Tomado de La Jornada/Progreso
Semanal
El
primer intento secreto para negociar la normalización de relaciones entre Cuba
y Estados Unidos, a mediados de los 70, acabó con la propuesta del secretario
de Estado Henry Kissinger de “aplastar a los cubanos”, por haberse atrevido a
desafiar a la superpotencia y enviar tropas para apoyar el movimiento de
liberación en Angola, revelan nuevos documentos oficiales del gobierno de
Washington difundidos hoy por el National Security Archive (Archivo de
Seguridad Nacional), centro independiente de investigaciones.
Los
documentos que se dieron a conocer forman parte de un libro presentado ayer,
Back Channel to Cuba, que cuenta la “historia oculta” de las negociaciones
diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba a lo largo del último medio siglo. Lo
que nunca pudieron entender los estadounidenses es que para Cuba era más
importante la solidaridad con los movimientos de liberación en África que la
relación con Washington, señalaron los autores del libro, Peter Kornbluh y
William LeoGrande, en conferencia de prensa celebrada en el hotel Pierre, el
mismo donde se sostuvo la primera reunión secreta para negociar la normalización
de la relación bilateral el 9 de julio de 1975. Néstor García, entonces primer
secretario de la misión de Cuba ante la ONU, quien participó en esa reunión,
contó a los autores que William Rogers, secretario asistente de Estado para
Asuntos Interamericanos, quien había iniciado las negociaciones secretas con
Cuba por instrucciones de Kissinger, le dijo en una reunión en el aeropuerto de
Washington en enero de 1976: “Néstor, perdón por la palabra, pero jodieron
todo. Están en Angola, Néstor. Jodieron todo”. Lo que se había “jodido” era una
iniciativa de Kissinger para impulsar negociaciones con La Habana. El entonces
secretario de Estado envió mensajes que expresaban esta intención y hubo un
primer intercambio breve entre funcionarios estadunidenses y cubanos en el
aeropuerto La Guardia, en Nueva York, el 11 de enero de 1975, el cual llevó al
segundo encuentro en el hotel Pierre donde, entre otras cosas, los
estadounidenses ofrecían la posibilidad de un encuentro cara a cara entre el
canciller cubano y Kissinger.
Pero
la decisión cubana de brindar apoyo militar al Movimiento Popular por la
liberación de Angola, en abril de 1975, junto con el apoyo a las fuerzas
independistas de Puerto Rico en esa época, enfureció a Kissinger. En febrero de
1976 el secretario de Estado le comentó al presidente Gerald Ford en la Casa
Blanca: “creo que vamos a tener que aplastar a (Fidel) Castro. Probablemente no
lo podremos hacer antes de las elecciones (en Estados Unidos)”. Ford respondió:
“Estoy de acuerdo”.
Unas tres semanas después, Kissinger y Ford abordaron de nuevo el asunto de Cuba. “Creo que tarde o temprano vamos a tener que quebrantar a los cubanos… Creo que los tenemos que humillar”, comentó Kissinger a su jefe. Una semana después, Kissinger convocó a un equipo de seguridad nacional de alto nivel, entre ellos el entonces secretario de Defensa, Donald Rumsfeld (el mismo que después estaría en el mismo puesto en el gobierno de George W. Bush), y les ordenó preparar una invasión o bloqueo naval a Cuba, junto con posibles acciones económicas y políticas. Kissinger argumentó que no se podía permitir que Cuba permaneciera en África y les advirtió: “si hay una percepción en el extranjero de que estamos tan debilitados por nuestro debate interno (se refería a la coyuntura pos Vietnam) que no podemos hacer nada sobre un país de 8 millones de habitantes, entonces, en tres o cuatro años vamos a tener una crisis real”. Los planes que fueron elaborados ofrecían una amplia gama de opciones, que incluían minar los puertos cubanos y ataques aéreos.
Este es sólo uno de los episodios que Kornbluh, director del proyecto sobre Cuba en el National Security Archive, y LeoGrande, profesor y latinoamericanista de la American University, cuentan en su nuevo libro, basado en cientos de documentos secretos desclasificados y entrevistas con buena parte de los participantes en las casi siempre secretas negociaciones diplomáticas entre Washington y La Habana, señalando que todo presidente, desde John Kennedy hasta el presente han tenido –y usado– canales privados en la relación con la isla. Los encuentros han sido en aeropuertos, cafés, hoteles de lujo y hasta en otros países, como México. Los interlocutores extraoficiales han sido de todo tipo, explicaron los autores: desde una periodista de ABC News en los 60, un Premio Nobel (Gabriel García Márquez), una hija de David Rockefeller, hasta políticos como el ex gobernador Bill Richardson y el ex presidente (Jimmy Carter). Algunos de los diplomáticos de ambos países formaron amistades a lo largo de estos diálogos discretos. Revelaron que uno de los interlocutores privados fue Paul Austin, el ejecutivo en jefe de Coca Cola, quien fue enviado personal del entonces presidente Jimmy Carter. Austin viajó a Cuba varias veces y se entrevistó con Castro, primero, en 1978, y después en 1980, para comunicar el deseo de Carter de mejorar las relaciones.
Unas tres semanas después, Kissinger y Ford abordaron de nuevo el asunto de Cuba. “Creo que tarde o temprano vamos a tener que quebrantar a los cubanos… Creo que los tenemos que humillar”, comentó Kissinger a su jefe. Una semana después, Kissinger convocó a un equipo de seguridad nacional de alto nivel, entre ellos el entonces secretario de Defensa, Donald Rumsfeld (el mismo que después estaría en el mismo puesto en el gobierno de George W. Bush), y les ordenó preparar una invasión o bloqueo naval a Cuba, junto con posibles acciones económicas y políticas. Kissinger argumentó que no se podía permitir que Cuba permaneciera en África y les advirtió: “si hay una percepción en el extranjero de que estamos tan debilitados por nuestro debate interno (se refería a la coyuntura pos Vietnam) que no podemos hacer nada sobre un país de 8 millones de habitantes, entonces, en tres o cuatro años vamos a tener una crisis real”. Los planes que fueron elaborados ofrecían una amplia gama de opciones, que incluían minar los puertos cubanos y ataques aéreos.
Este es sólo uno de los episodios que Kornbluh, director del proyecto sobre Cuba en el National Security Archive, y LeoGrande, profesor y latinoamericanista de la American University, cuentan en su nuevo libro, basado en cientos de documentos secretos desclasificados y entrevistas con buena parte de los participantes en las casi siempre secretas negociaciones diplomáticas entre Washington y La Habana, señalando que todo presidente, desde John Kennedy hasta el presente han tenido –y usado– canales privados en la relación con la isla. Los encuentros han sido en aeropuertos, cafés, hoteles de lujo y hasta en otros países, como México. Los interlocutores extraoficiales han sido de todo tipo, explicaron los autores: desde una periodista de ABC News en los 60, un Premio Nobel (Gabriel García Márquez), una hija de David Rockefeller, hasta políticos como el ex gobernador Bill Richardson y el ex presidente (Jimmy Carter). Algunos de los diplomáticos de ambos países formaron amistades a lo largo de estos diálogos discretos. Revelaron que uno de los interlocutores privados fue Paul Austin, el ejecutivo en jefe de Coca Cola, quien fue enviado personal del entonces presidente Jimmy Carter. Austin viajó a Cuba varias veces y se entrevistó con Castro, primero, en 1978, y después en 1980, para comunicar el deseo de Carter de mejorar las relaciones.
Desafortunadamente, provocó confusión como mensajero
al final en 1980 debido a que empezaba a sufrir de Alzheimer. Sin embargo, todo
indicaba que de nuevo se había encarrilado un proceso hacia la normalización,
pero esta idea se esfumó cuando Carter perdió en las elecciones de 1980 contra
Ronald Reagan. Ambos autores subrayaron que parte del propósito de este libro
es ofrecer “lecciones” para el actual presidente Barack Obama, quien como
candidato y después como presidente ha indicado que se requiere de una “nueva
relación”. “Pero si de verdad cree todo esto, tiene que hacerlo ya”, comentó
Kornbluh. “Tiene una ventana de oportunidad para lograrlo, ya que en la Cumbre
de las Américas de 2015 en Panamá todo indica que Cuba, por decisión unánime de
América Latina, estará presente”.
Preguntados por La Jornada sobre cuál es el principal obstáculo hoy día para que Obama cambie la política, LeoGrande respondió que en verdad hay una sola obstrucción en el ámbito político: el senador demócrata cubanoestadunidense Robert Menendez, quien casi por sí solo ha logrado congelar una modificación a fondo de la relación. A la vez, señalaron que aún no se ha resuelto el asunto de Alan Gross, el contratista estadunidense encarcelado en Cuba por violaciones a la ley, o el tema de los tres (de “los cinco”), cubanos antiterroristas encarcelados por Estados Unidos.
Preguntados por La Jornada sobre cuál es el principal obstáculo hoy día para que Obama cambie la política, LeoGrande respondió que en verdad hay una sola obstrucción en el ámbito político: el senador demócrata cubanoestadunidense Robert Menendez, quien casi por sí solo ha logrado congelar una modificación a fondo de la relación. A la vez, señalaron que aún no se ha resuelto el asunto de Alan Gross, el contratista estadunidense encarcelado en Cuba por violaciones a la ley, o el tema de los tres (de “los cinco”), cubanos antiterroristas encarcelados por Estados Unidos.
Los documentos respecto de Kissinger, los
planes de guerra, las negociaciones iniciales y más se pueden revisar en el
sitio del National Security Archive.
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