Roberto M. Yepe Papastamatin
Profesor del Instituto
Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García”, La Habana, Cuba
Como parte de la denominada Comunidad de Inteligencia de los Estados
Unidos, el Consejo Nacional de Inteligencia (NIC, por sus siglas en
inglés) es el centro de pensamiento estratégico encargado de conducir
la elaboración de valoraciones y pronósticos sobre asuntos
internacionales para el Presidente y altos funcionarios del gobierno de
ese país, abarcando tanto la producción de análisis breves sobre
asuntos actuales, como la evaluación de tendencias a mediano y largo
plazo. Obviamente, la mayor parte de su trabajo es clasificado, pero
también produce informes públicos, como la serie de tendencias globales
a largo plazo publicada en los años 1997, 2000, 2004 y 2008,
respectivamente [1] .
Se trata de uno de los proyectos más importantes y ambiciosos del NIC.
Con la excepción de su primera edición, se prepara cada cuatro años entre la
realización de las elecciones y la toma de posesión presidenciales. De manera
sucesiva, cada una de estas ediciones involucró a una cantidad mayor y más
diversa de expertos norteamericanos, proceso que se amplió aún más a partir del
informe del año 2004, con la inclusión de especialistas de las distintas
regiones del mundo. Así, estos informes reflejaron los respectivos resultados
de procesos de intercambio, talleres y conferencias entre expertos
gubernamentales, académicos, periodistas y representantes del sector privado,
auspiciados por el NIC, con el objetivo de identificar las tendencias globales
claves, los principales rasgos y escenarios futuros del sistema internacional
durante un rango aproximado de 15 años, y sus implicaciones para la estrategia
de seguridad global norteamericana.
Del
contenido de estos reportes, reseñaré los aspectos más relevantes relativos a América
Latina y el Caribe, los cuales ofrecen algunos indicios sobre las imágenes
acerca del futuro de las relaciones interamericanas que pudieran estarse
manejando en el gobierno norteamericano.
América Latina y el Caribe en los informes del Consejo de Inteligencia Nacional (1997, 2000, 2004 y 2008) [2] .
“Tendencias globales 2010” (Noviembre de 1997).
De manera
general, su idea central es la emergencia de un nuevo concepto del orden
internacional, a partir de la erosión de la estructura del sistema
internacional basada en las relaciones de poder entre los estados y el
creciente papel de nuevos actores internacionales, haciendo insuficientes los
enfoques tradicionales. Algunos estados fracasarían en satisfacer las
necesidades básicas de sus ciudadanos, creando las condiciones potenciales para
la intervención exterior. Se establecerían nuevas normas de comportamiento
internacional, provocando un profundo debate sobre cuándo la intervención
(política, económica o militar) sería legítima, apropiada o esencial. Este
proceso hacia el nuevo orden coexistiría con viejas estructuras y agendas, pues
un grupo de países, entre los que menciona a Cuba, insistiría en la noción de
soberanía y en sus agendas nacionales.
Entre las
principales tendencias pronosticadas para el escenario latinoamericano y
caribeño estaban las siguientes: 1) Crecimiento económico, consolidación de la
democracia, la cooperación regional y un mayor énfasis en las organizaciones
multilaterales. Las reuniones al más alto nivel serían esenciales para impulsar
y expandir las actividades de estas instituciones multilaterales. 2) México y
Brasil serían las voces dominantes en la determinación del ritmo y la forma de
la cooperación regional y la integración económica. 3) La región continuaría estando
amenazada por el narcotráfico y el crimen organizado internacional, los cuales
retendrían la capacidad de socavar las instituciones gubernamentales y, en
algunos casos, como en el norte de México y partes de Colombia, suplantar las
funciones fundamentales de los gobiernos locales. 4) En México –país al que
otorga un valor geopolítico clave- el poder político se volvería más difuso con
la pérdida del papel dominante por parte del PRI y la emergencia de un sistema
multipartidario. El narcotráfico y la corrupción plantearían un desafío al
gobierno y la sociedad en general. 5) En Cuba sería improbable que ocurriera
una significativa reforma política y económica mientras Fidel Castro se mantuviese
en el poder. La reforma económica podría acelerarse con su hermano Raúl, pero
habría resistencia a la reforma política. Cuba presentaría en el peor de los
casos un desafío militar limitado, pero su evolución post-Castro plantearía un
gran número de asuntos económicos, políticos y humanitarios que requerirían
esfuerzos de los Estados Unidos y a nivel multilateral para ser tratados.
“Tendencias globales 2015: Un diálogo sobre el
futuro con expertos no gubernamentales.” (Diciembre de 2000)
A nivel
global, esta edición del informe presenta cuatro escenarios: “Globalización inclusiva”, en el cual
identifica a la región andina como una de las pocas en el mundo que no se
beneficiarán de un desarrollo virtuoso del proceso globalizador y quedarán rezagadas
e inmersas en conflictos internos; “Globalización
perniciosa”, sin mención a nuestra región; “Competencia regional”, según el cual habrá una creciente
resistencia política a la preponderancia global de los Estados Unidos y estos
aumentan su involucramiento en América Latina; “El mundo post-polar”, en el cual la economía norteamericana
disminuye su ritmo y se estanca, colapsa la alianza trasatlántica y Estados
Unidos retira sus tropas de Europa y también disminuye su presencia en Asia, al
tiempo que las crisis de gobernabilidad y la inestabilidad en América Latina lo
fuerzan a concentrarse en su región. En todos estos escenarios, de una forma u
otra, la influencia global de los Estados Unidos disminuye.
Sobre el
escenario latinoamericano y caribeño, el documento contiene entre sus
pronósticos los siguientes: 1) Muchos países latinoamericanos disfrutarán de una
mayor prosperidad como resultado de los crecientes vínculos económicos
hemisféricos y globales, entre otros factores. La probable constitución del
ALCA será un significativo catalizador del crecimiento económico. 2) Pero este crecimiento
y la distribución del ingreso seguirán siendo desiguales, determinando que la
brecha entre los estados más prósperos y democráticos de la región y el resto
se ampliará; México y el Cono Sur lo liderarán, mientras que los países más
débiles de la región, especialmente en la región andina, se retrasarán aún más.
3) Brasil y México serán actores con una creciente confianza y capacidad que
buscarán aumentar su voz en los asuntos hemisféricos. 4) La fatiga con relación
a los problemas económicos y un profundo cinismo hacia las instituciones
políticas –particularmente los partidos tradicionales- podrían conducir a
inestabilidad en Venezuela, Perú y Ecuador. Se producirán retrocesos en la
democracia de algunos países, creando un terreno fértil para políticos
populistas y autoritarios. 5) Crecerá la importancia de la región en la
producción de petróleo, la cual podría crecer, con la participación extranjera,
de 9 millones a 14 millones de barriles diarios. 6) Se incrementarán los
movimientos de protestas indígenas desde México hasta la región amazónica. 7)
Las redes y organizaciones criminales expandirán la escala y el alcance de sus
actividades, pudiendo llegar a sobrepasar la capacidad de los Estados en
algunos países caribeños. 8) Aumentarán las presiones migratorias legales e
ilegales hacia los Estados Unidos y a nivel regional. El crecimiento de las
redes de contrabando de personas de Centroamérica y México exacerbarán los
problemas a lo largo de la frontera norteamericana. 9) La democratización en
Cuba dependerá de cuándo y cómo Fidel Castro salga de la escena. Su economía se
atrasará aún más. Una inestabilidad política significativa durante un proceso
de transición podría conducir a una emigración masiva.
“Mapeando el futuro global: Informe del
proyecto 2020 del Consejo Nacional de Inteligencia.” (Diciembre de 2004)
Entre las
tendencias globales expuestas en esta edición del informe se encuentran las
siguientes: El papel que los Estados Unidos asuman será una variable en la
conformación del mundo futuro, afectando el rumbo que otros estados y otros
actores no estatales decidirán seguir. Su poder relativo se erosionará, pero
seguirá siendo el país más importante a lo largo en todas las dimensiones del
poder. La probable emergencia nuevos actores globales, como China e India,
transformará el escenario geopolítico con impactos potencialmente tan
dramáticos como los provocados por el ascenso de Alemania en el siglo XIX y los
Estados Unidos en el siglo XX. El éxito o el fracaso de Brasil en cuanto a
poder combinar las medidas a favor del crecimiento económico y una ambiciosa
agenda social para disminuir la pobreza y reducir la desigualdad del ingreso
tendrá un profundo impacto a nivel regional. La demanda de petróleo crecerá
significativamente, pero en muchas de las áreas productoras –entre las que
menciona a Venezuela- existirá un significativo riesgo económico o político. Las
crecientes necesidades de China en materia de recursos energéticos
probablemente la impulsarán a aumentar su activismo en varias regiones como
América Latina. La geopolítica del gas reforzará las alianzas regionales debido
a las limitaciones en los mecanismos de distribución (los Estados Unidos mirarán
casi exclusivamente hacia Canadá y otros suministradores del hemisferio
occidental). Aumentará la emigración, incluyendo el flujo de América Latina y el
Caribe hacia los Estados Unidos. El crimen organizado probablemente prosperará en
estados que atraviesen significativas transformaciones políticas y económicas, entre
los que menciona a Cuba si llega a su fin su sistema de partido único.
En la
parte del informe dedicada específicamente a nuestra región, se plantea la
posible profundización de las diferencias entre los países de la región en
cuanto a sus relaciones externas. Mientras el Cono Sur, en particular Brasil y
Chile, establece nuevas asociaciones en Asia y Europa, México, Centroamérica y
los países andinos se mantienen dependientes de los Estados Unidos y Canadá
como socios comerciales y suministradores de ayuda preferidos. Los efectos del
continuo crecimiento económico y la integración global serán desiguales y
fragmentarios, existiendo un creciente riesgo de que surjan líderes
carismáticos y populistas en los estados más débiles de Centroamérica, los
países andinos y partes de México. Porciones crecientes de la población se identifican
como pueblos indígenas y no demandarán solamente tener una voz sino,
potencialmente, un nuevo contrato social. América Latina probablemente se
convertirá en un conjunto de países más diverso, donde aquellos países capaces
de aprovechar las ventajas de la globalización prosperarán, mientras que los
que no lo hagan o no puedan hacerlo quedarán rezagados. Los Estados Unidos
estarán en una posición única para facilitar el crecimiento y la integración de
América Latina, contrarrestando el potencial hacia la fragmentación.
Como parte
del proceso para la elaboración de esta edición del 2004, se realizó previamente
en Chile un seminario dedicado a evaluar las tendencias regionales. Las
conclusiones de este evento se reflejaron en un documento que sirvió de insumo
para la elaboración del informe final del NIC y enfatiza la visión de una
creciente heterogeneidad regional, en la cual el tipo de relación que se
estableciera con los Estados Unidos (como actor hemisférico dominante) y la
calidad de la gobernabilidad democrática doméstica, serían los grandes factores
diferenciales entre los países latinoamericanos.
En este documento se proyectan varias tendencias para los siguientes 15
años que no fueron mencionadas en el informe final: 1) Latinoamérica
competirá más que antes con una agenda global -desde la seguridad
antiterrorista hasta la emergencia de nuevas regiones de peso mundial-
que la relegará en el mapa de las prioridades de Washington. 2) En el
contexto de las políticas norteamericanas de seguridad interior,
aspectos de gran interés para los latinoamericanos en los Estados
Unidos -la política de migraciones, ingreso y residencia, o el circuito
de las remesas- podrían sufrir un endurecimiento regulatorio. 3) En el
sentido inverso, los cambios demográficos en los Estados Unidos a
partir del ascenso de los “hispanos” favorecerán una relación más
estrecha con varios países latinoamericanos, en particular, con la
franja de países que va desde México hasta Colombia, de donde provienen
la mayor parte de los futuros ciudadanos y votantes
hispano-norteamericanos. 4) Dentro de los Estados Unidos, los proyectos
de integración comercial con Latinoamérica –ALCA y otros que puedan
surgir- en general tendrán poco apoyo en el sector privado. Los avances
que se produzcan se lograrán políticamente. 5) Habrá países más y menos
integrados económica y políticamente a los Estados Unidos. Se
profundizará la informal frontera del Canal de Panamá: al Norte, en
general, los países estarán más influidos por la evolución
norteamericana, mientras que Sudamérica como región fortalecerá su
identidad y fronteras subcontinentales, particularmente mientras Brasil
esté en condiciones de aspirar a un liderazgo subregional [3] .
6) Brasil buscará consolidar un rol regional de menor interacción con
los Estados Unidos, proyecto que registrará limitados avances. El papel
regional de Brasil dependerá no sólo de sus condiciones internas, sino
también del nivel de involucramiento que los Estados Unidos decidan
tener en la región. 7) La sumatoria del proyecto regional de Brasil y
su impacto en Sudamérica, y la eventual resistencia a la asociación con
los Estados Unidos en determinados sectores de la sociedad y/o
dirigencia latinoamericanas, hará fracasar el proyecto de integración
hemisférica como fuera concebido en la visión original del ALCA. 8) La
opción más probable de los Estados Unidos será profundizar los lazos
con México y Centroamérica, reconociendo un rol creciente de Brasil o
el Mercosur en el hemisferio Sur, y desarrollar, con el resto de los
países latinoamericanos, una política de “selected partners”. 9) El
fracaso o relativo fracaso del ALCA y la heterogeneidad regional en la
aceptación del rol de los Estados Unidos, implicarán un límite (por
acción u omisión) al liderazgo hemisférico norteamericano, y creará un
vacío de iniciativas multinacionales en los próximos años, en
diferentes áreas como defensa y seguridad, medio ambiente, narcotráfico
y migraciones, donde la coordinación de políticas es necesaria. 10) Sin
embargo, en el largo plazo el hemisferio encontrará una solución a este
problema, a través del fortalecimiento de las instituciones
multilaterales, y del mayor protagonismo de países claves -por ejemplo,
México en el istmo centroamericano o Brasil en el Cono Sur-. 11) El
tema de la seguridad pública en las grandes ciudades se convertirá en
una demanda creciente en las sociedades latinoamericanas, de cada vez
mayor importancia política y electoral. A partir de este fenómeno,
accederán políticos y candidatos de “mano dura” a alcaldías,
gobernaciones y presidencias de la región. 12) En países como Paraguay,
Bolivia, Guatemala o Venezuela se registrarán fuertes tendencias hacia
la reversión democrática y la militarización. 13) En otros casos, la
crisis profunda de la institucionalidad podría manifestarse en formas
más profundas, con procesos de descomposición interna que podrían
evolucionar -de no mediar una intervención internacional eficaz- hacia
una profunda crisis de la estatalidad. Este escenario de estado fallido
correspondería a casos como el de Haití y algunas áreas –no
necesariamente países- de la región andina.
En el
documento del seminario de Chile se relacionaron también algunos escenarios de
baja probabilidad o imprevistos, pero que tendrían gran impacto en caso de
ocurrir. Entre ellos se señalaron: 1) Surgimiento de una ola de gobiernos
radicalizados y antinorteamericanos en Latinoamérica –en particular en Brasil y
en México, lo que tendría un “efecto contagio” sobre otros países. 2)
Surgimiento de un nacionalismo anti-hispano en los Estados Unidos, provocando
un cierre de fronteras, endurecimiento de la política migratoria o
restricciones al envío de remesas. 3) Una intervención militar norteamericana
en Cuba, considerada como la única alternativa al status quo mientras viva
Fidel Castro, pero que tendría efectos impredecibles en materia de seguridad
internacional: los Estados Unidos ganarían fácilmente la guerra, pero no podrían
“conquistar la paz” por la segura movilización de guerrillas castristas a lo
largo de la isla. También generaría una fuerte reacción antinorteamericana en
el continente latinoamericano, con consecuencias político-electorales.
“Tendencias globales 2025: Un mundo
transformado.” (Noviembre del 2008)
En este
informe se adelantan las siguientes características fundamentales del mundo
futuro: El sistema internacional conformado después de la Segunda Guerra
Mundial será prácticamente irreconocible. Se constituirá un sistema global
multipolar, manteniéndose la tendencia a la disminución de las diferencias de
poder entre los países desarrollados y en desarrollo, junto con el incremento
del poder relativo de varios actores no estatales. La característica más
sobresaliente del “nuevo orden” será el paso de un mundo unipolar dominado por
los Estados Unidos a una jerarquía relativamente desestructurada de viejas
potencias y naciones emergentes, y la difusión del poder desde los estados a
actores no estatales. Habrá un sistema internacional más complejo, con un empeoramiento
del déficit institucional y la potencial expansión de los bloques regionales. Aunque
los Estados Unidos probablemente seguirán siendo el actor más poderoso, su
fortaleza relativa –incluso en el campo militar- declinará y su influencia se
hará más limitada. China está destinada a tener más impacto en el mundo en los
próximos 20 años que ningún otro país. En su conjunto, América Latina
continuará retrasada con respecto a Asia y otras áreas de rápido crecimiento en
términos de competitividad económica. El tema de los recursos ganará
prominencia en la agenda internacional. Un crecimiento económico sin
precedentes continuará poniendo presión sobre un grupo de recursos de alto
valor estratégico, incluyendo energía, alimentos y agua, proyectándose que en
alrededor de una década la demanda excederá las disponibilidades de fácil acceso.
El cambio climático deberá exacerbar la escasez de recursos y podrían resurgir los
conflictos por esta causa. Las percepciones sobre la escasez conducirán a los
países a tomar acciones para asegurar su acceso futuro a las fuentes de
energía.
Entre las
tendencias proyectada para América Latina y el Caribe en el informe, se
encuentran las siguientes: 1) Muchos países alcanzarán un notable progreso en
la consolidación democrática y algunos se habrán convertido en potencias de
ingreso medio. 2) Aquellos que han adoptado políticas populistas, como Venezuela
y Bolivia, quedarán rezagados y otros, como Haití, serán más pobres y menos
gobernables. 3) Brasil se convertirá en el poder regional líder, pero sus
esfuerzos para promover la integración sudamericana serán logrados solamente en
parte. 4) Venezuela y Cuba tendrán algún vestigio de influencia en la región,
pero sus problemas económicos limitarán su atractivo. 5) A menos que los Estados
Unidos sean capaces de proveer un acceso de mercado sobre una base permanente y
significativa, podrían perder su tradicional posición privilegiada en la
región, con la correspondiente declinación en su influencia política. 6) Por
otro lado, una población hispana crecientemente numerosa asegurará una mayor
atención e involucramiento de los Estados Unidos en la cultura, la religión, la
economía y la política de la región. 7) La creciente importancia relativa de la
región como productora de petróleo, gas natural, biocombustibles y otras
fuentes de energía renovable impulsarán el crecimiento en Brasil, Chile,
Colombia y México, pero la propiedad del Estado y la turbulencia política
impedirán un eficiente desarrollo de los recursos energéticos. 8) Los problemas
de seguridad pública continuarán siendo difíciles resolver y, en algunos casos,
serán inmanejables. Partes de América Latina continuarán estando entre las
áreas más violentas del mundo. Las organizaciones del tráfico de drogas, los
carteles criminales y las bandas y pandillas locales continuarán socavando la
seguridad pública, lo cual determinará que algunos pocos pequeños países,
especialmente en Centroamérica y el Caribe, estarán al borde de convertirse en
estados fallidos.
El informe
dedica un apartado al fortalecimiento del liderazgo regional de Brasil, aunque
acotando que, más allá de su creciente importancia como productor de energía y
en las negociaciones comerciales, tendrá limitaciones para proyectarse más allá
del continente como un actor principal de los asuntos internacionales. Se
señala también que las percepciones brasileñas sobre la importancia de
desempeñar un papel clave como líder regional y mundial se han incorporado a la
conciencia nacional y trascienden la política partidista. Los descubrimientos
de yacimientos de petróleo costa afuera tendrían el potencial de agregar otra
dinámica a una economía brasileña ya diversificada y colocarla en un sendero de
más rápido crecimiento. Los progresos en los temas sociales, como la reducción
de la criminalidad y la pobreza, tendrían un papel decisivo en determinar el
futuro liderazgo de Brasil.
Escenarios para la unidad y la emancipación
La serie
de informes sobre tendencias globales elaborados por el NIC, mediante procesos
de intercambios entre expertos cada vez más amplios y profundos, evidencia que
el gobierno norteamericano toma muy en serio los estudios prospectivos sobre la
política internacional. Además, la relectura de los pronósticos contenidos en
estos reportes permite constatar un razonable nivel de aciertos, en algunos
casos bastante impresionante.
Debe
tenerse en cuenta, sin embargo, que la predicción de los eventos futuros con
exactitud nunca podrá ser la pretensión fundamental de la prospectiva. En su
lugar, la razón de ser más importante de
este tipo de ejercicios es anticipar escenarios futuros con un determinado
nivel de probabilidad de ocurrencia, tanto aquellos que sean favorables y
deseados, para desarrollar estrategias y políticas que permitan aproximarnos a
ellos, como aquellos desfavorables e indeseables, para desarrollar líneas de
acción que permitan evitarlos, contrarrestarlos o al menos amortiguarlos. Por
tanto, la construcción de escenarios es un componente fundamental del proceso
de planificación y elaboración de estrategias y políticas a desarrollar por los
órganos competentes de los Estados. Como consecuencia de esto, sin que ello
implique renunciar al análisis científico y al mayor nivel posible de
objetividad, los escenarios siempre serán portadores de determinados proyectos
políticos, así como de los intereses y valores ideológicos prevalecientes en
sus formuladores y destinatarios.
De esta
manera, en el caso de la proyección externa de los Estados Unidos hacia América
Latina y el Caribe, las formulaciones públicas de estos escenarios, como en el
caso de los informes del NIC, cumplen una función legitimadora y justificante
de las estructuras y políticas hegemónicas que buscan perpetuar el sistema de
dominación continental.
En este
sentido, por ejemplo, contribuyen a alimentar la gran falacia –promovida de
manera insistente desde los Estados Unidos y sus mecanismos repetidores en el
continente- de que América Latina y el Caribe tiene un bajo nivel de prioridad
dentro de la política exterior global norteamericana y que, por tanto, los
gobiernos de la región tienen que acatar de manera dócil las reglas del juego
del sistema de dominación imperante para así poder aspirar a ganar espacio en
el conjunto de prioridades norteamericanas. Todo esto bajo el presupuesto,
además, de que entrar en el “radar” de la política exterior de los Estados
Unidos es algo muy beneficioso para el país en cuestión. Esta visión servil, típica
de la derecha pro norteamericana, choca frontalmente con la realidad histórica
de la actuación criminalmente intervencionista e injerencista desarrollada de
manera tan activa, consecuente y continua por los Estados Unidos en nuestra
región, desde la proclamación de la Doctrina Monroe hasta el presente.
El énfasis
que se otorga en los informes del NIC a la tendencia hacia la diferenciación
entre los países y la fragmentación de América Latina y el Caribe, es otra
visión interesada que, si bien se basa en tendencias y procesos reales,
desconoce totalmente y descarta de antemano la posibilidad de desarrollo,
aceleración y profundización de escenarios basados en tendencias y procesos
unitarios de signo contrario, como los que se han desarrollado durante el
presente siglo, de manera auspiciosa de un mejor futuro para Nuestra América.
En tanto,
la satanización de los líderes y procesos revolucionarios, democráticos y
progresistas, así como el reiterado uso de términos peyorativos para
calificarlos (autoritarios y populistas), no merece mayores comentarios.
Por otra
parte, es preciso reconocer que los informes del NIC contienen elementos y
análisis de interés que les confieren determinado nivel de objetividad como, por
ejemplo, el reconocimiento de que una de las principales tendencias en curso es
el proceso de declinación relativa del poder norteamericano a nivel global, con
una consiguiente pérdida relativa de su control e influencia en el propio hemisferio
occidental. Esta constatación es desconocida en el discurso oficial
norteamericano actual y, en particular, es anatema para la derecha
neoconservadora que espera ocupar nuevamente el gobierno, de manera física, a
partir de enero de 2013. Esta tendencia declinante no es necesariamente
irreversible y, si bien su realización sería muy positiva para las fuerzas
liberadoras y antiimperialistas de Nuestra América, su desarrollo pudiera
implicar momentos peligrosos y acciones muy ofensivas por parte de los Estados
Unidos, en su pretensión de preservar y reafirmar su actual preeminencia
incontrastable en el continente, en el contexto de una creciente competencia y
rivalidad a nivel global entre las potencias establecidas y emergentes.
En una
fase del sistema internacional de acelerados y profundos cambios estructurales,
con una superpotencia particularmente agresiva, un sistema institucional
multilateral en crisis y un derecho internacional moribundo, los escenarios
norteamericanos sobre nuestra región, como los elaborados por el NIC, son un
referente insoslayable para poder imaginar y construir en la práctica nuestros
propios escenarios antihegemónicos y emancipadores. El arduo y desafiante
esfuerzo para lograr una región latinoamericana y caribeña unida y poderosa, debe
comenzar por imaginar y pensar en grande sobre el futuro, trascendiendo las
limitaciones y urgencias del presente inmediato, como hicieron nuestros
próceres de la independencia y hoy hacen nuestros mejores líderes.
[1] Trabajo presentado en la X
Conferencia de Estudios Americanos, organizada por Centro de Investigaciones de
la Política Internacional (CIPI), La Habana, 16-18 de noviembre de 2011.
National Intelligence
Council (1997). Global Trends 2010. Consultado en http://www.dni.gov/nic/special_globaltrends2010.html.
National Intelligence Council (2000). Global Trends 2015: A Dialogue About the
Future With Nongovernment Experts. Consultado en http://www.dni.gov/nic/PDF_GIF_global/globaltrend2015.pdf.
National Intelligence Council (2004). Mapping the
Global Future: Report of the National Intelligence Council's 2020 Project. Consultado en http://www.foia.cia.gov/2020/2020.pdf.
National Intelligence Council (2008). "Global Trends 2025: A Transformed World". Consultado en http://www.dni.gov/nic/PDF_2025/2025_Global_Trends_Final_Report.pdf.
[1] No obstante, estos
informes públicos deben tomarse siempre como versiones convenientemente
editadas de documentos más amplios, detallados y descarnados que orientan el
trabajo en materia exterior de la Presidencia y los respectivos órganos especializados del gobierno norteamericano,
en particular el Pentágono, la CIA y el Departamento de Estado.
[2] En el año 2010 el NIC
publicó, de conjunto con el Instituto para Estudios de la Seguridad de la Unión
Europea, el informe “Gobernanza Global 2025”, concebido como una especie de
continuación y actualización del informe publicado dos años antes. Este
documento hace muy pocas referencias a América Latina y el Caribe, con
excepción de Brasil, sin exponer elementos particularmente novedosos o
relevantes con respecto al informe previo, por lo cual no lo hemos considerado
en este trabajo.
[3] Ampliando este interesante
aspecto, el documento sostiene que no todos los países latinoamericanos compartirán
la misma voluntad de asociación con Estados Unidos. En varios casos, la
situación geográfica o una visión compartida de las élites continuarán
produciendo una voluntad de integración de largo plazo. En otros, diferentes
niveles de resistencia a Estados Unidos de parte de las poblaciones
latinoamericanas terminará arrastrando a sus dirigencias a una política de distanciamiento
y desconfianza, aunque la resistencia a una mayor integración también podría
surgir de la propia visión de las élites políticas e intelectuales. En el caso brasileño,
se precisa que el diagnóstico sobre la necesidad de construir un perfil
regional reduciendo la interacción con Estados Unidos surge de un consenso en
la dirigencia.