Por Alejandro Nadal
El proceso de deterioro del
derecho constitucional y de descomposición de los elementos esenciales de la
vida republicana en el régimen de EEUU no es casualidad EEUU vive desde hace décadas
enredado en una maraña de guerras que bien merecen el nombre de “guerras
imperiales”. ¿Cómo es posible, preguntarán algunos ingenuos, que una república
“democrática”, en la que predomina la división de poderes, se embarque en
varias aventuras militares interminables y simultáneas?
Las declaraciones de guerra
eran antiguamente un acto de gran solemnidad. Se anunciaban en medio de un
grave protocolo y de acuerdo con un ceremonial diseñado para animar
sentimientos de patriotismo. Pero hoy todo ha cambiado. Las guerras aparecen en
la pantalla de televisión y la gente ya ni se pregunta ¿cuándo comenzó esta
guerra?
Hoy las guerras se autorizan vía el presupuesto. Por ejemplo, el Congreso estadounidense acaba de aprobar un descomunal paquete presupuestal para el Pentágono. Se trata del presupuesto para el año fiscal 2016 que supera los 572 mil millones de dólares y si está lejos de ser el más alto en la historia de las fuerzas armadas de EEUU, sí es un mal presagio para las guerras en curso y las que vienen. Hay además un regalo de más de 111 mil millones de dólares para proveeduría y adquisiciones, además de 50 mil millones de dólares para investigación y desarrollo experimental (un incremento de más de 13 mil millones de dólares con respecto del año anterior).
En esta lluvia de dinero
para el Departamento de la Defensa se incluyen 58 mil millones de dólares para
un rubro con las siglas misteriosas de GWOT/OCO que significan la famosa guerra
global contra el terrorismo y el renglón de operaciones contingentes en el
extranjero.
El presidente del poderoso
Comité de asignaciones presupuestales de la Cámara de Representantes, el señor
Hal Rogers, afirma que este presupuesto proporciona los recursos y
entrenamiento para que nuestras tropas puedan llevar a cabo exitosamente sus
operaciones y puedan combatir a nuestros enemigos alrededor del mundo.
La nueva ley presupuestal
contiene más de 2 mil páginas. Es difícil navegar en su interior y, por
supuesto, casi imposible captar las sutilezas legales que vienen inmersas en
este voluminoso texto. Es ya práctica común del poder ejecutivo en muchos
países enviar documentos muy voluminosos para la aprobación del legislativo y
así filtrar disposiciones que de otro modo serían rechazadas. Para fines de
supervisión de las actividades del poder ejecutivo y de las fuerzas armadas, es
indispensable escudriñar todo el texto, casi renglón por renglón. Muy pocos
congresistas están dispuestos a realizar este trabajo.
Hal Rogers también ha
señalado que el paquete del Pentágono incluye recursos para combatir la amenaza
real del Estado Islámico de Irak y del Levante (ISIL). ¿Significa eso que el
poder legislativo le está dando una autorización al ejecutivo para involucrar a
las fuerzas armadas estadounidenses en una guerra en contra del Estado
Islámico? Eso significaría que el ejecutivo tendría de hoy en adelante los
poderes para hacer la guerra en contra de la extraña entidad en el norte de
Irak y Siria.
En principio, el poder del
presidente estadounidense para hacer uso de la fuerza militar está limitado por
la constitución (el congreso es la única entidad que puede declarar una
guerra). Pero a raíz de los abusos durante la administración Nixon (en especial
las noticias sobre los bombardeos secretos en Camboya) el Congreso aprobó la
llamada Resolución de poderes de guerra en 1973. De acuerdo con esta ley, no es
posible inferir de una simple asignación presupuestaria la autorización para el
uso de la fuerza, a menos que dicha asignación vaya acompañada de una autorización
explícita para la introducción de las fuerzas armadas de EEUU en las
hostilidades.
Pero las asignaciones
presupuestales han sido interpretadas en numerosas ocasiones como una forma de
consentir el uso de la fuerza o, lo que es igual, para hacer la guerra sin una
declaración formal por parte del Congreso. Un precedente muy importante se
encuentra en las asignaciones presupuestales para desarrollar hostilidades en
Kosovo en el año 2000. Las asignaciones presupuestales fueron interpretadas por
el consejo legal de la oficina del procurador como luz verde para la guerra.
Hoy nadie en Washington está preocupado por la forma discreta en que se
autorizan y prolongan las guerras interminables en las que ya está envuelto
EEUU.
Este proceso de deterioro en
materia de derecho constitucional y de descomposición de los elementos
esenciales de la vida republicana en EEUU no es casualidad. Es cierto que el
deterioro comenzó antes de que se instaurara el neoliberalismo, pero el proceso
se ha intensificado de manera notable con la expansión del sector financiero y,
desde luego, con la crisis global de 2008. Hoy la construcción del estado
policíaco sigue su curso en EEUU.
Alejandro Nadal es
economista mexicano, doctor en Economía por la Universidad de París X,
actualmente es profesor e investigador de economía en el Centro de Estudios
Económicos del Colegio de México. Publica habitualmente en los periódicos La
Jornada de México y la revista Sin Permiso.
Fuente: La Jornada
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