martes, 17 de julio de 2018

Foro Juventud, Desarme Nuclear y Paz: “Hagamos un mundo sin armas nucleares otra vez”


Por Leyde E. Rodríguez Hernández[1]


El Movimiento Cubano por la Paz y la Soberanía de los Pueblos (Movpaz) saluda la visita a Cuba número 18, del Peace Boat (Barco por la Paz)[2], que tradicionalmente en sus travesías abraza nuestra patria y, en especial, a los hibakushas (sobrevivientes de los bombardeos atómicos a Hiroshima y Nagasaki en 1945), quienes, juntos a sus  descendientes, siempre nos recuerdan las vivencias de aquella injustificable barbarie.

Nos unimos a la celebración del aniversario 35 de la fundación de esta importante ONG internacional con sede en Japón, que trabaja por promover la paz, los derechos humanos, el desarrollo justo y sostenible y el respeto por el medio ambiente. No debemos olvidar  que con el mismo fin, hasta la fecha, más de 170 sobrevivientes de los bombardeos atómicos a Hiroshima y Nagasaki han navegado por el mundo, en tan simbólico buque.

Es importante enfatizar que las armas nucleares representan una seria amenaza para la humanidad, y su prohibición y eliminación total debe ser la mayor prioridad en la esfera del desarme.

La única garantía absoluta contra el empleo o amenaza del empleo de tales armas, es su total eliminación, si se tiene en cuenta que son el medio de guerra más peligroso, destructivo, y de más efectos indiscriminados.

El empleo de armas nucleares no puede ser justificado bajo ningún concepto o doctrina de seguridad, como es el caso de la "estrategia de la disuasión".  Por sus catastróficas consecuencias humanitarias, el empleo de las armas nucleares implicaría la violación flagrante de normas internacionales, incluidas las relacionadas con la prevención del genocidio y la protección al medio ambiente. Es un crimen de guerra y de lesa humanidad. No es posible limitar los devastadores efectos de esas armas,  que se prolongan por décadas.

La existencia de las armas nucleares es una amenaza contra la supervivencia misma de los seres humanos y una afrenta a los principios éticos y morales que deben regir las relaciones entre las naciones. Su uso significaría la desaparición de la civilización humana. Abogar por el desarme, y muy particularmente por el desarme nuclear, no solo es un deber sino un derecho de todos los pueblos del mundo.

Es clave crear conciencia en la sociedad civil internacional y ampliar sus conocimientos acerca de la amenaza que representan para la humanidad las armas nucleares y la necesidad de su eliminación total, a fin de movilizar esfuerzos internacionales para alcanzar este objetivo.

El Movpaz alienta la realización de actividades para conmemorar el “Día Internacional para la Eliminación Total de las Armas Nucleares”, el 26 de septiembre, e invita a los estados miembros del sistema de las Naciones Unidas, a la sociedad civil, al mundo académico, a los parlamentarios, a los medios de comunicación y a los individuos a realizar acciones apropiadas para conmemorar esta fecha.

El mantenimiento y modernización de armas nucleares consume muchos de los recursos que pudieran, y debieran, ser destinados al desarrollo económico, la creación de empleo, la reducción de la pobreza y el hambre, la salud, la educación y para prevenir y combatir los desastres naturales que provoca el cambio climático global. Deberían reorientarse esos recursos hacia el desarrollo.

Los países dotados de armas nucleares reducen sus arsenales pero los modernizan, e incluso los colocan en los armamentos convencionales, a  pesar de la voluntad de desarme manifestada por la comunidad internacional.

Nueve países (Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Francia, China, India, Pakistán, Israel y Corea del Norte) poseían 14 mil 465 cabezas nucleares a comienzos del 2018, de las cuales 3 mil 750 se encuentran desplegadas por todo el planeta.[3]
 
La disminución del número total de armas nucleares en el mundo se debe principalmente a que Rusia y Estados Unidos continúan reduciendo sus fuerzas nucleares estratégicas, de acuerdo a la puesta en marcha del tratado sobre las medidas de reducción y limitación suplementarias de las armas estratégicas ofensivas (New START), el cual prevé una reducción del 30% del número de ojivas nucleares de las que disponen las dos superpotencias atómicas -sólo entre ambas concentran el 92% de las armas de este tipo- y verificaciones mutuas más transparentes.[4] 

Frente a esa realidad, América Latina y el Caribe fue la primera región densamente poblada del planeta establecida como Zona Libre de Armas Nucleares, en virtud del Tratado de Tlatelolco. Aún más, es la primera región del mundo formalmente proclamada como “Zona de Paz”, en ocasión de la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que se celebró en La Habana, Cuba, en enero de 2014.

La proclamación de la Zona de Paz lleva aparejado el compromiso de todos los Estados de la región de avanzar hacia el desarme nuclear como objetivo prioritario y de contribuir al desarme general y completo.

Consideramos  que la No proliferación nuclear no es un fin en sí mismo, sino un escalón para alcanzar el desarme nuclear. Nos oponemos a todo tipo de ensayo con armas nucleares, incluyendo los que se llevan a cabo mediante supercomputadoras y otros sofisticados métodos no explosivos. 

La aprobación el 7 de julio 2017 en la ONU del Tratado sobre la Prohibición de Armas Nucleares representa un hito histórico.

Este instrumento  establece una nueva norma de Derecho Internacional al prohibir las armas nucleares en toda circunstancia.

El Movpaz se enorgullece de que la República de Cuba haya firmado el Tratado sobre la Prohibición  de las Armas Nucleares el 20 de septiembre de 2017, día en que fue abierto a la firma en la sede de las Naciones Unidas.
Cuba fue el quinto país en ratificar el Tratado sobre la Prohibición de Armas Nucleares, muestra de su compromiso con el desarme general y completo.
Este Tratado es una muestra de la voluntad política de la mayoría de la comunidad internacional de avanzar en el camino hacia el desarme nuclear y la paz mundial.
Como expresara el líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz, "para sobrevivir, es imprescindible un salto en la conciencia de la humanidad". Los  participantes en este foro nos comprometemos con un futuro de paz para toda la humanidad. Con otro mundo mejor y posible.

Hagamos un mundo sin armas nucleares otra vez.

Muchas gracias,

Notas:

[1] Colaborador del Movimiento Cubano por la Paz y la Soberanía de los Pueblos. Intervención en el Foro Juventud, Desarme Nuclear y Paz, celebrado en el ISRI, el 17 de julio de 2018, organizado por el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP) y la Asociación Cubana de Naciones Unidas (ACNU).

[2] Como reconocimiento a su acción solidaria hacia la Revolución cubana, en mayo de 2009 la organización japonesa fue condecorada con la Orden de la Solidaridad, otorgada por el Consejo de Estado de Cuba a propuesta del ICAP. Peaceboat desde 2008 ha trabajado con la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN), la cual fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz correspondiente al año 2017.

[3] Según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI) en 2018. 

[4] Ibídem.

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lunes, 2 de julio de 2018

Las raíces del mal llamado populismo en EEUU (y en Europa incluyendo España)

Por Vicenç Navarro*

El mayor problema en EEUU no es Trump: el problema es que la mayoría de la clase trabajadora le vota.

Leyendo la prensa española se llega a la conclusión de que el mayor problema que existe en EEUU es Donald Trump, una figura que se ridiculiza constantemente en los principales medios de información (como ocurre también en EEUU) presentándolo como un individuo incompetente, y fácilmente ridiculizable por sus comportamientos atípicos dentro de lo que se considera aceptable en la sabiduría convencional del país.

Este énfasis exclusivo en Trump obstaculiza, sin embargo, la comprensión de lo que está ocurriendo en EEUU. Por extraño que parezca, el mayor problema que tiene EEUU no es Trump, sino el hecho de que la mayoría de un sector grande de la población muy olvidado en dicho país, la clase trabajadora blanca, le ha votado y que es probable que le vote de nuevo.

Las encuestas muestran una impresionante lealtad electoral a tal figura por parte de aquellos que emitieron su voto a favor suyo. Aunque su popularidad entre la población en general es muy limitada, no lo es entre la mayoría de la población que le votó. Y no está claro que en las próximas elecciones al Congreso de EEUU (este noviembre) el Partido Republicano vaya a perder el control de la Cámara Baja o incluso del Senado, eliminando con ello la posibilidad de ser apartado de la Presidencia mediante un impeachment. Parece, por lo tanto, que va a haber Trump para mucho tiempo. Y su impacto en la sociedad estadounidense y en las relaciones internacionales está siendo enorme.

¿Por qué Trump fue elegido Presidente y puede que sea reelegido de nuevo?

La respuesta a esta pregunta es, en realidad, muy fácil de entender aun cuando no es fácil que usted pueda leerla o verla en los mayores medios de información españoles. Para ello, tenemos que observar qué ha estado pasando no tanto a la derecha sino a la izquierda del abanico electoral. Hay que ver qué ha pasado en EEUU durante estos años, analizando los cambios que le han ido ocurriendo a la izquierda estadounidense, es decir, al Partido Demócrata.

Históricamente, el binomio izquierda-derecha en EEUU quedaba reflejado en el conflicto entre el Partido Demócrata –que en su día se auto definía como el Partido del Pueblo (People’s Party)-, que representaba sobre todo a la clase trabajadora y a otros sectores de las clases populares, y el Partido Republicano, que representaba a las derechas, muy cercanas al mundo empresarial. En este escenario, el mayor debate político se centraba predominantemente en la distribución de las rentas (y, en menor medida, de propiedad) entre el mundo del trabajo y el mundo del capital.

El dominio en la vida política estadounidense durante el período de la postguerra (1945-1978) por parte del Partido Demócrata determinó que las rentas del trabajo crecieran notablemente a costa del descenso de las rentas del capital. Las primeras alcanzaron su máximo nivel al final de tal periodo llegando a constituir el 70% en el 1979 de todas las rentas. Fue cuando se habló de “la época dorada del capitalismo”. Una situación semejante ocurrió en los otros países del mundo capitalista desarrollado a los dos lados del Atlántico Norte.

La contrareforma neoliberal que comienza en los años 80: el triunfo del capital

La respuesta de los propietarios y gestores del capital, a los que solía llamárseles los miembros de la “clase capitalista”, (término que no se utiliza hoy por considerarse “anticuado”), no tardó en presentarse. Fue la revolución neoliberal liderada por el presidente Reagan que fue, ni más ni menos, que una lucha frontal contra la clase trabajadora estadounidense.

Hay que recordar que la primera intervención pública que hizo tal presidente fue precisamente la destrucción de un sindicato: el sindicato de los controladores de vuelos en los aeropuertos. El eje de estas políticas neoliberales era debilitar a los sindicatos, desregular los mercados laborales y dar plena libertada a la movilización de capitales, expandiéndose el proceso de globalización, medidas todas ellas mantenidas más tarde por los gobiernos republicanos y también por los gobiernos demócratas. Entre estos últimos, el presidente Clinton, fundador de lo que se llamaría posteriormente la Tercera Vía (representada en Europa por Tony Blair en el Reino Unido y Gerhard Schröeder en Alemania) abandonó las políticas redistributivas, haciendo suyas las políticas neoliberales iniciadas por Reagan y Bush senior.

A partir de entonces, la dicotomía izquierda-derecha no se basó en políticas redistributivas centradas en el conflicto entre los intereses de las clases populares, por un lado, y los intereses de las élites financieras y económicas que constituirían lo que en EEUU se llama la corporate class (la clase de los que poseen y/o gestionan las grandes corporaciones del país), por el otro. En su lugar, el conflicto se centró en si incluir o no a los grupos discriminados (afroamericanos, predominantemente, y mujeres) dentro de la estructura del poder de la cual habían sido excluidos, marginados y discriminados. Las políticas de inclusión e identidad sustituyeron el conflicto capital-trabajo.

El éxito de tales políticas se tradujo en un aumento muy notable de afroamericanos y mujeres en las instituciones públicas (y, en menor grado, privadas) que alcanzó su zénit con la elección de un afroamericano, Barack Obama, como presidente de EEUU (en enero del 2009) y se esperaba que se completara con la elección de una mujer, Hilary Clinton, como presidenta. Esta última, basó su campaña en movilizar predominantemente a las mujeres y a las minorías. Las políticas públicas federales del Partido Demócrata enfatizaron la identidad y la antidiscriminación, generando una considerable expansión de afroamericanos y mujeres en las estructuras de poder político del país. Pero en políticas económicas el Partido Demócrata básicamente continuó las políticas neoliberales.

En realidad, el primer presidente afroamericano de EEUU siguió las mismas políticas neoliberales que había seguido Clinton, los dos Bush y Reagan. De hecho, una de las personas más entusiastas de la globalización había sido su Ministra de Asuntos Exteriores, la Sra. Clinton, proponente de los tratados de libre comercio.

Las consecuencias de tales políticas neoliberales: el deterioro del nivel de vida de la clase trabajadora

La aplicación de tales políticas neoliberales tuvo un impacto devastador en el nivel de vida de la clase trabajadora. Las rentas del trabajo descendieron pasando de un 70% (en el 1979) a un 63% (en el 2014). Y los grupos más afectados fueron los miembros de la clase trabajadora en los sectores industriales, que eran los mejor pagados (y en su gran mayoría personas blancas), en parte debido a que habían tenido sindicatos fuertes.

Las políticas federales favorables a la globalización provocaron un desplazamiento muy marcado de las industrias a países subdesarrollados, en busca de salarios bajos. Barrios blancos, de obreros industriales, han quedado destruidos por esta movilidad. Baltimore, por ejemplo, una de las ciudades más industriales de aquel país, quedó enormemente afectada cuando los Altos Hornos del Acero (uno de los mayores centros de empleo en tal  urbe) dejó la ciudad. El barrio obrero blanco más grande de Baltimore (Dandork) es hoy un barrio deteriorado en extremo.

Casi el 100% del electorado en este barrio votó a Trump, lo cual es lógico, pues identificaron la gran pérdida de su nivel de vida con las políticas federales que estimularon la globalización. Es más, percibían al gobierno federal como defensor de los afroamericanos y de las mujeres (de clase alta y media alta), ignorándolos a ellos, los obreros blancos. De ahí que la gran mayoría de mujeres de clase trabajadora votara a Trump. Y no puede atribuirse este hecho a un crecimiento del racismo, pues muchos de estos barrios blancos habían votado a Obama en elecciones anteriores.

En realidad, los delegados al Colegio Electoral que dieron la mayoría a Trump procedían de barrios obreros que habían votado a Obama en el 2009. Este enorme descenso del nivel de vida de la clase trabajadora blanca se ha traducido en el descenso de su esperanza de vida, como consecuencia del incremento de la mortalidad causado por el crecimiento de las enfermedades típicas del deterioro social.

¿Quién canalizó este enfado?

Este enfado se dirigió hacia el establishment político mediático del Este de EEUU, basado en el gobierno federal, y muy en particular hacia el que había sido el Partido del Pueblo. La canalización de este enfado antiestablishment, (que incluyó también un rechazo al establishment republicano) benefició a la ultraderecha, liderada por Trump, un personaje de una enorme astucia política, que sabe muy bien cómo comunicarse con los sectores abandonados por tal establishment, incluyendo a la clase trabajadora blanca y las zonas rurales, muy conservadoras en el país, que jugaron un papel clave en la victoria de Trump.

Lejos de ser un incompetente, Trump es extremadamente astuto en su discurso iconoclasta, grosero e insultante (en contra de lo “políticamente correcto”) y que conecta muy bien con sus bases electorales que le son sumamente leales. Y la constante crítica por parte de los medios, le beneficia, pues los mayores medios de información son también altamente impopulares.

Ahora bien, se está exagerando el rol del personaje Trump. No fue Trump el que creó el movimiento antiestablisment. Fue al revés. Este último creó a Trump. Solo Bernie Sanders, el candidato socialista, podría haber representado una alternativa progresista a Trump. En realidad, las encuestas indicaban que Sanders habría podido ganar las elecciones a Trump. Pero el aparato del Partido Demócrata destruyó a Sanders. Y la victoria de Trump era inevitable.

Hoy el Partido Demócrata está en una crisis enorme y todo parece indicar que no entienden (o que no quieren entender) las causas de su derrota. Hoy el aparato de tal Partido continúa controlado por la clase media ilustrada (personas con educación superior), con conexiones con el mundo empresarial y muy en particular con el financiero, muy alejado de su base electoral tradicional.

Algo parecido está ocurriendo en Europa (y en España)

El control de los partidos de izquierda por componentes de esta nueva clase social (la clase media ilustrada), que se han distanciado claramente de sus bases de clase trabajadora, ha estado creando situaciones semejantes en Europa y en España. Barrios obreros que habían votado a las izquierdas, están votando a la ultraderecha en país tras país en Europa. Y ello es resultado de la conversión de los partidos de izquierda a las políticas neoliberales (globalización y políticas de austeridad) que han hecho un daño tremendo a sus bases populares.

El surgimiento del nacionalismo, del deseo de proteccionismo, de la recuperación de la soberanía nacional y el rechazo a la austeridad, son los ingredientes que caracterizan a los movimientos de rechazo y del mal llamado “populismo antiestablishment”.

Las características de este mal llamado populismo varían. Pero es interesante resaltar la importancia del nacionalismo soberanista anti-globalización (antieuropeización) que, instrumentalizado por la ultraderecha en EEUU, juega un papel clave en las políticas “populistas”. Tal nacionalismo es especialmente atractivo para la clase trabajadora que atribuye el descenso de su nivel de vida a estas políticas llevadas a cabo por aquellos que en su día ellos apoyaron. Y la mayor base social de estos movimientos son sectores muy precarizados de la clase trabajadora así como amplios sectores  de las clases medias proletarizadas que están viendo sus rentas disminuir notablemente.

Los movimientos antiestablishment a lo largo de Europa están tomando también un cariz antieuropeización que es comprensible pues identifican al establishment europeo con las políticas de austeridad y las reformas neoliberales que han dañado, claramente, su calidad de vida y bienestar. Y cada uno de los sectores más perjudicados de las clases populares en general, y de la clase trabajadora en particular, son las bases más importantes de estos movimientos.

Una excepción en esta canalización del enfado por parte de la ultraderecha ha sido España donde Podemos fue un terremoto político que barrió el panorama político español convirtiéndose más tarde, junto con Izquierda Unida, la segunda fuerza de la oposición en un período muy corto.

Existe, sin embargo, una versión de ultraderecha, Ciudadanos, con claro compromiso neoliberal, que está utilizando un nacionalismo jacobino muy agresivo, que intenta apelar a la clase trabajadora utilizando una narrativa de apelación a tal clase (es uno de los pocos partidos en España que explícitamente habla y apela a la clase trabajadora) que está creciendo enormemente, sobre todo en Cataluña donde tal nacionalismo españolista uninacional se presenta como el único capaz de evitar lo que definen como “ruptura de España” frente a un establishment gobernante en Cataluña, también de derechas y también nacionalista pero de sentido contrario.

De ahí el reto de que las izquierdas, además de dirigirse a las clases populares en general y a la clase trabajadora en particular, deban desarrollar una visión distinta y opuesta a la visión de las derechas españolas y catalanas, ambas uninacionales presentando en su lugar una concepción de España plurinacional. Este es el reto de las fuerzas progresistas en Cataluña y en el resto de España.

*Médico, sociólogo y politólogo español. Catedrático de Ciencias Políticas y Sociales en la Universidad Pompeu Fabra, profesor en la Universidad Johns Hopkins de Baltimore y Doctor Honoris Causa por la Universidad de Lérida en el ámbito de Economía y Empresa.

Tomado de PUBLICO/15 de junio del 2018

martes, 26 de junio de 2018

"Argentina y Cuba frente al 98 cubano. Miradas cruzadas en torno al advenimiento del nuevo siglo nuestro americano”.



Palabras pronunciadas, en el ISRI, en la presentación del libro del mismo nombre ante la presencia de uno de sus autores, la compañera Adriana Laura Rodriguez, profesora e investigadora titular de la Universidad Nacional del Sur de Argentina. Centro de Investigaciones sobre Nuestra América en Argentina.

Por Dr. C. Armando Cristóbal Pérez

Queridos amigos:

Tengo el inmenso placer de presentarles hoy un libro lleno de historia y de amor hacia nosotros: "Argentina y Cuba frente al 98 cubano. Miradas cruzadas en torno al advenimiento del nuevo siglo nuestro americano”.

Bajo la dirección de la profesora Adriana Rodriguez, Titular de Historia de América III e Historia Argentina II y miembro del cuerpo académico del programa de postgrado del departamento de humanidades de la Universidad Nacional del Sur de Argentina, los autores del libro han formado y forman parte de un proyecto de investigación entramado  alrededor de 1898 en Cuba y la recepción que los avatares del enfrentamiento entre los imperialismos hispano y estadounidense, alrededor de la guerra de independencia de los cubanos.

Se trata de una compilación de trabajos del centro de estudios interdisciplinarios sobre nuestra América “José Martí-CEINA” del departamento de humanidades de la Universidad del Sur, realizado mediante convenio con el Centro de Estudios Martianos de La Habana que lleva ya casi dos décadas de producción y editado por la Fundación de Estudios Argentinos e Iberoamericanos (FEPAI).

Los autores del libro han formado y forman parte de un proyecto bajo la codirección de los profesores Adriana Rodríguez y Hugo Biagini, quien se hizo cargo del prólogo. Aunque la investigación tiene un carácter interdisciplinario –y éste es uno de sus méritos- se realiza a partir de la perspectiva histórica, por lo que nos permite evaluar cada sujeto  epocalmente desde la nuestra. Por otra parte, tiene en cuenta el criterio de diversos actores individuales y colectivos.

La obra se estructura en nueve capítulos, el primero de los cuales, a cargo de la profesora Natalia Fanduzzi, se sumerge en un rastreo del proceso de conformación del grupo de trabajo, sus objetivos iníciales y su progresiva expansión, danto cuenta de la participación de otros actores del continente.

El segundo capítulo de la profesora Adriana Rodriguez, propone desplegar el tema, desde un análisis intrínseco para mostrar el valor específico de la problemática.  De igual modo, refleja aspectos teóricos tributadores a una epistemología nuestroamericana.

El capitulo siguiente, el número 3, del profesor Claudio Gallegos, da inicio a un ciclo de trabajos encaminados al estudio de la receptividad de la prensa bonaerense alrededor del 98 cubano, en este caso el diario “la nación” en el que se destaca el papel de aquella como formadora de opinión en el seguimiento de un conflicto armado.

La profesora Elena Torre asume, en el cuarto capítulo, lo que define como “el carácter de cada jugador en el juego”, específicamente Gran Bretaña según la visión de “el Buenos Aires Herald”, el que acaba de cumplir 140 años de ininterrumpida existencia y que, según la autora demuestra, interpretó el 98 cubano desde una racionalidad imperialista.

El quinto capítulo pertenece al profesor Paolo Galassi y se refiere al posicionamiento ante los hechos por la comunidad italiana en Argentina.  A través del diario “La Patria Degli Italiani”,  sus consideraciones al respecto, ponen en evidencia cómo  el periódico no mantiene una postura clara sobre el conflicto.

La profesora Maria Eugenia Chedrese, centra su trabajo en el sexto capítulo, alrededor del diario “la protesta humana”. Se encuentra en esta fuente, una interpretación de la lucha de los cubanos por su independencia, para desarrollar los criterios de la ideología anarquista que caracteriza la publicación y su dirección.

El capítulo séptimo del profesor Javier Pretti, desenvuelve su investigación alrededor de la revista “la vasconia”, vocera de la oligarquía de  origen vasco, cuando no se manifestaba la tendencia independentista de dicho pueblo en España.

Es la profesora Carolina López la que analiza –en el octavo capítulo- las posiciones divergentes en la intelectualidad argentina frente al 98 cubano, a partir de la selección de un grupo comprometido con la problemática, lo que la autora aprovecha para teorizar acerca de la figura del intelectual en este trance.

Por último, el profesor Rodrigo Gonzalez Natale estudia el caso del Dr. Roque Sáenz Peña, -quien, en tanto político,  llegaría a ocupar la primera magistratura de la República- y que, no solo se aproxima al distingo hispanoamericanista, sino que a través del vínculo  con José Martí y su pensamiento, denota la intromisión de los Estados Unidos en la guerra.

Es decir, una muy diversa novedosa y enriquecedora expresión de las miradas cruzadas en argentina, alrededor de la guerra de los libertadores cubanos en el contexto del enfrentamiento entre el viejo y el nuevo  imperialismo en ese fin de siglo.

Sin embargo, es necesario subrayar –como lo hacen algunos de los autores-, la poca importancia que la mayor parte de los voceros otorga al actor esencial en el conflicto y sus motivaciones, para trasladar el interés al enfrentamiento entre España y Estados Unidos, con expresiones de apoyo o rechazo a uno u otro, fundamentadas en distintos argumentos propios de la época.

Así, la valoración que desde argentina, apenas 8 décadas después de su independencia, muestra cómo –dadas las motivaciones y hechos que identificaron su separación de España- a sectores determinantes del país les había movido hacia una posición ambigua frente a su exmetrópoli y ante la nueva realidad económica, social y política que representaba la penetración estadounidense enmascarada con la consigna del panamericanismo y el destino manifiesto.

Valiosas reflexiones exponen los profesores sobre temas tales como las diferencias del proceso cubano respecto al resto del continente y su aproximación al de las Antillas o al significado que otorga a las relaciones en el continente a partir del neocolonialismo.

Por otra parte, hay  que destacar en el prólogo, la introducción, y los capítulos iníciales, el ofrecimiento de una rica diversidad metodológica, cual ”caja de instrumentos”, que instruye sobre el trabajo académico en temas socio-históricos y políticos como el que guía  el trabajo.  El grupo  se formó a fines del año 1997, en el contexto de la conmemoración del centenario de 1898, dentro de la cátedra libre Martí-Martínez Estrada con sede en Bahía Blanca, Argentina. Y ha contado con la vinculación con intelectuales cubanos de la Universidad de La Habana, de Casa de las Américas, del Instituto Cubano de Historia y del Instituto Científico-Tecnológico de Cuba.

Gracias.