lunes, 26 de marzo de 2018

Los bienes globales comunes y los intentos de EE.UU de asegurar su control



MSc Enrique R. Martínez Díaz
Investigador CIPI

Existen en este pequeño, superpoblado y amenazado planeta llamado por los integrantes de una cierta especie que lo puebla (que se considera a si misma sabia y racional, de ahí que se autodenomina SABIA: Homo Sapiens) La Tierra, un determinado número de organizaciones político-económicas, que agrupan a los seres humanos, denominados “estados”, las cuales están asentadas en distintas áreas geográficas que abarcan prácticamente toda la superficie terrestre del planeta, y una parte relativamente considerable de esa superficie que está cubierta por las aguas.

Existen, no obstante, áreas o dimensiones que no se encuentran bajo la jurisdicción o soberanía de estado alguno, y son, por lo tanto, patrimonio de toda la humanidad (asumiendo que nosotros, los seres humanos, nos hemos apropiado de todo el  planeta, donde existen seres vivos que moran en el mismo desde hace millones de años, y a los que pocos derechos reconocemos); estas a las que nos referimos, de acuerdo a lo que define la División de Convenciones y  Reforzamiento de la Ley del Programa de Medio Ambiente de las Naciones Unidas, la ley internacional generalmente identifica como “Bienes Comunes Globales”, y que son cuatro:  La Alta Mar, la Antártida, el Espacio Exterior y el Ciberespacio.

LA ALTA MAR: la mayor parte de los océanos no están bajo la jurisdicción de ningún estado (al menos formalmente), aun cuando cierto país, que posee la mayor Marina de Guerra del mundo, adopte el papel de gendarme, “sheriff” o guardacostas planetario (pese a que el todopoderoso Congreso de esa misma nación se ha negado a ratificar la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, CONVEMAR o UNCLOS, según sus siglas en español o inglés respectivamente).

Esa CONVEMAR a la que hemos hecho referencia establece que el área marítima que no está bajo la soberanía de país alguno se denomina ALTA MAR,  o LA ZONA (en lo que se refiere a los fondos marinos), y en la misma existe plena libertad para los buques y aeronaves de todos los países del mundo de cruzarla libremente; en el caso de las riquezas que se encuentran en el fondo marino o en el subsuelo del mismo en dicha ZONA, la CONVEMAR establece  que su explotación por cualquier empresa, país o grupo de países debe ser aprobada por las Naciones Unidas, a través de la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (International SeabedAuthority, ISA), y debe perseguir un beneficio común para la humanidad; no son propiedad de ningún estado, tal como establece el artículo 136 de la CONVEMAR.

En el caso de la ANTÁRTIDA, es el único continente no poblado (por seres humanos, ya que los pingüinos, leones marinos y otros seres lo pueblan hace millones de años; se dice que incluso los pingüinos emigraron desde África hace dos millones de años hacia la Antártida, por alguna razón desconocida por nosotros). Hasta el momento, solamente existen en ese helado continente una cantidad considerable de estaciones científicas de varios países, principalmente los más desarrollados, y siete naciones reclaman soberanía sobre grandes extensiones del mismo (fundamentalmente los países ubicados más al Sur del planeta, como Argentina, Chile, Australia, Nueva Zelanda, sin descontar que el Reino Unido, por su posesión de los archipiélagos de las Malvinas o Falkland, Georgia del Sur y Orcadas -en disputa con Argentina-, también reclama parte de la Antártida; igualmente Francia y Noruega también forman parte del grupo de reclamantes); varios tratados internacional han sido subscritos respecto a la Antártida y la preservación de muchas de las especies que lo pueblan; el más importante es el Tratado Antártico, firmado el 1 de Diciembre de 1959 y que entró en vigor en 1961; existe una denominada Secretaría del Tratado Antártico, que convoca las llamadas Reuniones Consultivas del Tratado Antártico,  que cuentan con 29 países considerados “parte consultiva”,  y 24 naciones considerados “partes no consultivas” (entre los que se incluye Cuba)·y además participan como observadores otras instituciones, como son el Comité Científico de Investigación Antártica (SCAR), la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA) y el Consejo de Administradores de los Programas Antárticos Nacionales (COMNAP);  además de  otras asociaciones, consideradas como expertos, en calidad de invitados tales como la Coalición Antártica y del Océano Austral (ASOC) y la Asociación Internacional de Operadores Turísticos en la Antártida (IAATO).

El ESPACIO EXTERIOR es considerado otro Bien Global Común, de acuerdo a las Naciones Unidas; claramente, hay  que tener en cuenta que, hasta el momento, no hay constancia o evidencia de la existencia de otras civilizaciones en el resto del universo, las cuales pudieran disputar a los seres humanos la posesión de cualquier parte de tal espacio. A nivel terrícola,  existe el Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre o Tratado sobre el Espacio Exterior, cuyo nombre completo es Tratado sobre los principios que deben regir las actividades de los Estados en la exploración y utilización del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, y que es un tratado que forma la base del Derecho internacional acerca del espacio (obviamente, a partir de las concepciones de los habitantes humanos de este planeta, o de algunos de ellos, para ser más precisos). El tratado quedó abierto a su firma en Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Soviética el 27 de enero de 1967 y entró en vigor el 10 de octubre de 1967. De acuerdo a los datos disponibles, hasta el año 2015, 103 países han devenido partes del tratado, mientras que 24 han firmado el acuerdo pero no lo habían ratificado para esa fecha.

Pese a esto, se conoce o se supone que varias naciones, las más poderosas por supuesto, han planificado o realizado actividades de carácter militar en el Espacio Exterior, fundamentalmente el despliegue de satélites con capacidades de realizar acciones de inteligencia; además,  algunos de estos países incluso han ensayado o realizado derribo de satélites propios, para lo cual es necesario disponer de armas que puedan actuar en dicho espacio. A esto se debe sumar que cada vez con más frecuencia representantes de gobiernos de las principales potencias, o incluso en documentos oficiales de dichas naciones, se habla del desarrollo y eventual despliegue de sistemas de armas en el espacio exterior; por ejemplo, se puede recordar que en el programa conocido popularmente como “Guerra de las Galaxias” de la Administración del difunto presidente estadounidense Ronald Reagan, se hablaba del despliegue de armas láser y otras en el Espacio Exterior; más recientemente, en la Estrategia de Seguridad Nacional de los EE.UU. hecha pública en Diciembre de 2017, el “team” del actual inquilino de la Casa Blanca parece que tomará un camino similar (obviamente, acusando a los demás estados de desplegar armas en el espacio). La semana  anterior (13 de Marzo 2018), en la Base Aérea de Miramar, California, Mr. Trump alardeó sobre la creación de una “Fuerza Espacial”.

El otro elemento que se considera dentro de los Bienes Globales Comunes es el llamado Ciberespacio; es este el de más reciente desarrollo, pero en el mismo ya se han desarrollado acciones de diferente cariz por estados o agentes individuales o privados, contra instalaciones gubernamentales o de empresas particulares; esto se conoce con el nombre de “Hacking”. Igualmente, es el gobierno norteamericano la voz cantante acusando a otros países de actuar ilegalmente en el Ciberespacio, aun cuando se sabe que desde hace más de diez años existen en sus Fuerzas Armadas estructuras para actuar en ese dominio, el llamado Cyber Command.

Es conocido que los diferentes gobiernos de Estados Unidos han esbozado en diferentes documentos, fundamentalmente en las llamadas “Estrategias de Seguridad Nacional”, determinadas concepciones respecto aciertas áreas o dominios, incluidos los Bienes Globales Comunes a los que nos hemos relacionado anteriormente; además, incluyen como tales las rutas aéreas y marítimas internacionales. En un ejercicio muy propio de ellos,  utilizan definiciones como “dominios comunes” (tal como lo expresan en la página 40 de la ESN 2017), “espacios compartidos”, etc. Lo interesante es que el gobierno norteamericano, en virtud de lo que consideran su potestad o atribución dentro del “Liderazgo” que plantean ejercen a nivel mundial, se atribuyen la responsabilidad de velar por estos espacios o dominios, y amenazan con actuar, junto a  aliados y socios o  independientemente, contra aquellos que, según sus criterios, afecten sus intereses en tales dominios.

Siendo conocido que el gobierno norteamericano representa, ante todo, los intereses de las grandes empresas transnacionales (incluso, y casi siempre, por encima de los del propio pueblo de esa nación),  resulta extremadamente sospechosa tal actitud; poco se beneficiará el 99% de la población del planeta de ese interés norteamericano, que, como es conocido, desconoce las potestades de las instituciones internacionales cuando lo cree necesario (recordar cuando el presidente George W. Bush ordenó invadir Irak en 2003, desoyendo los informes de instituciones de la ONU que  afirmaban la no existencia de armas de destrucción masiva en el país medio-oriental; después,  ni siquiera se disculpó el “imperator” residente en Washington). Si a esto sumamos que actualmente ocupa ese puesto en la Casa Blanca alguien con una “enorme experiencia” internacional como Mr. Donald J. Trump, la situación es mucho peor.

Es indudable que, ante el ascenso de la República Popular China como potencia económica y militar a nivel mundial, la recuperación de la Federación Rusa, y el surgimiento de otros actores globales de importancia, los  representantes de la hasta hace poco “única superpotencia” ven comprometido su dominio a nivel planetario, y por lo tanto, tratan de afianzar o retener el control sobre importantes fuentes de recursos mundiales.

Para que toda la humanidad, y no un grupo de privilegiados, se beneficie del empleo racional de los recursos del planeta que habitamos, y se eliminen todos los males que aquejan a sus habitantes, en un mundo cada vez más interconectado, y aquejado de diferentes calamidades, incluyendo el Cambio Climático, sería bueno se cumplieran estas palabras de nuestro eterno Comandante en Jefe Fidel Castro :Para que la globalización haga realidad su enorme potencial de beneficio para la humanidad, necesita ser acompañada por un nuevo orden mundial, justo y sostenible, que incluya la participación de los países del Tercer Mundo en la toma de decisiones globales”.

BIBLIOGRAFIA

Castro Ruz, Fidel. Mensaje a los participantes en la Reunión Ministerial del Grupo de los 77. LA HABANA, 19 de Septiembre de 1999 (http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1999/esp/f190999e.html )
Convención de las Naciones Unidas sobre Derechos del Mar.MontegoBay, 10 de Diciembre de 1982 (www.un.org/depts/los/convention_agreements/texts/unclos/convemar_es.pdf)

Global Commons. Division of Law Enforcement and Conventions, United Nations Environment Programme (http://www.unep.org/delc/Default.aspx)

Secretaria del TratadoAntártico(https://www.ats.aq/index_s.htm)
The White House.The National Security Strategy of the United States of America.   Washington, December 2017 (https://www.whitehouse.gov/wp-content/uploads/2017/12/NSS-Final-12-18-2017-0905.pdf)


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