Investigador CIPI
Existen
en este pequeño, superpoblado y amenazado planeta llamado por los integrantes de
una cierta especie que lo puebla (que se considera
a si misma sabia y racional, de ahí que se autodenomina SABIA: Homo Sapiens)
La
Tierra, un determinado número
de organizaciones político-económicas, que agrupan a los seres humanos,
denominados “estados”, las cuales están asentadas en distintas áreas
geográficas que abarcan prácticamente toda la superficie terrestre del planeta,
y una parte relativamente considerable de esa superficie que está cubierta por
las aguas.
Existen,
no obstante, áreas o dimensiones que no se encuentran bajo la jurisdicción o
soberanía de estado alguno, y son, por lo tanto, patrimonio de toda la
humanidad (asumiendo que nosotros, los seres humanos, nos hemos apropiado de
todo el planeta, donde existen seres
vivos que moran en el mismo desde hace millones de años, y a los que pocos
derechos reconocemos); estas a las que nos referimos, de acuerdo a lo que
define la División de Convenciones y
Reforzamiento de la Ley del Programa de Medio Ambiente de las Naciones
Unidas, la ley internacional generalmente identifica como “Bienes Comunes
Globales”, y que son cuatro: La Alta
Mar, la Antártida, el Espacio Exterior y el Ciberespacio.
LA ALTA MAR: la
mayor parte de los océanos no están bajo la jurisdicción de ningún estado (al menos formalmente), aun cuando cierto
país, que posee la mayor Marina de Guerra del mundo, adopte el papel de
gendarme, “sheriff” o guardacostas planetario (pese a que el todopoderoso
Congreso de esa misma nación se ha negado a ratificar la Convención de las
Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, CONVEMAR o UNCLOS, según sus siglas
en español o inglés respectivamente).
Esa
CONVEMAR a la que hemos hecho referencia establece que el área marítima que no
está bajo la soberanía de país alguno se denomina ALTA MAR, o LA ZONA (en lo que se refiere a los fondos
marinos), y en la misma existe plena libertad para los buques y aeronaves de
todos los países del mundo de cruzarla libremente; en el caso de las riquezas
que se encuentran en el fondo marino o en el subsuelo del mismo en dicha ZONA,
la CONVEMAR establece que su explotación
por cualquier empresa, país o grupo de países debe ser aprobada por las
Naciones Unidas, a través de la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos
(International SeabedAuthority, ISA), y debe perseguir un beneficio común para
la humanidad; no son propiedad de ningún estado, tal como establece el artículo
136 de la CONVEMAR.
En
el caso de la ANTÁRTIDA, es el único
continente no poblado (por seres humanos, ya que los pingüinos, leones marinos
y otros seres lo pueblan hace millones de años; se dice que incluso los pingüinos
emigraron desde África hace dos millones de años hacia la Antártida, por alguna
razón desconocida por nosotros). Hasta el momento, solamente existen en ese
helado continente una cantidad considerable de estaciones científicas de varios
países, principalmente los más desarrollados, y siete naciones reclaman
soberanía sobre grandes extensiones del mismo (fundamentalmente los países
ubicados más al Sur del planeta, como Argentina, Chile, Australia, Nueva
Zelanda, sin descontar que el Reino Unido, por su posesión de los archipiélagos
de las Malvinas o Falkland, Georgia del Sur y Orcadas -en disputa con
Argentina-, también reclama parte de la Antártida; igualmente Francia y Noruega
también forman parte del grupo de reclamantes); varios tratados internacional
han sido subscritos respecto a la Antártida y la preservación de muchas de las
especies que lo pueblan; el más importante es el Tratado Antártico, firmado el 1
de Diciembre de 1959 y que entró en vigor en 1961; existe una denominada Secretaría
del Tratado Antártico, que convoca las llamadas Reuniones Consultivas del
Tratado Antártico, que cuentan con 29
países considerados “parte consultiva”,
y 24 naciones considerados “partes no consultivas” (entre los que se
incluye Cuba)·y además participan como observadores otras instituciones, como
son el Comité Científico de Investigación Antártica (SCAR), la Comisión para la
Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA) y el Consejo de
Administradores de los Programas Antárticos Nacionales (COMNAP); además de
otras asociaciones, consideradas como expertos, en calidad de invitados
tales como la Coalición Antártica y del Océano Austral (ASOC) y la Asociación
Internacional de Operadores Turísticos en la Antártida (IAATO).
El ESPACIO EXTERIOR es considerado otro
Bien Global Común, de acuerdo a las Naciones Unidas; claramente, hay que tener en cuenta que, hasta el momento, no
hay constancia o evidencia de la existencia de otras civilizaciones en el resto
del universo, las cuales pudieran disputar a los seres humanos la posesión de
cualquier parte de tal espacio. A nivel terrícola, existe el Tratado sobre el Espacio
Ultraterrestre o Tratado sobre el Espacio Exterior, cuyo nombre completo es
Tratado sobre los principios que deben regir las actividades de los Estados
en la exploración y utilización del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y
otros cuerpos celestes, y que es un tratado que forma la base del Derecho
internacional acerca del espacio (obviamente, a partir de las concepciones de
los habitantes humanos de este planeta, o de algunos de ellos, para ser más
precisos). El tratado quedó abierto a su firma en Estados Unidos, el Reino
Unido y la Unión Soviética el 27 de enero de 1967 y entró en vigor el 10 de
octubre de 1967. De acuerdo a los datos disponibles, hasta el año 2015, 103
países han devenido partes del tratado, mientras que 24 han firmado el acuerdo
pero no lo habían ratificado para esa fecha.
Pese
a esto, se conoce o se supone que varias naciones, las más poderosas por
supuesto, han planificado o realizado actividades de carácter militar en el Espacio
Exterior, fundamentalmente el despliegue de satélites con capacidades de
realizar acciones de inteligencia; además,
algunos de estos países incluso han ensayado o realizado derribo de
satélites propios, para lo cual es necesario disponer de armas que puedan
actuar en dicho espacio. A esto se debe sumar que cada vez con más frecuencia representantes
de gobiernos de las principales potencias, o incluso en documentos oficiales de
dichas naciones, se habla del desarrollo y eventual despliegue de sistemas de
armas en el espacio exterior; por ejemplo, se puede recordar que en el programa
conocido popularmente como “Guerra de las Galaxias” de la Administración del
difunto presidente estadounidense Ronald Reagan, se hablaba del despliegue de
armas láser y otras en el Espacio Exterior; más recientemente, en la Estrategia
de Seguridad Nacional de los EE.UU. hecha pública en Diciembre de 2017, el “team”
del actual inquilino de la Casa Blanca parece que tomará un camino similar (obviamente,
acusando a los demás estados de desplegar armas en el espacio). La semana anterior (13 de Marzo 2018), en la Base Aérea
de Miramar, California, Mr. Trump alardeó sobre la creación de una “Fuerza
Espacial”.
El
otro elemento que se considera dentro de los Bienes Globales Comunes es el
llamado Ciberespacio; es este el de
más reciente desarrollo, pero en el mismo ya se han desarrollado acciones de
diferente cariz por estados o agentes individuales o privados, contra
instalaciones gubernamentales o de empresas particulares; esto se conoce con el
nombre de “Hacking”. Igualmente, es el gobierno norteamericano la voz cantante
acusando a otros países de actuar ilegalmente en el Ciberespacio, aun cuando se
sabe que desde hace más de diez años existen en sus Fuerzas Armadas estructuras
para actuar en ese dominio, el llamado Cyber Command.
Es
conocido que los diferentes gobiernos de Estados Unidos han esbozado en
diferentes documentos, fundamentalmente en las llamadas “Estrategias de
Seguridad Nacional”, determinadas concepciones respecto aciertas áreas o
dominios, incluidos los Bienes Globales Comunes a los que nos hemos relacionado
anteriormente; además, incluyen como tales las rutas aéreas y marítimas
internacionales. En un ejercicio muy propio de
ellos, utilizan definiciones como “dominios comunes” (tal como lo expresan
en la página 40 de la ESN 2017), “espacios
compartidos”, etc. Lo interesante es que el gobierno norteamericano, en
virtud de lo que consideran su potestad o atribución dentro del “Liderazgo” que
plantean ejercen a nivel mundial, se atribuyen la responsabilidad de velar por
estos espacios o dominios, y amenazan con actuar, junto a aliados y socios o independientemente, contra aquellos que, según
sus criterios, afecten sus intereses en tales dominios.
Siendo
conocido que el gobierno norteamericano representa, ante todo, los intereses de
las grandes empresas transnacionales (incluso, y casi siempre, por encima de
los del propio pueblo de esa nación),
resulta extremadamente sospechosa tal actitud; poco se beneficiará el
99% de la población del planeta de ese interés norteamericano, que, como es
conocido, desconoce las potestades de las instituciones internacionales cuando
lo cree necesario (recordar cuando el presidente George W. Bush ordenó invadir
Irak en 2003, desoyendo los informes de instituciones de la ONU que afirmaban la no existencia de armas de
destrucción masiva en el país medio-oriental; después, ni siquiera se disculpó el “imperator”
residente en Washington). Si a esto sumamos que actualmente ocupa ese puesto en
la Casa Blanca alguien con una “enorme experiencia” internacional como Mr.
Donald J. Trump, la situación es mucho peor.
Es
indudable que, ante el ascenso de la República Popular China como potencia
económica y militar a nivel mundial, la recuperación de la Federación Rusa, y
el surgimiento de otros actores globales de importancia, los representantes de la hasta hace poco “única
superpotencia” ven comprometido su dominio a nivel planetario, y por lo tanto,
tratan de afianzar o retener el control sobre importantes fuentes de recursos
mundiales.
Para
que toda la humanidad, y no un grupo de privilegiados, se beneficie del empleo
racional de los recursos del planeta que habitamos, y se eliminen todos los
males que aquejan a sus habitantes, en un mundo cada vez más interconectado, y
aquejado de diferentes calamidades, incluyendo el Cambio Climático, sería bueno
se cumplieran estas palabras de nuestro eterno Comandante en Jefe Fidel Castro
:“Para que la globalización haga realidad
su enorme potencial de beneficio para la humanidad, necesita ser acompañada por
un nuevo orden mundial, justo y sostenible, que incluya la participación de los
países del Tercer Mundo en la toma de decisiones globales”.
BIBLIOGRAFIA
Castro
Ruz, Fidel. Mensaje a los participantes en la Reunión Ministerial del Grupo de
los 77. LA HABANA, 19 de Septiembre de 1999
(http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1999/esp/f190999e.html )
Convención
de las Naciones Unidas sobre Derechos del Mar.MontegoBay, 10 de Diciembre de 1982
(www.un.org/depts/los/convention_agreements/texts/unclos/convemar_es.pdf)
Global Commons. Division of Law Enforcement and Conventions, United
Nations Environment Programme (http://www.unep.org/delc/Default.aspx)
Secretaria del
TratadoAntártico(https://www.ats.aq/index_s.htm)
The White House.The National
Security Strategy of the United States of America. Washington, December 2017 (https://www.whitehouse.gov/wp-content/uploads/2017/12/NSS-Final-12-18-2017-0905.pdf)
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