Fueron sorprendentes las palabras de
Donald Trump en su discurso de toma de mando el 20 de enero de 2017 aceptando
la bancarrota económica de Estados Unidos .Realmente asombrosas. Aquí algo sobre esto (según “Washington
Post”):
“Durante décadas, hemos enriquecido la
industria extranjera a expensas de la industria americana; hemos subsidiado los
ejércitos de otros países mientras permitíamos el triste agotamiento de
nuestros militares. Hemos defendido las fronteras de otras naciones y rechazado
defender las nuestras.
Hemos gastado trillones de dólares en el extranjero mientras la infraestructura americana caía en la degradación. Hemos hecho ricos a otros países mientras la riqueza, la fortaleza y la confianza de nuestro país se ha disipado en el horizonte.Una tras otra, las fábricas han cerrado y se han ido al extranjero, sin dedicar un pensamiento a los millones y millones de trabajadores americanos a los que dejaban detrás. La riqueza de nuestra clase media se ha quitado de sus hogares y redistribuido a lo largo de todo el mundo” (“1).
Hemos gastado trillones de dólares en el extranjero mientras la infraestructura americana caía en la degradación. Hemos hecho ricos a otros países mientras la riqueza, la fortaleza y la confianza de nuestro país se ha disipado en el horizonte.Una tras otra, las fábricas han cerrado y se han ido al extranjero, sin dedicar un pensamiento a los millones y millones de trabajadores americanos a los que dejaban detrás. La riqueza de nuestra clase media se ha quitado de sus hogares y redistribuido a lo largo de todo el mundo” (“1).
Luego confirmando aquella sombría
situación, el 24 de enero de 2017 el ministro de Exteriores alemán,
Frank-Walter Steinmeier, ha declarado al diario, The Independent, que la
presidencia de Donald Trump significaba: “el fin del antiguo orden mundial
surgido después de la Segunda Guerra Mundial”. Agregando además: “La elección
de Donald Trump significa que el viejo orden del s. XX ha terminado” (2).
Entonces, agobiado por sus fracasos y
por esta caótica situación, el grupo de poder de Washington decidió el retorno a
casa de sus alicaídas empresas y monopolios quebrados que deambulan por el
mundo, sin tener en cuenta los nuevos entresijos económicos mundiales que han
emergido, sobre todo, la nueva estructura económica del sistema capitalista
mundial irrumpida tras la gran crisis económica del 2008.
Para sustentar esta decisión, que sus
centros de adoctrinamiento anticomunista empiezan a llamar “proteccionismo”, ha
anunciado en primer lugar la defunción del neoliberalismo y la globalización. Así
este “proteccionismo” devino en una simple postura ideológica que sirve de
soporte a su nueva orientación geoestratégica al haberle estallado las
anteriores en medio de los fenomenales cambios que agitan el mundo.
Por supuesto sus apologistas, como
fieles cajas de resonancia de los laboratorios del Pentágono, inmediatamente
llamaron, primero, “fin del
neoliberalismo”, “fin de la globalización” y, luego, dieron un saludo a la nueva
Era del “proteccionismo”. Una situación que me hizo recordar lo sucedido en los
años ochenta del siglo pasado cuando impusieron, primero, el neoliberalismo, por
cierto como una teoría económica que causó millones de infortunios a los
pueblos del mundo entero y, segundo, ese espectro que se llamaba globalización
y, en el que los hechos se sucedían entre las sombras siniestras de la Escuela
de Chicago, Margaret Thatcher y Ronald Reagan.
Pero en la actualidad, con un sistema
capitalista agotado y sin visos de un nuevo ciclo económico largo de avance y
desarrollo, el neoliberalismo observado como política económica, rapiña como
ninguna otra, no puede ser reemplazado por ninguna otra política (teoría)
económica, menos por el proteccionismo, por lo menos hasta traspasar el periodo
del ciclo económico largo de contracción y crisis iniciado en 1973, esto es si
habrá ese traspaso, pues sin ella toda la actual estructura
económica-financiera imperialista (incluido el sistema financiero de China) entraría
en caos y colapso que terminaría hundiendo aún más el ya vapuleado sistema. No
existe en este momento otra política económica que reemplace el neoliberalismo
y oriente aún más sanguinariamente el proceso de esquilmamiento de los pueblos,
pues, se trata de eso precisamente, de esquilmar a los pueblos con más saña
para salir del gran atolladero.
¿Y la globalización? ¿Por qué fue una ofensiva
ideológica, un instrumento que encubría la internacionalización de los
capitales y la mundialización de los monopolios? Para empezar debemos recordar
que históricamente el capitalismo significó en lo fundamental la ruptura con el
régimen autárquico del sistema feudal. Desde un principio se impuso rompiendo los
mercados nacionales. Esto fue aún más claro cuando pasó a su segunda fase, la
fase imperialista, allá a finales del siglo XIX. Este proceso a partir de los
años cincuenta del siglo pasado se hizo aún más latente. Por supuesto, cuando en
los años ochenta del siglo pasado el Pentágono inicio su ofensiva anticomunista,
en una coyuntura muy propicia para esto
(cuestión que ahora no existe) y acuñó el concepto de globalización, existía un
gran proceso de mundialización en el mundo, pero, era
una mundialización de los monopolios e internacionalización de los capitales.
Es esto lo que el Pentágono no quería decir y escondía de mil formas, que luego
a través de sus monopolios de la información y sus apologistas apabullaron la
conciencia de los hombres. Consecuentemente los ensanchamientos y las mundializaciones
son procesos constantes y obligatorios en el proceso de desarrollo capitalista.
En lo central, vuelvo a repetir, que en
las actuales condiciones de desarrollo del sistema capitalista, esta mundialización
no significa otra cosa, sino, mundialización de los monopolios e
internacionalización de los capitales. Acentuar esto es muy importante. Sin
olvidar que todo esto avanza en medio de un desarrollo desigual del
capitalismo, una ley económica absolutamente vigente en la actualidad.
Ahora bien, volviendo a los años
ochenta del siglo pasado: lo primero que hizo el Pentágono fue aprovecharse de
este criterio que se tenía del proceso de mundialización en el desarrollo
capitalista e incluso yendo más allá, la contrapuso contra la teoría científica
del imperialismo esbozado por Lenin y, entonces la llamó globalización. Estaba asustado de las graves consecuencias que
se cernían del ciclo económico largo de crisis y contracción que se había
inaugurado en 1973 y, además, trataba de ahogar el marxismo, su máximo enemigo,
aprovechando la quiebra de la ex URSS en
1991.
En efecto cuando se impuso (década del
ochenta del siglo pasado) el Pentágono ya había visualizado la implosión de la
ex URSS. Entonces necesitaba una herramienta para acometer aquello. En este
caso la globalización sirvió al neoliberalismo como soporte ideológico en la
exigencia estadounidense a la apertura de mercados, cuando había terminado
siendo la única superpotencia mundial. Además, y esto es muy importante, fue
puntal de la teoría del fin de las ideologías.
En esto no podemos olvidar que esto
corrió bajo complicidad de las corrientes oportunistas de la seudo-izquierda que
dieron ejemplos de los más vergonzosos de capitulación con el cuento de nuevas
épocas y supuestos desfases del marxismo. Era una seudo-izquierda que se
arrastraba. Llamaban globalización, globalización a todas las rapiñas del
capital cuidándose de no mencionar para nada la mundialización de los
monopolios. Eran esas suedo-izquierdas rastreras y expertas en amoldarse al
status quo vigente por sus comodidades en el sistema (parlamentos, concejalías,
o cuando menos, cátedras, entrevistas, viajes y publicación de escritos, etc.) y
contrapuesta radicalmente a las sacrificadas luchas que en las peores
condiciones desarrollaban las verdaderas organizaciones comunistas. Por esto la
teoría de la globalización es una ofensiva anticomunista que solo existió en la
cabeza de los imperialistas.
Pero entonces, ¿Cómo sobrevino este “proteccionismo”
que hoy blande el Pentágono para reorientar su posicionamiento geoestratégico? Muy
simple. En primer lugar ocurre en una coyuntura histórica y especial, cuando el
imperialismo estadounidense ha perdido la hegemonía mundial, y más aún, cuando
la arquitectura del dominio imperialista occidental ha implosionado, cuyo fondo
es el ahondamiento de la gran crisis económica con fenomenales cambios que
azotan el planeta, los mismos que acentúan aún más su bancarrota económica y su
desplazamiento en la nueva estructura económica del sistema capitalista mundial
emergida después del año 2008, que han hecho estallar todos sus
posicionamientos geoestratégicos en medio de rotundos fracasos militares en que
estaba comprometida, por la imposición en el esquema internacional de la
paridad de fuerzas nucleares entre las tres principales potencias militares del
momento: Estados Unidos, Rusia y China.
En este marco sobrevino el gran acuerdo
de estas tres potencias militares entre octubre y noviembre de 2016. Entonces estaban
entre el gran acuerdo o la guerra nuclear. Eligieron el gran acuerdo. Y la coyuntura
histórica iniciada en 2008 pasó a una nueva fase ya incluso con una nueva
estructura económica del capitalismo mundial con China como primera potencia
capitalista. Para los apologistas del sistema, como soportes de los nuevos
planes del Pentágono, se habría abierto la época del proteccionismo.
El grupo de poder de Washington tuvo
que armar todo un enorme show (campaña electoral en Estados Unidos, 8 de noviembre
de 2016, con Trump como personaje central) para presentar su nueva orientación geoestratégica
que el 20 de enero de 2017se hizo público, expuesto por Trump en su discurso de
ascensión de mando, con el reconocimiento de la bancarrota económica de Estados
Unidos y su decisión de marchar hacia la política proteccionista con el retorno
a casa de sus empresas y monopolios.
Sobre esto hay que acentuar lo
siguiente:
Primero, que la coyuntura en que se
produce este nuevo posicionamiento geoestratégicono es nada favorable a este
país (Estados Unidos). Como sabemos está en un proceso muy fuerte de derrotas y
fracasos. Por lo menos es histórica su pérdida de la hegemonía
mundial y la implosión de la arquitectura del dominio imperialista occidental.
Segundo, ante esto el proteccionismo deviene
en una simple conjetura ideológicaque sirve de soporte al nuevo posicionamiento
geoestratégico estadounidense ante el estallido de sus posicionamientos anteriores
en una situación que hemos descrito arriba.
Tercero, este nuevo posicionamiento
geoestratégico debe significar algunos retrocesos en los frentes de guerra en
que está implicado este país (Estados Unidos), los mismos, en parte, habrían
sido resueltos en el marco del gran acuerdo efectuado entre octubre y noviembre
de 2916 con Rusia y China.
Cuarto, consecuentemente esto indica la
prosecución de la vieja geoestrategia estadounidense de provocaciones y más
provocaciones que a partir de 2010 lo han conducido a resonantes derrotas militares.
Y que quede bien claro, esta vez también ocurrirá igual. En esto la equiparación
de fuerzas, es muy importante.
Por otra parte es bueno tener en cuenta
que por el momento este nuevo posicionamiento empieza a discurrir, como en los
años ochenta, bajo una fuerte campaña propagandística desde las transnacionales
informativas, en este caso, con el objeto de encubrir la caída del poderío
estadounidense. Sin olvidar que esta caída del poderío estadounidense no
sobrevino de la noche a la mañana, sino, tras un largo proceso de incubación,
sistemáticamente negados por estos apologistas, en el que están incluidos los
oportunismos de izquierda.
Finalmente es necesario recalcar que en
lo central el fin del poderío mundial estadounidense e implosión de la
arquitectura del dominio imperialista occidental, además, los duros impasses
militares con derrotas ya muy claras, sobre todo, el límite máximo al que había
llegado el uso del armamento convencional en el conflicto sirio y, el cada vez
mayor protagonismo de China hasta convertirse en la primera potencia
capitalista del mundo, han sido gravitantes en esta nueva decisión de nuevo posicionamiento
geoestratégico bajo soporte ideológico del proteccionismo, tomado por el grupo
de poder de Washington.
No olvidemos que en este marco
nauseabundo de imposición del supuesto fin del neoliberalismo, fin de la
globalización y la supuesta ascensión del proteccionismo, la coyuntura es especial
e histórica que a partir de finales de 2016 y comienzos de 2017 precisamente
los
posicionamientos geoestratégicos, es decir, concreción de alianzas y frentes, se
han convertido en muy importantes.
Consecuentemente este seudo
proteccionismo es solo una pose ideológica que sirve de sustento, como en su
momento fue la globalización para el neoliberalismo, a los nuevos posicionamientos
geoestratégico que el grupo de poder de Washington quiere imponer con su nuevo
régimen que ha instalado en la Casa Blanca el 20 de enero de 2017.
NOTAS:
1.- Lee aquí el
discurso íntegro de Trump en su investidura”. Nota publicada el 20 de enero de
2017, en: http://www.elperiodico.com/es/noticias/internacional/lee-aqui-discurso-integro-trump-investidura-5756144
2.- ”Se deterioran
las relaciones entre Europa y EEUU tras la llegada de Trump”. Nota publicada el
24 de enero de 2017, en: Al Manar.
(*)
ENRIQUE MUÑOZ GAMARRA:
Sociólogo peruano,
especialista en geopolítica y análisis internacional. Autor del libro: “Coyuntura Histórica. Estructura Multipolar y Ascenso
del Fascismo en Estados Unidos”. Su Página web es:
www.enriquemunozgamarra.org
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