jueves, 8 de noviembre de 2012

Evo Morales y el Socialismo comunitario. Aportes a la teoría política contemporánea.



Por Orietta E. Hernández Bermúdez[1]
 “En el fondo el Socialismo comunitario va a ser la comunidad agraria a nivel de país, urbano y rural del mundo. Tenemos entonces la semilla del socialismo comunitario, guardada, maltratada, media seca, pero si alimentamos esa semilla que existe en Bolivia va a crecer un tronco poderoso con frutos para el país y el mundo”

América Latina, el continente de las venas abiertas, como lo bautizara, el escritor Eduardo Galeano, vive días gloriosos, un despertar de sus pueblos, con todos los obstáculos, derrotas y triunfos que implica la decisión de algunos de cambiar las realidades sociales, económicas y política de sus países.

Con diferentes características y niveles de radicalidad, han emergido propuestas alternativas, que han visibilizado a  aquellos sectores ignorados y explotados en su lucha contra el capitalismo.

La autenticidad de cada uno de estos procesos de cambio, ha contribuido significativamente a la teoría política contemporánea. En primer lugar han tenido la valentía de traer al escenario político del continente nuevamente el término de Socialismo, aún cuando fue enterrado por el capitalismo y satanizado por la sociedad de consumo.

Dicho mérito corresponde en primera instancia a Hugo Chávez con su propuesta de “Socialismo del siglo XXI”, que hace alusión a la edificación de este sistema social partiendo de las particularidades de cada uno de nuestros países.

En esta corriente se inscribe el “Socialismo Comunitario”, proclamado por Evo Morales Ayma , el primer presidente indígena de Bolivia. Desde nuestro punto de vista el nuevo período histórico que vive este país desde el 2006 hasta la actualidad concentra sus aportes en dos pilares fundamentales: el proceso mismo y la figura de Evo Morales, cuestiones que están claramente vinculadas.

Evolución del  Estado Plurinacional de Bolivia.

El joven Estado Plurinacional de Bolivia, nació en el año 2006, fruto de la insurrección indígena y de los reclamos de los campesinos y obreros a los gobiernos neoliberales que los habían ignorado y explotado.

La Asamblea Constituyente que sesionó entre agosto de 2006 y diciembre de 2007, dio lugar al nacimiento de la nueva Constitución, en el año 2009, con el mayoritario apoyo de la población. En el acto realizado en la ciudad El Alto, Evo Morales, calificó el momento como: La Segunda Independencia de Bolivia. Se había consolidado así uno de los aspectos más importantes del proceso: la institucionalización.

Con respecto al texto constitucional, se han realizado profundos análisis, la mayor parte de ellos coinciden en considerarlo uno de los más avanzados en América Latina. En este sentido compartimos la opinión de Raúl Prada Alcoreza:

Puede decirse que la nueva Constitución Política del Estado es una Constitución en transición. Se trata del tránsito de un Estado unitario y social a un Estado plurinacional… Es también una constitución indígena y popular en tanto que incorpora la institucionalidad propia de las naciones y pueblos indígenas originarios, sus estructuras y prácticas autóctonas[2][2].

Esta apreciación queda claramente demostrada en el primer artículo de la Constitución:

Bolivia   se   constituye   en   un  Estado  Unitario   Social   de  Derecho Plurinacional  Comunitario,   libre,  independiente,  soberano,   democrático,   intercultural descentralizado  y con  autonomías.  Bolivia   se   funda  en  la  pluralidad  y  el  pluralismo político,  económico,   jurídico,  cultural  y  lingüístico,  dentro del  proceso  integrador  del país.

Este texto, constituye un gran avance en el tratamiento de la cuestión indígena, dignificando la existencia del 62% de la población en la actualidad. Evidentemente no es un documento perfecto, pero ha marcado el reconocimiento legal del camino de la reivindicación de los derechos de este sector mayoritario en Bolivia.

Otra de las cuestiones más relevantes es la consideración de los pueblos originarios campesinos como sujetos protagonistas en el panorama de la nación, conceptualizados en la Constitución de la siguiente manera:

 …toda la colectividad humana que comparta identidad cultural, idioma, tradición histórica, instituciones, territorialidad y cosmovisión, cuya existencia es anterior a  la  invasión colonial española  […] en el marco de  la unidad del Estado y de acuerdo con esta Constitución las naciones y pueblos indígenas originarios campesinos gozan de los siguientes derechos:

  • A  su  identidad  cultural,  creencia  religiosa,  espiritualidades, prácticas y costumbres, y a su propia cosmovisión.
  • A la libre determinación y territorialidad.
  • A que sus instituciones sean parte de la estructura general del Estado.
  • A la titulación colectiva de tierras y territorios.
  • A la protección de sus lugares sagrados.
  • Al sistema de salud universal y gratuito que respete su cosmovisión y prácticas tradicionales.
  • Al ejercicio de sus sistemas políticos, jurídicos y económicos acorde a su cosmovisión.
  • A  la participación en  los órganos e  instituciones del Estado.[3][3]
Tal y como indican las circunstancias uno de los más grandes aportes del gobierno de Evo Morales es la reivindicación de los derechos indígenas y su acceso al poder. Bolivia ha mostrado al mundo el rostro indígena de nuestras naciones del sur, tantas veces abofeteado por la crueldad del colonialismo y luego del capitalismo.

El Socialismo Comunitario y  el Buen Vivir o Vivir Bien

Otro aporte sustancial a la teoría política contemporánea es el Socialismo Comunitario. Esta propuesta, proclamada por Evo Morales ”es un horizonte contrario a la barbarie, miseria y destrucción que genera el capitalismo”[4][5]

Se contrapone al capitalismo al condenar la sociedad de consumo, el despilfarro, la explotación. Difiere en cierto sentido del socialismo, pues este sistema sitúa al hombre y la satisfacción de sus necesidades en el centro de acción, mientras que el Socialismo Comunitario, proclama los derechos de la naturaleza por encima de los humanos aunque no desdeñe estos últimos.

“Para los que pertenecemos a la cultura de la vida lo más importante no es la plata ni el oro, ni el hombre, porque él está en el último lugar. Lo más importante son los ríos, el aire, las montañas, las estrellas, las hormigas, las mariposas (...) El hombre está en último lugar, para nosotros, lo más importante es la vida”.[5][6]

En Bolivia este proceso se desarrolla sobre dos pilares fundamentales: las comunidades indígenas campesinas y el movimiento obrero organizado. Consideramos que es una forma auténtica de transitar al socialismo aprovechando las potencialidades de sus tradiciones de lucha y la amplia gama de saber indígena. Sin el fallido intento de copiar modelos vecinos y teniendo en cuenta a nuestro apóstol José Martí cuando con clara vehemencia expresó: ..” Injértese en nuestras Repúblicas el mundo pero el tronco ha de ser el de nuestras Repúblicas”

Desde el punto de vista económico se trata de la producción para satisfacer necesidades sin el despilfarro que implica la sociedad de consumo. Sin explotación. Partiendo del cuestionamiento del término de desarrollo y proponiendo la armonía con la naturaleza.

En el ámbito político, propone ejercer la democracia comunitaria, es decir, la capacidad de la sociedad civil y la comunidad agraria e indígena de tomar decisiones y de elegir a sus representantes.

Evidentemente no bastan las buenas intenciones, los retos del Estado Plurinacional de Bolivia no son pocos, de acuerdo con la opinión de su vicepresidente Álvaro García Lineras, la fundación del Estado Plurinacional constituye  a penas una etapa de transición hacia el socialismo comunitario, este proceso puede tomar años.

Conjuntamente con esta propuesta y desde la cosmovisión de los pueblos originarios, llega uno de sus más importantes legados - considerado uno de  los ejes de la política exterior del Estado Plurinacional de Bolivia representado por  su presidente Evo Morales Ayma- la defensa de la Pachamama.

Durante la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra, celebrada en Cochabamba (Bolivia) en 2010, Morales defendió la concepción latinoamericana del Buen Vivir como el nuevo paradigma para enfrentar al cambio climático.

En la Nueva Constitución Política del Estado Plurinacional, se establecen los Derechos de la Madre Tierra y se explica: “El Estado asume y promueve como principios ético–morales de la sociedad plural: ama qhilla, ama llulla, ama suwa (no seas flojo, no seas mentiroso ni seas ladrón), suma qamaña (vivir bien), ñandereko (vida armoniosa), teko kavi (vida buena), ivi maraei (tierra sin mal) y qhapaj ñan (camino o vida noble).[6][7]

La esencia del Suma qamaña, es una verdadera lección para los hombres y mujeres del planeta sobre la base de la experiencia de los pueblos indígenas que han logrado vivir en armonía con la naturaleza.

No se trata del Vivir Bien desde la óptica occidental,  no es vivir mejor que el vecino, ni acumular más riquezas, se propone utilizar de la madre Tierra sólo lo necesario para la supervivencia, recuperando la idea del trabajo en comunidad.

Una de sus tesis más interesantes es la referida al respeto de las diferencias. Se debe respetar al otro escuchando sin discriminación ni sometimiento sus opiniones. No se postula la tolerancia sino el respeto a las formas diferentes de pensar y actuar de los seres humanos de las múltiples culturas y regiones. Una verdadera enseñanza sobre el diálogo necesario para resolver los conflictos contemporáneos.

Por otra parte, se defiende la recuperación y valoración de la identidad a través del disfrute de una vida sana en plena armonía con la naturaleza y el cosmos. Para los seguidores de esta propuesta la soberanía debe ejercerse por medio del consenso comunal, defendiendo la responsabilidad del bien común.

La propuesta del Buen Vivir, constituye una respuesta a la crisis medioambiental, dirigida a frenar la depredación planetaria. El concepto en sí  mismo, dentro de la dinámica del Socialismo Comunitario, rescata la importancia de la organización en comunidades e incluye la necesidad de una reinterpretación del concepto de desarrollo hasta el momento impuesto a los países de la periferia por los centros de poder.

Por otra parte constituye un concepto contrario al prisma eurocéntrico y al modelo de vida consumista de la lógica neoliberal, La Pachamama, en el centro de la acción, seguida de la necesaria relación armónica del hombre con ella. La comunidad, la cooperación, reciprocidad, serían los principios que regirían las relaciones humanas del planeta. Se trata de la construcción de un saber boliviano, indígena, latinoamericano aprovechando las potencialidades que se mantuvieron ocultas por el largo proceso de colonización y sometimiento de nuestros pueblos.

Evo Morales. Líder ideológico y espiritual de los pueblos indígenas.

Para recordar a nuestros antepasados por su intermedio señor presidente del Congreso Nacional, pido un minuto de silencio para Manco Inca, Tupaj Katari, Tupac Amaru, Bartolina Sisa, Zárate Villca, Atihuaiqui Tumpa, Andrés Ibañez, Ché Guevara, Marcelo Quiroga Santa Cruz, Luis Espinal, a muchas de mis hermanos caídos, cocaleros de la zona del trópico de Cochabamba, por los hermanos caídos en la defensa de la dignidad del pueblo alteño, de los mineros, de miles, de millones de seres humanos que han caído en toda América y por ellos presidente pido un minuto de silencio.

íGloria a los mártires por la liberación!

Con estas palabras inició Evo Morales , el 22 de enero del 2006, en la ciudad de La Paz, su primer discurso como presidente de la nación. Había nacido en el ayllu Isallavi del cantón Orinoca del sur del departamento de Oruro, el 27 de octubre de 1959.

Procedente de una familia pobre supo de necesidades y hambre desde muy temprana edad, los largos períodos de sequía le obligaron a emigrar junto a su familia a la región tropical de Chapare de Cochabamba. 

Su formación es sólo de bachiller, es un dirigente que vino de abajo, como él mismo suele decir. Evo Morales le tenía miedo a la política. En 1995, no se reconocía como político y temía meterse en política como si fuera una cárcel de donde luego no podría salir “ Me verán – decía – como maleante , como haragán como ladrón”[7][8],

Se convirtió en líder sindicalista y desde esa posición advirtió la necesidad de la organización de la lucha a través de un partido. En 1992 se realizó la única sesión de la Asamblea de los Pueblos Originarios, donde se debatió la tesis del Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos, para garantizar la firma de acuerdos con los diferentes gobiernos.

Esta propuesta, tuvo detractores dentro del propio movimiento indígena, pero finalmente logró la mayoría en el Congreso de la Confederación Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB) de 1994. En este sentido es necesario destacar que los fundadores del Instrumento Político fueron los miembros de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia, la CONAMAQ, (Consejo Nacional de Marcas y Ayllus del Qullasuyu), la Federación Nacional de Mujeres Bartolina Sisa, la Confederación Sindical de Colonizadores de Bolivia, y otros grupos de indígenas del Oriente boliviano.

En 1996 Morales, pasó a presidir la Coordinadora de las 6 Federaciones del Trópico de Cochabamba. Mantuvo ese cargo por 10 años, aún después de convertirse en jefe de Estado. Fue víctima de la discriminación por su condición de indígena, acusado de ser contrabandista y narcotraficante por ser campesino cocalero.

Durante la primera década del siglo XXI, Bolivia se encontraba sumida en una crisis económica y política. Esta situación propició que movimientos sociales integrados por campesinos indígenas, vendedores ambulantes, cocaleros y mineros crearan un clima de ingobernabilidad general, que llegó a su fin con la elección en el año 2006 de Evo Morales, representante del Movimiento al Socialismo (MAS).

Su llegada al gobierno, marcó el inicio de un proceso de cambio en el país, a través de la puesta en marcha de políticas nacionalistas e indigenistas, identificada por algunos historiadores como la tercera rebelión indígena popular.

“…Bolivia bajo mi dirección tendrán acuerdos, alianzas con todo el mundo, nadie me va a prohibir tenemos derecho, somos la cultura del diálogo.” Declaró Morales, quien ha mostrado ante el asombro del mundo, esa forma de gobernar al pueblo obedeciendo, respetando el diálogo, rectificando errores en público ,sin la marcada intención de ganar votos ni de desprestigiar a los oponentes políticos tal y como nos tienen acostumbrados “los gobiernos democráticos del continente”.

Su origen humilde, indígena luego campesino cocalero, dirigente sindical, sin estudios superiores le han convertido en el blanco de críticas racistas que cuestionan su capacidad y afirman su indefinición política.

“Yo quiero decirle a los miembros de la OEA, aquí yo quiero declararme marxista, leninista, comunista, socialista. Ahora que me expulsen, ahora quiero que me expulsen de la OEA”. Así se pronunció Morales en solidaridad con Cuba recordando su injusta expulsión de la organización

A raíz de esa proclamación, García Linera, vicepresidente del Estado Plurinacional añadió:“Evo es un marxista sindical y político porque transitó del sindicalismo a la política, es decir, pasó de la lucha sindical a la reivindicativa en lo político a través de los sindicatos y ayllus, ese es uno de los mayores aportes del movimiento indígena – sindical .

Evo, ha contribuido a la formación de la imagen de un dirigente que no se aparta de sus principios, elemento visible desde su forma de vestir, ataviado siempre con sus ropas tradicionales en defensa de  su identidad. Practicante fiel de los ritos de los ancestros, desde su primer día de presidente. Defensor incansable de la identidad del país, promoviendo el respeto a nivel internacional de tradiciones como el masticado de la hoja de coca, como costumbre milenaria de sus habitantes , utilizado además con fines medicinales.

Hay en su oratoria una sencillez y claridad, su manera de decir directa sin palabras rebuscadas, su discurso constituye una contribución fresca y autóctona a la teoría política contemporánea.

Se ha convertido Evo, en el líder defensor de la naturaleza por excelencia en lo organismos internacionales, a partir de la sabiduría de los pueblos originarios, aspecto que marca una lógica contraria a lo temas que se tratan en esos foros.

Le corresponde el mérito de haber planteado los 10 mandamientos para salvar el planeta en la inauguración del VII Foro Permanente de los Pueblos Indígenas de la Organización de las Naciones Unidas, en esa ocasión aseguró que para salvar el planeta hay que erradicar el modelo capitalista que fomenta el consumismo, el individualismo y el afán de lucro.

Otro elemento característico de su discurso es el profundo antimperialismo. Patente en su consecuente forma de actuar ante la negativa de albergar en tierras bolivianas bases militares norteamericanas. Relevante en este orden la expulsión del embajador de Estados Unidos por fomentar el proceso separatista de la Media Luna en el 2009.Evo ha puesto al desnudo públicamente el verdadero  sentido injerencista de la participación de Estados Unidos, en la lucha contra el narcotráfico, llegando incluso a expulsar a la DEA, de su territorio.

Oportuno hablar de su anti neoliberalismo, que no se queda en la palabra. Desde el inicio de su mandato, puso los recursos naturales del país en manos del pueblo, al mismo tiempo que nacionalizó las industrias que habían desangrado Bolivia. Muestra irrefutable de su defensa de la soberanía nacional.

Sin dudas uno de sus más notables aportes es la proclamación del Socialismo Comunitario, como proceso dirigido al bienestar del pueblo construido a partir de la cosmovisión indígena y las características del país en general, en oposición al pensamiento y el estilo de vida occidental.“Queremos que todos puedan vivir bien, que no es vivir mejor a costa del otro. Debemos construir un socialismo comunitario y en armonía con la Madre Tierra”[8][10]

Bolivia vive días históricos que han marcado hito en la historia del continente, ganadores todos, indígenas, obreros  campesinos, enriquecida la teoría política contemporánea. La nueva experiencia de la mano del primer presidente indígena del país, es un proceso de cambio sin precedentes. Con momentos de estancamiento, de continuidad y a veces de retroceso, pero camino de lograr cumplir el sagrado juramento de Evo Morales Ayma a su pueblo:

“prometí luchar incansablemente por el respeto a los derechos humanos, por la paz, por la tranquilidad en nuestras tierras, por el libre cultivo de la hoja de coca, por los recursos naturales, por el territorio, por la defensa de la soberanía nacional, por la dignidad de los bolivianos y por nuestra libertad”[9][11]




[1]  Lineras García, Álvaro, vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia. La Razón. 2006
[2] Prada Alcoreza, Raúl. Análisis de la nueva Constitución Política del Estado . En: Crítica y emancipación : 
Revista latinoamericana de Ciencias Sociales. Año 1, no. 1 jun. 2008. Buenos Aires .
[3] Nueva Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia, artículo 30.
[4] Idem 3
[5] Álvaro García Lineras, vicepresidente de Bolivia.
[6] Choquehuanca, David.: Ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia, miembro del gabinete de Evo Morales Ayma, uno de los estudiosos aymaras del modelo del Buen Vivir,  experto en cosmovisión andina.
[7] Artículo 8 de la Nueva Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia, aprobada en el año 2009.
[8] Sivak Martín:“Jefazo”Retrato íntimo de Evo Morales. Santa Cruz de la Sierra 2008.
[9] Discurso pronunciado por Evo Morales en ocasión de la entrega del Premio Nacional de Periodismo 2005.
[10] 10 mandamientos para salvar el planeta planteados por Evo Morales en su discurso en la inauguración del VII Foro Permanente de los Pueblos Indígenas de la Organización de las Naciones Unidas,
[11] Ticona Alejo, Esteban: El "racismo intelectual" en el Pachakuti. Connotaciones simbólicas de la presidencia de Evo Morales



[1] Licenciada en Sociología. Investigadora del Centro de Estudios sobre Política Internacional(CIPI)







La diplomacia de cumbres en América Latina y el Caribe

Por Roberto Yepe [1] 

La llamada diplomacia de cumbres es una modalidad del multilateralismo muy extendida y de gran vitalidad en nuestra región.                                              
Históricamente, se ha desarrollado con particular intensidad a nivel subregional, con los procesos que han derivado actualmente en el Sistema de Integración Centroamericana (SICA), la Comunidad Andina (CAN), la Comunidad del Caribe (CARICOM) y el Mercado Común del Sur (Mercosur). Sin embargo, no se limita a este tipo de instituciones, sino que cobró fuerza y se generalizó como una práctica peculiar de la diplomacia latinoamericana al máximo nivel durante las décadas de los años ochenta y noventa del siglo pasado, con el advenimiento de los entonces frágiles procesos democratizadores, cuando los mandatarios comenzaron a acudir a las tomas de posesión presidenciales de sus colegas electos, en una demostración de solidaridad regional que indudablemente contribuyó, como tendencia, a la consolidación de los procesos políticos constitucionales.
También durante estos años se crearon y consolidaron diversos foros regionales que operaban periódicamente a nivel de jefes de estado y gobierno, destacándose el Grupo de Río (originado a partir de los antiguos Grupo de Contadora y Grupo de Apoyo a Contadora), la Cumbre Iberoamericana, la Cumbre de las Américas y la Cumbre América Latina y el Caribe - Unión Europea (ALC-UE). Los tres últimos foros mencionados tienen en común la participación de Estados no latinoamericanos y caribeños de gran peso en el relacionamiento externo de nuestra región. A su vez, el Grupo de Río, aunque experimentó un proceso de gradual ampliación de su membresía, durante buena parte de su existencia no incluyó a varios países de la región.
Si bien la proliferación de foros y reuniones a nivel cumbre determinó que esta modalidad mostrará signos de agotamiento a finales de la década de los noventa, los importantes cambios políticos ocurridos desde entonces en el mapa político de América Latina y el Caribe crearon las condiciones propicias para el surgimiento de un nuevo conjunto de instituciones propiamente latinoamericanas y caribeñas de gran dinamismo, que le han dado un nuevo impulso a la diplomacia de cumbres.
En este sentido, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba), surgida en diciembre de 2004, muestra ya impresionantes realizaciones en los campos económico y social, reflejadas en los diversos proyectos grannacionales que resuelven problemas concretos de la población y en los solidarios programas de cooperación que han permitido formar decenas de miles de médicos, así como que millones de personas accedan a servicios gratuitos de salud y sean alfabetizados. Puede afirmarse que en la larga y mayormente fallida historia de la integración latinoamericana y caribeña, el Alba es el proceso unitario que más resultados concretos ha logrado en menos tiempo. Igualmente, el apoyo del gobierno venezolano ha proveído, con Petrocaribe, una tabla de salvación a varias economías vulnerables de Centroamérica y el Caribe, severamente impactadas en las condiciones de crisis económica global y de altos precios de los hidrocarburos prevalecientes durante los últimos años.
La Unión Sudamericana de Naciones (Unasur), constituida como tal en el 2008 a partir de un proceso iniciado con la Primera Cumbre de Presidentes de América del Sur en el 2000, es otra organización de gran importancia geoestratégica que debe propiciar significativos avances en materia de integración de la infraestructura física regional sudamericana, sin que ello le impida apropiarse de temas de tanta relevancia como el de la seguridad, tradicionalmente monopolizado por las instituciones hemisféricas. De hecho, Unasur es ya un actor político relevante a nivel regional que ha actuado con gran sentido de la oportunidad en temas de extrema sensibilidad, como los intentos secesionistas en Bolivia en el 2009, el acuerdo entre Estados Unidos y Colombia sobre bases militares firmado ese mismo año –aunque obviamente es un asunto en el que no se podía alcanzar consenso-, y el intento golpista en Ecuador en el 2010.
La importancia de la flamante Comunidad de Estados Latinoamericanos y caribeños (Celac), es difícil de exagerar[2]. Su solo nacimiento constituye una contribución fundamental al desarrollo de un sentido de identidad latinoamericana y caribeña, de una verdadera comunidad de naciones. Como había apuntado el profesor José Bell Lara hace algunos años:
América Latina ha tenido una característica: en su conciencia colectiva se alberga la idea-fuerza de la unidad latinoamericana, pero eso no ha conducido a la constitución de un organismo que agrupe a todos los Estados de la región.[3]
La Celac responde así a una importante deuda histórica. Antes de la Celac, el único foro en el que participaban plenamente todos los mandatarios de América Latina y el Caribe era la Cumbre ALC-UE, pero se trata de un mecanismo para interactuar con un actor extrarregional. En la Cumbre Iberoamericana, por su parte, no participan los países de la Comunidad del Caribe, en tanto que en la Cumbres de las Américas, Cuba sigue estando injustificadamente excluida.
Con el Alba, Unasur y la Celac, puede hablarse del surgimiento y desarrollo de un nuevo multilateralismo en América Latina y el Caribe, sobre todo a partir de tres rasgos de gran trascendencia que tienen en común estos procesos:
·         Rescatan el principio del pluralismo político y económico, relegado en la década de los noventa del pasado siglo para imponer una supuesta comunidad de valores compartidos en el hemisferio, cuyo real significado era el pensamiento único y la aplicación a ultranza del neoliberalismo económico. Con todas las complejidades políticas que ello implique, el respeto de este principio es una condición indispensable para el ulterior desarrollo de las instituciones multilaterales en la región, si pretendemos verdaderamente alcanzar la unión latinoamericana y caribeña. La manera en que se proyectaron los mandatarios en la cumbre constitutiva de Celac de Caracas, demuestra que esto es muy deseable y posible.
·         Han permitido desarrollar un sentido de la solidaridad regional no visto desde las luchas por la independencia, como se evidenció en los eventos en Bolivia y Ecuador, anteriormente mencionados, el apoyo a Argentina en el tema de las Malvinas frente al colonialismo británico, en la movilización solidaria multilateral con Haití, y en la solidaridad con Cuba en contra del bloqueo y de su exclusión de la Cumbre de las Américas.
·         Quiérase o no, han puesto en primer plano la vigencia de la contradicción entre el “bolivarianismo” y el “panamericanismo”, que representa el principal factor de complejidad en el actual entramado institucional multilateral de la región. Todos los países latinoamericanos y caribeños, excepto Cuba, actúan en ambas dimensiones, aunque incluso Cuba recientemente manifestó su disposición a participar en las cumbres hemisféricas, de ser invitada en igualdad de condiciones y con plenos e iguales derechos
En cualquier escenario, posiblemente sea del interés de América Latina y el Caribe mantener mecanismos institucionales multilaterales con los Estados Unidos, como vía para estimular la cooperación donde sea posible y amortiguar y contener las tendencias de su política exterior hacia el unilateralismo y el irrespeto del Derecho Internacional. Pero con los trascendentales cambios ocurridos durante los últimos años, expresados particularmente en el significativo incremento de la concertación política y la mayor autonomía de la proyección externa de nuestra región, estas instituciones hemisféricas no deberían mantener la misma esencia y modo de funcionamiento del actual sistema interamericano, y probablemente tampoco convendría que mantuvieran su sede en Washington. El sistema interamericano, tal cual se concibe y funciona en la actualidad, es incompatible con el proceso unitario latinoamericano y caribeño.
Por otro lado, estos nuevos mecanismos genuinamente regionales surgidos en el presente siglo y de gran dinamismo funcional, coexisten con un conjunto de foros y organismos creados en décadas anteriores del pasado siglo y que, en general, están inmersos en una situación de letargo y anquilosamiento que motiva serios cuestionamientos sobre la viabilidad futura de los mismos. Indudablemente, si bien es muy difícil crear un foro internacional, posiblemente más difícil es lograr su extinción cuando ha perdido su razón de ser, debido a los intereses creados. Sin embargo, parece inevitable y necesario que en determinado momento la región se aboque a un proceso de restructuración y racionalización de aquellos mecanismos multilaterales que han perdido relevancia.
En este sentido, debe tenerse en cuenta que muchos de los gobiernos latinoamericanos y caribeños enfrentan serias limitaciones en cuando a su capacidad institucional para atender adecuadamente a los múltiples foros y organismos multilaterales existentes a nivel regional, y los funcionarios de sus cancillerías y otros órganos gubernamentales suelen simultanear dicha atención.
El valor de la diplomacia de cumbres
La diplomacia de cumbres ha recibido críticas a partir del argumento de que suelen ser eventos costosos y con pocos resultados prácticos para la vida de los pueblos. Si bien en ocasiones a este cuestionamiento no le falta razón, no debe generalizarse a todos los foros y, dentro de ellos, a todos sus eventos.
La utilidad de la diplomacia de cumbres no se deriva únicamente de los resultados prácticos o concretos de los organismos o foros en los cuales se desarrolla. Constituye una modalidad cuyos valores agregados, en su conjunto, en ocasiones llegan a ser más relevantes que los propios temas y objetivos contenidos en la agenda formal de los respectivos eventos cumbres. A menudo, diálogos políticos y acuerdos de gran relevancia no trascienden públicamente.
Su principal aporte es la manera en que contribuye a desarrollar e intensificar la comunicación política y la confianza al más alto nivel. También suele propiciar el impulso decisivo para hacer avanzar acuerdos y proyectos que a, a niveles inferiores de la burocracia gubernamental, difícilmente podrían despegar. Igualmente, por ejemplo, son oportunidades ideales para tratar asuntos bilaterales de alta sensibilidad, evitándose así visitas y reuniones bilaterales específicas que pudieran ser más delicadas políticamente de cara a la opinión pública nacional de los países involucrados.
De manera general, la diplomacia de cumbres es un espacio privilegiado que permite tratar asuntos bilaterales con muchos países y de manera muy eficiente. De esta forma, el bilateralismo y el multilateralismo se encuentran en un círculo virtuoso, aunque no exento de encontronazos anecdóticos entre los mandatarios, que forman parte de la diplomacia desde su propio surgimiento histórico.
En suma, en un mundo tan complejo y de ritmo vertiginoso como en el que vivimos, si la diplomacia de cumbres no existiera, habría que inventarla.
Publicado por la FLACSO en:


[1] Profesor en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García” en La Habana, Cuba.
[2] El presidente cubano Raúl Castro la ha calificado como el acontecimiento político más importante en la historia de América Latina y el Caribe en los 200 años de independencia.
[3] Bell Lara, José. (2008) La integración latinoamericana, un camino inconcluso. Ediciones Ántropos, Bogotá.

martes, 6 de noviembre de 2012

Las elecciones presidenciales y la política exterior de EE.UU.


Por Alejandro L. Perdomo Aguilera

Pareciera que se acaba el show de las elecciones presidenciales de los EE.UU. Nada más parecido al postulado de los intereses nacionales, de la doctrina Monroe y del sobredimensionamiento imperial, que escuchar o leer las declaraciones sobre política exterior de ambos candidatos. Más allá de los matices en la agenda exterior que defiende uno u otro candidato, predominan los intereses geoestratégicos del hegemón del sistema mundial. 

Para ello cada contendiente ha intentado convencer sin definir la verdadera estrategia, en esta acelerada carrera por el púlpito presidencial. Tanto en los debates, discursos y declaraciones “informales” se ha manejado como denominador común de ambas figuras, la preservación del liderazgo estadounidense a cualquier costo. 

La crisis económica impone frases preconcebidas, como el anhelo de ese pueblo a que se  recorte del gasto militar y se re-direccionen los fondos a lo que se ha dado en llamar la economía del conocimiento. Esta supone una inversión en la educación, principalmente en la rama de las ciencias exactas, abogando por un mejor aprovechamiento del capital humano en los recursos energéticos, tecnológicos e industriales, como fórmula para el mantenimiento de la supremacía estadounidense. 

Repasando los instrumentos claves de la política exterior estadounidense se puede apreciar la continuidad de la lógica de un imperio, que reconoce la necesidad de cambio ante el momento histórico que vive hoy el sistema-mundo, al decir de Wallerstein. Ciertamente la combinación del hard y el smart power en la política exterior y de seguridad de los Estados Unidos responde a intereses de Estado y no de un partido u otro, por lo que independientemente del hombre que ocupe la Casa Blanca el próximo 20 de enero, y de los asesores que se rodeen el ala oeste de ese lugar, permanecerán las doctrinas de política exterior, imprescindibles para concebir las relaciones política internacionales de la superpotencia.[i]
 
La preeminencia de elementos estructurales permite distinguir detrás del maquillaje que rodea el reality show de las elecciones estadounidenses, una lógica de preservación imperial que permite dilucidar políticas de estado para mantener y, en algunos casos recuperar, la credibilidad internacional y el liderazgo estadounidense a nivel global.  Debe comprenderse que en este afán no bastan los drones y los contratistas, sino que la Diplomacia y el Desarrollo, vistas como complemento imprescindibles del hard power, se articulan con el uso de las Tecnologías de la Informática y las Comunicaciones (TICs), puestas en función del poderío informacional de la primera potencia global. 

Desde esta lógica imperial, tanto un candidato como otro, por más conservador que pueda parecer Mitt Romney y la plataforma del partido republicano, utilizarían también el poderío informacional, para mediatizar temas, configurando la agenda internacional en función de los intereses hegemónicos del Estado-Nación. 
 
Obviamente que China y Rusia resultan  preocupantes, por el lugar que se posicionan en el sistema-mundo, ante el ajedrez hegemónico de los Estados Unidos. Ciertamente ni demócratas ni republicanos descartan el hard power y lo más peligroso es que cada vez parece lograrse una mayor aceptación mediática para las incursiones imperiales. La sensación del condicionamiento mediático que han dejado estas  elecciones presidenciales, pareciera suponer que valen más los gestos o estilos de cada orador, que las ideas. Se ha buscado más la forma de impactar en el subconsciente de la población, que el proyecto que le conceda un mejor futuro a esa nación. Pero lo más preocupante de todo, es que la proyección internacional que se propone, expresada a través de los instrumentos de política exterior y de seguridad, presupone el liderazgo sobre la paz, la verdadera cara del sistema imperial.

Mientras el mundo se consterna con guerras, insuficiencias alimentarias, energéticas y desastres climáticos, en un confortable salón dos políticos profesan sobre lo que pudieran decidir para el futuro del mundo en los próximos cuatro años. Nada más drástico y peligroso como reconocer que en ninguna de las dos ofertas aparece la racionalidad para un mundo  más pacífico e ileso de las consecuencias que alienta la elite del poder y el Complejo de Seguridad Industrial[ii] para el futuro de la humanidad.

Con matices pero bajo un mismo interés, llegaron al 6 de noviembre dictando postulados sobre como gobernar el mundo, a que país atacar, y bajo que presupuestos consolidar el liderazgo y la hegemonía global del imperio estadounidense.

Obviamente que el Medio Oriente concentra la atención, exaltada a veces por el pensamiento extremista de Romney, que pareciera remontado en las décadas de la guerra fría, otras bajo una la cortina de humo de la amenaza nuclear, se proyectaron las tesis de demócratas y republicanos.

Detrás de estas posiciones se halla la necesidad de alentar el Complejo de Seguridad Industrial, cuyo pulmón continuará avivándose en el Medio Oriente. El debate pro-judío en consonancia con los fondos que canaliza ese Lobby y los disímiles intereses que se resguardan entorno a Israel y sus enemigos históricos en esa región.

Israel continúa sirviendo como base político-ideológica y militar estadounidense en el Medio Oriente, de modo que la variable pro-judía en la política exterior de y seguridad permanecerá. Al respecto James Petras considera que: “(...) Determinados reflejos automáticos de defensa del debate abierto y del libre examen desaparecen –al menos en gran parte de las élites políticas de Estados Unidos– cuando se trata de Israel, y sobre todo cuando se aborda el papel del lobby pro israelí en la elaboración de la política exterior de Estados Unidos.”[iii]

Obviamente que si se tratara de comprender la polémica electoral desde el pensamiento crítico del sur, las conclusiones resultarían bien diferentes de las concepciones hegemónicas imperantes. Las elecciones del nuevo presidente estadounidense, conllevan a un ambiente de nacionalismo y sobredimensionamiento imperial, que exagera el american dream. 

En esas circunstancias, salen a relucir criterios de política internacional[iv] que parecieran retrotraerse a la época de guerra fría, sólo que ahora ante potencias económicas emergentes, que ameritan una relación más afinada, donde las concepciones del llamado fin de la Historia y el último hombre (Francis Fukuyama 1992) y el choque de civilizaciones (Samuel P. Huntington), resultan insuficientes para comprender las dinámicas del sistema internacional actual.

Respeto a las relaciones entre el centro “civilizado” con la Unión Europea (UE) en crisis, los movimientos contestatarios desde Wall Street y la Puerta del Sol, la lucha entre un presidente negro y un candidato mormón, hacen pensar que algo ha cambiado. No obstante, las esencias que imperan en la proyección de la política exterior y de seguridad de los EE.UU. conservan la necesidad de su predomino en el sistema internacional.

De Latinoamérica poco se ha comentado. Los problemas de seguridad que enfrenta la región, debido al tráfico ilícito de drogas y otros delitos conexos, y la errónea guerra contra las drogas trazada por ese gobierno, dejan un difícil panorama para un discurso triunfante. Lo comentarios relacionados con el enfrentamiento al crimen organizado transnacional, no fueron más allá del vago concepto de la lucha contra el terrorismo internacional, el cual suele adecuarse a los intereses geoestratégicos de ese gobierno.

Las polémicas sobre política exterior tratadas en las campañas presidenciales, no fueron sobre la base de los problemas que más consternan al mundo, sino sobre la forma en que demócratas y republicanos, desean utilizar los instrumentos del poderío nacional, para consolidar su liderazgo y hegemonía a nivel global. Por ello el que más convincente resulta ante las cámaras, las redes sociales en Internet y  las disímiles encuestadoras, será quien se lleve la mejor impresión del electorado. 

Por más difícil que parezca para el sur y la llamada periferia de este sistema-mundo, independientemente de las implicaciones que tienen las decisiones en política exterior de ese país para el futuro de la humanidad, al electorado lo que más le llegará a la fibra, continuará siendo la problemáticas económicas que se enfrentan al interior, respecto al empleo y el nivel de vida de la población. De cualquier forma, el próximo 20 de enero ocurrirá el discurso de toma de posesión, poniendo fin al reality show de esta temporada de las elecciones presidenciales en Estados Unidos.


[i] El término superpotencia se le concede su origen al neerlandés naturalizado estadounidense Nicholas Spykman. Este término fue desarrollado por Lyman Miller, donde destaca como componentes básicos del estatus de superpotencia cuatro ejes de poder: militar, económico, político, y cultural que fue desarrollado desde las ciencias políticas Joseph Nye como el soft y el smart power.
[ii] Se toma el término de Complejo de Seguridad Industrial y no el de Complejo Militar Industrial, pues se considera que en la actualidad es mucho más amplio y toma elementos que sobrepasan lo militar.
[iii] James Petras. En: Noam Chomsky y el lobby pro israelí: catorce tesis erróneas. En: Marx siglo XXI.
[iv] Se entiende como la  relación político-diplomática y sociocultural, que se emprende por los diferentes actores del sistema internacional, fundamentados en las políticas exteriores y de seguridad. Esta dada por una interrelación de la política exterior de los Estados, desarrollada en el conjunto de las relaciones interestatales que constituyen el sistema de Estados, aunque no se limita a lo estatal. En la actualidad deben considerarse la interacción con ONGs, Fundaciones, Agencias y la sociedad civil. Todo ello visto desde las relaciones de poder establecidas en el sistema internacional.


La tierra y la economía africana

Por Hedelberto López Blanch
Rebelión

África tendrá un crecimiento de 4,5 % en 2012 según un análisis elaborado por la institución Perspectiva Económica de África (AEO) lo que al parecer resulta una noticia alentadora. 

Pero son muchos los desafíos que deben enfrentar las naciones de este continente que resultó uno de los más explotados durante siglos de colonización y más tarde por las medidas neoliberales que se extendieron con fuerza tras la desintegración de la Unión Soviética y el campo socialista europeo en los años 90 del pasado siglo. 

Muchas transnacionales han invertido en estas naciones porque los gobiernos del continente no tienen capitales para extraer sus ricas reservas de minerales y petróleo que poseen, y en la mayoría de los casos las ganancias obtenidas salen hacia el exterior y muy poco queda para resolver las grandes necesidades de sus pueblos. 

Aunque la Institución señala que los gobiernos deben buscar más igualdad y tratar de satisfacer las grandes necesidades existentes, también ofrece algunas recetas neoliberales cuando afirma que para mantener el crecimiento, los países deben “abrir espacios a una mayor inversión privada , al consumo público, inversión en infraestructura y el consumo privado”. 

Asimismo, llama la atención sobre la ampliación de los movimientos reivindicativos, una realidad que esta desbordando la estabilidad de algunos gobiernos pues muchos ciudadanos reclaman una distribución más equitativa de la riqueza y los recursos. 

Resulta sumamente difícil incrementar el consumo público cuando el hambre, la miseria y las enfermedades se pasean por muchas regiones de ese continente y miles de niños mueren por inanición o por enfermedades curables. 

Ciertamente hay que poner los pies en la tierra, esa misma que escasea en muchos países para que sus nativos la trabajen y puedan autoalimentarse. Sin embargo una minoría las posee en abundancia o naciones más ricas compran grandes extensiones para producir alimentos y exportarlos hacia otros destinos. 

Un informe de la FAO denuncio que el incremento de las compras masivas de terrenos en los diferentes continentes, aumenta el riesgo de que más pobres sean desposeídos o se les impida el acceso a la tierra, al agua y a la vida.

Las compra-ventas se realizan entre compañías y gobiernos sin tener en cuenta a las comunidades afectadas y en la mayoría de los casos van acompañadas de expropiaciones pues las legislaciones locales no protegen el derecho de los pueblos originarios.

En los últimos tiempos, alrededor de 30 millones de hectáreas cultivables y de reservas boscosas ubicadas en naciones pobres, equivalente a la mitad de Europa, han sido adquiridas por países ricos y compañías transnacionales.

Uno de los ejemplos más desafortunados es el de la empresa sudcoreana Daewoo Logistic que firmó un contrato con el gobierno de la isla de Madagascar para la obtención por 99 años, de 1,3 millones de hectáreas que utilizará en la producción de maíz y aceite de palma destinados a biocombustibles, a cambio de infraestructura y empleos. Surcorea también ha adquirido 700 000 hectáreas en Sudán con los mismos fines y se prepara para incursionar en países del continente africano. Una de las naciones más interesadas en esas negociaciones es el rico estado de Arabia Saudita que necesita alimentos para su población y ya ha comprado con esos fines grandes extensiones en Etiopía, Sudán, Indonesia y Tanzania. 

Uno de los países que se esfuerza en cambiar la disparidad en la tenencia de la tierra es Namibia. La SWAPO, partido de gobierno, ha declarado en varias ocasiones la necesidad de implementar acciones y leyes en ese sentido. 

Recientemente el presidente Hifikepunye Pohamba afirmó que “la política de compra y venta ha fallado en los últimos 22 años y algo tiene que hacerse para enmendar la Constitución para que el gobierno posibilite la compra de tierras al pueblo”.

Y puntualizó: “Si no hacemos eso, enfrentaremos una revolución y la tierra puede ser tomada por los revolucionarios”.

A mediados de octubre, en una conferencia del Comité Central de la SWAPO, los delegados abordaron el tema y sugirieron que quien posea mucha extensión de tierra debía venderle una parte al gobierno para repartirla entre las personas del pueblo que la hagan producir. 

Pohamba explicó que no se habla de confiscación sino de venta y que en los últimos 20 años se ha intentado hacer pero los dueños se han negado. 

La mayoría de los propietarios de la tierra son las personas de raza blanca que poseen cerca del 80 %, mientras los nacionales y verdaderos dueños del país, los de raza negra, padecen necesidades por esa situación. 

El ministro de gobiernos locales, casas y desarrollo rural, Jerry Ekandjo, gran defensor de una solución razonable a la tenencia de tierra, informó a este reportero que se discute un presupuesto de 5 800 millones de dólares namibios (cerca de 70 millones de dólares USA) para la compra de tierra y posterior entrega a la población. 

En resumen, este es uno de los grandes desafíos que tiene el continente africano que durante décadas ha visto como la tierra de sus ancestros ha pasado a manos de las transnacionales y de los extranjeros ricos que se establecieron por tiempo indefinido en sus países. 

El cambio de esa situación la tienen en las manos sus pueblos y gobiernos.