lunes, 11 de junio de 2012

El cambio climático: Desafío crucial para supervivencia de la Humanidad


Por José A. Peñalver Betancourt *

El llamado realizado por el líder de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz, en junio de 1992,  en la  Cumbre de  Rio de Janeiro, para salvar a la humanidad de la autodestrucción, mediante la mejor distribución de las riquezas y tecnologías disponibles en el planeta, no solo permanece latente, sino que resulta hoy mucho más apremiante. 

Al creciente incremento de los efectos  del cambio climático y la degradación del medio ambiente que afecta, en primer orden, a los  países en vías de desarrollo, poniendo en peligro  su desarrollo económico y social, se añade el potencial incremento de la vulnerabilidad del planeta ante un probable conflicto nuclear y a los daños colaterales que pudiera general un desastre natural  como el ocurrido, en marzo de 2012, en Japón, con las consiguientes consecuencias medioambientales,  alimentarias, migratorias, culturales para millones de seres humanos.

¿Podría hablarse de  economía verde como una alternativa realista para el mejoramiento  del bienestar de millones de personas?  La respuesta a todas luces es negativa cuando sabemos que se transfieren a los países en desarrollo tecnologías obsoletas altamente contaminantes; cuando se  propone como solución alternativa viable al agotamiento de los combustibles fósiles, la utilización del esquisto1, cuando se invierte en proporciones escalofriantes recursos financieros en sofisticados  medios  para la guerra en detrimento de la transferencia  de recursos que podrían invertirse en tecnologías más inocuas al medio ambiente.    

Resulta evidente que el tema de la transición mundial hacia una economía ecológica en todo el planeta, algo que coadyuvaría a disminuir de manera ostensible el negativo  impacto de los combustibles fósiles en la preservación de los ecosistemas naturales, reclama un cambio sustancial en la mentalidad de desarrollo. Sin pretender renunciar a las bondades que la modernidad ha reportado al ser humano, quizás sería provechoso beber de la sabiduría  de las culturas ancestrales  indoamericanas,  las cuales con su ingenio, nos muestran una actitud menos agresiva hacia la naturaleza y las condiciones de  existencia de los seres humanos.

Un planeta  habitado por más de 7000 millones de personas, una tercera parte de las cuales vive en condiciones de desnutrición, demanda de manera impostergable la adopción de compromisos vinculantes por parte de los principales países industrializados en cuanto a la reducción de la  emisión de gases de efecto invernadero. Las evidencias científicas y los estudios realizados sobre los actuales probables  impactos en las próximas  décadas del cambio climático sobre los países en vías de desarrollo y en particular sobre los pequeños estados insulares como el nuestro, no han generado un cambio de conducta por parte de ellos, ni la respuesta adecuada para cumplir las estrategias de mitigación y adaptación adoptadas por las Naciones Unidas para  minimizar  sus efectos.

A casi 10 años de la celebración de  la  Cumbre  Mundial sobre  Desarrollo  Sostenible celebrada en el 2002 en Johannesburgo, el gobierno de los  Estados  Unidos  permanece sin ratificar el Protocolo de Kyoto, mientras aboga junto a otros países  desarrollados, porque los más pobres renuncien a su desarrollo, o aplican fórmulas  como el  comercio internacional de emisiones que implica la mercantilización del medio ambiente y una alternativa  fraudulenta para continuar  su patrón depredador en el planeta  en detrimento del bienestar humano de  los habitantes de los países víctimas de este enorme engaño.

El  Presidente cubano Raúl Castro  Ruz al ofrecer, el 28 de abril de 2012,  la bienvenida en Santiago de Cuba a su Santidad Benedicto XVI, expresó:

Hay crecientes amenazas a la paz y la existencia de enormes arsenales nucleares es otro grave peligro para el ser humano. El agua o los alimentos serán, después de los hidrocarburos, la causa de las próximas guerras de despojo. Con los recursos que se dedican a producir mortíferas armas, podría eliminarse la pobreza. El desarrollo vertiginoso de la ciencia y la tecnología no se encuentra al servicio de la solución de los grandes problemas que aquejan a los seres humanos Frecuentemente sirven para crear reflejos condicionados o para manipular a la opinión pública. Las finanzas son un poder opresivo”. (Ruz, 2012)

A solo pocos días de la, celebración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible y Medio Ambiente (conocida informalmente como Río+20, observamos con extrema preocupación cómo las metas trazadas en 1992, y la erradicación de la pobreza en el marco de la implementación de los  Objetivos de  Desarrollo del  Milenio, se han convertido  para millones de seres  humanos en una cuestión ilusoria , producto del imperio del paradigma  derrochador de las principales potencias capitalistas y su negativa de renunciar  a  las  posiciones hegemónicas, al propósito de dominación mundial.

Antecedentes  de la  Cumbre de   Medio  Ambiente y  Desarrollo   de   Río de  Janeiro (1992).

Ya desde  principios de la década de los 70 del siglo XX, la sociedad internacional emprendería los primeros pasos para diseñar un marco de cooperación conducente al enfrentamiento  del reto del cambio climático. A esta  conclusión se arribaría  como consecuencia de casi dos décadas de estudios, análisis y debates que dieron al traste con  la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano celebrada del 5 al 16 de junio de 1972, en Estocolmo2, Suecia. . Como resultado de ese importante evento al cual asistieron  delegaciones oficiales de 113 estados de todos los continentes. De Estocolmo surge  el programa de  Naciones  Unidas  sobre Medio Ambiente (PNUMA),  con  sede en  Nairobi, Kenia   devenido instrumento de coordinación y estímulo a los programas nacionales ambientales.

En 1980, como conmemoración  del decenio  de la  Declaración  de Estocolmo, el PNUMA, la Unión Internacional para la  Conservación de la Naturaleza y el Fondo Mundial  para la Naturaleza , lanzaron  la “Estrategia  Mundial para la  Conservación” .Este documento de políticas ambientales presentó por primera vez el concepto de “Desarrollo Sostenible definiéndolo, como el desarrollo actual para satisfacer las  necesidades presentes, sin comprometer las posibilidades de las futuras generaciones, para satisfacer sus propias necesidades.

En el periodo de sesiones de octubre de 1982 la  Asamblea  General de la ONU  aprobó la  “Carta Mundial de la Naturaleza “. En el referido documento conocido también como  “Carta de la  Tierra”, aparecen plasmados entre otros los siguientes principios:

1-.Se respetará la naturaleza y no se perturbarán sus procesos esenciales.
2. No se amenazará la viabilidad genética en la Tierra; la población de todas las especies, silvestres domesticadas, se mantendrá a un nivel por los menos suficiente para garantizar su supervivencia; asimismo, se salvaguardarán los hábitat necesarios para este fin.
3. Estos principios de conservación se aplicarán a todas las partes de la superficie terrestre, tanto en la Tierra como en el mar; se concederá protección especial a aquellas de carácter singular, a los ejemplares representativos de todos los diferentes grupos de ecosistemas y a los hábitats de las especies escasas o en peligro.
4. Los ecosistemas y los organismos, así como los recursos terrestres, marinos y atmosféricos que son utilizados por el hombre, se administrarán de manera tal de lograr y mantener su productividad óptima y continua sin por ello poner en peligro la integridad de los otros ecosistemas y especies con los que coexistan.
5. Se protegerá a la naturaleza de la destrucción que causan las guerras u otros actos de hostilidad.

El análisis de los principios anteriormente enunciados, de plena vigencia en nuestros días, reafirma  la insoslayable necesidad de fomentar una conciencia global tendiente a la eliminación de la confrontación entre desarrollo económico y protección del medio ambiente, de la adopción de un código de acción moral que promueva, una relación de armonía entre el hombre y la naturaleza, logrando la preservación de los hábitats de las especies  y  de los  ecosistemas  amenazados,  la regeneración  natural de los mismos mediante  la explotación racional de las recursos naturales y la utilización de los conocimientos y tecnologías en función del bienestar de la especie humana - parte integrante  de la naturaleza, de la cual depende su supervivencia.

En sintonía con la batalla internacional por  la preservación del medio ambiente  se aprueba en  Viena, en1985, el  Convenio para la protección de la   Capa de  Ozono. Montreal y Londres, en 1987 y 1991 respectivamente, serían      escenarios para la suscripción de  protocolos específicos  dirigidos a  similar   objetivo. La conferencia abordó temas relacionados con el manejo de las reservas naturales, los derechos humanos, la interrelación entre recursos  naturales  y desarrollo, la obligación de los estados de evitar daños al medio ambiente, la necesidad de eliminación de las armas nucleares, entre otros.

Todos estos documentos normativos internacionales tratan de frenar el deterioro progresivo de este importante   sistema natural.

En 1987, la  Comisión  de  Medio  Ambiente y  Desarrollo de la ONU (World Comisión on Environment  and Development), presentó el reporte  denominado “Nuestro Futuro  Común”3 que constituye  una estrategia detallada para alcanzar el desarrollo sostenible o ecodesarrollo.

Este documento, que retoma las ideas esenciales  de la Comisión  Brundtlant (1982) en un nuevo contexto histórico, sirvió de guía para la cooperación internacional en materia de medio ambiente y subrayó la necesidad de iniciar negociaciones para un tratado multilateral sobre el clima, investigar los orígenes y efectos del cambio climático, vigilar científicamente su evolución y establecer políticas internacionales para la reducción de las emisiones a la atmósfera de los gases de efecto invernadero.   

El incremento creciente de informes contrapuestos y las dudas respecto  al tema objeto de análisis condujeron, en 1988, a la creación, por la Organización  Meteorológica  Mundial (OMM) y el  Programa de Naciones y  Unidas para el  Medio Ambiente (PNUMA), del Grupo Intergubernamental de Expertos (International  Panel on  Climate  Change (IPCC, por sus siglas en  Inglés), como  agencia especializada de Naciones Unidas.

El  IPCC se ha convertido en un valioso instrumento  para  divulgar, a través  de los  cuatro informes  presentados hasta la actualidad, los destructivos efectos ocasionados por  la actividad antropogénica a la seguridad ambiental  del planeta.

En 1989 se firmó en Suiza, la  denominada “Convención de  Basilea” que establece el control transfronterizo y  la eliminación de los desechos tóxicos.

En 1992 previo a la  Cumbre de la  Tierra, se realizaron  los llamados informes nacionales en los  que cada país expuso la situación ambiental que presentaba formándose así  una base de  datos  especializados sobre  la situación ambiental mundial.

Resulta evidente que de todos los eventos realizados a nivel mundial  encaminados a la protección y conservación del medio ambiente, el más importante por su contenido y amplia participación  fue “La  Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo”4

 celebrada en  Rio de Janeiro, Brasil del 3 al 14 de Junio de 1992, 20 años después  de la Conferencia de Estocolmo sobre Medio Ambiente  Humano.

Entre los frutos principales de la  Cumbre de Rio de Janeiro figuran la firma de la  Convención  Marco de la  Naciones  Unidas para el  Cambio   Climático (CMNUCC) y la  Convención de la Biodiversidad por 155 y 157 países  respectivamente, así como la definición de un amplio campo de acción para el diseño de las políticas ambientales nacionales, tomando como brújula la posterior implementación de  los principios de la  Agenda 21.

Lo expuesto hasta aquí, revela los titánicos esfuerzos desplegados por la sociedad internacional, en pos de lograr fomentar una conciencia  mundial en torno al real peligro de desaparición de la especie humana,  los cuales tuvieron su punto más álgido en la adopción de los instrumentos jurídicos aprobados en la “Cumbre de la Tierra”, para prevenir a la humanidad, de la marcha inexorable hacia el abismo a que se dirigía,  por el camino que entonces transitábamos. Podría afirmarse de manera metafórica, que 20 años atrás, marchábamos cuesta arriba por la pendiente, en el logro de este anhelado propósito.

Comportamiento de los países industrializados en los foros internacionales posteriores a la Cumbre de la Tierra.

Conjuntamente con la Declaración de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo, en cuyos 27 principios se definen los derechos y responsabilidades de las naciones en la búsqueda del progreso y el bienestar de la humanidad.  En este trascendental evento se aprobó por 173 gobiernos el programa para  desarrollar la sostenibilidad a nivel mundial, conocido como Agenda 21.

El referido  plan de acción, puesto en vigor a partir de1994, establece normas dirigidas al logro del desarrollo sostenible desde el punto de vista social, económico, ecológico, propugna la necesidad de la erradicación de la pobreza, enarbola el principio de las responsabilidades comunes, pero diferenciadas en relación a la reducción de los gases de efecto invernadero, aboga por el aumento  de la cooperación de los países industrializados a las naciones en desarrollo en materia de mitigación y adaptación al cambio climático, promueve la amplia participación en su enfrentamiento de todos los sectores, incluidas las organizaciones no gubernamentales y  la población en general.

Después de  Rio, la sociedad internacional, continuó un sostenido proceso de discusión  y dialogo  en los temas de medio ambiente de cuyos eventos   surgieron importantes acuerdos enriquecedores de su contenido,  ejemplos son: La Segunda Conferencia Mundial sobre  Derechos  Humanos (Viena 1993), la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo (El Cairo 1994), la Cumbre Mundial para el Desarrollo Social (Copenhague1995), la IV Conferencia sobre la Mujer (Beijing 1995) y la Cumbre Mundial sobre la  Alimentación celebrada en  Roma en 1996.

Paralelo a la realización de  los conclaves anteriormente mencionados en él, como parte de la  Convención Marco de la  Naciones  Unidas para el  Cambio  Climático (UNFCCC)5, tiene lugar cada año la  conferencia de la partes (COP), las cuales han jugado un rol importante en el incremento de la conciencia internacional sobre la necesidad de acometer acciones inmediatas para detener el inequívoco efecto del cambio climático.

Sin ánimo de restar importancia al significado de cada una de estas conferencias en la aplicación de los principios contenidos en la Declaración de  Rio, la Agenda 21 y de los Objetivos de Desarrollo del milenio (GOAL), aprobados en la  Cumbre del  Milenio, me detendré de manera breve, en el análisis de los resultados de las celebradas en Bali (Indonesia, 2007), en Copenhague (Suecia,2009), Cancún  ((México ,2010) y la más reciente, efectuada en  Durban, (Sudáfrica, 2012).

La COP13 celebrada en Bali, tuvo como principal significado el haber trazado el mapa de ruta para la adopción de acciones que  deberían conducir  en los   dos años  sucesivos, a  desbrozar el camino hacia  la  ulterior  prolongación del Protocolo de Kyoto6, con exigencias más ambiciosas para los países  industrializados.

La esperanza de los pueblos y de numerosas organizaciones no gubernamentales de lograr la adopción de un acuerdo vinculante para la reducción de la emisiones de gases contaminantes, por parte de los principales  países industrializados, la Unión Europea y los  EEUU, así como la adopción de acciones  concretas dirigidas a la extensión del Protocolo de Kyoto, más allá  del 2012 durante la 15 (COP), celebrada en diciembre de 2009 en Copenhague, Suecia, quedaron disipadas por las posiciones egoístas asumidas  por los principales países industrializados, especialmente por el intento de 26 países bajo la orientación ideológica de  EE.UU de imponer al resto de los 166 estados participantes, un acuerdo  elaborado de manera subrepticia, calificado por el  Canciller cubano  Bruno  Rodríguez Parrilla con absoluta justeza, como el acta de defunción del  Protocolo de Kyoto.

En Copenhague, la  Cumbre concluyó sin cifras de reducciones reales ni vinculantes, sin sistemas de control o verificación de las emisiones. Tampoco se presentó definición alguna, en torno a cómo lograr el calentamiento del planeta por debajo de los dos grados, en consonancia   con la recomendación de la comunidad científica7, para lo cual  serían  necesarias reducciones en torno al 40-45% de las emisiones  a nivel global  en 2020, respecto al 1990.

La restricción del acceso de las organizaciones no gubernamentales a la  Conferencia, unido a la  omisión de compromisos concretos de financiamiento y transferencia de tecnologías hacia los países en desarrollo, también figuraron entre las  insuficiencias del mencionado foro Internacional.

La pálida cifra de alrededor de 30.000 millones de dólares para  sufragar la adaptación al cambio climático de los países pobres entre 2010 y 2012, dista mucho del 0,7 % del PIB prometido como ayuda oficial al desarrollo  por los países  desarrollados.

La respuesta a la  “Cumbre  Secuestrada”, no se dilataría. Del 20 al 22 de abril  de 2010, tuvo lugar  en Cochabamba, Bolivia, la Primera Conferencia Mundial de los Pueblos Sobre Cambio Climático y Derechos de la Madre Tierra, convocada por Bolivia, en la cual se aprobó la creación del “Tribunal de Justicia Climática” y fueron definidas estrategias de acción y movilización en defensa de la vida frente a las variaciones del clima. Entre los acuerdos adoptados figuran:

 -  La reducción de los gases con efecto invernadero en un 50% para los países ricos hasta el 2020.
 -  Que la temperatura del planeta no supere un grado centígrado.
 - Que las naciones industrializadas dispongan (el seis por ciento del Producto Interno Bruto) para enfrentar los embates de la naturaleza.
 - La creación de un Tribunal Internacional de Justicia para juzgar a estados y empresas que atenten contra la vida en el planeta.
- Se ratificó el principio de responsabilidad compartida y diferenciada sobre el calentamiento global.

La condición impuesta por la Unión Europea (UE), para sumarse a un segundo periodo del Protocolo de Kyoto, de  que se adoptase,  en el 2015, un acuerdo global para reducir los gases de efecto invernadero,  el cual entraría en vigor en el 2020 y la negativa  de Rusia, Japón y Canadá a formar parte de este segundo periodo de compromiso por incluir solo a los países industrializados excepto EE.UU, matizaron las posiciones de los principales países  industrializados  durante  (COP 17), celebrada  del 28 de noviembre al 9 de diciembre en Durban, Sudáfrica.

A la par con ello, en medio de un cambio climático perceptible, cuyos efectos acumulativos reclaman de acciones inmediatas por parte de los principales contaminadores, la  aprobación del mecanismo de funcionamiento del fondo verde,  el cual prevé ayudas de 100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020 a los países en desarrollo para hacer frente al cambio climático, muestra de manera palmaria, la ausencia de acciones concretas, la adopción de tácticas dilatorias por parte de los países desarrollados, con el deliberado propósito de eludir su responsabilidad en el actual panorama imperante y contribuir  a la destrucción del ordenamiento establecido por la Convención y su Protocolo de Kyoto.

Según el  Panel de  Alto  Nivel sobre Sostenibilidad Global de la Naciones Unidas recientemente designado  por  Secretario General Ban ki-  Moon:

…”Para el 2020 la demanda de alimentos  aumentará al 50%, la de energía al 45% y la de agua al 30%. En el acceso al agua potable 2600 millones de personas aún  no tienen sistemas de sanidad  aceptables. El actual modelo económico “nos está empujando  a los limites de los recursos naturales…”(2012).

Un referente obligado para evaluar el progreso en los asuntos  medioambientales y del desarrollo, lo constituye  el lanzamiento  por el PNUMA del  Informe perspectivas del Medio Ambiente para Decisores de Política (GEO,  por sus  siglas en inglés). En su versión del 2007 se plantea:

Si continúa la tendencia actual, serán muchos los países que no logren cumplir los ODM relativos al agua. Alrededor de 1.800 millones de personas vivirán en países o regiones con escasez absoluta de agua en 2025 y dos tercios de la población mundial sufrirá estrés por falta de agua Las escenarios del GEO-4 apuntan a que más de 5.100 millones de personas vivirán en estas condiciones en el 2050” (PNUMA), 2007)

Los  anteriores diagnósticos confirman cómo, a pesar de los ingentes esfuerzos desarrollados por la sociedad internacional y la pujante fuerza que han adquirido las organizaciones no gubernamentales, el Séptimo Objetivo de   Desarrollo  del Milenio, relativo al logro de la sustentabilidad económica, garantizando el acceso al agua y al saneamiento, como paso clave en el camino hacia la erradicación de la pobreza, difícilmente será alcanzado, de continuar prevaleciendo el  actual  modelo de consumo  y uso de los recursos.

Tal es el panorama que se nos presenta a las puertas de la Cumbre  de las Naciones Unidas  Sobre Desarrollo Sostenible y  Medio Ambiente (RIO+ 20), la  cual centrará la atención en la economía ecológica en el contexto del desarrollo sostenible y de la erradicación de la pobreza.

En contraposición con el sombrío panorama que exhiben muchos países,  trataré de exponer en apretada síntesis como en Cuba hemos implementado  los instrumentos jurídicos aprobados en Rio.
 
En fecha tan temprana como 1991, la Academia de Ciencias de Cuba estableció la Comisión sobre Cambio Climático  que convocó a 70 especialistas  de más de 15 instituciones y ministerios para la realización de una  evaluación sobre las repercusiones preliminares del  cambio climático global. Se evaluaron los sectores: agricultura; hidrología y recursos hídricos; ecosistemas naturales terrestres; áreas oceánicas y costeras; asentamientos poblacionales; salud y turismo.

En las modificaciones  aplicadas a  la Constitución de la  República de  Cuba en julio de 1992, quedó refrendado el concepto de desarrollo sostenible. En el   artículo 27 de nuestra  Carta  Magna se plantea:

”El Estado protege el medio ambiente y los recur­sos naturales del país. Reconoce su estrecha vinculación con el desarrollo económico y social sostenible para hacer más racional la vida humana y asegurar la supervivencia, el bienestar y la segu­ridad de las generaciones actuales y futuras. Corresponde a los órganos competentes aplicar esta política. Es deber de los ciudadanos contribuir a la protección del agua, la atmósfera, la conservación del suelo, la flora, la fauna y todo el rico potencial de la naturaleza.” (Política, 2010).

La creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente en 1994, contribuyó a  fortalecer la política y la gestión ambiental nacional.

En 1997 se aprueba por el Gobierno la Estrategia Ambiental Nacional (EAN), documento rector de la política ambiental del país, el cual devino en clave herramienta del quehacer ambiental, el cumplimiento de sus objetivos y acciones, representaron una significativa contribución a las metas del desarrollo económico y social sostenible en  Cuba, las experiencias adquiridas en la implementación, constituyeron las bases para el diseño y conformación de una nueva versión en el año 2007.

En el corto plazo la Estrategia Ambiental Nacional (2007-2010), planteó entre las metas para contribuir a la adaptación al cambio climático, la realización de estudios de peligro, vulnerabilidad y riesgo de desastre; contar  con medidas de adaptación al cambio climático relacionadas con los desastres naturales y sistemas de alerta temprana, se pronunció por el perfeccionamiento del marco legal en pos de la eficaz introducción de la dimensión ambiental en el ordenamiento territorial. 

Los principios basados en el desarrollo sostenible, plasmados en la  Agenda 21 fueron acogidos por muchas legislaciones y sus estrategias ambientales nacionales.  En el caso cubano, la  Ley 81 del   Medio Ambiente con un criterio amplio y acorde a nuestras necesidades estableció:”

”El desarrollo sostenible es un proceso de elevación sostenida y equitativa de la calidad de vida de las personas, mediante el cual se procura el crecimiento económico y el mejoramiento social, en una combinación armónica con la protección del medio  ambiente, de modo que se satisfacen las necesidades de las actuales generaciones, sin poner en riesgo la satisfacción de las necesidades de las generaciones futuras.” (Cuba., 1997,)

En su edición actual, la Estrategia  Nacional  Ambiental proyectada para el ciclo 2011-2015, retoma los principales presupuestos del ciclo anterior (2007-2010), se alimenta  de las experiencias adquiridas y se fortalece a partir de la inclusión del marco de lineamientos y metas que incorpora el Programa Nacional de Enfrentamiento al Cambio Climático  aprobado en octubre de 2007.

La actual estrategia en su condición de documento rector de la política ambiental cubana, además de caracterizar los principales problemas ambientales, propone las vías e instrumentos para su prevención, solución o minimización, así como los actores para su ejecución.  Por otra parte, introduce  la dimensión ambiental en todos los ámbitos de la economía y la sociedad, articulándola, con el planeamiento estratégico de todos los territorios y sectores del país.

La utilización del valioso potencial científico- técnico disponible en función de la realización de estudios  a largo plazo  conducentes a la reducción del efecto de los  probables impactos del cambio  climático global sobre el territorio nacional, así como las  acciones instrumentadas en la  “Directiva para la  Reducción de  Desastres”, del  Vicepresidente del Consejo de Defensa Nacional del 2005 y su reciente actualización en el 2010, donde se contempla en  articulación con  los planes de desarrollo económico-social del país, el estudio de riesgo, vulnerabilidades   y amenazas  para cada tipo de desastre natural  que pudiera afectarnos incluyendo los maremotos, así como las acciones para minimizar sus  consecuencias, constituye un ejemplo palpable de la prioridad  brindada   a las medidas de adaptación preventiva y planificada ante este peligroso fenómeno.

La revolución energética emprendida en el 2005, los proyectos de agricultura urbana acometidos con la amplia utilización de materia orgánica, el creciente empleo de  de  los paneles solares en áreas rurales, la apertura  de parques de energía eólica  en  Gibara (Holguín) y la lsla de la  Juventud, figuran entre las  programas de ”economía verde” aplicados  en la   Mayor de las Antillas, los cuales favorecen   la existencia  de un medioambiente sano.

En el contexto de la preservación del medioambiente nuestro país ha desarrollado una amplia gama de acciones en los órdenes científico tecnológico, legal regulatorio y educativo.  La Estrategia Nacional de Educación Ambiental 2010-2015, ha sido una herramienta imprescindible para el trabajo de sensibilización, educación y desarrollo de una cultura ambiental. Los programas de la “Batalla de Ideas”, encaminados a la universalización de la educación, han brindado oportunidades para desarrollar la educación ambiental como parte de la cultura general integral de la población y en particular de las nuevas generaciones.

En  el lineamiento 133 de “Los lineamientos de  la Política Económica y Social del Partido aprobados en el VI  Congreso del  Partido Comunista de Cuba” se  plantea:

Sostener y desarrollar investigaciones integrales para proteger, conservar y rehabilitar el medio ambiente y adecuar la política ambiental a las nuevas proyecciones del entorno económico y social. Priorizar estudios encaminados al enfrentamiento al cambio climático y, en  general, a la sostenibilidad del desarrollo del país. Enfatizar la conservación y uso racional de los recursos  naturales como los suelos, el agua, las playas, la atmósfera, los bosques y la biodiversidad, así como el fomento de la educación ambiental.”(2011)

La tradicional política interna aplicada por  Cuba en este campo, sustentada  en patrones que privilegian el uso racional de los recursos y la preservación de mejores condiciones de existencia para las presentes y futuras generaciones de cubanos, también ha tenido su  continuidad en el ámbito internacional.

Cuba pese al bloqueo económico, comercial y financiero de que es víctima, contribuye mediante la globalización de la solidaridad a eliminar las consecuencias de la crisis económica mundial y ha dejado sentada  en numerosos foros internacionales sus posiciones respecto al modo de enfrentar   los efectos del irreversible cambio climático, problemática catalogada por nuestro máximo líder Fidel Castro Ruz, como la Batalla Política más importante de la  humanidad.

  -   Cuba respalda el principio de las responsabilidades comunes, pero diferenciadas en el enfrentamiento a este fenómeno global.
  -   Resulta urgente e insoslayable asegurar niveles de reducción de, al menos, el 45% de las emisiones para el año 2020, y no inferiores al 80% o 90% de reducción para el 2050.
  -  La meta de 2º centígrados es inaceptable y tendría consecuencias catastróficas incalculables, en particular para los pequeños Estados insulares. Significaría un grave impacto en numerosas especies de la biodiversidad
  -  Los países desarrollados deben comprometerse a aportar los recursos nuevos y adicionales necesarios para la ejecución y fomento de los programas nacionales de adaptación y mitigación al cambio climático en los países en desarrollo.
 -  La parte de las emisiones globales que corresponde a los países subdesarrollados debe crecer para satisfacer las necesidades de su desarrollo económico y social.
 -  El problema no se resolverá comprándoles a los países pobres su cuota; ni   mediante la fórmula de convertir los alimentos en combustibles.
 -  Se hace necesario emprender una verdadera revolución energética orientada hacia el ahorro y la eficiencia.
 -  Nos oponemos  al intento de hacer recaer  la mayor  responsabilidad del cambio climático  en las llamadas” economías emergentes”.
       
La diplomacia cubana  ha denunciado  de manera enérgica la insuficiente e hipócrita” ayuda”  para la adaptación brindada por los países industrializados, no pocas veces concedidas sobre la base de condicionamientos políticos, lo cual  presupone  una nueva forma de dominación y control de los recursos y economías de los países más vulnerables al cambio climático, constituyendo  una especie de grillete que acentúa su dependencia a los responsables históricos de la catástrofe ecológica que se nos avecina de no producirse profundos cambios en el modelo de desarrollo  dominante.



* Master y Profesor del Instituto Superior de Relaciones Internacionales ”Raúl  Roa García.” de  Cuba.

1 Se  refiere al Shale  gas, conocido también como gas de esquisto, el cual se obtiene de las lutitas por el método de fractura hidráulica inyectando grandes cantidades de agua más arenas y aditivos químicos. El benceno y el tolueno sustancias terriblemente  cancerígenas figuran entre las que inyectan al agua. La huella del carbono (proporción de dióxido de carbono que libera a la atmosfera es mucho mayor que la generada con la producción de gas convencional. Este hidrocarburo  según estudio realizados por científicos, es  más contaminante que el petróleo y el gas metano. Un tercio de todo el gas que se  produce en  Estados Unidos, es gas de esquisto. Sus principales reservas  se localizan  en China, EEUU y Argentina.

2 La Declaración de  Estocolmo, constituye  para muchos la Carta  Magna  del Derecho  Ambiental Internacional, por vez primera se integra el concepto medio ambiente  dentro de los  Derechos Humanos. La conferencia abordó temas relacionados con  el manejo de las reservas naturales,  los derechos humanos, la interrelación entre recursos  naturales  y desarrollo, la obligación de los estados  de evitar daños al medio ambiente, la necesidad de eliminación de las armas nucleares  y otros temas.

3 Este documento es conocido también como “Informe de la  Comisión  Brundtland “, en honor a  la  Doctora Primera  Ministro de   Noruega Gro Harlem Brundtland , quien encabezó los trabajos de la  Comisión  Mundial sobre  Medio  Ambiente y  Desarrollo  creada en 1983.

4 A la  “Cumbre de la  Tierra” como se le denominó, asistieron  178 países, de ellos 115 jefes de  Estado o  Gobierno, los delegados oficiales sobrepasaron los 10000, se acreditaron 1400 organizaciones no gubernamentales y participaron más de 7000 periodistas de todo el orbe.

5 Entró en vigor en 1994 y ahora cuenta con 191 Partes (países  miembros). Cuba como estado miembro participa en la  COP (Conferencia de las partes), su máximo órgano.

6 El Protocolo de Kyoto firmado en 1997 y puesto en vigor desde 2005, establece el compromiso de los principales países industrializados, de reducir las emisiones  de gases  de  efecto invernadero en 5,2 % en el periodo de 2008-2012  con respecto al año 1990. EEUU y  Europa  se comprometieron a una cifra superior de un 7% y  8% respectivamente  El gobierno estadounidense en el 2001, durante la Administración de George W Bush (hijo), se negó a ratificarlo. El  compromiso expira en el 2012.

7 Según el cuarto informe del  IPCC (2007) de mantenerse las tendencias actúales de emisiones de gases de efecto invernadero, el rango de incremento de la temperatura global para la última década del siglo XXI oscilaría entre 1.1 y 6.4 grados Celsius y añadía un incremento de 1 grado Celsius en la temperatura global, ocasionaría que entre 400 y 1700 millones de personas  sufrirían de escases de agua.


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Ruz, Fidel Castro. 1992. [En línea] 12 de junio de 1992.
Ruz, Raúl Castro. 2012. . Discurso de bienvenida a Su Santidad Benedicto XVI en el Aeropuerto Internacional “Antonio Maceo” de Santiago de Cuba . 26 de marzo de 2012, pág. Pág 4.

martes, 5 de junio de 2012

Día Mundial del Medio Ambiente


El impacto global de la destrucción del Medio Ambiente

Por Leyde E. Rodríguez Hernández 

Las ideas contenidas en este artículo fueron expuestas por mí en un importante encuentro internacional celebrado en La Habana del 13 al 15 de noviembre de 1995, titulado “El crimen contra la humanidad y sus incidencias sobre la paz en el hemisferio occidental”, el cual estuvo organizado por el Movimiento Cubano por la Paz y la Soberanía de los Pueblos. Desde entonces, conozco que esta temática ha mantenido la atención que merece entre los investigadores de las Ciencias Sociales en Cuba. 

En aquella época, yo trabajaba en el Departamento de Relaciones Internacionales de la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba, como recién graduado de la carrera de Relaciones Políticas Internacionales, y estuve motivado para participar en aquel evento de la sociedad civil cubana porque consideraba que no habría mayor crimen contra la humanidad y la paz mundial que la paulatina destrucción del Medio Ambiente. Por lo que ese fue el tema escogido para participar, por primera vez, en una conferencia política y académica internacional. A partir de ahora los acompañará en la lectura el texto ya introducido. (1)

La destrucción del Medio Ambiente, a pesar del desarrollo tecnológico y científico alcanzado por la humanidad durante los últimos cuatro siglos civilizatorios, es uno de los crímenes más graves contra la vida y la humanidad en su conjunto.

Es importante reflexionar sobre esta problemática porque de las experiencias adquiridas en el siglo XX, en la búsqueda del mayor desarrollo  económico y social, dependerá en el futuro la paz y la seguridad internacionales, en una época de intensa lucha entre los Estados por nuevas fuentes de energías en un contexto de evidente degradación del medio natural. Lo cual está aparejado a la crisis económicas y políticas que se profundizan advirtiendo la posibilidad de un fin de la historia humana, entiendo por ello la paulatina extinción de la vida en la Tierra. 

Debiéramos preocuparnos, a las puertas del siglo XXI, por el estado en que se encuentra el bello planeta azul donde habitamos. Veamos en los próximos párrafos algunos ejemplos que podrían ilustrar un panorama nada optimista para la especie humana:

En el año 2050 habrá el doble de personas que habitaban el planeta en 1980 (4500 millones). Cada 45 años se habrán añadido 4 500 millones de personas a nuestro habitad, en razón de 1000 por décadas a partir del año 2000. Hoy la humanidad cuenta con más de 7 000 millones de habitantes.

La actual polarización de las riquezas, que es cada vez mayor, refleja que el 20 % de la población mundial consume el 82, 7 % de los recursos globales, mientras que el 60 % solo recibe el 5 % de dichos recursos.

Las tasas de extinción de la biodiversidad son ya de 5 veces las del siglo XIX y XX. 

Muchos países perderán la totalidad de sus bosques, la mayor parte de la capa superior de los suelos podría desaparecer totalmente en el transcurso de una generación y el punto crítico de agotamiento de la capa de ozono también podría alcanzarse en igual período. Para el año 2000 (se estimaba) que solo quedaría la mitad de la superficie actual de los bosques productivos no explotados y la población mundial habría aumentado en un 50 %.

El 20 % de la población mundial, que habita en los países industrializados considerados avanzados, consume el 80 % de los recursos mundiales. El ciudadano medio norteamericano consume 50 veces más acero, 56 veces más energía, 170 veces más papel periódico, 250 veces más combustible y 300 veces más plástico que el ciudadano medio de la India.

El abismo de desigualdad que existe entre el 20 y el 80 % de la población mundial en la distribución de las riquezas y consumo de recursos naturales, así como la inviabilidad de que los más pobres alcancen los niveles de consumo de los más ricos, como salida a esta situación.

A fines del siglo XX, un cuarto de millón de personas padecía de cáncer de piel, cataratas e inmunodeficiencias, debido al impacto de los rayos ultravioletas luego de la extensión a diez millones de kilómetros cuadrados del agujero de la capa de ozono en la Antártida. 

Millones de ballenas y delfines podrían extinguirse si continua su caza indiscriminada y la instalación de industrias salineras en los mares. La población de lobos marinos disminuye de manera alarmante, mientras también se degrada el 10 % de los arrecifes coralinos del planeta. 

La salinización destruye los suelos fértiles de naciones eminentemente agrícolas, la tala forestal destruye las fuentes de agua potable y las especies animales, las pequeñas islas del Caribe se enfrentan a la fuga de arena y alertan sobre las consecuencias que para sus ecosistemas tendrían el crecimiento del nivel del mar.
En algunas megalópolis existen altos niveles de contaminación ambiental. Por ejemplo, en ciudad de México, con sus más de 20 millones de habitantes, las 31 000 industrias allí ubicadas generan 122 000 toneladas de residuos tóxicos diariamente.
Es en las grandes ciudades donde se presentan los más agudos problemas ambientales. El aumento de la población urbana se ha extendido por todo el Sur subdesarrollado y se manifiesta unido a la crisis económica crónica que padecen la mayor parte de estos países.
La explosión poblacional exponencial en las áreas urbanas provoca no solo complejos problemas ambientales, en el aspecto natural o ecológico, sino también en el plano social, pues crean condiciones apropiadas para el auge de la violencia, que constituye para muchos ciudadanos la principal preocupación en las grandes ciudades. Estos efectos que causan la relación población-medio ambiente en las naciones del sur, hacen pensar que en los próximos años se manifestarán en sus formas más agudas.
El insuficiente abasto de agua es otro de los problemas globales sensibles para la humanidad. Junto a la falta de tierras cultivables, la escasez de agua ocasionará graves problemas económicos y sanitarios a la población mundial. Es conocido que sin una seria de acciones urgentes dirigidas al racionamiento del consumo hídrico, las guarras futuras se realizarán por el agua, además de las que se hacen hoy, y seguirán ocurriendo, por el petróleo y otros recursos naturales escasos. 
No se trata de exageraciones fortuitas, si tomamos en consideración que al menos el 40 % de la población mundial vive sin los servicios de agua potable e higiénica, y que más de 80 países tienen problemas de abastecimiento de este recurso vital. Las desigualdades en materia de consumo de agua son notables en nuestro planeta. Mientras los ciudadanos de un país industrializado consumen 400 litros al día para el uso personal, el habitante de un país pobre se debe conformar con 10 litros.
Estos hechos evidencian que el ecosistema que hizo posible el origen y desarrollo humano en un largo proceso de millones de años de evolución, ha sido brutalmente explotado en un período corto en la historia de nuestra civilización; en los últimos cuatro siglos de industrialización capitalista y como resultado de su irracionalidad ya hoy no es posible apostar al desarrollo socioeconómico sobre la base de los mismos patrones de conducta y consumo que culturalmente se identificaron con el concepto de “desarrollo” del capitalismo industrial contemporáneo.
A fines del siglo XX la humanidad asistió al fracaso de los dos sistemas sociales que impulsaron el desarrollo tecnológico e industrial: el capitalismo y el denominado socialismo real.
Sobre el capitalismo, Fidel Castro Ruz en su libro “La crisis económica y social del mundo” valoró que los países desarrollados de economía de mercado son responsables directos de una parte importante de la degradación del medio. La contaminación de la atmósfera, las aguas terrestres y los océanos, las enormes cantidades de residuos químicos y nucleares que se incorporan a la atmósfera, van al suelo, al agua, al mar, son parte de la permanente agresión al medio en estos países. Las empresas transnacionales responsables de la explotación y agotamiento de los recursos minerales, forestales y agrícolas en numerosos países subdesarrollados, aplican la práctica de trasladar a ellos plantas industriales de alto índice de contaminación ambiental, generalmente de tecnología atrasada y siempre sin inversiones complementarias que dispongan de sus residuos tóxicos”.
Han sido estas prácticas políticas y económicas del capitalismo enfiladas a la obtención de ganancias en detrimento del Medio Ambiente la causa directa histórica de los problemas globales que afectan a todos las naciones, ya sean ricas o pobres.
El socialismo real proclamado por la URSS y sus aliados de Europa del Este como una alternativa posible a la sociedad industrial capitalista, dejó de existir, en el siglo XX, sin resolver los viejos problemas heredados del capitalismo. El  “socialismo real” también fracasó en aportar una nueva cultura civilizatoria en la que el desarrollo económico y las tecnologías contribuyeran al mejoramiento industrial y a la preservación de su entorno natural. En buena medida, esta situación tiene sus explicaciones en los problemas de eficiencia del modelo económico de planificación estrictamente centralizado del “socialismo real” y en la negativa de los países capitalistas dominantes de occidente de compartir sus tecnologías con el adversario ideológico soviético y sus aliados de Europa del Este.     
Es exactamente la búsqueda creativa e inteligente de un nuevo modelo de desarrollo económico y social, alternativo al capitalismo y el “socialismo real”, la tarea más imperiosa e importante que tiene la humanidad en esta etapa difícil de transición hacia una nueva época histórica empujada por la crisis sistémica y estructural del capitalismo neoliberal.
El agotamiento de los recursos naturales y energéticos, paralelamente al desarrollo tecnológico-industrial de las sociedades capitalistas occidentales, ha hecho cambiar las concepciones que fundamentan el sostenimiento de los modelos económicos de esa formación económica social. El ritmo de contaminación del ecosistema y la capacidad de las nuevas tecnologías para su explotación desmiente que la naturaleza tenga la capacidad de absorber y reciclar de modo natural los desechos y la devastación de la sociedad humana.
Además, el adelanto tecnológico no ha sido utilizado en beneficio de todo el progreso social. Los avances tecnológicos militares fueron puestos al servicio de dos guerras mundiales, al desarrollo y uso de bombas atómicas contra las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, las modernas tecnologías militares de carácter convencional se siguen utilizando en los conflictos regionales desatados por las grandes potencias imperialistas, mientras el arma nuclear perfeccionada sigue siendo, junto al deterioro del Medio Ambiente, una de las principales amenazas para la supervivencia de la vida en la Tierra.   
Estos fenómenos irracionales del capitalismo solo podrían ser resueltos por una nueva y diferente formación económica-social que coloque al ser humano al centro de la sociedad y del proceso de desarrollo económico, resolviendo las causas estructurales de la pobreza, el desempleo y la desintegración social, además de la degradación medioambiental. El capitalismo al promover la exportación rápida de recursos naturales, desregular la economía y forzar un número creciente de pobres a trasladarse a tierras marginales con sus prácticas del ajuste económico neoliberal, ha contribuido al proceso acelerado de degradación medioambiental.
La situación actual de degradación medioambiental exige de la comunidad mundial de ONG(s), de las sociedades civiles, los gobiernos y del sistema de las Naciones Unidas, la concreción de posiciones comunes y la elaboración de proyectos conjuntos para resolver los problemas ecológicos del planeta en aras de mejorar la vida humana.
A estas alturas, solo podríamos concluir que el reconocimiento y la toma de consciencia tardía sobre estas problemáticas solo podrían acercar a la humanidad, con mayor rapidez, hacia una inevitable catástrofe. 

Notas:
  
1. El texto íntegro de la ponencia nunca fue publicado; pero, por su vigencia, aunque hayan pasado 17 años de su presentación pública, he escogido este 5 de junio de 2012, “Día Mundial del Medio Ambiente”, para compartirlo con mis lectores del blog “Otras Visiones Políticas”. Sin embargo, una reseña de la ponencia: “El impacto de la destrucción del Medio Ambiente en el siglo XX”, fue publicada en la Revista Paz y Soberanía, Movimiento Cubano por la Paz y la Soberanía de los Pueblos, La Habana, No 1, 1996, p. 43.

viernes, 1 de junio de 2012

Los retos de Rio+20

    Por Ignacio Ramonet
Le Monde Diplomatique
Nº: 200, Junio  2.012


Brasil acoge en Río de Janeiro, del 20 al 22 de junio, la Conferencia de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible, llamada también “Rio+20” porque se ­celebra dos décadas después de la primera gran Cumbre de la Tierra de 1992. Asistirán a ella más de 80 jefes de Estado. Las discusiones se centrarán en torno a dos temas principales: 1) una “economía verde” en el contexto del desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza; y 2) el marco institucional para el desarrollo sostenible. En paralelo al evento oficial, también se celebra la Cumbre de los Pueblos que congrega a los movimientos sociales y ecologistas del mundo.

Las cuestiones ambientales y los desafíos del cambio climático siguen constituyendo urgencias mayores de la agenda internacional (1). Pero esta ­realidad está siendo ocultada, en España y en Europa, por la gravedad de la crisis económica y financiera. Normal. 

La eurozona atraviesa uno de sus momentos más difíciles a causa del ­fracaso manifiesto de las políticas de “austeridad a ultranza”. La recesión se ha instalado en varias economías, con un desempleo en alza y dramáticas ­tensiones financieras. España, en particular, vive sus momentos más preocupantes desde 2008; peores que cuando ­quebró el banco Lehman Brothers. La economía ha debido someterse a la auditoría de los inspectores de Bruselas. La prima de riesgo se disparó entrando en zona de intervención, y se han vuelto a despertar todas las dudas sobre la solvencia del sistema bancario español, arrastrado por la escandalosa quiebra de Bankia. 

Ante el fracaso del Banco de España, y las dudas sobre la credibilidad del sistema financiero, se ha tenido que recurrir a un grupo de firmas “independientes” extranjeras para analizar la morosidad oculta de los bancos españoles (2). Entre los ciudadanos se extiende la idea de que España va a necesitar, de manera más o menos inmediata, el apoyo del Fondo de Rescate Europeo, como ya le ocurrió a Irlanda, Grecia y Portugal. El 62% de los españoles lo teme.

Cunde pues el pesimismo. El premio Nobel de economía Paul Krugman echó leña al fuego cuando, el mes pasado (3), avisó que es “muy posible” que Grecia abandone el euro en el curso de este mes de junio... Una salida de Atenas de la moneda única europea tendría como consecuencia inmediata la fuga de capitales hacia los paí­ses vecinos y la retirada en masa de los depósitos bancarios. Fenómenos que se contagiarían inevitablemente a Portugal e Irlanda y, sin duda, a España e Italia. Krugman vaticinó por cierto que no descartaba que, después, llegara a España y a Italia un corralito bancario (4)... 

En esas preocupaciones estamos. Y por eso los ciudadanos europeos siguen con tanta atención la agenda electoral europea: elecciones legislativas francesas el 10 y el 17 de junio; nuevas elecciones griegas ese mismo día 17 de junio. Y la cumbre de Bruselas del 28 y 29 de junio que decidirá por fin si la Unión Europea sigue la senda alemana de la austeridad hasta la muerte, o si adopta la vía francesa del crecimiento y del resurgimiento. Dilema vital.

Pero ello, a pesar de su dramatismo, no debe hacernos olvidar que, a escala del planeta, hay otros dilemas vitales no menos decisivos. Y el principal de ellos es el desastre climático del que será cuestión, también este mes, en Río de Janeiro. Recordemos que, en 2010, el cambio climático fue la causa del 90% de los desastres naturales que ocasionaron la muerte de unas 300.000 personas, con un quebranto económico estimado en más de 100.000 millones de euros…

Otra contradicción: en Europa, los ciudadanos reclaman, con razón, más crecimiento para salir de la crisis; pero en Río, los ecologistas advertirán que el crecimiento –si no es sostenible– significa siempre mayor deterioro del medio ambiente y mayor peligro de agotamiento de los limitados recursos del planeta...

Los líderes mundiales, junto con miles de representantes de gobiernos, empresas privadas, organizaciones no gubernamentales, movimientos sociales y otros grupos de la sociedad civil, se reúnen pues en Río de Janeiro para definir precisamente una agenda global a fin de garantizar la sostenibilidad ambiental y también reducir la pobreza y promover la igualdad social. El debate central estará entre el concepto de “economía verde” que defienden los portavoces del neoliberalismo, y el de “economía ­solidaria”, promovida por los movimientos que creen que sin la superación del modelo actual de “desarrollo predatorio”, basado en la acumulación privada de riqueza, no habrá preservación ambiental.

Los países ricos acuden a Río con esa propuesta principal de la “economía verde”. Un concepto-trampa que se limita a designar, la mayoría de las veces, un simple camuflaje verde de la economía pura y dura de siempre. Un “enverdecimiento”, en suma, del ­capitalismo especulativo. Esos países desean que la Conferencia Rio+20 les otorgue un mandato de las Naciones Unidas para empezar a definir, a ­escala planetaria, una serie de indicadores de medición para evaluar económicamente las diferentes funciones de la naturaleza, y crear de ese modo las bases para un mercado mundial de servicios ambientales.

Esa “economía verde” desea no sólo la mercantilización de la parte material de la naturaleza ­sino la mercantilización de los procesos y funciones de la naturaleza. En otras palabras, la “economía verde”, como afirma el activista boliviano Pablo Solón, busca no sólo mercantilizar la madera de los bosques sino mercantilizar también la capacidad de absorción de dióxido de carbono de esos mismos bosques (5). 

El objetivo central de esa “economía verde” es crear, para la inversión privada, un mercado del agua, del medio ambiente, de los océanos, de la biodiversidad, etc. Asignando precio a cada elemento del medio ­ambiente, con el objetivo de garantizar las ganancias de los inversores privados. De tal modo que la “economía verde”, en vez de crear productos reales, organizará un nuevo mercado inmaterial de bonos e instrumentos financieros que se negociarán a través de los bancos. El mismo sistema bancario culpable de la crisis financiera del 2008, que recibió miles de millones de euros de los gobiernos, dispondrá así, a su antojo, de la Madre Naturaleza para seguir especulando y realizando de nuevo cuantiosas ganancias.

Frente a estas posiciones, paralelamente a la Conferencia de la ONU, la sociedad civil organiza en Río la Cumbre de los Pueblos. En este foro se presentan alternativas en defensa de los “bienes comunes de la humanidad”. Producidos por la naturaleza o por grupos humanos, a nivel local, nacional o global, estos bienes deben ser de propiedad colectiva. Entre ellos están el aire y la atmósfera, el agua, los acuíferos –ríos, océanos y ­lagos–, las tierras comunales o ancestrales, las semillas, la biodiversidad, los parques ­naturales, el lenguaje, el paisaje, la memoria, el ­conocimiento, ­Internet, los productos distribuidos con licencia libre, la información genética, etc. El agua dulce empieza a ser vista como el bien común por excelencia, y las luchas contra su privatización –en varios Estados– han tenido notable éxito. 

Otra idea que preconiza la Cumbre de los Pueblos es la de una transición gradual entre una civilización antropocéntrica y una “civilización biocéntrica”, centrada en la vida, lo que implica el reconocimiento de los derechos de la Naturaleza y la redefinición del buen vivir y de la prosperidad de modo que no dependan del crecimiento económico infinito. También defiende la soberanía alimentaria. Cada comunidad debe poder controlar los alimentos que produce y consume, acercando consumidores y productores, defendiendo una agricultura campesina y prohibiendo la especulación financiera con los alimentos. 

En fin, la Cumbre de los Pueblos reclama un vasto programa de “consumo responsable” que incluya una nueva ética del cuidado y del compartir; una preocupación contra la obsolescencia artificial de los productos; una preferencia por los bienes producidos por la economía social y solidaria basada en el trabajo y no en el capital; y un rechazo del consumo de productos realizados a costa del trabajo esclavo (6).

La Conferencia Rio+20 ofrece así la ocasión a los movimientos sociales, a escala internacional, de reafirmar su  lucha por una justicia ambiental en oposición al modelo de desarrollo especulativo. Y su rechazo del intento de “enverdecimiento” del capitalismo. Según esos movimientos, la “economía verde” no constituye una solución a la crisis ­ambiental y alimentaria. Al contrario, se trata de una “falsa solución” que agravará el problema de la mercantilización de la vida (7). En suma, un nuevo disfraz del sistema. Y los ciudadanos están cada vez más hartos de los disfraces. Y del sistema.

(1) Léase Ignacio Ramonet,  “Urgencias climáticas”, Le Monde diplomatique en español, enero de 2012.
(2) El País, Madrid, 21 de mayo de 2012.
(3) The New York Times, Nueva York, 13 de mayo de 2012. http://krugman.blogs.nytimes.com/2012/05/13/eurodammerung-2/?smid=tw-NytimesKrugman&seid=auto
(4) “Corralito” es una palabra surgida durante la crisis económica argentina de 2001, cuando ante la avalancha de clientes a los bancos para retirar sus ahorros, el ministro  Domingo Cavallo decidió que cada titular de cuenta sólo podría retirar un máximo de 250 pesos por semana. El ministro español de Hacienda, Cristóbal Montoro, declaró, al revuelo causado por la palabras de Krugman, asegurando que un corralito en España es una posibilidad técnicamente imposible.
(5) Pablo Solón, “¿Qué pasa en la negociación  para Rio+20?”, 4 de abril de 2012. http://rio20.net/documentos/que-pasa-en-la-negociacion-para-rio20
(6) http://rio20.net/en-camino-a-rio
(7) Léase, “Declaración de la Asamblea de movimientos sociales”, Porto Alegre, 28 de enero de 2012. http://redconvergenciasocial.org/?p=160