Por José A. Peñalver
Betancourt *
El llamado
realizado por el líder de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz, en junio de
1992, en la Cumbre de
Rio de Janeiro, para salvar a la humanidad de la autodestrucción,
mediante la mejor distribución de las riquezas y tecnologías disponibles en el
planeta, no solo permanece latente, sino que resulta hoy mucho más
apremiante.
Al creciente
incremento de los efectos del cambio
climático y la degradación del medio ambiente que afecta, en primer orden, a
los países en vías de desarrollo,
poniendo en peligro su desarrollo
económico y social, se añade el potencial incremento de la vulnerabilidad del
planeta ante un probable conflicto nuclear y a los daños colaterales que
pudiera general un desastre natural como
el ocurrido, en marzo de 2012, en Japón, con las consiguientes consecuencias medioambientales, alimentarias, migratorias, culturales para
millones de seres humanos.
¿Podría hablarse de economía verde como una alternativa realista
para el mejoramiento del bienestar de
millones de personas? La respuesta a
todas luces es negativa cuando sabemos que se transfieren a los países en
desarrollo tecnologías obsoletas altamente contaminantes; cuando se propone como solución alternativa viable al
agotamiento de los combustibles fósiles, la utilización del esquisto1, cuando se invierte en proporciones
escalofriantes recursos financieros en sofisticados medios
para la guerra en detrimento de la transferencia de recursos que podrían invertirse en
tecnologías más inocuas al medio ambiente.
Resulta evidente que el tema de la transición mundial hacia
una economía ecológica en todo el planeta, algo que coadyuvaría a disminuir de
manera ostensible el negativo impacto de
los combustibles fósiles en la preservación de los ecosistemas naturales,
reclama un cambio sustancial en la mentalidad de desarrollo. Sin pretender
renunciar a las bondades que la modernidad ha reportado al ser humano, quizás
sería provechoso beber de la sabiduría de
las culturas ancestrales indoamericanas,
las cuales con su ingenio, nos muestran
una actitud menos agresiva hacia la naturaleza y las condiciones de existencia de los seres humanos.
Un planeta habitado
por más de 7000 millones de personas, una tercera parte de las cuales vive en
condiciones de desnutrición, demanda de manera impostergable la adopción de
compromisos vinculantes por parte de los principales países industrializados en
cuanto a la reducción de la emisión de
gases de efecto invernadero. Las evidencias científicas y los estudios realizados
sobre los actuales probables impactos en
las próximas décadas del cambio
climático sobre los países en vías de desarrollo y en particular sobre los
pequeños estados insulares como el nuestro, no han generado un cambio de
conducta por parte de ellos, ni la respuesta adecuada para cumplir las
estrategias de mitigación y adaptación adoptadas por las Naciones Unidas para minimizar sus efectos.
A casi 10 años de la celebración de la
Cumbre Mundial sobre Desarrollo
Sostenible celebrada en el 2002 en Johannesburgo, el gobierno de los Estados
Unidos permanece sin ratificar el
Protocolo de Kyoto, mientras aboga junto a otros países desarrollados, porque los más pobres renuncien
a su desarrollo, o aplican fórmulas como
el comercio internacional de emisiones
que implica la mercantilización del medio ambiente y una alternativa fraudulenta para continuar su patrón depredador en el planeta en detrimento del bienestar humano de los habitantes de los países víctimas de este
enorme engaño.
El
Presidente cubano Raúl Castro Ruz
al ofrecer, el 28 de abril de 2012, la
bienvenida en Santiago de Cuba a su Santidad Benedicto XVI,
expresó:
“Hay crecientes
amenazas a la paz y la existencia de enormes arsenales nucleares es otro grave
peligro para el ser humano. El agua o los alimentos serán, después de los
hidrocarburos, la causa de las próximas guerras de despojo. Con los recursos
que se dedican a producir mortíferas armas, podría eliminarse la pobreza. El
desarrollo vertiginoso de la ciencia y la tecnología no se encuentra al
servicio de la solución de los grandes problemas que aquejan a los seres
humanos Frecuentemente sirven para crear reflejos condicionados o para manipular a la opinión pública. Las
finanzas son un poder opresivo”. (Ruz, 2012)
A solo pocos días de la, celebración de la Conferencia de
las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible y Medio Ambiente (conocida
informalmente como Río+20, observamos con extrema preocupación cómo las metas
trazadas en 1992, y la erradicación de la pobreza en el marco de la
implementación de los Objetivos de Desarrollo del
Milenio, se han convertido para
millones de seres humanos en una
cuestión ilusoria , producto del imperio del paradigma derrochador de las principales potencias
capitalistas y su negativa de renunciar
a las posiciones hegemónicas, al propósito de
dominación mundial.
Antecedentes de la
Cumbre de Medio Ambiente y
Desarrollo de Río de
Janeiro (1992).
Ya desde principios
de la década de los 70 del siglo XX, la sociedad internacional emprendería los
primeros pasos para diseñar un marco de cooperación conducente al
enfrentamiento del reto del cambio
climático. A esta conclusión se
arribaría como consecuencia de casi dos
décadas de estudios, análisis y debates que dieron al traste con la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio
Ambiente Humano celebrada del 5 al 16 de junio de 1972, en Estocolmo2, Suecia. . Como resultado de ese importante evento al cual asistieron delegaciones oficiales de 113 estados de todos
los continentes. De Estocolmo surge el
programa de Naciones Unidas
sobre Medio Ambiente (PNUMA),
con sede en Nairobi, Kenia devenido instrumento de coordinación y estímulo
a los programas nacionales ambientales.
En 1980, como conmemoración
del decenio de la Declaración
de Estocolmo, el PNUMA, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y el Fondo
Mundial para la Naturaleza ,
lanzaron la “Estrategia Mundial para la Conservación” .Este documento de políticas
ambientales presentó por primera vez el concepto de “Desarrollo Sostenible definiéndolo, como el desarrollo actual
para satisfacer las necesidades
presentes, sin comprometer las posibilidades de las futuras generaciones, para
satisfacer sus propias necesidades.
En el periodo de sesiones de octubre de 1982 la Asamblea
General de la ONU aprobó la “Carta Mundial de la Naturaleza “. En el referido documento conocido
también como “Carta de la Tierra”, aparecen plasmados entre otros los
siguientes principios:
1-.Se respetará la naturaleza y no se perturbarán sus
procesos esenciales.
2. No se amenazará la viabilidad genética en la Tierra; la
población de todas las especies, silvestres domesticadas, se mantendrá a un
nivel por los menos suficiente para garantizar su supervivencia; asimismo, se
salvaguardarán los hábitat necesarios para este fin.
3. Estos principios de conservación se aplicarán a todas las
partes de la superficie terrestre, tanto en la Tierra como en el mar; se
concederá protección especial a aquellas de carácter singular, a los ejemplares
representativos de todos los diferentes grupos de ecosistemas y a los hábitats
de las especies escasas o en peligro.
4. Los ecosistemas y los organismos, así como los recursos
terrestres, marinos y atmosféricos que son utilizados por el hombre, se
administrarán de manera tal de lograr y mantener su productividad óptima y
continua sin por ello poner en peligro la integridad de los otros ecosistemas y
especies con los que coexistan.
5. Se protegerá a la naturaleza de la destrucción que causan
las guerras u otros actos de hostilidad.
El análisis de los principios anteriormente enunciados, de
plena vigencia en nuestros días, reafirma la insoslayable necesidad de fomentar una conciencia
global tendiente a la eliminación de la confrontación entre desarrollo
económico y protección del medio ambiente, de la adopción de un código de acción
moral que promueva, una relación de armonía entre el hombre y la naturaleza,
logrando la preservación de los hábitats de las especies y de
los ecosistemas amenazados,
la regeneración natural de los
mismos mediante la explotación racional
de las recursos naturales y la utilización de los conocimientos y tecnologías
en función del bienestar de la especie humana - parte integrante de la naturaleza, de la cual depende su
supervivencia.
En sintonía con la batalla internacional por la preservación del medio ambiente se aprueba en
Viena, en1985, el Convenio para
la protección de la Capa de Ozono. Montreal y Londres, en 1987 y 1991
respectivamente, serían escenarios
para la suscripción de protocolos
específicos dirigidos a similar
objetivo. La conferencia abordó temas relacionados con el manejo de las
reservas naturales, los derechos humanos, la interrelación entre recursos naturales
y desarrollo, la obligación de los estados de evitar daños al medio
ambiente, la necesidad de eliminación de las armas nucleares, entre otros.
Todos estos documentos normativos internacionales tratan de
frenar el deterioro progresivo de este importante sistema natural.
En 1987, la
Comisión de Medio
Ambiente y Desarrollo de la ONU (World
Comisión on Environment and
Development), presentó el reporte
denominado “Nuestro
Futuro Común”3
que constituye una estrategia detallada
para alcanzar el desarrollo sostenible o ecodesarrollo.
Este documento, que retoma las ideas esenciales de la Comisión Brundtlant (1982) en un nuevo contexto
histórico, sirvió de guía para la cooperación internacional en materia de medio
ambiente y subrayó la necesidad de iniciar negociaciones para un tratado
multilateral sobre el clima, investigar los orígenes y efectos del cambio
climático, vigilar científicamente su evolución y establecer políticas
internacionales para la reducción de las emisiones a la atmósfera de los gases
de efecto invernadero.
El incremento creciente de informes contrapuestos y las dudas
respecto al tema objeto de análisis
condujeron, en 1988, a la creación, por la Organización Meteorológica
Mundial (OMM) y el Programa de
Naciones y Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), del Grupo
Intergubernamental de Expertos (International
Panel on Climate Change (IPCC, por sus siglas en Inglés), como
agencia especializada de Naciones Unidas.
El IPCC se ha
convertido en un valioso instrumento
para divulgar, a través de los
cuatro informes presentados hasta
la actualidad, los destructivos efectos ocasionados por la actividad antropogénica a la seguridad
ambiental del planeta.
En 1989 se firmó en Suiza, la denominada “Convención de Basilea” que establece el control
transfronterizo y la eliminación de los
desechos tóxicos.
En 1992 previo a la
Cumbre de la Tierra, se
realizaron los llamados informes
nacionales en los que cada país expuso
la situación ambiental que presentaba formándose así una base de
datos especializados sobre la situación ambiental mundial.
Resulta evidente que de todos los eventos realizados a nivel
mundial encaminados a la protección y
conservación del medio ambiente, el más importante por su contenido y amplia participación fue “La
Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo”4
celebrada en Rio de Janeiro, Brasil del 3 al 14 de Junio
de 1992, 20 años después de la
Conferencia de Estocolmo sobre Medio Ambiente
Humano.
Entre los frutos principales de la Cumbre de Rio de Janeiro figuran la firma de la Convención
Marco de la Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC) y la Convención de la Biodiversidad por 155 y 157
países respectivamente, así como la
definición de un amplio campo de
acción para el diseño de las políticas ambientales nacionales, tomando como
brújula la posterior implementación de los
principios de la Agenda 21.
Lo expuesto hasta aquí, revela los titánicos esfuerzos
desplegados por la sociedad internacional, en pos de lograr fomentar una
conciencia mundial en torno al real
peligro de desaparición de la especie humana,
los cuales tuvieron su punto más álgido en la adopción de los
instrumentos jurídicos aprobados en la “Cumbre de la Tierra”, para prevenir a
la humanidad, de la marcha inexorable hacia el abismo a que se dirigía, por el camino que entonces transitábamos.
Podría afirmarse de manera metafórica, que 20 años atrás, marchábamos cuesta
arriba por la pendiente, en el logro de este anhelado propósito.
Comportamiento de
los países industrializados en los foros internacionales posteriores a la
Cumbre de la Tierra.
Conjuntamente con la Declaración
de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo, en cuyos 27 principios se
definen los derechos y responsabilidades de las naciones en la búsqueda del
progreso y el bienestar de la humanidad.
En este trascendental evento se aprobó por 173 gobiernos el programa para desarrollar
la sostenibilidad a nivel mundial, conocido como Agenda 21.
El
referido plan de acción, puesto en vigor
a partir de1994, establece normas dirigidas al logro del
desarrollo sostenible desde el punto de vista social, económico, ecológico,
propugna la necesidad de la erradicación de la pobreza, enarbola el principio
de las responsabilidades comunes, pero diferenciadas en relación a la reducción
de los gases de efecto invernadero, aboga por el aumento de la cooperación de los países
industrializados a las naciones en desarrollo en materia de mitigación y
adaptación al cambio climático, promueve la amplia participación en su
enfrentamiento de todos los sectores, incluidas las organizaciones no
gubernamentales y la población en
general.
Después
de Rio, la sociedad internacional,
continuó un sostenido proceso de discusión
y dialogo en los temas de medio
ambiente de cuyos eventos surgieron
importantes acuerdos enriquecedores de su contenido, ejemplos son: La Segunda
Conferencia Mundial sobre Derechos Humanos (Viena 1993), la Conferencia
Internacional sobre Población y Desarrollo (El Cairo 1994), la Cumbre Mundial
para el Desarrollo Social (Copenhague1995), la IV Conferencia sobre la Mujer
(Beijing 1995) y la Cumbre Mundial sobre la
Alimentación celebrada en Roma en
1996.
Paralelo a la
realización de los conclaves
anteriormente mencionados en él, como parte de la Convención Marco de la Naciones
Unidas para el Cambio Climático (UNFCCC)5,
tiene lugar cada año la conferencia de
la partes (COP), las cuales han jugado un rol importante en el incremento de la
conciencia internacional sobre la necesidad de acometer acciones inmediatas
para detener el inequívoco efecto del cambio climático.
Sin ánimo de restar importancia al significado de cada una de
estas conferencias en la aplicación de los principios contenidos en la
Declaración de Rio, la Agenda 21 y de
los Objetivos de Desarrollo del milenio (GOAL), aprobados en la Cumbre del
Milenio, me detendré de manera breve, en el análisis de los resultados
de las celebradas en Bali (Indonesia, 2007), en Copenhague (Suecia,2009),
Cancún ((México ,2010) y la más
reciente, efectuada en Durban,
(Sudáfrica, 2012).
La COP13 celebrada en Bali, tuvo como principal significado
el haber trazado el mapa de ruta para la adopción de acciones que deberían conducir en los
dos años sucesivos, a desbrozar el camino hacia la
ulterior prolongación del
Protocolo de Kyoto6, con exigencias más
ambiciosas para los países
industrializados.
La esperanza de los pueblos y de numerosas organizaciones no
gubernamentales de lograr la adopción de un acuerdo vinculante para la
reducción de la emisiones de gases contaminantes, por parte de los
principales países industrializados, la
Unión Europea y los EEUU, así como la
adopción de acciones concretas dirigidas
a la extensión del Protocolo de Kyoto, más allá
del 2012 durante la 15 (COP), celebrada en diciembre de 2009 en
Copenhague, Suecia, quedaron disipadas por las posiciones egoístas
asumidas por los principales países
industrializados, especialmente por el intento de 26 países bajo la orientación
ideológica de EE.UU de imponer al resto
de los 166 estados participantes, un acuerdo
elaborado de manera subrepticia, calificado por el Canciller cubano Bruno
Rodríguez Parrilla con absoluta
justeza, como el acta de defunción del
Protocolo de Kyoto.
En Copenhague, la
Cumbre concluyó sin cifras de reducciones reales ni vinculantes, sin
sistemas de control o verificación de las emisiones. Tampoco se presentó
definición alguna, en torno a cómo lograr el calentamiento del planeta por
debajo de los dos grados, en consonancia
con la recomendación de la comunidad científica7,
para lo cual serían necesarias reducciones en torno al 40-45% de
las emisiones a nivel global en 2020, respecto al 1990.
La restricción del acceso de las organizaciones no
gubernamentales a la Conferencia, unido
a la omisión de compromisos concretos de financiamiento y
transferencia de tecnologías hacia los países en desarrollo, también figuraron
entre las insuficiencias del mencionado
foro Internacional.
La pálida cifra de alrededor de 30.000 millones de dólares
para sufragar la adaptación al cambio
climático de los países pobres entre 2010 y 2012, dista mucho del 0,7 % del PIB
prometido como ayuda oficial al desarrollo por los países
desarrollados.
La respuesta a la “Cumbre Secuestrada”, no se dilataría. Del 20
al 22 de abril de 2010, tuvo lugar en Cochabamba, Bolivia, la Primera
Conferencia Mundial de los Pueblos Sobre Cambio Climático y Derechos de la
Madre Tierra, convocada por Bolivia, en la cual se aprobó la creación del “Tribunal
de Justicia Climática” y fueron definidas estrategias de acción y movilización
en defensa de la vida frente a las variaciones del clima. Entre los acuerdos
adoptados figuran:
- La reducción de los gases con efecto invernadero
en un 50% para los países ricos hasta el 2020.
- Que la temperatura del planeta no supere un
grado centígrado.
- Que las naciones industrializadas dispongan (el
seis por ciento del Producto Interno Bruto) para enfrentar los embates de la
naturaleza.
- La creación de un Tribunal Internacional de
Justicia para juzgar a estados y empresas que atenten contra la vida en el
planeta.
- Se ratificó el principio de responsabilidad
compartida y diferenciada sobre el calentamiento global.
La condición impuesta por la Unión Europea (UE), para
sumarse a un segundo periodo del Protocolo de Kyoto, de que se adoptase, en el 2015, un acuerdo global para reducir
los gases de efecto invernadero, el cual
entraría en vigor en el 2020 y la negativa
de Rusia, Japón y Canadá a formar parte de este segundo periodo de
compromiso por incluir solo a los países industrializados excepto EE.UU,
matizaron las posiciones de los principales países industrializados durante
(COP 17), celebrada del 28 de noviembre
al 9 de diciembre en Durban, Sudáfrica.
A la par con ello, en medio de un cambio climático
perceptible, cuyos efectos acumulativos reclaman de acciones inmediatas por
parte de los principales contaminadores, la aprobación del mecanismo de funcionamiento del
fondo verde, el cual prevé ayudas de
100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020 a los países en desarrollo
para hacer frente al cambio climático, muestra de manera palmaria, la ausencia
de acciones concretas, la adopción de tácticas dilatorias por parte de los
países desarrollados, con el deliberado propósito de eludir su responsabilidad
en el actual panorama imperante y contribuir
a la destrucción del ordenamiento establecido
por la Convención y su Protocolo de Kyoto.
Según el Panel de Alto Nivel
sobre Sostenibilidad Global de la Naciones Unidas recientemente designado por
Secretario General Ban ki- Moon:
…”Para el 2020 la
demanda de alimentos aumentará al 50%,
la de energía al 45% y la de agua al 30%. En el acceso al agua potable 2600
millones de personas aún no tienen
sistemas de sanidad aceptables. El
actual modelo económico “nos está empujando
a los limites de los recursos naturales…”(2012).
Un referente obligado para evaluar el progreso en los
asuntos medioambientales y del
desarrollo, lo constituye el
lanzamiento por el PNUMA del Informe perspectivas del Medio Ambiente para
Decisores de Política (GEO, por sus siglas en inglés). En su versión del 2007 se
plantea:
”Si continúa la
tendencia actual, serán muchos los países que no logren cumplir los ODM
relativos al agua. Alrededor de 1.800 millones de personas vivirán en países o
regiones con escasez absoluta de agua en 2025 y dos tercios de la población
mundial sufrirá estrés por falta de agua Las escenarios del GEO-4 apuntan a que
más de 5.100 millones de personas vivirán en estas condiciones en el 2050” (PNUMA), 2007)
Los anteriores
diagnósticos confirman cómo, a pesar de los ingentes esfuerzos desarrollados
por la sociedad internacional y la pujante fuerza que han adquirido las
organizaciones no gubernamentales, el Séptimo Objetivo de Desarrollo del Milenio, relativo al logro de la
sustentabilidad económica, garantizando el acceso al agua y al saneamiento,
como paso clave en el camino hacia la erradicación de la pobreza, difícilmente
será alcanzado, de continuar prevaleciendo el
actual modelo de consumo y uso de los recursos.
Tal es el panorama que se nos presenta a las puertas de la
Cumbre de las Naciones Unidas Sobre Desarrollo Sostenible y Medio Ambiente (RIO+ 20), la cual centrará la atención en la economía
ecológica en el contexto del desarrollo sostenible y de la erradicación de la
pobreza.
En contraposición con el sombrío panorama que exhiben muchos
países, trataré de exponer en apretada
síntesis como en Cuba hemos implementado
los instrumentos jurídicos aprobados en Rio.
En fecha tan temprana como 1991, la Academia de Ciencias de
Cuba estableció la Comisión sobre Cambio Climático que convocó a 70 especialistas de más de 15 instituciones y ministerios para
la realización de una evaluación sobre
las repercusiones preliminares del cambio climático global. Se evaluaron los
sectores: agricultura; hidrología y recursos hídricos; ecosistemas naturales
terrestres; áreas oceánicas y costeras; asentamientos poblacionales; salud y
turismo.
En las modificaciones aplicadas a la Constitución de la República de
Cuba en julio de 1992, quedó refrendado el concepto de desarrollo
sostenible. En el artículo 27 de
nuestra Carta Magna se plantea:
”El Estado
protege el medio ambiente y los recursos
naturales del país. Reconoce su estrecha vinculación con el desarrollo
económico y social sostenible para hacer más racional la vida humana y asegurar
la supervivencia, el bienestar y la seguridad de las generaciones actuales y
futuras. Corresponde a los órganos competentes aplicar esta política. Es deber
de los ciudadanos contribuir a la protección del agua, la atmósfera, la conservación
del suelo, la flora, la fauna y todo el rico potencial de la naturaleza.” (Política,
2010).
La creación del Ministerio de
Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente en 1994, contribuyó a fortalecer la política y la gestión ambiental
nacional.
En 1997 se aprueba por el Gobierno la Estrategia Ambiental
Nacional (EAN), documento rector de la política ambiental del país, el cual
devino en clave herramienta del quehacer ambiental, el cumplimiento de sus
objetivos y acciones, representaron una significativa contribución a las metas
del desarrollo económico y social sostenible en
Cuba, las experiencias adquiridas en la implementación, constituyeron
las bases para el diseño y conformación de una nueva versión en el año 2007.
En el corto plazo la Estrategia Ambiental Nacional (2007-2010),
planteó entre las metas para contribuir a la adaptación al cambio climático, la
realización de estudios de peligro, vulnerabilidad y riesgo de desastre; contar con medidas de adaptación al cambio climático
relacionadas con los desastres naturales y sistemas de alerta temprana, se
pronunció por el perfeccionamiento del marco legal en pos de la eficaz
introducción de la dimensión ambiental en el ordenamiento territorial.
Los principios basados en el desarrollo sostenible,
plasmados en la Agenda 21 fueron
acogidos por muchas legislaciones y sus estrategias ambientales
nacionales. En el caso cubano, la Ley 81 del
Medio Ambiente con un criterio amplio y acorde a nuestras necesidades
estableció:”
”El desarrollo
sostenible es un proceso de elevación sostenida y
equitativa de la calidad de vida de las personas, mediante el cual se procura
el crecimiento económico y el mejoramiento social, en una combinación armónica
con la protección del medio ambiente, de
modo que se satisfacen las necesidades de las actuales generaciones, sin poner
en riesgo la satisfacción de las necesidades de las generaciones futuras.” (Cuba., 1997,)
En su edición actual, la Estrategia
Nacional Ambiental proyectada
para el ciclo 2011-2015, retoma los principales presupuestos del ciclo anterior
(2007-2010), se alimenta de las
experiencias adquiridas y se fortalece a partir de la inclusión del marco de
lineamientos y metas que incorpora el Programa Nacional de Enfrentamiento al
Cambio Climático aprobado en octubre de
2007.
La actual estrategia en su condición de documento rector de la política
ambiental cubana, además de caracterizar los principales problemas ambientales,
propone las vías e instrumentos para su prevención, solución o minimización,
así como los actores para su ejecución. Por otra parte, introduce la dimensión ambiental en todos los ámbitos de
la economía y la sociedad, articulándola, con el planeamiento estratégico de
todos los territorios y sectores del país.
La utilización del valioso potencial científico- técnico
disponible en función de la realización de estudios a largo plazo conducentes a la reducción del efecto de
los probables impactos del cambio climático global sobre el territorio
nacional, así como las acciones
instrumentadas en la “Directiva para la Reducción de Desastres”, del Vicepresidente del Consejo de Defensa Nacional
del 2005 y su reciente actualización en el 2010, donde se contempla en articulación con los planes de desarrollo económico-social del
país, el estudio de riesgo, vulnerabilidades
y amenazas para cada tipo de
desastre natural que pudiera afectarnos
incluyendo los maremotos, así como las acciones para minimizar sus consecuencias, constituye un ejemplo palpable de la
prioridad brindada a las
medidas de adaptación preventiva y planificada ante este peligroso fenómeno.
La revolución energética emprendida en el 2005, los proyectos de
agricultura urbana acometidos con la amplia utilización de materia orgánica, el
creciente empleo de de los paneles solares en áreas rurales, la
apertura de parques de energía eólica en Gibara
(Holguín) y la lsla de la Juventud,
figuran entre las programas de ”economía
verde” aplicados en la Mayor
de las Antillas, los cuales favorecen la
existencia de un medioambiente sano.
En el contexto de la preservación del medioambiente nuestro país ha
desarrollado una amplia gama de acciones en los órdenes científico tecnológico,
legal regulatorio y educativo. La
Estrategia Nacional de Educación Ambiental 2010-2015, ha sido una herramienta
imprescindible para el trabajo de sensibilización, educación y desarrollo de
una cultura ambiental. Los programas de la “Batalla de Ideas”, encaminados a la
universalización de la educación, han brindado oportunidades para desarrollar
la educación ambiental como parte de la cultura general integral de la
población y en particular de las nuevas generaciones.
En el lineamiento 133
de “Los lineamientos de la Política
Económica y Social del Partido aprobados en el VI Congreso del
Partido Comunista de Cuba” se plantea:
”Sostener y
desarrollar investigaciones integrales para proteger, conservar y rehabilitar
el medio ambiente y adecuar la política ambiental a las nuevas proyecciones del
entorno económico y social. Priorizar estudios encaminados al enfrentamiento al
cambio climático y, en general, a la
sostenibilidad del desarrollo del país. Enfatizar la conservación y uso
racional de los recursos naturales como los suelos, el agua, las playas, la atmósfera, los bosques
y la biodiversidad, así como el fomento de la educación ambiental.”(2011)
La tradicional política interna aplicada por Cuba en este campo, sustentada en patrones que privilegian el uso racional
de los recursos y la preservación de mejores condiciones de existencia para las
presentes y futuras generaciones de cubanos, también ha tenido su continuidad en el ámbito internacional.
Cuba pese al bloqueo económico, comercial y financiero de
que es víctima, contribuye mediante la globalización de la solidaridad a eliminar
las consecuencias de la crisis económica mundial y ha dejado sentada en numerosos foros internacionales sus
posiciones respecto al modo de enfrentar
los efectos del irreversible cambio climático, problemática catalogada
por nuestro máximo líder Fidel Castro Ruz, como la Batalla Política más
importante de la humanidad.
- Cuba respalda el principio de las
responsabilidades comunes, pero diferenciadas en el enfrentamiento a este
fenómeno global.
- Resulta urgente e insoslayable asegurar niveles
de reducción de, al menos, el 45% de las emisiones para el año 2020, y no
inferiores al 80% o 90% de reducción para el 2050.
- La
meta de 2º centígrados es inaceptable y tendría consecuencias catastróficas
incalculables, en particular para los pequeños Estados insulares. Significaría
un grave impacto en numerosas especies de la biodiversidad
- Los países desarrollados deben comprometerse a
aportar los recursos nuevos y adicionales necesarios para la ejecución y
fomento de los programas nacionales de adaptación y mitigación al cambio
climático en los países en desarrollo.
- La parte de las emisiones globales que
corresponde a los países subdesarrollados debe crecer para satisfacer las
necesidades de su desarrollo económico y social.
- El problema no se resolverá comprándoles a los
países pobres su cuota; ni mediante la fórmula
de convertir los alimentos en combustibles.
-
Se hace necesario emprender una verdadera
revolución energética orientada hacia el ahorro y la eficiencia.
-
Nos oponemos
al intento de hacer recaer la
mayor responsabilidad del cambio
climático en las llamadas” economías
emergentes”.
La diplomacia cubana ha
denunciado de manera enérgica la
insuficiente e hipócrita” ayuda” para la
adaptación brindada por los países industrializados, no pocas veces concedidas
sobre la base de condicionamientos políticos, lo cual presupone
una nueva forma de dominación y control de los recursos y economías de
los países más vulnerables al cambio climático, constituyendo una especie de grillete que acentúa su
dependencia a los responsables históricos de la catástrofe ecológica que se nos
avecina de no producirse profundos cambios en el modelo de desarrollo dominante.
* Master y Profesor del Instituto Superior de
Relaciones Internacionales ”Raúl Roa
García.” de Cuba.
1
Se refiere al Shale gas, conocido también como gas de esquisto,
el cual se obtiene de las lutitas por el método de fractura hidráulica
inyectando grandes cantidades de agua más arenas y aditivos químicos. El benceno
y el tolueno sustancias terriblemente cancerígenas figuran entre las que inyectan
al agua. La huella del carbono (proporción de dióxido de carbono que libera a
la atmosfera es mucho mayor que la generada con la producción de gas
convencional. Este hidrocarburo según
estudio realizados por científicos, es
más contaminante que el petróleo y el gas metano. Un tercio de todo el
gas que se produce en Estados Unidos, es gas de esquisto. Sus
principales reservas se localizan en China, EEUU y Argentina.
2 La
Declaración de Estocolmo,
constituye para muchos la Carta Magna
del Derecho Ambiental
Internacional, por vez primera se integra el concepto medio ambiente dentro de los
Derechos Humanos. La conferencia abordó temas relacionados con el manejo de las reservas naturales, los derechos humanos, la interrelación entre
recursos naturales y desarrollo, la obligación de los estados de evitar daños al medio ambiente, la
necesidad de eliminación de las armas nucleares
y otros temas.
3 Este documento es
conocido también como “Informe de la
Comisión Brundtland “, en honor
a la Doctora Primera Ministro de
Noruega Gro Harlem Brundtland , quien encabezó
los trabajos de la Comisión Mundial sobre
Medio Ambiente y Desarrollo
creada en 1983.
4
A la “Cumbre de la
Tierra” como se le denominó, asistieron
178 países, de ellos 115 jefes de
Estado o Gobierno, los delegados
oficiales sobrepasaron los 10000, se acreditaron 1400 organizaciones no
gubernamentales y participaron más de 7000 periodistas de todo el orbe.
5 Entró en vigor en
1994 y ahora cuenta con 191 Partes (países
miembros). Cuba como estado miembro participa en la COP (Conferencia de las partes), su máximo
órgano.
6 El Protocolo de
Kyoto firmado en 1997 y puesto en vigor desde 2005, establece el compromiso de
los principales países industrializados, de reducir las emisiones de gases
de efecto invernadero en 5,2 % en
el periodo de 2008-2012 con respecto al
año 1990. EEUU y
Europa se comprometieron a una
cifra superior de un 7% y 8%
respectivamente El
gobierno estadounidense en el 2001, durante la Administración de George W Bush
(hijo), se negó a ratificarlo. El
compromiso expira en el 2012.
7 Según el cuarto informe
del IPCC (2007) de mantenerse las
tendencias actúales de emisiones de gases de efecto invernadero, el rango de
incremento de la temperatura global para la última década del siglo XXI
oscilaría entre 1.1 y 6.4 grados Celsius y añadía un incremento de 1 grado Celsius
en la temperatura global, ocasionaría que entre 400 y 1700 millones de
personas sufrirían de escases de agua.
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