Al
llegar la hora definitiva de la independencia y la integración de América
Latina y el Caribe, con la trascendental fundación de la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), al igual que Daniel Ortega, presidente de
Nicaragua, muchos ciudadanos de las Antillas pusieron su reflexión en el Puerto
Rico colonizado y asociado a los Estados Unidos.
El
recuerdo solidario de Ortega de que un pueblo estaba sin representación,
ausente en la cumbre fundacional de la CELAC, también reivindicó más de dos
siglos de lucha y esperanzas de los latinoamericanos y caribeños, como esbozó
el presidente cubano Raúl Castro Ruz. En
su aldabonazo, Ortega redimió la prédica del Héroe Nacional de Cuba, José Martí,
y la continuidad del pensamiento libertario de Simón Bolívar, cuando concibieron
inconclusa la gesta libertaria de “Nuestra América” sin la independencia de
Cuba, Puerto Rico y de las Antillas, en su conjunto. Un proyecto de
emancipación que, en los casos particulares de Cuba y Puerto Rico, fue
saboteado y obstaculizado por los Estados Unidos, desde la misma época de
Bolívar.
Así
quedó manifiesto en el artículo: “El tercer año del Partido Revolucionario
Cubano”, publicado en el periódico Patria, en Nueva York, el 17 de abril de 1894,
en el que Martí evocó sus profundas ideas sobre Cuba y Puerto Rico con la
siguiente proyección: “Convencido de que la independencia de Cuba y Puerto Rico
no es sólo el medio único de asegurar el bienestar decoroso del hombre libre en
el trato justo a los habitantes de ambas islas, sino el suceso histórico
indispensable para salvar la independencia amenazada de las Antillas libres, la
independencia amenazada de la América libre, y la dignidad de la República
norteamericana. ¡Los flojos, respeten: los grandes, adelante! Esta es tarea de
grandes”.
Y
Martí lo escribió con esa claridad en el periódico Patria, porque en su primer
editorial, el 14 de marzo de 1892, ya había expuesto con énfasis su pensamiento
y programa revolucionarios al advertir que: “Nace este periódico, por la
voluntad y con los recursos de los cubanos y puertorriqueños independientes de
Nueva York, para contribuir sin descanso, a la organización de los hombres
libres de Cuba y Puerto Rico…”, para juntar y amar”, para trabajar por la
libertad de ambos pueblos”.
En
el ideario antiimperialista y latinoamericanista de Martí encontramos la
importancia de las Antillas para la independencia y soberanía de los países de
la región. Debe recordarse que en vísperas de su muerte le confió en una carta
a su amigo Manuel Mercado que: “Ya estoy todos los días en peligro de dar mi
vida por mi país y por mi deber –puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que
realizarlo- de impedir a tiempo con la independencia de Cuba, que se extiendan
por las Antillas los Estados Unidos y caigan con esa fuerza más sobre nuestras
tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso”.
Pero, a pesar de tantos
esfuerzos y sacrificios, en el siglo XX, el imperialismo norteamericano alcanzó
sus objetivos geopolíticos y económicos en las Antillas, convirtió a Puerto
Rico en su colonia e impuso su dominación en el Caribe. Como Martí y Fidel, la evocación de Puerto
Rico por Daniel Ortega, en la Cumbre de la CELAC, nos lleva de la mano a la
convicción de que la libertad plena de las Antillas - Mayores y Menores-
preservaría hacia el futuro la independencia de América Latina. Aquí radica la
importancia estratégica de un Puerto Rico verdaderamente libre y sin la tutela
de los Estados Unidos, así como el avance de la Revolución cubana en el siglo
XXI.
Sabiendo
que los desafíos para la CELAC serán enormes, porque se trata en términos martianos
de una tarea de grandes hacia adelante y a respetar por los flojos, los
progresistas latinoamericanos y caribeños celebramos el nacimiento del nuevo
mecanismo integracionista en correspondencia con su indudable contribución al necesario
equilibrio político de las Américas y el mundo. Desde ahora, podemos decir que la
CELAC es un freno a las políticas hegemónicas de los Estados Unidos y sus
aliados europeos. Símbolos de una civilización en crisis económica, política y
social, con síntomas de decadencia y descomposición, lo cual Martí avizoró,
como resultado forzoso de la inevitable expansión más allá de sus fronteras
nacionales.
En
los prometedores tiempos que se abren, para América Latina y el Caribe, la
creación de la CELAC deberá ser un foro propicio para debatir la incorporación
de los intereses del hermano pueblo de Puerto Rico al concierto de naciones de
la “América Nuestra”.
Las
valientes y preclaras palabras de Daniel Ortega nos hacen enaltecer los hermosos versos de “La Borinqueña”,
todavía vigentes para Puerto Rico y otros pueblos semiindependientes de la
región:
Los Informes del Consejo Nacional de Inteligencia de los Estados Unidos (1).
Roberto M. Yepe
Papastamatin
Profesor del Instituto
Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García”, La Habana, Cuba
Como parte de la denominada Comunidad de Inteligencia de los Estados
Unidos, el Consejo Nacional de Inteligencia (NIC, por sus siglas en
inglés) es el centro de pensamiento estratégico encargado de conducir
la elaboración de valoraciones y pronósticos sobre asuntos
internacionales para el Presidente y altos funcionarios del gobierno de
ese país, abarcando tanto la producción de análisis breves sobre
asuntos actuales, como la evaluación de tendencias a mediano y largo
plazo. Obviamente, la mayor parte de su trabajo es clasificado, pero
también produce informes públicos, como la serie de tendencias globales
a largo plazo publicada en los años 1997, 2000, 2004 y 2008,
respectivamente [1] .
Se trata de uno de los proyectos más importantes y ambiciosos del NIC.
Con la excepción de su primera edición, se prepara cada cuatro años entre la
realización de las elecciones y la toma de posesión presidenciales. De manera
sucesiva, cada una de estas ediciones involucró a una cantidad mayor y más
diversa de expertos norteamericanos, proceso que se amplió aún más a partir del
informe del año 2004, con la inclusión de especialistas de las distintas
regiones del mundo. Así, estos informes reflejaron los respectivos resultados
de procesos de intercambio, talleres y conferencias entre expertos
gubernamentales, académicos, periodistas y representantes del sector privado,
auspiciados por el NIC, con el objetivo de identificar las tendencias globales
claves, los principales rasgos y escenarios futuros del sistema internacional
durante un rango aproximado de 15 años, y sus implicaciones para la estrategia
de seguridad global norteamericana.
Del
contenido de estos reportes, reseñaré los aspectos más relevantes relativos a América
Latina y el Caribe, los cuales ofrecen algunos indicios sobre las imágenes
acerca del futuro de las relaciones interamericanas que pudieran estarse
manejando en el gobierno norteamericano.
América Latina y el Caribe en los informes del Consejo de Inteligencia Nacional (1997, 2000, 2004 y 2008) [2] .
“Tendencias globales 2010” (Noviembre de 1997).
De manera
general, su idea central es la emergencia de un nuevo concepto del orden
internacional, a partir de la erosión de la estructura del sistema
internacional basada en las relaciones de poder entre los estados y el
creciente papel de nuevos actores internacionales, haciendo insuficientes los
enfoques tradicionales. Algunos estados fracasarían en satisfacer las
necesidades básicas de sus ciudadanos, creando las condiciones potenciales para
la intervención exterior. Se establecerían nuevas normas de comportamiento
internacional, provocando un profundo debate sobre cuándo la intervención
(política, económica o militar) sería legítima, apropiada o esencial. Este
proceso hacia el nuevo orden coexistiría con viejas estructuras y agendas, pues
un grupo de países, entre los que menciona a Cuba, insistiría en la noción de
soberanía y en sus agendas nacionales.
Entre las
principales tendencias pronosticadas para el escenario latinoamericano y
caribeño estaban las siguientes: 1) Crecimiento económico, consolidación de la
democracia, la cooperación regional y un mayor énfasis en las organizaciones
multilaterales. Las reuniones al más alto nivel serían esenciales para impulsar
y expandir las actividades de estas instituciones multilaterales. 2) México y
Brasil serían las voces dominantes en la determinación del ritmo y la forma de
la cooperación regional y la integración económica. 3) La región continuaría estando
amenazada por el narcotráfico y el crimen organizado internacional, los cuales
retendrían la capacidad de socavar las instituciones gubernamentales y, en
algunos casos, como en el norte de México y partes de Colombia, suplantar las
funciones fundamentales de los gobiernos locales. 4) En México –país al que
otorga un valor geopolítico clave- el poder político se volvería más difuso con
la pérdida del papel dominante por parte del PRI y la emergencia de un sistema
multipartidario. El narcotráfico y la corrupción plantearían un desafío al
gobierno y la sociedad en general. 5) En Cuba sería improbable que ocurriera
una significativa reforma política y económica mientras Fidel Castro se mantuviese
en el poder. La reforma económica podría acelerarse con su hermano Raúl, pero
habría resistencia a la reforma política. Cuba presentaría en el peor de los
casos un desafío militar limitado, pero su evolución post-Castro plantearía un
gran número de asuntos económicos, políticos y humanitarios que requerirían
esfuerzos de los Estados Unidos y a nivel multilateral para ser tratados.
“Tendencias globales 2015: Un diálogo sobre el
futuro con expertos no gubernamentales.” (Diciembre de 2000)
A nivel
global, esta edición del informe presenta cuatro escenarios: “Globalización inclusiva”, en el cual
identifica a la región andina como una de las pocas en el mundo que no se
beneficiarán de un desarrollo virtuoso del proceso globalizador y quedarán rezagadas
e inmersas en conflictos internos; “Globalización
perniciosa”, sin mención a nuestra región; “Competencia regional”, según el cual habrá una creciente
resistencia política a la preponderancia global de los Estados Unidos y estos
aumentan su involucramiento en América Latina; “El mundo post-polar”, en el cual la economía norteamericana
disminuye su ritmo y se estanca, colapsa la alianza trasatlántica y Estados
Unidos retira sus tropas de Europa y también disminuye su presencia en Asia, al
tiempo que las crisis de gobernabilidad y la inestabilidad en América Latina lo
fuerzan a concentrarse en su región. En todos estos escenarios, de una forma u
otra, la influencia global de los Estados Unidos disminuye.
Sobre el
escenario latinoamericano y caribeño, el documento contiene entre sus
pronósticos los siguientes: 1) Muchos países latinoamericanos disfrutarán de una
mayor prosperidad como resultado de los crecientes vínculos económicos
hemisféricos y globales, entre otros factores. La probable constitución del
ALCA será un significativo catalizador del crecimiento económico. 2) Pero este crecimiento
y la distribución del ingreso seguirán siendo desiguales, determinando que la
brecha entre los estados más prósperos y democráticos de la región y el resto
se ampliará; México y el Cono Sur lo liderarán, mientras que los países más
débiles de la región, especialmente en la región andina, se retrasarán aún más.
3) Brasil y México serán actores con una creciente confianza y capacidad que
buscarán aumentar su voz en los asuntos hemisféricos. 4) La fatiga con relación
a los problemas económicos y un profundo cinismo hacia las instituciones
políticas –particularmente los partidos tradicionales- podrían conducir a
inestabilidad en Venezuela, Perú y Ecuador. Se producirán retrocesos en la
democracia de algunos países, creando un terreno fértil para políticos
populistas y autoritarios. 5) Crecerá la importancia de la región en la
producción de petróleo, la cual podría crecer, con la participación extranjera,
de 9 millones a 14 millones de barriles diarios. 6) Se incrementarán los
movimientos de protestas indígenas desde México hasta la región amazónica. 7)
Las redes y organizaciones criminales expandirán la escala y el alcance de sus
actividades, pudiendo llegar a sobrepasar la capacidad de los Estados en
algunos países caribeños. 8) Aumentarán las presiones migratorias legales e
ilegales hacia los Estados Unidos y a nivel regional. El crecimiento de las
redes de contrabando de personas de Centroamérica y México exacerbarán los
problemas a lo largo de la frontera norteamericana. 9) La democratización en
Cuba dependerá de cuándo y cómo Fidel Castro salga de la escena. Su economía se
atrasará aún más. Una inestabilidad política significativa durante un proceso
de transición podría conducir a una emigración masiva.
“Mapeando el futuro global: Informe del
proyecto 2020 del Consejo Nacional de Inteligencia.” (Diciembre de 2004)
Entre las
tendencias globales expuestas en esta edición del informe se encuentran las
siguientes: El papel que los Estados Unidos asuman será una variable en la
conformación del mundo futuro, afectando el rumbo que otros estados y otros
actores no estatales decidirán seguir. Su poder relativo se erosionará, pero
seguirá siendo el país más importante a lo largo en todas las dimensiones del
poder. La probable emergencia nuevos actores globales, como China e India,
transformará el escenario geopolítico con impactos potencialmente tan
dramáticos como los provocados por el ascenso de Alemania en el siglo XIX y los
Estados Unidos en el siglo XX. El éxito o el fracaso de Brasil en cuanto a
poder combinar las medidas a favor del crecimiento económico y una ambiciosa
agenda social para disminuir la pobreza y reducir la desigualdad del ingreso
tendrá un profundo impacto a nivel regional. La demanda de petróleo crecerá
significativamente, pero en muchas de las áreas productoras –entre las que
menciona a Venezuela- existirá un significativo riesgo económico o político. Las
crecientes necesidades de China en materia de recursos energéticos
probablemente la impulsarán a aumentar su activismo en varias regiones como
América Latina. La geopolítica del gas reforzará las alianzas regionales debido
a las limitaciones en los mecanismos de distribución (los Estados Unidos mirarán
casi exclusivamente hacia Canadá y otros suministradores del hemisferio
occidental). Aumentará la emigración, incluyendo el flujo de América Latina y el
Caribe hacia los Estados Unidos. El crimen organizado probablemente prosperará en
estados que atraviesen significativas transformaciones políticas y económicas, entre
los que menciona a Cuba si llega a su fin su sistema de partido único.
En la
parte del informe dedicada específicamente a nuestra región, se plantea la
posible profundización de las diferencias entre los países de la región en
cuanto a sus relaciones externas. Mientras el Cono Sur, en particular Brasil y
Chile, establece nuevas asociaciones en Asia y Europa, México, Centroamérica y
los países andinos se mantienen dependientes de los Estados Unidos y Canadá
como socios comerciales y suministradores de ayuda preferidos. Los efectos del
continuo crecimiento económico y la integración global serán desiguales y
fragmentarios, existiendo un creciente riesgo de que surjan líderes
carismáticos y populistas en los estados más débiles de Centroamérica, los
países andinos y partes de México. Porciones crecientes de la población se identifican
como pueblos indígenas y no demandarán solamente tener una voz sino,
potencialmente, un nuevo contrato social. América Latina probablemente se
convertirá en un conjunto de países más diverso, donde aquellos países capaces
de aprovechar las ventajas de la globalización prosperarán, mientras que los
que no lo hagan o no puedan hacerlo quedarán rezagados. Los Estados Unidos
estarán en una posición única para facilitar el crecimiento y la integración de
América Latina, contrarrestando el potencial hacia la fragmentación.
Como parte
del proceso para la elaboración de esta edición del 2004, se realizó previamente
en Chile un seminario dedicado a evaluar las tendencias regionales. Las
conclusiones de este evento se reflejaron en un documento que sirvió de insumo
para la elaboración del informe final del NIC y enfatiza la visión de una
creciente heterogeneidad regional, en la cual el tipo de relación que se
estableciera con los Estados Unidos (como actor hemisférico dominante) y la
calidad de la gobernabilidad democrática doméstica, serían los grandes factores
diferenciales entre los países latinoamericanos.
En este documento se proyectan varias tendencias para los siguientes 15
años que no fueron mencionadas en el informe final: 1) Latinoamérica
competirá más que antes con una agenda global -desde la seguridad
antiterrorista hasta la emergencia de nuevas regiones de peso mundial-
que la relegará en el mapa de las prioridades de Washington. 2) En el
contexto de las políticas norteamericanas de seguridad interior,
aspectos de gran interés para los latinoamericanos en los Estados
Unidos -la política de migraciones, ingreso y residencia, o el circuito
de las remesas- podrían sufrir un endurecimiento regulatorio. 3) En el
sentido inverso, los cambios demográficos en los Estados Unidos a
partir del ascenso de los “hispanos” favorecerán una relación más
estrecha con varios países latinoamericanos, en particular, con la
franja de países que va desde México hasta Colombia, de donde provienen
la mayor parte de los futuros ciudadanos y votantes
hispano-norteamericanos. 4) Dentro de los Estados Unidos, los proyectos
de integración comercial con Latinoamérica –ALCA y otros que puedan
surgir- en general tendrán poco apoyo en el sector privado. Los avances
que se produzcan se lograrán políticamente. 5) Habrá países más y menos
integrados económica y políticamente a los Estados Unidos. Se
profundizará la informal frontera del Canal de Panamá: al Norte, en
general, los países estarán más influidos por la evolución
norteamericana, mientras que Sudamérica como región fortalecerá su
identidad y fronteras subcontinentales, particularmente mientras Brasil
esté en condiciones de aspirar a un liderazgo subregional [3] .
6) Brasil buscará consolidar un rol regional de menor interacción con
los Estados Unidos, proyecto que registrará limitados avances. El papel
regional de Brasil dependerá no sólo de sus condiciones internas, sino
también del nivel de involucramiento que los Estados Unidos decidan
tener en la región. 7) La sumatoria del proyecto regional de Brasil y
su impacto en Sudamérica, y la eventual resistencia a la asociación con
los Estados Unidos en determinados sectores de la sociedad y/o
dirigencia latinoamericanas, hará fracasar el proyecto de integración
hemisférica como fuera concebido en la visión original del ALCA. 8) La
opción más probable de los Estados Unidos será profundizar los lazos
con México y Centroamérica, reconociendo un rol creciente de Brasil o
el Mercosur en el hemisferio Sur, y desarrollar, con el resto de los
países latinoamericanos, una política de “selected partners”. 9) El
fracaso o relativo fracaso del ALCA y la heterogeneidad regional en la
aceptación del rol de los Estados Unidos, implicarán un límite (por
acción u omisión) al liderazgo hemisférico norteamericano, y creará un
vacío de iniciativas multinacionales en los próximos años, en
diferentes áreas como defensa y seguridad, medio ambiente, narcotráfico
y migraciones, donde la coordinación de políticas es necesaria. 10) Sin
embargo, en el largo plazo el hemisferio encontrará una solución a este
problema, a través del fortalecimiento de las instituciones
multilaterales, y del mayor protagonismo de países claves -por ejemplo,
México en el istmo centroamericano o Brasil en el Cono Sur-. 11) El
tema de la seguridad pública en las grandes ciudades se convertirá en
una demanda creciente en las sociedades latinoamericanas, de cada vez
mayor importancia política y electoral. A partir de este fenómeno,
accederán políticos y candidatos de “mano dura” a alcaldías,
gobernaciones y presidencias de la región. 12) En países como Paraguay,
Bolivia, Guatemala o Venezuela se registrarán fuertes tendencias hacia
la reversión democrática y la militarización. 13) En otros casos, la
crisis profunda de la institucionalidad podría manifestarse en formas
más profundas, con procesos de descomposición interna que podrían
evolucionar -de no mediar una intervención internacional eficaz- hacia
una profunda crisis de la estatalidad. Este escenario de estado fallido
correspondería a casos como el de Haití y algunas áreas –no
necesariamente países- de la región andina.
En el
documento del seminario de Chile se relacionaron también algunos escenarios de
baja probabilidad o imprevistos, pero que tendrían gran impacto en caso de
ocurrir. Entre ellos se señalaron: 1) Surgimiento de una ola de gobiernos
radicalizados y antinorteamericanos en Latinoamérica –en particular en Brasil y
en México, lo que tendría un “efecto contagio” sobre otros países. 2)
Surgimiento de un nacionalismo anti-hispano en los Estados Unidos, provocando
un cierre de fronteras, endurecimiento de la política migratoria o
restricciones al envío de remesas. 3) Una intervención militar norteamericana
en Cuba, considerada como la única alternativa al status quo mientras viva
Fidel Castro, pero que tendría efectos impredecibles en materia de seguridad
internacional: los Estados Unidos ganarían fácilmente la guerra, pero no podrían
“conquistar la paz” por la segura movilización de guerrillas castristas a lo
largo de la isla. También generaría una fuerte reacción antinorteamericana en
el continente latinoamericano, con consecuencias político-electorales.
“Tendencias globales 2025: Un mundo
transformado.” (Noviembre del 2008)
En este
informe se adelantan las siguientes características fundamentales del mundo
futuro: El sistema internacional conformado después de la Segunda Guerra
Mundial será prácticamente irreconocible. Se constituirá un sistema global
multipolar, manteniéndose la tendencia a la disminución de las diferencias de
poder entre los países desarrollados y en desarrollo, junto con el incremento
del poder relativo de varios actores no estatales. La característica más
sobresaliente del “nuevo orden” será el paso de un mundo unipolar dominado por
los Estados Unidos a una jerarquía relativamente desestructurada de viejas
potencias y naciones emergentes, y la difusión del poder desde los estados a
actores no estatales. Habrá un sistema internacional más complejo, con un empeoramiento
del déficit institucional y la potencial expansión de los bloques regionales. Aunque
los Estados Unidos probablemente seguirán siendo el actor más poderoso, su
fortaleza relativa –incluso en el campo militar- declinará y su influencia se
hará más limitada. China está destinada a tener más impacto en el mundo en los
próximos 20 años que ningún otro país. En su conjunto, América Latina
continuará retrasada con respecto a Asia y otras áreas de rápido crecimiento en
términos de competitividad económica. El tema de los recursos ganará
prominencia en la agenda internacional. Un crecimiento económico sin
precedentes continuará poniendo presión sobre un grupo de recursos de alto
valor estratégico, incluyendo energía, alimentos y agua, proyectándose que en
alrededor de una década la demanda excederá las disponibilidades de fácil acceso.
El cambio climático deberá exacerbar la escasez de recursos y podrían resurgir los
conflictos por esta causa. Las percepciones sobre la escasez conducirán a los
países a tomar acciones para asegurar su acceso futuro a las fuentes de
energía.
Entre las
tendencias proyectada para América Latina y el Caribe en el informe, se
encuentran las siguientes: 1) Muchos países alcanzarán un notable progreso en
la consolidación democrática y algunos se habrán convertido en potencias de
ingreso medio. 2) Aquellos que han adoptado políticas populistas, como Venezuela
y Bolivia, quedarán rezagados y otros, como Haití, serán más pobres y menos
gobernables. 3) Brasil se convertirá en el poder regional líder, pero sus
esfuerzos para promover la integración sudamericana serán logrados solamente en
parte. 4) Venezuela y Cuba tendrán algún vestigio de influencia en la región,
pero sus problemas económicos limitarán su atractivo. 5) A menos que los Estados
Unidos sean capaces de proveer un acceso de mercado sobre una base permanente y
significativa, podrían perder su tradicional posición privilegiada en la
región, con la correspondiente declinación en su influencia política. 6) Por
otro lado, una población hispana crecientemente numerosa asegurará una mayor
atención e involucramiento de los Estados Unidos en la cultura, la religión, la
economía y la política de la región. 7) La creciente importancia relativa de la
región como productora de petróleo, gas natural, biocombustibles y otras
fuentes de energía renovable impulsarán el crecimiento en Brasil, Chile,
Colombia y México, pero la propiedad del Estado y la turbulencia política
impedirán un eficiente desarrollo de los recursos energéticos. 8) Los problemas
de seguridad pública continuarán siendo difíciles resolver y, en algunos casos,
serán inmanejables. Partes de América Latina continuarán estando entre las
áreas más violentas del mundo. Las organizaciones del tráfico de drogas, los
carteles criminales y las bandas y pandillas locales continuarán socavando la
seguridad pública, lo cual determinará que algunos pocos pequeños países,
especialmente en Centroamérica y el Caribe, estarán al borde de convertirse en
estados fallidos.
El informe
dedica un apartado al fortalecimiento del liderazgo regional de Brasil, aunque
acotando que, más allá de su creciente importancia como productor de energía y
en las negociaciones comerciales, tendrá limitaciones para proyectarse más allá
del continente como un actor principal de los asuntos internacionales. Se
señala también que las percepciones brasileñas sobre la importancia de
desempeñar un papel clave como líder regional y mundial se han incorporado a la
conciencia nacional y trascienden la política partidista. Los descubrimientos
de yacimientos de petróleo costa afuera tendrían el potencial de agregar otra
dinámica a una economía brasileña ya diversificada y colocarla en un sendero de
más rápido crecimiento. Los progresos en los temas sociales, como la reducción
de la criminalidad y la pobreza, tendrían un papel decisivo en determinar el
futuro liderazgo de Brasil.
Escenarios para la unidad y la emancipación
La serie
de informes sobre tendencias globales elaborados por el NIC, mediante procesos
de intercambios entre expertos cada vez más amplios y profundos, evidencia que
el gobierno norteamericano toma muy en serio los estudios prospectivos sobre la
política internacional. Además, la relectura de los pronósticos contenidos en
estos reportes permite constatar un razonable nivel de aciertos, en algunos
casos bastante impresionante.
Debe
tenerse en cuenta, sin embargo, que la predicción de los eventos futuros con
exactitud nunca podrá ser la pretensión fundamental de la prospectiva. En su
lugar, la razón de ser más importante de
este tipo de ejercicios es anticipar escenarios futuros con un determinado
nivel de probabilidad de ocurrencia, tanto aquellos que sean favorables y
deseados, para desarrollar estrategias y políticas que permitan aproximarnos a
ellos, como aquellos desfavorables e indeseables, para desarrollar líneas de
acción que permitan evitarlos, contrarrestarlos o al menos amortiguarlos. Por
tanto, la construcción de escenarios es un componente fundamental del proceso
de planificación y elaboración de estrategias y políticas a desarrollar por los
órganos competentes de los Estados. Como consecuencia de esto, sin que ello
implique renunciar al análisis científico y al mayor nivel posible de
objetividad, los escenarios siempre serán portadores de determinados proyectos
políticos, así como de los intereses y valores ideológicos prevalecientes en
sus formuladores y destinatarios.
De esta
manera, en el caso de la proyección externa de los Estados Unidos hacia América
Latina y el Caribe, las formulaciones públicas de estos escenarios, como en el
caso de los informes del NIC, cumplen una función legitimadora y justificante
de las estructuras y políticas hegemónicas que buscan perpetuar el sistema de
dominación continental.
En este
sentido, por ejemplo, contribuyen a alimentar la gran falacia –promovida de
manera insistente desde los Estados Unidos y sus mecanismos repetidores en el
continente- de que América Latina y el Caribe tiene un bajo nivel de prioridad
dentro de la política exterior global norteamericana y que, por tanto, los
gobiernos de la región tienen que acatar de manera dócil las reglas del juego
del sistema de dominación imperante para así poder aspirar a ganar espacio en
el conjunto de prioridades norteamericanas. Todo esto bajo el presupuesto,
además, de que entrar en el “radar” de la política exterior de los Estados
Unidos es algo muy beneficioso para el país en cuestión. Esta visión servil, típica
de la derecha pro norteamericana, choca frontalmente con la realidad histórica
de la actuación criminalmente intervencionista e injerencista desarrollada de
manera tan activa, consecuente y continua por los Estados Unidos en nuestra
región, desde la proclamación de la Doctrina Monroe hasta el presente.
El énfasis
que se otorga en los informes del NIC a la tendencia hacia la diferenciación
entre los países y la fragmentación de América Latina y el Caribe, es otra
visión interesada que, si bien se basa en tendencias y procesos reales,
desconoce totalmente y descarta de antemano la posibilidad de desarrollo,
aceleración y profundización de escenarios basados en tendencias y procesos
unitarios de signo contrario, como los que se han desarrollado durante el
presente siglo, de manera auspiciosa de un mejor futuro para Nuestra América.
En tanto,
la satanización de los líderes y procesos revolucionarios, democráticos y
progresistas, así como el reiterado uso de términos peyorativos para
calificarlos (autoritarios y populistas), no merece mayores comentarios.
Por otra
parte, es preciso reconocer que los informes del NIC contienen elementos y
análisis de interés que les confieren determinado nivel de objetividad como, por
ejemplo, el reconocimiento de que una de las principales tendencias en curso es
el proceso de declinación relativa del poder norteamericano a nivel global, con
una consiguiente pérdida relativa de su control e influencia en el propio hemisferio
occidental. Esta constatación es desconocida en el discurso oficial
norteamericano actual y, en particular, es anatema para la derecha
neoconservadora que espera ocupar nuevamente el gobierno, de manera física, a
partir de enero de 2013. Esta tendencia declinante no es necesariamente
irreversible y, si bien su realización sería muy positiva para las fuerzas
liberadoras y antiimperialistas de Nuestra América, su desarrollo pudiera
implicar momentos peligrosos y acciones muy ofensivas por parte de los Estados
Unidos, en su pretensión de preservar y reafirmar su actual preeminencia
incontrastable en el continente, en el contexto de una creciente competencia y
rivalidad a nivel global entre las potencias establecidas y emergentes.
En una
fase del sistema internacional de acelerados y profundos cambios estructurales,
con una superpotencia particularmente agresiva, un sistema institucional
multilateral en crisis y un derecho internacional moribundo, los escenarios
norteamericanos sobre nuestra región, como los elaborados por el NIC, son un
referente insoslayable para poder imaginar y construir en la práctica nuestros
propios escenarios antihegemónicos y emancipadores. El arduo y desafiante
esfuerzo para lograr una región latinoamericana y caribeña unida y poderosa, debe
comenzar por imaginar y pensar en grande sobre el futuro, trascendiendo las
limitaciones y urgencias del presente inmediato, como hicieron nuestros
próceres de la independencia y hoy hacen nuestros mejores líderes.
[1] Trabajo presentado en la X
Conferencia de Estudios Americanos, organizada por Centro de Investigaciones de
la Política Internacional (CIPI), La Habana, 16-18 de noviembre de 2011.
National Intelligence Council (2004). Mapping the
Global Future: Report of the National Intelligence Council's 2020 Project. Consultado en http://www.foia.cia.gov/2020/2020.pdf.
[1] No obstante, estos
informes públicos deben tomarse siempre como versiones convenientemente
editadas de documentos más amplios, detallados y descarnados que orientan el
trabajo en materia exterior de la Presidencia y los respectivos órganos especializados del gobierno norteamericano,
en particular el Pentágono, la CIA y el Departamento de Estado.
[2] En el año 2010 el NIC
publicó, de conjunto con el Instituto para Estudios de la Seguridad de la Unión
Europea, el informe “Gobernanza Global 2025”, concebido como una especie de
continuación y actualización del informe publicado dos años antes. Este
documento hace muy pocas referencias a América Latina y el Caribe, con
excepción de Brasil, sin exponer elementos particularmente novedosos o
relevantes con respecto al informe previo, por lo cual no lo hemos considerado
en este trabajo.
[3] Ampliando este interesante
aspecto, el documento sostiene que no todos los países latinoamericanos compartirán
la misma voluntad de asociación con Estados Unidos. En varios casos, la
situación geográfica o una visión compartida de las élites continuarán
produciendo una voluntad de integración de largo plazo. En otros, diferentes
niveles de resistencia a Estados Unidos de parte de las poblaciones
latinoamericanas terminará arrastrando a sus dirigencias a una política de distanciamiento
y desconfianza, aunque la resistencia a una mayor integración también podría
surgir de la propia visión de las élites políticas e intelectuales. En el caso brasileño,
se precisa que el diagnóstico sobre la necesidad de construir un perfil
regional reduciendo la interacción con Estados Unidos surge de un consenso en
la dirigencia.
Los días 2 y 3 de diciembre
tienen un carácter fundacional. Después de una larga travesía histórica y
política, los Presidentes y Jefes de gobierno de 33 países latinoamericanos y
caribeños dieron su consentimiento para formalizar un sueño anhelado que es una
legítima aspiración de la región: la creación de la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), cuyo nacimiento presagia un trascendental
impacto para “Nuestra América” y las Relaciones Internacionales, en su
conjunto.
Un grupo de razones de peso apuntalan
esa predicción. La CELAC es un nuevo foro político de los países de América Latina y el Caribe, sin la
presencia de los Estados Unidos y Canadá, lo que constituye un hecho sin
precedentes al conmocionar las relaciones hemisféricas, porque, entre otras
cosas, desplaza a la inoperante Organización de Estados Americanos (OEA),
célebre “ministerio de colonias”, conocida por su nefasta labor al servicio
de los intereses de la política exterior
de los Estados Unidos y por constituir un estorbo para el progreso de los pueblos
latinoamericanos.
Asistimos ahora a un parto
histórico diseñado por los próceres latinoamericanos y caribeños. Es la
reivindicación de los ideales libertarios del libertador Simón Bolívar, quien
con la convocatoria en 1824 del Congreso de Panamá, a fin de crear una
federación de repúblicas con las naciones que se habían independizado de
España, vislumbró la integración política regional, como única fórmula de
instaurar la independencia y la soberanía de los países de América Latina y el
Caribe.
Con la CELAC, se ha sellado
un ciclo histórico y nace un nuevo actor progresista en las relaciones hemisféricas
e internacionales. En el año del Bicentenario el ideario bolivariano, martiano,
fidelista, chavista, guevariano, de tantos otros héroes, y de nosotros mismos,
irrumpe en el escenario del sistema mundo para batallar por la transformación
de las actuales relaciones Norte-Sur, y hacer de los vínculos Sur-Sur un verdadero
paradigma de la unidad solidaria, de la cooperación y la complementariedad, en
un planeta amenazado por guerras -incluso nucleares- y complejos problemas
globales que solo podrán resolverse con
el concurso de todas las naciones, para, por supuesto, salvar a la humanidad de
su autodestrucción.
La fundación de la CELAC
refleja las reiteradas advertencias del líder de la Revolución cubana, Fidel
Castro Ruz, sobre la capacidad de los pueblos para resistir y vencer todas las
dificultades. A continuación de la aciaga noche neoliberal y de siglos de
dominación colonial e imperialista, en América Latina se constata la tendencia creciente
hacia un despertar de la conciencia revolucionaria de los pueblos que,
extendida al Caribe, ha sido acelerada por la grave crisis estructural del
sistema capitalista y el surgimiento de líderes progresistas deseosos de
trabajar en beneficio de todos los sectores populares y por el bien de todos en
el continente.
Muchos
son los desafíos futuros para la CELAC, pero su nacimiento es una clara contribución
al equilibrio del mundo y al mejor funcionamiento de las Relaciones
Internacionales. Desde ahora, la CELAC es un freno considerable a las políticas
hegemónicas de los Estados Unidos y sus aliados europeos. Símbolos de una
civilización en crisis económica, política y social con síntomas de decadencia y
descomposición.
La
CELAC es otro paso hacia un sistema mundo pluripolar y pluricultural que, desde
su conformación, asesta un duro golpe a la imposición de un único polo de poder
global y a la perspectiva de multipolaridad concebida como la prolongación de un
pensamiento político (teórico-práctico) centrado en las relaciones de poder y de
dominación de unos Estados por otros en la Política Internacional.
Si con la CELAC nace un
mundo diferente portador de una nueva ética en las Relaciones Internacionales, entonces
le damos la bienvenida a ese nuevo mecanismo o foro de concertación para la
integración de los pueblos, en un escenario internacional ensombrecido por el
fantasma de la guerra.
En suma, la CELAC es la nueva
esperanza para la paz, el desarrollo socio-económico y la integración solidaria
entre los pueblos de América Latina y el Caribe. Y, para el bien de la
humanidad toda, que sus motivaciones irradien con esa misma fuerza en otras
latitudes.
Ignacio Ramonet, Director de la edición española de ‘Le Monde Diplomatique’ alerta del “golpe de estado financiero” que vive Europa.
La mundialización financiera ha creado su propio Estado. Un poder sin
sociedad. Este rol es ejercido por los mercados (…). Las sociedades
realmente existentes son sociedades sin poder. Y todo esto no deja de
agravarse”. Este texto tiene 14 años. En diciembre de 1997, Le Monde
Diplomatique publicaba el editoral del director de su versión en
español, Ignacio Ramonet, Desarmad los mercados financieros.
Una alerta que sería germen del movimiento Attac, hoy presente en 40
países, que lucha por la creación de una tasa a las transacciones
financieras mundiales (inspirada en la Tasa Tobin) para ir echando
“granos de arena” en el engranaje de la especulación.
14 años después, dos países del Viejo Continente han visto cómo sus
gobiernos elegidos en las urnas eran sustituidos por unos gestores de
quiebras mientras el resto atribuye al mercado decisiones y recortes.
Podría decirse que Ramonet, que participó esta semana en el ForoBurgos
organizado por Banca Cívica, acertó.
¿Se cae Europa?
Es un momento extremadamente delicado. Da la sensación de que no hay
a la cabeza una generación política a la altura de la crisis
apocalíptica que estamos viviendo. Y no nos hemos sorprendido lo
suficiente de que, en los últimos meses, Alemania y Francia hayan
asumido un poder que nadie les ha dado. Hemos leído: Rajoy habla con
Merkel’. ¿Lo primero que hace el vencedor de unas elecciones con un
resultado abrumador es llamar al jefe? No estamos en un Estado federal.
España no es Dakota ni Berlín, Washington. Pero manda Merkel con
Sarkozy de coartada.
Hay quien dice que Merkel asume el liderazgo porque no hay otro poder fuerte.
Si Merkel es quien está pilotando la crisis, el resultado es muy
malo. Grecia va cada vez peor. Su PIB es el 3% de la zona del euro.
Cuando estalló la crisis, se podía haber solucionado con un pequeño
esfuerzo económico. Ahora, la gangrena ha subido. Austria y Francia
tienen triple A (máxima calificación en su deuda) y las atacan. No se
sabe si el euro será capaz de resistir. A Portugal se le ha impuesto
una cura de caballo, se le ha impuesto la recesión y como resultado, le
acaban de volver a bajar el rating. Esto no funciona.
¿Tampoco para Alemania?
Los alemanes se van a despertar dentro de poco constatando que la
mayoría de los países europeos no compran. Y que ellos no exportan.
¿Por qué no lo ven?
No están a la altura. Están aplicando recortes de manual a
situaciones que no se corresponden. Están alentando a los mercados a
seguir ejerciendo presión. Los mercados están desbocados porque durante
años ha habido una desregulación que les dejó hacer lo que querían. Los
políticos prometieron cambiarla en el G-20. Sarkozy prometió la tasa a
las transacciones. Pero los mercados no quieren y no se adopta.
¿A qué nos enfrentamos?
Si seguimos así, la primera amenaza es que no estamos seguros de que
el euro vaya a resistir. Nadie puede afirmar que seguirá siendo lo que
es dentro de tres meses o de un año. Mucha gente apuesta por que
desaparecerá o quedará restringido al área de influencia de Alemania.
¿Europa se ha convertido en la primera ficha de un nuevo dominó?
La crisis de la deuda europea puede tener incidencia a escala
global. Muchos se han olvidado, entre ellos Alemania, de que la
globalización es la articulación de todos los mercados. Si la zona euro
entra en congelación por la austeridad, no se potenciará el consumo. Ya
hay en Europa 23 millones de desempleados cinco millones en España y 80
millones de pobres, personas que no consumen. El mundo funciona con dos
motores, dos grandes centros de consumo: EEUU y la Unión Europea, ambos
amenazados por la recesión. Si se paran, China va a fabricar menos. De
hecho, el ritmo de crecimiento chino ya ha bajado. Si China deja de
importar, dejará de comprar también materias primas, los minerales que
compra a Perú y Chile y los productos agrícolas que compra a Brasil y
Argentina. Esos países dejarán de crecer. Y en 2013 o 2014 podemos
encontrarnos con una recesión internacional.
¿Puede el mundo soportarlo?
La pregunta es, si la recesión se prolonga en Europa, hasta dónde
soportarán las sociedades europeas la purga a la que se está sometiendo
a la población. Cuánto va a crecer la extrema derecha, cuánto la
protesta social. La historia no se detiene y esto es un golpe de Estado
financiero. Los mercados han decidido tomar el poder. En Grecia e
Italia, la evidencia es total. Se han colocado personas que han
trabajado de uno u otro modo con Goldman Sachs, especialista en colocar
a su gente en puestos de poder, pero ahora al frente de países.
¿Qué se puede hacer?
La sociedad debe reflexionar para seguir defendiendo que otras
soluciones son posibles. Hay que volver a planteamientos keynesianos
(estimular el crecimiento económico inyectando dinero público). No lo
digo yo. Lo dicen (Paul) Krugman y (Joseph) Stiglitz. Hay que hacer
políticas anticíclicas, encontrar soluciones para salir de la
situación. Veo difícil que se adopten en el contexto actual pero, si
los gobiernos no se deciden, vamos a la catástrofe. Quizás si Francia
pierde la triple A, Alemania verá que se hunde la última barrera que
los protege. Los eurobonos podrían ser una solución a la crisis de la
deuda, pero por otro lado habría que prohibir los hedge funds (fondos
de alto riesgo), implantar la tasa a las transacciones, no operar con
bancos que utilicen paraísos fiscales. Quién lo va a hacer si no hay
autoridad. El euro es la única moneda que no está respaldada por una
autoridad política, no tiene Gobierno y los mercados se han dado
cuenta, han visto que se podían enriquecer fácilmente.
¿Por qué arrasa la derecha en Europa si trae recortes aún mayores que los que se han visto?
Es posible que una parte de la sociedad, teniendo en cuenta que
muchos medios de comunicación dominantes insisten en que la línea de la
ortodoxia es la única, acepten la idea de los recortes. El pánico a que
el euro desaparezca genera mucha disciplina. Se ha visto en Catalunya
en estas elecciones. Una parte del electorado piensa que es o recortes
o caos, y votan recortes. El problema es qué pasará cuando no pase
nada. Cuando los sacrificios no hayan puesto fin a la situación de
crisis. Esa es la preocu-pación.
¿Piden realmente los mercados ajustes y reformas, teniendo en cuenta que no funcionan?
Los mercados no saben lo que quieren. No hay un objetivo concreto.
Buscan ganar dinero. Pero es posible que la especulación acabe por
destruir el sistema.
Como señaló recientemente el embajador angolano en Cuba, José César
Augusto, muchos países han colaborado en las tareas de reconstrucción
económica en su país, y destacó la colaboración brindada por la Isla del
Caribe a lo largo de más de 30 años. Miles de angolanos se han
formado como profesionales en Cuba y actualmente estudian allí, más de
mil alumnos de esa nación africana.
Mientras
Estados Unidos, Japón y los países de la Unión Europea están envueltos
en una profunda y prolongada crisis, Angola, una nación africana que
padeció 25 años de guerra desde su independencia en 1975, avanza hoy con
halagüeños resultados en la reconstrucción del país y de su economía.
Impresionantes resultan los logros alcanzados por Angola a partir de
2002 cuando concluyó el conflicto armado que dejó devastada toda la
nación.
La Sudáfrica racista y el antiguo Zaire de Mobutu Sese
Seko, (con el auspicio de Estados Unidos) invadieron su territorio a
fines de 1975 y apoyaron durante más de dos décadas a los grupos
opositores del Frente Nacional de Liberación de Angola (FNLA) de Holden
Roberto y a la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola
(UNITA) de Jonas Savimbi.
Bajo el programa “Estrategia de
Desarrollo a Largo Plazo”, conocido también como Angola 2025, el
gobierno promueve el desarrollo humano y el bienestar para erradicar el
hambre, la pobreza y las enfermedades, a la par que eleva el nivel
educacional y sanitario de la población.
El sistema educacional
se comenzó a reconstruir y como promedio anual en estos años la cifra
de matriculados en los diferentes niveles de enseñanza fue superior a 4
500 000 alumnos. En la actualidad los matriculados en primaria,
secundaria y universitario, en las 53 000 aulas distribuidas en toda la
nación, suman 6 455 000 estudiantes, diez veces superior al último año
del período colonial.
En el sector de la salud, se crearon
centros de atención primaria que garantizan la cobertura del 78 % de la
población, lo que ha permitido reducir la tasa de mortalidad infantil de
140 por 1000 nacidos en 2001, a 61 en 2010.
El 91 % de los
niños han sido vacunados al nacer y cerca de 6 200 000 de menores de
cinco años recibieron las dosis contra la poliomielitis, un flagelo que
en períodos anteriores era una epidemia en el país.
Con la
atención en los centros de salud se logró disminuir la mortalidad
materna (se vacunan también a las mujeres contra el tétano) y se ofrece
tratamiento con antirretrovirales a adultos y niños lo cual posibilitó
que la tasa de prevalencia del SIDA sea una de las más bajas del
continente africano.
Esta en curso el programa nacional Agua
para todos, que con grandes inversiones pretende llevar el necesario
líquido a cerca del 80 % de la población rural.
Se rehabilitan
las presas de Gove, Mabubas, Lomaum y Cambambe I para generar
electricidad las que aportarán 295 megavatios al sistema nacional,
mientras también se instalan centrales eléctricas en Cabinda, Luanda,
Dundo, Lubango, Namibe, Menongue, Ondjiva, Huambo y Benguela.
Para garantizar la alimentación familiar en el campo, se han entregado
créditos a 24 000 núcleos campesinos en 68 municipios de 17 provincias.
Según la Encuesta Integral sobre el Bienestar de la Población (IBEP por
sus siglas en portugués) los índices de pobreza disminuyeron del 68 %
en 2002 al 36,6 % en 2010, y el gobierno angolano pone su empeño para
llevarlos en un futuro a cifras inferiores.
Un ambicioso plan
de viviendas avanza rápidamente para construir 350 090 casas que
albergarán a más de 2 200 000 personas, la mayoría afectadas por los
años de guerra.
Asimismo, se trabaja en obras de
infraestructura y un informe oficial indica que se rehabilitaron y
construyeron 6 500 kilómetros de carreteras, se recuperaron miles de
kilómetros del ferrocarril, se erigieron cientos de puentes y se
rescataron varios aeropuertos. A la par marcha el desarrollo turístico
en los Polos de Futungo de Belas, Calandula, Cabo Ledo y la Cuenca de
Okavango.
Cuando en 2009 el Producto Interno Bruto (PIB) mundial
decreció 0,7 %, Angola registró un aumento de 2,4 % y en 2010 alcanzó
3,4 %. Para este año se estima que se situará en alrededor del 4 %.
Sus reservas internacionales en 2010 eran de 17 500 millones de dólares
y en junio de 2011 llegaron a 21 400 millones de dólares, un incremento
del 23,6 %.
En estos índices han influido varios sectores como
el de Geología y Minas que registró un crecimiento anual del 11,8 %,
con destaque en la producción de diamantes, el cuarzo, fosfato, potasio y
materiales de la construcción. Se elevó la extracción de hierro y
manganeso, así como de oro, cobre y rocas ornamentales.
El
papel fundamental lo tiene la extracción de petróleo que genera más del
80 % del ingreso fiscal, aunque en 2009 y 2010 sufrió contracciones del
-5,1 % y -3 %, por la reducción del precio del crudo y la baja en el
volumen de producción, respectivamente en esos años. No obstante, se avanza en la refinación y producción de derivados como combustible ligero, lubricantes, pinturas y solventes.
Como señaló recientemente el embajador angolano en Cuba, José César
Augusto, muchos países han colaborado en las tareas de reconstrucción
económica en su país, y destacó la colaboración brindada por la Isla del
Caribe a lo largo de más de 30 años. Miles de angolanos se han
formado como profesionales en Cuba y actualmente estudian allí, más de
mil alumnos de esa nación africana.
Un total de 3 174
colaboradores cubanos laboran en el país de Agostinho Neto, 1 316 en el
sector de la salud, 867 en la educación, 796 en la construcción y 195 en
otros sectores.
Angola evade la crisis económica mundial,
labora por el bienestar de su pueblo y se ha convertido en un ejemplo a
seguir para muchos países de ese y otros continentes.