viernes, 8 de febrero de 2013

CUBA.- SOBERANÍA.- Sobre los llamados "cubano americanos"




Por: Néstor García Iturbe.
8 de febrero 2013.
ELHERALDO


 Recientemente envié una carta a un compañero sobre los que incorrectamente son llamados "cubano americanos". En ella le exponía mis criterios de porque es un error aceptar y hacer nuestro como los denomina nuestro enemigo y las intenciones que considero esconde dicha denominación.  Estos criterios los he dado muchas veces, pero considero que no está de más volver a repetirlos.

Cuando se habla de la Doctrina Monroe, se plantea que en ella Estados Unidos estableció que "America era para los americanos". Es decir que América es el continente y los americanos son ellos, de ahí que ese término, americanos, en la acepción que le otorga Estados Unidos,  en mi criterio, desde aquel momento se convirtió en un símbolo del colonialismo.

Nuestro Héroe Nacional, José Martí, dejó bien claro lo que para él era Nuestra América y fijo bien sus límites, del rio Bravo a la Patagonia. A los que vivían en la América del Norte los llamó norteamericanos, porque llamarlos americanos, como ellos mismos se denominan sería darles la potestad de ser ciudadanos de todas las tierras de América y cierta legitimidad a sus aventuras intervencionistas y expansionistas.

En  sus discursos, cuando el actual presidente de Estados Unidos, Barack Obama se ha referido a los "cubano-americanos", ha planteado que son sus mejores embajadores para llevar al pueblo cubano la verdad sobre la prosperidad de Estados Unidos y el "american way of life". Los utiliza como un instrumento para introducir en Cuba la subversión política y tratar de destruir la Revolución.

 Es por eso y por muchas razones más que no quiero ahora exponerle, porque estoy seguro que cuando usted piense en esto no será necesario hacerlo, que siempre he estado en contra de que a los cubanos que residen en Estados Unidos se les denomine "cubano-americanos".

Los tabaqueros de Tampa no se denominaron "cubano-americanos", los que buscando trabajo y por problemas económicos fueron a Estados Unidos en los años 40 del siglo pasado no fueron llamados "cubano-americanos", los  que en época de Batista tomaron el camino del exilio y residieron en Estados Unidos, nunca fueron calificados como "cubano-americanos". Todos aquellos se denominaban cubanos.  Su regreso a Cuba era para liberarla, no para ponerla al servicio de los "americanos".

Legalmente, ni Cuba, ni Estados Unidos reconocen la doble ciudadanía.  Aquellos que han hecho dejación de la cubana y han jurado sobre la biblia defender la bandera y seguridad de  la nación estadounidense hasta sus últimas consecuencias, no tienen derecho a llamarse cubanos, son ciudadanos del país que juraron defender, son  estadounidenses.

Los que aún mantienen la ciudadanía cubana y residen en Estados Unidos, de acuerdo a nuestras leyes y el departamento del Ministerio de Relaciones Exteriores que los atiende, son cubanos residentes en el exterior. No hay un Departamento que atienda a  los cubano-ecuatorianos,  los cubano-italianos, los cubano-españoles, los cubano-rusos o los que se encuentren en cualquier país del globo.  Todos son cubanos por igual, que residen el exterior, no debemos darles preponderancia a unos sobre otros, porque les estaríamos reconociendo derechos  y prioridades que no tienen.

Para mí el término "cubano-americanos"  de utilizarse, debe ser en tono despectivo, para denominar ese grupo contrario a la Revolución Cubana, conocido como  la mafia residente en Estados Unidos, fieles servidores de los intereses de la potencia yanqui.

El resto de los cubanos que por distintas circunstancias residen en estos momentos en dicho país, que no tienen nada que ver con esa mafia, que también la sufren,  debemos separarlos de la misma, llamarlos cubanos residentes en el exterior, lo cual  los acerca más a nosotros.

Si buscamos como se manifiesta este fenómeno en otros países, donde también  existen colonias de cubanos que residen en el mismo, encontraremos una diferencia, pues los que forman dichas colonias se denominan cubanos y no tienen como apellido el del país donde están residiendo, la forma de identificarse  es totalmente distinta.

Dentro de las asociaciones de cubanos residentes en el exterior están los "Cubanos en Bélgica", el "Club de Cubanos Residentes en Eslovaquia", la "Asociación de Cubanos en Cataluña", la "Asociación de Cubanos en Valencia", la "Asociación de Cubanos Residentes en Finlandia", la "Asociación de Cubanos Residentes en Milán", La Asociación de Cubanos residentes en Palermo", el "Comité Coordinador de la Colonia de Cubanos residentes en Polonia", la de "Cubanos por Cuba" de Suecia y la "Somos Cubanos", de Suiza.

Son todos cubanos residentes en el exterior, pero la denominación de ellos es distinta.  Son cubanos, que residen en otros países, que se sienten cubanos, que se enorgullecen de serlo y para ser respetados no necesitan que un imperio les preste el apellido.


Las rivalidades entre las potencias capitalistas europeas.


Hollande, el caballero solitario

Tomado de Presseurop – Les Echos
Others News en Español.
 

“François Hollande emprende una guerra contra el euro fuerte” titula Les Echos al día siguiente de que el presidente francés pronunciase ante el Parlamento Europeo un discurso sobre el futuro de Europa. El diario informa de que, a lo largo de su intervención, Hollande abogó por una política de cambio para la eurozona (para que un euro fuerte no perjudique a la competitividad), por una mayor integración y solidaridad, así como por la creación de un presupuesto propio para la zona euro.

Una visión de Europa que contrasta con la de los británicos (que preconiza una “Europa a la carta” y la de los alemanes, que defienden el escenario de una “Europa a dos velocidades” enfrentando a los “buenos” y los “malos alumnos”. No obstante, esta “asumida estrategia de confrontación con Alemania para cambiar el curso de Europa” sigue siendo arriesgada, Les Echos considera que:

Para hacerse oír, es necesario tener aliados y no atacar a quienes querían que evolucionase. [...] Cuando pase la cumbre de Bruselas prevista para este fin de semana sobre el presupuesto europeo, ha decidido reabrir el debate en nombre del crecimiento, sobre relajar las exigencias presupuestarias. ¿Por qué no? Berlín no ostenta las Tablas de la Ley. Pero tratar de avergonzar a Angela Merkel antes de su cita electoral [en septiembre] puede ser arriesgado [...].

Por su parte, el Frankfurter Allgemeine Zeitung, responde a la queja del presidente francés de que los intereses nacionales se han impuesto sobre los intereses europeos, una observación dirigida al Reino Unido y los países menos generosos en las negociaciones presupuestarias, como Alemania:

Hollande no debería hacer como si unos fuesen apasionados altruistas heroicos que no pensasen más que en intereses europeos mientras otros se perfilan como fríos egoístas. En ningún momento los diferentes Gobiernos de París han dejado de luchar por los intereses de la agricultura francesa. Todo el mundo en la UE forma parte de la pugna por la redistribución. [...] Pero nadie se plantea seriamente que los Estados contribuyentes acepten sin rechistar todo lo que sueñan la Comisión y el Parlamento.6 febrero 2013

jueves, 7 de febrero de 2013

África: Aminata Traoré una voz alzada sin miedo

Dilemas de Norte y Sur

Casi involuntariamente (casi, he dicho) resuenan ahora en mi cabeza las palabras de Aminata Traoré, una de las intelectuales más mediáticas e internacionales de Mali (si no, la más), que dicen que “para ayudar a África hay que comprenderla primero”1. Se mezclan con la visión de la portada de un periódico malí que rezaba en los últimos días “Vive la France!”, al hilo de la intervención armada de soldados galos en el norte del país. En un collage intencionado estas frases se mezclan con otra de la escritora malí en la que advertía que “Francia y otras naciones industrializadas toman del sur, incluida África, lo que necesitan, saqueando las riquezas sin reparos y sin ningún miedo de agravar la situación en los países de origen”.

Aminata Traoré es una escritora comprometida que ha trascendido su labor literaria por la militancia y el compromiso social. Entre 1997 y 2000 esta mujer, nacida en Bamako en 1947, fue ministra de Cultura y Turismo del gobierno de Alpha Omar Konaré, considerado en el país como el responsable del retorno de la democracia. Una situación que difícilmente se produce en otros países fuera de África. A pesar de las críticas pocos estados occidentales escogen como ministros de cultura, precisamente, a prominentes figuras de la cultura.

Aminata Traoré mantiene una postura de reivindicación del potencial africano

El hecho es que Aminata Traoré mantiene una postura de reivindicación del potencial africano, de confrontación con los poderes extranjeros que de facto se han instalado en muchos casos en una dinámica de injerencia. Lo ha hecho a través de los libros que le han dado la proyección internacional, pero lo ha mantenido también en sus numerosas intervenciones mediáticas y en su militancia en el Forum Social Africano, del que es fundadora. Traoré es una de las piezas de esa constelación de intelectuales de orígenes diversos que se han aglutinado en torno a las ideas de la globalización social y del final de los desequilibrios entre el Norte y el Sur, precisamente uno de los pocos escenarios en los que los pensadores, investigadores y estudiosos del Sur no son relegados. Así, las intervenciones de la escritora basculan entre las teorías del decrecimiento, las críticas a instituciones internacionales como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional y sus políticas deshumanizadas, pero también en torno a la necesaria independencia del continente africano, la defensa de sus particularidades culturales o la impuesta noción de democracia occidental.

La creatividad es nuestra esperanza

El discurso de esta escritora está clara y voluntariamente teñido por los rasgos del movimiento altermundista (por no utilizar el controvertido término “antiglobalización”), una mezcla virtuosa de crítica rigurosa y fundamentada con un espíritu constructivo como se puede comprobar tanto en las declaraciones en las que afirma que “África es un continente de futuro si aprende a preservar mejor sus recursos, que son inmensos y a negociar mejor su destino”2, pero también en algunas de sus obras desde África en un mundo sin fronteras hasta África humillada.

Aminata Traoré no pierde la oportunidad de denunciar el intervencionismo occidental en los asuntos de Mali y de África, en general. De momento, no parece haberse pronunciado acerca de la nueva fase de las hostilidades en su país natal aunque sin duda será una de las voces interesantes a escuchar para tener un análisis completo de la situación. Desde su posición de mujer de la cultura, sin embargo, y como autora comprometida socialmente, Aminata Traoré ya criticó el golpe militar de marzo de 2012 y a finales del pasado año levantó su voz junto a la de otras personalidades malís para oponerse a una intervención armada. En un interesante documento en el que figuraba la firma de esta escritora3 se consideraba al pueblo de Mali como un “rehén de actores políticos y institucionales que no se ven obligados a rendir cuentas” y, en referencia a la alerta por la imposición de la sharia en el norte del país, recordaba que en otros países en conflicto se ha producido “la instrumentalización de la violencia ejercida contra las mujeres para justificar la injerencia y las guerras de rapiña de las riquezas de sus países”. Este texto, previo a la intervención resulta esclarecedor, por ejemplo, cuando señala que las mujeres malís se enfrentan a tres fundamentalismos igualmente opresores “el religioso a través del islam radica; el económico a través del mercado todopoderoso; y el político a través de la democracia formal corrupta y corrompedora”.

Como punto final parece interesante la respuesta que Aminata Traoré dio en una entrevista a la pregunta “¿Cuál sería el papel de África en un mundo global?”4. Traoré hizo una estremecedora reflexión: “África no es pobre y tiene su dignidad. Los occidentales saben que pueden saquear, acusar y ridiculizar a los africanos. No les cuesta nada. Tienen medios de comunicación poderosos que difunden la imagen de una África decrépita que no sale adelante. Y la verdad es que podría si le tendiera la mano. La creatividad es nuestra esperanza, incluida la creatividad política. Cuando vemos los desastres de hoy, las proezas tecnológicas, pero también los daños que producen las tecnologías, nos damos cuenta, una vez más, de que África posee unos valores sociales y culturales que pueden salvar el mundo. Pero con la condición de que dejen de machacarnos, de humillarnos”. Nos quedamos sin duda con “la creatividad es nuestra esperanza”, con “África posee unos valores sociales y culturales que pueden salvar el mundo” y con “con la condición de que dejen de machacarnos, de humillarnos”.


Obras de Aminata Traoré:
Femmes d’Afrique: douleureux ajustement, Éditions Actes Sud,1995
L’Étau, Éditions Actes Sud, 1999
Le Viol de l’imaginaire, Éditions Fayard, 2002
La violación del imaginario, Sirius Comunicación Corporativa, 2004
Lettre au président des Français à propos de la Côte-d’Ivoire et de l’Afrique en général, Éditions Fayard, 2005
L’Afrique humiliée, Éditions Fayard, 2008
L’Afrique mutilée, Taama Éditions, 2012

Notas

1. Entrevista de Fernando Gotilla publicada en la revista Pueblos en marzo de 2006, consultable on line en http://www.revistapueblos.org/old/spip.php?article359.
2. Extraído de la biografía de Aminata Traoré en el blog Mujeres que hacen la historia, consultable en http://mujeresquehacenlahistoria.blogspot.com.es/2009/10/siglo-xx-aminata-traore.html.
3. « Femmes du Mali: Disons “NON !” à la guerre par procuration » se puede encontrar íntegramente en la página de Slate Africa en http://www.slateafrique.com/98611/femmes-du-mali-disons-non-la-guerre-appel-femmes-aminata-traore.
4. Publicada en Rebelión en febrero de 2007 y consultable en http://www.mujeresenred.net/spip.php?article943

martes, 5 de febrero de 2013

Estados Unidos: Tendencias y contradicciones, luces y sombras.


Por Jorge Hernández Martínez (*)

En fecha reciente tuvieron lugar las elecciones presidenciales en Estados Unidos, y hace apenas unos días se produjo la ulterior toma de posesión de Barack Obama, iniciándose el pasado 20 de enero su segundo mandato. Si la victoria electoral del candidato demócrata en los comicios del 2008 había constituido un acontecimiento de gran trascendencia en la historia política norteamericana, con resonancia mundial, su reelección no lo sería menos.  

En medio de una enmarañada situación interna, junto a un no menos complejo entramado internacional, Estados Unidos se enfrenta, más allá del 2012, a tendencias y contradicciones sin definiciones claras y precisas en cuanto al modo de encarar sus retos y de aprovechar sus oportunidades.  

Por un lado, a nivel doméstico, la nación ha permanecido marcada por dificultades económicas, promesas incumplidas, insatisfacciones populares, polarizaciones políticas, rivalidades ideológicas. Por otro, en el ámbito externo, el país ha seguido inmerso en confrontaciones bélicas, dentro de un escenario internacional de crisis económica, conmociones sociales e inestabilidad política. En su articulación, tales procesos y conflictos caracterizan el rumbo actual de la sociedad y la política norteamericana, gravitando también sobre su devenir en el corto y mediano plazos. Entre luces y sombras, se proyecta así la silueta de la segunda Administración Obama, hacia una nueva etapa. Y aunque su figura le impondrá un sello subjetivo propio al quehacer norteamericano en ese derrotero, los elementos objetivos aludidos resultarán determinantes a la hora de fijar posibilidades límites de la hegemonía futura de Estados Unidos. 

Tras ganar su reelección, Obama expresó con tono esperanzador que lo "mejor está aún por venir", tendiendo la mano a su derrotado adversario. Al prestar juramento hace pocos días, el 21 de enero del 2013, afirmó que "una década de guerra está terminando y "una recuperación económica ha comenzado". Como revela la historia norteamericana, una cosa es el discurso presidencial y otra el decurso de los hechos. A la vez, cuando se mira el pasado político de Estados Unidos, queda claro que con frecuencia la realidad no coincide con la presentación mítica que se hace de la misma. En interesantes y oportunos artículos de Ramón Sánchez-Parodi y de Dalia González Delgado, Granma ha mantenido a sus lectores al tanto de ese proceso, de los caminos y laberintos analíticos para identificar, tras los datos, las tendencias y contradicciones.

La segunda Administración Obama se conforma a partir del legado de transformaciones sucesivas operadas en la estructura de la sociedad y de la economía en Estados Unidos, que han propiciado mutaciones tecnológicas, socioclasistas, demográficas, con expresiones también sensibles para las infraestructuras industriales y urbanas, los programas y servicios sociales gubernamentales, la cultura y el papel de la nación en el mundo. Se trata de cambios profundos que durante los últimos treinta años han modificado la fisonomía integral norteamericana, propiciando conductas de abstencionismo e indiferencia. Ello ha erosionado las bases ideológicas del consenso y alejado el centro de gravedad del espectro político del liberalismo tradicional, condicionando el agotamiento del proyecto nacional que se estableció en los años 80, bajo la denominada revolución conservadora y que tomó un aliento renovado o "un segundo aire" como secuela de los atentados terroristas del 11 de septiembre del 2001. 

El proceso derivado tanto de las citadas transformaciones iniciadas en la década de 1980 con el doble periodo de gobierno de Ronald Reagan como del agotamiento implicado durante las dos administraciones de George W. Bush luego del 2000, no ha conllevado, aún, una versión sustitutiva del proyecto nacional; de modo que ante tales indefiniciones, Estados Unidos enfrenta un escenario de transiciones objetivas que mantienen tensiones y enfrentamientos e impiden la rearticulación subjetiva del consenso y el restablecimiento de la legitimidad cuestionada. Las elecciones del 2012 expresaron esa contradicción, dada la incapacidad de los partidos y de sus propuestas para presentar opciones genuinas ante un escenario que las necesitaba y reclamaba. 

El horizonte norteamericano que se distingue desde los inicios del 2013 está signado tanto por profundas contradicciones clasistas, derivadas de la aguda polarización socioeconómica como por conflictos políticos asociados al acceso a las cuotas de poder al interior de la clase dominante, que se expresan en las posturas partidistas, pero que al mismo tiempo, las trascienden. A largo plazo, el impacto estructural acumulado de los cambios aludidos, junto a los procesos recientes en curso, terminarán por imponer una nueva fachada productiva y tecnológica y hacer inevitables reajustes en la estructura de la sociedad norteamericana, con repercusiones para las relaciones sociales, la cultura y la vida política. El tema de las energías renovables es uno de los mayores retos, con consecuencias sociales, que marcarán el futuro de Estados Unidos. Se vaticina, asimismo, una posible y no muy lejana recesión económica.

La política norteamericana seguirá marcada, en el corto y mediano plazos, por la incertidumbre, la agudización de las contradicciones entre los dos partidos y cierta ingobernabilidad del sistema, todo lo cual parece apuntar hacia la definición de una eventual crisis de confianza o de credibilidad en las instituciones y figuras que protagonizan la vida política de la nación. Es difícil predecir, a la luz del presente, si Obama logrará recuperar, durante su segundo mandato, el apoyo popular que obtuvo en los mejores momentos de su anterior administración. Ello dependerá de una combinación de factores, no tanto asociados a un probable desempeño económico superior al alcanzado antes, sino a la posibilidad de que el debate interno en torno a sus políticas a favor de la economía y la recuperación del empleo ganen el apoyo de las mayorías y no sean mediatizadas por debates en el Congreso, volviéndolas inefectivas. 

La pérdida de la capacidad hegemónica de ese país seguirá reflejándose en nuevas limitaciones y espacios para su desenvolvimiento en el sistema de relaciones internacionales, en unos casos debilitando, en otros, fortaleciendo, su nexo con los aliados, al mismo tiempo que condicionando su confrontación con los adversarios, en un mundo crecientemente diverso, competitivo y con capacidad de reacción. Ello tendrá las consiguientes implicaciones para el imaginario de la sociedad estadounidense, en la cual continuarán acumulándose desilusiones y frustraciones, ante la constatación de que la nación se debilita objetivamente, junto a sus valores y mitos. 

Los cambios demográficos que llevarán, en las próximas dos o tres décadas, a que la población anglosajona pierda su posición mayoritaria en la pirámide poblacional y se abra un mayor espacio a las llamadas minorías, en consonancia con la profundización de las tendencias que vienen manifestándose hace años, especialmente en cuanto a la presencia y proporción creciente de los "latinos", afroamericanos y asiáticos en la sociedad estadounidense.

La escena que se está configurando en Estados Unidos luego de los comicios presidenciales del 2012 confirma que en ese país las elecciones no están concebidas ni diseñadas para cambiar el sistema, sino para mantenerlo y reproducirlo, dando continuidad a un contradictorio camino, plagado de tensiones económicas, políticas y sociales, en el que ni demócratas ni republicanos, ni liberales ni conservadores, estarán en condiciones de ofrecer opciones viables que consigan solucionar las crisis. El inicio de la segunda Administración Obama, sin mucha alegría, con poca esperanza y expectativas menores que las que afloraron en el 2009, posiblemente simbolice la primera señal de una nueva etapa en la crisis de hegemonía norteamericana.




*Profesor y Director del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (CEHSEU), de la Universidad de La Habana.