martes, 26 de mayo de 2015

Primer Girón Tecnológico



Pasajes de la Historia de la Revolución Cubana y su relación con la Política Exterior

Por Carlos Martínez Salsamendi *


Primer Girón Tecnológico: así se tituló un reportaje sobre la develación en Moa de una escultura de Demetrio Presilla al cumplirse el 51 aniversario de la puesta en marcha de la planta niquelífera Pedro Soto Alba.

Fue efectivamente un hecho que constituye una hazaña de la naciente revolución en el orden tecnológico, la que, dirigida directamente por el comandante Ernesto Che Guevara, tuvo a Presilla al frente de un grupo de ingenieros y técnicos que laboraron en la planta de Nicaro, y de jóvenes que participaron en el proceso de construcción de la fábrica de Moa y se incorporaron, estimulados por el Che, a los esfuerzos por la incipiente industrialización del país.  

En una corta época en la que trabajé en el Centro Coordinador para el Desarrollo del Norte de Oriente (*),  en la profesión que había estudiado – economista – tuve la oportunidad de conocer a Presilla y muchos de los ingenieros y técnicos que, junto a los obreros que también contribuyeron a levantar la planta Pedro Soto Alba (**), aportaron a dicha hazaña. 
También me adentré en la parte técnico-económica, del proyecto, al contribuir a la traducción del inglés de su voluminosa documentación. Además de conocer algunas interesantes anécdotas, pude constatar de primera mano lo que constituyó ese “primer Girón tecnológico”.  ¿Por qué de ese calificativo?

La fábrica de Moa originalmente fue una inversión de la Freeport Sulphur Co., gigante de la industria químico-minera  estadounidense, diseñada específicamente para procesar el mineral laterítico de una extensa zona de la región nororiental cubana, con una composición y cualidades superiores a las conocidas que se procesaban en Nicaro.   Era un proceso con la tecnología más avanzada para la época, que se le sigue reconociendo como tal. La empresa estadounidense llevaría el nombre de Moa Bay Mining Company.

En realidad lo que se producía en Moa no era un producto terminado.  Era un material – una especie de lodo - que después de beneficiado, se enviaba por mar a la planta de la empresa en el sur de los Estados Unidos sobre el Golfo de México para la terminación del proceso – níquel más cobalto metálico.  Incluso, el barco también fue diseñado específicamente para tales propósitos.  Llevaba el mineral semi procesado en unas tolvas.  De esta manera la empresa se ahorraba el pago del arancel aduanero al no importar un mineral procesado sino como materia prima para la industria.  En el viaje de retorno, el barco traía el ácido sulfúrico, insumo principal para el proceso de Moa.   ¿Sería, además, otra muestra de dependencia neocolonial?

Una de las anécdotas que me contaron fue que el Che se lamentó de haber firmado el decreto de nacionalización de la fábrica cuando el barco estaba para los Estados Unidos y no un poco después cuando el barco estuviera en aguas cubanas.

La Pedro Soto Alba  y su proceso fueron diseñados por un reconocido ingeniero de la India, Tuhin K. Roy, que fue también el principal ingeniero químico que diseñó la fábrica en territorio de los Estados Unidos, y un grupo de profesionales de su país altamente calificados en la materia que trabajaban  para la Freeport Sulphur.  Pero, igual que en el caso de las refinerías de petróleo estadounidenses, los que pronto dejarían de ser los dueños se llevaron toda la documentación técnica de la planta cuando todavía no se habían concluido las pruebas para su posterior puesta en marcha, seguros de que nunca pudiera ser operada por los cubanos.  De ahí, el alto valor del desempeño de Presilla, su equipo y los trabajadores que lograron arrancar la planta de Moa.

Presilla, oriundo de una zona cercana a Mayarí Abajo, en la hoy provincia de Holguín, trabajó en la fábrica de Nicaro y llegó a ser su jefe técnico principal.  Alto y corpulento, era un personaje singular, simpático, ocurrente y bonachón, aunque estricto en el cumplimiento de las normas y disciplinas técnicas.  En la fábrica andaba con un casco de protección metálico que tenía las huellas de los golpes que le daba cuando se enfadaba ante el incumplimiento de algún técnico u obrero; se enorgullecía en mostrarlo como casi un trofeo de guerra.  Gozaba de gran respeto de los dirigentes y trabajadores y, especialmente del Che, quien le reconocía sus méritos y entrega.

Supe también sobre una anécdota de tal reconocimiento del Che a Presilla y de la condición humana del Guerrillero Heroico: en una ocasión le plantearon que Presilla tenía dos esposas en aquellos momentos, una en la Habana y la otra en Nicaro – conocí a las dos -.  La de la Habana era lo que se le llama en la región oriental, una indiana por el color de la piel y sus bonitos rasgos físicos.  La de Nicaro era una negra alta y de belleza exuberante; parecía una diosa de ébano que llamaba poderosamente la atención cuando caminaba por las calles del poblado de Nicaro.  El Che desestimó la queja, que tenía pretensiones de chisme, y ripostó que lo que había que considerar era lo que Presilla había significado y seguía significando para la producción de níquel, y no meterse en su vida personal.

Además de lograr la puesta en marcha de Moa, Presilla y los ingenieros y técnicos que lo acompañaron en aquella hazaña, brindaron también una demostración de sus altos conocimientos profesionales y la dedicación a defender los intereses de Cuba.  A finales de la década de 1960, Tuhin K. Roy presentó al Gobierno revolucionario – ya el Che estaba en tierras bolivianas - un mega proyecto que por sus objetivos resultó de gran interés por lo que podría significar para el desarrollo del país.

Con el nombre de Aprovechamiento Integral de los Minerales de Pinares de Mayarí, el proyecto consistía en: A partir de los minerales lateríticos de la meseta Pinares de Mayarí, extraer el níquel y cobalto, llevándolos a níquel y cobalto metálicos; con el residuo, que se conoce como “colas”, se extraían otros valores metálicos como el cromo,  manganeso y alúmina, y obtener al final un mineral con alto valor de hierro que haría rentable una siderurgia, propuesta a microlocalizarse en Felton, en la bahía de Nipe frente a Nicaro por el Occidente.

El proyecto fue presentado con una profusamente detallada documentación técnica, incluido el estudio de factibilidad económica.  Parecía una magnífica oportunidad para la economía cubana.  El proyecto, una vez aceptado, costaba una suma considerable de millones de dólares.  Conllevaba, además, grandes inversiones en infraestructura e industrias de apoyo.

Para el estudio de la propuesta se constituyó un grupo integrado por los mejores ingenieros y técnicos cubanos de las fábricas de Nicaro y Moa  en el que estaban, entre otros,  Presilla y los que junto a él llegaron a arrancar la Pedro Soto Alba.  De algunos, recuerdo los nombres de los ingenieros Preval, Israel y Ventura.  Al frente del estudio y su evaluación estaba el ingeniero Álvaro Hernández Lora, uno de los profesionales que, en su política de sumar,  el Che captó para la creación del Ministerio de Industrias, y que en aquel momento dirigía el Centro Coordinador para el Desarrollo del Norte de Oriente.

Fui testigo de las intensas sesiones de trabajo entre el grupo cubano y el equipo de profesionales también altamente calificados que acompañaban al señor Roy; las sesiones  de trabajo se celebraron en la Habana y en Nicaro.  Para mi satisfacción y la de todos los que conocían sobre el proyecto guardo con especial recuerdo las extensas discusiones en las que el grupo cubano, con sólidos argumentos, fueron demostrando las deficiencias y los errores que desvirtuaron los beneficios que pretendían “vender” sus autores.

En definitiva, no solo se le ahorró al país varios millones por el proyecto, sino que se evitó que hubiera sido un fiasco una gigantesca inversión para un falso objetivo dirigido al necesitado desarrollo económico de Cuba. ¿Sería también una acción intencional, aunque solapada, en la ya declarada política de sabotaje económico contra la Revolución cubana? 

Por todo ello me alegró sobre manera la noticia del homenaje permanente a Demetrio Presilla.

La Habana, mayo, 2015.

* Profesor del Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI). Cuba


(*) En otro trabajo me referiré a ese Centro, constituido a instancias del Che.
(**) Miembro del Ejército Rebelde, muerto en el combate por la toma del puesto del ejército del dictador Batista en dicha localidad oriental.


jueves, 14 de mayo de 2015

En crisis los antiguos partidos de izquierda en Europa

Por Richard Ruíz Julien*


Es casi imposible, al analizar el panorama político europeo, no coincidir con analistas que le adjudican la pérdida del espíritu comunitario, algo perjudicial para el futuro cercano y lejano de una Unión Europea enfrentada, además, al vertiginoso desarrollo de nacionalismos.


Donde apenas unos años atrás predominaba el pensamiento socialdemócrata, hoy domina una crisis de la ideología y la cultura política en toda la dimensión de su concepto, con base en la pérdida de credibilidad de los partidos tradicionales.

Por ello, varios especialistas no dudan en afirmar que la socialdemocracia es una corriente política en retroceso en Europa, con postulados básicos muy distintos a los defendidos en una época por el alemán Willy Brandt, el sueco Olof Palme o François Mitterrand, en Francia.

Existen formaciones de nombres con los cuales se intenta vender una agenda socialdemócrata, más de denominación que de contenido, y prácticamente es un eufemismo llamarse Partido Socialista o Socialdemócrata cuando en realidad las políticas aplicadas son otras.

De acuerdo con el profesor de política internacional del Instituto Superior de Relaciones Internacionales de Cuba, Leyde Rodríguez, las décadas de 1960, 1970 y 1980 son punto de partida para acercarse a las causas de conflictos internos de la socialdemocracia.
Pero sobre todo, considera, es a partir de la década de 1990 cuando los partidos de este tipo fueron absorbidos por el neoliberalismo.

En la década de 1980, puntualiza Rodríguez, el sistema económico capitalista entra en una crisis de acumulación, que se agudiza en el final de la centuria.

Tal paso del mencionado sistema ocurre al acogerse a las políticas trazadas por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la propia Comisión Europea y sus estructuras, pero seguidas de cerca por Estados Unidos y sus aliados.

Bajo indicaciones económicas específicas de otras potencias, Bruselas, Bélgica (principal sede administrativa de la Unión Europea), comienza a ejecutar programas de ajuste estructural, o de austeridad y de reducción de presupuestos para cada uno de los países europeos, precisa el catedrático.

Según el también doctor en ciencias históricas, la esencia de los mismos arremete contra los programas sociales: menos dinero para salud, educación o seguridad social.

Tales servicios eran antes asumidos o mantenidos por el Estado y por los partidos socialistas o de la socialdemocracia en la época del modelo de bienestar, no sólo en Europa sino en otras partes del mundo.

La propia sociedad, aclara Rodríguez en entrevista con Prensa Latina, le pasó la cuenta a los partidos traidores y, al quedar sin el suficiente apoyo electoral, su poder comenzó a restringirse hasta verse en la obligación de compartirlo con sus aparentes enemigos históricos, los ultraderechistas.

El programa de la socialdemocracia plantea originalmente una economía mixta controlada por vías democráticas.

Hoy esto en la mayoría de los países europeos no existe, en opinión del investigador, pues de un lado está la falta de control popular de las clases medias sobre la política económica y de otro la privatización, con la creación de desempleo y marginación.

La economía europea pasó a un control trasnacional, no sólo por parte de las empresas de la propia región, sino de las estadunidenses o de otros continentes, las cuales dominan en la actualidad, junto a elites económicas europeas y el poder financiero de la Unión.
Por otra parte, como asegura el analista, los programas subvencionados son mínimos y están en retroceso.

La propia socialdemocracia desvirtuó el sistema de asistencia social diseñado para contrarrestar la pobreza y asegurar los ingresos de los ciudadanos, sobre todo en los casos de enfermedad, desempleo o jubilación.

Ahora es normal ver fragmentación, polarización, incertidumbre, donde antes había participación activa y con una gran afinidad en los programas social-demócratas, agrega.
La socialdemocracia durante el siglo XX se proponía crear organismos gubernamentales reguladores de la empresa privada, en defensa del trabajador y del consumidor.

Pero los trabajadores, apunta Rodríguez, se quedaron casi sin derechos laborales ante el avance imparable de la economía de mercado y la pérdida de fuerzas aglutinadoras, entre ellas los sindicatos.

La socialdemocracia no supo o no tuvo intención de defender esos derechos laborales. Se desterró en el olvido la plataforma de la economía de mercado regulada, donde el Estado garantiza su funcionamiento.

Algunos aspectos más positivos o progresistas, los cuales permitieron se catalogara esa fuerza política como la vasta izquierda europea, quedaron en el camino.

Así ocurrió con temas como el ecologismo, la protección ambiental con sus leyes y financiamiento, la búsqueda de energía alternativa y el combate al calentamiento global.
Hablaban de distribuir las riquezas y financiar los gastos de gobierno sobre la base de impuestos a las clases de mayores ingresos, destaca el profesor.

Sin embargo, aclara, ya es inútil ocultar paraísos fiscales, multimillonarios que tratan de evadir impuestos y los efectos de las políticas de austeridad y de la crisis sobre la mayoría de los sectores, aún más en los jóvenes.

Las estadísticas precisan que actualmente Grecia tiene el 60 por ciento de desempleo juvenil y Francia ronda el 20 por ciento, similar a España.

Por otra parte, los socialdemócratas durante toda una época histórica buscaban soluciones al problema migratorio, favorecían el multiculturalismo. Al dejar de lado esas cuestiones también perdieron base social en una Europa cada vez más diversa.

Muchos definen la actual situación de inmigración como un conflicto Norte-Sur, resalta Rodríguez, en el cual las naciones del África subsahariana, del África del Norte, Oriente Medio, huyen de la pobreza, de los conflictos armados y van a Europa en busca de refugio, mejor vida y atención humanitaria.

La Unión Europea, en medio de una crisis financiera, no les brinda las condiciones mínimas necesarias ni permite acoger tantos indocumentados como en otra época.
Los políticos buscan, entonces, una respuesta, una justificación a los problemas europeos en la inmigración, añade.

Así, partidos socialdemócratas terminan por acogerse a políticas antinmigrantes, con el consiguiente aumento del racismo y la xenofobia hacia sectores no europeos, sea de índole étnica o ideológica, en el caso de quienes se oponen a directrices de la extrema derecha.

El ejemplo específico del Partido Socialista (PS) francés, dirigido por François Hollande, es lamentable en ese sentido; de ahí sus índices bajos de popularidad, alrededor del 40 por ciento, a pesar de la discreta mejoría después de los ataques terroristas al semanario Charlie Hebdo, apunta Rodríguez.

El catedrático destaca la existencia en el seno del PS de una minoría izquierdista; pero funciona ideológicamente como un partido de derecha, con iguales intereses que los de su predecesor, Nicolas Sarkozy, y con idéntica subordinación a Estados Unidos.

Tenemos también a Reino Unido, agrega, donde fuerzas consideradas progresistas, de izquierda moderada o socialdemócratas, como el Laborismo, asumen programas de derecha, tratan de llevar a Europa hacia adentro, hacia sus propias fronteras e, incluso, cuestionan el espacio de libre intercambio.

Otro caso es el Movimiento Socialista Panhelénico en Grecia que, aunque ya resultó vencido por Syriza en las últimas elecciones, los analistas ni siquiera le predicen posibilidades de volver al panorama político, al contar con un currículum de daños continuos al bienestar social.

De las llamadas formaciones socialdemócratas en el poder en Europa pocas tienen, para agravar la situación, una mayoría absoluta, salvo algunos países de menor influencia en el contexto regional, como Eslovaquia.

Las coaliciones determinan. Allí está los ejemplos de Albania, Alemania, Austria, Bulgaria, Dinamarca, Estonia, Finlandia, Lituania, Luxemburgo, Moldavia, Montenegro, República Checa, Rumania, San Marino, Suecia y Suiza.

El mapa político europeo es complejo, más cuando se refuerza otra peligrosa moda: el lenguaje islamofóbico y la instauración de políticas que justifican la violencia, la acción policial contra sectores minoritarios y amparan la aparición de formaciones como el Frente Nacional de Marine Le Pen, en Francia.

Las fórmulas ensayadas en las últimas décadas para mejorar la convivencia en Europa fracasaron total o parcialmente, sentencia.

La integración no consiguió, para muchos, los objetivos deseados, y ese fracaso se refleja en una clientela política incapaz de redefinirse o de contrarrestar las percepciones alentadas en círculos políticos, intelectuales y mediáticos neoconservadores.

Para romper el statu quo, la socialdemocracia europea deberá salir de la zona de confort, replantear su plataforma y aclarar las confusas identidades que aprovecha astutamente el discurso de la derecha.

 Prensa Latina
 3. abril, 2015

La extrema derecha, fantasma sobre el panorama político europeo



Por Richard Ruíz Julién*

La Habana (PL) Es usual encontrar artículos en la prensa internacional donde se advierte sobre un caldo de cultivo para la reproducción de la ultraderecha, sobre todo, en una “nueva” Europa con viejos vicios causantes del ascenso del radicalismo político.

Los motivos por los que estos partidos xenófobos y euroescépticos tienen acomodo en los parlamentos de diversas naciones son múltiples y cada vez se hace más necesario evidenciar su auge, en especial, en los últimos seis o siete años.

La crisis económica iniciada en 2008 en la Unión Europea (UE) puso de manifiesto sus defectos como una entidad todavía en construcción, con carencias para afrontar los retos impuestos por el elevado desempleo, la deuda, la inmigración o el auge de partidos políticos populistas, de extrema derecha, según Rodríguez Hernández.

Por ello, de acuerdo con el profesor titular del Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI) “Raúl Roa”, durante 2014 y a las alturas de 2015, Europa aún no sale de la crisis sistémica capitalista, la cual se expresa, no sólo en lo económico y lo político, sino en lo social, moral e institucional.

Dichas consideraciones parecerían contrarias a los reportes de los grandes emporios comunicativos, donde sí se propugna la idea de un “reflote” o una recuperación del bloque comunitario.

Sin embargo, el también Doctor en Ciencias Históricas y Licenciado en Relaciones Políticas Internacionales refiere que los líderes europeos no logran todavía un objetivo común o una meta para evitar el euroescepticismo de vastos sectores sociales.

El alimento más cercano para esta situación es la destrucción, cada año, de casi un millón de empleos, de 2012 hasta la fecha. España y Grecia son los casos más graves, y los jóvenes menores de 25 años están entre los más afectados, añade Rodríguez.

Un crecimiento sólido y sostenible, puntualiza el catedrático, todavía es una ilusión para la clase política, al basarse en mínimos cambios como resultado del auge de exportaciones y de los apenas perceptibles ajustes aplicados al modelo de austeridad neoliberal.

Lo predominante, resalta, es la incertidumbre sobre la evolución de las economías europeas, particularmente, en países de la periferia, afectados por la pérdida de derechos laborales, la abolición de facto de convenios colectivos, el despido o traslado forzoso de funcionarios, la privatización de empresas públicas y el aumento de impuestos.

Para Rodríguez Hernández, cualquiera que sea el signo político del análisis de la coyuntura económica de la UE y de la eurozona, la salida de esta crisis requerirá de un cierto grado de intervención regulatoria estatal sobre los procesos económicos, y de un sostenido crecimiento de las economías.

Como mínimo, una reestructuración de la deuda y la reconsideración de los estrictos criterios de déficit público blandidos por el Banco Central Europeo serán necesarios en 2015, precisa.

En ese sentido, la voluntad política sería crucial pero, como considera el profesor titular del ISRI, el camino es angosto y las probabilidades escasas, dada la presencia de otro factor subjetivo clave: el deterioro de la confianza ciudadana en los organismos de la Unión.

Los europeos siguen sin entender por qué hay que salvar a los bancos con dinero público, en vez de proteger a las personas; de ahí, la necesidad inaplazable de avanzar en la dimensión social de la Unión Monetaria y Económica, argumenta el investigador.

El analista resaltó en entrevista con Prensa Latina que, en consonancia con lo anterior, se encuentra el auge de la inmigración procedente de África del norte, la subsahariana y la del Medio Oriente.

Con frecuencia se estigmatiza ese proceso como culpable o especie de chivo expiatorio de una crisis económica con causas más profundas en la naturaleza del capitalismo globalizado contemporáneo, señala.

Tal situación, sostiene el especialista, llegó a un punto en el que el Consejo de Europa reconoció la existencia de un extremismo en ascenso, con claro apego al racismo, la violencia contra extranjeros y el auge de agrupaciones políticas xenófobas, opuestas a una identidad europea cada vez más multicultural.

Así, continúa el experto, la resurrección de esas fuerzas de ultraderecha son resultado de la crisis económica, de la descomposición y la pérdida de beneficios sociales que, durante décadas, garantizaron el ”Estado de bienestar”, impulsado por los socialdemócratas.

Y de todo el panorama descrito, en opinión de Rodríguez Hernández y de otros especialistas, quien peor parada quedó fue, precisamente, la socialdemocracia, al abandonar la génesis de su agenda política y entregarla al neoliberalismo y a sus contrincantes históricos, las formaciones más conservadoras y de derecha.

El deterioro de la base social condujo al debilitamiento del apoyo electoral y allí, en buena medida, radica la causa de la pérdida de poder, credibilidad y confianza en la socialdemocracia.

Todo el espíritu europeísta se opacó en la medida en que se desarrollaron los nacionalismos y una crisis de la cultura política europea se diseminó por casi la totalidad del mapa comunitario.

Las identidades en política son muy importantes; centroderechistas, demócratas cristianos o socialdemócratas son demócratas, pero tienen diferencias significativas, muchas veces no percibidas por el electorado debido a un cierto “licuamiento ideológico”.

Ello facilita el discurso de las fuerzas políticas populistas, mientras que muchos encuentran esos alegatos, tras los cuales se oculta la verdadera base neofascista, diferente del tradicional.

El fortalecimiento de la extrema derecha tiene relación, además, con el control tecnocrático por parte de los burócratas de Bruselas, que potencian el discurso de una democracia sin demo, es decir, sin pueblo, donde las elecciones no deciden nada.

Fue increíblemente, como considera el profesor Rodríguez Hernández, la propia política de la UE la que favoreció el auge de partidos antisistema, la colocó en un callejón sin salida y ante una peligrosa crisis política institucional.

La extrema derecha existe en Europa; en algunos países son segunda o tercera fuerza política, gobiernan en coalición o sirven como partidos bisagra para apoyar a otras formaciones en el poder.
Su ascenso se comporta hoy de forma casi ininterrumpida para preocupación de algunos ante una socialdemocracia definida por muchos como traidora de los postulados defendidos un día por sus más emblemáticos representantes.

* Periodista de la Redacción Europa de Prensa Latina.


Publicado en febrero 13, 2015