jueves, 25 de abril de 2013

Obama acusado de renegar de sus promesas de desarme nuclear

The Guardian
24 de abril de 2013
Julian Borger
Barack Obama ha sido acusado de renegar de sus promesas de desarme debido al plan del gobierno de gastar miles de millones de dólares en la modernización de bombas nucleares almacenadas en Europa para que sean más fiables y exactas.
Según el plan, casi 200 bombas de gravedad B61 almacenadas en Bélgica, Holanda, Alemania, Italia y Turquía recibirían nuevas aletas caudales que las convertirían en armas guiadas que podrían ser lanzadas por cazabombarderos F35 stealth.
“Será una mejora significativa de la capacidad nuclear de EE.UU. en Europa”, dijo Hans Kristensen, experto en armas nucleares de la Federación de Científicos Nucleares. “Contradice directamente las promesas que Obama hizo en 2010 de que no desplegaría nuevas armas”.
En su Estudio de la Postura Nuclear en 2010, EE.UU. se comprometió a reducir el rol y la cantidad de sus armas nucleares, en parte al no desarrollar nuevas ojivas nucleares, y prometió que no “apoyará nuevas misiones militares o proveerá nuevas capacidades militares”.
Según cifras presupuestarias recientemente publicadas, EE.UU. gastará cerca de 10 000 millones de dólares en un programa de extensión de la vida de bombas B61 y otros 1 000 millones para agregar aletas caudales controlables. Kristensen dijo que la aleta caudal permitirá nuevas misiones y nuevas capacidades, una vez que algunas de las armas mejoradas se coloquen, como se había programado, en Europa en 2019 o 2020.
“Lo que volverá a Europa, será una bomba nuclear guiada”, dijo. “Especialmente si se combina con F35 con características stealth, lo que aumentará los objetivos que pueden ser objeto de riesgo desde Europa, porque al colocar la explosión más cerca del objetivo se puede elegir un poder explosivo menor. Es muy importante ya que habría menos contaminación radiactiva.   Para mucha gente esto es una gran preocupación porque significa que se hagan armas nucleares más ‘utilizables’.”
La nueva B61 Mk12 será un arma de 50 kilotones, como la mayoría de las bombas nucleares “tácticas” que se encuentran actualmente en Europa. Las mayores, versiones estratégicas de la B61, almacenadas en EE.UU., serían interrumpidas. Algunos países europeos, encabezados por Alemania, han tratado de lograr que las bombas B61 estadounidenses se retiren de Europa con la justificación de que no sirven a ningún propósito militar desde el final de la Guerra Fría y que representan un riesgo para la seguridad debido a la posibilidad de su robo por terroristas. Pero algunos Estados europeos orientales se han opuesto a su retirada por el temor de que mostraría un debilitamiento del compromiso de EE.UU. de defenderlos contra Rusia.
Funcionarios del gobierno de EE.UU. dicen que la adición de aletas caudales a la bomba no representa un cambio significativo en su misión y por ello no viola el compromiso de 2010. Insisten en que Obama sigue comprometido con la agenda de desarme que describió en un discurso importante en Praga en 2009, en el que prometió que trabajaría por un mundo libre de armas nucleares.
Desde entonces, EE.UU. firmó el nuevo tratado START con Rusia, limitando los arsenales estratégicos de ambas partes a 1 550 ojivas desplegadas de cada uno. Se esperaba que esta primavera Obama hiciera un discurso con propuestas para hacer más recortes a unas 1 100 ojivas. Pero funcionarios estadounidenses han dicho que la crisis por Corea del Norte y el tiempo requerido para instalar un equipo nacional de seguridad para el segundo período han retardado el discurso.
El consejero nacional de Seguridad de Obama, Tom Donilon, fue a Moscú a principios de este mes para entregar un mensaje del presidente a su homólogo ruso, Vladimir Putin, que incluía propuestas de reducir los arsenales nucleares de los dos países y encontrar un compromiso respecto a los planes de EE.UU. de establecer un sistema de defensa de misiles en Europa. Fuentes familiarizadas con las conversaciones describieron la respuesta rusa como positiva. Obama y Putin se reunirán en el G8 de Lough Erne en Irlanda del Norte en junio, pero no está claro si los nuevos recortes de armas nucleares estarán listos para entonces.
Joseph Cirincione, presidente del Ploughshares Fund, un grupo de presión por el control de armas, dijo que los planes de modernización de la B61 fueron impulsados en gran parte por consideraciones políticas interiores, pero corrían el riesgo de enviar mensajes mixtos a Rusia en un período en el que Washington y Moscú tienen que llegar a un acuerdo.
“Estoy convencido de que el presidente quiere proseguir sus esfuerzos de reforma de la política nuclear de EE.UU.”, dijo Cirincione. “Pero la administración tuvo un enfoque esquizofrénico al respecto. Cree que tiene que sobornar a legisladores con miles de millones de dólares en gastos en sus Estados a fin de conseguir votos para medidas de control de armas.
“Los miles de millones de dólares que están derrochando en la B61 son criminales. Son miles de millones de dólares gastados en un arma cuya misión desapareció con el fin de la Guerra Fría. Están claramente destinados a comprar votos de los senadores”.



¿Puede la civilización sobrevivir al capitalismo?



Por Noam Chomsky


Hay capitalismo y luego el verdadero capitalismo existente. El término capitalismo se usa comúnmente para referirse al sistema económico de Estados Unidos con intervención sustancial del Estado, que va de subsidios para innovación creativa a la póliza de seguro gubernamental para bancos demasiado-grande-para-fracasar.


El sistema está altamente monopolizado, limitando la dependencia en el mercado cada vez más: En los últimos 20 años el reparto de utilidades de las 200 empresas más grandes se ha elevado enormemente, reporta el académico Robert W. McChesney en su nuevo libro Digital disconnect. Capitalismo es un término usado ahora comúnmente para describir sistemas en los que no hay capitalistas; por ejemplo, el conglomerado-cooperativa Mondragón en la región vasca de España o las empresas cooperativas que se expanden en el norte de Ohio, a menudo con apoyo conservador –ambas son discutidas en un importante trabajo del académico Gar Alperovitz. Algunos hasta pueden usar el término capitalismo para referirse a la democracia industrial apoyada por John Dewey, filósofo social líder de Estados Unidos, a finales del siglo XIX y principios del XX. Dewey instó a los trabajadores a ser los dueños de su destino industrial y a todas las instituciones a someterse a control público, incluyendo los medios de producción, intercambio, publicidad, transporte y comunicación. A falta de esto, alegaba Dewey, la política seguirá siendo la sombra que los grandes negocios proyectan sobre la sociedad. La democracia truncada que Dewey condenaba ha quedado hecha andrajos en los últimos años. Ahora el control del gobierno se ha concentrado estrechamente en el máximo del índice de ingresos, mientras la gran mayoría de los de abajo han sido virtualmente privados de sus derechos.

El sistema político-económico actual es una forma de plutocracia que diverge fuertemente de la democracia, si por ese concepto nos referimos a los arreglos políticos en los que la norma está influenciada de manera significativa por la voluntad pública. Ha habido serios debates a través de los años sobre si el capitalismo es compatible con la democracia. Si seguimos que la democracia capitalista realmente existe (DCRE, para abreviar), la pregunta es respondida acertadamente: Son radicalmente incompatibles. A mí me parece poco probable que la civilización pueda sobrevivir a la DCRE y la democracia altamente atenuada que conlleva. Pero, ¿podría una democracia que funcione marcar la diferencia? Sigamos el problema inmediato más crítico que enfrenta la civilización: una catástrofe ambiental. Las políticas y actitudes públicas divergen marcadamente, como sucede a menudo bajo la DCRE. La naturaleza de la brecha se examina en varios artículos de la edición actual del Deadalus, periódico de la Academia Americana de Artes y Ciencias.

El investigador Kelly Sims Gallagher descubre que 109 países han promulgado alguna forma de política relacionada con la energía renovable, y 118 países han establecido objetivos para la energía renovable. En contraste, Estados Unidos no ha adoptado ninguna política consistente y estable a escala nacional para apoyar el uso de la energía renovable. No es la opinión pública lo que motiva a la política estadunidense a mantenerse fuera del espectro internacional. Todo lo contrario. La opinión está mucho más cerca de la norma global que lo que reflejan las políticas del gobierno de Estados Unidos, y apoya mucho más las acciones necesarias para confrontar el probable desastre ambiental pronosticado por un abrumador consenso científico –y uno que no está muy lejano; afectando las vidas de nuestros nietos, muy probablemente. Como reportan Jon A. Krosnik y Bo MacInnis en Daedalus: Inmensas mayorías han favorecido los pasos del gobierno federal para reducir la cantidad de emisiones de gas de efecto invernadero generadas por las compañías productoras de electricidad. En 2006, 86 por ciento de los encuestados favorecieron solicitar a estas compañías o apoyarlas con exención de impuestos para reducir la cantidad de ese gas que emiten… También en ese año, 87 por ciento favoreció la exención de impuestos a las compañías que producen más electricidad a partir de agua, viento o energía solar. Estas mayorías se mantuvieron entre 2006 y 2010, y de alguna manera después se redujeron. El hecho de que el público esté influenciado por la ciencia es profundamente preocupante para aquellos que dominan la economía y la política de Estado. Una ilustración actual de su preocupación es la enseñanza sobre la ley de mejora ambiental, propuesta a los legisladores de Estado por el Consejo de Intercambio Legislativo Estadunidense (CILE), grupo de cabildeo de fondos corporativos que designa la legislación para cubrir las necesidades del sector corporativo y de riqueza extrema. La Ley CILE manda enseñanza equilibrada de la ciencia del clima en salones de clase K-12. La enseñanza equilibrada es una frase en código que se refiere a enseñar la negación del cambio climático, a equilibrar la corriente de la ciencia del clima. Es análoga a la enseñanza equilibrada apoyada por creacionistas para hacer posible la enseñanza de ciencia de creación en escuelas públicas. La legislación basada en modelos CILE ya ha sido introducida en varios estados.

Desde luego, todo esto se ha revestido en retórica sobre la enseñanza del pensamiento crítico –una gran idea, sin duda, pero es más fácil pensar en buenos ejemplos que en un tema que amenaza nuestra supervivencia y ha sido seleccionado por su importancia en términos de ganancias corporativas. Los reportes de los medios comúnmente presentan controversia entre dos lados sobre el cambio climático. Un lado consiste en la abrumadora mayoría de científicos, las academias científicas nacionales a escala mundial, las revistas científicas profesionales y el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (PICC). Están de acuerdo en que el calentamiento global está sucediendo, que hay un sustancial componente humano, que la situación es seria y tal vez fatal, y que muy pronto, tal vez en décadas, el mundo pueda alcanzar un punto de inflexión donde el proceso escale rápidamente y sea irreversible, con severos efectos sociales y económicos. Es raro encontrar tal consenso en cuestiones científicas complejas. El otro lado consiste en los escépticos, incluyendo unos cuantos científicos respetados –que advierten que es mucho lo que aún se ignora–, lo cual significa que las cosas podrían no estar tan mal como se pensó, o podrían estar peor. Fuera del debate artificial hay un grupo mucho mayor de escépticos: científicos del clima altamente reconocidos que ven los reportes regulares del PICC como demasiado conservadores. Y, desafortunadamente, estos cientí- ficos han demostrado estar en lo correcto repetidamente. Aparentemente, la campaña de propaganda ha tenido algún efecto en la opinión pública de Estados Unidos, la cual es más escéptica que la norma global. Pero el efecto no es suficientemente significativo como para satisfacer a los señores.

Presumiblemente esa es la razón por la que los sectores del mundo corporativo han lanzado su ataque sobre el sistema educativo, en un esfuerzo por contrarrestar la peligrosa tendencia pública a prestar atención a las conclusiones de la investigación científica. En la Reunión Invernal del Comité Nacional Republicano (RICNR), hace unas semanas, el gobernador por Luisiana, Bobby Jindal, advirtió a la dirigencia que tenemos que dejar de ser el partido estúpido. Tenemos que dejar de insultar la inteligencia de los votantes. Dentro del sistema DCRE es de extrema importancia que nos convirtamos en la nación estúpida, no engañados por la ciencia y la racionalidad, en los intereses de las ganancias a corto plazo de los señores de la economía y del sistema político, y al diablo con las consecuencias. Estos compromisos están profundamente arraigados en las doctrinas de mercado fundamentalistas que se predican dentro del DCRE, aunque se siguen de manera altamente selectiva, para sustentar un Estado poderoso que sirve a la riqueza y al poder.

Las doctrinas oficiales sufren de un número de conocidas ineficiencias de mercado, entre ellas el no tomar en cuenta los efectos en otros en transacciones de mercado. Las consecuencias de estas exterioridades pueden ser sustanciales. La actual crisis financiera es una ilustración. En parte es rastreable a los grandes bancos y firmas de inversión al ignorar el riesgo sistémico –la posibilidad de que todo el sistema pueda colapsar– cuando llevaron a cabo transacciones riesgosas. La catástrofe ambiental es mucho más seria: La externalidad que se está ignorando es el futuro de las especies. Y no hay hacia dónde correr, gorra en mano, para un rescate. En el futuro los historiadores (si queda alguno) mirarán hacia atrás este curioso espectáculo que tomó forma a principios del siglo XXI. Por primera vez en la historia de la humanidad los humanos están enfrentando el importante prospecto de una severa calamidad como resultado de sus acciones –acciones que están golpeando nuestro prospecto de una supervivencia decente. Esos historiadores observarán que el país más rico y poderoso de la historia, que disfruta de ventajas incomparables, está guiando el esfuerzo para intensificar la probabilidad del desastre. Llevar el esfuerzo para preservar las condiciones en las que nuestros descendientes inmediatos puedan tener una vida decente son las llamadas sociedades primitivas: Primeras naciones, tribus, indígenas, aborígenes. Los países con poblaciones indígenas grandes y de influencia están bien encaminados para preservar el planeta. Los países que han llevado a la población indígena a la extinción o extrema marginación se precipitan hacia la destrucción. Por eso Ecuador, con su gran población indígena, está buscando ayuda de los países ricos para que le permitan conservar sus cuantiosas reservas de petróleo bajo tierra, que es donde deben estar. Mientras tanto, Estados Unidos y Canadá están buscando quemar combustibles fósiles, incluyendo las peligrosas arenas bituminosas canadienses, y hacerlo lo más rápido y completo posible, mientras alaban las maravillas de un siglo de (totalmente sin sentido) independencia energética sin mirar de reojo lo que sería el mundo después de este compromiso de autodestrucción. Esta observación generaliza: Alrededor del mundo las sociedades indígenas están luchando para proteger lo que ellos a veces llaman los derechos de la naturaleza, mientras los civilizados y sofisticados se burlan de esta tontería. Esto es exactamente lo opuesto a lo que la racionalidad presagiaría –a menos que sea la forma sesgada de la razón que pasa a través del filtro de DCRE.

(El nuevo libro de Noam Chomsky es Power Systems: Conversations on Global Democratic Uprisings and the New Challenges to U.S. Empire. Conversations with David Barsamian)

Tomado de TeleSUR

martes, 23 de abril de 2013

25 verdades sobre las elecciones presidenciales en Venezuela




Por Salim Lamrani

Opera Mundi


Las encuestas sobre las intenciones de voto resultaron ser falsas y la campaña de la oposición fue un éxito en 2013

1.      Nicolás Maduro consiguió 7.505.338 votos, o sea el 50,66% de los sufragios.

2.      Henrique Capriles consiguió 7.270.403 votos, o sea el 49,07%.

3.      38.756 electores votaron blanco o nulo, o sea el 0,26%.

4.      La participación electoral fue de un 78,71%.

5.      Sólo 234.935 votos, es decir un porcentaje de 1,59%, separan a los dos candidatos.

6.  Todas las encuestas de opinión que daban a Maduro vencedor con un margen de 10 a 20 puntos resultaron erróneas.

7. El resultado apretado no pone en tela de juicio la legitimidad de Nicolás Maduro. A guisa de comparación, en Francia, en las últimas elecciones presidenciales de mayo de 2012, la diferencia entre François Hollande y Nicolas Sarkozy sólo fue de un 3,28%.

8.      Maduro triunfó en 16 Estados de los 24.

9.      Capriles consiguió la victoria en 8 Estados.

10.  Los observadores internacionales, entre ellos la Unión Europea y la Unión de Naciones Suramericanas, reconocieron la transparencia de los escrutinios.

11.  Henrique Capriles se niega a reconocer la victoria de su rival hasta que haya un recuento de votos.

12.  Nicolás Maduro aceptó el recuento de votos.

13.  Max Lesnik, director de Radio Miami, donde vive una fuerte comunidad venezolana favorable a Capriles, declara que el estrecho margen confirma la validez de las elecciones. Según él “nadie asaltaría un banco para robar mil dólares cuando tiene la posibilidad de robar un millón. Nadie organizaría un fraude para conseguir menos de 300.000 votos”.

14.  A guisa de comparación, en octubre de 2012, Hugo Chávez derrotó a su rival Henrique Capriles con 8.191.132 votos, o sea un total de un 55,07%.

15.  Capriles obtuvo 6.591.304 votos, o sea un 44,31%.

16.  1.599.828 votos separaban a ambos candidatos, o sea un porcentaje de un 10,76%.

17.  La participación electoral fue de un 80,48%.

18.  Chávez consiguió la victoria en 21 Estados.

19.  Capriles sólo ganó en tres Estados.

20.  Así, en el espacio de seis meses, el campo chavista perdió 685.784 votos.

21.  Por su parte, Capriles ganó 679.099 votos.

22.  La inmensa mayoría de los 685.784 electores que votaron por Chávez en octubre de 2012 eligieron a Henrique Capriles el 14 de abril de 2013.

23.  A pesar de las impresionantes políticas sociales elaboradas a favor de las categorías más desfavorecidas que permitieron reducir la pobreza y elevar el nivel de vida de los más desheredados de modo sustancial, resulta evidente que un número importante de ellos eligieron votar al candidato de derecha.

24.  La campaña electoral del candidato Capriles de 2013, mucho más agresiva que la de 2012, fue todo un éxito.

25.  En cambio, la campaña electoral del nuevo Presidente de la República Bolivariana de Venezuela fue un estrepitoso fracaso.

*Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris Sorbonne-Paris IV, Salim Lamrani es profesor titular de la Universidad de la Reunión y periodista, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Su último libro se titula The Economic War Against Cuba. A Historical and Legal Perspective on the U.S. Blockade, New York, Monthly Review Press, 2013, con un prólogo de Wayne S. Smith y un prefacio de Paul Estrade.