lunes, 22 de junio de 2015

Internet debe ayudar a hacer nuestra sociedad más dinámica, eficiente, participativa y justa

(Intervención en la clausura de la Conferencia Internacional “Nuevos escenarios de la comunicación política en el ámbito digital 2015”) por Abel Prieto Jiménez (Por Cuba)


   1)  La crisis cultural global

Habría que empezar diciendo que vivimos en medio de una crisis cultural gravísima, la más grave y devastadora de que se tenga memoria. Los paradigmas de la tradición cultural humanista están en franco retroceso frente a la avalancha irresistible de una industria del entretenimiento que no reconoce jerarquías, que ha reducido el arte definitivamente a la condición de la mercancía más vulgar, que expulsó de los altares a los llamados clásicos, que lo mezcla todo, sin orden ni concierto, aquello que puede ser artísticamente valioso con la cultura-chatarra, con fetiches vacíos, con símbolos de la mayor estupidez y frivolidad, y que va más allá en su afán caótico y mezcla realidad y ficción, historia y leyenda, y crea vertiginosamente nuevos mitos y recicla otros, en el torbellino de un espectáculo permanente concebido solo para vender y divertir.

Con todos estos componentes se pretende formar una criatura rendida ante la tecnología (idealizada más allá de sus funciones y de todo sentido ético) y los fetiches de la industria del entretenimiento; una criatura sin raíces, sin memoria, desamparada frente a la manipulación, egoísta hasta el delirio, sometida, colonizada, incapaz de luchar por su emancipación, que sabe muy bien, siempre, en todo momento, quiénes son los “malos” y quiénes los “buenos” en las guerras virtuales y en las reales; una criatura indefensa ante la arremetida publicitaria, cuyo destino e identidad dependen de su condición de consumidora potencial.

Todo esto tiene que ver con la llamada globalización, ese fenómeno que Frei Betto ha rebautizado con razón “globocolonización”.

Alessandro Baricco ha calificado (en Los bárbaros) las experiencias intelectuales del presente como un “surfeo” sobre las olas, siempre en la superficie. Aunque no concuerdo con la benevolencia post-moderna de Baricco, creo que esta idea de “surfear” sintetiza muy bien la superficialidad que propone el proyecto “educativo” del sistema, extraño por esencia al más mínimo afán de rigor y profundidad. Superficialidad, modas, marcas, frivolidad, “surfeo”, en este ámbito deben formarse nuestros jóvenes. En términos de información, el “surfeo” se puede traducir en quedarse, en el mejor de los casos, con los titulares de las noticias, con cápsulas muy simplificadas de los procesos históricos, sociales y culturales, con estereotipos de pueblos, naciones, razas, que nutren forzosamente el desprecio al “otro”. Hay un segundo mensaje central en el proyecto del sistema que es también comentado por Baricco: la impresión de que vivimos un eterno presente; la subvaloración de la historia y la consiguiente amnesia o (en todo caso) una utilización libérrima, fuera de contexto, de “fragmentos” del pasado. 

El entretenimiento ha sido colocado en un trono incuestionable. Es el rey supremo. El valor principal. Sólo él le otorga significado a la producción cultural hegemónica. Se trata además de un entretenimiento amoral, insulso, asociado a la trivialidad más absoluta, al rechazo del más mínimo ejercicio intelectual, al voyerismo implícito en los realitys shows y en las distintas plataformas donde se cuentan chismes de “famosos”. Para colmo, se han ido agotando las reservas de historias más o menos divertidas, y la industria se ve obligada a acudir una y otra vez a remakes, a fábulas ya contadas, a personajes de antiguos cómics.

El entretenimiento ha llegado a dominar incluso el mundo de la información, que está obligada a presentarse de manera “divertida”. Hasta un escritor tan reaccionario como Vargas Llosa, un “intelectual orgánico” del sistema, habla en su libro “La civilización del espectáculo” de que la profusión de información ha derivado en convertir al entretenimiento y a la diversión en los valores más altos de nuestra época, ocasionando “un trastorno recóndito de las prioridades: las noticias pasan a ser importantes o secundarias sobre todo, y a veces exclusivamente, no tanto por su significación económica, política, cultural y social como por su carácter novedoso, sorprendente, insólito, escandaloso y espectacular” (p. 54). Se está produciendo incluso un tipo de censura por sobresaturación, de modo que un hecho de importancia pierde visibilidad al sumergirse en un torrente de noticias y detalles accesorios.

El capitalismo, como sabemos, propició momentos de un portentoso esplendor cultural, desde el Renacimiento hasta las vanguardias de la primera mitad del siglo XX, pasando por la Ilustración, los románticos, la gran narrativa realista, la poesía de los llamados “decadentes” y la pintura deslumbrante de aquellos que al decir de Martí quisieron vencer al sol. (No sé si esto suena demasiado “nostálgico”.) Esta acumulación literaria y artística admirable, tan diversa en estilos y expresiones, tenía un componente común: su humanismo. El ser humano, con todos sus demonios y ángeles, con sus deseos más oscuros, con sus esperanzas más hermosas e iluminadas, estaba ahí, en el centro de las búsquedas de los creadores y en el centro de la batalla íntima del público por hacer suyo aquel caudal que lo enriquecía y podía marcar su vida.

Ese arte y esa literatura de extraordinaria calidad estuvieron siempre acompañados con más o menos suerte por “chatarra” kitsch. Recuerdo que Hauser decía que con el pintor Greuze en el siglo XVIII se había inaugurado en cierto modo el kitsch.

No olvidemos que, al margen de un Balzac, un Stendahl, un Flaubert, Eugenio de Sue estaba publicando en los periódicos los capítulos de sus novelas con un éxito colosal. Dublinenses de Joyce se publicó en 1914, el mismo año en que nace Tarzán de los monos, el libro inicial de la interminable serie de best sellers de Edgar Rice Burroughs. Las 4 mil novelas de Corín Tellado, que llegaron a vender 400 millones de ejemplares, acompañaron durante décadas a muchas obras capitales del siglo XX. Sin embargo, de alguna manera, lo kitsch y la creación auténtica vivían en ámbitos separados.

Lo que ha pasado en los últimos tiempos es difícil de describir. La creación que tiene valor cultural o se somete a los requerimientos implacables del mercado, se traiciona a sí misma y se prostituye o es desterrada, suprimida o arrinconada, si navega con suerte, a los rincones alternativos.

Y el éxito en sí mismo de una película mediocre o de un libro mediocre, por ejemplo, propagandizado adecuadamente, es un gancho para que el público vaya a ver la película o a comprar desesperadamente ese libro. Las cifras de recaudación funcionan como parte de la campaña publicitaria. “Si eso lo busca tanta gente, no puedo perdérmelo.” También funcionan del mismo modo los costos millonarios de las superproducciones. “Algo que costó tanto tiene que ser imprescindible para mi vida.”

La escritora croata Dubravka Ugresic traza en “Gracias por no leer” un panorama impresionante del mercado literario actual. Describe una Feria del Libro de Londres que se inauguró con la presentación de la primera obra “literaria” de una popular actriz. Según esta autora, “lo trivial ha anegado la vida literaria contemporánea”, en un mundo “donde las memorias de Mónica Lewinsky merecen mil veces más publicidad que las obras completas de Marcel Proust…” (35-36)

Resulta ineludible recordar ahora la encrucijada que planteaba aquel libro de Umberto Eco que se hizo muy popular a finales de los 60: “Apocalípticos e integrados ante la cultura de masas”. Los primeros, los apocalípticos, por supuesto, serían los intelectuales herederos de la crítica muy radical, muy dura, en ocasiones exagerada, de Adorno y Horkheimer, contra la simplificación mutiladora y degradante que estaba sufriendo la gran cultura burguesa europea a manos de los medios de difusión y del empresariado norteamericano. Los segundos, los integrados, vendrían a ser aquellos que se dejan absorber por el sistema sin conflictos de conciencia, que trabajan para él, que aplauden como signo de una nueva época la expansión a través del cine, de la radio y la televisión, del disco, de los cómics, del teatro musical, de la prensa, de un producto cultural ingenuo, sencillo, ajeno a las ambigüedades y a los enigmas. Eco se colocaba, si mal no recuerdo, en un punto intermedio: no asumía el rechazo apocalíptico ni la integración a plenitud. Su posición podría definirse como la de un “integrado crítico”.

Es útil, repito, recordar hoy aquella encrucijada planteada por Eco, aunque hay que tener en cuenta que en los 50 años transcurridos desde la publicación de aquel libro los avances de la llamada “industria cultural” han sido aplastantes como han sido francamente trágicos los retrocesos de la cultura humanista, la europea en particular, aunque de todas partes. Ya hay cada vez menos espacio para el “integrado crítico” que proponía Umberto Eco. Ahora la encrucijada que propone la maquinaria hegemónica es más radical: o te integras definitivamente o no existes. Es así. (El propio Umberto Eco anunció no hace mucho una versión abreviada, más “ligera”, más light, de El nombre de la rosa, que en su momento fue un best seller, y provocó un debate muy virulento. Muchos vieron una capitulación vergonzosa, por dinero, en ese proyecto.)

2) Las TIC y la crisis cultural global

Es evidente que el mundo virtual de las TIC refleja los principales problemas y contradicciones del mundo real del presente: la concentración de poder en manos de transnacionales; la desigualdad creciente, abismal, entre pobres y ricos, entre el Norte y el Sur; la privatización del conocimiento y la cultura; la visión imperial y belicista que concibe la Web como un espacio militarizado; la injerencia, la violación de la soberanía de las naciones y de la privacidad más elemental de los individuos; la reducción del ciudadano al estatus de consumidor potencial y el manejo inescrupuloso de sus inclinaciones más íntimas para crearle falsas necesidades.

Pueden distinguirse dos polos extremos, antagónicos, entre los usuarios de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación: (1) aquellos que se han apropiado de estas herramientas para construir desde distintos ángulos núcleos de resistencia cultural que de un modo u otro se orientan hacia la emancipación humana; y (2) los que comparten los códigos y modelos de los medios tradicionales de difusión y se entregan a la mezcla amorfa, desjerarquizada, característica de la crisis cultural de la contemporaneidad.

Un ejemplo del primer grupo, el de la vanguardia (no “apocalíptica” en este caso; sino crítica y capaz de generar alternativas), son las comunidades de software libre o los científicos que presionaron a través de sus blogs para divulgar la verdad sobre la central nuclear de Fukushima o aquellos que han sido capaces de fundar agrupaciones colaborativas ecológicamente racionales y sustentables en medio del torbellino consumista. Otros muchos los hemos escuchado aquí, de compañeros argentinos, venezolanos, ecuatorianos, brasileños, que emplean las TIC en defensa de las causas populares.

Los segundos, absolutamente “integrados”, aprovechan al máximo las posibilidades ofrecidas por las redes para disfrutar el encanto de la frivolidad; son los seguidores en Twitter de los “famosos”, los que nutren las estadísticas del llamado Golden Tweet, ganado por la selfie de Ellen DeGeneres con diversas celebridades durante la transmisión de los premios Oscar (foto que suma tres millones 367 mil 950 retuits y dos millones 018 mil 644 favoritos); los que se han sumado a la marea de seguidores de Katy Perry, que le ha permitido batir el record de los 50 millones de seguidores en Twitter; los que han colocado en segundo lugar a Justin Bieber motivados por sus últimos problemas con la justicia en EEUU, y que le han llevado a tener 49.214.521 seguidores. Según el ranking de una cadena de noticias sobre los diez momentos más tuiteados en la historia de la red social el hecho que más tráfico generó fue el embarazo de Beyonce, que alcanzó los 8.868 tweets por segundo, cuando la cantante anunció la noticia en la gala de los MTV Video Music Awards. El segundo y el tercer momentos que tuvieron más reacción están vinculados a dos noticias del fútbol, con 7.196 y 7.166 tweets por segundo. Hubo que esperar al noveno y al décimo lugar para llegar a temas no asociados al universo del espectáculo (cultura y deportes), aunque también presentados de modo “espectacular”: el terremoto en la costa este de Estados Unidos y, finalmente, la muerte de Osama Bin Laden. Entre las trampas del sistema hay que subrayar que estas personas del segundo grupo creen que están debidamente informadas y que participan con decisiones libres en estos procesos. En realidad, escogen a quién seguir o qué hecho los motiva más para retweetear a partir de la agenda que se les ofrece y termina imponiéndose.

Al propio tiempo, en esta zona de las TIC “integradas” al sistema hay que resaltar el empleo de las mismas por la reacción para reiterar la agenda mediática hegemónica y circular mensajes falsos para desacreditar a líderes y procesos progresistas. En el 1er panel de este evento el viceministro bolivariano de redes sociales puso ejemplos de cómo, através de Twitter, la oposición puso a circular fotos de actos violentos provocados supuestamente por el gobierno que en realidad pertenecían a imágenes de hechos ocurridos en otros contextos y países.

Entre esos dos extremos, podrían añadirse otros internautas que utilizan las redes para hacer negocios o con propósitos educativos o para mantener vínculos profesionales de utilidad o emprender proyectos colectivos de creación o incluso de modo más personal, para combatir la soledad o el aburrimiento, o combinar cualquiera de los objetivos mencionados con la búsqueda de información general, distracción o placer.

3) Papel de las vanguardias en el uso de las TIC como instrumento de emancipación

Alfredo Guevara decía que no creía en las élites pero sí en las vanguardias. Es importante el hecho de que lo haya dicho el fundador del ICAIC (siglas que significan Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos), es decir, la persona que dirigió la gestación de un cine nacional, dirigido a las masas, sí, pero con alto valor artístico, sin perder de vista que había un componente industrial en esa creación.

Creo que esta idea es esencial para enfrentar el desafío de las nuevas tecnologías y su doble rostro, como instrumento de emancipación y como espacio reproductor de la dominación. Es imprescindible conectar a los núcleos de vanguardia que están utilizando las TIC en la defensa de la verdad, la justicia, la democracia real, de un mundo mejor, e intentar trabajar de manera más articulada.

La diferencia entre las élites y las vanguardias es que las primeras se enclaustran, se aíslan, intentan no contagiarse con bacterias plebeyas, y las segundas se empeñan en reclutar a todo aquel que sea reclutable para una causa que vale la pena.

No hay que criticar al que habita, fascinado, el mundo de las nuevas tecnologías solo por entretenimiento o por sumar obsesivamente “amigos” que compartan sus aficiones en Facebook u otra red social. No podemos reprocharlos en nombre de un uso exclusivamente “culto” o de “activismo social” de las nuevas tecnologías. Pienso que el reto de la vanguardia sería atraer de manera respetuosa a algunos de ellos, que quizás podrían multiplicarse. Un miembro del panel del viernes por la tarde, un compañero brasileño que creo que vive en Ecuador, al debatir la necesidad de crear redes sociales propias, ajenas al control de las ya conocidas, decía: “Hay que estar donde esté la gente, y, si la gente está en Facebook y en Twitter, tenemos que estar también ahí.” Recuerdo que Chomsky contó en una visita que nos hizo, hace varios años, que a los primeros conversatorios que organizó contra la guerra de Viet Nam iban cinco o seis personas, muy poca gente. Tenía que anunciarlos con un añadido, no sé, “Hoy se hablará en tal sitio de la guerra de Viet Nam y de la vigencia de Freud” o algo así, un tema “gancho” que motivara a la gente. Y se fueron sumando a esas charlas más y más jóvenes.

Tal vez nuestra vanguardia pudiera emplear aquella técnica de Chomsky y convidar a foros virtuales para debatir temas diversos, atractivos (no la vigencia de Freud, quizás no funcionaría) y, entre esos temas, incluir otros con cierta sustancia. Habría que promover la idea de que el conocimiento puede ser placentero, de que no solo las lentejuelas de la farándula son atractivas y alegres, de que ejercitar un poco la inteligencia y entender algunas cuestiones esenciales del mundo en que vivimos puede ser atractivo y alegre, “dulce y útil”, como decía el clásico. Quizás podrían usarse como pretexto una fecha importante, qué sé yo, el nacimiento de Hemingway (ya casi nadie lee a Hemingway, ni casi nadie lee a casi nadie, pero al menos la gente tiene una idea de que existió un individuo algo exótico llamado así), y hablar un poco de él y de su obra, y hasta circular alguno de sus breves y excelentes cuentos. O un evento de mucha resonancia, tratando de llegar a las causas, adonde nunca llegan los medios hegemónicos.

No soy quién para aconsejar a nuestra vanguardia en el uso de las redes; pero creo que tenemos que reflexionar sobre la polarización que se produce automáticamente (y con mucha pasión y virulencia) cuando aparece un “apocalíptico” cuestionándose algún aspecto de estas tecnologías en nombre de la tradición cultural humanista. Inmediatamente es acusado de “nostálgico”, de fósil viviente incapaz de entender las posibilidades infinitas que ofrecen las TIC y de asumir que este planeta cambió definitivamente y que ya aquellos paradigmas culturales pertenecen al pasado. Lo vi cuando Vargas Llosa publicó el libro que mencioné, “La civilización del espectáculo”, que es un refrito, lo sé, del de Guy Debord (“La sociedad del espectáculo”) y de muchos otros estudios anteriores. Sé que se permite descalificaciones absurdas de las artes visuales contemporáneas y no entiende lo esencial del problema denunciado: se autotitula un neoliberal convencido, fundamentalista, pero se escandaliza con las consecuencias culturales del neoliberalismo. Sin embargo, dice cosas atendibles; describe fenómenos reales que tienen que preocuparnos. No podemos asumir posiciones nostálgicas; pero hay que defender la memoria cultural de la humanidad. La burguesía, que la propició y financió gran parte de esa memoria, está terminando de aniquilarla; pero, si es patrimonio de alguien, lo es sin duda de la izquierda, de la gente que cree aún en las utopías, y debemos seguirla defendiendo hasta que el planeta desaparezca.

Por otra parte, hay observaciones que nuestra vanguardia debe evaluar con cierto detenimiento. ¿Hasta qué punto, por ejemplo, las TIC están afectando los hábitos de lectura, de expresión escrita, de pensamiento? ¿La percepción que trasmite Nicholas Carr sobre cómo fue perdiendo su capacidad para “la lectura profunda” y para el propio ejercicio del pensar pertenece a una dramatizada alarma “apocalíptica” o describe un proceso genuino? Dice Carr: “¿quién podría negar que es un avance casi milagroso que, ahora, en pocos segundos, haciendo un pequeño clic con el mouse, un internauta obtenga una información que hace pocos años le exigía semanas o meses de consultas en bibliotecas? Pero también hay pruebas de que, cuando la memoria de una persona deja de ejercitarse porque para ello cuenta con el archivo infinito que pone a su alcance un ordenador, se entumece y debilita.” ¿Será cierto eso? Creo en todo caso que los intelectuales más preparados para responder estas preguntas son los miembros de esa vanguardia emancipatoria de las TIC.

A su vez, el teórico, activista y crítico de Internet holandés Geert Lovink, profesor de la Universidad de Ámsterdam y fundador del Instituto de Culturas de Red, denuncia que la mezcla caótica de elementos que no valen la pena con otros de importancia (un rasgo esencial, como hemos visto, de todo el panorama cultural contemporáneo) está presente en los propios “motores de búsqueda” de Internet: “Con el auge de los motores de búsqueda, ya no es posible distinguir entre perspicaces percepciones patricias y el chismorreo plebeyo. (…) Hoy día un fenómeno completamente nuevo está causando alarma: los motores de búsqueda disponen en orden de acuerdo con la popularidad, no con la Verdad. (…) Pronto buscaremos y solo nos perderemos. El espectro de la sobrecarga de información ronda a las élites intelectuales del mundo. (…) No solo han hecho implosión las viejas jerarquías de la comunicación: la comunicación misma ha asumido el estatus de una agresión al cerebro.” (Geert Lovink, “La sociedad de la consulta: la googlización de nuestras vidas”, nueva versión de un ensayo de junio de 2008, Denken Pensée Thought Myśl. E-zine de Pensamiento Cultural Europeo, Criterios, volumen 1, p. 52-3.) (Fíjense: la idea de la popularidad como cualidad dominante para “saltar” a los primeros puestos de los buscadores coincide casi literalmente con los pilares del universo de los “famosos”.)

Lovink acusa directamente a Google de recopilar información de sus usuarios para venderla luego y rinde homenaje en el texto citado a Joseph Weizenbaum (autor de “El poder de las computadoras y la razón humana”, 1976). Para Weizenbaum, “El problema de Internet (…) es que se nos invita a verla como un oráculo de Delfos (…) (que) proporcionará la respuesta a todas nuestras preguntas y problemas. Pero Internet no es una máquina tragamonedas (…) para obtener lo que se quiere. La adquisición de una adecuada educación y pericia para formular la consulta correcta es esencial. (…) Escribe Weizenbaum: La posibilidad de que cualquiera ponga algo en Internet no significa gran cosa. Tirar en ella cosas al azar es tan inútil como pescar de ella al azar. (…) Desde el auge de los motores de búsqueda en los 90 vivimos en la Sociedad de la Consulta, que, como indica Weizenbaum, no está tan alejada de La sociedad del espectáculo de Guy Debord (…) [que] se basaba en el auge de las industrias del filme, la televisión y la publicidad. La principal diferencia de hoy es que se nos pide explícitamente que interactuemos…” Lovink, cit., p. 60-61.

Por supuesto, creo que la descalificación brutal de la “interactividad” por parte de Weizenbaum no puede tomarse al pie de la letra. Hay muchos ejemplos de cómo “tirar cosas al azar en Internet NO es siempre inútil”, sobre todo si no se hace al azar y en especial si logramos articular los empeños de muchos. Ramonet, por ejemplo, habla de que la información de los blogs y las redes “puede ser muy buena o muy mala”; pero, al referirse a lo que hemos llamado “vanguardia”, dice que “hoy día, por ejemplo, las redes funcionan como un gran corrector”. “Si un medio dice una enorme mentira [asegura], las redes lo van a corregir y van a difundir el error. Las redes han hecho las principales revelaciones de este tiempo. No son los periódicos, no son los medios, los que han hecho las dos grandes revelaciones de los últimos 5 años, como son Wikileaks y Edward Snowden (…). Hoy, las redes son el complemento indispensable y, en sí, un medio de información. (Entrevista para El Telégrafo, Ecuador)”

4) Las TIC y su influencia en la vida política. La Red EDH

Cuando escuchaba al periodista mexicano Pedro Miguel, de La Jornada, diciéndonos en el panel del viernes que “el escenario bélico, de confrontación” de Internet y de las TIC “es menos desventajoso para las mayorías” (“los pueblos”, dijo él, “tienen más chances” de hacer oír sus voces en este nuevo espacio), recordé la gestación, precisamente en México y por Pablo González Casanova y otros intelectuales vinculados casi todos a La Jornada, de una red de escritores, artistas, comunicadores, activistas y luchadores sociales para movilizar la opinión pública frente a la ofensiva armada imperial encabezada por Bush en el año 2003. Era un momento extremadamente peligroso: todavía no había señales de la resistencia irakí y los tanques norteamericanos avanzaban hacia Bagdag en una marcha triunfal, mesiánica, escoltados por sus fieles cronistas de CNN. En Miami la ultraderecha de origen cubano organizaba marchas con la consigna “Irak ahora, Cuba después”. En una graduación de oficiales en West Point, Bush había dicho que las fuerzas armadas de los Estados Unidos tenían que estar dispuestas a atacar de inmediato, tan pronto se les indicara, a “sesenta o más oscuros lugares del mundo”.

Nunca olvidaré cuando Fidel invitó al núcleo que estaba gestando la red, y nos reunimos aquí en la Habana, en un saloncito de este mismo Palacio, con varios intelectuales cubanos, para hablar del proyecto. Invertimos varias horas discutiendo si debía llamarse “frente antifascista” (algunos pensaban que el fascismo era un fenómeno europeo, históricamente enmarcado, y que Bush y su equipo de halcones no podían clasificarse propiamente como fascistas) hasta que finalmente uno de los amigos mexicanos, Gilberto López y Rivas, fundamentó que el nombre no debía ser “anti” o “contra” algo, sino “en defensa de algo”, y por aclamación quedó bautizada como red “En defensa de la humanidad”. Se hizo un 1er encuentro en México, en octubre de 2003, al que asistió, por cierto, el líder de un movimiento social que sería después presidente de Bolivia: Evo Morales; uno segundo en Oviedo (España), en abril de 2004; y un congreso muy trascendente, casi multitudinario, con varios cientos de participantes, en Caracas, en diciembre de 2004, presidido por el Comandante Hugo Chávez. Al año siguiente, la Red EDH participó muy activamente en los eventos paralelos a la Cumbre de las Américas de Mar del Plata, cuando el ALCA (que pretendía imponer Bush) fue derrotado.

Esta red ha trabajado durante todos estos años, utilizando Internet y más recientemente las redes sociales, en el esfuerzo por interconectar a muchísimas personas y grupos que trabajan en América Latina y el Caribe, en España, en Francia, en Italia y otros países europeos, para mover las ideas anti hegemónicas, sin sectarismos, sin dogmatismos, sin exclusiones, en torno a los llamados “ejes temáticos” aprobados en el evento de Caracas: en defensa de la verdad y frente a la mentira mediática; en defensa del medio ambiente; en defensa de la diversidad cultural; en defensa de la soberanía y de la legalidad internacional; en defensa de la cultura y el conocimiento para todos… Ha tenido altibajos, momentos opacos y otros brillantes, como su contribución (de gran valor conceptual) a la Cumbre de los Pueblos, en Río de Janeiro (2012). Tuvimos incluso el privilegio de que Fidel se reuniera dos años consecutivos, en 2011 y 2012, en torno a la celebración de nuestra Feria del Libro, con integrantes de la Red EDH y de que nos propusiera el lanzamiento simultáneo en varias ciudades de un folleto con la transcripción de esos diálogos en formato digital.

Ha sido difícil: la derecha actúa férreamente unida cuando siente que su reinado está en peligro; la izquierda tiende por desgracia a dividirse. La maquinaria hegemónica, ya lo sabemos, legitima con su enorme poder mediático a las celebridades sin ideas y descarta a los incómodos. E impide que se unan por todas las vías a su alcance. Pero, de todos modos, sería muy estimulante para la Red EDH que algunos luchadores de las TIC se aproximaran a lo que hemos hecho desde Cuba, desde Venezuela, desde Ecuador (que convocó un interesantísimo evento de la Red exclusivamente dedicado a los jóvenes), desde Bolivia, desde los demás países del ALBA, desde el increíble Festival de Poesía de Medellín. Había un principio que Pablo Glez. Casanova defendía con mucha insistencia: no es una Internacional; se trata de una red de redes. Se le suman redes que no pierden su identidad. La red de poetas, por ejemplo, que coordina Fernando Rendón en Medellín, se sumó. Y así lo hicieron Alex Pausides y Aitana Alberti con su Red Poesía Sur, y así lo han hecho muchas otras. Qué útil sería establecer contactos con los amigos de Argentina que fundaron su propia red social y con otras compañeras y compañeros que trajeron aquí sus experiencias. La Red En defensa de la humanidad está presente en la web con varios sitios, blogs, y está en distintas redes sociales: en Twitter, en Facebook, Google+, Youtube, y otras.

En cuanto a las TIC, hay que tener en cuenta que estos nuevos instrumentos para hacer política, para movilizar a la gente, para construir afinidades y consensos, para gestar comunidades, para mover ideas, surgen en una etapa en que los sectores políticos tradicionales han venido cayendo en el descrédito. Corrupción, mediocridad, juego sucio, falta de transparencia, golpes bajos, demagogia barata, subordinación a las grandes corporaciones, todo esto junto y mucho más, ha hecho que la política toque fondo en términos éticos.

En general es un momento en que las diferencias entre los políticos que compiten por un determinado puesto tienen más que ver con la imagen que proyectan que con sus programas o sus ideas.

Uno de los principales retos de nuestra vanguardia tiene que ver precisamente con el tema de este evento. ¿Cómo utilizar las nuevas tecnologías para propiciar la participación ciudadana y hacer política de verdad, política revolucionaria, política emancipadora?

Hay un artículo muy interesante publicado en la revista Temas de nuestro Ministerio de Cultura, de un profesor de la Universidad Sur de California, Roberto Suro, sobre la movilización que logró en el 2012 el equipo de campaña de Obama a través de las redes sociales. Se llegó a movilizar a los jóvenes votantes de entre 18 y 29 años (las dos terceras partes del voto juvenil) y esto fue decisivo para el triunfo del candidato demócrata. “La campaña de Obama (dice Suro) generó un flujo estable de contenido digital sumamente atractivo que alcanzó al público en una variedad de plataformas en línea (…), mensajes de correo electrónico, colocaciones en Facebook, mensajes en Twitter y videos en You Tube. (…) Los videos de campaña de Obama colocados en la Red fueron vistos alrededor de 133 millones de veces.” Con mucho mayor impacto, según Suro, que si se hubieran exhibido a través de la TV. Los receptores de los mensajes emitidos por el equipo de campaña se convertían a su vez en “creadores” (al incorporarles elementos de su cosecha y circularlos a su propia red) y miles de ellos terminaron siendo activistas voluntarios. “La organización política digital de Obama (…) imprimió en los participantes la sensación de involucrarse en algo diferente, de hacer algo por vez primera, de estar a la vanguardia. Y así, aunque estaban sirviendo a los intereses de alguien en el poder y de un partido político profundamente enredado con la élite de negocios y de los medios (…), los soldados digitales de a pie podían sentirse como si fuesen rebeldes, gente de afuera.” “El contenido en línea fue diseñado específicamente para hacer que los receptores se sintieran tentados a compartirlos con sus amigos.” Se utilizó el humor y fue una campaña “inspiradora en su tono, alentadora e inexorablemente positiva porque se estimó que un material así tenía muchas más probabilidades de ser compartido”. El monitoreo sistemático del “centro” le proporcionó información continua sobre qué mensajes eran mejor acogidos. La red estaba diseñada además “para permitir que el centro le inyectara contenido en múltiples puntos al flujo de información”. Por otra parte, Suro reconoce que “Lo que mostró la campaña de Obama fue que, en la sociedad de la información, la calidad del contenido es importante, pero no decisiva”. Aunque se diferenció de otros modelos tradicionales, muy sucios y a menudo escandalosos, de búsqueda de apoyo y financiamiento electorales, Suro reconoce que “Esto no quiere decir que Internet haya acabado con el clientelismo, la corrupción y la compra de influencias. En lo absoluto. El dinero sigue contando y los empleos siguen siendo la moneda de cambio de la lealtad. (…) Por lo tanto (se pregunta), ¿cuál es, entonces, el producto final de esta nueva forma de activismo político? ¿Cuánto está cambiando la sociedad de la información los modos en que se practica la política? ¿Acaso todo esto es apenas un poco más de la sobrexpectación que asociamos al último aparato o software?”

Debo decir que este analista me pareció muy honesto: aunque se confiesa deslumbrado por la campaña digital de Obama, por su novedad, por su originalidad, aunque exagera a mi juicio los aportes personales con que los receptores-creadores-difusores pudieron enriquecer los mensajes del “centro”, Suro se ve obligado a describir cómo se diseñaron esos mensajes “optimistas”, con un toque de humor, concebidos para gustar a los jóvenes e incitarlos a su circulación. Tampoco oculta el papel decisivo del “centro” y su pertenencia orgánica al sistema. Y lo que siempre ha sido el fundamento de ese sistema: el dinero.

Por otra parte, recordemos la alerta de un grupo de especialistas de la coalición Just Net (“Por un Internet Justo y Equitativo”) sobre la influencia directa que han logrado o pudieran lograr las redes sociales en los resultados electorales: “¿Cuánto poder tendría, en una campaña electoral, o en un momento crucial de decisión gubernamental, un Facebook desregulado, armado con datos masivos sobre gran parte del electorado, y con el control sobre los algoritmos que determinan lo que este electorado ve en su suministrador de noticias?” (www.justnetcoalition.org)

Recordemos el papel de “sargento político” que le tocó desempeñar a Bin Laden cada vez que la popularidad de Bush bajaba. Siempre aparecía un video muy oportuno y satánico del líder de Al Quaeda donde amenazaba con volar en pedazos a la mitad de Estados Unidos. (Una aclaración: un “sargento político” en nuestra carnavalesca república neocolonial era una especie de “recaudador de votos” con métodos muy personales de persuasión, compra, chantaje.)

Ahora, luego de echar un vistazo a la experiencia de Obama y teniendo en cuenta estas alertas, volvamos a la pregunta anterior: ¿cómo utilizar las nuevas tecnologías para propiciar la participación ciudadana y hacer política de verdad? Ya sabemos que se han usado para la politiquería, para vender un candidato, una imagen, un par de slogans vacíos, alguna promesa de las que se lleva el viento. Pero aquí hablamos de otra cosa.

Díaz-Canel abordó el tema en la clausura del 1er Taller Nacional de Informatización y Ciberseguridad, en febrero de este año: “Internet (…) impone desafíos a las formas hasta ahora prevalecientes de organización y participación social. El socialismo le otorga un lugar preferencial al derecho a la información como condición para el pleno ejercicio de la crítica y la participación del pueblo. Internet plantea desafíos a las formas tradicionales de comunicación social, al uso de los medios de comunicación, al papel de los individuos en el espacio público y exige la existencia de políticas, normas y formas de funcionar nuevas (…) para garantizar ese derecho. Internet, además de un espacio de acceso a la información, es un espacio para la comunicación social, la cooperación, la asociación y el trabajo en sus más variadas manifestaciones y como tal debe favorecerse.”

En esa ocasión, dejó establecida con total claridad la posición de Cuba en torno a las nuevas tecnologías, algo que en este evento se ha ratificado por otras autoridades cubanas. Insistió allí en “la determinación de la dirección de la Revolución en llevar a cabo un proceso de informatización de la sociedad, masificando el uso de las TIC, satisfacer las necesidades crecientes de información y servicios, elevar el bienestar de la población, acelerar el desarrollo económico y social y dar a conocer las razones de Cuba y nuestra verdad en la red”. Señaló que se garantizará “el uso seguro y amplio de Internet de manera inclusiva en función del desarrollo del país. El Estado trabajará para que este recurso esté disponible, accesible y costeable para todos”. “La estrategia para su acceso [añadió] debe convertirse en un arma fundamental de los revolucionarios para lograr la participación social en el proyecto de sociedad que queremos.”

Como puede verse, hay diferencias sustanciales entre un uso coyuntural de las TIC para la movilización política, basado en ciertas habilidades, en ciertos trucos, en aspectos más formales que de contenido en el diseño de los mensajes, en lo que Suro llama “sobrexpectación” ante un nuevo dispositivo o un nuevo software, y las bases conceptuales que explicó Díaz-Canel. La participación real de nuestros ciudadanos, su ejercicio sistemático y comprometido de la crítica revolucionaria, la convocatoria transparente (nunca manipuladora) al debate y a la intervención en los procesos para alcanzar el socialismo próspero y sostenible que nos hemos propuesto, son características del modo en que Cuba se ha venido apropiando de las TIC y de cómo aspiramos a convertirlas en un instrumento democrático genuino y no engañoso.

Para nosotros no se trata de darle una utilización pragmática, instrumental, al uso de plataformas digitales, es decir, concebirlas únicamente para facilitar transacciones financieras o hacer más visibles nuestras instituciones o aprovechar las redes para gestionar más eficientemente determinados servicios. De lo que se trata es de pensar la tecnología como un proceso que, integrado a la economía, la política y la cultura, sea parte esencial del desarrollo de la sociedad y del crecimiento (intelectual, profesional, espiritual, político) de los seres humanos.

5) La influencia de la industria hegemónica del entretenimiento en Cuba y su coincidencia con proyectos subversivos

Todos los elementos nocivos para la inteligencia, para nuestros valores, para nuestra identidad cultural, que caracterizan a la industria hegemónica del entretenimiento, tienen una fuerte presencia hoy en Cuba. Por supuesto, nuestro criterio para enfrentar este desafío no tiene nada que ver con censuras ni prohibiciones. Aparte de que ya es una verdad suficientemente verificada que prohibir algo equivale a contribuir de inmediato a promoverlo, las nuevas tecnologías convierten esa pretensión en algo inútil.

Esta guerra de símbolos, esta guerra cultural, de valores e ideas, tenemos que ganarla dentro del individuo, en su tejido espiritual y moral, en su intelecto, en su comprensión cabal de quién es, dónde habita y qué aspira para su país y para la humanidad. Y es de vida o muerte para nosotros ganarla entre los jóvenes que nacieron y se formaron en medio de las gravísimas limitaciones materiales del Período Especial y no conocieron la Cuba capitalista.

Sobre nosotros coinciden la campaña universal de “globocolonización” al decir de Betto y proyectos específicos de subversión. Tienen obviamente muchos puntos en común; porque la “globocolonización” aspira a liquidar toda resistencia frente al gobierno mundial de las corporaciones y a conducirnos a la aceptación del capitalismo como el sistema “natural” e inevitable de organizar la sociedad y las relaciones entre seres humanos.

El proyecto a escala global se propone desmantelar cualquier forma de pensamiento crítico que surja en los jóvenes, incorporarlos al sistema o hacerlos derivar hacia un cinismo inocuo, apartar su atención de los problemas sociales, llevarlos a seguir creyendo en el mito de Rockefeller y en la leyenda de Cenicienta, a fantasear sobre el golpe de suerte que los sacará de las sombras y los conducirá hacia una recompensa dorada. La lotería, el matrimonio con un príncipe o una princesa azules o también dorados, una herencia imprevista, la victoria de tu caballo o de tu perro en las carreras, el empleo prometedor de un ascenso vertiginoso, la visita inesperada del Hada Madrina o del Ángel de la Guarda o de un amigo de la infancia que se ha vuelto millonario, el éxito en una audición para actuar en una película y dar el primer paso hacia el club de las estrellas, cualquiera de los miles de caminos que pueden tomar los “elegidos”.

El proyecto de subversión específico contra Cuba incluye todo el plan anterior, con un énfasis particular en la promoción de un ideario anticomunista, antipatriótico, anexionista, que conduzca a pensar en la restauración del capitalismo en nuestro país como sinónimo de progreso y desarrollo.

Hay un artículo de Rosa Miriam Elizalde, precisamente en el número de la revista Temas que les mencioné, que es excelente: “La glasnost: paradoja en la era de la Web 3.0”. Allí Rosa Miriam revela varios antecedentes de los proyectos de nuestros enemigos de utilizar las nuevas tecnologías contra la Revolución. Habla del Grupo de Trabajo para la Libertad de la Internet Global (GIFT), que fue creado en febrero de 2006 por Condoleezza Rice y se planteó entre sus objetivos principales monitorear a Irán, China y Cuba las 24 horas del día para crear herramientas “contra la censura”. Hillary Clinton revitalizó el GIFT “como foro para abordar las amenazas a la libertad de Internet en todo el mundo” y “desafiar a los gobiernos extranjeros que practican la censura y la vigilancia”. El GIFT estuvo vinculado activamente a la llamada revolución verde iraní, una campaña a través de Twitter contra las elecciones en Irán. Se demostró que de los 10 mil usuarios de esa plataforma que enviaron mensajes durante la “rebelión” solo cien estaban ubicados en el país islámico. Este Grupo de Tareas recibió en 2010 el nombre de NetFreedom y sigue siendo clave para dar fondos, construir líderes locales y generar proyectos contra Cuba en el espacio digital. El proyecto ZunZuneo (una operación encubierta del gobierno de los Estados Unidos contra nuestro país develada por la agencia de prensa AP) muestra las fórmulas de este tipo de plataforma ilegal: crear, sin alertar a sus usuarios, una base de datos potente que segmenta a la población, identifica entre multitudes a aquellos propensos a movilizarse para el cambio de sistema político y activarlos en momentos de conflicto.

Rosa Miriam profundiza en este artículo en las diferencias radicales que separan a la Revolución Cubana de aquel socialismo europeo que, para emplear la expresión tan gráfica de Fidel, “se desmerengó”. Sin embargo, nos alerta con mucha lucidez y muchos argumentos sobre cómo no podemos descuidar, incluso en medio de la batalla económica, el terreno de “la subjetividad”. “A diferencia de la Isla (dice Rosa Miriam), bajo influencia de la industria cultural de EEUU y con un notable número de emigrados cubanos en ese país, la URSS se había cerrado a cal y canto a la influencia occidental, mientras excluía de sus instituciones políticas todo instrumento teórico que resaltara la importancia de la subjetividad.” Y cita a Julio García Luis: la comunicación social fue “el punto neurálgico más débil por donde se abrió paso la estrategia de desmontaje político y moral de la sociedad soviética…”

En este punto es inevitable recordar a Gramsci (un marxista considerado heterodoxo en el llamado “socialismo real”) y sus ideas acerca de la hegemonía cultural. Sin ella, sin esa hegemonía cultural, aunque las fuerzas anticapitalistas tengan el poder político, económico y militar, todo termina siendo frágil y reversible. Por fortuna, Martí fue gramsciano antes de que naciera Gramsci, y Fidel, Raúl y la generación del Centenario lo fueron, aunque quizás no por lecturas directas, sino por la vía martiana. “Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras”, dijo Martí, algo que Gramsci hubiera suscrito sin dudarlo. “Toda Revolución es hija de la cultura y de las ideas”, dijo Fidel, y Gramsci le hubiera dado enseguida la razón. De ahí que la transformación de la sociedad cubana que comenzó en enero de 1959 se acompañó de la alfabetización del ciento por ciento de la población, de la fundación de la Imprenta Nacional y la publicación de miles y miles de libros, de cubrir el país de escuelas y maestros. Para transformar la sociedad había que transformar al ser humano y la única vía para hacerlo eran la educación y la cultura.

Martí fue uno de los más trascendentes pensadores de la descolonización de todos los tiempos y, aunque obviamente no llegó a conocer las TIC, nos dejó un instrumental magnífico para apropiarnos de ellas y utilizarlas a plenitud de una manera descolonizada. Como mismo ocurre en el orden político y económico, debemos promover, Cuba, el ALBA, la CELAC, otros actores progresistas de la comunidad internacional, la difusión de un pensamiento descolonizador sobre el uso de estas tecnologías. Eso y la promoción del uso de Internet en beneficio de los que menos tienen, es lo que esperan los pueblos de nosotros. Internet es un derecho social que debemos promover para todos. Tenemos que rechazar la pretensión de aquel que por tener mayor poder adquisitivo pueda considerarse con mayor derecho. Como dijera en la inauguración de este evento Abelardo Moreno, “Debemos apostar por un uso de las TIC que promueva la solidaridad social, el compartir y cooperar, valores que deben estar asociados a la sostenibilidad económica, cultural y política de nuestras naciones”.

Cuba cuenta con el acceso masivo al conocimiento y la cultura de sucesivas generaciones, que forman parte de las reservas de capital humano de la Isla, para estar a la ofensiva en estos nuevos escenarios. Tenemos que construir un socialismo digital, no la imitación del internauta como consumidor enajenado. Hay que acompañar el reto tecnológico con el desafío cultural, y enfrentar ambos reforzando una conciencia crítica colectiva, con la participación de todos los ciudadanos. Como decía Díaz-Canel en el Taller Nacional ya mencionado, estamos aplicando en esta área el estilo de siempre de la Revolución Cubana: la convocatoria al debate, a la consulta popular, al análisis entre todos. Las cifras de participantes en ese Taller, por vía de los foros online y en los encuentros presenciales, fueron de varios miles. Aquella recomendación capital de Weizenbaum sobre la “educación” y la “pericia” indispensables para buscar en Internet tenemos que convertirla en un patrimonio masivo de nuestro pueblo, en una brújula para todos.

En Cuba Internet debe ayudar a hacer nuestra sociedad más dinámica, eficiente, participativa y justa. Vemos Internet como una herramienta al servicio del desarrollo humano sostenible del país y de su inserción efectiva en el concierto de naciones. Nuestra estrategia de acceso está siendo diseñada sobre la base de la más amplia participación, a partir de las prioridades del país y de la búsqueda de la soberanía tecnológica. Internet debe ponerse en función de la defensa de la identidad y de la cultura nacional y de la apropiación por parte de los cubanos del patrimonio cultural y científico del mundo. Dará cada vez más un apoyo decisivo a la promoción internacional de los frutos del capital humano formado en todos los campos por la Revolución.

7)  Este evento

Las ricas discusiones de este evento nos reafirman la validez de muchos de los reclamos que se han venido haciendo desde la Cumbre del 2003, sobre todo los relacionados con la eliminación de la brecha digital, un espejismo que oculta la brecha primigenia: la del desarrollo, la que nos ratifica la urgencia de un nuevo orden económico internacional más justo y sustentable.

El debate sobre el uso de las TIC resulta imprescindible y nos involucra a todos, a toda la sociedad, a todas las instituciones, a todos los ciudadanos.

En el desarrollo y manejo de Internet en el mundo prevalece un modelo neoliberal que impulsa la privatización y comercialización. Se trata de un contexto donde unas pocas empresas estadounidenses ostentan un dominio monopólico, y el propio Gobierno de los Estados Unidos controla algunos de los nodos más importantes de la red. Estos dos poderes son los que definen hoy la forma en que se usa y controla Internet.

Ante el actual escenario, resulta imprescindible promover alternativas en el uso de las TIC que generen redes de conocimiento a nivel regional e internacional que contrarresten las prácticas hegemónicas en el ámbito digital.

A causa de la actual gobernanza de Internet, han tomado fuerza amenazas que pueden provocar conflictos muy graves: el empleo de las tecnologías de la información y las comunicaciones como arma de guerra, el ataque a un Estado a través de un tercero y la promoción del racismo, del odio más violento, del terrorismo, del nuevo fascismo. El uso hostil de las TIC con el propósito declarado o encubierto de subvertir el orden jurídico y político de los Estados, es una violación de todas las normas reconocidas en esta materia. La cooperación mancomunada entre todos los Estados es el único camino para prevenir y enfrentar tales peligros.

Internet y las TIC deben ser objeto de regulaciones compatibles con el Derecho Internacional, la soberanía de los Estados, los derechos de las personas y las normas de convivencia reconocidas mundialmente.

Cuba apoya la adopción de un mecanismo intergubernamental que permita a los países cumplir en igualdad de condiciones su papel y responsabilidades en las políticas relativas a la red de redes.

Tiene que ser un empeño de todos los gobiernos lograr en un futuro cercano que Internet sea (como la CELAC ha propuesto para nuestra región) una zona de paz y no un teatro de operaciones militares. Hay quienes han llegado a expresar, incluso, la posibilidad de responder a los ataques cibernéticos con armas convencionales. Por tanto, llegar a acuerdos de ciberseguridad debe ser una meta y un punto de convergencia y cooperación entre los Estados.

Debemos avanzar hacia la obtención de una cultura de Ciberseguridad sólida, con acciones de adiestramiento y sensibilización que permitan a los ciudadanos y organizaciones tomar conciencia de la importancia de la seguridad de la información y del empleo responsable de las nuevas tecnologías y de los servicios de la sociedad del conocimiento. Se trata de un tema que no puede ser función exclusiva de los órganos especializados de la defensa, ya que por sus implicaciones tiene ser asumida conscientemente por todos los usuarios de las TIC.

El área de las comunicaciones cubanas es una de las más sensibles para el país y ha sido y es blanco de todo tipo de ataques. Junto al daño económico causado por la política de hostilidad de Estados Unidos, se suman las violaciones de nuestro espacio radioelectrónico y el uso de las TIC para promover la desestabilización. La Empresa de Telecomunicaciones de Cuba, ETECSA, ha venido denunciando envíos masivos de mensajes no deseados desde EEUU hacia la red de telefonía móvil de la Isla. No solo provinieron de la ya referida red ZunZuneo, sino de otros proyectos gubernamentales estadounidenses para el “cambio de régimen”. Estas acciones violan las leyes que regulan las comunicaciones, tanto en Cuba como en Estados Unidos. Todo lo anterior contrasta con la negativa a nuestro país, por parte de las autoridades estadounidenses, del acceso a equipamiento, tecnología, conexión a las redes, cables de fibra óptica que rodean la Isla y otros recursos.

En este evento se han resaltado conceptos muy importantes, que tienen que ver con los principios de Cuba (compartidos, como se hizo explícito, por delegados de otros países) en su política de informatización, auténticamente democrática, inclusiva, avanzada. Se habló de la necesidad de alcanzar la soberanía tecnológica y de diseñar nuestras propias plataformas para no depender de los poderosos. Un compañero de Argentina, que ha fundado con un grupo de amigos (de amigos de verdad, no como muchos “amigos” de Facebook) una red social independiente, recordó la fábula del pequeño David enfrentado a Goliat, el gigante, el monstruo al parecer invencible. Esa fábula para los cubanos (que por las leyes de la geopolítica parecíamos destinados a subordinarnos al Imperio del Norte) es muy entrañable: Martí la hizo suya; después la usaron muchos otros patriotas dignos; y, por supuesto, la usó Fidel. En nuestro país vamos a trabajar muy duro por acceder a Internet y a las redes sociales para beneficio de David y de su pueblo, no para servir a Goliat.

Se habló de cómo a pesar de las Cumbres de la Sociedad de la Información que se han realizado, de los compromisos y promesas y de los reclamos de la sociedad civil y de los movimientos sociales, la llamada brecha digital entre países ricos y pobres se ha ido haciendo mayor. Hay que exigir en todos los espacios a nuestro alcance erradicar esa brecha digital, que es un reflejo directo del orden mundial injusto que se ha impuesto al planeta.

Como han expresado los máximos dirigentes de Cuba, y reiteró el viernes aquí el secretario del Consejo de Informatización y Ciberseguridad Senén Casas, el gobierno cubano se opone enérgicamente al uso del ciberespacio con un polígono de guerra y como plataforma para la subversión política, y ha expresado claramente que jamás nuestro gobierno ejercerá de manera unilateral acciones de este tipo contra otros Estados.

Debemos mantener activos los mecanismos para la protección, con un análisis exhaustivo de las vulnerabilidades en nuestros países.

Aunque no pude estar todo el tiempo que hubiera querido en el evento, sus organizadores me han comentado la calidad y profundidad de los debates que se han suscitado en estos tres días de Conferencia. También me hablaron de la Reunión de Alto Nivel de las Naciones Unidas que tendrá lugar en diciembre de 2015 para revisar los acuerdos de la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información, y, intercambiando con ellos, surgió la idea de enviar la Relatoría de este evento al Secretario General de las Naciones Unidas para que sea incluida como una contribución para esa Reunión de Alto Nivel. Y enviársela también al Presidente de la Comisión de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo y al Secretario General de la UIT.

Resulta evidente que el ámbito de las nuevas tecnologías está contaminado inevitablemente del cúmulo de plagas de este siglo XXI, hegemonismo imperial, manipulación informativa, crueles privatizaciones, miseria en las mayorías y egoísmo fatuo y enloquecido de las élites, irracionalidad consumista y suicida, insensibilidad, morbo, banalidad, vacío espiritual. No obstante, utilizadas con responsabilidad, con ética, con sentido de la justicia, con humanismo, las TIC son un importantísimo factor de transformación para sociedades que promuevan el conocimiento, la innovación productiva y sustentable y la mejora de la calidad de vida de la población.

No hay comentarios:

Publicar un comentario