lunes, 6 de junio de 2016

Hemos reafirmado la importancia de aplicar los postulados de la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz


La Cumbre que hoy concluye demuestra la capacidad de nuestra región para dialogar y concertar posiciones

Discurso pronunciado por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba, en la clausura de la VII Cumbre de la Asociación de Estados del Caribe, en el Palacio de la Revolución, el 4 de junio de 2016, “Año 58 de la Revolución”

Excelentísimos Señores Jefes de Estado y de Gobierno, y demás delegados, observadores e invitados;

Estimado Embajador Alfonso Múnera Cavadía, Secretario General de la Asociación de Estados del Caribe:

Enviamos nuestro mensaje de condolencias y solidaridad a la familia del gran campeón de boxeo Muhammad Ali (Aplausos), al pueblo de Estados Unidos, en especial a la comunidad afroamericana, cuyos derechos siempre defendió, así como a toda la comunidad deportiva internacional.

Nunca olvidaremos su caballerosidad y ética, su rechazo a la guerra y su defensa de la paz; su respeto y amistad con el compañero Fidel y con ese gran boxeador nacido en Cuba, que fue Teófilo Stevenson, cuyo padre era de San Vicente y las Granadinas, y sus abuelos por la vía materna de San Cristóbal y Nieves.

La Cumbre que hoy concluye demuestra la capacidad de nuestra región para dialogar y concertar posiciones sobre los problemas y desafíos comunes que enfrentamos, y para perseverar en la búsqueda de soluciones a los mismos, adaptadas a las condiciones, necesidades y prioridades del área.

Los documentos y decisiones adoptados dan fe de ello. Hemos encontrado el consenso necesario para pronunciarnos sobre temas sensibles, de interés común.

La recién acordada Declaración de La Habana reafirma la vigencia de los principios fundacionales de nuestra Asociación como organismo de consulta, concertación y cooperación, para adoptar posiciones comunes entre los Estados, países y territorios del Caribe y promover la integración, tal como está recogido en el Convenio Constitutivo.

Hemos aprobado acciones concretas en el marco del Plan de Acción para los próximos tres años, en una variedad de temas de alta prioridad para todos nosotros.

Pero nos queda mucho por hacer y tenemos grandes retos que enfrentar, como son las amenazas a la paz y la seguridad internacionales, los efectos de la crisis económica y financiera internacional, y las consecuencias del cambio climático.

El debate sostenido demuestra la necesidad y la capacidad de nuestra Asociación de tratar los temas esenciales de la región, lo que es imprescindible para continuar los avances en materia de integración y de cooperación, dado que estos dependen esencialmente de la voluntad política de los gobiernos y las prioridades comunes de desarrollo.

Hemos reafirmado la importancia de aplicar los postulados de la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, firmada por los Jefes de Estado y de Gobierno en enero de 2014, en las relaciones entre nuestras naciones y con otras contrapartes y socios.

La paz y la estabilidad, la defensa de los intereses de nuestros pueblos y el ejercicio de la soberanía y la autodeterminación, sin injerencia externa, son elementos esenciales para avanzar hacia las metas de integración y cooperación que nos hemos trazado.

Esta coyuntura nos obliga a preguntarnos cómo consolidar lo alcanzado y seguir adelante. Sabemos todos, por la experiencia de la década perdida, que una nueva oleada neoliberal, con el desmontaje de las políticas sociales inclusivas, el aumento de la pobreza y la desigualdad, la desregulación del mercado, la desprotección ambiental y la disminución del papel del Estado, nos impedirá cumplir los objetivos de integración regional y cooperación que nos hemos fijado.

Cuba continuará trabajando, desde la Presidencia del Consejo de Ministros de la Asociación, con el propósito de seguir fortaleciéndola y aunando voluntades para hacer frente a los desafíos colectivos.

Nuestra Asociación fue creada con el objetivo de unir a toda la familia caribeña, incluyendo a los territorios que forman parte de estados europeos. Reconocemos la contribución de todos ellos, así como de la República Francesa y los Países Bajos, en su condición de Miembros Asociados. Esperamos que lo sigan haciendo y que también se sume el resto de los territorios caribeños.

Agradecemos la participación y los aportes de las naciones y organizaciones Observadoras, cuyo número continúa incrementándose, como muestra del interés que suscita el Caribe en todo el mundo.

Deseo destacar, una vez más, el aporte del Embajador Alfonso Múnera Cavadía al fortalecimiento de la Secretaría y de la labor de la AEC en estos años. A partir del próximo mes de agosto, este esfuerzo será liderado por la Embajadora June Soomer, a quien nuevamente felicitamos por su elección y le reiteramos nuestro apoyo.

Igualmente agradecemos la presencia de todos ustedes en La Habana y su compromiso con el avance y la consolidación de la Asociación.
Muchas gracias (Aplausos).


(Versiones Taquigráficas - Consejo de Estado)

 Juventud Rebelde


La OEA, desde su fundación fue, es y será, un instrumento de dominación imperialista y que ninguna reforma podrá cambiar su naturaleza ni su historia. Por eso, Cuba jamás regresará a la OEA.


Las circunstancias actuales nos plantean serios desafíos que también es preciso enfrentar unidos 

Discurso pronunciado por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba, en la inauguración de la VII Cumbre de la Asociación de Estados del Caribe, La Habana, 4 de junio de 2016, “Año 58 de la Revolución”.

Distinguidos Jefes de Estado y de Gobierno;

Estimado Embajador Alfonso Múnera Cavadía, secretario general de la Asociación de Estados del Caribe;
Estimados delegados e invitados:

Por séptima ocasión nos reunimos los Jefes de Estado y de Gobierno y otros altos representantes de los Estados y territorios agrupados en la Asociación de Estados del Caribe. Esta vez para sostener un amplio intercambio sobre el tema “Unidos para enfrentar los retos del desarrollo sostenible, el cambio climático y la paz en el Caribe”.

Nuestras deliberaciones se encaminarán también a fortalecer la organización sobre la base de sus principios fundacionales, como organismo de consulta, concertación y cooperación.

Damos la bienvenida a la colectividad francesa de ultramar de San Martín, nuevo Miembro Asociado, y saludamos la adhesión como Observadores del Estado Plurinacional de Bolivia, la República de Kazajstán, la República Oriental del Uruguay y la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA-TCP), al igual que la presencia de representantes de naciones y organizaciones Observadoras.

Aspiramos a contar algún día con la adhesión de todos los territorios caribeños, incluida la hermana isla de Puerto Rico como nación independiente y soberana.

Cuando en julio de 1994 se reunieron en la ciudad de Cartagena de Indias los Jefes de Estado y de Gobierno de las 25 naciones independientes, junto a delegados de otros territorios caribeños, acogiendo la iniciativa histórica de CARICOM de crear la Asociación de Estados del Caribe, lo hicieron con el propósito de unirnos en defensa de nuestra identidad, acervo cultural e intereses comunes, fortalecer la concertación política y la cooperación, e impulsar el desarrollo sostenible y la integración de nuestros pueblos.

La declaración programática de nuestra  I Cumbre en Trinidad y Tobago estableció el Turismo, el Transporte y el Comercio como áreas estratégicas, a las que posteriormente se añadió la cooperación para enfrentar los desastres naturales. En la Declaración de la VI Cumbre celebrada en abril de 2014 en Mérida, México, con motivo del vigésimo Aniversario de la AEC, y en la evaluación del Plan de Acción de Petion Ville, adoptado en la V Cumbre realizada un año antes en esa ciudad de la República de Haití, se reafirmó que existen indudables logros, pero también enormes retos por vencer.

Los problemas de conectividad aérea y marítima, sus altos costos y las dificultades económicas —en gran medida como resultado de los efectos de la crisis global— obstaculizan el comercio y las inversiones entre nuestros países, por lo que nos urge encontrar soluciones novedosas, factibles y convenientes para todos, con el trato especial y diferenciado que requieren los pequeños Estados.

El desarrollo del turismo multidestino, la diversificación de los mercados, el ascenso en términos de calidad y variedad de los servicios turísticos, así como la formación de personal calificado, constituyen también áreas prioritarias.

Aprovecho la ocasión para subrayar que Cuba está especialmente interesada en ampliar y fortalecer la cooperación turística con nuestros hermanos caribeños.

Por otro lado, los fenómenos asociados al cambio climático, como la elevación del nivel del mar, que amenaza la existencia de las pequeñas islas; los huracanes, cada vez más frecuentes y poderosos; las lluvias intensas; la erosión costera y las extensas sequías, causan grandes daños humanos y económicos. Por ello el desarrollo de la cooperación para la reducción del riesgo de desastres y la mitigación de sus efectos, constituye un imperativo inaplazable para nuestros gobiernos y debe ocupar un lugar central en el plan de acción para el futuro inmediato.

El marco acordado en la Cumbre de París sobre Cambio Climático es un importante punto de partida, pero debemos continuar trabajando para lograr que se cumpla  y ampliar su alcance, siempre sobre la base de las responsabilidades comunes pero diferenciadas y del reconocimiento de las vulnerabilidades de los países menos desarrollados, especialmente de los pequeños estados insulares.

Defendemos el principio de que deben modificarse los irracionales patrones de producción y consumo e insistimos en que se requiere la voluntad política de las naciones industrializadas, para reducir la emisión de gases de efecto invernadero y establecer compromisos serios de financiamiento y transferencia de tecnología.

Otro asunto que requiere atención prioritaria es el relacionado con la soberanía  sobre nuestros recursos naturales, que constituyen garantía para el futuro y fuente de riqueza para los pueblos. Permitir su explotación desmedida por intereses foráneos y con márgenes irrisorios de beneficio para nuestras naciones equivale a hipotecar el desarrollo y acrecentar la dependencia.

En los últimos años la Asociación de Estados del Caribe ha concentrado sus principales esfuerzos en impulsar la cooperación en las áreas estratégicas antes mencionadas, lo que es positivo y debemos continuar desarrollando, sin perder de vista que las circunstancias actuales nos plantean serios desafíos que también es preciso enfrentar unidos.

No podemos permanecer indiferentes ante las turbulencias que tienen lugar en América Latina y el Caribe, como consecuencia de la contraofensiva imperialista y oligárquica contra los gobiernos populares y progresistas surgidos tras el fracaso de la ola neoliberal, lo que constituye una amenaza a la paz, la estabilidad, la unidad y la imprescindible integración regional.

La situación requiere fortalecer la consulta y la concertación, en aplicación de los postulados de la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, firmada por los Jefes de Estado y de Gobierno en la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), celebrada en La Habana en enero de 2014. Habrá también que demandar de otros el respeto a esos principios en sus relaciones con nuestros países.

Los compromisos de los Estados de la región de no intervenir, directa o indirectamente, en los asuntos internos de cualquier otro Estado y observar los principios de soberanía nacional, la igualdad de derechos y la libre determinación de los pueblos; de fomentar las relaciones de amistad y de cooperación entre sí y con otras naciones; de practicar la tolerancia y convivir en paz, así como respetar plenamente el derecho inalienable de todo Estado a elegir su sistema político, económico, social y cultural, constituyen condiciones insoslayables para la paz, la concordia, el desarrollo y la integración de nuestros países.

Ratifico nuestra más firme e incondicional solidaridad con el hermano pueblo venezolano, con el gobierno legítimo del Presidente Nicolás Maduro Moros y con la Revolución Bolivariana iniciada por el Comandante Hugo Chávez Frías, que enfrentan con firmeza la embestida desestabilizadora y la guerra económica y mediática de quienes pretenden barrer las conquistas políticas, sociales y económicas que han beneficiado a millones de ciudadanos que durante siglos vivieron en condiciones de pobreza, injusticia y desigualdad.

Es motivo de profunda preocupación el inaceptable intento del Secretario General de la Organización de Estados Americanos de aplicar la llamada Carta Democrática Interamericana para intervenir en los asuntos internos de Venezuela. La Declaración de nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores explica la posición de Cuba y me exonera de entrar en detalles.

Solo reitero —en nuestra opinión— que la OEA, desde su fundación fue, es y será, un instrumento de dominación imperialista y que ninguna reforma podrá cambiar su naturaleza ni su historia. Por eso, Cuba jamás regresará a la OEA.

A la mente me vienen unas palabras improvisadas que pronuncié en el Balneario de Sauipe en Brasil, en el estado de Salvador de Bahía, cuando se tocó el tema de la OEA y se cambiaron impresiones sobre lo que posteriormente resultó la organización de la CELAC.

Algunos amigos Jefes de Estado, muy amigos nuestros por cierto, se me acercaron y me plantearon:  Raúl, ahora sí pueden entrar en la OEA; y les dije:  No.  Otro añadió:  Sí Raúl,  es una OEA sin americanos.  Nuevamente respondí:  No importa, mientras exista ese nombre de OEA.

Y en mi discurso, como les decía,  parafraseando a José Martí, hablando de este tema de la OEA —y lo repito ahora, porque insistentemente, en diferentes ocasiones el Secretario General de dicha organización ha expresado que Cuba ingresará, que próximamente lo hará, etcétera—, quiero repetir  lo que dije entonces en ese balneario brasileño hace unos años: antes de entrar a la OEA, primero se unirá el mar del Norte al mar del Sur y nacerá una serpiente de un  huevo de águila.

También quiero expresarles —no tengo que argumentarles, ustedes tienen edad suficiente, no tanto como yo que ayer me felicitaron los aquí presentes y aprovecho la ocasión para agradecerles profundamente—, como le expresé en la reunión de la CELAC en La Habana a un colega Presidente al entregarme la dirección de la CELAC, en un evento anterior, me dijo bajito, cuando todos estaban de pie aplaudiendo:  Presidente, le entrego la CELAC, pero por un año, no por 50 (Risas).  Le contesté que los Castro somos firmes y longevos, y el cumplir los 85 años en el día de ayer lo demuestra, y puedo aguantar varios quinquenios más (Risas).  Pero del gobierno, como ya he dicho en diferentes ocasiones, incluyendo en el Parlamento y en el último Congreso de nuestro Partido, el 24 de febrero de 2018 dejo la presidencia de este querido país, que es el mío, pero también es de ustedes.

También expresamos nuestra solidaridad con el pueblo brasileño y la presidenta constitucional Dilma Rousseff, quien enfrenta valientemente el golpe de Estado parlamentario promovido por la derecha oligárquica y neoliberal para revertir las conquistas sociales alcanzadas durante los gobiernos del Partido de los Trabajadores.

Ratifico nuestra satisfacción por los avances logrados en el proceso de paz en Colombia y reitero que mantendremos los esfuerzos para contribuir a lograr la firma de un acuerdo que ponga fin definitivamente al conflicto armado en esa hermana nación.

Para preservar la convivencia pacífica y la estabilidad es imprescindible evitar la exacerbación de los diferendos territoriales heredados de la época colonial, que deben ser resueltos mediante el diálogo y la        negociación —a lo que añado  pacífica y armoniosamente—, con clara conciencia de la responsabilidad histórica que tenemos con nuestros pueblos por el futuro de paz, justicia, equidad y desarrollo sostenible al que todos aspiramos.

Esta conferencia es ocasión propicia para refrendar la firme voluntad de continuar cooperando y compartiendo nuestros modestos logros con los hermanos caribeños, a pesar de las dificultades económicas que enfrentamos.

Consideramos igualmente ineludible el compromiso de apoyar la reconstrucción y el desarrollo de la hermana República de Haití, cuna de la primera revolución independentista y antiesclavista en Nuestra América.

Ratifico el respaldo al legítimo reclamo de los países de la Comunidad del Caribe de recibir compensación por los horrores de la esclavitud y la trata de esclavos.

De igual manera, reafirmo nuestro invariable apoyo al derecho de los Estados pequeños y vulnerables a recibir un trato especial y diferenciado en el acceso al comercio y las inversiones, y a su justa demanda de recibir cooperación de acuerdo con sus necesidades reales y no sobre la base de indicadores de ingreso per cápita que los clasifican como países de renta media y, por tanto, les impiden el acceso a recursos financieros indispensables.

Nunca olvidaremos que al constituirse la Asociación de Estados del Caribe, en julio de 1994, los hermanos caribeños defendieron nuestra pertenencia a esta entrañable familia, cuando Cuba atravesaba por una situación muy difícil: la economía había caído un 35% en poco más de un año, debido a la pérdida abrupta de sus  principales mercados, provocada por la desaparición del campo socialista europeo, y crecían las presiones imperiales para bloquear y destruir la Revolución.

Tampoco olvidaremos el permanente respaldo que todos los gobiernos aquí representados han dado a nuestra justa demanda de que se ponga fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos contra Cuba, que se mantiene vigente, a pesar de haber sido rechazado en 24 ocasiones en la Asamblea General de las Naciones Unidas y en otros importantes foros, como la Cumbre de las Américas celebrada el pasado año en Panamá, y de las medidas positivas, pero insuficientes, adoptadas por el gobierno norteamericano.

Agradecemos también el apoyo expresado en la IV Cumbre de la CELAC al reclamo de devolución del territorio (cubano) ilegalmente ocupado por la Base Naval de los Estados Unidos en Guantánamo, en contra de la voluntad de nuestro pueblo y gobierno.

Antes de concluir, deseo rendir tributo a la memoria del Profesor Norman Girvan, destacado intelectual jamaicano, incansable luchador por el progreso del Caribe y la integración regional y gran amigo de Cuba, quien fuera Secretario General de nuestra Asociación.

También debemos reconocer la destacada labor realizada por el Embajador Alfonso Múnera Cavadía en estos cuatro años como Secretario General de la Asociación de Estados del Caribe y expresar nuestra satisfacción por la elección de la Embajadora de Santa Lucía, June Soomer, primera mujer que asumirá esa responsabilidad, a quien deseamos los mayores éxitos.

Sin más, declaro inaugurada la séptima Cumbre de la Asociación de Estados del Caribe.
Muchas gracias (Aplausos).

Juventud Rebelde

(Versiones Taquigráficas - Consejo de Estado)

domingo, 5 de junio de 2016

Una espía cubana en el Pentágono


Publicado por El Confidencial/Daniel Iriarte

“Desde mi oficina puedo ver el Pentágono ardiendo. Nos esperan días negros; tanto odio…”. La analista Ana Belén Montes, la máxima especialista en Cuba del Departamento de Inteligencia de la Defensa de EEUU (DIA), escribía así a un viejo amigo a los pocos días del 11-S. Una semana después, miembros del FBI se personaban en su lugar de trabajo para arrestarla por espiar para el régimen de Fidel Castro. Se la considera la espía de mayor nivel que el régimen cubano ha logrado reclutar jamás. Pero usted probablemente jamás ha oído hablar de ella, y por buenas razones.
“He venido a enterrar los últimos vestigios de la Guerra Fría en las Américas”, proclamó el Presidente estadounidense Barack Obama durante su visita a Cuba el pasado marzo. A esta actitud aparentemente amistosa respondió Fidel Castro, pocos días después, con un gélido mensaje: “No necesitamos que el imperio nos regale nada”. Algunas inquinas son difíciles de superar.
Tal vez no le faltasen razones al veterano revolucionario para desconfiar de la súbita cordialidad estadounidense: al fin y al cabo, no habían pasado ni dos años desde que había salido a la luz el escándalo de ZunZuneo, una iniciativa estadounidense para establecer un sistema de mensajería gratuita en Cuba que, en una segunda fase, hiciese posible la organización de un movimiento masivo de protestas contra los Castro, tal y como reveló una investigación de la agencia Associated Press. El proyecto también preveía la captación de músicos contestatarios cubanos, y el reclutamiento de estudiantes latinoamericanos que pudiesen actuar como agentes estadounidenses.
La iniciativa no fue cancelada hasta 2012, cuando ZunZuneo tenía ya 40.000 usuarios, ante la constatación de que jamás iba a ser económicamente autosuficiente. Y no ayuda que la institución responsable no fuese ni la CIA ni el Pentágono, sino USAID, la -a priori- más inofensiva agencia de cooperación estadounidense.
Y sin embargo, en otros aspectos sí se han saldado algunas cuentas pendientes entre ambos países. Es el caso, por ejemplo, del intercambio de espías que tuvo lugar en diciembre de 2014: mientras La Habana entregaba al contratista estadounidense Alan Gross, Washington hacía lo propio con los tres miembros de la llamada “Red Avispa” de espías cubanos que todavía permanecían en prisiones estadounidenses. Gross había sido enviado por la USAID en 2009 a entregar material de telecomunicaciones a la comunidad judía de Cuba, por lo que fue considerado un agente de inteligencia por las autoridades cubanas y fue tratado como tal (él siempre lo negó, y su familia a la agencia de cooperación estadounidense, alegando que la misión a la que le habían enviado entrañaba importantes riesgos de los que había sido advertido. La demanda se resolvió mediante un acuerdo extrajudicial).
Los cubanos, por su parte -Gerardo Hernández, Ramón Labañino y Antonio Guerrero-, tres de los llamados “cinco héroes” por el Gobierno cubano, formaban parte de una red de agentes cuya misión era infiltrarse en las organizaciones de exiliados anticastristas, con el objetivo, según La Habana, de “prevenir atentados en la isla”. Uno de ellos, René González, había sido puesto en libertad condicional en 2011 y se le había permitido regresar a Cuba, mientras que otro, Fernando González, fue excarcelado tras cumplir quince años de condena en 2014.
Lo que las autoridades cubanas no dicen, y muchos en la propia isla ignoran, es que la “Red Avispa” estaba formada no por cinco agentes, sino por más de una veintena. Seis de ellos lograron huir a Cuba, mientras otros cinco optaron por cooperar con el FBI (a estos, obviamente, el régimen cubano no los considera “héroes”). Algunos más tenían cobertura diplomática y fueron expulsados, mientras que el resto quedaron en libertad por falta de pruebas. Y luego estaba Ana Belén Montes.
Hija de un psicólogo militar portorriqueño y nacida en una base estadounidense en Nüremberg, Alemania. Su bilingüismo le permitió acceder a la DIA en 1985, y pronto pasó a ocuparse de asuntos latinoamericanos: primero Nicaragua, en aquella época en plena guerra civil entre la “Contra” y el Gobierno sandinista, y desde 1992, también Cuba. Considerada una persona fiable y patriota, la pregunta que surge es: ¿cómo acaba una persona así trabajando para un régimen enemigo?
Al parecer, Montes ya era una agente cubana cuando empezó a trabajar para el Pentágono, o le faltaba muy poco para serlo. La había reclutado una portorriqueña, Marta Rita Velázquez, a la que conoció mientras estudiaba en la Universidad John Hopkins. Velázquez (cuyo nombre en clave era “Bárbara”) le presentó a oficiales cubanos de la Misión de la ONU, que le organizaron un curso de entrenamiento en Cuba, a donde viajó en 1985, vía Madrid y Praga. El proceso duró algún tiempo, pero está constatado que Montes comenzó a pasar información a la Dirección General de Inteligencia cubana (DGI) al menos desde 1991. Otro agente de la DIA que se convertiría en su némesis, Scott Carmichael, asegura que en 1987 Montes proporcionó los datos necesarios para que el Frente Farabundo Martí (una guerrilla salvadoreña apoyada por Cuba) pudiese atacar con éxito un campo de entrenamiento organizado por la CIA en El Salvador.
Su golpe maestro llegó a finales de 1998: Montes colaboró en un informe en el que se concluía que, tras el desplome de la URSS, Cuba ya no suponía un peligro para los EEUU, una línea de pensamiento que acabó por imponerse en amplios sectores de Washington. Tras el desmantelamiento de la “Red Avispa”, esta interpretación parecía correcta. Mientras tanto, Montes se comunicaba con sus controladores mediante mensajes codificados enviados por una radio de onda corta, el mismo sistema que utilizaban todos los espías cubanos. Según admitiría ella misma posteriormente, desveló los nombres de al menos cuatro agentes de la CIA que operaban en Cuba.
Pero poco después, Scott Carmichael empezó a sospechar la existencia de un ‘topo’. Tardó dos años en reunir las evidencias suficientes para forzar una investigación contra Montes. En aquellos días, la ansiedad de la mujer era compartida por las autoridades cubanas, que durante un tiempo tras el 11-S temieron que George W. Bush les incluyese también en el “eje del mal” y aprovechase la coyuntura para tratar de resolver militarmente la “cuestión cubana”. Además, en esta ocasión no podrían contar con la inestimable ayuda de Montes a la hora de prepararse para una invasión: la espía fue detenida el 20 de septiembre de 2001.
Montes acabó declarándose culpable de los cargos de conspiración para cometer actos de espionaje, y fue sentenciada a 25 años de cárcel, de los cuales ha cumplido ya más de la mitad. Velázquez también sería posteriormente detenida y juzgada.
“Yo considero que la política de nuestro Gobierno hacia Cuba es cruel e injusta, profundamente inamistosa”, explicó Montes en su juicio. “Me consideré moralmente obligada de ayudar a la isla a defenderse de nuestros esfuerzos de imponer en ella nuestros valores y nuestro sistema político”. En una entrevista afirmó: “Es importante que en la isla sepan que hay muchos norteamericanos honestos, aunque el sistema crea una forma de pensar que nos hace creernos superiores, dueños del mundo. Por eso para que las cosas cambien realmente, tiene que venir un cataclismo político en la vida norteamericana que haga evolucionar el pensamiento, la psicología y la cultura del país, preservando lo mejor que tengamos y modificando lo perjudicial”, aseguró. “No está a la vista ese cambio. Pero llegará. Me siento una contribuyente a ese cambio. Hay otras personas que también lo han hecho. No pretendo darme exclusividad”.
Ahora que “los cinco” están libres, Montes es el objeto de una campaña que comienza a cobrar fuerza. Según Fernando Ravsberg, ex corresponsal de la BBC en Cuba, el diplomático cubano Néstor García Iturbe está gestionando bajo mano su libertad, tal vez promoviendo un intercambio con algún otro preso por espionaje en la isla (que podría ser Ernesto Borges Pérez, según especula la página anticastrista Cubanet.org).
En Cuba ya existe un “Comité por Ana” que promueve su liberación, liderado por el profesor del Seminario Evangélico de Matanzas, Douglas Calvo. La iniciativa no cuenta con respaldo oficial, que durante mucho tiempo ha preferido no incidir en el asunto para no debilitar la defensa de sus “tres héroes”: su principal argumento era que estos no pretendían obtener secretos militares estadounidenses, sino prevenir acciones terroristas en la propia Cuba. Y a diferencia de ellos, Ana Belén Montes sí era una espía declarada.

Para Calvo, esto no debería impedir su puesta en libertad. “Las personas que hoy puedan estar infiltradas en Al Qaeda o en otros grupos extremistas, ellos son también espías. No podemos demonizar a toda persona que realice un trabajo encubierto ni privarla de sus derechos, como ha ocurrido con Ana Belén, la cual está en aislamiento desde hace 14 años”, le dijo a Ravsberg. Al fin y al cabo, asegura, “el gran delito de Ana Belén fue decir la verdad en sus informes al Pentágono, que Cuba no constituye un peligro para la seguridad de EEUU”. En un momento de deshielo, la causa de Montes cobra fuerza en la propia Cuba. Hoy, cada vez son más cubanos los que conocen su historia, y los que apoyan su causa.