martes, 8 de diciembre de 2015

El gasto militar, una fuente sin explorar para el desarrollo



 
Patrulla militar de Estados Unidos en territorio afgano. Crédito: Rebecca Murray/IPS


NACIONES UNIDAS, 2 dic 2015 (IPS) - Los presupuestos militares son una fuente que la ONU aún no exploró en la búsqueda de los billones de dólares necesarios para financiar los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que gobernantes de todo el mundo adoptaron en septiembre.

En su discurso ante la cumbre de los ODS, el presidente de Kazajstán, Nursultan Nazarbayev, fue uno de los pocos, si no el único, jefe de Estado que instó a todos los Estados miembros de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) a aportar al menos 1,0 por ciento de su presupuesto militar para la financiación del desarrollo.

Los países que más gastaron en armamento en 2014 fueron Estados Unidos (610.000 millones de dólares), China (216.000 millones), Rusia (84.500 millones), Arabia Saudita (80.800 millones), Francia (62.300 millones) y Gran Bretaña (60.500 millones).

Pero la reacción a esa solicitud ha sido mínima,  sobre todo ahora que los atentados terroristas en Europa y Medio Oriente probablemente lleven a los gobiernos a reforzar el gasto armamentista.

La implementación de los ODS, que deberán cumplirse para 2030 y que incluyen a la erradicación de la pobreza y el hambre, podría llegar a costar la asombrosa cifra de 3,5 billones a 5,0 billones de dólares por año, según cálculos de la ONU, mientras que el gasto militar mundial superó 1,8 billones de dólares en 2014.

La Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible, una iniciativa de la ONU, asegura que solo para erradicar la pobreza se necesitarán 1,4 billones de dólares al año, sin incluir otros objetivos, como la protección ambiental, la mejora de la salud, la educación de calidad, la igualdad de género y la energía sostenible para todos.

Colin Archer, secretario general de la Oficina Internacional de la Paz (IPB), con sede en Ginebra, comentó a IPS que “una vez más, desilusiona confirmar que ni siquiera se considera la posibilidad de utilizar parte del tesoro militar del mundo”.

IPB, una red internacional de más de 300 organizaciones dedicadas a lograr un “mundo sin guerras”, intenta plantear este tema desde hace más de 10 años, que se analizará en un importante congreso mundial a celebrarse en septiembre de 2016 en Berlín.

IPB aboga por una reducción anual de 10 por ciento en los presupuestos militares de todos los países, para que los ahorros se destinen al gasto social y ambiental durante los 15 años de vigencia de los ODS.

Cuando se le preguntó qué tan factible era esta propuesta, Archer respondió que hubo muchas resoluciones de la ONU, excelentes discursos, buenos análisis, pero pocas medidas reales.

En abril de 1953, el entonces presidente estadounidense Dwight D. Eisenhower declaró ante la Sociedad Americana de Editores de Periódicos de Estados Unidos que “cada arma que se fabrica, cada barco de guerra que es comisionado, cada cohete que se dispara significa, al fin y al cabo, un robo a los que tienen hambre y no son alimentados, los que tienen frío y no están vestidos”.

Durante la Guerra Fría, la cuestión del gasto militar se vio abrumada por la urgencia de la crisis nuclear, a pesar de que la financiación del desarrollo también era una parte de eso, destacó Archer.

“La cuestión tiene una larga historia, que se remonta a mediados del siglo XIX, pero creemos que la Campaña Mundial del Gasto Militar (que IPB lanzó en diciembre de 2014) es el primer esfuerzo mundial organizado” en ese sentido, sostuvo.

Según el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz, los países que más gastaron en armamento en 2014 fueron Estados Unidos (610.000 millones de dólares), China (216.000 millones), Rusia (84.500 millones), Arabia Saudita (80.800 millones), Francia (62.300 millones) y Gran Bretaña (60.500 millones).

En noviembre, Gran Bretaña anunció que incrementaría el gasto militar, poniendo fin así a años de recortes. El primer ministro David Cameron declaró que su gobierno destinará 18.000 millones de dólares más a su defensa a lo largo de la próxima década.

En opinión de Archer, para que el gasto militar, aunque sea una ínfima parte, se canalice a la financiación para el desarrollo  “se requiere un movimiento de la sociedad civil fuerte para presionar a los legisladores y también a los medios de comunicación. Eso probablemente exija un cambio de gobierno a la izquierda en la mayoría de los países”.

Pero existen enormes intereses creados, y una poderosa cultura nacionalista que tiende a creer en la defensa militar contra todas las amenazas externas, añadió.

“Sin embargo, las desastrosas aventuras en Iraq, Afganistán, Libia, etc., etc., han hecho mucho para hacer que la opinión pública cuestione más las cosas, al menos”, comentó el activista.

Según IPB, el mundo desvía grandes cantidades de recursos hacia el sector de la defensa, dejando a necesidades básicas como la alimentación, la salud, la educación, el empleo y los problemas ambientales en gran medida subfinanciados.

El desequilibrio entre la defensa y los presupuestos para la ayuda social o el desarrollo es notable en la mayoría de los países.

Sin embargo, a pesar de la crisis económica y de que la opinión pública mundial se opone a los excesos del gasto militar, hay pocos indicios reales de que los gobiernos estén listos en este punto para iniciar un cambio radical en las prioridades de gasto.

Archer recordó que el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, ya ha dicho que “el mundo está súper armado pero que la paz está subfinanciada”.

“Pero (Ban) tiene muchos más problemas y es demasiado débil para enfrentarse a los grandes poderes”, afirmó Archer.

También señaló que la Oficina de la ONU para los Asuntos de Desarme brinda apoyo en este sentido, pero está empantanada en las arenas movedizas de las negociaciones del desarme.

Cada año, la Asamblea General de la ONU aprueba resoluciones al respecto, pero tienen un efecto nulo. Así que es la sociedad civil la que debe luchar para lograrlo, exhortó.


Este artículo integra un proyecto de medios de IPS América del Norte, Global Cooperation Council y Devnet Tokio.


Traducido por Álvaro Queiruga


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