miércoles, 13 de junio de 2018

Latinoamérica, el pensamiento político-ético del Che y la política exterior de la Revolución Cubana


Por Leyde E. Rodríguez Hernández [1]

El pensamiento político y la recia personalidad histórica de Ernesto Che Guevara tuvo el inevitable influjo de la época en que nace y se desarrolla su vida, al igual que de los acontecimientos sociales que estremecieron el continente latinoamericano durante la primera mitad del siglo XX.

Es importante considerar a la hora de analizar los hechos sociales e históricos que más influyeron en su formación como ser humano y revolucionario, la época profundamente golpeada por la crisis económica mundial que se agudizó en 1929, con particular fuerza en los países pobres y dependientes del Tercer Mundo.

Bajo esta profunda recesión económica mundial la vida política y social latinoamericana se encontraba dominada por las oligarquías terratenientes y burguesas que respondían a los intereses del capital imperialista foráneo, principalmente el norteamericano, que con sus métodos de control neocoloniales aumentaron el subdesarrollo y la deformación económica de todo el subcontinente americano.

En el contexto general de América Latina, la situación económica y política del país de nacimiento del Che, La Argentina, no era diferente. La oligarquía fiscaliza, como fuerza hegemónica, la subdesarrollada economía, profundiza la estructura latifundista y de clases, sin preocuparle en lo más mínimo los legítimos intereses de las clases más humildes.

Fuera del ámbito latinoamericano se estaba dando un proceso político que influyó de manera notoria en todos los acontecimientos políticos internacionales, la primera gran experiencia práctica de una revolución socialista en la antigua URSS. Este acontecimiento tuvo repercusión en las fuerzas progresistas del subcontinente y contribuyó con mucha fuerza a la propagación de las ideas marxistas-leninistas, como fuentes teóricas explicativas de los graves problemas sociales, económicos y de explotación capitalista.

En esta compleja situación nacional e internacional se desarrollaron los primeros años de la vida del Che. La lucha antiimperialista aumentó en muchas partes del continente y el enfrentamiento a las burguesías pronorteamericanas era cada vez más agudo. Posteriormente se produjo la guerra Civil Española y los latinoamericanos ofrecieron de forma incondicional su apoyo al pueblo español, a continuación se produce la Segunda Guerra Mundial con sus nefastos resultados en cuanto a las pérdidas que ocasionó en términos humanos y materiales para los países involucrados.

A pesar de que su niñez y primera juventud transcurrieron de una forma u otra bajo la incidencia de estos trascendentales e influyentes hechos internacionales, su formación se desarrolla principalmente en el medio familiar y sobre todo bajo la influencia estable y directa que siempre recibió de la comunicación con sus padres. Haber tenido la dicha de tener un hogar donde se discutían los problemas políticos y económicos de América Latina, fue para el che muy importante en la conformación de sus primeras ideas sobre lo justo y lo injusto, en sus posteriores inclinaciones, inquietudes y motivaciones políticas.

Su madre Celia, fue una mujer sumamente inteligente, que estudió mucho durante su vida. Hablaba el idioma francés con perfección y dominaba muy bien el inglés. Fue muy emprendedora, con ideas avanzadas para su época, en cuanto al papel y el lugar que debe tener el sexo femenino en la sociedad. Desde el punto de vista político se caracterizó por ser de pensamiento liberal.

Su padre Ernesto fue de ideas socialistas. Al respecto él mismo contó en un interesante libro que escribió sobre su hijo el Che: “mi formación desde niño fue socialista y no pretendí presionar a mi mujer, pero ella poco a poco, se fue colocando en el carril de esta nueva manera de ver el mundo, y en muy poco tiempo me dejó atrás. Impetuosa y avasalladora, no tomaba las cosas a medias y cuando se enrolaba en una causa no cejaba en la lucha (….) Sobre mi cargaban la responsabilidad de haber sacado del seno de la iglesia católica a esta criatura para convertirla en una descreída socialista”. (Guevara, 1988, 127)

Con estas influencias del medio familiar y el esfuerzo autodidacta que siempre caracterizó su espíritu de superación personal alcanzó un hábito insuperable de lectura, lo que con el transcurso del tiempo le permitió poseer una enorme cultura literaria, filosófica y política. Entre esas primeras lecturas estuvieron los libros de Freud, de Dumas padre, Mallarmé en su lengua original y la poesía de Charles Baudelaire. Más tarde leyó la poesía española de Federico García Lorca, Antonio Machado, y los versos del poeta chileno Pablo Neruda.

Después de estas lecturas iníciales surgió su diccionario filosófico, con apenas 17 años de edad, porque se había dado cuenta que él y sus compañeros de estudio los necesitaban. Este primer escrito del Che tiene un valor documental e histórico enorme, pues nos permite conocer sus primeras impresiones e ideas sobre la vida, la sociedad en general y el hombre.

En este diccionario dividido en siete cuadernos se encuentran determinados conceptos de diversos pensadores y tendencias expresadas desde posiciones ideológicas y filosóficas diferentes al marxismo, que demuestran las profundas inquietudes filosóficas que tenía el Che en la búsqueda de lo que para él constituía el encuentro de la verdad filosófica. Posteriormente en sus últimos cuadernos refuerza el estudio detallado del surgimiento y desarrollo del marxismo.

En general en estos cuadernos el joven Guevara reflejó su dedicación especial al estudio de la historia de la filosofía y en particular de la filosofía marxista, encontrando en esta y en el pensamiento de Lenin, el valor científico, revolucionario y práctico necesario para la formación de una conciencia nueva en los  hombres destinados a hacer la transformación revolucionaria de la sociedad.

Analizando este primer periodo de la vida del Che nos damos cuenta, que desde muy joven se cuestionó el mundo exterior que lo rodeaba, del profundo interés que tomó en explicarse ese mundo circundante haciendo énfasis en el pensamiento filosófico-materialista antiguo, hasta llegar a Marx, Engels, Lenin, José Martí, Ingenieros, Julio A. Mella, Aníbal Ponce y las ideas creadoras de Mariátegui.

El hecho que el che alcanzara profundos conocimientos de historia de la filosofía y realizara agudos análisis sobre la evolución materialista de la historia demostrando sus solidas concepciones marxistas-leninistas, no nos permite afirmar que su ideario ético estaba completamente formado. En ello jugó un papel fundamental una serie de acontecimientos personales, históricos y sociales que nos parecen haber sido decisivos en la consolidación de su carácter y personalidad.

Entre esos hechos se encuentran sus viajes por América Latina, el primero iniciado en 1950, cuando todavía era un estudiante de medicina, y el segundo en 1953, después de graduado. Estos dos viajes por el continente americano le ayudaron a vincular los conocimientos teóricos alcanzados con la cruda y conmovedora realidad latinoamericana.

En 1950, recorrió en motocicleta doce de las provincias argentinas, al totalizar más de 4 500 km comprendidos entre Salta, Jujuy, Tucumán, Santiago del Estero, Chaco y Formosa por el Norte; Catamarca, La Rioja, San Juan y Mendoza por el Este, y San Luis y Córdoba por el centro. De este primer viaje recogió impresiones en su diario y abordó con espíritu crítico, todo lo que había visto a su alrededor sobre la necesidad de buscar soluciones a los males sociales de los pueblos.

En el próximo año, 1951, en compañía de su amigo Alberto Granado, emprendió su primer viaje por el continente. El viaje lo inició en la “Poderosa 2”, la bicicleta de su amigo Granado, que se rompió para siempre en Chile, al segundo mes de la marcha. Luego continuaron un recorrido que los llevó por Bolivia, Perú, Colombia, para terminar en Caracas donde se quedó Granado, pero Ernesto continuó con un viaje no programado hasta Miami, para poder regresar a La Argentina.

Una de las vivencias que más le conmovió en este largo viaje fue conocer el sistema de explotación a que son sometidos los mineros chilenos, cuando visitó las minas de Chuquicamata, de donde extrajo lecciones imperecederas de la situación social de ese pueblo.

El próximo país que visitó fue Perú. En este sació el interés por conocer la historia de la civilización incaica y el centro de su cultura simbolizada en Machu-Pichu. Su sentimiento revolucionario y latinoamericano que comenzaba a crecer al observar el panorama de desolación en estos pueblos del sur se fortaleció constatando la depauperación del indio y la destrucción de la historia de la cultura incaica.

Este primer viaje por la región latinoamericana le permitió ver el grado de subdesarrollo de los pueblos, la miseria y la pobreza de las clases más humildes de estas sociedades. Indudablemente este primer contacto con la pobreza y los desposeídos del continente, contribuyó a formar en él un alto espíritu humanista y revolucionario, que lo llevó posteriormente a la lucha de la Sierra Maestra en Cuba y a dar su generosa vida en los cerros bolivianos.

Igualmente, al concluir este primer periplo quedó fortalecido su sentimiento latinoamericanista y el ideal bolivariano de una Latinoamérica unida, pues ya estaba convencido de los enormes peligros que entrañaba la falta de unión en la defensa de la soberanía y la independencia de estos pueblos. 

Volvió a su país natal en 1952 para terminar sus estudios de medicina y recomenzar otro nuevo viaje por América Latina. En julio de 1953, emprendió su segundo viaje por Latinoamérica, y en el transcurso de éste, se define cuál sería su posición final en la lucha de los pueblos por su liberación y la revolución social.

El segundo viaje lo realizó en tren, desde Buenos aires a Bolivia, país donde caería años después heroicamente y tenía lugar una revolución con carácter antiimperialista y anti-oligárquica, ya que se habían tomado una serie de medidas que decretaron la nacionalización de las minas, la reforma agraria y la desaparición del ejército. Sobre la revolución boliviana analizó con profundidad las causas de su fracaso y el papel que desempeño los Estados Unidos en su derrota. Sin terminar de ver el desenvolvimiento de estos acontecimientos se trasladó a Perú, país que había visitado en su primer viaje, en este observó nuevamente el deterioro socioeconómico de la población indígena y la belleza de Machu-Pichu. 

De Perú regresó a Ecuador, y aquí estuvo muy poco tiempo, pues la idea de ir a Centroamérica le resultó más interesante. Es así que llega a Panamá en una embarcación, para seguir viaje a Guatemala mediante su preferido método de caminatas. Este recorrido por Centroamérica significó mucho para el Che, porque pudo corroborar el grado de dependencia y subdesarrollo de estos pequeños países, la explotación de los monopolios y el servilismo de los gobiernos de turno en estas naciones, así como la soberanía limitada y la miseria de las clases sociales con menos posibilidades económicas, que desde entonces convierten a Latinoamérica, en su conjunto, en la región de mayor desigualdad económica e injusticias en la distribución de las riquezas. 

De todos los acontecimientos sociales y políticos que el Che fue testigo personal en su viaje por Centroamérica, la revolución guatemalteca constituyó el hecho que más lo marcó para siempre. Su llegada a este país coincidió con los momentos difíciles que atravesó el gobierno popular de Jacobo Arbenz, hostigado por la oligarquía de su país y el gobierno de los Estados Unidos.

El Che desde el primer momento simpatizó con el gobierno popular de Arbenz y las medidas que intentó poner en práctica: independencia económica, elevación del nivel del pueblo y reforma agraria, pero advirtió la oposición que tendría el gobierno popular por parte de los representantes de los intereses imperialistas en el país, como lo es la oligarquía financiera y los dueños de los medios de difusión locales. También analizó los pasos diplomáticos realizados por el gobierno de los Estados Unidos con el objetivo de hacer aprobar una invasión a Guatemala en la Conferencia Interamericana de la Organización de Estados Americanos (OEA), de Caracas, en 1954.

Estos sucesos aumentaron en el Che su sentimiento antiimperialista y  latinoamericanista. Su ideario político revolucionario se fortaleció y cada vez más vio en el marxismo la única explicación posible a los fenómenos socioeconómicos que había observado. La experiencia guatemalteca fue sin dudas en esta etapa, el hecho que más influyó en su definición política, ética e ideológica. Él mismo lo reconoció en una ocasión: “cuando se produjo la invasión norteamericana traté de formar un grupo de hombres jóvenes como yo, para hacer frente a los aventureros fruteros. En Guatemala era necesario pelear y casi nadie peleó. Era necesario resistir y casi nadie quiso resistir”. (Massetti, 1959, p. 50) 

 Más tarde la historia quiso unir al revolucionario Ernesto Guevara a Cuba, a sus patriotas de entonces, a su líder Fidel Castro Ruz y a los acontecimientos históricos que tuvieron lugar meses después. En este encuentro con un grupo de cubanos asaltantes al cuartel Moncada, entre los que se encontraba Antonio (Ñico) López[2], pudo conocer de los hechos ocurridos el 26 de julio de 1953, en Cuba y surgieron sus posteriores contactos con Raúl Castro Ruz y Fidel, respectivamente.

Sobre este encuentro Fidel dijo: “fue un día del mes de julio o de agosto de 1955 cuando conocimos al Che. Y en una noche como él cuenta en sus narraciones se convirtió en un futuro expedicionario del “Granma”. Pero en aquel entonces aquella expedición no tenía ni barco ni armas ni tropas. Y fue así como, junto con Raúl, el Che integró el grupo de los dos primeros de la lista del Granma”. (Castro, 1967)

Para el Che resultó completamente definitorio en su vida de revolucionario su encuentro con aquel otro joven lleno de ideas claras, justas y valientes. A partir de entonces será su amigo y admirador, como lo expresó en la sierra Maestra: “Fidel me impresionó como un hombre extraordinario. Las cosas más imposibles eran las que encaraba y resolvía. Tenía una fe excepcional en que una vez que saliese hacia Cuba, iba a llegar. Que una vez llegado iba a pelear. Y que peleando, iba a ganar. Compartí su optimismo. Había que hacer, que luchar, que concretar. Que dejar de llorar y pelear. (Massetti, 1959, p. 51)

El Che admiró profundamente a Fidel, reconoció en él su profundo humanismo, su liderazgo y genialidad política, pues de haber sido de otro modo, no hubiera estado a su lado en los días difíciles y gloriosos del Granma y la Sierra Maestra, porque además conocemos su profundo sentimiento de justicia social y su carácter de revolucionario integro. Por eso antes de ir a luchar a otras tierras del mundo expresó sobre Fidel: “pocas veces brilló más alto un estadista que en esos días, me enorgullezco también  de haberte seguido sin vacilaciones, identificado con tú manera de pensar y de ver y apreciar los peligros”. (Che, 1997, p. 6.) 

La Revolución Cubana fue una gran escuela para el Che, en ella vertió lo mejor de su talento e integralidad política y moral. No escatimó esfuerzos ni sacrificios para consolidar su triunfo definitivo y comenzar la construcción socialista. “Estuvo en el INRA[3], al frente de unas pocas industrias a cargo de esa institución cuando todavía no se habían nacionalizado las industrias fundamentales y solo había un grupo de fábricas intervenidas; estuvo en el Banco Nacional, otra de las responsabilidades que desempeñó, y estuvo al frente del Ministerio de Industria, cuando se creó este organismo; se habían nacionalizado ya casi todas las fábricas, había que organizar todo aquello, había que mantener la producción, y el Che se vio ante aquella tarea, como se vio ante otras muchas, la tomó con una consagración total, le dedicaba día, noche, sábado y domingo, todas las horas y se propuso realmente resolver trascendentes problemas. (Castro, 1987)

Ese ejemplo moral y su hondo humanismo  constituyen la base fundamental de su pensamiento marxista-leninista y la simiente esencial de la gran utopía a realizar por los pueblos en el próximo milenio.

El pensamiento ético del Che

Muchas veces estudiamos al Che para resaltar su carácter multifacético y sus extraordinarias virtudes humanas, dignas de ser imitadas y continuadas por las presentes y futuras generaciones, pero también es necesario sistematizar el análisis y la difusión de sus postulados teóricos sobre el papel que  desempeña la moral del hombre y su subjetividad en el proceso de construcción socialista.

En ocasiones analizamos su vida y obra sin percatarnos, tal vez, que la ética constituye el aspecto medular de todos sus aportes teóricos a la Revolución Cubana, a la filosofía marxista-leninista y a la construcción del Socialismo en cualquier parte del mundo. Se debe reconocer que la “insufló lozanía tonificante a la teoría marxista-leninista, aplicando sus concepciones creadoras a las múltiples y complejas tareas que se le confiaron.” (Roa, 1977, p. 21). 

El Che fue un hombre de acción y de ideas avanzadas, ambas virtudes las desarrolló a su más alta expresión y en su interrelación dialéctica fue capaz de legarnos un insuperable código ético que inevitablemente deberá ser estudiado por aquellos que en el futuro tengan la misión histórica de construir las nuevas sociedades socialistas en diferentes partes del mundo, teniendo como premisa y factor fundamental al hombre y su conciencia social.

La obra del Che está llena de páginas aleccionadoras sobre la necesaria formación de valores éticos en la construcción del Socialismo, pero lo que le brinda mayor relevancia es el carácter consecuente de los valores éticos que predicaba y la ejemplaridad de su vida. En sus escritos sobre la guerra de guerrillas aborda la acción revolucionaria y toda su problemática, el papel que debe desempeñar el guerrillero como orientador, agitador y en la formación política de las masas populares, así como la vinculación de un grupo o vanguardia política con el pueblo.

En cuanto a estos aspectos señaló: “tenemos que llegar a la conclusión inevitable de que el guerrillero es un reformador social (…) un revolucionario agrario. Interpreta los deseos de la gran masa campesina de ser dueña de la tierra, dueña de sus medios de producción, de sus animales, de todo aquello que ha anhelado durante años, de lo que constituye su vida y constituirá también su cementerio”  (Guevara, 1977, p.36)   

Sobre la moral del combatiente revolucionario el Che insistió en el plano teórico y práctico en un sentido verdaderamente humanista  Para su análisis teórico tuvo en cuenta las razones de la lucha revolucionaria y sus diferencias con las guerras injustas, veía en la educación moral de los combatientes la necesaria formación de nuevos valores humanos para la construcción del Socialismo y la creación de unas Fuerzas Armadas completamente nuevas. Por eso, en relación con este asunto, dijo que los “sobrevivientes deben ser dejados en libertad. Los heridos deber ser cuidados con todos los recursos posibles en el momento de la acción. La conducta  con la población civil debe estar reglada por un gran respeto a todas las tradiciones y normas de la gente de la zona, para ir a una demostración efectiva, con los hechos, de la superioridad moral del soldado guerrillero sobre el soldado opresor” (Guevara, 1977, p.51)

Era muy importante para el Che el trabajo ideológico del guerrillero  con las masas populares, sobre todo con el campesinado, clase carente de instrucción y educación. Para lograr este objetivo, es necesaria la relación estrecha entre el guerrillero y esa masa de campesinos que constituye su base social, “ir explicando, dando a leer las publicaciones de la rebeldía, enseñando la verdad. Porque una de las características de la propaganda revolucionaria debe ser la verdad. Poco a poco, así se irán ganando masas y podrá ir eligiéndose entre las que hagan los mejores trabajos para incorporarlos al ejército rebelde o a algunas tareas de mucha responsabilidad”. (Guevara, 1977, p.128) De esta forma se realiza un doble trabajo a la misma vez: se difunden mediante la labor de propaganda las ideas revolucionarias y se captan los mejores hombres para nutrir al Ejercito Rebelde, y encomendarles las disimiles misiones que de este se deriven.

Otro aspecto de suma prioridad para el Che, es la disciplina del guerrillero. La disciplina tiene inexorablemente influencias sobre la moral del combatiente y de su lucha. De ahí que defiende la disciplina consciente, que se forma mediante procedimientos educativos y con el ejemplo, rechazando todo método de imposición o coacción. He analizado aquí todos los estos aspectos humanistas del pensamiento del Che, porque la campaña mediática de los enemigos del socialismo en el contexto de los 50 años de su asesinato, mostraron un Che violento, dictatorial y aventurero, lo que constituye una injusticia, que no resiste un análisis serio, cuando se exponen las concepciones humanistas y científicas de su pensamiento o estrategia revolucionaria con miras a la construcción del Socialismo o una sociedad nueva, diferente a la barbarie capitalista.

Es muy esclarecedora la comparación que hizo el Che sobre las diferencias de concepciones entre el Ejército Rebelde y la dictadura de Fulgencio Batista en cuanto a la disciplina: “el de la dictadura practicando su moral, su disciplina cuartelaría, exterior, mecánica y fría y el guerrillero, con su notable disciplina exterior grande y una interior grande”. (Guevara, 1977, p. 237) Esta disciplina interior es fruto del convencimiento, además de tener como meta final el perfeccionamiento de la conducta del individuo y la creación de virtudes. En sus reflexiones el Che destacó la moral de combate que tuvo el Ejército Rebelde, dada por el sentimiento de justicia en una causa y la fe en el triunfo final de los ideales más nobles. Así resaltó que “las armas fundamentales de este ejército eran su moral y disciplina”. (Guevara, 1977, p. 235)  

Con su propia actitud,  el Che fue un ejemplo claro de autodisciplina, siempre se impuso una férrea disciplina en el cumplimiento de todas sus responsabilidades y misiones. Fue capaz de prepararse físicamente para integrar el contingente de hombres que vendría en el Granma. A pesar de padecer agudos ataques de asma, se llenó siempre de voluntad suficiente para realizar incuestionables proezas humanas durante el periodo insurreccional y con ese sacrificio se creó a sí mismo una moral nueva, basada en la disciplina consciente, la racionalidad y la firmeza de carácter.

La preocupación por el ser humano es otro de los valores morales que más defendió en el plano teórico y práctico. En su concepción revolucionaria concibió la educación de los hombres en un ambiente de compañerismo, de sensibilidad hacia la desgracia ajena. Esta sensibilidad y preocupación por los hombres constituyó una característica personal del Che durante toda su vida. En su obra sobre la Guerra de Guerrillas expone: “el guerrillero no debe de ninguna manera, dejar a un compañero herido a merced de las tropas enemigas pues la suerte de éste será, casi seguramente la muerte. Cueste lo que cueste, hay que retirarlo de las zonas de grandes fatigas y los más grandes  peligros deben correrse para esta tarea. El soldado de guerrillas debe ser un extraordinario compañero”. (Guevara, 1977, p. 77)   

Este espíritu de solidaridad humana también lo llevó a las relaciones entre países. Analizó la solidaridad que recibió la Revolución Cubana en los momentos de mayores peligros y subrayó la obligación moral que tiene Cuba de ayudar a otros pueblos. “Estemos prestos siempre a mantener una vigilancia sensible hacia todos los pueblos del mundo, y a darles nuestra mano fraterna, a darle nuestra ayuda desinteresada, no solamente cuando se producen catástrofes de la naturaleza….sino también, cuando hay pueblos que luchan por su libertad. (Guevara, 1960)

La obra de fundamentación teórica sobre el concepto de hombre nuevo “el Socialismo y el Hombre en Cuba” contiene las ideas principales sobre la formación del hombre nuevo en la construcción del Socialismo, proceso que debe realizarse a la misma vez que la creación de la base técnica-material. En ella se encuentra la medula de los aportes del Che sobre los valores éticos necesarios para hacer avanzar la nueva sociedad.  

La concepción del Che sobre la edificación de la nueva sociedad retoma de Carlos Marx los aspectos puntuales de la problemática del hombre, como sujeto activo y consciente de su propia historia. Principalmente, porque en sus estudios sobre el pensamiento de Marx se había dado cuenta que el autor de “El Capital” no desarrolló los aspectos subjetivos, ese no era el objetivo fundamental de su obra, y entonces, a partir de la compleja experiencia soviética, era necesario profundizar sobre este aspecto de la filosofía marxista. El Che estaba convencido de que al Socialismo no se puede llegar si el hombre no es consciente, si no tiene una conciencia nueva frente a la sociedad.      

Para el Che el Socialismo entendido solamente como un hecho económico es un error, hay que concebirlo también como un momento de transformación de la conciencia de los individuos y los colectivos humanos.  En agosto de 1959, en un viaje oficial a varios países afroasiáticos, y en especial sobre Yugoslavia, al ver los métodos de dirección económica de esos países, realizó una serie de observaciones críticas que la historia posterior se encargó de darle la razón a sus planteamientos. 

El Che advirtió: “persiguiendo la quimera de realizar el socialismo con la ayuda de las armas melladas que nos legara el capitalismo (la mercancía como célula económica, la rentabilidad, el interés material individual como palanca, etc.), se puede llegar a un callejón sin salida. Entre tanto la base económica adaptada ha hecho su trabajo de zapa sobre el desarrollo  de la conciencia. Para construir el comunismo, simultáneamente con la base material hay que hacer al hombre nuevo”. (Guevara, 1988, p.9)

Otros valores morales que conforman el humanismo del Che y su concepción del hombre nuevo son la modestia, la sencillez, el espíritu creador, la dignidad, el colectivismo, el sentido de la justicia y el amor a la verdad. La austeridad es uno de los valores fundamentales del hombre nuevo. Consideraba que el revolucionario tiene que vivir como los hombres de pueblo y sufrir sus carencias. Alertó que las inclinaciones hacia las preocupaciones individuales o familiares en una dirección material permiten infiltrar los gérmenes de la futura corrupción. 

En este sentido afirmó: “contrarrevolucionario es todo aquel que contraviene la moral revolucionaria, no se olviden de eso. Contrarrevolucionario es aquel que lucha contra la Revolución, pero también es contrarrevolucionario el señor que valido de su influencia consigue una casa, que después consigue dos carros, que después viola el racionamiento, que después tiene todo lo que no tiene el pueblo, y que lo ostenta o no lo ostenta, pero lo tiene (….) porque todos aquellos que, hablando de revolución, violan la moral revolucionaria, no solamente son traidores potenciales a la revolución, sino que además son los peores detractores de la revolución”. (Guevara, 1970, p. 228)

La gesta del Che al frente del ejército internacionalista de Bolivia, no solo es la hazaña histórica más relevante de la resistencia y la lucha contra el imperialismo en el continente latinoamericano, sino también la epopeya ética más importante de este siglo. Con ella trató de buscarle un espacio político adecuado a la Revolución Cubana y de cambiar mediante posiciones de izquierda la correlación bipolar de fuerzas en el sistema internacional, que no siempre favoreció y defendió los valores e intereses tercermundistas, perpetuando así un orden internacional desigual e injusto. Esta identificación total con los pobres de este mundo y la búsqueda de soluciones a sus problemas, desde posiciones revolucionarias radicales, lo colocan en lo más alto del espíritu ético universal americano. 

El Che en la política exterior de la Revolución Cubana

Son múltiples las dimensiones que trascienden de la personalidad y el ejemplo de Ernesto Guevara de la Serna (Che). Una de ellas lo constituye, sin dudas, su activa participación en la formación y ejecución  de la política exterior de la Revolución cubana.

El profundo pensamiento político del Che dejó su huella imperecedera en el accionar cubano en el escenario internacional. En representación de la Revolución triunfante, desplegó un largo periplo, entre los meses de junio y septiembre de 1959, por un grupo de países afroasiáticos: Egipto, Japón, Indonesia, Ceilán[4], Pakistán, Marruecos, que incluyó también, en los Balcanes de Europa, a Yugoslavia. Luego, a fines del año 1960, presidió una delegación comercial cubana a los antiguos países socialistas de Europa del Este, la entonces Unión Soviética y, en Asia, la República Popular China y la República Popular Democrática de Corea.

De extraordinario valor histórico, para entender el alcance de la política exterior de Cuba, son los discursos pronunciados en los foros de carácter regional y mundial en los que participó. Por su trascendente actualidad, deben recordarse sus pronunciamientos en agosto de 1961 en Punta del Este, Uruguay, con motivo de la conferencia del Consejo Interamericano Económico y Social de la Organización de Estados  Americanos (OEA). En aquella alocución denunció los nuevos métodos de dominación política y económica del imperialismo estadounidense para obstaculizar cualquier intento de unidad de los países de América Latina y el Caribe.

Desde fecha tan temprana, el Che abogaba por la necesidad de la unidad de los pueblos latinoamericanos y caribeños, una idea esbozada por Simón Bolívar y José Martí en el siglo XIX, para resistir, con dignidad y fortaleza, las crecientes ambiciones hegemónicas de la potencia norteña al sur del rio Bravo. Las palabras del Che estuvieron dirigidas a contrarrestar y denunciar una “novedosa política”, que en el siglo XXI  llamaríamos inteligente, diseñada para conquistar la “mente y los corazones” de los latinoamericanos y caribeños. A esta estrategia el gobierno de los Estados Unidos de la época, presidido por el demócrata John F. Kennedy, denominó: “Alianza para el Progreso”, con el objetivo de conceder un total de 20 000 millones de dólares en diez años a los países de la región. Esto podríamos catalogarlo de un pago por adelantado a los gobiernos de América Latina y el Caribe, para lograr de ellos su complicidad en los intentos por aislar y hostigar en todos los ámbitos a la naciente Revolución cubana. 

Lo inminente de esos planes hizo que el Che denunciara, en forma enérgica, los preconcebidos fines de la Conferencia, cuando dijo que se “quería separar a Cuba de América Latina, esterilizar su ejemplo y domesticar a los pueblos del continente”. En su magistral discurso también subrayó que la “Revolución cubana reafirmó la soberanía nacional del país, lo que permite denunciar para todos los pueblos de América, y para todos los pueblos del mundo, la reivindicación de los territorios injustamente ocupados por otras potencias”. A su regreso a la isla rebelde del Caribe comunicó al pueblo cubano sobre su denuncia al imperialismo en Punta del Este, donde por primera vez, en una conferencia latinoamericana, una voz discrepaba: Cuba.

Entre los años 1964 y 1965, el Che tuvo una intensa actividad en el plano internacional. El 11 de diciembre de 1964, en la XIX Asamblea General de la ONU celebrada en Ginebra, en nombre del gobierno cubano, acusó contundentemente las agresiones de los Estados Unidos contra Cuba, y dejó con toda nitidez los fundamentos latinoamericanistas de la Revolución que representó con cabal identificación.

Para el Che, no había enemigo  pequeño ni fuerza desdeñable, y como estableció la Segunda Declaración de La Habana: “Ningún pueblo de América Latina es débil, porque forma parte de una familia de doscientos millones de hermanos que padecen las mismas miserias, albergan los mismos sentimientos, tienen el mismo enemigo, sueñan todos un mismo mejor destino y cuentan con la solidaridad de todos los hombres y mujeres honrados del mundo entero”. (Castro, 1962)

Allí en la apacible Ginebra, sentenció que el añoso y tristemente célebre “Fondo Monetario Internacional es el cancerbero del dólar en el capitalismo (…) es el instrumento de penetración de los capitales norteamericanos en el mundo subdesarrollado (…), no hace sino impedir las medidas frente a la competencia y la penetración de los monopolios extranjeros". (Guevara, 1964) Con argumentos irrebatibles combatió el intercambio desigual impuesto a las naciones del Tercer Mundo, y exigió una nueva definición del comercio internacional mediante la edificación de un Nuevo Orden Económico Internacional.

De enero al 14 de marzo de 1965, recorre un grupo de países africanos: Mali, Congo, Guinea, Ghana, Dahomey[5], Tanzania, Egipto y Argelia. Un periplo que todavía hoy es recordado en muchos de estos pueblos. Como parte de esa estancia en el continente africano, el 24 de febrero, participó como observador en el Segundo Seminario Económico de la Organización de solidaridad Afroasiática. El Che estaba convencido del sinnúmero de restricciones que obstaculizaban y debilitaban una verdadera acción revolucionaria en los países de la periferia capitalista. En este foro su idea: “no hay fronteras en la lucha a muerte contra el imperialismo”, tuvo una gran acogida en los líderes africanos, y sintetizó, para siempre, su concepción internacionalista sobre la lucha revolucionaria.

En marzo de 1965, los revolucionarios congoleses fundaron el Consejo Supremo de la Revolución y su jefe Gastón Soumialot, solicitó apoyo militar a Cuba, consistente en instructores y combatientes. Un mes después, el Che volvió a salir de Cuba hacia el Congo, con el seudónimo de Ramón Benítez, en condición de jefe de la misión cubana para apoyar el movimiento guerrillero de ese país. Allí permaneció hasta que las condiciones políticas internas permitieron mantener la lucha. En noviembre de ese mismo año concluye su estadía en esas tierras.

Sobre la estancia y el papel desempeñado por el Che en el Congo, Fidel Castro dijo en exclusiva entrevista al periodista italiano Gianni Miná: “él también estaba muy interesado por los problemas internacionales (…) Su conducta en esa misión fue como siempre, ejemplar e insuperable. Su estancia en África era transitoria, en espera de que se creasen las condiciones para viajar a Suramérica”. (Miná, 1987, p. 323-324) Nuevas tierras reclamaban sus modestos esfuerzos y, como había dicho en el “Mensaje a la Tricontinental”, su acción se había convertido entonces en un grito de guerra contra el imperialismo y un clamor por la unidad de los pueblos bajo la dominación de los Estados Unidos.

En medio de los más diversos rumores sobre las causas de su enigmática desaparición de las tribunas políticas, Fidel Castro hizo público, cuando todavía se encontraba en el Congo, la carta de despedida que el Che había dejado para el pueblo cubano. Aun en vísperas de su inmortal y definitivo viaje puntualizó con vehemencia en dicho documento: “he estado identificado siempre con la política exterior de nuestra revolución, y lo sigo estando… Donde quiera que me pare sentiré la responsabilidad de ser revolucionario cubano, y como tal actuaré”. (Che, 1997, p. 6.)

El espíritu que forjó el Che y su imagen paradigmática de hombre nuevo perduran. La pléyade de jóvenes que, en las condiciones de bloqueo económico, comercial y financiero, y de permanente subversión política e ideológica de los Estados Unidos, sostienen la independencia de Cuba, mantienen vivo el combativo legado del Che a la Revolución Cubana, en el ámbito de una política exterior antiimperialista, internacionalista y solidaria.

Hacia un nuevo estudio de las concepciones teóricas del Che

El pensamiento del Che, sus escritos y el legado de su ejemplo personal pueden servirnos de fuerza moral e intelectual para la profundización de la Revolución y el Socialismo en Cuba. El legado del Che, su inmenso prestigio y los sentimientos que despierta su figura en el pueblo cubano son imperecederos. 

Los aspectos éticos de la obra del Che tienen una vigencia extraordinaria en las difíciles condiciones que atraviesa la humanidad, después del fracaso de los primeros ensayos socialistas en Europa del Este, la desaparición de la Unión Soviética y la crisis de las fuerzas revolucionarias y antiimperialistas a nivel global. En las nuevas condiciones históricas del siglo XXI se han desarrollado procesos progresistas y revolucionarios en Venezuela, Ecuador y Bolivia, entre otros países, pero el imperialismo y las oligarquías locales han hecho todo lo posible por derrotarlos, incluyendo a la Revolución Cubana con un bloqueo económico, comercial y financiero intacto y recrudecido por la administración de Donald Trump y la influencia de los sectores de la extrema derecha miamense.    

En este contexto internacional de intenso accionar de los sectores de derecha y extrema derecha contra los procesos revolucionarios, progresistas y antiimperialistas a nivel regional e internacional, el pensamiento político-ético del Che, nos ofrece poderosos argumentos para la construcción del Socialismo. Lo más importante no es citarlo de forma mecánica o fuera de contexto, sino interiorizar que sus virtudes humanas y revolucionarias son las verdaderas cualidades de un ser superior, dotado para vivir de forma más plena y aportar lo mejor de sí a sus país y la humanidad. 

El ejemplo y la obra del Che no deben ser utilizadas como parte de una táctica, para cumplir objetivos políticos inmediatos, es necesario que forme parte consciente de la actividad cotidiana de las fuerzas de izquierda frente el brutal capitalismo neoliberal y de la misión estratégica que tiene la Revolución cubana de educar nuevos valores morales y humanos en las presentes y futuras generaciones de cubanos. 

Los aportes del pensamiento del Che, sobre la importancia del factor subjetivo, son esenciales en el desarrollo de la joven sociedad socialista. Para el Che el Socialismo es el resultado de la decisión histórica de todo un pueblo y de la educación individual que realiza cada hombre de forma consciente en su interior, para luego vestirse en todo un pueblo y unirse a la vanguardia que eligió el rumbo socialista. Este vinculo entre la vanguardia y el pueblo deber ser un aspecto a tener presente en esta hora del Socialismo en Cuba. Sus aclaraciones certeras sobre el papel de la vanguardia política en todo el periodo de transformaciones sociales y económicas tienen un valor metodológico y didáctico inapreciable.

Estamos obligados a conocer cada vez más el pensamiento del Che, para recuperar sus convicciones éticas, que lo convierten en el paradigma del hombre nuevo y el ejemplo de la utopía humana a construir en el siglo XXI. Es por eso que, en la construcción de un nuevo socialismo a nivel mundial, no bastará con la implantación del poder de las mayorías sociales, la entrega de los medios fundamentales de producción a los trabajadores, y que existan vínculos estables entre la vanguardia y las masas populares. 

Es imprescindible, diría el Che, el desarrollo de la conciencia y cultura revolucionaria en la construcción del Socialismo, puesto que propicia una transformación radical en las relaciones sociales entre los individuos y las colectividades, en sus motivaciones, aspiraciones y actitudes. Se supone que todo eso permitiría la superación del hombre consumista y enajenado por el sistema de dominación capitalista, que es hoy planetario, y genera múltiples problemas globales en su evolución depredadora de la naturaleza y el medio ambiente, amenazando así la existencia misma de la especie humana.    

Notas:

[1] Doctor en Ciencias Históricas. Profesor Titular. Vicerrector de Investigaciones y Postgrado. Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García”.
[2] Joven revolucionario cubano asesinado durante la tiranía de Fulgencio Batista. Miembro del Movimiento 26 de julio y Expedicionario del Granma.
[3] Instituto Nacional Reforma Agraria.
[4] Actual Sri Lanka
[5] Hoy Benín


Bibliografía

Castro Ruz Fidel (1967) Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro en la Velada Solemne en memoria del Comandante Ernesto Che Guevara, Plaza de la Revolución. http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1967/esp/f181067e.html

Castro Ruz Fidel (1987): Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en el acto central por el XX Aniversario de la caída en combate del comandante Ernesto Che Guevara, efectuado en la ciudad de Pinar del Río. http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1987/esp/f081087e.html

Castro Ruz Fidel (1962): Segunda Declaración de La Habana (Selección). http://ccat.sas.upenn.edu/romance/spanish/219/12sigloxxhisp/castrodec.html

Che (1997): El Guerrillero Heroico. 39 años de una vida intensa y llena de virtudes. Editora Política, La Habana, p. 6.

Guevara Che Ernesto (1964): Discurso en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, en Ginebra, Suiza, https://www.scribd.com/document/273978158/Ernesto-Che-Guevara-La-filosofia-del-saqueo-debe-cesar

Guevara Che Ernesto (1977): Discurso en la Plenaria Nacional Tabacalera. Escritos y discursos. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, Guevara Che Ernesto. El Socialismo y el Hombre en cuba. Editora Política, La Habana, 1988, p. 9.

Guevara Che Ernesto (1977): Guerra de Guerrillas. Escritos y discursos. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, T.1, p. 36.

Guevara Che Ernesto (1977): Guerra de Guerrillas. Escritos y discursos. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, T.1, p. 51.

Guevara Che Ernesto (1977): Guerra de Guerrillas. Escritos y discursos. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, T.1, p. 128.

Guevara Che Ernesto (1977): Guerra de Guerrillas. Escritos y discursos. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, T.1, p. 237.

Guevara Che Ernesto (1977): Guerra de Guerrillas. Escritos y discursos. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, T.1, p. 235.

Guevara Che Ernesto (1977): Guerra de Guerrillas. Escritos y discursos. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, T.1, p. 77.

Guevara Che Ernesto (1970): La influencia de la Revolución Cubana en América Latina (1957-1967). Editorial Casa de las Américas, La Habana, T. 2, p. 228.

Guevara Lynch Ernesto (1988): Mi hijo el Che. Editorial Arte y Literatura, Ciudad de La Habana, p. 127.

Massetti Ricardo Jorge (1959): Los que luchan y los que lloran. Editorial Madiedo, La Habana, p. 50.

Massetti Ricardo Jorge (1959): Los que luchan y los que lloran. Editorial Madiedo, La Habana, p. 51.

Miná Gianni (1987): Un encuentro con Fidel. Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, p. 323-324.

Roa García Raúl (1977): Che. Ernesto Che Guevara. Escritos y discursos. Editorial Ciencias sociales, La Habana, p. 21.



domingo, 10 de junio de 2018

ESTADOS UNIDOS: OUR WOMAN IN HAVANA. COMENTARIOS DE NESTOR GARCÍA ITURBE



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Por Néstor García Iturbe.

Walter Lippmann, de CubaNews, me solicitó hiciera unos comentarios sobre el libro de la ex embajadora Vicki Huddleston sobre las vinculaciones que la misma había tenido con Cuba durante su carrera diplomática.

Este libro es distribuido por AMAZON  BOOKS y la idea era mostrarle a los posibles compradores los criterios de un académico cubano sobre el mismo,
Quizás mis criterios despierten la curiosidad de muchos, pues estos se diferencian de los que han dado otros diplomáticos, académicos y autores estadounidenses.
OUR WOMAN IN HAVANA
 Autor: VICKI HUDDLESTON
The Overlook Press, New York. N.Y. 2018
Comentarios del Dr. Néstor García Iturbe

El primer comentario sobre este libro se refiere a lo que  tiene impreso en la cubierta pues se anuncia como “a diplomat´s  chronicle of America´s long struggle with Castrós Cuba”, lo cual no refleja la realidad de lo que se expone en el libro.

La parte 1 del mencionado libro relata la estancia de Vicki Huddleston en la oficina de Asuntos Cubanos del Departamento de Estado a partir de 1989 hasta 1993. Al referirse a esa etapa el autor ha dejado de tomar en consideración 30 años de agresiones de Estados Unidos hacia Cuba, lo que incluye el inicio y fortalecimiento del bloqueo económico, la invasión por Bahía de Cochinos, la Crisis de los Misiles y miles de actividades terroristas y sabotajes  que durante esos treinta años Cuba sufrió. Esa es en realidad una parte importante de  “Americás long struggle with Castro´s Cuba.”

Lo correcto hubiera sido que en la cubierta apareciera que la crónica a la que se hace referencia e solamente a partir de 1989, pues en la forma en que está redactado parece que fuera durante todo el período desde el inicio de la Revolución Cubana.

En el primer capítulo nos da una muestra de la alianza del gobierno estadounidense con lo peor del exilio cubano, principalmente con la Fundación Nacional Cubano Americana y con los Hermanos al Rescate mostrando estos últimos como una organización casi filantrópica dedicada  rescatar balseros, cuando la misma en repetidas oportunidades violó el espacio aéreo cubano para lanzar propaganda y artefactos explosivos.

 La propia autora relata que siendo funcionaria del Departamento de Estado, en algunas de esas violaciones del espacio aéreo cubano viajó como pasajera en uno de los aviones. Una muestra de algo que supuestamente no debe hacer un funcionario oficial del gobierno estadounidense.

En su libro la señora HUDDLESTON trata de describir, según ella, el régimen policiaco en que se vive en Cuba especialmente organizado por la Seguridad del Estado, que según ella no le pierde movimiento alguno a los diplomáticos.

Partiendo de que la autora estuviera totalmente convencida de lo que dice, pudiéramos calificar de ingenuo lo que describe durante la visita a Cuba del Gobernador George Ryan.

Plantea que durante la estancia del mismo preparó una reunión a la que asistieron distintos embajadores, varios de los llamados “disidentes” y que para poder hablar libremente, al terminar la comida que ofreció en su casa, esperó a que los sirviente abandonaran la habitación donde estaban reunidos para comenzar los testimonios y opiniones de cada uno.

¿Si la seguridad cubana tiene un control tan amplio y eficiente, cuantos micrófonos habría en el local seleccionado por la señora HUDDLESTON para efectuar la reunión secreta?

La injerencia en los asuntos internos de Cuba también es reconocida por la ex embajadora, cuando en una reunión con Collin Powell, le relataba como  realizaba acciones con  grupos disidentes, bibliotecas privadas y  periodistas independientes, agregando que si tuvieran mas recursos harían mucho mas actividades.

¿Cuál sería la actitud del gobierno de Estados Unidos si Cuba u otra nación comenzara a fomentar la oposición con el propósito de derrocar el régimen establecido? ¿Es esa la actitud correcta de un diplomático que representa a su país ante otro?

El libro, al menos, recoge las maniobras y actividades realizadas por Estados Unidos contra Cuba con el fin de destruir la Revolución Cubana.

Un verdadero compendio de ilegalidades, maniobras sucias, violaciones a lo establecido en el Derecho Diplomático, conspiraciones e injerencia por parte de Estados Unidos en los asuntos internos de  Cuba.

El mejor titulo para el libro “Our crook in Havana”.

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REVIEW: Vicki Huddleston’s Cuba memoir

Our Woman in Havana by Vicki Huddleston

Comments by By Dr. Néstor García Iturbe
Translated and edited by Walter Lippmann for CubaNews
https://walterlippmann.com/review-vicki-huddlestons-cuba-memoir/
 
The first commentary on this book refers to what is printed on the cover as it is announced as “a diplomat´s chronicle of America´s long struggle with Castrós Cuba”, which does not reflect the reality of what is presented in the book.
Part 1 of the book recounts Vicki Huddleston’s stay at the State Department’s Office of Cuban Affairs from 1989 to 1993. In referring to this stage, the author failed to take into account 30 years of aggression by the United States against Cuba, including the beginning and strengthening of the economic blockade, the invasion by the Bay of Pigs, the Missile Crisis and the thousands of terrorist activities and sabotage that Cuba suffered during those thirty years. That’s actually an important part of “Americás long struggle with Castro´s Cuba.”
The correct thing would have been for the cover to show that the chronicle to which reference is made only from 1989 onwards, since in the way it is written it seems to have been written to cover the whole period since the beginning of the Cuban Revolution.
In the first chapter she gives us a sample of the alliance between the U.S. government with the worst of the Cuban exiles, mainly with the Cuban American National Foundation and the Brothers to the Rescue [BTTR]. It presents the latter as an almost philanthropic organization dedicated to rescuing rafters, when it repeatedly violated Cuban airspace to launch propaganda and explosive devices.
The author herself reports that, as a State Department official, in some of these violations of Cuban airspace, she travelled as a passenger on one of the BTTR planes. This is an example of something that an U.S. government official is not supposed to do.
In her book, Mrs. Huddleston tries to describe, according to her, the police regime in Cuba, especially organized by the State Security, which she says does not miss any movement of foreign diplomats.
Assuming that the author was totally convinced of what she said, we could describe what she sees as naïve during Illinois Governor George Ryan’s visit to Cuba.
She states that during his stay she prepared a meeting attended by various ambassadors, and several of the so-called “dissidents”. And that in order to be able to speak freely, at the end of the meal she offered in her home, she waited for the servants to leave the room where they were gathered to begin the testimonies and opinions of each of them.
If Cuban security has such a broad and efficient control, how many microphones would there be in the premises selected by Mrs. Huddleston to hold the secret meeting?
The interference in Cuba’s internal affairs is also recognized by the former ambassador, when in a meeting with Colin Powell, she told him how she carried out actions with dissident groups, private libraries and independent journalists, adding that if they had more resources they would do much more.
What would be the attitude of the U.S. government if Cuba or another nation were to begin to foment opposition for the purpose of overthrowing the established regime? Is that the right attitude of a diplomat representing his country to another?
The book, at least, gathers the maneuvers and activities carried out by the United States against Cuba in order to destroy the Cuban Revolution.
A true compendium of illegalities, dirty maneuvers, violations of diplomatic law, conspiracies and interference by the United States in Cuba’s internal affairs.
A better title for the book would have been “Our Crook in Havana”.

GRUPO EL HERALDO  sarahnes@cubarte.cult.cu


domingo, 3 de junio de 2018

La política de los Estados Unidos hacia Cuba durante el gobierno de Trump[1]

Por Roberto M. Yepe[2]
Desde inicios de la década de los años sesenta del siglo pasado, el núcleo central de la política de los Estados Unidos hacia Cuba ha sido un bloqueo económico, comercial y financiero que, por su alcance y duración, no parece tener precedentes en la política estadounidense hacia ninguna otra nación del mundo. En esencia, se ha tratado de una guerra económica permanente. El objetivo confeso de esta política es hacer la vida de los cubanos lo más miserable posible y, por esa vía, destruir el sistema económico, social y político erigido en Cuba a partir de 1959 para asegurar la plena independencia, la soberanía y el mayor grado posible de justicia social.
Sin embargo, en su determinación de poner fin al proceso revolucionario cubano, el gobierno estadounidense no se ha limitado al bloqueo. Se ha valido además de una  panoplia de instrumentos y acciones agresivas y hostiles muy amplia, que ha incluido la organización de una invasión mercenaria, el terrorismo de Estado (lo que el propio gobierno estadounidense concibe como State Sponsors of Terrorism, para designar a otros países), los atentados contra dirigentes políticos cubanos y la amenaza –con altas y bajas según la coyuntura internacional, pero siempre latente- de una acción militar directa y masiva como posible respuesta a las más disímiles causas que eventualmente pudieran utilizarse como pretextos.
El 17 de diciembre de 2014, el presidente Barack Obama anunció un cambio de política como resultado de negociaciones desarrolladas con el gobierno cubano, consistente en el restablecimiento de relaciones diplomáticas y el inicio de un proceso de normalización de relaciones. Este giro incluyó la revocación de la siempre injustificada designación de Cuba como un Estado patrocinador del terrorismo (una decisión de la mayor relevancia para la seguridad nacional cubana) y propició un significativo incremento de los viajes de ciudadanos estadounidenses a Cuba, así como de los intercambios y de las interacciones cooperativas entre los gobiernos y las sociedades de ambos países en los más diversos sectores. Durante el corto período de un poco más de dos años que restaban al gobierno demócrata, en cinco ocasiones los departamentos del Tesoro y de Comercio adoptaron medidas flexibilizadoras del bloqueo en cuestiones relativas a los viajes, las remesas, el comercio, las telecomunicaciones y los servicios financieros (Sullivan, 2018).
En un balance histórico, el cambio positivo que significó la política desarrollada por el gobierno de Obama desde diciembre de 2014 no debería ser subestimado, al margen de cualquier discusión sobre sus motivaciones y objetivos políticos finales. La mejor demostración de eso son las acciones y la postura actual del gobierno de Trump hacia Cuba. El hecho de que, como lo hizo Obama, un presidente estadounidense haya abogado por la eliminación incondicional del bloqueo (que requiere la aprobación congresional), así como que haya proclamado solemnemente en una directiva presidencial que la política hacia Cuba no buscaría imponer un cambio de régimen y que corresponde al pueblo cubano tomar sus propias decisiones sobre su futuro, no tiene precedentes históricos, al menos en el período posterior a 1959. Aunque se tratara de hechos declarativos, sin duda constituyeron posicionamientos de gran trascendencia simbólica que, en términos prácticos, creaban una restricción político-moral sobre el comportamiento de los órganos y agentes ejecutores de la política hacia Cuba. Estos importantes avances se han perdido con el gobierno de Trump, que ha modificado de una manera muy negativa su relación con el gobierno cubano. En pocas palabras, con el gobierno de Trump se ha restaurado la política de mantenimiento del bloqueo y de cambio de régimen en Cuba, la cual no puede tener otra respuesta que la exigencia del más irrestricto respeto a la soberanía cubana que, vale recordar, es un imperativo constitucional[3].
En el mes de junio de 2017, el presidente Donald Trump anunció una nueva política para congelar y revertir parcialmente el proceso de normalización de relaciones. Pero, más allá del contenido y el alcance de las medidas concretas adoptadas, quizás lo más importante fue la manera en la que se orquestó este anuncio, en un teatro miamense convertido en una especie de circo romano para reoxigenar a los sectores más cavernarios, batistianos y revanchistas de la emigración cubana y de la derecha estadounidense anticubana, los cuales habían visto cerrarse su acceso a la Casa Blanca y que parecían haber perdido gran parte de su capital político durante el gobierno de Obama. Se trató de un espectáculo insultante para la gran mayoría de los cubanos, que consagró la postura y el estilo adoptados por Trump contra Cuba desde su etapa final como candidato, en septiembre de 2016, mediante una metamorfosis camaleónica, reafirmada poco después de su elección mediante un repudiable tweet en ocasión del fallecimiento de Fidel Castro.
Desde el punto de vista práctico, la nueva política anunciada por Trump incluye, entre sus aspectos más significativos, un conjunto de regulaciones destinadas a perjudicar la economía cubana, como la prohibición de transacciones con compañías vinculadas a instituciones militares cubanas, según un listado emitido por el Departamento de Estado, y el incremento de las restricciones a los viajes de ciudadanos estadounidenses a Cuba.
Pero lo más importante se produjo después, en el terreno político-diplomático. En lo que fue presentado como una respuesta a supuestos “ataques acústicos” que habrían afectado la salud de algunos miembros de su personal en la Embajada de los Estados Unidos en La Habana, el Departamento de Estado ordenó la retirada de una buena parte de dicho personal y expulsó a 15 funcionarios de la Embajada cubana en Washington, a pesar de que oficialmente al gobierno estadounidense no le ha quedado más alternativa que reconocer que no posee ninguna evidencia sobre algún tipo de responsabilidad del gobierno cubano por los supuestos hechos. Estas injustificadas medidas de represalia son coherentes con el objetivo principal de congelar y revertir en toda la medida posible el proceso de normalización de las relaciones bilaterales, barriendo así con cualquier impronta o legado del gobierno de Obama, lo que es un rasgo compulsivo del gobierno de Trump, de manera general, tanto en el plano de la política doméstica como de la política exterior. Por otra parte, estas acciones hacen más cercana una eventual decisión de romper las relaciones diplomáticas y propiciar así un proceso de escalamiento en el nivel de agresividad contra Cuba.
De otro lado, esta situación ha autilimitado severamente la labor político-diplomática y la capacidad de influencia de la Embajada estadounidense en Cuba, en una especie de tiro en el pie para sus servicios de inteligencia. Tal vez eso haya motivado que el flamante secretario de Estado, Mike Pompeo, con su experiencia inmediata precedente como jefe de la CIA, señalara en su audiencia de confirmación congresional la intención de restablecer el personal diplomático en La Habana, lo cual quedaría por verificarse.
Por otra parte, al adoptar estas medidas, el gobierno de los estadounidense carga con toda la responsabilidad por el severo daño causado a los servicios consulares requeridos por las personas que desean viajar a los Estados Unidos desde Cuba, aunque es preciso reconocer que la creación de obstáculos de todo tipo para que ciudadanos latinoamericanos y con tez más o menos oscura viajen hacia ese país es algo que se ajusta perfectamente a las preferencias y las concepciones marcadamente xenófobas y racistas del presidente Trump.
La actual configuración del gobierno estadounidense, en cuanto a las figuras que ocupan puestos claves de alto nivel y que podrían tener una particular incidencia en la formulación y la ejecución de la política hacia Cuba, es bastante desoladora. En el caso del propio Donald Trump, su camaleonismo político carente de cualquier ideología estructurada y principista, así como su vocación para los negocios, no parecerían ser per se obstáculos para un eventual reencauzamiento de la relación bilateral en un sentido pragmático favorable a los intereses nacionales de ambos países. Los problemas mayores están detrás o por debajo de Trump, personificados sobre todo en el vicepresidente Mike Pence; el Asesor de Seguridad Nacional, John Bolton; el Secretario de Estado, Mike Pompeo; y la Embajadora en la ONU, Nikki Haley; por no mencionar a otro conjunto de funcionarios de menor nivel de la Casa Blanca y otros departamentos y agencias con muy negativos antecedentes en la política de los Estados Unidos hacia América Latina y el Caribe, en general, y hacia Cuba, en particular.
Aunque formalmente fuera del poder ejecutivo, opera otro actor clave y quizás hasta ahora el más influyente en la política hacia Cuba, el senador Marco Rubio, secundado por otros congresistas anticubanos. Aprovechando la visión transaccional del mundo que tiene el actual presidente estadounidense, el senador floridano ha tenido un éxito indudable en “secuestrar” la política hacia Cuba a cambio de un comportamiento favorable o condescendiente hacia Trump desde su posición como miembro del Comité de Inteligencia del Senado, en las investigaciones que acosan al presidente desde el mismo inicio de su mandato. Rubio tuvo un protagonismo indiscutido, reconocido explícitamente por la Casa Blanca, en la reformulación de la política anunciada en junio del pasado año. En fecha más reciente, se dio el lujo de vetar un seminario organizado por la unidad de investigación y análisis de inteligencia del Departamento de Estado, porque habían sido convocados expertos que cuestionan la actual política, situación que ha causado consternación en la comunidad académica estadounidense. Sin embargo, parecería claro que Rubio no ha logrado obtener una buena parte de lo que pudiera ser su lista de deseos contra Cuba, cuya meta final sería retrotraer la relación bilateral a la situación anterior al 17 de diciembre de 2014, agudizar el conflicto y catalizar un escenario catastrófico para la relación entre los dos países. Por ejemplo, seguramente Rubio ha insistido en colocar a Cuba nuevamente en el listado de naciones patrocinadoras del terrorismo y romper las relaciones diplomáticas.
De las consideraciones anteriores se desprenden dos conclusiones principales.
Por el lado negativo, el hecho de que hoy no estemos en el peor escenario concebible implica que existe un espacio para el ulterior incremento de la agresividad de la política estadounidense hacia Cuba y, consecuentemente, para un empeoramiento de las relaciones bilaterales. El nivel de probabilidad de ocurrencia de este escenario ha aumentado con la designación de John Bolton como Asesor de Seguridad Nacional, un halcón neoconservador que en un pasado no lejano acusó calumniosamente a Cuba de estar fabricando armas de destrucción masiva. La esperanza aquí, a partir de la tradición ya establecida en el funcionamiento del gabinete de Trump, es que Bolton dure poco en el cargo.
Por el lado más alentador, el hecho de que no se haya producido hasta ahora el peor escenario, indica que existen poderosos factores y fuerzas económicas, sociales y políticas operando para obstaculizar e impedir un mayor deterioro de las relaciones bilaterales. Se trata de factores y fuerzas que actúan tanto desde la sociedad como desde las propias estructuras y órganos gubernamentales estadounidenses, conformando una situación más favorable que la existente con anterioridad a la breve “primavera” de Obama con Cuba. Por ejemplo, seguramente en la Cámara de Comercio de los Estados Unidos no están muy contentos con la actual situación. Los intereses económicos de los sectores agrícolas y de viajes han sido particularmente afectados. La emigración cubana interesada en una relación normal con su país de origen, que es una porción mayoritaria y cada vez más amplia, en determinado momento podría llegar a tener una mayor y mejor expresión en el plano político. Ya desde el gobierno, en los órganos especializados en temas de seguridad, inteligencia y aplicación de la ley, que seguramente constituyeron un estamento clave para dar luz verde a la entonces nueva política anunciada en diciembre de 2014, no deben considerar que sea conveniente el actual curso de la política hacia Cuba, en un momento de renovación generacional de la dirigencia política cubana y en una coyuntura regional y mundial signada por el incremento de la actividad criminal transnacional y el aumento de la rivalidad geopolítica entre las grandes potencias.
Por último, cabe apuntar que la relación entre los Estados Unidos y Cuba es ciertamente asimétrica, pero no es unidireccional. Cuba tiene su poder “blando” e “inteligente” hacia la sociedad estadounidense en los más diversos sectores, como la ciencia y la tecnología, la salud, el deporte y la cultura, como se ha demostrado fehacientemente en las espléndidas jornadas culturales realizadas en días recientes en el Kennedy Center de la ciudad de Washington.
En la actual coyuntura, frente a las inaceptables exigencias injerencistas del gobierno estadounidense, posiblemente el factor que de manera más efectiva podría inducir un cambio positivo en la política hacia Cuba se encuentra del lado cubano. Se trata del grado de éxito que puedan tener sus autoridades en la solución de los problemas económicos del país, lo cual pasa necesariamente por la diversificación, la intensificación y la aceleración de sus relaciones económicas internacionales –en especial la captación de inversión extranjera-, recreando así un proyecto de nación con desarrollo y justicia social que siga siendo atractivo para la gran mayoría de la población cubana, sobre todo su componente más joven. Por supuesto, todo esto se dificulta enormemente por los efectos del bloqueo estadounidense.
Los Estados Unidos son muy poderosos, pero no son omnipotentes. Además, constituyen una sociedad altamente compleja y diversa en la que interactúan fuerzas e intereses contrapuestos que requieren ser identificados y aprovechados en función de incidir a favor de la mejor relación bilateral posible, como vecinos geográficos inmediatos. Por eso, los que desde una posición u otra participamos o tratamos de influir de alguna manera en la conformación de esa relación bilateral, deberíamos evitar ser prisioneros de visiones deterministas y fatalistas, y desconfiar por definición de los anuncios sobre la “irreversibilidad” de cualquier proceso sociopolítico. De esta manera, suscribimos lo dicho recientemente por el nuevo presidente cubano al recibir e intercambiar con la delegación cultural que fue a la ciudad de Washington:
“Cuando por un lado hay un empeño en hacer retroceder el proceso de restablecimiento de relaciones con el cual queríamos avanzar hacia una normalización de relaciones, quedan puntos de contacto y hay una voluntad de que si hay respeto y si hay igualdad podemos seguir avanzando en esa construcción. Yo no creo que sea eterna la posición que hay en estos momentos y cosas como las que ustedes asentaron en Washington (…) pueden abrir caminos. Y yo creo que todos ustedes demostraron, además del talento, el compromiso, y demostraron que a Cuba hay que respetarla.”[4]

Referencias: 

Constitución de la República de Cuba

Sullivan, M. P. (2018). Cuba: U.S. Policy in the 115th Congress.Congressional 
Research Service.
Notas:

[1] Ponencia presentada el 31 de mayo de 2018 en el seminario “El vecino compartido: las relaciones de Cuba y México con Estados Unidos”, organizado por el Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García” (ISRI) de Cuba y el Colegio de México.
[2] Profesor del ISRI y coordinador académico de la Red Cubana de Investigaciones sobre Relaciones Internacionales (RedInt).
[3]“(…) Las relaciones económicas, diplomáticas y políticas con cualquier otro Estado no podrán ser jamás negociadas bajo agresión, amenaza o coerción de una potencia extranjera.” (Artículo 11 de la Constitución de la República de Cuba)
[4]Declaraciones en el encuentro con los artistas participantes en la cumbre de los Pueblos, realizada en Perú, y en el Festival de las Artes de Cuba, realizado en el Kennedy Center de Washington, D.C. (fragmento transmitido en el Noticiero de la Televisión Cubana, el 23 de mayo de 2018).
Fuente:
 https://robertoyepe.blogspot.com/2018/06/la-politica-de-los-estados-unidos-hacia.html