jueves, 8 de noviembre de 2012

La diplomacia de cumbres en América Latina y el Caribe

Por Roberto Yepe [1] 

La llamada diplomacia de cumbres es una modalidad del multilateralismo muy extendida y de gran vitalidad en nuestra región.                                              
Históricamente, se ha desarrollado con particular intensidad a nivel subregional, con los procesos que han derivado actualmente en el Sistema de Integración Centroamericana (SICA), la Comunidad Andina (CAN), la Comunidad del Caribe (CARICOM) y el Mercado Común del Sur (Mercosur). Sin embargo, no se limita a este tipo de instituciones, sino que cobró fuerza y se generalizó como una práctica peculiar de la diplomacia latinoamericana al máximo nivel durante las décadas de los años ochenta y noventa del siglo pasado, con el advenimiento de los entonces frágiles procesos democratizadores, cuando los mandatarios comenzaron a acudir a las tomas de posesión presidenciales de sus colegas electos, en una demostración de solidaridad regional que indudablemente contribuyó, como tendencia, a la consolidación de los procesos políticos constitucionales.
También durante estos años se crearon y consolidaron diversos foros regionales que operaban periódicamente a nivel de jefes de estado y gobierno, destacándose el Grupo de Río (originado a partir de los antiguos Grupo de Contadora y Grupo de Apoyo a Contadora), la Cumbre Iberoamericana, la Cumbre de las Américas y la Cumbre América Latina y el Caribe - Unión Europea (ALC-UE). Los tres últimos foros mencionados tienen en común la participación de Estados no latinoamericanos y caribeños de gran peso en el relacionamiento externo de nuestra región. A su vez, el Grupo de Río, aunque experimentó un proceso de gradual ampliación de su membresía, durante buena parte de su existencia no incluyó a varios países de la región.
Si bien la proliferación de foros y reuniones a nivel cumbre determinó que esta modalidad mostrará signos de agotamiento a finales de la década de los noventa, los importantes cambios políticos ocurridos desde entonces en el mapa político de América Latina y el Caribe crearon las condiciones propicias para el surgimiento de un nuevo conjunto de instituciones propiamente latinoamericanas y caribeñas de gran dinamismo, que le han dado un nuevo impulso a la diplomacia de cumbres.
En este sentido, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba), surgida en diciembre de 2004, muestra ya impresionantes realizaciones en los campos económico y social, reflejadas en los diversos proyectos grannacionales que resuelven problemas concretos de la población y en los solidarios programas de cooperación que han permitido formar decenas de miles de médicos, así como que millones de personas accedan a servicios gratuitos de salud y sean alfabetizados. Puede afirmarse que en la larga y mayormente fallida historia de la integración latinoamericana y caribeña, el Alba es el proceso unitario que más resultados concretos ha logrado en menos tiempo. Igualmente, el apoyo del gobierno venezolano ha proveído, con Petrocaribe, una tabla de salvación a varias economías vulnerables de Centroamérica y el Caribe, severamente impactadas en las condiciones de crisis económica global y de altos precios de los hidrocarburos prevalecientes durante los últimos años.
La Unión Sudamericana de Naciones (Unasur), constituida como tal en el 2008 a partir de un proceso iniciado con la Primera Cumbre de Presidentes de América del Sur en el 2000, es otra organización de gran importancia geoestratégica que debe propiciar significativos avances en materia de integración de la infraestructura física regional sudamericana, sin que ello le impida apropiarse de temas de tanta relevancia como el de la seguridad, tradicionalmente monopolizado por las instituciones hemisféricas. De hecho, Unasur es ya un actor político relevante a nivel regional que ha actuado con gran sentido de la oportunidad en temas de extrema sensibilidad, como los intentos secesionistas en Bolivia en el 2009, el acuerdo entre Estados Unidos y Colombia sobre bases militares firmado ese mismo año –aunque obviamente es un asunto en el que no se podía alcanzar consenso-, y el intento golpista en Ecuador en el 2010.
La importancia de la flamante Comunidad de Estados Latinoamericanos y caribeños (Celac), es difícil de exagerar[2]. Su solo nacimiento constituye una contribución fundamental al desarrollo de un sentido de identidad latinoamericana y caribeña, de una verdadera comunidad de naciones. Como había apuntado el profesor José Bell Lara hace algunos años:
América Latina ha tenido una característica: en su conciencia colectiva se alberga la idea-fuerza de la unidad latinoamericana, pero eso no ha conducido a la constitución de un organismo que agrupe a todos los Estados de la región.[3]
La Celac responde así a una importante deuda histórica. Antes de la Celac, el único foro en el que participaban plenamente todos los mandatarios de América Latina y el Caribe era la Cumbre ALC-UE, pero se trata de un mecanismo para interactuar con un actor extrarregional. En la Cumbre Iberoamericana, por su parte, no participan los países de la Comunidad del Caribe, en tanto que en la Cumbres de las Américas, Cuba sigue estando injustificadamente excluida.
Con el Alba, Unasur y la Celac, puede hablarse del surgimiento y desarrollo de un nuevo multilateralismo en América Latina y el Caribe, sobre todo a partir de tres rasgos de gran trascendencia que tienen en común estos procesos:
·         Rescatan el principio del pluralismo político y económico, relegado en la década de los noventa del pasado siglo para imponer una supuesta comunidad de valores compartidos en el hemisferio, cuyo real significado era el pensamiento único y la aplicación a ultranza del neoliberalismo económico. Con todas las complejidades políticas que ello implique, el respeto de este principio es una condición indispensable para el ulterior desarrollo de las instituciones multilaterales en la región, si pretendemos verdaderamente alcanzar la unión latinoamericana y caribeña. La manera en que se proyectaron los mandatarios en la cumbre constitutiva de Celac de Caracas, demuestra que esto es muy deseable y posible.
·         Han permitido desarrollar un sentido de la solidaridad regional no visto desde las luchas por la independencia, como se evidenció en los eventos en Bolivia y Ecuador, anteriormente mencionados, el apoyo a Argentina en el tema de las Malvinas frente al colonialismo británico, en la movilización solidaria multilateral con Haití, y en la solidaridad con Cuba en contra del bloqueo y de su exclusión de la Cumbre de las Américas.
·         Quiérase o no, han puesto en primer plano la vigencia de la contradicción entre el “bolivarianismo” y el “panamericanismo”, que representa el principal factor de complejidad en el actual entramado institucional multilateral de la región. Todos los países latinoamericanos y caribeños, excepto Cuba, actúan en ambas dimensiones, aunque incluso Cuba recientemente manifestó su disposición a participar en las cumbres hemisféricas, de ser invitada en igualdad de condiciones y con plenos e iguales derechos
En cualquier escenario, posiblemente sea del interés de América Latina y el Caribe mantener mecanismos institucionales multilaterales con los Estados Unidos, como vía para estimular la cooperación donde sea posible y amortiguar y contener las tendencias de su política exterior hacia el unilateralismo y el irrespeto del Derecho Internacional. Pero con los trascendentales cambios ocurridos durante los últimos años, expresados particularmente en el significativo incremento de la concertación política y la mayor autonomía de la proyección externa de nuestra región, estas instituciones hemisféricas no deberían mantener la misma esencia y modo de funcionamiento del actual sistema interamericano, y probablemente tampoco convendría que mantuvieran su sede en Washington. El sistema interamericano, tal cual se concibe y funciona en la actualidad, es incompatible con el proceso unitario latinoamericano y caribeño.
Por otro lado, estos nuevos mecanismos genuinamente regionales surgidos en el presente siglo y de gran dinamismo funcional, coexisten con un conjunto de foros y organismos creados en décadas anteriores del pasado siglo y que, en general, están inmersos en una situación de letargo y anquilosamiento que motiva serios cuestionamientos sobre la viabilidad futura de los mismos. Indudablemente, si bien es muy difícil crear un foro internacional, posiblemente más difícil es lograr su extinción cuando ha perdido su razón de ser, debido a los intereses creados. Sin embargo, parece inevitable y necesario que en determinado momento la región se aboque a un proceso de restructuración y racionalización de aquellos mecanismos multilaterales que han perdido relevancia.
En este sentido, debe tenerse en cuenta que muchos de los gobiernos latinoamericanos y caribeños enfrentan serias limitaciones en cuando a su capacidad institucional para atender adecuadamente a los múltiples foros y organismos multilaterales existentes a nivel regional, y los funcionarios de sus cancillerías y otros órganos gubernamentales suelen simultanear dicha atención.
El valor de la diplomacia de cumbres
La diplomacia de cumbres ha recibido críticas a partir del argumento de que suelen ser eventos costosos y con pocos resultados prácticos para la vida de los pueblos. Si bien en ocasiones a este cuestionamiento no le falta razón, no debe generalizarse a todos los foros y, dentro de ellos, a todos sus eventos.
La utilidad de la diplomacia de cumbres no se deriva únicamente de los resultados prácticos o concretos de los organismos o foros en los cuales se desarrolla. Constituye una modalidad cuyos valores agregados, en su conjunto, en ocasiones llegan a ser más relevantes que los propios temas y objetivos contenidos en la agenda formal de los respectivos eventos cumbres. A menudo, diálogos políticos y acuerdos de gran relevancia no trascienden públicamente.
Su principal aporte es la manera en que contribuye a desarrollar e intensificar la comunicación política y la confianza al más alto nivel. También suele propiciar el impulso decisivo para hacer avanzar acuerdos y proyectos que a, a niveles inferiores de la burocracia gubernamental, difícilmente podrían despegar. Igualmente, por ejemplo, son oportunidades ideales para tratar asuntos bilaterales de alta sensibilidad, evitándose así visitas y reuniones bilaterales específicas que pudieran ser más delicadas políticamente de cara a la opinión pública nacional de los países involucrados.
De manera general, la diplomacia de cumbres es un espacio privilegiado que permite tratar asuntos bilaterales con muchos países y de manera muy eficiente. De esta forma, el bilateralismo y el multilateralismo se encuentran en un círculo virtuoso, aunque no exento de encontronazos anecdóticos entre los mandatarios, que forman parte de la diplomacia desde su propio surgimiento histórico.
En suma, en un mundo tan complejo y de ritmo vertiginoso como en el que vivimos, si la diplomacia de cumbres no existiera, habría que inventarla.
Publicado por la FLACSO en:


[1] Profesor en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García” en La Habana, Cuba.
[2] El presidente cubano Raúl Castro la ha calificado como el acontecimiento político más importante en la historia de América Latina y el Caribe en los 200 años de independencia.
[3] Bell Lara, José. (2008) La integración latinoamericana, un camino inconcluso. Ediciones Ántropos, Bogotá.

martes, 6 de noviembre de 2012

Las elecciones presidenciales y la política exterior de EE.UU.


Por Alejandro L. Perdomo Aguilera

Pareciera que se acaba el show de las elecciones presidenciales de los EE.UU. Nada más parecido al postulado de los intereses nacionales, de la doctrina Monroe y del sobredimensionamiento imperial, que escuchar o leer las declaraciones sobre política exterior de ambos candidatos. Más allá de los matices en la agenda exterior que defiende uno u otro candidato, predominan los intereses geoestratégicos del hegemón del sistema mundial. 

Para ello cada contendiente ha intentado convencer sin definir la verdadera estrategia, en esta acelerada carrera por el púlpito presidencial. Tanto en los debates, discursos y declaraciones “informales” se ha manejado como denominador común de ambas figuras, la preservación del liderazgo estadounidense a cualquier costo. 

La crisis económica impone frases preconcebidas, como el anhelo de ese pueblo a que se  recorte del gasto militar y se re-direccionen los fondos a lo que se ha dado en llamar la economía del conocimiento. Esta supone una inversión en la educación, principalmente en la rama de las ciencias exactas, abogando por un mejor aprovechamiento del capital humano en los recursos energéticos, tecnológicos e industriales, como fórmula para el mantenimiento de la supremacía estadounidense. 

Repasando los instrumentos claves de la política exterior estadounidense se puede apreciar la continuidad de la lógica de un imperio, que reconoce la necesidad de cambio ante el momento histórico que vive hoy el sistema-mundo, al decir de Wallerstein. Ciertamente la combinación del hard y el smart power en la política exterior y de seguridad de los Estados Unidos responde a intereses de Estado y no de un partido u otro, por lo que independientemente del hombre que ocupe la Casa Blanca el próximo 20 de enero, y de los asesores que se rodeen el ala oeste de ese lugar, permanecerán las doctrinas de política exterior, imprescindibles para concebir las relaciones política internacionales de la superpotencia.[i]
 
La preeminencia de elementos estructurales permite distinguir detrás del maquillaje que rodea el reality show de las elecciones estadounidenses, una lógica de preservación imperial que permite dilucidar políticas de estado para mantener y, en algunos casos recuperar, la credibilidad internacional y el liderazgo estadounidense a nivel global.  Debe comprenderse que en este afán no bastan los drones y los contratistas, sino que la Diplomacia y el Desarrollo, vistas como complemento imprescindibles del hard power, se articulan con el uso de las Tecnologías de la Informática y las Comunicaciones (TICs), puestas en función del poderío informacional de la primera potencia global. 

Desde esta lógica imperial, tanto un candidato como otro, por más conservador que pueda parecer Mitt Romney y la plataforma del partido republicano, utilizarían también el poderío informacional, para mediatizar temas, configurando la agenda internacional en función de los intereses hegemónicos del Estado-Nación. 
 
Obviamente que China y Rusia resultan  preocupantes, por el lugar que se posicionan en el sistema-mundo, ante el ajedrez hegemónico de los Estados Unidos. Ciertamente ni demócratas ni republicanos descartan el hard power y lo más peligroso es que cada vez parece lograrse una mayor aceptación mediática para las incursiones imperiales. La sensación del condicionamiento mediático que han dejado estas  elecciones presidenciales, pareciera suponer que valen más los gestos o estilos de cada orador, que las ideas. Se ha buscado más la forma de impactar en el subconsciente de la población, que el proyecto que le conceda un mejor futuro a esa nación. Pero lo más preocupante de todo, es que la proyección internacional que se propone, expresada a través de los instrumentos de política exterior y de seguridad, presupone el liderazgo sobre la paz, la verdadera cara del sistema imperial.

Mientras el mundo se consterna con guerras, insuficiencias alimentarias, energéticas y desastres climáticos, en un confortable salón dos políticos profesan sobre lo que pudieran decidir para el futuro del mundo en los próximos cuatro años. Nada más drástico y peligroso como reconocer que en ninguna de las dos ofertas aparece la racionalidad para un mundo  más pacífico e ileso de las consecuencias que alienta la elite del poder y el Complejo de Seguridad Industrial[ii] para el futuro de la humanidad.

Con matices pero bajo un mismo interés, llegaron al 6 de noviembre dictando postulados sobre como gobernar el mundo, a que país atacar, y bajo que presupuestos consolidar el liderazgo y la hegemonía global del imperio estadounidense.

Obviamente que el Medio Oriente concentra la atención, exaltada a veces por el pensamiento extremista de Romney, que pareciera remontado en las décadas de la guerra fría, otras bajo una la cortina de humo de la amenaza nuclear, se proyectaron las tesis de demócratas y republicanos.

Detrás de estas posiciones se halla la necesidad de alentar el Complejo de Seguridad Industrial, cuyo pulmón continuará avivándose en el Medio Oriente. El debate pro-judío en consonancia con los fondos que canaliza ese Lobby y los disímiles intereses que se resguardan entorno a Israel y sus enemigos históricos en esa región.

Israel continúa sirviendo como base político-ideológica y militar estadounidense en el Medio Oriente, de modo que la variable pro-judía en la política exterior de y seguridad permanecerá. Al respecto James Petras considera que: “(...) Determinados reflejos automáticos de defensa del debate abierto y del libre examen desaparecen –al menos en gran parte de las élites políticas de Estados Unidos– cuando se trata de Israel, y sobre todo cuando se aborda el papel del lobby pro israelí en la elaboración de la política exterior de Estados Unidos.”[iii]

Obviamente que si se tratara de comprender la polémica electoral desde el pensamiento crítico del sur, las conclusiones resultarían bien diferentes de las concepciones hegemónicas imperantes. Las elecciones del nuevo presidente estadounidense, conllevan a un ambiente de nacionalismo y sobredimensionamiento imperial, que exagera el american dream. 

En esas circunstancias, salen a relucir criterios de política internacional[iv] que parecieran retrotraerse a la época de guerra fría, sólo que ahora ante potencias económicas emergentes, que ameritan una relación más afinada, donde las concepciones del llamado fin de la Historia y el último hombre (Francis Fukuyama 1992) y el choque de civilizaciones (Samuel P. Huntington), resultan insuficientes para comprender las dinámicas del sistema internacional actual.

Respeto a las relaciones entre el centro “civilizado” con la Unión Europea (UE) en crisis, los movimientos contestatarios desde Wall Street y la Puerta del Sol, la lucha entre un presidente negro y un candidato mormón, hacen pensar que algo ha cambiado. No obstante, las esencias que imperan en la proyección de la política exterior y de seguridad de los EE.UU. conservan la necesidad de su predomino en el sistema internacional.

De Latinoamérica poco se ha comentado. Los problemas de seguridad que enfrenta la región, debido al tráfico ilícito de drogas y otros delitos conexos, y la errónea guerra contra las drogas trazada por ese gobierno, dejan un difícil panorama para un discurso triunfante. Lo comentarios relacionados con el enfrentamiento al crimen organizado transnacional, no fueron más allá del vago concepto de la lucha contra el terrorismo internacional, el cual suele adecuarse a los intereses geoestratégicos de ese gobierno.

Las polémicas sobre política exterior tratadas en las campañas presidenciales, no fueron sobre la base de los problemas que más consternan al mundo, sino sobre la forma en que demócratas y republicanos, desean utilizar los instrumentos del poderío nacional, para consolidar su liderazgo y hegemonía a nivel global. Por ello el que más convincente resulta ante las cámaras, las redes sociales en Internet y  las disímiles encuestadoras, será quien se lleve la mejor impresión del electorado. 

Por más difícil que parezca para el sur y la llamada periferia de este sistema-mundo, independientemente de las implicaciones que tienen las decisiones en política exterior de ese país para el futuro de la humanidad, al electorado lo que más le llegará a la fibra, continuará siendo la problemáticas económicas que se enfrentan al interior, respecto al empleo y el nivel de vida de la población. De cualquier forma, el próximo 20 de enero ocurrirá el discurso de toma de posesión, poniendo fin al reality show de esta temporada de las elecciones presidenciales en Estados Unidos.


[i] El término superpotencia se le concede su origen al neerlandés naturalizado estadounidense Nicholas Spykman. Este término fue desarrollado por Lyman Miller, donde destaca como componentes básicos del estatus de superpotencia cuatro ejes de poder: militar, económico, político, y cultural que fue desarrollado desde las ciencias políticas Joseph Nye como el soft y el smart power.
[ii] Se toma el término de Complejo de Seguridad Industrial y no el de Complejo Militar Industrial, pues se considera que en la actualidad es mucho más amplio y toma elementos que sobrepasan lo militar.
[iii] James Petras. En: Noam Chomsky y el lobby pro israelí: catorce tesis erróneas. En: Marx siglo XXI.
[iv] Se entiende como la  relación político-diplomática y sociocultural, que se emprende por los diferentes actores del sistema internacional, fundamentados en las políticas exteriores y de seguridad. Esta dada por una interrelación de la política exterior de los Estados, desarrollada en el conjunto de las relaciones interestatales que constituyen el sistema de Estados, aunque no se limita a lo estatal. En la actualidad deben considerarse la interacción con ONGs, Fundaciones, Agencias y la sociedad civil. Todo ello visto desde las relaciones de poder establecidas en el sistema internacional.


La tierra y la economía africana

Por Hedelberto López Blanch
Rebelión

África tendrá un crecimiento de 4,5 % en 2012 según un análisis elaborado por la institución Perspectiva Económica de África (AEO) lo que al parecer resulta una noticia alentadora. 

Pero son muchos los desafíos que deben enfrentar las naciones de este continente que resultó uno de los más explotados durante siglos de colonización y más tarde por las medidas neoliberales que se extendieron con fuerza tras la desintegración de la Unión Soviética y el campo socialista europeo en los años 90 del pasado siglo. 

Muchas transnacionales han invertido en estas naciones porque los gobiernos del continente no tienen capitales para extraer sus ricas reservas de minerales y petróleo que poseen, y en la mayoría de los casos las ganancias obtenidas salen hacia el exterior y muy poco queda para resolver las grandes necesidades de sus pueblos. 

Aunque la Institución señala que los gobiernos deben buscar más igualdad y tratar de satisfacer las grandes necesidades existentes, también ofrece algunas recetas neoliberales cuando afirma que para mantener el crecimiento, los países deben “abrir espacios a una mayor inversión privada , al consumo público, inversión en infraestructura y el consumo privado”. 

Asimismo, llama la atención sobre la ampliación de los movimientos reivindicativos, una realidad que esta desbordando la estabilidad de algunos gobiernos pues muchos ciudadanos reclaman una distribución más equitativa de la riqueza y los recursos. 

Resulta sumamente difícil incrementar el consumo público cuando el hambre, la miseria y las enfermedades se pasean por muchas regiones de ese continente y miles de niños mueren por inanición o por enfermedades curables. 

Ciertamente hay que poner los pies en la tierra, esa misma que escasea en muchos países para que sus nativos la trabajen y puedan autoalimentarse. Sin embargo una minoría las posee en abundancia o naciones más ricas compran grandes extensiones para producir alimentos y exportarlos hacia otros destinos. 

Un informe de la FAO denuncio que el incremento de las compras masivas de terrenos en los diferentes continentes, aumenta el riesgo de que más pobres sean desposeídos o se les impida el acceso a la tierra, al agua y a la vida.

Las compra-ventas se realizan entre compañías y gobiernos sin tener en cuenta a las comunidades afectadas y en la mayoría de los casos van acompañadas de expropiaciones pues las legislaciones locales no protegen el derecho de los pueblos originarios.

En los últimos tiempos, alrededor de 30 millones de hectáreas cultivables y de reservas boscosas ubicadas en naciones pobres, equivalente a la mitad de Europa, han sido adquiridas por países ricos y compañías transnacionales.

Uno de los ejemplos más desafortunados es el de la empresa sudcoreana Daewoo Logistic que firmó un contrato con el gobierno de la isla de Madagascar para la obtención por 99 años, de 1,3 millones de hectáreas que utilizará en la producción de maíz y aceite de palma destinados a biocombustibles, a cambio de infraestructura y empleos. Surcorea también ha adquirido 700 000 hectáreas en Sudán con los mismos fines y se prepara para incursionar en países del continente africano. Una de las naciones más interesadas en esas negociaciones es el rico estado de Arabia Saudita que necesita alimentos para su población y ya ha comprado con esos fines grandes extensiones en Etiopía, Sudán, Indonesia y Tanzania. 

Uno de los países que se esfuerza en cambiar la disparidad en la tenencia de la tierra es Namibia. La SWAPO, partido de gobierno, ha declarado en varias ocasiones la necesidad de implementar acciones y leyes en ese sentido. 

Recientemente el presidente Hifikepunye Pohamba afirmó que “la política de compra y venta ha fallado en los últimos 22 años y algo tiene que hacerse para enmendar la Constitución para que el gobierno posibilite la compra de tierras al pueblo”.

Y puntualizó: “Si no hacemos eso, enfrentaremos una revolución y la tierra puede ser tomada por los revolucionarios”.

A mediados de octubre, en una conferencia del Comité Central de la SWAPO, los delegados abordaron el tema y sugirieron que quien posea mucha extensión de tierra debía venderle una parte al gobierno para repartirla entre las personas del pueblo que la hagan producir. 

Pohamba explicó que no se habla de confiscación sino de venta y que en los últimos 20 años se ha intentado hacer pero los dueños se han negado. 

La mayoría de los propietarios de la tierra son las personas de raza blanca que poseen cerca del 80 %, mientras los nacionales y verdaderos dueños del país, los de raza negra, padecen necesidades por esa situación. 

El ministro de gobiernos locales, casas y desarrollo rural, Jerry Ekandjo, gran defensor de una solución razonable a la tenencia de tierra, informó a este reportero que se discute un presupuesto de 5 800 millones de dólares namibios (cerca de 70 millones de dólares USA) para la compra de tierra y posterior entrega a la población. 

En resumen, este es uno de los grandes desafíos que tiene el continente africano que durante décadas ha visto como la tierra de sus ancestros ha pasado a manos de las transnacionales y de los extranjeros ricos que se establecieron por tiempo indefinido en sus países. 

El cambio de esa situación la tienen en las manos sus pueblos y gobiernos.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Materialmente pobres



Por Silvio Rodríguez
La verdad es que somos materialmente pobres. No tenemos grandes yacimientos, excepto de níquel, cuyo valor ha bajado en el mercado mundial en los últimos años. También parece que tenemos algo de petróleo, lo que se está explorando todavía. Estamos rodeados de agua salada pero tenemos poca dulce: no tenemos ríos caudalosos de los que pudiera extraerse fuerza para turbinas generadoras de electricidad.
Nuestro más valioso yacimiento es el humano, porque gran parte del pueblo está instruido, gracias a una política correcta que se instauró desde hace medio siglo. Eso y la tierra, aunque es difícil que un pueblo educado decida dedicarse a la agricultura. Los estudios relacionados con el campo trataron de estimularse, pero la mayoría quería ser médico, ingeniero, arquitecto, o sencillamente vivir en las ciudades. Uno de los dramas anteriores a la Revolución era que las tierras pertenecían a grandes latifundios, generalmente de empresas foráneas; los que la trabajaban no eran propietarios sino peones. La Revolución hizo dos reformas agrarias y repartió tierras a quienes las querían trabajar, pero por una política agraria sin luz larga los hijos de los propietarios de tierras se fueron de los campos, y hoy resulta que hay que importar la mayoría de los alimentos que consumimos, a pesar de que podríamos producirlos.
No me ofende que alguien nos diga pobres, porque somos dignos. Fuimos capaces de lanzarnos a una concepción elevada del ser humano. Quizá pecamos de idealistas, pero teníamos dos mundos que comparar: el injusto que habíamos vivido y el solidario que soñábamos construir. Los desganos actuales no son por falta de memoria: es que los que comienzan a decidir no tienen edad de recordar lo que fuimos. Y ¿qué convence a las nuevas generaciones de que respondan por las vidas de sus abuelos, más que por la propia? El mundo parece funcionar por reglas ancestrales, por lo básico que se suele entender: si trabajas, tienes; si tienes, te das el gusto de hacer lo que desees.
La actualidad parece estar violentando nuestro espíritu al volvernos realistas, lo que en cierto sentido podría parecer que nos empobrece, porque nos hace sacar más cuentas, no sólo de lo que tenemos y aspiramos sino de lo que estamos dispuestos a dar. Muy al principio de la Revolución, Fidel dijo una vez: “Nos casaron con la mentira y nos obligaron a vivir con ella. Por eso nos parece que se hunde el mundo cuando escuchamos la verdad. Como si no valiera la pena que el mundo se hundiera, antes que vivir en la mentira.” (*) Aunque parezca contradictorio, lo cierto es que la forma de ser que teníamos, la más elevada, la más altruista, además de bien, también nos hizo daño: creó demasiada seguridad. Fabricamos un mundo en el que, incluso sin trabajar, algunos podían sobrevivir. Y lo cierto es que somos un país sin mejores recursos que nosotros mismos, los que lo habitamos.
Si pensamos que es justo que todos tengamos derechos, no debemos olvidar que también es muy justo que todos aportemos. Porque no se trata de que por haber nacido nos toquen todas las bondades, y nos las den, y después nos las sigan dando, como si la vida fuera un interminable biberón; se trata de que, porque nacimos y somos ayudados a sobrevivir, tengamos la oportunidad de ganarnos el bien que seamos capaces de realizar. Ese principio, el derecho a lo honradamente trabajado, debiera ser nuestra mayor riqueza.

(*) citado de memoria.

 Tomado del blog Segunda Cita

sábado, 3 de noviembre de 2012

Ante insoslayable denuncia del MINREX, USA reconoce labor subversiva de la SINA en Cuba

Gobierno de EE.UU. reconoce actividad subversiva de la SINA en Cuba    




La Polilla

El Gobierno de Estados Unidos reconoció hoy que facilita el acceso a medios de comunicación en su instalación diplomática en La Habana a ciudadanos cubanos que tratan de subvertir el orden interno en ese país.

La vocera del Departamento de Estado, Victoria Nuland, dijo que Washington utiliza la Sección de Intereses (SINA) para impartir cursos de adiestramiento a los cubanos que lo solicitan.

La funcionaria respondió así a una declaración publicada hoy en el diario Granma, órgano del Partido Comunista de Cuba, sobre el papel de la SINA como cuartel general de la política de subversión del Gobierno federal de Washington contra la nación antillana.

En su empeño por ejercer un papel rector en la tarea imposible de convertir a sus mercenarios en un movimiento creíble de oposición interna, la SINA canaliza fondos del presupuesto gubernamental norteamericano para alimentar el negocio de la subversión interna, subraya la declaración oficial.

Añade el texto que el objetivo de Washington es que estos individuos actúen contra los intereses del Estado cubano, en violación flagrante de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, de las leyes cubanas y del propio acuerdo que dio origen al establecimiento de la Sección de Intereses.

Fuente Prensa Latina


Declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores

La Sección de Intereses de los Estados Unidos (SINA) en La Habana sigue fungiendo como cuartel general de la política de .subversión del gobierno norteamericano contra Cuba, que tiene entre sus propósitos fundamentales fabricar un movimiento de oposición al gobierno legítimo de Cuba y fomentar la desestabilización interna para provocar un "cambio de régimen" en nuestro país.

Como ha sido denunciado con anterioridad, durante los últimos años, la SINA ha continuado realizando actividades ilegales, que nada tienen que ver con las funciones de una misión diplomática y que consisten en promover, asesorar, instruir, entrenar, financiar y abastecer con medios y tecnologías diversas a sus mercenarios en Cuba. Diplomáticos de esa oficina incitan permanentemente a estas personas, que responden a los intereses del Gobierno de los Estados Unidos contra Cuba a cambio de una buena retribución monetaria, a protagonizar acciones provocadoras, desplegar campañas de manipulación sobre la realidad del país y actuar contra el orden constitucional cubano.

En su empeño por ejercer un papel rector en la tarea imposible de convertir a sus mercenarios en un movimiento creíble de oposición interna, la SINA canaliza fondos del presupuesto del Gobierno de los Estados Unidos y medios financiados por este para alimentar el negocio de la subversión interna.

En su labor de injerencia en los asuntos internos de Cuba, la SINA ha llegado al extremo de asumir tareas de capacitación, estableciendo dentro de su sede locales y centros ilegales de Internet para proveer entrenamiento e impartir cursos a personas, con el objetivo de que actúen contra los intereses del Estado cubano, en violación flagrante de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, de las leyes cubanas y del propio acuerdo que dio origen al establecimiento de la Sección de Intereses.

En Cuba, como en muchos países, se requiere del consentimiento del Estado cubano y de la aprobación del Ministerio de Educación Superior para poder impartir programas docentes o cursos. También se necesita la autorización y una licencia de operación del Ministerio de Informática y Comunicaciones para ofrecer servicios de Internet. La SINA no cuenta con ningún permiso para dar estas prestaciones, que realiza sin la anuencia de las autoridades cubanas, por lo que son ilegales.

Resulta inaceptable y cínico que este tipo de programas que promueve la SINA, incompatibles por demás con las funciones de una misión diplomática, sean desarrollados por el país que sostiene, por ley y por decisión de su gobierno, una política de abierta hostilidad y bloqueo dirigida a doblegar y destruir a la Revolución, que, entre otros aspectos, restringe el libre intercambio educacional, cultural, académico, científico y deportivo entre los dos países e impide a Cuba conectarse a las decenas de cables submarinos que rodean la isla para poder acceder a Internet.

Existen pruebas irrebatibles de que las actividades ilegales que realiza la SINA son financiadas con fondos oficiales del gobierno norteamericano, que en sumas millonarias son adjudicados anualmente al Departamento de Estado y a la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), en virtud de la sección 109 de la Ley Helms-Burton, que tiene como objetivo explícito promover un cambio en el sistema político, económico y social de Cuba.

Estas acciones subversivas, unidas al recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero, la persecución cada vez más feroz de las transacciones financieras cubanas y la utilización de nuevos pretextos para evadir la propuesta de sostener un diálogo serio, respetuoso y en condiciones de igualdad entre ambos países, que Cuba ha reiterado, demuestran que el actual Gobierno de los Estados Unidos no tiene la voluntad real de dejar atrás las peores políticas y prácticas de la Guerra Fría y no desiste de sus intentos por tratar de someter a nuestra nación a su dictado.


El Ministerio de Relaciones Exteriores denuncia las actividades ilegales, injerencistas, ofensivas y provocadoras de la Sección de Intereses de los Estados Unidos y demanda el cese de su incitación permanente a la realización de acciones dirigidas a subvertir el orden constitucional que el pueblo cubano ha elegido legítima y soberanamente.

El Ministerio de Relaciones Exteriores ratifica que Cuba no cederá terreno a la injerencia y que utilizará todos los mecanismos legales a su alcance para defender la soberanía conquistada y hacer valer el respeto al pueblo cubano y a las leyes del país.


La Habana, 1 de noviembre de 2012
Imagen agregada RCBáez

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Lic. Rosa Cristina Báez Valdés "La Polilla Cubana"
Moderadora Lista Cuba coraje, Coord. Red Social Hermes para Cuba y A. Latina y miembro fundador de la Red de Trincheras Amigas

Libertad a los 5

¡YA!