viernes, 11 de abril de 2014

De la guerra del golfo a Crimea: un mundo "como de costumbre"


Por Dr. Alberto Hutschenreuter

Una de las características del mundo actual es la poca diversificación de hipótesis relativas al porvenir. Con muy escasas excepciones, la mayoría de los enfoques describen escenarios basados en lo que Stanley Hoffmann apropiadamente ha denominado "políticas como de costumbre", es decir, un curso internacional en el que se mantienen los patrones tradicionales: anarquía internacional, competencia interestatal, preocupación por la seguridad, interés y autoayuda nacional, jerarquía internacional, etc.

La situación difiere notoriamente de la que siguió al final de la Guerra Fría, cuando surgieron múltiples 'imágenes' o hipótesis sobre el rumbo de la política internacional.

Entonces, si bien constituían mayoría los enfoques relativos a configuraciones internacionales centradas en políticas de poder, rivalidad, equilibrio y unipolarismo, los enfoques sobre una evolución en clave esperanzadora o en base a "políticas de orden mundial" (para usar el modelo alternativo de Hoffmann que supone la cooperación internacional hasta casi inhibir la confrontación) no solamente gozaban de importante recepción, sino que los hechos parecían orientados hacia dicha política o modelo, por caso, expansión del comercio y de los bloques geoeconómicos, creciente relevancia de los pueblos como nuevos sujetos del derecho internacional y de "la aldea global", expansión de las misiones de la ONU, proliferación de instituciones, etc.

Hoy todas aquellas hipótesis que preanunciaban un mundo menos anárquico y más sujeto a reglas o situaciones de ganancias colectivas que tornaban casi impensable la ruptura, se encuentran depreciadas. Más todavía, aquellas que casi no admitían reservas por la contundencia de los hechos hoy son las más afectadas, por ejemplo, la marcha de la integración europea, que por entonces preanunciaba un inminente ingreso de una parte del continente a un espacio posnacional en que se difuminaban soberanías nacionales.

Otras, como las que aseguraban a los pueblos un horizonte cercano de amparos y derechos, no solamente se depreciaron, sino que padecen hoy un estado de total indiferencia frente a la primacía de intereses por parte de los actores mayores; pero mucho antes del derrumbe de la seguridad humanitaria que tiene lugar en Siria (140.000 muertos, más de la mitad civiles), las catástrofes en la zona africana de los Grandes Lagos (Ruanda) o en los Balcanes (particularmente en las 'zonas seguras' de Bosnia) mostraron los límites de la comunidad internacional para emplazar un nuevo orden internacional "en el que los principios de justicia y juego limpio protejan al débil del fuerte y se alcance una paz duradera", según rezaba la esperanzadora declaración del presidente George H. Bush de marzo de 1991.

La predominancia de cuestiones relativas a los intereses de los Estados por sobre temas que consagran los principios y el amparo de los nuevos sujetos del derecho internacional, es decir, los pueblos, las organizaciones no gubernamentales, las instituciones y regímenes globales, las interdependencias, etc., ha sido contundente durante los dos períodos en que podemos dividir la política internacional a partir del final de la Guerra Fría: desde la Guerra del Golfo a Kosovo (1991-1999), y desde el 11-S hasta Crimea (2001-2014).

Si durante el primer período existió relativa mixtura entre esperanza y decepción internacional, por ejemplo, reacción e intransigencia colectiva ante el acto de fuerza de Irak sobre Kuwait, multiplicación de misiones de la ONU a escala global, intervención internacional sin autorización de la ONU, disuasión nuclear explícita, ampliación de la OTAN, etc.; durante el segundo período la frustración fue predominante, pues los ataques del terrorismo transnacional perpetrados en Estados Unidos fungieron como hechos que habilitaron a Estados Unidos a establecer por una década lo que algunos consideran la máxima condición de seguridad de un país: la hegemonía internacional.

Los recientes acontecimientos entre Ucrania, Rusia y Occidente, que resultaron en la separación de Crimea de la primera y su incorporación a la Federación Rusa, se inscriben dentro de este período que si bien ya no está bajo la hegemonía del actor más poderoso del orden interestatal, ha confirmado que las relaciones internacionales se hallan muy lejos de "las políticas de orden mundial", es decir, el modelo que tiende a "sujetar" las relaciones y rivalidades entre Estados a lógicas de negociación y "ganancias para todos" cada vez más elevadas.

Tal vez sea un hecho auspicioso que la crisis no haya escalado hasta los límites de un peligroso enfrentamiento. Incluso se ha afirmado que en otros tiempos esta crisis hubiera implicado la movilización militar. Es posible que, en términos de aceptar la tendencia del mundo hacia un cierto equilibrio interestatal de fuerzas, se haya "aceptado" el ajuste geopolítico o reparación de Rusia en Crimea.

Pero por donde se la enfoque, la crisis es concluyente en relación a la primacía de "políticas como de costumbre". Más todavía, el contexto internacional ofrece casi solamente datos y hechos propios de este modelo, desde gastos militares a escala global hasta afirmaciones geopolíticas, pasando por irrelevancia de organizaciones intergubernamentales, refrenamiento de entidades posnacionales, etc.

No obstante, desde dentro del modelo predominante es posible realizar arreglos en base a la devaluada "política de orden mundial", por caso, como el mismo Hoffmann considera, dando prioridad a lo que es colectivamente importante para todos, asegurando el cumplimiento de pactos que implican refrenar la violencia o deterioros, fortaleciendo los procesos de negociación, evitando decisiones que crean desconfianza, etc.


Tanto en Rusia como en Occidente se han levantado voces no sospechadas de idealismo alguno que reclaman la celebración de un gran pacto que establezca las reglas de convivencia internacional para las próximas décadas. La historia proporciona experiencias exitosas de convivencia interestatal en el marco de "políticas como de costumbre".

El centenario del comienzo de la Gran Guerra y también la proximidad del centenario de la Conferencia de Versalles proporcionan un marco propicio para lograr el necesario acuerdo que evite a las naciones la posibilidad ser arrastradas a un nuevo y desconocido precipicio.


PERSPECTIVA EQUILIBRIUM / RT 

miércoles, 9 de abril de 2014

Entrevista al doctor en Ciencias Económicas Ernesto Molina [1]


¿Qué significa para la economía cubana la aprobación de la nueva ley de Inversión Extranjera?

Ante todo, quiero dejar bien establecido al amigo Santiago Masetti[2], que soy un profesor de Economía Política retirado y voy a responder estas preguntas a partir de la información que apenas hace unos pocos días he conocido por la prensa cubana y por la televisión cubana, con la presentación y aprobación de la Ley de Inversión Extranjera en la sesión extraordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el 29 de marzo del presente año.

¿Qué queremos los cubanos con la actualización del Modelo económico?

Queremos prosperar por el camino socialista, que nuestra  empresa estatal logre un mejor vínculo con los sectores no estatales; proteger a la naturaleza y a la sociedad; y  desarrollar la integración legítima que necesitan nuestros pueblos de América.

Cuando en 1982 el Gobierno cubano estableció el Decreto-Ley 50 “Sobre Asociación Económica entre entidades cubanas y extranjeras en el país”; y después, en 1995, cuando la Asamblea Nacional aprobó la Ley 77, “Ley de la Inversión Extranjera”, esta fue concebida como un complemento de la inversión nacional. La simple lectura de la información que hoy recibimos de esta nueva Ley aprobada este sábado 29 de marzo de 2014, nos permite llegar a una primera conclusión: hoy la inversión extranjera tiene un significado estratégico para Cuba; ya no es propiamente un complemento de la inversión nacional; es una verdadera necesidad para lograr la adecuada dinámica entre el crecimiento y el desarrollo económico; e incluso lograr el cambio más favorable de la estructura económica, para hacerla más diversificada en su esfera productiva y en sus vínculos con el sector externo. 

¿La nueva ley mantiene las mismas reparticiones accionarias en negocios con empresas extranjeras que la anterior legislación, en la que el Estado se quedaba con el 51 por ciento y el grupo inversor extranjero con el resto?

Realmente, desde que la Asamblea Nacional aprobó en 1995 la Ley 77, “Ley de la Inversión Extranjera”, ya entonces se reconoció la posibilidad de la inversión extranjera directa a un 100%.   Como quiera que cada inversión se aprueba caso a caso por el Estado Cubano, en virtud de la conveniencia para el país, fueron muy pocos los casos de este tipo de inversión al 100%  aprobadas.

La forma de proteger la economía nacional se puede lograr con otro tipo de regulaciones y prácticas por un Estado nacional legítimo frente a la inversión extranjera. La inversión extranjera en nuestros países del “Sur” está “diseñada” para provocar una dependencia tecnológica que tienda a ser estable y permanente con los países del “Norte”. La simple restricción del 51% de la propiedad nacional en una empresa mixta ya no garantiza lo principal para proteger la economía nacional.

La empresa socialista cubana ha de alcanzar la suficiente capacidad de respuesta ante las variaciones exógenas de la tecnología. Y el Estado debe estar diseñado con vistas a inducir la mayor competitividad tecnológica de la empresa socialista. Pero en las actuales condiciones de cadenas globales productivas, una pequeña economía muy abierta como la cubana, tiene que acceder a esos encadenamientos productivos mediante una selección adecuada acorde con las fortalezas propias logradas, sobre todo con el llamado “capital humano” desarrollado en estos más de 50 años de desarrollo propio.

La idea consiste en identificar aquellas variables que permitan a  los diversos actores sociales conducir al modelo socialista cubano  hacia el futuro deseado, en un determinado período de tiempo. Y la inversión extranjera directa es una de esas variables hoy por hoy. Una economía abierta no vive de lo que exporta, sino de la diferencia entre sus costos de producción y los precios que logra en el mercado. Y los costos dependen de los insumos importados y la productividad del aparato productivo nacional. Para poder importar lo que el país no produce, el país tiene que exportar no solo servicios con alto valor agregado, sino también productos y bienes con alto valor agregado: ello exige acceder a fuentes de financiamiento externo.


Además de atraer inversión extranjera, ¿la puesta en práctica de esta nueva normativa busca incidir en el levantamiento del bloqueo económico de Estados Unidos a Cuba?

Desde mis días de adolescente, cuando estudiaba mi bachillerato en el Instituto de la Vibora en La Habana, conocí de mis profesores de Historia de Cuba, que en tiempos en que éramos colonia de España, nuestra “fortaleza” mayor era ser “la Llave del Golfo de México”. Ciertamente, nuestra Isla o nuestro Archipiélago, siempre ha sido codiciado por los Estados Unidos; y nuestro pueblo ha tenido que luchar por más de 100 años por su soberanía y su independencia; pero no podemos mudarnos de la cercanía tan peligrosa a 90 millas de este vecino codicioso y agresivo; y por tanto, tenemos que aprovechar el lugar geográfico que nos dio la naturaleza y la historia. Brasil audazmente se ha atrevido a desafiar el bloqueo y ha impulsado la Zona Especial de Desarrollo del Mariel, enorme inversión directa a las puertas del Coloso del Norte.

José Martí, a fines del siglo XIX, nos alertó de la necesidad del equilibrio del mundo, algo que aprendió de Bolívar, quien también habló a inicios de ese siglo de ese mismo concepto. Hoy los BRICS parecen confirmar el desarrollo de un mundo multipolar como una nueva tendencia mundial; y Cuba abre su economía a ese mundo multipolar, pero por sobre todo apuesta a la integración de la Patria Grande a que aspiraron nuestros próceres fundadores. 

El Jefe del Departamento de Estado de los Estados Unidos no ha tenido el mínimo pudor para utilizar el término “patrio trasero” para referirse a América latina. La Asamblea de las Naciones Unidas ha sido casi unánime para  votar contra el bloqueo   económico y financiero contra Cuba, y seguimos estando en una lista negra como supuesto país terrorista. No podemos construir nuestro análisis prospectivo más probable sobre la base de un escenario sin bloqueo, pero tampoco debemos desdeñarlo. Tal vez, el equilibrio de un mundo multipolar en los próximos años nos traiga el fin del bloqueo, pero no por eso Cuba volverá a destinar mayoritariamente su comercio y sus finanzas a un solo polo y mucho menos al Norte Revuelto y Brutal que ha tenido que  aprender a respetarnos.

¿Cuál piensa que es el nivel de presión que pueden generar el empresariado estadounidense para invertir en Cuba?

No he conocido todavía de una presión suficientemente fuerte a lo interno del empresariado estadounidense para modificar sustancialmente la situación entre Cuba y Estados Unidos. Pienso que una vez más la política tiene primacía sobre la economía: sin una convergencia inteligente entre ambos Estados en la esfera política, no habrá cambios en el diferendo entre Estados Unidos y Cuba.

Lo ideal sería encontrar formulas en las que ambos países pudieran estar de acuerdo, sin menoscabar la independencia, soberanía y legítimos intereses de cada cual y sin el objetivo principal de cambiar el régimen cubano, lo cual en mi criterio, debería ser la forma en que la administración Obama modificara la política hacia Cuba.

Un trabajo, patrocinado por el Center for Democracy in the Americas, titulado "Nueve vías para que Estados Unidos hable con Cuba y para que Cuba hable con Estados Unidos", realizado por un equipo de expertos, bajo la dirección de Sarah Stephens, en sus primeros párrafos reconoce que:

La política de Estados Unidos, imponiendo sanciones económicas, tratando de provocar la caída del gobierno de Cuba, nunca ha funcionado ni funcionará. Cuba pide que incondicionalmente se suspenda el bloqueo. Estados Unidos exige que Cuba, unilateralmente, desmantele su sistema político. Con ambas partes divididas, sin esperanza de cambio, como podremos, tan siquiera comenzar a conversar para superar este punto muerto.

Pero la mayor parte de los estudios realizados en Estados Unidos sobre este asunto, salvo el anterior mencionado, nos permite concluir que:

  • Todos están dirigidos al aseguramiento y promoción de la "transición", léase la destrucción de Revolución Cubana, e implantar un gobierno que actúe acorde a los intereses de Estados Unidos.

  • Se trata de utilizar a los cubanos residentes en Estados Unidos como una fuerza importante para promover los objetivos de la "transición".

  • Se plantea que cualquier cambio de carácter económico no debe fortalecer la Revolución Cubana sino garantizar los intereses de Estados Unidos.

  • Dentro del proceso de "transición" que se trata de promover se han tomado en consideración las medidas que deben desarrollarse contra los militares cubanos, que son considerados uno de los pilares fundamentales en que se apoya la Revolución.

Considero que para obtener resultados que nos alejen de la crisis actual y promuevan un mayor entendimiento entre Cuba y Estados Unidos, la política agresiva debe cambiar, los intentos de establecer en Cuba un régimen del agrado de Estados Unidos deben suspenderse, la injerencia en los asuntos internos de Cuba debe eliminarse.

Solamente un clima de confianza y respeto mutuo puede construir los puentes necesarios para la comunicación entre los dos países, esto puede iniciarse de forma moderada, sin permitir que intereses particulares traten de impedir lo que representa un interés de los pueblos de ambas naciones.

¿Qué aporta esta nueva ley a la unificación monetaria y en la actualización del modelo económico?

Antes de responder esta pregunta, es necesario hacer un poco de historia económica reciente. Al perder Cuba sus principales socios comerciales, los antiguos países socialistas de Europa del Este, el peso cubano se devaluó violentamente por la escasa oferta de bienes y servicios; y se hizo imprescindible una política de estímulo a la entrada de dólares vía ingresos por remesas, turismo, exportación de servicios y bienes producidos nacionalmente. Se hizo imprescindible la dualidad monetaria.

La dualidad monetaria favoreció el incremento de la inversión foránea entre 1994 y 1997 y el ingreso de remesas al país. También, dentro de la política de redistribución de los ingresos en divisas de parte de la población, se estableció un fuerte impuesto sobre las ventas en esa moneda, lo que permitía destinar recursos a necesidades sociales a partir de los tenedores de divisas.

El dólar llegó a cotizarse en 150 pesos. A partir del mes de noviembre de 2004 se decide que no circulara el dólar y demás monedas extranjeras, quedando en circulación el peso convertible cubano (CUC) y el peso cubano (CUP). De esa manera el  Banco Central de Cuba, logra el control de la divisa y la emisión de la moneda.

El Estado tuvo que legalizar la circulación del dólar y crear un mercado interno para recaudar divisas. Se estableció una tasa de cambio 1x1 en el sector empresarial, mientras que la tasa de cambio para la población funcionó en base a la oferta y la demanda del dólar y el peso cubano. Mediante una política de saneamiento financiero (eliminación de gratuidades, subsidios, tiendas recaudadoras de divisas, mercados agropecuarios, etc) se ha logrado estabilizar la tasa de cambio para los ciudadanos entre 20 y 25 CUP/dólar.

Normalmente, un país subdesarrollado devalúa la moneda y promueve la inflación para promover las exportaciones. Cuba hizo lo contrario, equiparó el CUC  al dólar 1x1 a nivel empresarial (revaluó el peso convertible) para facilitar las importaciones; y devaluó el CUP para los ciudadanos 1x25, para estimular la entrada de dólares.

La doble tasa de cambio resulta problemática hoy por varias razones, entre ellas, estimula las importaciones y no promueve las exportaciones. Los principales cambios en esta primera etapa se producirán en el sector de las personas jurídicas, a fin de propiciar las condiciones para el incremento de la eficiencia, la mejor medición de los hechos económicos y el estímulo a los sectores que producen bienes y servicios para la exportación y la sustitución de importaciones.

Para responder a esta quinta pregunta, hay que tener en cuenta la diferencia entre la competitividad espuria y la competitividad legítima.

La tasa de cambio monetaria es la tasa en que las monedas extranjeras, incluida la internacional, son convertidas a la nacional. Un país que compite internacionalmente, mediante el mejoramiento de la productividad, tendencialmente revalúa su moneda. Esto es competitividad legítima.

Téngase en cuenta que el patrón oro desapareció desde los años treinta y las monedas son fuertes o débiles en dependencia de sus capacidades productivas nacionales, más que por las reservas en oro que posean dichos Estados. Un país que compite internacionalmente mediante una mayor explotación de su clase obrera, en términos de intensidad de trabajo, tendencialmente reduce el valor de su moneda. Esto es competitividad espuria.

Los países subdesarrollados devalúan sus monedas porque compiten básicamente mediante altas tasas de explotación e inflación. El aumento de la explotación es el antídoto de los países subdesarrollados contra la competencia tecnológica frente a los países desarrollados. Una alta tasa de inflación en el país subdesarrollado conduce a un salario real bajo. La inflación no aumenta la producción ni el valor, pero sí reduce el salario real, como regla.

Un empresario de un país subdesarrollado con alta inflación, al vender al extranjero pierde competitividad, a menos que dicho Estado nacional deprecie la moneda. Gracias a la depreciación se obtiene menos moneda internacional, es decir, menos valor internacional. Ello equivale a reducir los precios de sus mercancías en el exterior. No es casual que siempre los países subdesarrollados firmen acuerdos con el FMI en los cuales están obligados a combinar fuertes reducciones en los gastos de bienestar social con una drástica depreciación. Mediante la inflación los capitalistas obtienen más plusvalía absoluta y mediante la depreciación pueden vender a precios competitivos en el mercado internacional.

En las últimas décadas, Estados Unidos, y la Unión Europea, a pesar de su alto desarrollo tecnológico, han acudido sistemáticamente a esta competitividad espuria.

Con la inversión extranjera directa, Cuba aspira alcanzar en un mediano o largo plazo, mejorar la productividad, y por tanto,  revaluar su moneda.

La respuesta a esta pregunta puede realizarse también a la inversa: ¿Qué aporta la unificación monetaria y esta nueva ley a la actualización del modelo económico?

La unificación monetaria crea un entorno más favorable a la inversión extranjera y a llevar adelante un modelo económico socialista cubano próspero y sostenible, no sin riesgos y obstáculos, porque el mundo se mantiene convulso en medio de una crisis global y se evidencia la intención imperial de un nuevo reparto económico y territorial del mundo  mediante las Alianzas del Pacífico y del Atlántico.

Además, se hace imprescindible la organización y aprendizaje del personal cubano idóneo para la aprobación eficaz y eficiente de la inversión extranjera, con vistas al desarrollo diverso de la economía cubana y a la competitividad del aparato productivo nacional, tarea estratégica de gran envergadura nada fácil de realizar.

Es todo lo que puedo decirte por el momento y responsablemente como profesional de la economía.


 Portal del Sur


[1] Presidente de la Sociedad Científica de Pensamiento Económico y Economía Política de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de cuba (ANEC)
[2] Periodista que cubre  Centroamérica, el Caribe y Cuba, para la agencia Portal del Sur en Argentina.


viernes, 4 de abril de 2014

Declaración de la Directora General de Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores


CUBA, 4 de abril de 2014.La información contenida en el artículo de la agencia norteamericana AP confirma las reiteradas denuncias del Gobierno cubano. Se demuestra una vez más que el Gobierno de Estados Unidos no ha renunciado a sus planes subversivos contra Cuba, que tienen como propósito crear situaciones de desestabilización en el país para provocar cambios en nuestro ordenamiento político y a lo cual continúa dedicando presupuestos multimillonarios cada año.

El Gobierno de Estados Unidos debe respetar el Derecho Internacional y los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas y, por tanto, cesar en sus acciones ilegales y encubiertas contra Cuba, que son rechazadas por el pueblo cubano y la opinión pública internacional.( Cubaminrex).(Jueves 3.04.


martes, 1 de abril de 2014

Por un mundo multipolar


Por Emir Sader

Entre las enormes trasformaciones que el mundo ha sufrido en las últimas décadas, una que tuvo la mayor consecuencia ha sido el paso del mundo bipolar al mundo unipolar, bajo la hegemonía imperial norteamericana. El fin de la Guerra Fría trajo no solo la derrota, sino también la desaparición del campo socialista, abriendo paso a la hegemonía de la única superpotencia: los Estados Unidos de América.

El que fue anunciado como el tiempo de la Pax Americana se ha mostrado como un tiempo de guerras, en el que EUA se vale de la inexistencia de otro campo que le impusiera límites, para buscar resolver todos los conflictos con su militarización, con el uso de su superioridad en el plano de la violencia. Fue así en Afganistán, en Irak, en Libia.

La lucha por un mundo de paz, de resolución pacífica de los conflictos es, así, una lucha por la quiebra de la hegemonía imperial norteamericana. Es la lucha por un mundo multipolar.

Cuando América del Sur crea un Consejo Suramericano de Defensa está contribuyendo a la resolución pacífica de los conflictos, como lo ha hecho en el caso de la relación de Colombia con Ecuador y Venezuela, así como en el intento separatista en Bolivia.

El rol de las fuerzas políticas en el mundo actual se define por la posición que tiene respecto a la hegemonía imperial norteamericana. Los gobiernos de Europa, por ejemplo, son parte integrante del bloque de fuerzas comandado por EUA, se comportan como sus aliados fieles, rol similar al de Japón, Israel, entre otros.

En este marco, toda fuerza que, por alineamiento político e ideológico o simplemente en la defensa de sus intereses nacionales, se enfrente a la hegemonía estadunidense, desempeña un rol positivo, favorable al surgimiento de un mundo multipolar.

Son los casos de gobiernos como los de Rusia, China, Irán, Siria, entre otros. Amenazados por la política agresiva de EEUU, que busca imponerles sus intereses por medio de formas violentas, resisten, constituyen alianzas para ello, buscan debilitar la capacidad de acción de EEUU. Independientemente de las razones que los mueven e incluso de la naturaleza de sus regímenes políticos, en el ámbito internacional son aliados de aquellos que luchan en contra de la dominación imperial norteamericana y por la construcción de un mundo multipolar.

Hasta hace poco los EUA habían logrado las condiciones políticas, internas e internacionales, para trasferir los conflictos al plano militar y resolverlos a su favor. A partir del conflicto con Siria, la situación ha empezado a cambiar. El gobierno Obama no logró siquiera el apoyo de Gran Bretaña, tampoco el apoyo de los militares norteamericanos y de la opinión pública interna. Tuvo que aceptar los términos de la negociación política del conflicto, al que se agregaron las negociaciones con el nuevo gobierno de Irán. Han tenido que abandonar las amenazas de bombardear de Siria, al tiempo que han aflojado las medidas de bloqueo a Irán.

Actitudes que, de forma automática, han aislado a Israel y Arabia Saudita, antes estrechos e incondicionales aliados de EUA.

Se ha abierto una nueva coyuntura internacional, donde Rusia surge como un actor importante. La crisis de Ucrania y la anexión de Crimea a Rusia, ya son parte de ese nuevo escenario, en el que se debilita la capacidad norteamericana de imposición militar de sus intereses. EUA sigue siendo la única superpotencia a escala mundial, pero ya no encuentra las facilidades que tenía, desde que surgió como potencia vencedora de la guerra fría, para imponerse en el mundo.

JAQUE AL NEOLIBERALISMO