jueves, 13 de junio de 2013

Verizon, Facebook y Google, entre el espionaje real y el teatro.


Por: Carli Ruiz de Lugo, para Ventana Política





Se especula que las informaciones dadas por el diario inglés 'The Guardian' y el estadounidense 'The Washington Post' sobre el registro de llamadas telefónicas de la compañía Verizon Communications Inc. y el acceso a los servidores de empresas como Google y Facebook, con el conocimiento y beneplácito de las compañías, están perturbando la credibilidad del presidente, Barack Obama, así como a las empresas, que han asegurado en otras ocasiones no haber autorizado esas intervenciones.

A inicios de junio, 'The Guardian' informó que una orden judicial imponía a la empresa de banda ancha y telecomunicaciones Verizon, entregar a la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), dependencia criptológica del Departamento de Defensa de los Estados Unidos, listados de las llamadas telefónicas de sus clientes. El requerimiento incluía el número de teléfono del destinatario, la duración, el momento y el lugar desde el que se hizo, en cualquier parte del mundo. 

Al día siguiente, el 'Washington Post' y 'The Guardian' informaron de que la NSA había accedido directamente, mediante un programa llamado PRISM, a los servidores de nueve empresas de Internet, entre ellas Facebook, Google, Microsoft y Yahoo.

Dicho programa posibilita que la NSA y el FBI accedan a los correos electrónicos, los chats y otras comunicaciones de forma directa, a través de los servidores de estas grandes empresas. No obstante, estas empresas niegan haber dado acceso al Gobierno. Se argumenta que la información conseguida se emplea para vigilar a extranjeros sospechosos de terrorismo o espionaje.

Secreto a voces y credibilidad magra. 

Lo cierto es que se van haciendo habituales las recurrentes y aparentemente sorpresivas revelaciones sobre mecanismos y prácticas de espionaje de instituciones estadounidenses, con el concurso de cuanta entidad allí está autorizada a existir, como parte de las estrategias geopolíticas de ese país, no sólo en el orden doméstico, sino también global.  A fuerza de costumbre, lo que debería ser escandaloso se torna hecho aceptado. ¿Quién puede impedirlo, esa entelequia imprecisa que algunos llaman la conciencia mundial? ¿Qué podrían  hacer otros países, afectados de una manera u otra en su soberanía y seguridad, pero sin poder, ni capacidad real para contener las draconianas imposiciones imperiales? ¿Qué dejar entonces para los humildes mortales, habituados a ser, cuando más, espectadores de un teatro mundial de violencia, crisis y rebatiñas de poder, en el que ellos no deciden nada y sólo aportan en tanto consumen?  De vez en vez, hasta Hollywood suele hacer comparsa en esta saga de capítulos de espionaje. El entretenimiento está garantizado y la costumbre sembrada.
Pero, claro, hay que cuidar el papel de pureza.  De todo debe haber: buenos, malos y pobres forzados por las circunstancias. Así, para cubrir el colorante de la mejilla, Facebook y Google, dicen ahora estar solicitando permiso a las autoridades federales estadounidenses para revelar toda la información relacionada con las peticiones de la NSA acerca de datos de sus usuarios con el objetivo de recuperar la confianza de sus clientes.

Del lobo, un pelo

David Drummond, responsable legal de Google, enarbola el “duro trabajo” de esa empresa en los últimos quince años para ganarse la confianza de “sus usuarios", Y con la misma, sostiene que ya han rechazado en otras ocasiones las peticiones de diferentes gobiernos para que entreguen datos de “sus clientes”.

No obstante, en una carta que se le atribuye, este abogado sostiene que la Oficina de Dirección de Inteligencia Nacional de Estados Unidos reconoció la semana pasada que había reclamado datos a Google y que ésta había aceptado. Empero, maquillaje indispensable, manifiesta que son falsas las informaciones aparecidas en la prensa sobre la concesión, al “prestar” esos servicios, de acceso ilimitado a las autoridades estadounidenses.

Mas esas declaraciones de buena fe no bastan. Está claro que el asunto provoca especulación y hasta morbo informativo. Todo ello cabe dentro del juego del titiritero, crea interés. Lo importante es que no tenga implicaciones más allá de lo calculado. Parece entonces que se impone, llegado el momento, como diría una célebre cantante cubana de bares nocturnos, hacer el más puro teatro.

Así, el Sr. Drummon está solicitando formalmente que se le permita a Google “publicar en un informe de transparencia las peticiones de seguridad nacional". “Google no tiene nada que esconder", remarca, como buen defensor leguleyo y asegura que no se producirán "circunstancias adversas por su publicación". Por supuesto que no, eso está garantizado.

La espumosa y decrecida Facebook parece que  también recorrerá un curso similar. El asesor general de esa empresa, con cotización en la bolsa, Ted Ullyot, ha urgido (peculiar palabrita) “al gobierno de Estados Unidos que nos ayude a que sea posible incluir información sobre el tamaño y alcance de las peticiones de seguridad nacional que recibimos".

Llama la atención que el nombre de Verizon es un acrónimo de “veritas” y de “horizon”. Pero ¿dónde está el real horizonte de la verdad?





lunes, 3 de junio de 2013

DANIEL ORTEGA: LA PAZ NO SE LOGRA ENTRANDO A LA OTAN

Con información de CIUDAD CCS y AVN

El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, a propósito de la firma de convenios de cooperación con Venezuela durante un acto realizado en la Plaza de la Revolución de Managua, expresó su preocupación por la solicitud realizada por el presidente colombiano Juan Manuel Santos de solicitar el ingreso de ese país a la OTAN. “Algo que resulta totalmente inadmisible –quiero pensar que eso no puede estar pasando–. Me cuesta creer que el presidente de la hermana República de Colombia haya empezado la decisión en nombre del pueblo colombiano de incorporarse a la OTAN”, dijo Ortega. Agregó que América Latina y el Caribe es una zona que ha sido declarada de paz y de integración. Enfatizó que la paz no se logra a través de la incorporación a la OTAN que es una organización cuyo “único mérito ha sido bombardear y destruir y esta es una política que pretende continuar”. “La fortaleza de América Latina y el Caribe no está en que nuestros países se vengan a llenar de bases militares extrarregionales, la potencia para América Latina y el Caribe no está con que nuestros países tengan ahora que incorporarse a organizaciones como la OTAN cuyos méritos han sido los de bombardear”, resaltó.

Por ello denunció una vez más las intenciones de las potencias imperiales de querer separar los lazos de unión existentes entre los países latinoamericanos. “El imperio de los imperios, la tiranía del capitalismo global, sigue conspirando y cuanto más fuerte nos ven, más conspiran”, subrayó. La OTAN, creada en 1949 y compuesta por 28 Estados, es un organismo de intervención militar arbitraria, que con el pretexto de combatir el “terrorismo internacional” y defender los intereses de las naciones más poderosas del planeta, ha atacado a países como Afganistán, Libia, Irak, entre otros. La OTAN posee el mayor arsenal nuclear de la historia, suficiente para destruir el mundo.

En la actualidad, existe una base militar de la OTAN, conocida como de Mount Pleasant, ubicada a 60 kilómetros de Puerto Argentino, y a 700 km de la costa patagónica, que ocupa la región más llana de la isla Soledad, cercana al mar y apta para el desplazamiento de aviones y helicópteros


Cuando EEUU pasó a llamar arma de destrucción masiva a todo

NACIONES UNIDAS, 31 May 2013 (IPS)  - Cuando Estados Unidos invadió Iraq, en marzo de 2003, uno de los principales objetivos expresados fue ubicar y eliminar las armas de destrucción masiva presuntamente acumuladas por el régimen del presidente Saddam Hussein.

 Estados Unidos argumentaba buscar frenéticamente tres de los armamentos más letales del mundo: nucleares, biológicos y químicos, como también las clasifica la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

 La búsqueda, aparentemente basada en información defectuosa de los servicios de inteligencia estadounidense, demostró ser inútil. Pero las letras "WMD", siglas inglesas de "armas de destrucción masiva", se convirtieron en parte integral de la jerga militar en todo el mundo.

 Sin embargo, desde los atentados de abril en Boston, tanto el gobierno de Barack Obama como los medios de comunicación dominantes han ofrecido una nueva definición de las armas de destrucción masiva: dos bombas caseras fabricadas con ollas a presión repletas de clavos y otros metales que mataron a tres personas e hirieron a más de 250 durante una maratón en esa ciudad de Estados Unidos.

 Ese explosivo fue descrito reiteradamente como "arma de destrucción masiva".

 Natalie J. Goldring, del Programa de Estudios sobre Seguridad en la Escuela Edmund A. Walsh de Servicio Exterior en la Universidad de Georgetown, dijo a IPS que las armas usadas en Boston fueron artefactos explosivos improvisados, no armas de destrucción masiva.

 Las armas químicas, biológicas y nucleares suelen agruparse bajo el rótulo de destrucción masiva, señaló. Combinarlas en una sola categoría hace que parezcan la misma cosa, cuando no lo son, sostuvo.

 "Las armas nucleares son, por lejos, más destructivas que las químicas o biológicas existentes. Aún así, los tres tipos de armas tienen la capacidad de ser masivamente más dañinas que las que se usaron en Boston", dijo.

 "Comparar las armas usadas en esos atentados con armas nucleares en particular es absurdo", planteó Goldring, quien también representa al Acronym Institute en la ONU a propósito de armas convencionales y comercio de armas en general.

 Según expertos militares, los artefactos improvisados usados en Boston no difieren de los usados por insurgentes contra las Fuerzas Armadas de Estados Unidos en Afganistán e Iraq.

 Jody Williams, ganadora del premio Nobel de la Paz en 1997 y presidenta de la Iniciativa de las Mujeres Premio Nobel, dijo a IPS: "Si quieren confundir a la gente, desdibujen las líneas que distinguen las cosas y también las situaciones".

 Señaló que hablar de un artefacto explosivo improvisado como "arma de destrucción masiva" es apenas un ejemplo, como lo es el amplio uso de las palabras "terrorista" y "terrorismo" luego de los ataques que el 11 de septiembre de 2001 dejaron 3.000 muertos en Nueva York y Washington.

 Williams lideró una campaña muy exitosa que derivó en una prohibición mundial de las minas antipersonal.

 Según ella, al gobierno de Estados Unidos le resulta más fácil continuar con su "guerra contra el terrorismo" sin fronteras si la gente no entiende del todo o no ve las diferencias. Es todo "demasiado confuso" y es mejor si queda en manos de los "expertos" en Washington, agregó.

 Siemon Wezeman, investigador del Programa de Transferencia de Armas en el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz, dijo a IPS que el uso de las siglas "WMD" para describir a los explosivos de Boston se percibe como "raro".

 Para Wezeman, la mayoría de las personas piensan que las armas de destrucción masiva son las nucleares, biológicas, químicas y potencialmente radiológicas. Sin embargo, sostuvo, el término se ha usado laxamente desde que se acuñó, probablemente en 1937, para describir más o menos a cualquier arma.

 En la terminología oficial de Estados Unidos parece haber unas 50 definiciones diferentes, dijo.

 Considerando esa nomenclatura, la categoría "armas de destrucción masiva" serviría para cubrir "cualquier tipo de arma explosiva levemente más grande: artefactos explosivos improvisados, granadas de mano, proyectiles de artillería, cañones pequeños, tal como usan diariamente los  ó terroristas', así como las Fuerzas Armadas", agregó Wezeman.

 Por su parte, Goldring comenzó a IPS que, pese a que los atentados de Boston fueron horribles, "la cantidad de víctimas que causaron fue una fracción diminuta de las que probablemente habría provocado la explosión de una o más armas nucleares en una ciudad".

 Los científicos estiman que, aunque en una ciudad explotara un arma nuclear relativamente pequeña (de 10 kilotoneladas), quedaría destruida toda el área comprendida en un radio de una milla.

 "Llamar  armas de destrucción masiva' a las bombas de Boston es una declaración política", opinó Goldring.

 Si lo fueran, "acaso eso significaría que todos los artefactos explosivos improvisados y usados en Afganistán e Iraq también se definen como armas de destrucción masiva?", planteó.

 Eso simplemente no tiene sentido, dijo, agregando: "Los artefactos explosivos improvisados han causado daños enormes al personal militar y a civiles en Afganistán e Iraq, pero no son armas de destrucción masiva".