Por: Jorge Luis Rodríguez Ferreiro Alejandro Rodríguez Martínez
Estudiantes de la Licenciatura en Relaciones Internacionales
Instituto Superior de Relaciones Internacionales "Raúl Roa García", Cuba.
INTRODUCCIÓN
El tema seleccionado para nuestra ponencia se ubica entre los más complejos y acuciantes de la coyuntura política internacional y para el mantenimiento de la paz y la seguridad, no solo en Europa, sino también a nivel global.
El conflicto entre Rusia y Ucrania atizado por Estados Unidos a través de su liderazgo en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), rememora los peores momentos de la “guerra fría”.[1] En realidad, los Estados Unidos y sus aliados europeos, nunca aceptaron una Rusia unida, soberana e independiente ni en las condiciones actuales de un régimen capitalista en esa nación. Los hechos han demostrado que la permanencia de la agresión contra Rusia no era cuestión del Comunismo, sino de una dura lucha histórica por poner al país euroasiático de rodillas y subordinado al bloque de países occidentales. De ahí que Estados Unidos y la Unión Europea se hayan enfrascado en una aguda lucha geopolítica global, sin limitaciones de carácter moral contra Rusia.
En esa filosofía, se circunscribe la naturaleza agresiva y militarista liderada por los Estados Unidos, que en una época marcada por la crisis económica multidimensional capitalista, que se hace sistémica, retoma viejos procedimientos políticos propios de la “Guerra Fría”, que se entremezclan con operaciones de guerra no convencional en el sentido de la subversión, la propaganda y la desinformación, lo que acentúa el desorden y la incertidumbre sobre las relaciones internacionales actuales y sus proyecciones en el corto y mediano plazo.
En este trabajo nos proponemos analizar el conflicto entre Rusia y Ucrania, sus impactos para las relaciones internacionales y el rol que han tenido los Estados Unidos en su evolución.
Entre los principales conceptos utilizados se encuentran los siguientes, que han sido también conceptualizados por diferentes autores, pero nos acogemos a los aquí relacionados:
Conflicto: El conflicto consiste en un enfrentamiento por choque intencionado entre dos seres o grupos de la misma especie que manifiestan, unos respecto de los otros, una intención hostil, en general a propósito de un derecho, y quienes, para mantener, afirmar o reestablecer el derecho, tratan de romper la resistencia del otro, eventualmente recurriendo a la violencia, la que puede llegado el caso, tender al aniquilamiento físico del otro”, Julien Freund citado por (Aramayo, 2015)
Guerra Fría: Situación de ni paz ni guerra en las relaciones internacionales. Se denomina “guerra fría” al período en las relaciones internacionales que se extiende desde marzo de 1947 y la proclamación de la llamada “doctrina Truman” hasta la caída de la Unión Soviética en 1991. (González, 1990)
Sistema de relaciones internacionales o sistema internacional: Es el escenario, el ámbito en que se desarrolla la política internacional, estructura resultante de la interacción entre los estados y otras entidades políticas independientes (Rodríguez, 2017)
Actores internacionales: Grupos o entidades que tienen influencia -en mayor o menor medida- o intervienen en el escenario internacional. En esta categoría se incluyen los estados y sus líderes. Las organizaciones internacionales, intergubernamentales, no gubernamentales, supranacionales y las corporaciones internacionales. (Rodríguez, 2017).
DESARROLLO
Antecedentes históricos del conflicto
Las tensiones entre Ucrania y Rusia, ambos antiguos estados soviéticos, se intensificaron a finales de 2013 por un histórico acuerdo político y comercial con la Unión Europea. Después de que el entonces presidente prorruso, Víktor Yanukóvich, suspendiera las conversaciones, lo cual provocó durante semanas protestas violentas en Kiev que contaron con el apoyo inmediato de Estados Unidos y sus aliados occidentales.
Existen evidentes ejemplos que se corresponden con la argumentación anterior: la participación activa del gobierno de los Estados Unidos y de sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en el derrocamiento del presidente Viktor Yanukóvich, por fuerzas extremistas y neofascistas al servicio de los centros de poder occidentales.
La injerencia de los Estados Unidos en la crisis política interna ucraniana adquirió mayor peligrosidad para la paz y la seguridad internacionales tras las amenazas de que incrementaría la presencia militar en Europa Oriental, con el fortalecimiento de su aviación en Lituania y Polonia, mientras el destructor coheteril USS Truxtun (DDG-103) fue avistado en un desplazamiento de intimidación del mar Mediterráneo al Negro, coincidiendo con el portaaviones George H.W. Bush que, desde los primeros días de marzo de 2013, estuvo ubicado en el puerto turco de Anatolia, con más de 80 aviones de combate a bordo.
Ese desplazamiento militarista hacia el este y hasta las fronteras mismas de Rusia forma parte del malestar euro-estadounidense con la nueva Rusia que emerge de la restauración capitalista tras la implosión de la Unión Soviética y la desintegración de su bloque aliado, sin olvidar que estos hechos constituyeron la más grave catástrofe geopolítica del siglo XX, manteniendo a Rusia debilitada y aislada del concierto internacional. Por consiguiente, 30 años después de esos acontecimientos, es insoportable para Estados Unidos y la OTAN el regreso de Rusia al centro de la política internacional con el logro de haber evitado --con el apoyo de China-- los intentos de una agresión militar de los Estados Unidos y la OTAN a Siria, y el desarrollo de un proyecto petrolero en ese país que también incluyó a Irán.
Estas pretensiones de gran potencia por parte de Rusia, ya anticipadas en 2008 cuando recuperó las provincias de Osetia del sur y Abjasia que se habían declarado independientes, volvieron a manifestarse cuando su plan de incorporar a Ucrania en una Unión Aduanera, bajo su liderazgo, chocó con la intención de los sectores ucranianos favorables a la subordinación euro-estadounidense y promotores del tratado de libre comercio con la Unión Europea. Ya, en noviembre de 2013, el gobierno de Ucrania había decidido no adherirse al tratado con la Unión Europea, pues consideraba que afectaría a la mayoría de la población ucraniana, como mismo ha sucedido en Grecia, España, Portugal e Italia, víctimas de los ajustes estructurales del Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea. Todo esto desató una crisis política y fuertes movilizaciones de masas que concluyó con el derrocamiento del presidente Yanukóvich. El nuevo gobierno golpista de derecha y neofascista orientado por los Estados Unidos y las potencias europeas, abogó por la integridad territorial y la firma de un acuerdo con la Unión Europea, mientras que el parlamento de Crimea, la mayoría de su población ruso-hablante, y las regiones orientales optaron por fusionarse con Rusia.
Esta confrontación, entre los centros de poder occidentales y Rusia, estuvo incentivada por masivas manifestaciones de neofascistas y pro-rusas, respaldadas por los Estados Unidos y la Unión Europea, por un lado, y Rusia, por el otro. Además, exacerbó las rivalidades entre las potencias capitalistas y las posibilidades de una nueva guerra en el viejo continente, que solo parece disuadir, los enormes arsenales de armas nucleares en posesión de los principales actores involucrados en el conflicto.
Dada la inseguridad en Ucrania, para los ciudadanos e intereses de Rusia, las tropas rusas ingresaron en Crimea, mientras que el gobierno provisional desplegaba una fuerza armada de 50 000 soldados. El referéndum en Crimea, del 16 de marzo, determinó por un 95% su incorporación, como una república más, a la Federación de Rusia. Para la coalición euro-estadounidense este referendo fue un acto “ilegal” e inaceptable que llevó, en ese sentido, a los Estados Unidos a la promoción de una iniciativa en el Consejo de Seguridad de la ONU vetada por Rusia, porque estimó que los derechos de la igualdad soberana y la autodeterminación de los pueblos no pueden ser ignorados.
Está claro que los intereses en juego no son únicamente de política interna en Ucrania, entre neofascistas y pro-rusos, sino que poseen un calado y una repercusión geoestratégica mayor, pues constituye un conflicto político-diplomático directo entre los Estados Unidos y Rusia, que determinará la naturaleza de la relación futura entre Rusia y el conjunto de los actores occidentales. Los Estados Unidos al atizar el conflicto y legitimar a las fuerzas neofascistas contra Rusia, intentan compensar la necesidad rusa de proteger y dar seguridad a sus intereses en territorio ucraniano, para impulsar así el cerco contra Rusia mediante la expansión de la OTAN, ya lo han hecho con la estrategia de “defensa” antimisil europea.
Solo que ahora las ansias de poder y expansión global de los Estados Unidos chocan con la problemática de la relativa decadencia de sus capacidades tradicionales de dominación mundial, lo que convierte más imprevisible y peligrosa su actuación internacional frente al objetivo inequívoco de Rusia y China de equipararse a los Estados Unidos como superpotencias mundiales en el horizonte de la multipolaridad del sistema internacional del siglo XXI.
Luego, en marzo de 2014, Rusia retomó el control de Crimea, una península autónoma en el sur de Ucrania con fuertes lealtades rusas, como resultado de un referendo que puso de manifiesto la defensa de mayoritarios intereses de los ciudadanos de habla rusa, aunque fuese considerado de ilegítimo por Ucrania y las principales potencias occidentales y países aliados de Estados Unidos en distintas regiones del mundo.
Poco después, en un contexto de franca agresión occidental contra Rusia y de las fuerzas de extrema derecha ucranianas, los sectores prorrusos de las regiones ucranianas de Donetsk y Lugansk declararon su independencia de Kiev, lo que provocó meses de intensos combates. A pesar de que Kiev y Moscú firmaron un acuerdo de paz en Minsk en 2015, con la mediación de Francia y Alemania. Sin embargo, se han producido repetidas violaciones del alto el fuego y el conflicto sigue latente, con posibilidad de una escalada militar de mayor alcance entre Rusia y Ucrania con la participación de los Estados Unidos y las fuerzas militares de la OTAN desplegadas hasta las fronteras rusas.
La Unión Europea y Estados Unidos impusieron una serie de medidas en respuesta a las acciones de Rusia en Crimea y el este de Ucrania, incluidas sanciones económicas dirigidas a personas, entidades y sectores específicos de la economía rusa. Es por eso que, categóricamente, el gobierno presidido por Vladimir Putin acusa a Ucrania de estimular las tensiones en el este del país y de violar el acuerdo de alto el fuego de Minsk.
Posición de los principales actores en el conflicto:
Rusia
El gobierno ruso ha negado en repetidas ocasiones su intención de invadir Ucrania, insistiendo en que su país no supone una amenaza para la seguridad regional o internacional, y que el desplazamiento de tropas por su propio territorio no debería ser motivo de alarma, porque constituye una necesidad para su defensa a partir de la ofensiva militarista de la OTAN hacia los límites de su frontera.
Al mismo tiempo, Rusia ha expuesto que el creciente apoyo a Ucrania por parte de la OTAN -en términos de armamento, entrenamiento y personal- es una amenaza para su propia seguridad nacional. También acusó a Ucrania de aumentar su propio número de tropas en preparación para un intento de retomar la región de Donbas, una acusación que Ucrania ha negado.
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, pidió acuerdos legales específicos que excluyan cualquier otra expansión de la OTAN hacia el este, hacia las fronteras de Rusia, y ha reiterado que Occidente no cumplió con sus anteriores promesas de garantías de seguridad.
Para Rusia, el despliegue de armas sofisticadas de la OTAN en Ucrania, como los sistemas de misiles, significa cruzar una "línea roja" que Moscú no podría permitir, en medio de su preocupación de que Ucrania está siendo cada vez más fortalecida en el orden militar por las potencias de la OTAN, atendiendo a los ejercicios conjuntos de las flotas del Mar del Norte y del Mar Negro, el despliegue del sistema de “defensa” antimisiles estadounidense en países cercanos a sus fronteras, así como el abastecimiento de armas y asesores militares a Ucrania.
El accionar militarista de la OTAN con aquiescencia de Ucrania ha conducido a un mayor agravamiento de la situación militar y del conflicto en la línea fronteriza entre Rusia y Ucrania, exacerbando así el derecho a elegir la forma de garantizar sus legítimos intereses de seguridad.
La respuesta diplomática de Rusia ha sido el aumento del diálogo con el presidente francés, Enmanuel Macron; el canciller federal alemán, Olaf Scholz; el primer ministro de Luxemburgo, Xavier Bettel; con el presidente de Finlandia, Sauli Niinisto, y con el primer ministro británico, Boris Johnson. En cada conversación con sus contrapartes y en su conferencia de prensa anual, Putin exigió que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) frene su avance hacia el este y manifestó su preocupación por la situación en Ucrania, convertida además en una posible amenaza para su país.
Para Rusia, los países de la OTAN son los que deben proporcionar garantías de seguridad y formuló de forma constructiva y rápida a Estados Unidos y al bloque militar euroatlántico sus propuestas sobre garantías de seguridad con la disposición de discutir esos documentos en la plataforma de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa.
Ucrania:
El gobierno ucraniano, en su alianza con Estados Unidos, insiste en que Rusia no puede impedir que Kiev estreche lazos con la OTAN si así lo decide e incluso su entrada en el bloque militar, lo cual evidencia su participación a favor de la expansión militarista hacia el este.
Ucrania ha mantenido el mismo argumento desde el inicio del conflicto, el cual acusa a Rusia de desestabilizar el país y de un supuesto complot golpista contra el presidente Volodymyr Zelensky, en el que participan ucranianos y rusos, y que ese posible accionar podría formar parte del plan de Rusia antes de llevar a cabo una invasión militar. Con estos criterios, las autoridades ucranianas han hecho ver a la opinión pública internacional que existen desde Rusia presiones militares que tienen por objetivo la desestabilización interna del país. A lo que se unen las tensiones entre los dos países por el agravamiento de la crisis energética ucraniana, cuya culpa el gobierno de Kiev la ha depositado en Rusia, como una medida también de carácter guerrerista.
Otra cuestión importante gira en torno al suministro de energía. Ucrania considera que el controvertido gasoducto Nord Stream 2[2] -que conecta el suministro de gas ruso directamente con Alemania- es una amenaza para su propia seguridad nacional. Los gasoductos que atraviesan Ucrania son considerados un elemento de protección contra una supuesta invasión de Rusia, ya que cualquier acción militar podría interrumpir el flujo vital de gas hacia Europa.
Rusia provee alrededor del 30% del gas que Europa consume. Además, Ucrania es el eje distribuidor para los distintos gasoductos que transportan casi el 100% del gas que consumen Estonia, Lituania, Letonia, Bulgaria, Suecia y Finlandia, algo más del 60% de la república Checa, mientras que Bélgica, Alemania, Polonia, Eslovaquia, Austria, Hungría, Croacia, Eslovenia, Grecia y Rumania reciben entre el 45% y el 60% de su consumo y Holanda, Francia e Italia entre 15% y 25%.
Es conocida la preocupación estadounidense por el hecho de que Nord Stream 2 aumente la dependencia europea del gas ruso y permita a Moscú accionar selectivamente contra países como Ucrania con cortes de energía, sin que se produzca una interrupción más amplia del suministro europeo.
En ese sentido, los Estados Unidos impuso nuevas sanciones a una entidad vinculada a Rusia y a un buque relacionado con Nord Stream 2. Algunos políticos estadounidenses y ucranianos pidieron que se impongan más sanciones para evitar que Rusia utilice el gasoducto como arma y exigieron nuevas sanciones todavía más severas.
Mientras todo esto sucede, existe un elemento que no se debe perder de vista, el gobierno de Zelensky se enfrenta también a un desafío de política interna. La popularidad del gobierno se estancó en medio de una tercera ola de infecciones de covid-19 y una economía en dificultades. La sociedad ucraniana atraviesa un alto descontento porque el gobierno aún no cumplió sus promesas ni puso fin al conflicto en el este del país, lo que mantiene vivo el movimiento de protestas antigubernamentales en Kiev, las cuales podrían agudizarse en cualquier momento.
OTAN:
La OTAN es el instrumento militar de la Unión Europea que en materia de política exterior no ha logrado sostener o desarrollar una política común, lo cual es bien conocido por Rusia, que intenta con acciones diplomáticas bilaterales avanzar sus intereses, a partir de las oportunidades y ofrece a su política exterior las vulnerabilidades actuales de la Unión Europea en política internacional, por sus diferencias o desavenencias entre sus estados o miembros.
La OTAN ha asumido una actitud abiertamente militarista, amenazante y de defensa incondicional a su aliado ucraniano. Se ha llegado al extremo de afirmar de que Rusia pagará un alto precio militar si vuelve a invadir Ucrania, pero también, en su propaganda, se han referido a una amplia gama de opciones: sanciones económicas, financieras y restricciones políticas de Rusia en el escenario europeo.
De hecho, desde el 2014, la OTAN incrementó sus ejercicios militares con grupos de combate preparados en la parte oriental de la alianza, en los países bálticos, en Letonia y en la región del Mar Negro, lo que constituye un verdadero cerco militar a Rusia.
Lo cierto es que con dichas acciones agresivas y de sobredimensionamiento militarista, Ucrania que no es miembro de la OTAN, y por tanto no tiene las mismas garantías de seguridad que los miembros de la Alianza, ha recibido de ese bloque militar un trato privilegiado por el solo hecho de servir como pivote en la contención de Rusia, lo que podría conducir a su entrada a la OTAN, produciéndose otra escalada más compleja y prolongada del conflicto.
Estados Unidos:
Estados Unidos y sus aliados de la OTAN han desarrollado una ofensiva propagandística centrada en el viejo relato de la "postura agresiva" adoptada recientemente por Rusia hacia Ucrania, su aliado estratégico para el mantenimiento de los intereses geopolíticos estadounidenses en Europa del Este y en el enfrentamiento, al cada vez más ascendente, poderío militar ruso.
La retórica de la propaganda estadounidense hace énfasis en que Rusia está concentrando tropas de combate a lo largo de la frontera de Ucrania y que está preparando la capacidad de invadirla de forma rápida. Al mismo tiempo, se han observado declaraciones contradictorias por parte de los Estados Unidos. Por un lado, el gobierno del presidente Biden ha dicho que descartan el envío de tropas estadounidenses a Ucrania, y, por otro, es conocido el apoyo militar, logístico, mediante el envío de asesores y en armamento al ejército ucraniano.
Los Estados Unidos han continuado con el pretexto de la supuesta invasión rusa a Ucrania en 2014. Afirmando que Rusia cruzó a territorio ucraniano soberano, y que lo hizo alegando falsamente que había sido provocada, un hecho que no han podido demostrar, pero que repiten y ha sido creído por vastos sectores sociales estadounidenses y europeos, asociados a una imagen guerrerista y expansionista de una Rusia nacionalista e imperialista conducida por Vladimir Putin.
CONCLUSIONES
El origen más cercano del conflicto actual se encuentra en la desintegración de la Unión Soviética, en 1991, que separó a dos repúblicas (Ucrania y Rusia) hasta entonces unidas en un solo país. No obstante, lo más reciente apunta a las manifestaciones sociales (Maidán) de 2014, inspirado y aupado por Occidente, el cual derrocó al presidente Victor Yanukovich, quien era partidario de una mejor convivencia con Moscú.
Enseguida, Rusia promovió un referéndum en Crimea, el cual determinó que esa península, de indudable importancia estratégico-militar, se incorporase a la Federación Rusa, lo cual fue rechazado de inmediato por Estados Unidos y la OTAN. En el este ucraniano, se proclamaron repúblicas separatistas en Donbás, de tendencia prorrusa.
El conflicto, desde el punto de vista geopolítico, gira también en torno al interés expresado por Ucrania de unirse a la OTAN, una especie de línea roja para Rusia, que considera ese paso una grave amenaza a su seguridad nacional y constituye la profundización de la expansión del bloque militar occidental hacia las antiguas repúblicas soviéticas, en particular, hacia su propia frontera.
Existe una evidente guerra propagandística entre los actores involucrados en el conflicto. Sin embargo, Ucrania dice, sin pruebas y con declaraciones contradictorias, que Rusia ha enviado tanques, artillería y francotiradores al frente en áreas controladas por los rebeldes y Kiev cifra en 90.000 los soldados rusos cerca de la frontera con Ucrania, aunque es conocido que Rusia ha tomado medidas militares en sus fronteras.
No hay ninguna evidencia de una amenaza inminente o incluso de que el presidente de Rusia, Vladímir Putin, haya decidido la invasión militar de Ucrania. No obstante, la propaganda occidental a instancias de servicios de inteligencia insiste que podría suceder en algún momento a principios de 2022, lo cual ha sido rotundamente negado por la diplomacia rusa. En este punto, resulta necesario resaltar un paralelismo existente entre el conflicto, actualmente vigente entre Rusia y Ucrania, y la denominada Crisis de los Misiles en 1962, cuando la Unión Soviética transportó hacia Cuba misiles con cabeza nuclear y el gobierno de Estados Unidos sostuvo que era una amenaza hacia su territorio. En este marco, le proponemos algunas preguntas que llamen a la reflexión del lector de la ponencia. ¿Acaso no es una situación similar la que enfrenta Rusia en estos momentos en comparación con lo sucedido en 1962? ¿Será posible que la poca moral de los Estados Unidos le permita criticar o realizar propaganda en contra de las decisiones tomadas en Moscú ante la inminente expansión de la OTAN hacia Kiev?
Como resultado, las relaciones diplomáticas ruso-estadounidenses atraviesan su peor momento desde la época de la “guerra fría”. Estados Unidos sigue viendo en Rusia un fuerte rival geopolítico en el plano militar que, junto a China, avanza en el proceso de la multipolaridad del sistema internacional del siglo XXI.
Observamos dos escenarios probables en la evolución del conflicto en el 2022:
A) El ingreso oficial de Ucrania a la OTAN, lo cual generaría una agudización del conflicto al borde de la guerra por las medidas político-militares que tomaría Rusia ante tan grave amenaza a su seguridad nacional.
B) El inicio de conversaciones diplomáticas ruso-estadounidense, en respuesta a la solicitud de diálogo y garantías de seguridad del gobierno ruso, pues no ha sido Rusia la que ha colocado sistema de misiles en las fronteras de los Estados Unidos con México o Canadá. De obtener Rusia las garantías de seguridad exigidas, se evitaría la guerra en el conflicto ucraniano, uno de los peores escenarios actuales para el estallido de una conflagración nuclear que causaría graves e irreparables daños a la humanidad, evidenciándose así que este es un conflicto que va mucho más allá de rusos y ucranianos.
Aramayo Carrasco Fernando. Curso Relaciones Internacionales y Conflicto. (PPT). Escuela de Formación de Cuadros del Estado Plurinacional de Bolivia, La Paz, 2015.
Claves para entender el conflicto entre Rusia y la OTAN por Ucrania (2021)
https://www.telesurtv.net/news/rusia-ucrania-eeuu-otan-tensiones-frontera-20211209-0010.htmlGonzález Gómez Roberto. (1990). Teoría de las Relaciones Políticas Internacionales.Editorial Pueblo y Educación, La Habana.
Mearsheimer, John J. (2001). La tragedia de la política de las
grandes potencias (The Tragedy of Great Power
Politics), Nueva York, W. W. Norton.
Rodríguez Hernández Leyde E. (2017) Un Siglo de Teoría de las Relaciones Internacionales. Selección de Textos y Lecturas Diversas. Editorial Félix Varela, La Habana.
Sánchez Ramírez, Pablo Telman (2005) Razón y poder: Rusia,
una potencia en el siglo xxi, México, Miguel Ángel Porrúa / Tecnológico de Monterrey.
Sánchez Ramírez, Pablo Telman (2010) El regreso de la eterna Rusia al orden internacional. ¿Confrontación negociación con Occidente?, México, Tecnológico de Monterrey / Mon-tiel & Soriano Editores.
Sánchez Ramírez. Pablo Telman. (2014) El conflicto en Ucrania: el primer enfrentamiento serio de rusia con occidente durante la etapa de la post-guerra fría https://www.redalyc.org/journal/599/59945401007/html/
Notas:
[1] Según las últimas cifras de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se han producido más de 3.000 muertes de civiles relacionadas con el conflicto en el este de Ucrania desde marzo de 2014.
[2] Nord Stream 2 es uno de los dos gasoductos que Rusia tendió bajo el agua en el Mar Báltico, además de su tradicional red de gasoductos terrestres que atraviesa el este de Europa, incluida Ucrania.
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