jueves, 9 de febrero de 2017

Trump ordena a sus Halcones preparar un nuevo plan de guerra para Siria




Por MsC. Abundio Jalisco Carrasco
Analista de temas internacionales

Veinticuatro horas después de finalizada la “Reunión de Astaná”[i], el presidente de EE.UU anunció la creación de un área geográfica, denominada “Zonas Seguras” en Siria, demostrando que los planes de agresión de EE.UU, han pasado de una etapa de apoyo al terrorismo a una clara intervención directa y pública en la guerra contra el país[ii].

Con esta decisión, anunciada por el presidente estadounidense Donald J. Trump[iii], se persigue crear sectores que estarían dotados, dentro del territorio sirio, de una autonomía de facto, que sería protegida por fuerzas militares extranjeras —terrestres y aéreas— disgregadas en el territorio sirio y por ende, fuera del alcance del poder del gobierno central sirio. El anuncio de esta operación está en correspondencia con los planes de Turquía de conformar un área denominada “Zona de Seguridad Libre de Estado Islámico (EI)” pero, que en realidad constituye un “Área de Exclusión Aérea”.

Una franja de terreno ubicada en la frontera turco-siria entre las localidades de Yarablus-Azaz, y la región de Al-Bad, que cumple un doble objetivo para las pretensiones del gobierno turco a través de la Operación “Escudo del Éufrates”[iv], avalado y autorizado, por el gobierno estadounidense pretende: detener los avances de las fuerzas kurdas en su lucha contra el EI al norte del territorio sirio y al mismo tiempo, tener una base de operaciones, que le permita seguir conspirando y ejecutando acciones, con un fin declarado, derrocar al gobierno de Bachar al Assad, a su vez constituye un preludio de la desintegración de ese país a emiratos más pequeños y áreas auto determinadas que se formarán sobre la base de diferentes grupos étnicos y sectas.

Las reacciones fueron categóricas, el ministro de Asuntos Exteriores de Siria, Walid al-Moalem, argumentó que los planes para crear las “Zonas Seguras” plantearían serios riesgos para la vida de los civiles si se aplican sin coordinar con Damasco. Indicó además que la creación de dichas zonas sin la autorización de Damasco violaría la soberanía del país.

Rusia, por su parte advirtió al presidente Trump a través del vocero de la presidencia, Dmitri Peskov, de las consecuencias de su plan unilateral en Siria, la cual podría empeorar la situación de los refugiados.

De esta manera, se va cumpliendo el plan de división de la nación Siria, el cual ha sido elaborado y concertado por asesores civiles y militares del Pentágono, con su expresión más notoria, en un documento dado a conocer, el 30 de junio del 2015, por el experto en políticas de seguridad nacional y asesor del gobierno estadounidense Michael O´Hanlon. Co-Director, Center for 21st Century Security and Intelligence.

El mencionado documento, que lleva por título “Desconstruir Siria: Una nueva estrategia para la guerra más desesperanzada de Estados Unidos[v]”, señala que el único camino realista que se puede plantear EE.UU frente a Siria, es un nuevo plan donde se creen zonas autónomas en las cuales el gobierno sirio no tenga posibilidad de influir.

El nuevo presidente estadounidense, no solo ha planteado la creación de “Zonas Seguras”, se vislumbra que buscará cumplir su promesa electoral de incrementar su combate contra el terrorismo. Su decisión está avalada en su Orden Ejecutiva del 28 de enero, donde le ordena al Departamento de Defensa formular en un plazo no mayor de 30 días un “Plan para derrotar al EI en Irak y Siria”. El denominado plan deberá incluir los siguientes aspectos:

  1. Una estrategia integral y planes para la derrota del EI;
  2. Recomendar cambios a cualquier regla de compromiso de los EE.UU y otras restricciones de política que excedan los requisitos del derecho internacional con respecto al uso de la fuerza contra el EI;
  3. La diplomacia pública, las operaciones de información y estrategias cibernéticas para aislar y deslegitimar al EI y su ideología radical islamista;
  4. Identificación de nuevos socios de la coalición en la lucha contra el EI y políticas para capacitar a los aliados en su combate contra este y sus afiliados;
  5. Mecanismos para cortar el apoyo financiero, incluyendo las transferencias financieras, lavado de dinero, ingresos del petróleo, tráfico de seres humanos, ventas de arte saqueado y otras fuentes de ingresos;
  6. Una estrategia detallada para financiar sólidamente el Plan.

La realidad en el terreno está demostrando que el gobierno estadounidense no pretende esperar mucho tiempo para comenzar apoyar a la denominada “Oposición Moderada”. Según las declaraciones formuladas por el vocero del Departamento de Defensa[vi], en la última semana de enero se le suministró a las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) equipos blindados, los cuales se suman a las entregas anteriores de armas de infantería y municiones.

Por otra parte, varias fuentes públicas han dado indicios de que EE.UU ha establecido su cuarta base militar[vii] en el noreste de Siria, cerca de la frontera turca, específicamente en un área al oeste de la ciudad de Al-Hasaka (áreas de mayor expansión de sus aliados “moderados”). Actualmente se encuentran desplegadas en la base unidades de Fuerzas de Operaciones Especiales, entrenadores y equipamiento militar. La eventual decisión podría ser una respuesta estadounidense a las amenazas de Turquía[viii] de dejar sin efecto el permiso que otorgó a las fuerzas de la coalición para el uso de la base aérea de Incirlik.

No es nada casual, que la nueva base militar se establecerá en el momento en que el EI pretende concentrar sus fuerzas —ante la inminente derrota en Mosul— para reforzar su dominio sobre un triángulo del territorio sirio que conecta su principal base de operaciones la ciudad de Al-Raqa con Palmira y Deir al-Zur. Un mínimo de análisis del curso de acción de las operaciones militares actuales nos indica que EE.UU y sus aliados buscan una participación activa en la batalla por la liberación de Al-Raqa, sus aislados bombardeos aéreos contra los grupos terroristas en esta zona, así lo demuestran.

Por tanto, preliminarmente se puede considerar que si el nuevo inquilino de la Casa Blanca cumple con sus promesas, a partir del mes de marzo, los EE.UU y sus aliados comenzarán una fase más activa en su combate contra los grupos terroristas en territorio sirio, caracterizada por un incremento de los ataques aéreos en zonas neurálgicas de los grupos terroristas; así como un aumento de la ayuda militar a los grupos que conforman las denominadas “Oposición Moderada”.

Esta nueva fase, debe estar determinada por “una coordinación real” de las acciones rusas y estadounidenses con el objetivo de derrotar el EI y otros grupos terroristas. Si los halcones militares de Trump se equivocan en su estrategia, EE.UU se verá atascado en otro conflicto del cual su resultado es imposible de predecir su resultado.

Al gobierno sirio y sus fuerzas armadas junto a sus aliados, le corresponde trazar estrategias militares que les permita continuar liberando al país de todos los terroristas e impedir que EE.UU y Occidente cumplimenten su objetivo estratégico principal: dividir el país y destituir del poder al presidente sirio.

Teniendo en cuenta lo antes expuesto y a pesar de la aún impredecible política de la nueva administración estadounidense, Siria pudiera continuar deviniendo como epicentro o foco de la crisis sistémica del capitalismo y de la nueva geopolítica mundial.


[i] Celebrada en la ciudad de Astaná, Kazajistán entre el 24 y 25 de enero de 2017. Constituyó la primera reunión entre los grupos terroristas y el gobierno sirio auspiciada por Rusia, Irán y Turquía.
[ii] Pablo Jofré Leal, HispanTV.
[iii] Declaración a ABC News: “Voy a hacer absolutamente zonas seguras en Siria para la gente”. 26 de enero de 2017.
[iv] Desde el 24 de agosto de 2016.
[vi] Vocero Adrian Rakkine-Galloway: El Pentágono entregó blindados, alegando las necesidades de la lucha contra los terroristas del Estado Islámico. https://mundo.sputniknews.com. 31 de enero de 2017.
[vii] EE.UU tiene bases militares en el sur de Kobani; en Rmeilan y Al-Shaddadi en Al-Hasaka.
[viii] El gobierno turco, ha criticado la decisión de Washington de aliarse con las milicias kurdo-sirias de las Unidades de Protección Popular (YPG). Ankara considera las YPG, el brazo sirio del PKK, catalogado como “terrorista” en Turquía.

lunes, 6 de febrero de 2017

El brexit y la extrema derecha agrietan a la Unión Europea en el 2017

Por Dr. C. Leyde E. Rodríguez Hernández

En el 2016 uno de los acontecimientos que estremeció a Europa, y a las relaciones internacionales en su conjunto, fue el referendo sobre la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, denominado brexit (combinación de las palabras en inglés Britain, Gran Bretaña y exit, salida), el que seguirá suscitando la atención de los observadores internacionales durante todo el año 2017 y durante mucho tiempo en adelante. 

Es necesario resaltar que varios meses antes de la celebración del referendo, las encuestas anunciaban una ajustada votación sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea. Y, en efecto, los resultados del 23 de junio de 2016 confirmaron esos pronósticos con un 51,9 % a favor de abandonar al bloque regional contra un 48,1 % en defensa de la permanencia, a pesar de que prácticamente la mayoría de las fuerzas políticas del Reino Unido lucharon contra el brexit

Los medios de comunicación y los expertos políticos han tratado de explicar el daño de distancia con el argumento de que la juventud británica prefiere permanecer en la Unión Europea. La realidad es mucho más compleja, porque solo el 36% de los votantes entre 18 y 24 años emitió su voto. La participación juvenil fue la más baja en todos los tiempos, y lo cierto es que los jóvenes británicos siempre han tenido poco interés en la Unión Europea. Los sectores populares de menores ingresos y las clases medias empobrecidas estuvieron a favor del brexit, mientras los votantes con carreras universitarias y altos ingresos lo rechazaron. 

La polarización o división del país es un hecho indudable. Existen riesgos de crisis constitucional. La mayoría de los ciudadanos en Escocia, que ya fue protagonista de un plebiscito de independencia, Londres e Irlanda del Norte votaron a favor de la permanencia. También ocurrió una fractura generacional, porque la mayoría de los jóvenes votaron por permanecer en el bloque y la mayor parte de las personas de mayor edad votaron en sentido contrario. 

En ese extraordinario voto, cada persona que decidió salir de la Unión Europea tuvo diferentes motivos y perspectivas políticas. Es muy difícil enmarcar las razones en un único argumento, pero lo cierto es que la mayoría que optó por el brexit piensa que se obtendrán mayores beneficios con esta opción. Todo transcurrió a despecho de las intensas campañas mediáticas a las que fueron sometidos para evitar una ruptura del statu quo. 

Entre los criterios para el voto estuvo el tema de los inmigrantes que resulta de mucho interés para amplios sectores sociales, mientras que otros aprovecharon la ocasión para castigar al gobierno, en un contexto de crisis económica y social que ha provocado el aumento de las desigualdades, el desempleo, la violencia y criminalidad en la sociedad británica. 

Las diversas causas del brexit también pueden encontrarse en la necesidad que tuvo el primer ministro británico David Cameron de convocar el referendo en un contexto de crecientes presiones de sectores de su propio partido conservador y al crecimiento electoral del Partido de la Independencia (UKIP). Este partido con sus posiciones de extrema derecha y nacionalistas, conocidas como antisistema, defiende la salida del Reino Unido de la Unión Europea. 

Otra razón se encuentra en que el establishment británico se siente “controlado” por la Unión Europea, lo cual aumentó las discrepancias y los recelos ante la burocracia de Bruselas; además de las contradicciones sobre la revisión de los flujos migratorios. 

De esta forma, se ha producido un choque de los tradicionales principios soberanistas británicos con las reglas de juego establecidas por la sacrosanta Troika de la Unión Europea (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional). No caben dudas de que el orgullo por la condición insular británica se ha proyectado como un factor diferenciador del resto de Europa, connotando una problemática de seguridad nacional frente a los intereses del bloque europeo. 

En el plano de la política británica, el referendo técnicamente no es vinculante, pero el gobierno prometió que si los partidarios del brexit alcanzaban la mayoría el procedimiento de salida de la Unión Europea se pondrá en funcionamiento de manera ordenada y sin apuros. 

Al mismo tiempo, fuera de los marcos de la política británica, el brexit puede interpretarse como una amenaza al proceso de la integración europea, porque la Unión Europea, sin Gran Bretaña, podría convertirse en un socio comercial menos atractivo a nivel mundial, atendiendo a que se trata de la segunda economía europea y uno de los principales centros de las finanzas globales. En cuanto a los flujos de personas muchos se preguntan cuál será el futuro de casi tres millones de ciudadanos comunitarios que residen en el norte del Canal de la Mancha. 

Para enfrentar todos esos impactos se avecina un proceso negociador largo y complejo entre los representantes de la Unión Europea y el gobierno británico. No se producirá un rompimiento abrupto con Bruselas. En el 2016 no se observó prisa para invocar el artículo 50 del Tratado de Lisboa, que abre el proceso de dos años para negociar los términos del divorcio con las estructuras centrales de la Unión Europea. Solo para el líder del Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP), Nigel Farage, la salida rápida de la Unión Europea es muy necesaria en el objetivo de contribuir a la destrucción de una integración que considera fallida y en el interés de regresar a una Europa conformada por Estados nacionales independientes. 

Para la extrema derecha el 23 de junio de 2016 simboliza, en la historia británica, el “día de la independencia”, lo cual también ha sido motivo de festejo para los principales representantes de los partidos nacionalistas y de extrema derecha en todo el Viejo Continente, quienes llamaron a celebrar referendos similares en sus respectivos países: Francia, Holanda, Austria, Dinamarca, entre los más significativos. A la vez, partidos progresistas, comunistas y de extrema izquierda acogieron el referendo británico como una muestra de que las clases populares y los trabajadores desean reformar o suprimir una Unión Europea de las élites burguesas y de las transnacionales. 

Por ejemplo, el diputado comunista del norte de Francia, Jean-Jacques Candelier, en su página de Facebook, propuso salir por la izquierda de la Unión Europea, y llamó a un gran debate popular en Europa con el objetivo de frustrar todos los pronósticos y las presiones de la oligarquía, la que ha desarrollado un referendo caracterizado por un falso dilema impuesto por los partidarios de la austeridad: permanecer en la Unión Europea neoliberal o salir por la derecha para una política neoliberal en Gran Bretaña. 

Para Candelier, si el rechazo a las políticas de la Unión Europea es legítimo, no hay gran cosa a mantener de esa Europa de la austeridad y los trabajadores británicos pueden temer que los poderosos utilizan el brexit para acentuar las políticas thatcherianas en el país. Sin embargo, la Unión Europea no es un bastión contra el ultraliberalismo, sino todo lo contrario. La prioridad de la Europa actual es favorecer el mundo de los negocios, la austeridad y las privatizaciones en todo el continente. 

El diputado francés también exigió no más engaño, pues la economía de mercado y la competencia libre y sin distorsiones prescritas por la Unión Europea son pretextos formidables para permitir que los capitalistas reduzcan los salarios y destruyan los servicios públicos; así como la protección social. 

También dijo que está firmemente comprometido con el derecho de los pueblos a disponer de sí mismos y a ejercer su soberanía. Y que la Unión Europea puede, por lo tanto, en muchos sentidos, representar una "cárcel de los pueblos". Y es esto lo que dejó de interesarles a los británicos. 

Contra la trampa de una "salida de derecha" de la Unión Europea, Candelier propone una "salida de izquierda" de la Unión Europea, para volver a nacionalizar los sectores estratégicos de las economías quebradas; para volver a poner el mundo del trabajo en el centro de la vida nacional; para cooperar con todos los países de todos los continentes y reabrir la vía de la cooperación internacional. 

En su declaración, Candelier explicó que la reconquista de la soberanía británica puede ser una oxigenación para todos los pueblos de Europa ahogados por los tratados supranacionales y neoliberales de la Unión Europea, y obligados por su pertenencia a la OTAN. Así anunció que, en Francia, la campaña presidencial y legislativa para 2017 debe ser la ocasión de un gran debate popular, pues no hay nada que esperar de los artesanos de la Europa neoliberal en los partidos socialdemócratas y de la derecha europea. 

Por todo lo anterior, el brexit es un desafío para el futuro de la Unión Europea, porque es un hecho político sin parangón, en medio de la crisis económica más grave de Europa en décadas. En estas condiciones, un evento político de esta naturaleza enviará ondas de choque a través del continente durante el 2017. Visto así, el brexit es una grieta en la Unión Europea y una llamada de atención para los burócratas de Bruxelas. 

Sin embargo, también la Unión Europea sin Gran Bretaña podría beneficiarse con una mayor integración política, ya que Reino Unido es uno de los miembros que se opone con más fuerza a una mayor unificación del bloque y a una política exterior más coherente. Sin Londres, el núcleo duro de la Unión Europea, Bélgica, Alemania y Francia, trabajará por una mayor cohesión del pacto comunitario, tratando de convertirlo en una entidad más política, lo que no implica que tendrá en cuenta la opinión pública. La Unión Europea negociará con Gran Bretaña, primando la separación británica, a cambio de no frenar dicha integración política europea en torno a Berlín y entre los estados miembros realmente interesados.

El brexit abre una nueva oportunidad para que la Unión Europea comience un proceso de consultas y negociaciones que conduzcan a su reconfiguración, para la adopción consensuada de otro tratado. Un accionar en esa dirección podría evitar el contagio del brexit entre los países miembros de la Unión, temiendo el llamado efecto dominó que se pudiera producir.


Entre los temas que la Unión Europea deberá negociar sin dilación, con los países miembros, se encuentran los siguientes: el mejoramiento de la colaboración en seguridad y defensa; una nueva política de inversiones; una real armonización fiscal y el fortalecimiento de la eurozona con una gobernanza democrática; la creación de un parlamento de la eurozona; la elaboración de políticas comunes en el terreno digital y el de la transición energética y la denominada Europa de la Defensa, que había tenido la abierta oposición británica. 

Al cierre del 2016 y mientras esperábamos el 2017, el brexit era una realidad y lo más probable es que la Unión Europea seguirá “funcionando” sin el Reino Unido, así como la zona Euro, si en la segunda vuelta de las elecciones francesas previstas para mayo de 2017 no gana la extrema derecha que lidera la populista Marina Le-Pen. De esta variable depende en muchos sentidos el futuro de la Unión Europea, que ha tenido como motores principales el eje Berlín-Paris, ahora más averiado que antes con el surgimiento del brexit

Por otra parte, la victoria del republicano, en extremo conservador, Donald Trump en los Estados Unidos, como representativo de una tendencia global de auge de las fuerzas de derecha, nacionalistas y de extrema derecha o neofascistas, constituye un estimulo a sus similares europeas para los comicios electorales de 2017 en diferentes países de la Unión Europea. 

Las posiciones nacionalistas, antiinmigrantes, antiélites y antiglobalización del discurso de Trump tienen eco en Europa e ilustran un auge de las corrientes populistas de derecha en las llamadas democracias occidentales. Y es que a nivel europeo y global hay un despertar, se despiertan las naciones y llega al paroxismo, al chovinismo. El hecho de que esto ocurra en los Estados Unidos tiene un alcance simbólico muy fuerte por tratarse de la única superpotencia con un verdadero alcance mediático y cultural en todo el sistema internacional. Los líderes de estos movimientos recibieron con júbilo y sensación de victoria propia, a fines del 2016, el triunfo del magnate estadounidense, estimando que es un buen augurio para sus partidos. 

En el caso de Francia esta tendencia se incrementa desde las elecciones regionales celebradas en diciembre de 2015. Ante el claro desgaste de la derecha sarkozista y de los socialistas galos, se visualiza que la extrema derecha francesa es un actor a tener en cuenta por sus capacidades de proyección a la hora de capitalizar las múltiples crisis que afectan a Francia y a toda Europa. También existen notables diferencias entre las fuerzas de extrema derecha estadounidenses y francesas por razones culturales e históricas que merecerían de un estudio sociológico específico. 

Aunque el llamado voto republicano pueda impedir su victoria en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en mayo de 2017, como ha sucedido en repetidas ocasiones en la historia reciente, ha sido el auge obtenido por el Frente Nacional, conducido por Marine Le Pen, en Francia, el corolario que más impacto tiene para toda la extrema derecha en Europa, siendo también reforzado, como hemos dicho, por la victoria de Donald Trump en los Estados Unidos, lo que demuestra la posibilidad de que estas fuerzas extremas lleguen al poder en distintos países del bloque de países occidentales. 

Por otra parte, en sintonía con los tiempos que corren, la derecha francesa ha endurecido sus posiciones con respecto a la inmigración y en la lucha contra la criminalidad para adoptar un discurso que se acerque más al del Frente Nacional, fortaleciendo así, en la práctica, al partido de los neofascistas galos. Sin embargo, existen pequeñas agrupaciones extremistas y neofascistas que no militan en el Frente Nacional y actúan en la sociedad francesa con autonomía y gestionan sus intereses a través de la violencia en las calles y plazas atemorizando a la sociedad y aprovechando las divisiones que debilitan a la izquierda francesa. 

En Reino Unido, muchos de los votantes que apoyaron la salida de la Unión Europea, en 2017, seguirán escuchando los llamados del partido eurófobo UKIP a “recuperar” el control del país. 

En Alemania, el partido populista de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), que centra su discurso radical en la inmigración, intentará nuevas victorias electorales como logró en 2016 en las regiones alemanas. 

En Austria, Holanda y en los países escandinavos la extrema derecha también está en auge y consideran que la victoria de Trump es histórica para todas las fuerzas en el extremo de la derecha. 

El primer ministro húngaro Viktor Orban y el presidente checo Milos Zeman, a menudo criticados por su discurso de derecha populista, también expresaron su apoyo al presidente electo de los Estados Unidos. 

Todos estos partidos de extrema derecha denigran a las “élites” político-financieras y a la globalización, a la que consideran burocracias fraudulentas inventadas por los ricos. 

A pesar de todos esos criterios de las fuerzas populistas y demagogas en el contexto de la crisis sistémica del capitalismo, no debemos olvidar que una vez la extrema derecha llega al poder sirve a los ricos y a los intereses del gran capital transnacional. 

Todos los extremos al aproximarse se tocan, la extrema izquierda europea ha adoptado también un discurso “antisistema” o contra la construcción de la Unión Europea pero, al ser ella minoritaria en términos de intenciones de votos y contar con pobre influencia política sobre la población, sus posiciones terminan favoreciendo a la extrema derecha europea. 

Asociado a lo anterior, se encuentra el auge de la inmigración procedente de África del norte y la subsahariana y del Medio Oriente, que con frecuencia se estigmatiza como «culpable» —especie de «chivo expiatorio»— de una crisis económica que tiene sus causas más profundas en la naturaleza del capitalismo globalizado contemporáneo. 

Esta situación ha llegado a un punto en el que el Consejo de Europa reconoció la existencia de un populismo y un extremismo en ascenso que afecta a casi toda la geografía europea, con su carga de racismo, intolerancia, violencia contra los extranjeros —en particular los gitanos y musulmanes—, el crecimiento de agrupaciones políticas xenófobas, que no aceptan una identidad europea cada vez más multicultural. 

Las tendencias autoritarias – o potencialmente autoritarias – instaladas en los gobiernos comunitarios y la ineficiente gestión por parte de muchos países en la cuestión de los refugiados solo sirvió para promover el antieuropeismo y la “Fortaleza Europa”. Las acciones emprendidas por Hungría o Eslovenia que blindaron sus fronteras, al tiempo que algunos estados, como Polonia, endurecieron su postura respecto a los valores “humanistas” que se creyeron arraigados en el continente, constituyendo un serio reto para la Comisión Europea y la cohesión comunitaria en general. 

La resurrección de esas fuerzas populistas y de extrema derecha ha sido el resultado de la crisis económica, de la descomposición y pérdida de los beneficios sociales que, durante décadas, había garantizado el llamado «Estado de bienestar» impulsado por los socialdemócratas, la indiferencia de la clase política hacia los reclamos de los ciudadanos y la ausencia de una estrategia humanista que enfrente el empuje de la inmigración en el contexto de la crisis económica sistémica del capitalismo globalizado. 

En ese contexto también se exacerbó el militarismo y la guerra en las relaciones internacionales, liderado por los Estados Unidos y secundado por las principales potencias de la Unión Europea, provocando la oleada de inmigrantes económicos y refugiados de los conflictos y la inseguridad reinante en Iraq, Siria, Libia, Yemen, entre otros. 

El conjunto de los factores enumerados advierten que una construcción europea irreversible constituye una percepción falsa, pues la historia ha demostrado que cualquier proceso social puede ser revertido, y debe reconocerse que los partidos políticos no han sabido ofrecer respuestas creíbles a las problemáticas mencionadas, ni a los temores de los ciudadanos por la pérdida de riqueza material y, como consecuencia, de las libertades individuales relacionadas con el consumo y el nivel de vida, la igualdad de género, laicidad o, al menos, preeminencia del Estado sobre la religión, entre otros temas no menos importantes. 

En este panorama, es la socialdemocracia la que más ha perdido en la batalla electoral, al practicar una política casi idéntica a la de sus rivales de derecha o conservadores, los que, a su vez, se han aproximado al populismo y a la demagogia política típica del discurso y la práctica de las fuerzas de extrema derecha o neofascistas. 

Todas estas son condiciones peligrosas y desafiantes para el futuro de la construcción europea, ya que tales fuerzas buscan ascender al poder en cada país y a nivel de las instituciones europeas, con su rechazo al proceso de integración y a la moneda única (euro). 

Existen justificados temores sobre las posibilidades de que las posiciones xenófobas y ultranacionalistas continúen propagándose. Sobre el papel que pueden desempeñar los partidos euroescépticos, algunos dirigentes del Consejo de Europa han considerado «preocupante» que quieran aprovechar el creciente alejamiento de los ciudadanos respecto a las instituciones europeas, si bien «no es una razón para entrar en pánico [...] Los partidos euroescépticos van a menospreciar el proyecto europeo con sus palabras, pero, quizás en contra de sus propias intenciones, lo desarrollarán mediante sus acciones», pues si los euroescépticos se organizan en torno a Europa fortalecerán, en una gran «paradoja», su esfera pública,[1] propagándose, principalmente en el norte comunitario y en el este de Europa, donde muchos gobiernos conservadores se han escorado en la derecha para afianzarse en el poder. 

En ese sentido, hay que razonar sobre la evolución de la creciente ola islamofóbica en Alemania, materializada en las llamadas Pegida[2] y en el aumento tras la crisis de los que buscan refugio entrando a Europa a través de los Balcanes. Al mismo tiempo que crecen los partidos racistas y xenófobos, los organismos especializados advierten que Europa necesitará sumar 50 millones de trabajadores hasta el 2050 si quiere mantener su sistema social debido al envejecimiento de la población. La única forma de lograrlo es admitir mano de obra extracomunitaria. 

Es por eso que Alemania, al tener la edad media más alta del mundo, en el 2015, decidió recibir más de un millón de inmigrantes. En realidad, es casi toda Europa la que se debate entre la necesidad de atraer e integrar inmigrantes a su mercado laboral y la prédica derechista que reclama una “nación pura” libre de inmigrantes de otras culturas. 

A modo de conclusiones, es precisamente el factor económico el que ha causado la acentuación de las divisiones políticas en el seno de la Unión Europea y, también, una disminución de su capacidad para responder a nuevos desafíos en el ámbito regional y global.
Un desafío importante para el proceso de la integración europea es el asunto de la salida de Gran Bretaña (brexit) de la Unión Europea porque sin Gran Bretaña podría convertirse en un socio comercial menos atractivo a nivel mundial. Hay quienes han ido más lejos con predicciones catastrofistas cuando consideran que el brexit podría conducir “no solo a la destrucción de la Unión Europea sino también a la civilización política occidental”. 

Todavía no se aprecia en Europa una reacción hacia la frustración del electorado que se siente desconectado de los partidos políticos dominantes, amenazados por los mercados mundiales de la globalización neoliberal, por las desigualdades económicas y muy incómodos con los cambios étnicos abruptos aparejados por la inmigración y sus impactos en materia de seguridad, los sistemas de salud y de educación. 

El auge nacionalista y de la extrema derecha será en el 2017, en el contexto electoral de Holanda, Francia y Alemania, un verdadero desafío para la Unión Europea y a las instituciones internacionales en general. El populismo es una señal de alerta para que los políticos europeos presten más atención a las demandas de una parte de la población desconcertada y pesimista acerca de su futuro. ¿No será demasiado tarde? 

Lo cierto es que, desde el 2008, la reticencia a hacer frente a asuntos difíciles, la incapacidad para aceptar los costes del ajuste necesario y la falta de liderazgo ha resultado en un estancamiento. No es probable que esto vaya a cambiar en el 2017. 

La amenaza a la unidad de Gran Bretaña, los imperativos electorales nacionales, los intentos desesperados de la Unión Europea de mantener la unidad si Italia y Francia albergan la idea de una salida y nuevas crisis de seguridad o políticas podrían diluir o incluso anular el resultado del referendo. 

En este sentido, debe recordarse que durante su campaña electoral, Donald Trump se mostró crítico con varias instituciones internacionales, como la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) o la Organización Mundial de Comercio (OMC). Sin embargo, dar marcha atrás al libre comercio y recuperar empleos será una tarea lenta, y quizás imposible. Forzar el cambio en cadenas de suministros mundiales y modelos de negocios complejos podría resultar aún más difícil, especialmente si las empresas estadounidenses tienen voz en el asunto. 

Casi con toda probabilidad, poco va a cambiar en el 2017 en Europa. Los que predicen un auge de la ola populista han citado la victoria de Donald Trump en los Estados Unidos, la votación en el Reino Unido a favor de una salida de la Unión Europea y el rechazo de Italia a las reformas constitucionales como acontecimientos precursores o más influyentes en el 2017. Pero, en mi opinión, en buena medida impactada por todo eso, el acontecimiento más influyente en Europa serán las elecciones francesas previstas para abril-mayo de 2017, gane o no gane la extrema derecha que lidera la populista Marina Le-Pen. 

Los políticos harán lo mejor que puedan para arreglárselas y mantener el status quo, pero la ausencia de una respuesta fácil y exenta de costes sugiere que cuando llegue enero del 2018, la Unión Europea seguirá más o menos en el mismo lugar en el que está ahora: sumida en múltiples contradicciones y en la incertidumbre de su laberinto.[3]
 
Notas:

[1] Alto cargo del Consejo Europeo cree que la UE sabrá prevenir otra crisis. (2 de diciembre de 2013) El Diario Montañés. Recuperado de http: //www.eldiariomontanes.es/agencias/20131202/mas-actualidad/nacional/alto-c.... 

[2] Así se denomina al grupo Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente (Pegida, por sus siglas en alemán). Pegida, el movimiento antiislámico que divide a Alemania. (5 de enero de 2015). BBC Mundo. Recuperado de http://www.bbc.com/mundo/ultimas_noticias/2015/01/150105_ultnot_alemania_colonia_manifestacion_fp
 
[3] ¿Quiere una predicción atrevida para el 2017? No va a cambiar nada. http://gestion.pe/politica/quiere-prediccion-atrevida-2017-no-va-cambiar-nada-2178709

“Proteccionismo”: soporte ideológico del nuevo posicionamiento geoestratégico de EE.UU



Por  Enrique  Muñoz Gamarra (*)

Fueron sorprendentes las palabras de Donald Trump en su discurso de toma de mando el 20 de enero de 2017 aceptando la bancarrota económica de Estados Unidos .Realmente asombrosas. Aquí algo sobre esto (según “Washington Post”):

“Durante décadas, hemos enriquecido la industria extranjera a expensas de la industria americana; hemos subsidiado los ejércitos de otros países mientras permitíamos el triste agotamiento de nuestros militares. Hemos defendido las fronteras de otras naciones y rechazado defender las nuestras. 

Hemos gastado trillones de dólares en el extranjero mientras la infraestructura americana caía en la degradación.  Hemos hecho ricos a otros países mientras la riqueza, la fortaleza y la confianza de nuestro país se ha disipado en el horizonte.Una tras otra, las fábricas han cerrado y se han ido al extranjero, sin dedicar un pensamiento a los millones y millones de trabajadores americanos a los que dejaban detrás. La riqueza de nuestra clase media se ha quitado de sus hogares y redistribuido a lo largo de todo el mundo” (“1).

Luego confirmando aquella sombría situación, el 24 de enero de 2017 el ministro de Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier, ha declarado al diario, The Independent, que la presidencia de Donald Trump significaba: “el fin del antiguo orden mundial surgido después de la Segunda Guerra Mundial”. Agregando además: “La elección de Donald Trump significa que el viejo orden del s. XX ha terminado” (2).

Entonces, agobiado por sus fracasos y por esta caótica situación, el grupo de poder de Washington decidió el retorno a casa de sus alicaídas empresas y monopolios quebrados que deambulan por el mundo, sin tener en cuenta los nuevos entresijos económicos mundiales que han emergido, sobre todo, la nueva estructura económica del sistema capitalista mundial irrumpida tras la gran crisis económica del 2008.

Para sustentar esta decisión, que sus centros de adoctrinamiento anticomunista empiezan a llamar “proteccionismo”, ha anunciado en primer lugar la defunción del neoliberalismo y la globalización. Así este “proteccionismo” devino en una simple postura ideológica que sirve de soporte a su nueva orientación geoestratégica al haberle estallado las anteriores en medio de los fenomenales cambios que agitan el mundo. 
Por supuesto sus apologistas, como fieles cajas de resonancia de los laboratorios del Pentágono, inmediatamente llamaron,  primero, “fin del neoliberalismo”, “fin de la globalización” y, luego, dieron un saludo a la nueva Era del “proteccionismo”. Una situación que me hizo recordar lo sucedido en los años ochenta del siglo pasado cuando impusieron, primero, el neoliberalismo, por cierto como una teoría económica que causó millones de infortunios a los pueblos del mundo entero y, segundo, ese espectro que se llamaba globalización y, en el que los hechos se sucedían entre las sombras siniestras de la Escuela de Chicago, Margaret Thatcher y Ronald Reagan.

Pero en la actualidad, con un sistema capitalista agotado y sin visos de un nuevo ciclo económico largo de avance y desarrollo, el neoliberalismo observado como política económica, rapiña como ninguna otra, no puede ser reemplazado por ninguna otra política (teoría) económica, menos por el proteccionismo, por lo menos hasta traspasar el periodo del ciclo económico largo de contracción y crisis iniciado en 1973, esto es si habrá ese traspaso, pues sin ella toda la actual estructura económica-financiera imperialista (incluido el sistema financiero de China) entraría en caos y colapso que terminaría hundiendo aún más el ya vapuleado sistema. No existe en este momento otra política económica que reemplace el neoliberalismo y oriente aún más sanguinariamente el proceso de esquilmamiento de los pueblos, pues, se trata de eso precisamente, de esquilmar a los pueblos con más saña para salir del gran atolladero.

¿Y  la globalización? ¿Por qué fue una ofensiva ideológica, un instrumento que encubría la internacionalización de los capitales y la mundialización de los monopolios? Para empezar debemos recordar que históricamente el capitalismo significó en lo fundamental la ruptura con el régimen autárquico del sistema feudal. Desde un principio se impuso rompiendo los mercados nacionales. Esto fue aún más claro cuando pasó a su segunda fase, la fase imperialista, allá a finales del siglo XIX. Este proceso a partir de los años cincuenta del siglo pasado se hizo aún más latente. Por supuesto, cuando en los años ochenta del siglo pasado el Pentágono inicio su ofensiva anticomunista,  en una coyuntura muy propicia para esto (cuestión que ahora no existe) y acuñó el concepto de globalización, existía un gran proceso de mundialización en el mundo,  pero,  era una mundialización de los monopolios e internacionalización de los capitales. Es esto lo que el Pentágono no quería decir y escondía de mil formas, que luego a través de sus monopolios de la información y sus apologistas apabullaron la conciencia de los hombres. Consecuentemente los ensanchamientos y las mundializaciones son procesos constantes y obligatorios en el proceso de desarrollo capitalista.

En lo central, vuelvo a repetir, que en las actuales condiciones de desarrollo del sistema capitalista, esta mundialización no significa otra cosa, sino, mundialización de los monopolios e internacionalización de los capitales. Acentuar esto es muy importante. Sin olvidar que todo esto avanza en medio de un desarrollo desigual del capitalismo, una ley económica absolutamente vigente en la actualidad.

Ahora bien, volviendo a los años ochenta del siglo pasado: lo primero que hizo el Pentágono fue aprovecharse de este criterio que se tenía del proceso de mundialización en el desarrollo capitalista e incluso yendo más allá, la contrapuso contra la teoría científica del imperialismo esbozado por Lenin y, entonces la llamó globalización.  Estaba asustado de las graves consecuencias que se cernían del ciclo económico largo de crisis y contracción que se había inaugurado en 1973 y, además, trataba de ahogar el marxismo, su máximo enemigo, aprovechando la quiebra de la  ex URSS en 1991.

En efecto cuando se impuso (década del ochenta del siglo pasado) el Pentágono ya había visualizado la implosión de la ex URSS. Entonces necesitaba una herramienta para acometer aquello. En este caso la globalización sirvió al neoliberalismo como soporte ideológico en la exigencia estadounidense a la apertura de mercados, cuando había terminado siendo la única superpotencia mundial. Además, y esto es muy importante, fue puntal de la teoría del fin de las ideologías.

En esto no podemos olvidar que esto corrió bajo complicidad de las corrientes oportunistas de la seudo-izquierda que dieron ejemplos de los más vergonzosos de capitulación con el cuento de nuevas épocas y supuestos desfases del marxismo. Era una seudo-izquierda que se arrastraba. Llamaban globalización, globalización a todas las rapiñas del capital cuidándose de no mencionar para nada la mundialización de los monopolios. Eran esas suedo-izquierdas rastreras y expertas en amoldarse al status quo vigente por sus comodidades en el sistema (parlamentos, concejalías, o cuando menos, cátedras, entrevistas, viajes y publicación de escritos, etc.) y contrapuesta radicalmente a las sacrificadas luchas que en las peores condiciones desarrollaban las verdaderas organizaciones comunistas. Por esto la teoría de la globalización es una ofensiva anticomunista que solo existió en la cabeza de los imperialistas.

Pero entonces, ¿Cómo sobrevino este “proteccionismo” que hoy blande el Pentágono para reorientar su posicionamiento geoestratégico? Muy simple. En primer lugar ocurre en una coyuntura histórica y especial, cuando el imperialismo estadounidense ha perdido la hegemonía mundial, y más aún, cuando la arquitectura del dominio imperialista occidental ha implosionado, cuyo fondo es el ahondamiento de la gran crisis económica con fenomenales cambios que azotan el planeta, los mismos que acentúan aún más su bancarrota económica y su desplazamiento en la nueva estructura económica del sistema capitalista mundial emergida después del año 2008, que han hecho estallar todos sus posicionamientos geoestratégicos en medio de rotundos fracasos militares en que estaba comprometida, por la imposición en el esquema internacional de la paridad de fuerzas nucleares entre las tres principales potencias militares del momento: Estados Unidos, Rusia y China.

En este marco sobrevino el gran acuerdo de estas tres potencias militares entre octubre y noviembre de 2016. Entonces estaban entre el gran acuerdo o la guerra nuclear. Eligieron el gran acuerdo. Y la coyuntura histórica iniciada en 2008 pasó a una nueva fase ya incluso con una nueva estructura económica del capitalismo mundial con China como primera potencia capitalista. Para los apologistas del sistema, como soportes de los nuevos planes del Pentágono, se habría abierto la época del proteccionismo.

El grupo de poder de Washington tuvo que armar todo un enorme show (campaña electoral en Estados Unidos, 8 de noviembre de 2016, con Trump como personaje central) para presentar su nueva orientación geoestratégica que el 20 de enero de 2017se hizo público, expuesto por Trump en su discurso de ascensión de mando, con el reconocimiento de la bancarrota económica de Estados Unidos y su decisión de marchar hacia la política proteccionista con el retorno a casa de sus empresas y monopolios.

Sobre esto hay que acentuar lo siguiente:

Primero, que la coyuntura en que se produce este nuevo posicionamiento geoestratégicono es nada favorable a este país (Estados Unidos). Como sabemos está en un proceso muy fuerte de derrotas y fracasos. Por lo menos es histórica su pérdida de la hegemonía mundial y la implosión de la arquitectura del dominio imperialista occidental.

Segundo, ante esto el proteccionismo deviene en una simple conjetura ideológicaque sirve de soporte al nuevo posicionamiento geoestratégico estadounidense ante el estallido de sus posicionamientos anteriores en una situación que hemos descrito arriba.

Tercero, este nuevo posicionamiento geoestratégico debe significar algunos retrocesos en los frentes de guerra en que está implicado este país (Estados Unidos), los mismos, en parte, habrían sido resueltos en el marco del gran acuerdo efectuado entre octubre y noviembre de 2916 con Rusia y China.

Cuarto, consecuentemente esto indica la prosecución de la vieja geoestrategia estadounidense de provocaciones y más provocaciones que a partir de 2010 lo han conducido a resonantes derrotas militares. Y que quede bien claro, esta vez también ocurrirá igual. En esto la equiparación de fuerzas, es muy importante. 

Por otra parte es bueno tener en cuenta que por el momento este nuevo posicionamiento empieza a discurrir, como en los años ochenta, bajo una fuerte campaña propagandística desde las transnacionales informativas, en este caso, con el objeto de encubrir la caída del poderío estadounidense. Sin olvidar que esta caída del poderío estadounidense no sobrevino de la noche a la mañana, sino, tras un largo proceso de incubación, sistemáticamente negados por estos apologistas, en el que están incluidos los oportunismos de izquierda.

Finalmente es necesario recalcar que en lo central el fin del poderío mundial estadounidense e implosión de la arquitectura del dominio imperialista occidental, además, los duros impasses militares con derrotas ya muy claras, sobre todo, el límite máximo al que había llegado el uso del armamento convencional en el conflicto sirio y, el cada vez mayor protagonismo de China hasta convertirse en la primera potencia capitalista del mundo, han sido gravitantes en esta nueva decisión de nuevo posicionamiento geoestratégico bajo soporte ideológico del proteccionismo, tomado por el grupo de poder de Washington.

No olvidemos que en este marco nauseabundo de imposición del supuesto fin del neoliberalismo, fin de la globalización y la supuesta ascensión del proteccionismo, la coyuntura es especial e histórica que a partir de finales de 2016 y comienzos de 2017 precisamente los posicionamientos geoestratégicos, es decir, concreción de alianzas y frentes, se han convertido en muy importantes.

Consecuentemente este seudo proteccionismo es solo una pose ideológica que sirve de sustento, como en su momento fue la globalización para el neoliberalismo, a los nuevos posicionamientos geoestratégico que el grupo de poder de Washington quiere imponer con su nuevo régimen que ha instalado en la Casa Blanca el 20 de enero de 2017.

NOTAS:
1.- Lee aquí el discurso íntegro de Trump en su investidura”. Nota publicada el 20 de enero de 2017, en: http://www.elperiodico.com/es/noticias/internacional/lee-aqui-discurso-integro-trump-investidura-5756144
2.- ”Se deterioran las relaciones entre Europa y EEUU tras la llegada de Trump”. Nota publicada el 24 de enero de 2017, en: Al Manar.

(*) ENRIQUE MUÑOZ GAMARRA:
Sociólogo peruano, especialista en geopolítica y análisis internacional. Autor del libro: “Coyuntura Histórica. Estructura Multipolar y Ascenso del Fascismo en Estados Unidos”. Su Página web es: www.enriquemunozgamarra.org