martes, 12 de enero de 2016

La discreta construcción de un estado policiaco


  
Por Alejandro Nadal

El proceso de deterioro del derecho constitucional y de descomposición de los elementos esenciales de la vida republicana en el régimen de EEUU no es casualidad EEUU vive desde hace décadas enredado en una maraña de guerras que bien merecen el nombre de “guerras imperiales”. ¿Cómo es posible, preguntarán algunos ingenuos, que una república “democrática”, en la que predomina la división de poderes, se embarque en varias aventuras militares interminables y simultáneas?

Las declaraciones de guerra eran antiguamente un acto de gran solemnidad. Se anunciaban en medio de un grave protocolo y de acuerdo con un ceremonial diseñado para animar sentimientos de patriotismo. Pero hoy todo ha cambiado. Las guerras aparecen en la pantalla de televisión y la gente ya ni se pregunta ¿cuándo comenzó esta guerra?

La última vez que EEUU declaró formalmente la guerra contra una potencia enemiga fue en 1941 después del ataque japonés sobre Pearl Harbor. Los conflictos en Corea, Vietnam, el Golfo Pérsico, Afganistán, Irak y ahora en contra del Estado islámico, todos ellos no son formalmente guerras. 

Hoy las guerras se autorizan vía el presupuesto. Por ejemplo, el Congreso estadounidense acaba de aprobar un descomunal paquete presupuestal para el Pentágono. Se trata del presupuesto para el año fiscal 2016 que supera los 572 mil millones de dólares y si está lejos de ser el más alto en la historia de las fuerzas armadas de EEUU, sí es un mal presagio para las guerras en curso y las que vienen. Hay además un regalo de más de 111 mil millones de dólares para proveeduría y adquisiciones, además de 50 mil millones de dólares para investigación y desarrollo experimental (un incremento de más de 13 mil millones de dólares con respecto del año anterior).

En esta lluvia de dinero para el Departamento de la Defensa se incluyen 58 mil millones de dólares para un rubro con las siglas misteriosas de GWOT/OCO que significan la famosa guerra global contra el terrorismo y el renglón de operaciones contingentes en el extranjero.
El presidente del poderoso Comité de asignaciones presupuestales de la Cámara de Representantes, el señor Hal Rogers, afirma que este presupuesto proporciona los recursos y entrenamiento para que nuestras tropas puedan llevar a cabo exitosamente sus operaciones y puedan combatir a nuestros enemigos alrededor del mundo.

La nueva ley presupuestal contiene más de 2 mil páginas. Es difícil navegar en su interior y, por supuesto, casi imposible captar las sutilezas legales que vienen inmersas en este voluminoso texto. Es ya práctica común del poder ejecutivo en muchos países enviar documentos muy voluminosos para la aprobación del legislativo y así filtrar disposiciones que de otro modo serían rechazadas. Para fines de supervisión de las actividades del poder ejecutivo y de las fuerzas armadas, es indispensable escudriñar todo el texto, casi renglón por renglón. Muy pocos congresistas están dispuestos a realizar este trabajo.

Hal Rogers también ha señalado que el paquete del Pentágono incluye recursos para combatir la amenaza real del Estado Islámico de Irak y del Levante (ISIL). ¿Significa eso que el poder legislativo le está dando una autorización al ejecutivo para involucrar a las fuerzas armadas estadounidenses en una guerra en contra del Estado Islámico? Eso significaría que el ejecutivo tendría de hoy en adelante los poderes para hacer la guerra en contra de la extraña entidad en el norte de Irak y Siria.

En principio, el poder del presidente estadounidense para hacer uso de la fuerza militar está limitado por la constitución (el congreso es la única entidad que puede declarar una guerra). Pero a raíz de los abusos durante la administración Nixon (en especial las noticias sobre los bombardeos secretos en Camboya) el Congreso aprobó la llamada Resolución de poderes de guerra en 1973. De acuerdo con esta ley, no es posible inferir de una simple asignación presupuestaria la autorización para el uso de la fuerza, a menos que dicha asignación vaya acompañada de una autorización explícita para la introducción de las fuerzas armadas de EEUU en las hostilidades.

Pero las asignaciones presupuestales han sido interpretadas en numerosas ocasiones como una forma de consentir el uso de la fuerza o, lo que es igual, para hacer la guerra sin una declaración formal por parte del Congreso. Un precedente muy importante se encuentra en las asignaciones presupuestales para desarrollar hostilidades en Kosovo en el año 2000. Las asignaciones presupuestales fueron interpretadas por el consejo legal de la oficina del procurador como luz verde para la guerra. Hoy nadie en Washington está preocupado por la forma discreta en que se autorizan y prolongan las guerras interminables en las que ya está envuelto EEUU.

Este proceso de deterioro en materia de derecho constitucional y de descomposición de los elementos esenciales de la vida republicana en EEUU no es casualidad. Es cierto que el deterioro comenzó antes de que se instaurara el neoliberalismo, pero el proceso se ha intensificado de manera notable con la expansión del sector financiero y, desde luego, con la crisis global de 2008. Hoy la construcción del estado policíaco sigue su curso en EEUU.

Alejandro Nadal es economista mexicano, doctor en Economía por la Universidad de París X, actualmente es profesor e investigador de economía en el Centro de Estudios Económicos del Colegio de México. Publica habitualmente en los periódicos La Jornada de México y la revista Sin Permiso.

Fuente: La Jornada

lunes, 11 de enero de 2016

Venezuela Candente



 Por Ignacio Ramonet

El año 2016 podría ser de alta conflictividad en Venezuela. Por razones internas y por razones externas.

En el plano interior, la amplia victoria en las elecciones legislativas del pasado 6 de diciembre de la coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) configura una Asamblea nacional controlada –por mayoría cualificada, y por primera vez desde 1999– por fuerzas hostiles a la revolución bolivariana. Pero en cuyo seno, la bancada chavista del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) sigue siendo la más numerosa con 51 diputados. Lo cual permite augurar, a partir del 5 de enero, un enfrentamiento dialéctico de alta intensidad.

Con el control de los dos tercios de la cámara legislativa, la oposición cree sin duda que ha llegado la hora de la revancha y sueña con deconstruir pieza a pieza la revolución bolivariana. Teóricamente podría hacerlo. La Constitución lo permite siempre que se cuente también con el apoyo del Tribunal Superior de Justicia (TSJ), que hace funciones de Tribunal Constitucional, y del Poder Ciudadano (integrado por el Defensor del Pueblo, la Fiscal General y el Contralor General de la República [1]). Pero sería un gravísimo error. La MUD no debe confundirse. Porque está claro –un simple análisis de los resultados lo demuestra– que los electores no le han dado mandato para ello, ni potestad absoluta para gobernar jurídicamente. El enfrentamiento institucional podría ser frontal y brutal (2).

Sociológicamente, el chavismo sigue siendo ampliamente mayoritario. En un eventual referéndum a favor o en contra de la revolución bolivariana, todos los estudios concluyen que una sólida mayoría votaría a favor de la continuidad del proceso. El 6 de diciembre pasado, se trataba únicamente de elecciones legislativas, de designar diputados, y no de cambiar de República, ni de cambiar de Presidente. Los ciudadanos, inteligentemente, aprovecharon para enviar un mensaje de alerta y de protesta a las autoridades. Muchos de ellos no imaginaban ni remotamente que otorgarían a la oposición una victoria tan excesiva. Nunca fue un voto de adhesión a un (oculto) programa de la MUD, sino un voto de advertencia a la actual Administración.

Y es bastante normal. Porque desde hace largos meses, como consecuencia –en parte– de una “guerra sucia” económica fomentada y auspiciada por las oficinas de la Internacional conservadora, y también –tal y como lo ha denunciado el Presidente Nicolás Maduro–, a causa de “la asfixia de la burocracia y de la corrupción”, la vida cotidiana se ha vuelto bastante infernal para la gente. El desabastecimiento de productos de primera necesidad –tanto alimentarios como de higiene personal y del hogar– y de medicamentos transforma el día a día de los venezolanos en una incesante lucha para resolver escaseces que casi nunca antes se conocieron a este nivel. Aunque muchos comentaristas no lo reconocen, las autoridades han hecho un esfuerzo colosal y prioritario para combatir esta plaga. Pero los electores consideraron que no fue suficiente. Y sancionaron con su voto negativo esa ausencia de victoria en un frente capital. 

Esa es la causa principal de los adversos resultados del 6-D para el chavismo. Si a eso añadimos diversos problemas que siguen sin solución –como los temas de la inflación, de la inseguridad y de la corrupción, que contaminan la imagen de la revolución bolivariana–, completamos el diagnóstico de un malestar general que se ha tornado en sentimiento crítico contra los gobernantes.

La oposición, decíamos, cree que le ha llegado su hora: la hora de la restauración neoliberal. Y después de haber ocultado cuidadosamente su programa durante la campaña electoral, ya está anunciando en voz alta su intención de multiplicar las privatizaciones, de reducir los servicios públicos, de revocar las leyes laborales, de liquidar los logros sociales, de desmantelar los acuerdos internacionales... Ante semejante provocación (recordemos que el chavismo es sociológicamente mayoritario), el presidente Maduro ha alertado a la opinión pública y acelerado la constitución de un Parlamento Comunal cuya función en la arquitectura del Estado aún no está clara, pero que podría funcionar como un órgano representativo y consultivo de la sociedad en paralelo a la Asamblea Nacional.

Todo indica que puede haber choque de trenes. La sociedad venezolana es profundamente democrática y pacífica –tal y como lo ha demostrado en los últimos diecisiete años–, pero estamos ante un duro pulso entre las dos grandes fuerzas políticas, chavismo y derecha, que controlan, respectivamente, el poder ejecutivo y el poder legislativo. La tentación de recurrir a la calle y a las manifestaciones de masas va a ser muy grande. Con el peligro que ello conlleva en términos de enfrentamientos y de violencia.

Este escenario de guerra civil tampoco es el deseado por la mayoría de los electores cuyo mensaje del 6 de diciembre pasado significaba abiertamente una llamada al diálogo entre oficialismo y oposición con un propósito claro: que las dos fuerzas se entiendan para resolver los problemas estructurales del país.
Decíamos al principio que, en 2016, la conflictividad podría ser alta en Venezuela también por razones externas. Y es que este año se anuncia, en términos de coyuntura económica internacional, como uno de los peores en los dos últimos decenios. Esencialmente por tres razones: el ­derrumbe del precio de las materias primas y del petróleo, la crisis de crecimiento en China y el aumento del valor del dólar estadounidense.

Es inútil insistir en que los precios del petróleo tienen una incidencia fundamental en la vida económica de Venezuela, ya que más del 90% de los recursos en divisas del país proceden de la exportación del oro negro. En dieciocho meses, los precios del barril, que estaban en 115 dólares, se derrumbaron a 30 dólares... Y no es imposible que, a lo largo del año, bajen hasta 20 dólares... Para cualquier país petrolero (Angola, Argelia, México, etc.), eso representa en sí una catástrofe, pero para Venezuela (y, en cierta medida, Ecuador o Bolivia), que redistribuye en políticas sociales lo esencial de su renta petrolera, significa un golpe muy duro y una amenaza mortal para el equilibrio de la revolución bolivariana.

El segundo parámetro exterior es China. Este país ha modificado su modelo de desarrollo y crecimiento apostando ahora por su mercado interior (1.500 millones de consumidores), por el aumento de los servicios y de la calidad de vida que la contaminación amenazaba de muerte. Las tasas de crecimiento, antes del 10 o 12%, se han reducido al 6 o 7%. Consecuencia: la importación de materias primas (minerales o agrícolas) se ha reducido, lo cual ha acarreado un derrumbe de los precios que afecta de manera frontal a los países exportadores latinoamericanos de metales (Perú, Chile) y de soja (Argentina, Brasil). Las crisis políticas que están viviendo estos dos últimos países no son ajenas a esta situación, y ello afecta indirectamente también a Caracas, socio importante de Brasilia y Buenos Aires en el marco del MERCOSUR.

Por último, el dólar. La decisión que tomó el 16 de diciembre pasado la Reserva Federal de subir los tipos de interés en un 0,25%, después de nueve años sin hacerlo, aumenta la fuerza del dólar. Que el dólar sea más rentable en Estados Unidos alienta a los inversores a retirar sus capitales –invertidos masivamente en los “países emergentes” desde que empezó la crisis en 2008–, y a desplazarlos hacia Norteamérica. Consecuencia: el valor de la moneda de los “países emergentes” (Brasil, Colombia, Chile) se desploma y se devalúa doblemente por el reforzamiento del dólar y por la huida de capitales. Y todos los productos importados se encarecen.

Semejante contexto latinoamericano e internacional dibuja, para 2016, un entorno poco favorable para la economía de Venezuela. Y coloca muy cuesta arriba la perspectiva de hallar soluciones rápidas para resolver los problemas del país. Desde que ganó las elecciones el 14 de abril de 2013, el presidente Nicolás Maduro ha lanzado llamadas a la oposición y al sector privado en repetidas ocasiones para establecer un Diálogo Nacional. Es muy importante, ante las tempestades que se avecinan, que la MUD responda ahora a esas llamadas con espíritu constructivo de responsabilidad. Venezuela se lo merece.  



miércoles, 6 de enero de 2016

Tensión en Medio Oriente: cómo llegaron Irán y Arabia Saudita hasta este punto

Iraníes protestan por la ejecución en Raid del prominente clérigo chiíta Nimr al Nirm el 2 de enero de 2016.

Por Michael Pearson, CNN

Lo más importante

Las tensiones se remontan a siglos, pero durante la revolución iraní de 1979 se incrementaron.

La ejecución de un clérigo chiíta fue el último capítulo del conflicto

(CNN) - Como si Oriente Medio no tuviese ya suficiente tensión, la caustica disputa entre las potencias regionales de Arabia Saudita e Irán ha colapsado repentinamente en una crisis diplomática de primer orden: han rechazado diplomáticos, han cortado relaciones e incluso han saqueado la embajada.

Esto es lo que necesitas saber sobre esta historia, que podría ser noticia importante en los próximos días.

Entonces, ¿qué pasó?

El sábado, Arabia Saudita dijo que había ejecutado al jeque Nimr al-Nimr, un crítico directo de la familia real saudí.

Ahora, el hecho de que el reino de línea dura ejecute personas casi nunca es noticia de primera plana. Pero la muerte de Nimr fue diferente.

Él era un defensor directo de los musulmanes chiítas en la Provincia Oriental de Arabia Saudita, donde los chiítas desde hace mucho tiempo se han quejado de discriminación a manos de la monarquía del país, la cual es sunita.

Desde hace mucho tiempo, Arabia Saudita ha sospechado en relación a que Irán fomenta la disconformidad entre esos chiítas, y el arresto, la detención y el juicio de Nimr entró en juego precisamente en la antigua animosidad entre esos dos poderes regionales.

Entonces, ¿qué pasa con estos dos países?

La situación está arraigada en profundas divisiones entre las ramas sunitas y chiítas del Islam, pero igualmente, tiene mucho que ver con la influencia política y económica.

La división data de 14 siglos atrás, y tiene que ver con disputas en relación a quién debería suceder al profeta islámico Mahoma como el líder de la fe islámica.

El Islam sunita ha pasado a dominar la fe —casi el 90% de los musulmanes del mundo son sunitas—, incluso la rama Wahhabi que se practica en Arabia Saudita.

Sin embargo, en 1979, el Islam chiíta empezó a hacer alardes de fuerza. Los revolucionarios en Irán reemplazaron al gobierno laico del país con una teocracia, y empezaron a dispensar apoyo a la causa chiíta en el Líbano, Iraq, y en otros sitios a lo largo de Oriente Medio.

"La transformación de Irán en una potencia abiertamente chiíta, tras la revolución islámica, indujo a Arabia Saudita a acelerar la propagación del wahhabismo, a la vez que ambos países revivieron una antigua rivalidad sectaria en torno a la verdadera interpretación del Islam", escribe el Consejo sobre Relaciones Exteriores en una revisión extensa de la disputa sectaria.

¿Cuáles son algunos ejemplos?

Para empezar, Arabia Saudita respaldó al gobierno de Iraq que en ese momento era sunita, en su sangrienta guerra de ocho años contra Irán.

Mientras la guerra se extendía, en 1987, la policía antimotines de Arabia Saudita se enfrentó con peregrinos iraníes en la Meca. Aproximadamente 400 personas murieron... la mayoría de ellos iraníes chiítas, según el Instituto para la Paz de Estados Unidos.

Los manifestantes iraníes atacaron las embajadas de Arabia Saudita y Kuwait. Un diplomático saudita murió.

El líder supremo de Irán, el ayatolá Ruhollah Khomeini declaró que la monarquía saudita era "una banda de herejes", y con eso, las luces diplomáticas se apagaron durante cuatro años.
La elección de un nuevo presidente iraní dio lugar a vínculos más cercanos, lo que culminó con un acuerdo de seguridad entre los dos países en 2001.

Pero las cosas se desplomaron de nuevo en 2003 cuando la invasión en Iraq, liderada por Estados Unidos, derrocó a Saddam Hussein, desató un poder político chiíta en Iraq que había estado reprimido durante mucho tiempo y condujo a vínculos más estrechos y a una mayor influencia de Irán sobre su vecino.

La preocupación en torno a la influencia recién descubierta de Irán alcanzó un estado de agitación extrema con el movimiento de protestas de la Primavera Árabe, el cual inició en Túnez a finales de 2010. Los disturbios incluso alcanzaron a Arabia Saudita y a su aliado de Bahrein, donde un monarca sunita gobierna una nación que es predominantemente chiíta.

Naturalmente, los sauditas y sus aliados vieron a Irán como una mano oculta detrás del levantamiento, y ayudaron a las autoridades de Bahrein a calmar el levantamiento.

El año pasado, las relaciones se enfriaron aún más con los conflictos sobre las acusaciones en relación a que los guardias sauditas agredieron a peregrinos iraníes en abril y a las muertes de cientos de personas ocurridos en septiembre —entre ellos iraníes— en dos desastres vinculados con la peregrinación islámica anual a la Meca.

¿Qué efecto tiene todo este antagonismo en Oriente Medio y alrededor del mundo?

En resumen, se ha convertido un matriz de guerras de poderes.

En Siria, Irán se ha unido al gobierno de Bachar al Asad en contra de la rebelión de mayoría sunita (respaldada por Arabia Saudita).

En Yemen, donde se dice que los rebeldes hutíes que buscan derrocar al gobierno tienen vínculos con Irán, Arabia Saudita organizó una coalición de estados árabes para bombardear blancos rebeldes.

La lucha regional también se está haciendo presente en lugares como el Líbano, de mayoría chiíta, donde a Arabia Saudita le gustaría contener la influencia de Hezbolá, respaldado por Irán, e Iraq, donde los sunitas que una vez fueron dominantes desde el punto de vista político, ahora se sienten privados de derechos.

¿La situación se verá afectada por aspectos como el acuerdo nuclear con Irán y los precios del petróleo?

En un lugar tan volátil como Oriente Medio, sin duda hay suficientes incentivos para evitar otra intensa guerra en una región donde ya abunda el derramamiento de sangre.

No se descarta el hecho de que las cosas puedan salirse de control, dijo el teniente general retirado Mark Hertling, analista militar de CNN.

"Esto está escalando muy rápidamente", dijo.

Pero no es inevitable.

En primer lugar, es poco probable que Teherán realmente quiera entrar en guerra con Arabia Saudita, un país bien equipado y respaldado por Estados Unidos y, posiblemente, con sus aliados.

Las fuerzas armadas de Irán se han visto paralizadas por años de sanciones económicas y embargos sobre las armas, dijo el mes pasado Alireza Nader de la Corporación RAND a un subcomité del Congreso.

E incluso con las sanciones relajadas como resultado del acuerdo nuclear del año pasado con las potencias occidentales, es poco probable que la economía de Irán crezca lo suficiente como para darle a Teherán un impulso de poder significativo en la región, dijo. Un conflicto con Arabia Saudita no ayudaría en absoluto a esa situación.

Arabia Saudita tiene sus propios problemas internos que podrían limitar la sed de tomar acciones agresivas.

En primer lugar, el país cada vez más está sintiendo el efecto de los bajos precios del petróleo.

Y aparentemente, también se está librando una batalla en relación a quién sucederá al rey Salman, quien a pesar de haber ascendido a la monarquía el año pasado, podría no ser rey por mucho tiempo.

En septiembre, el periódico The Guardian publicó una carta sin firmar de un príncipe saudita que describía una lucha de poder dentro del reino, al igual que preocupaciones en relación a que "el rey no se encuentra en una condición estable".

¿Qué es lo que dice el resto del mundo?

En una palabra, cálmense.

China hizo un llamado a que hubiera "diálogo y negociaciones". Rusia sugirió que las naciones "muestren compostura". Francia pidió que los poderes "hicieran todo lo posible para prevenir la exacerbación de las tensiones sectarias y religiosas".

Pakistán, un país de mayoría sunita, condenó el ataque ocurrido el fin de semana contra la embajada saudita en Teherán e instó a que se lograra una "resolución de las diferencias a través de medios pacíficos en el interés mayor de la unidad musulmana".

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, habló con los ministros del Exterior de ambas naciones el domingo, y dijo que la ruptura de las relaciones era "profundamente preocupante".

"Lo que queremos es ver que las tensiones se reduzcan. Queremos ver que el diálogo se restaure, y queremos ver que la participación diplomática sea restaurada de manera pacífica y sin violencia", dijo el lunes el vocero del Departamento de Estado, John Kirby.

miércoles, 30 de diciembre de 2015

Visiones de Cuba sobre Política Internacional


Jamás aceptaremos condicionamientos que laceren la soberanía y dignidad de la Patria

Por Raúl Castro Ruz

(…) Trataremos ahora algunos asuntos de política exterior.

En mis palabras del pasado 15 de julio, en la clausura del V Periodo Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional, expresé, y cito: “Apreciamos que se ha puesto en práctica una ofensiva imperialista y oligárquica contra los procesos revolucionarios y progresistas latinoa­mericanos, la cual será enfrentada con determinación por nuestros pueblos” (fin de la cita).

Estamos seguros de que vendrán nuevas victorias de la Revolución bolivariana y chavista bajo la dirección del compañero Nicolás Maduro Moros, presidente de la República Bolivariana de Venezuela, frente a la permanente embestida desestabilizadora de la derecha, alentada y apoyada desde el exterior.

Confiamos en el compromiso de los revolucionarios venezolanos y de su pueblo, mayoritariamente bolivariano y chavista, con el legado del inolvidable presidente Hugo Chávez Frías.

Estamos convencidos de que, tal como lo hizo en el 2002 al impedir que se consumara el golpe de Estado contra el presidente Chávez, el pueblo venezolano y la unión cívico-militar no permitirán que se desmantelen los logros de la Revolución y sabrán convertir este revés en victoria.

Al reiterar la solidaridad de Cuba, que estará siempre junto a la Patria de Bolívar, llamamos a la movilización internacional en defensa de la soberanía e independencia de Vene­zuela y para que cesen los actos de injerencia en sus asuntos internos.

En Brasil, la oligarquía tampoco escatima esfuerzos para intentar derrocar a la presidenta Dilma Rousseff mediante un golpe parlamentario.  Llegue a ella y al hermano pueblo brasileño nuestra solidaridad y apoyo en la batalla que se libra en defensa de los avances sociales y políticos alcanzados durante estos 13 años de liderazgo del Partido de los Trabajadores.

La historia demuestra que cuando la derecha llega al gobierno no duda en desmontar las políticas sociales, beneficiar a los ricos, restablecer el neoliberalismo y aplicar crueles terapias de choque contra los trabajadores, las mujeres y los jóvenes. Décadas de dictaduras militares en América Latina y nuevos métodos de desestabilización contra gobiernos progresistas nos enseñaron que el imperialismo y la derecha tampoco renuncian a la violencia para imponer sus intereses.

En medio de este contexto regional riesgoso y complejo, resulta esencial defender la unidad de la Comunidad de Estados Latinoame­rica­nos y Caribeños (CELAC) como mecanismo indispensable, legítimo, unitario y diverso de concertación política e integración, que ha hecho posible reunir por primera vez, bajo un propósito común, a los 33 Estados de Nuestra América.

La Proclama de la América Latina y el Caribe como Zona de Paz, firmada por todos los jefes de Estado y de Gobierno en la II Cumbre de la CELAC celebrada en La Habana en enero de 2014, es una sólida base para de­sarrollar las relaciones entre nuestros países y a nivel internacional.

Nos sentimos optimistas por los avances alcanzados en las conversaciones de paz en­tre el Gobierno colombiano y las Fuerzas Ar­ma­das Revolucionarias de Colombia-Ejér­cito del Pueblo, proceso que está más cerca que nunca del logro de un acuerdo que ponga fin al conflicto armado que ha desangrado a esa nación durante más de medio siglo.  Conti­nuaremos nuestra labor imparcial como ga­ran­tes y sede del proceso.

El próximo mes Cuba asumirá la Presi­dencia de la Asociación de Estados del Caribe, bajo el compromiso firme e invariable con la causa de la unidad y la integración latinoamericana y caribeña.

Como se ha venido informando por parte de la prensa nacional y extranjera, actualmente se encuentran en Costa Rica varios miles de ciudadanos cubanos que arribaron a esa na­ción desde otros países de la región con la in­tención de viajar hacia Estados Unidos.  Estas personas, que salieron de Cuba de manera legal, en su travesía se convierten en víctimas de traficantes inescrupulosos y bandas delincuenciales que no dudan en poner en peligro la vida de los migrantes cubanos.

Nuestro gobierno ha estado en contacto desde el mismo inicio de esta situación con los gobiernos del área, en la búsqueda de una solución adecuada y rápida, como también ha pedido el Papa Francisco, tomando en cuenta las difíciles circunstancias en las que estos se encuentran. Cuba ha reiterado su compromiso a favor de una emigración legal, ordenada y segura, así como del derecho a viajar y a emigrar de los ciudadanos cubanos y de retornar al país, en cumplimiento de su legislación migratoria.

Tal como señala la Declaración del Go­bierno  Revolucionario publicada el 1ro. de di­ciembre, la política de “pies secos-pies mojados”, el programa de Parole para médicos cubanos y la Ley de Ajuste Cubano continúan siendo el principal estímulo para la emigración irregular desde Cuba hacia Estados Unidos.

Los migrantes latinoamericanos y caribeños merecen también un trato humano y justo. Deben cesar las prácticas abusivas y discriminatorias, la violación de sus derechos humanos, la separación de familias y la cruel detención y deportación de niños no acompañados.

Pasando a otro tema, como advertimos de manera temprana, la política de sanciones unilaterales contra Rusia y el estrechamiento del cerco de la OTAN en sus fronteras, solo ha favorecido un clima de mayor inestabilidad e inseguridad en la región.

Ha seguido agravándose la crisis humanitaria generada por las oleadas de refugiados hacia el continente europeo, debido a las condiciones de conflicto y pobreza derivadas del injusto orden económico internacional, y por las guerras no convencionales y acciones desestabilizadoras de la OTAN en África del Norte y Medio Orien­te. Europa debiera asumir su responsabilidad y garantizar el respeto a los derechos humanos de estas personas, así como contribuir a la solución de las causas del fenómeno.

Reiteramos el derecho del pueblo sirio a encontrar una salida digna a sus problemas con la participación de las legítimas autoridades de esa nación, sin injerencias externas, preservando su soberanía e integridad territorial.

El pasado mes de septiembre recibimos con admiración, respeto y afecto al Papa Francisco, justo en el año en que conmemoramos el aniversario 80 de nexos ininterrumpidos entre la Santa Sede y Cuba. Apreciamos su prédica a favor de la paz y la equidad, la erradicación de la pobreza, la defensa del medio ambiente y las reflexiones sobre las causas de los principales problemas que afectan hoy a la humanidad.

En el año que concluye se fortaleció el diálogo político bilateral con numerosos países, evidenciado en las visitas a Cuba de 184 delegaciones extranjeras, de ellas 25 encabezadas por Jefes de Estado o de Go­bierno procedentes de todas las regiones del mundo.

En septiembre pasado participamos jun­to a la mayoría de los Jefes de Estado y Go­bierno del planeta en la Cumbre de la ONU para la adopción de la Agenda 2030, que aprobó un nuevo marco para el de­sarrollo sostenible, con el objetivo de reducir la po­breza extrema, el hambre, las enfermedades, la desigualdad entre géneros, la falta de acceso a la educación, a infraestructuras básicas y la degradación del medio am­biente.

Los compromisos y acciones del mundo industrializado continúan siendo insuficientes. Solo construyendo un nuevo orden económico internacional y otra arquitectura financiera global será posible que los países del Sur puedan cumplir con las metas y objetivos aprobados.

La comunidad internacional ha mantenido su rechazo al bloqueo norteamericano en diferentes foros, especialmente en la Cumbre de la ONU y en el segmento de alto nivel de la Asamblea General donde tuve la oportunidad de participar y durante los cuales decenas de Jefes de Estado y Gobierno reclamaron el fin del bloqueo.

El pasado 27 de octubre, 191 Estados miembros de la ONU apoyaron la resolución cubana, gesto que nuestro pueblo agradece profundamente y demuestra que el mundo no olvida que el bloqueo persiste.

Hemos reiterado al gobierno de Estados Unidos que para normalizar la relación bilateral el bloqueo debe ser levantado y el territorio que usurpa la Base Naval de Guan­tánamo ha de ser devuelto, tal como expliqué en mi declaración en el Consejo de Ministros del día 18, en la cual reafirmé, además, que no debe pretenderse que Cuba abandone la causa de la independencia o renuncie a los principios e ideales por los que varias generaciones de cubanos han luchado durante un siglo y medio.

Para avanzar en este proceso debe respetarse el derecho de todo Estado a elegir el sistema económico, político y social que desee, sin injerencia de ninguna forma. Ja­más aceptaremos condicionamientos que laceren la soberanía y dignidad de la Patria.

Lo esencial ahora es que el presidente Barack Obama utilice con determinación sus amplias facultades ejecutivas para mo­dificar la aplicación del bloqueo, lo cual dará sentido a lo alcanzado y permitirá que se produzcan sólidos progresos.

Hace apenas mes y medio celebramos los actos por el 40 Aniversario de la independencia de Angola y el inicio de la Operación Carlota, que permitieron rememorar la contribución internacionalista de nuestro pueblo a esa heroica epopeya protagonizada por angolanos, namibios y cubanos, que modificó de manera definitiva el mapa político del África Austral y aceleró el fin del oprobioso régimen del apartheid.

Apreciamos de manera especial la solidaridad de la Unión Africana con Cuba, reiteramos el apoyo a su programa de de­sarrollo Agenda 2063 y continuaremos honrando nuestros com­promisos de cooperación.

En este semestre, se registraron avances en la negociación del Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación entre Cuba y la Unión Europea, así como en nuestras relaciones bilaterales con sus Estados miembros. En febrero del próximo año cumplimentaré una visita oficial a Francia en reciprocidad a la efectuada por el presidente François Hollande. (…)

Fragmentos del discurso pronunciado por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Se­cretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en el VI Periodo Ordinario de Sesiones de la VIII Legislatura de la Asam­blea Nacional del Poder Popular, en el Pa­lacio de Conven­ciones, el 29 de diciembre de 2015, “Año 57 de la Revolución”.