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Iraníes protestan por la ejecución en Raid del prominente clérigo chiíta Nimr al Nirm el 2 de enero de 2016. |
Por Michael Pearson, CNN
Lo más importante
Las tensiones se remontan a siglos, pero durante la
revolución iraní de 1979 se incrementaron.
La ejecución de un clérigo chiíta fue el último
capítulo del conflicto
(CNN) - Como si Oriente Medio no tuviese ya suficiente
tensión, la caustica disputa entre las potencias regionales de Arabia Saudita e
Irán ha colapsado repentinamente en una crisis diplomática de primer orden: han
rechazado diplomáticos, han cortado relaciones e incluso han saqueado la
embajada.
Esto es lo que necesitas saber sobre esta historia,
que podría ser noticia importante en los próximos días.
Entonces, ¿qué pasó?
El sábado, Arabia Saudita dijo que había ejecutado al
jeque Nimr al-Nimr, un crítico directo de la familia real saudí.
Ahora, el hecho de que el reino de línea dura ejecute
personas casi nunca es noticia de primera plana. Pero la muerte de Nimr fue
diferente.
Él era un defensor directo de los musulmanes chiítas
en la Provincia Oriental de Arabia Saudita, donde los chiítas desde hace mucho
tiempo se han quejado de discriminación a manos de la monarquía del país, la cual
es sunita.
Desde hace mucho tiempo, Arabia Saudita ha sospechado
en relación a que Irán fomenta la disconformidad entre esos chiítas, y el
arresto, la detención y el juicio de Nimr entró en juego precisamente en la
antigua animosidad entre esos dos poderes regionales.
Entonces, ¿qué pasa con estos dos países?
La situación está arraigada en profundas divisiones
entre las ramas sunitas y chiítas del Islam, pero igualmente, tiene mucho que
ver con la influencia política y económica.
La división data de 14 siglos atrás, y tiene que ver
con disputas en relación a quién debería suceder al profeta islámico Mahoma
como el líder de la fe islámica.
El Islam sunita ha pasado a dominar la fe —casi el 90%
de los musulmanes del mundo son sunitas—, incluso la rama Wahhabi que se
practica en Arabia Saudita.
Sin embargo, en 1979, el Islam chiíta empezó a hacer
alardes de fuerza. Los revolucionarios en Irán reemplazaron al gobierno laico
del país con una teocracia, y empezaron a dispensar apoyo a la causa chiíta en
el Líbano, Iraq, y en otros sitios a lo largo de Oriente Medio.
"La transformación de Irán en una potencia
abiertamente chiíta, tras la revolución islámica, indujo a Arabia Saudita a
acelerar la propagación del wahhabismo, a la vez que ambos países revivieron
una antigua rivalidad sectaria en torno a la verdadera interpretación del
Islam", escribe el Consejo sobre Relaciones
Exteriores en una revisión extensa de la disputa sectaria.
¿Cuáles son algunos ejemplos?
Para empezar, Arabia Saudita respaldó al gobierno de
Iraq que en ese momento era sunita, en su sangrienta guerra de ocho años contra
Irán.
Mientras la guerra se extendía, en 1987, la policía
antimotines de Arabia Saudita se enfrentó con peregrinos iraníes en la Meca.
Aproximadamente 400 personas murieron... la mayoría de ellos iraníes chiítas,
según el Instituto para la Paz de Estados Unidos.
Los manifestantes iraníes atacaron las embajadas de
Arabia Saudita y Kuwait. Un diplomático saudita murió.
El líder supremo de Irán, el ayatolá Ruhollah Khomeini
declaró que la monarquía saudita era "una banda de herejes", y con
eso, las luces diplomáticas se apagaron durante cuatro años.
La elección de un nuevo presidente iraní dio lugar a
vínculos más cercanos, lo que culminó con un acuerdo de seguridad entre los dos
países en 2001.
Pero las cosas se desplomaron de nuevo en 2003 cuando
la invasión en Iraq, liderada por Estados Unidos, derrocó a Saddam Hussein,
desató un poder político chiíta en Iraq que había estado reprimido durante
mucho tiempo y condujo a vínculos más estrechos y a una mayor influencia de
Irán sobre su vecino.
La preocupación en torno a la influencia recién
descubierta de Irán alcanzó un estado de agitación extrema con el movimiento de
protestas de la Primavera Árabe, el cual inició en Túnez a finales de 2010. Los
disturbios incluso alcanzaron a Arabia Saudita y a su aliado de Bahrein, donde
un monarca sunita gobierna una nación que es predominantemente chiíta.
Naturalmente, los sauditas y sus aliados vieron a Irán
como una mano oculta detrás del levantamiento, y ayudaron a las autoridades de
Bahrein a calmar el levantamiento.
El año pasado, las relaciones se enfriaron aún más con
los conflictos sobre las acusaciones en relación a que los guardias sauditas
agredieron a peregrinos iraníes en abril y a las muertes de cientos de personas
ocurridos en septiembre —entre ellos iraníes— en dos desastres vinculados con
la peregrinación islámica anual a la Meca.
¿Qué efecto tiene todo este antagonismo en Oriente
Medio y alrededor del mundo?
En resumen, se ha convertido un matriz de guerras de
poderes.
En Siria, Irán se ha unido al gobierno de Bachar al
Asad en contra de la rebelión de mayoría sunita (respaldada por Arabia
Saudita).
En Yemen, donde se dice que los rebeldes hutíes que
buscan derrocar al gobierno tienen vínculos con Irán, Arabia Saudita organizó
una coalición de estados árabes para bombardear blancos rebeldes.
La lucha regional también se está haciendo presente en
lugares como el Líbano, de mayoría chiíta, donde a Arabia Saudita le gustaría
contener la influencia de Hezbolá, respaldado por Irán, e Iraq, donde los
sunitas que una vez fueron dominantes desde el punto de vista político, ahora
se sienten privados de derechos.
¿La situación se verá afectada por aspectos como el
acuerdo nuclear con Irán y los precios del petróleo?
En un lugar tan volátil como Oriente Medio, sin duda
hay suficientes incentivos para evitar otra intensa guerra en una región donde
ya abunda el derramamiento de sangre.
No se descarta el hecho de que las cosas puedan
salirse de control, dijo el teniente general retirado Mark Hertling, analista
militar de CNN.
"Esto está escalando muy rápidamente", dijo.
Pero no es inevitable.
En primer lugar, es poco probable que Teherán
realmente quiera entrar en guerra con Arabia Saudita, un país bien equipado y
respaldado por Estados Unidos y, posiblemente, con sus aliados.
Las fuerzas armadas de Irán se han visto paralizadas
por años de sanciones económicas y embargos sobre las armas, dijo el mes pasado
Alireza Nader de la Corporación RAND a un subcomité del Congreso.
E incluso con las sanciones relajadas como resultado
del acuerdo nuclear del año pasado con las potencias occidentales, es poco
probable que la economía de Irán crezca lo suficiente como para darle a Teherán
un impulso de poder significativo en la región, dijo. Un conflicto con Arabia
Saudita no ayudaría en absoluto a esa situación.
Arabia Saudita tiene sus propios problemas internos
que podrían limitar la sed de tomar acciones agresivas.
En primer lugar, el país cada vez más está sintiendo
el efecto de los bajos precios del petróleo.
Y aparentemente, también se está librando una batalla
en relación a quién sucederá al rey Salman, quien a pesar de haber ascendido a
la monarquía el año pasado, podría no ser rey por mucho tiempo.
En septiembre, el periódico The Guardian publicó una carta sin firmar de un príncipe saudita
que describía una lucha de poder dentro del reino, al igual que preocupaciones
en relación a que "el rey no se encuentra en una condición estable".
¿Qué es lo que dice el resto del mundo?
En una palabra, cálmense.
China hizo un llamado a que hubiera "diálogo y
negociaciones". Rusia sugirió que las naciones "muestren
compostura". Francia pidió que los poderes "hicieran todo lo posible
para prevenir la exacerbación de las tensiones sectarias y religiosas".
Pakistán, un país de mayoría sunita, condenó el ataque
ocurrido el fin de semana contra la embajada saudita en Teherán e instó a que
se lograra una "resolución de las diferencias a través de medios pacíficos
en el interés mayor de la unidad musulmana".
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, habló
con los ministros del Exterior de ambas naciones el domingo, y dijo que la
ruptura de las relaciones era "profundamente preocupante".
"Lo que queremos es ver que las tensiones se
reduzcan. Queremos ver que el diálogo se restaure, y queremos ver que la
participación diplomática sea restaurada de manera pacífica y sin
violencia", dijo el lunes el vocero del Departamento de Estado, John Kirby.
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