.  La participación electoral fue de un 80,48%.

18.  Chávez consiguió la victoria en 21 Estados.

19.  Capriles sólo ganó en tres Estados.

20.  Así, en el espacio de seis meses, el campo chavista perdió 685.784 votos.

21.  Por su parte, Capriles ganó 679.099 votos.

22.  La inmensa mayoría de los 685.784 electores que votaron por Chávez en octubre de 2012 eligieron a Henrique Capriles el 14 de abril de 2013.

23.  A pesar de las impresionantes políticas sociales elaboradas a favor de las categorías más desfavorecidas que permitieron reducir la pobreza y elevar el nivel de vida de los más desheredados de modo sustancial, resulta evidente que un número importante de ellos eligieron votar al candidato de derecha.

24.  La campaña electoral del candidato Capriles de 2013, mucho más agresiva que la de 2012, fue todo un éxito.

25.  En cambio, la campaña electoral del nuevo Presidente de la República Bolivariana de Venezuela fue un estrepitoso fracaso.

*Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris Sorbonne-Paris IV, Salim Lamrani es profesor titular de la Universidad de la Reunión y periodista, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Su último libro se titula The Economic War Against Cuba. A Historical and Legal Perspective on the U.S. Blockade, New York, Monthly Review Press, 2013, con un prólogo de Wayne S. Smith y un prefacio de Paul Estrade.






lunes, 15 de abril de 2013

Nicolás Maduro presidente de Venezuela




Al filo de la medianoche de domingo 14 de abril, desde Miraflores, Nicolás Maduro, llamó a todos los venezolanos a trabajar juntos, tras conocerse el anuncio del Consejo Nacional Electoral de que había ganado las elecciones presidenciales con el 50,66  por ciento de los votos, frente al 49, del opositor Henrique Capriles.

Nada pudo interrumpir el triunfo del pueblo venezolano y la continuidad de la Revolución Bolivariana. Maduro explicó el saboteo a la economía del país, especialmente los cortes eléctricos, y la guerra psicológica a que fue sometido el pueblo para evitar el triunfo, pero dijo que el pueblo venezolano supo enfrentar esa guerra y el triunfo electoral ha sido justo, legal, popular y constitucional, afirmación que fue recibida con gritos de ¡No volverán!, por parte del los seguidores del chavismo reunidos en Miraflores para celebrar el triunfo electoral.

Este trascendental triunfo, que demuestra la fortaleza de las ideas y la obra del Comandante Hugo Chávez. Esta decisiva victoria y lealtad de Maduro al pueblo, asegurarán la continuidad de la Revolución Bolivariana y de la genuina integración de Nuestra América. 

Los revolucionarios de América Latina y el Caribe estamos de fiesta. Ratificamos toda nuestra solidaridad y compromiso internacionalista con la Revolución Bolivariana. Sabemos que el imperialismo y sus súbditos, en Venezuela, seguirán con sus acciones de sabotaje, pero el pueblo y los revolucionarios no se dejarán arrebatar sus conquistas, teniendo ahora  de presidente a Nicolás Maduro, un digno continuador de las ideas bolivarianas y socialistas del prócer Hugo Chávez. 


 Principales sufragios (1998-2013)

—6 de diciembre, 1998: Tras una campaña cuyo eje fue la refundación del país con un llamado a Asamblea Constituyente, para elaborar una nueva Carta Magna, el comandante Hugo Chávez vence en las elecciones presidenciales con 56 por ciento de los votos. Asume como Jefe de Estado el 2 de febrero de 1999. Comienza la Revolución Bolivariana.


—25 de abril, 1999: Referendo para la Convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente. La iniciativa de campaña del presidente Chávez triunfa en las dos preguntas sometidas a escrutinio con más de 80 por ciento. Los constituyentes serían elegidos por voto directo, universal y secreto, tras lo cual quedaría establecida la Asamblea por seis meses a fin de redactar la nueva Ley de leyes.


—25 de julio, 1999: Elecciones para elegir a los 131 miembros de la Constituyente. El chavismo gana 125 escaños, 95 por ciento de la Asamblea.


—15 de diciembre, 1999: Se realiza referendo constituyente. La iniciativa chavista de nueva Carta Magna gana con 72 por ciento de los votos.


—30 de julio, 2000: Ocurre la llamada mega elección del 2000. Al amparo de la nueva Constitución Bolivariana, se realizaron comicios presidenciales, parlamentarios, regionales y municipales; o sea, cuatro en uno. Chávez revalida en el cargo con 60 por ciento del sufragio. El chavismo y gana en la mayoría del resto de las jurisdicciones.


—15 de agosto, 2004: Referendo sobre permanencia en el poder  del presidente Hugo Chávez, a iniciativa de la oposición. El líder bolivariano fue ratificado en el cargo por el 59 por ciento del electorado.


—31 de octubre, 2004: Elecciones de gobernadores y alcaldes. El chavismo ganó 22 de los 23 estados, el Distrito Capital, y el 80 por ciento de las alcaldías. La oposición perdió seis de los ocho estados que se agenció en el 2000.


—4 de diciembre, 2005: Elecciones legislativas. La oposición decidió abandonar los comicios. El chavismo se adjudicó los 165 escaños del parlamento unicameral.


—3 de diciembre, 2006: Comicios presidenciales. Chávez gana con 62 por ciento. Declara socialista a la Revolución Bolivariana, un rumbo que ya había trazado anteriormente. Propone convocar a referendo para cambios constitucionales que reconozcan por ley el camino socialista de la Revolución.


—2 de diciembre, 2007: Referendo para reforma constitucional. La iniciativa chavista contemplaba la modificación de unos 70 artículos de la Constitución Bolivariana de 1999 y la declaración de Venezuela como Estado socialista. Es rechazada por una diferencia de menos de dos puntos. Fue la única derrota electoral del mandatario Hugo Chávez.


—23 de noviembre, 2008: Elecciones regionales y municipales, excepto en Amazonas y varias alcaldías. El chavismo gana 18 gobernaciones y la mayoría de los municipios, ratifica su hegemonía política.


—15 de febrero, 2009. Referendo para enmienda constitucional a fin de permitir la postulación continua para todos los cargos públicos elegidos por voto popular. Chávez gana con 54,86 por ciento del sufragio.


—26 de septiembre, 2010. Comicios para la Asamblea Nacional. Luego de retirarse de este tipo de elecciones en 2004, la oposición regresa. El chavismo obtiene la mayoría parlamentaria, aunque no logra las dos terceras partes de los escaños para mantenerse con la mayoría absoluta.


—7 de octubre, 2012. Elecciones presidenciales. Chávez es reelecto para un cuarto mandato. Logra 55,07 por ciento del sufragio. Es, a la vez, el más alto número de electores que logra en la historia, con casi 8 200 000 votos. La oposición, con el 44,31 por ciento, obtiene también un récord de votos en los 14 años de chavismo, con 6 591 304 boletas.


—16 de diciembre, 2012: Comicios regionales. El chavismo gana en 20 de las 23 gobernaciones.


—14 de abril, 2013: Elecciones sobrevenidas tras el fallecimiento, el pasado 5 de marzo, del Comandante Presidente Hugo Chávez. Según todas las casas encuestadoras más serias que realizaron estudios de opinión, y el criterio de la mayoría de los analistas, incluido el servicio de inteligencia de EE.UU., el presidente (e) Nicolás Maduro debe ganar. Quizá sea una elección muy cerrada.