El actual rumbo de las relaciones de Cuba con EE.UU. y
la UE habla de una época que ha descubierto lo absurdo de la confrontación
entre naciones y apuesta por la convivencia, dice el politólogo cubano Carlos
Alzugaray.
Con el ensayista y diplomático cubano Carlos
Alzugaray, una de las voces más respetadas en los estudios sobre las relaciones
internacionales del gobierno de Cuba, conversamos acerca de tres aspectos
esenciales en la comprensión de la realidad cubana: el conflicto La
Habana-Washington, la posible eliminación de la Posición Común de la Unión
Europea hacia la isla y el papel que los casi 4 millones de emigrados pueden
tener en las recientes transformaciones ya implementadas o en las anunciadas
para el futuro por el presidente Raúl Castro.
Sentado en una de las oficinas de la Fundación
Friedrich Ebert, anfitriona de esta nueva visita a Berlín, Alzugaray fue
concluyente sobre la actuación del presidente norteamericano: “Obama ha
decepcionado porque hizo promesas que hacían pensar que avanzaría hacia cambios
en la tradicional política respecto a Cuba. Pero se trata de algo más complejo:
cuando el Congreso aprobó las leyes Torricelli y Helms-Burton convirtió la
política hacia Cuba en una política de Estado. Entonces, Obama tiene la
dificilísima tarea de cambiar una política de Estado. Pero él prometió un nuevo
comienzo con Cuba y eso no ha pasado. Ha tomado medidas marginales, de alguna
importancia, que no van al centro del conflicto: las sanciones económicas, la
inclusión de Cuba en la lista de países terroristas…”
Pasos concretos
Carlos Alzugaray asegura que dentro de la sociedad y
la política norteamericana se han producido cambios a favor de la eliminación
del embargo económico y de la normalización de las relaciones, como puede
comprobarse con los actuales intercambios en los ámbitos cultural, científico,
académico y deportivo, así como en la consolidación de estrategias conjuntas de
colaboración en materia de la lucha contra el narcotráfico y la seguridad
nacional de ambos países. Pero, en su opinión, existen tres temas en los cuales
Obama podría dejar un legado a las próximas administraciones sin que puedan
impedirlo las fuerzas políticas internas que se oponen a negociaciones directas
con Raúl Castro: “uno, hacer el famoso cambio de Alan Gross, norteamericano
preso en Cuba, por los tres agentes antiterroristas cubanos presos en cárceles
de Estados Unidos; dos, aceptar la propuesta mayoritaria y casi unánime de
América Latina de que Raúl Castro asista a la Cumbre de las Américas el año
próximo; tres, quitar a Cuba de la lista de países terroristas, y una cuarta
cosa: facilitar más los viajes entre Cuba y Estados Unidos, abrirlo a nuevos
ámbitos”.
Lo anterior coincide con las conversaciones entre la
Unión Europea y La Habana, que apuntan a la eliminación de la Posición Común
implementada en 1996 durante el gobierno de José María Aznar, que condicionaba
esa relación al respeto de los Derechos Humanos en la isla. “Hay dos elementos
a tener en cuenta”, explica Alzugaray, “por un lado, Cuba rechazó tomar como
base de las relaciones la Posición Común por considerarla violatoria de la
soberanía cubana, pero no obstante decidió avanzar con todos los países de la
UE trabajando unilateralmente. En total se han firmado ya 18 acuerdos de
cooperación con países miembros. Y por otro lado, la Unión Europea se ha dado cuenta
de que las políticas de sanciones y presiones no funcionan, que tienen
intereses económicos concretados en la presencia de empresas europeas
importantes como Meliá, Castrol, Pernod Ricard, y que es preferible buscar un
acuerdo de cooperación que propicie unas relaciones económicas provechosas para
ambas partes.”
También se refiere a que tradicionalmente en La Habana
han existido dos tendencias sobre las relaciones entre la isla y Europa: una
tendencia que considera a la Unión Europea como un aliado de Estados Unidos en
su intento de promover un cambio de gobierno en Cuba, y otra que ve a la Unión
como un competidor del gobierno norteamericano, en la lucha geopolítica por el
control de América Latina aprovechando el importante papel que tiene Cuba para
el continente, especialmente en momentos de una izquierdización de la política
latinoamericana luego del desastre neoliberal de la década del 90. Y todo
indica que Raúl ha logrado unificar esas dos tendencias en la reformulación de
una nueva estrategia de comunicación con Europa.
Finalmente, sobre el papel del exilio en el futuro de
la isla a partir de los cambios ya implementados por Raúl Castro se muestra
optimista: “importantes figuras del exilio, empresarios como el multimillonario
Alfredo Fanjul, manifiestan ya su interés en invertir en Cuba; ya está
ocurriendo además el fenómeno conocido como emigración circular, esas personas
que emigran, hacen negocios o se forman en otros países y luego regresan a su
país de origen; y algo esencial: muchos de los cubanos que viven fuera de la
isla no se consideran exiliados, sino emigrados. La agenda de un exiliado y de
un emigrado es distinta: el exiliado quiere tumbar al gobierno; al emigrado no
le importa quién manda, y aunque no esté de acuerdo con el gobierno, sólo
quiere mantener un fluido contacto con sus familias, con su gente en Cuba, con
su país”.
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