miércoles, 23 de marzo de 2016

El futuro de Cuba ya está en manos de los cubanos


Por  Sergio Alejandro Gómez

Más de mil personas, de la más amplia representación de la sociedad cubana actual, estuvieron presentes en el discurso de Obama. Foto: Jorge Legañoa Alonso
Cuando el presidente Barack Obama pidió este martes a los cubanos  “olvidarnos del pasado” y “mirar hacia el futuro”, es­ta­ba parado en el mismo escenario desde el que habló en 1928 el último presidente norteamericano en visitar la Isla.

“Hoy Cuba es soberana, su pueblo es independiente, libre, próspero, pacífico y está gozando de un gobierno propio”, dijo Calvin Coolidge en el entonces Teatro Nacional, hoy Gran Tea­tro de La Habana Alicia Alonso.

Era el espaldarazo que estaba esperando el presidente Ge­rardo Machado para terminar de instaurar una de las dictaduras más sangrientas de la región.

El Presidente Callado, como lo apodaban, quería mostrar a la Isla como ejemplo de éxito económico y social para quienes seguían las indicaciones de Washington. Los marines norteamericanos convencían por otros medios a los soldados de Sandino en Nicaragua y a los patriotas dominicanos.

“Yo sé la historia, pero no voy a estar atrapado por la mis­ma”, dijo Obama ayer.

Pero en ese lapso de tiempo, el antimperialismo de Julio An­tonio Mella, Rubén Martínez Villena y Antonio Guiteras, heredero de líderes de la independencia nacional como José Martí, dio paso en 1959 a la Revolución más radical de nuestro continente en reacción a la dominación norteamericana. Tuvo que transcurrir más de medio siglo de resistencia para que otro presidente estadounidense se decidiera a pisar Cuba, esta vez para intentar “dejar atrás los últimos vestigios de la Guerra Fría”.

Más de mil personas, de la más amplia representación de la sociedad cubana actual, escucharon atentamente cada palabra del discurso del mandatario.

“Hemos oído el discurso con respeto, pero no coincidimos en algunos de sus aspectos. Nosotros no podemos olvidar la historia, nuestros muertos, el impacto del bloqueo durante tantos años”, aseguró a este diario Ernesto Freyre Casañas, representante de la Central de Trabajadores de Cuba,  fundada después del derrocamiento de la dictadura de Machado.

“Me gustaría haber escuchado un poco más de disculpas por la intervención, la agresión, los ataques hacia la soberanía de Cuba y el pueblo desde los años 1960”, afirmó por su parte Peter Kornbluh, coautor del libro Diplomacia encubierta con Cuba. “Pero es difícil políticamente para un presidente decir lo siento”.

“En el discurso hay muchas esperanzas y buenas intenciones, pero que tienen poco asidero en la realidad histórica de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos”, opinó Jesús Arbo­leya, estudioso de las relaciones entre ambos países.

UNA NUEVA ESTRATEGIA

Desde el 17 de diciembre del 2014, Cuba y Estados Unidos buscan abrir un nuevo capítulo en sus nexos bilaterales con la voluntad de los presidentes Barack Obama y Raúl Castro.

El miembro de la Plataforma Interreligiosa Cubana, Enrique Alemán, tiene duda respecto a la interpretación que hace Washington de su “nueva política” hacia la Isla. “¿Es una estrategia limpia, es un acercamiento limpio hacia nuestro pueblo?”, se preguntó.

Obama dijo ayer que Estados Unidos no quería ser enemigo de Cuba ni intentar cambiar su sistema económico y político.

“Cultivo una rosa blanca”, citó el Presidente de un conocido poema de Martí y dijo que ofrecía al pueblo cubano un “sa­ludo de paz”.

Leyde Rodríguez Hernández, profesor de Relaciones Inter­nacionales, aseguró que Obama tuvo un descuido o un desconocimiento sobre el pensamiento del Apóstol. “Él vivió en Estados Unidos y exaltó sus valores, pero hizo grandes críticas a esa democracia naciente que desde aquella época se vislumbraba como una plutocracia, como un gobierno de los ricos, por los ricos y para los ricos. Y esa tendencia no ha hecho más que exacerbarse hasta el siglo XXI”.

UNA CARGA OBSOLETA

Desde La Habana, el presidente de los Estados Unidos volvió a solicitar al Congreso de su país que levante el bloqueo contra Cuba y lo calificó como una “carga obsoleta sobre el pueblo cubano”.

La audiencia respondió con aplausos y poniéndose de pie, in­cluidos legisladores tanto demócratas como republicanos que acompañaron al mandatario en este viaje.

El representante demócrata por Massachusetts, James Mc­Go­vern, quien viene defendiendo esta causa hace muchos años, dijo a Granma que le daba créditos a ambos presidentes por lo que han logrado, pero “ahora es el turno de que el Con­greso haga su parte y levante el embargo (bloqueo)”.

El senador republicano Jeff Flake, quien junto al demócrata Patrick Leahy, llevan adelante un proyecto de ley sobre la libertad de viajar a Cuba, dijo a nuestro diario que  más allá de los cambios regulatorios que ha anunciado la administración, el legislativo tiene que deshacerse por completo de la prohibición.

Tom Emmer, representante republicano de Minnesota  opina que la visita y el discurso del presidente ayudan a colocar el tema frente al gran público estadounidense, y ayuda a avanzar el proyecto que lleva adelante junto  a la congresista demócrata por la Florida, Kathy Castor,  para levantar algunos elementos del bloqueo.

 OPORTUNIDADES EN EL CAMINO

Las posibilidades de colaboración fueron un tema abordado por el presidente de Estados Unidos, quien destacó “el servicio que miles de doctores cubanos han llevado a los pobres, a los que sufren”.

Pedro Luis Véliz Martínez, director del Consejo Nacional de Sociedades Científicas de la Salud, dijo que los intercambios en este sector no se pueden resumir a situaciones de desastres o epidemias, como el caso del enfrentamiento conjunto al Ébola en África occidental. “Colaboración también es que respeten al internacionalista cubano y no provoquen la deserción del personal médico de salud en terceros países, lo que lacera la formación de recursos humanos de nuestro pueblo”.

Resaltó asimismo la posibilidad de que se abra la venta de productos cubanos en el mercado de Estados Unidos. “Hemos logrado muchas cosas con nuestro esfuerzo y sacrificio. No aceptamos esa mirada de superioridad porque nosotros en este campo hemos demostrado nuestra valía”.

Nicolay Casano, por su parte, es una evidencia palpable de lo que se podría lograr. Sentado junto a decenas de otros compañeros, este estudiante neoyorquino de segundo año de Me­dicina refiere que los cubanos tienen “un corazón muy grande”. Incluso con la presencia del bloqueo tuvo la oportunidad de comenzar a estudiar su carrera en la Isla y asegura que luego planea regresar a su comunidad para hacer la diferencia en un concepto de atención a los pacientes que no está basado en el dinero.

NUESTRO PROPIO MODELO

“¡El futuro de Cuba tiene que estar en las manos del pueblo cubano!”, con esa y otras palabras Obama se expresó en futuro sobre una realidad que muchos aprecian en presente.

El cantautor Raúl Torres dice que Obama destacó varios elementos positivos de la realidad cubana, pero desconoció que son fruto de la propia Revolución.

“Nosotros somos jóvenes empoderados que tenemos la oportunidad de hacer lo que queramos en este país. Además de tener algo tan importante como la seguridad de la educación y la salud”, dijo el autor de Candil de Nieve y el Regreso del Amigo.

“En Estados Unidos nosotros tenemos un ejemplo claro de lo que puede hacer el pueblo cubano y se llama Miami”, dijo Obama en otro momento de su intervención.

El profesor Leyde Rodríguez señaló a este diario que  las transformaciones que se llevan a cabo en el país no son para “copiar el modelo político de nadie”.

Luis René Fernández, profesor e investigador del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos de la Uni­ver­sidad de La Habana, asegura que los cambios que vive el país están guiados por el objetivo de construir un socialismo próspero y sostenible, inspirado en el  proyecto de nación de los grandes políticos y pensadores patriotas de nuestro país.

Aseguró que el perfeccionamiento ha comenzado por la parte socioeconómica, pero eso no implica que no haya otros sectores como el sistema socio-político que también deban ser perfeccionados. Citó al respecto la explicación que ofreció re­cientemente en rueda de prensa el Presidente Raúl Castro sobre los derechos hu­manos y la democracia. “Nadie sabe exactamente cómo sería ese socialismo, pero tiene que ser a la medida nuestra, a lo cubano”.
El libro de Peter Kornbluh, publicado en el 2014, culmina con una serie de recomendaciones para mejorar las relaciones entre Washington y La Habana.

A petición de este diario, aceptó resumir en una sola idea lo que debe suceder para continuar avanzando en este camino: “Estados Unidos tiene que tratar a Cuba con respeto, como un país independiente con respecto a su soberanía, no puedes dictar el futuro o las acciones del gobierno o el pueblo”.


Los silencios de Obama


Por Jorge Legañoa Alonso 
 

La Habana, 22 mar (ACN) El presidente estadounidense Barack Obama le habló al pueblo cubano desde el Gran Teatro de La Habana, Alicia Alonso, pidió dejar atrás la historia de enfrentamiento bilateral con su gesto de extender “la mano franca”; sin embargo, dejó en el silencio temas que no pasaron inadvertidos para los presentes.

Para el profesor Leyde Rodríguez Hernández, del Instituto Superior de Relaciones Internacionales Raúl Roa, el discurso del mandatario “es una invitación a desmovilizarnos, a perder todo compromiso con lo que hemos construido como país en las últimas décadas”.

Apuntó que lo de olvidar el pasado no es nuevo y señaló que pretende con una gran dosis de pragmatismo, que el pueblo deje a un lado su historia y vaciarlo de los recuerdos negativos de la hostilidad, las agresiones imperiales, el intervencionismo militar y las guerras para construir su imperio y dominar el mundo.

Si nos borran el pasado corremos el riesgo de quedarnos sin soberanía, sin independencia, citaríamos solo aquellos pasajes de Martí que no sean antiimperialistas, subrayó.

Aseguró que cuando Obama habla de hacer cambios, anula de un plumazo que la Revolución fue el principal cambio en este país y que no solo trajo libertad, independencia, derechos, sino justicia social y dignidad.

El joven Yusuam Palacios declaró a la ACN que su generación no ha dejado nunca de soñar –como dijo Obama–, por eso es que durante más de cinco décadas los jóvenes de la Isla han construido el país que queremos.

La historia tiene un gran peso, por eso no olvidamos el pasado, es una de las lecciones que la humanidad nos ha dado y en ese sentido vemos con optimismo el futuro de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, pero siendo antiimperialistas, que es ser revolucionarios, basados en el amor a los próceres, mártires y a los líderes del proceso, agregó.

Para Yusuam, Obama perdió la oportunidad de utilizar el sistema de medios públicos de Cuba para anunciar que no dará más millones de dólares para destruir la obra de la Revolución y en cuyo objetivo están los jóvenes.

Barack Obama dejó de decir que reclamamos la devolución del territorio ocupado ilegalmente por la base naval de Guantánamo, que el bloqueo hiere profundamente al pueblo cubano, que hay que indemnizar a las familias que han perdido a sus seres queridos víctimas de acciones terroristas de grupos que operan desde Estados Unidos, subrayó Palacios.

Por su parte, Pedro Veliz, médico cubano que encontramos entre las primeras filas en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, dijo que Obama recordó que en África Occidental se unieron galenos cubanos y norteamericanos para enfrentar la epidemia del Ébola, una colaboración loable entre dos países.         

También hace falta que la administración Obama respete al internacionalista de la Isla que está en otros países prestando ayuda, que incitan a migrar con el programa de visas paroles, promueven la migración irregular y eso lacera la formación de recursos humanos en la Mayor de las Antillas, apuntó.

Ejemplificó Véliz que puede haber colaboración en la concepción y fabricación de medicamentos, de tecnologías, vender medicamentos de impacto para la salud cubana y también autorizar las exportaciones de productos logrados por el desarrollo científico de la Mayor de las Antillas.

Queremos una colaboración no con paños tibios, como por estos días, que se habló solo de algunos aspectos, sino en la amplia gama que son las ciencias médicas, resumió.

Al respecto opinó Aixa Hevia, vicepresidenta de la Unión de Periodistas de Cuba, para quien el hecho de que el presidente equipara lo que hicieron los médicos cubanos con lo aportado por su país en el tema del Ébola, o el papel desempeñado en el logro de la paz en Colombia, no fue consecuente con los pasos que ha estado dando el gobierno norteamericano en el trato de iguales.
Obama no dijo muchas de las cosas que debió expresar para continuar en ese camino de respeto iniciado hace 15 meses; se paró a dar recetas, eso lo deja bien claro todo, han cambiado las tácticas, pero su objetivo sigue siendo el mismo, aunque algunos lo nieguen, enfatizó.

La vicepresidente de la UPEC coincide con el profesor Leyde en que el de hoy fue un discurso de mucho marketing, palabras bien aprendidas para un show.
Leyde Rodríguez Hernández apuntó que aunque Obama vendió su historia personal como un logro del sistema norteamericano, lo cierto es que el jefe de la Casa Blanca no dijo que cuando él ascendió al poder en Estados Unidos, ya era millonario.

En ese país el “demos” de democracia no se refiere al pueblo, sino al dinero, es una plutocracia, pues solo los millonarios y dos partidos que se alternan en el poder constituyen la democracia que Obama nos quiso vender, concluyó.

Quizás con las buenas intenciones de Obama podamos avanzar, comentó el cantautor Raúl Torres, autor de El regreso del amigo, quien aclaró que esa relación de la que habló el presidente tiene que ser desde posiciones de respeto a las decisiones del pueblo cubano.

Raúl Suárez, religioso cubano con seis décadas como pastor, consideró que el llamado del presidente a la libre profesión de fe en Cuba es un logro consumado en esta tierra. 

Dijo que la realidad que viven todas las iglesias y manifestaciones reeligiosas de Cuba en los últimos 25 años es de total libertad de culto.

En Cuba el pueblo se siente libre para ir o no a una iglesia, incluso, antes bautizaba a cuatro personas al año y ahora cualquier iglesia local registra un centenar en ese mismo tiempo, declaró, al tiempo que afirmó que en Cuba se propician espacios para que las iglesias trabajen en la comunidad, con los niños, jóvenes, los discapacitados y ancianos.

Considera que el multipartidismo que pretende Obama para Cuba no ha significado la solución de los problemas sociales e históricos del pueblo norteamericano, sin embargo, en Cuba, el Partido único le ha dado al pueblo beneficios múltiples a pesar de las limitaciones del bloqueo.

Línea de pensamiento al que se suscribe el profesor Luis René Fernández Tabío, profesor e investigador del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos de la Universidad de la Habana, quien señala que el sistema capitalista ya se probó en Cuba y sin buenos resultados.

Aunque el presidente Obama habla de dejar todo en el pasado, es algo que hay que pensárselo bien, porque son dos modelos muy distintos, puntualizó.

Reconoció que debemos mejorar el sistema económico cubano, se está trabajando en eso, avanzar en el fortalecerlo del Partido en su relación con el pueblo, pero no creo en abandonar los principios que vienen de Martí.

El Apóstol cubano no hizo ni dos ni tres partidos porque la división de los patriotas derrotó la guerra, más que nunca se necesita de la unidad de todos para mantener la independencia, afirmó.

El Héroe Nacional cubano fue un elemento recurrente en el discurso del mandatario en La Habana,  incluso leyó fragmentos de la obra martiana, sin embargo, es precisamente José Martí quien más criticó en su época la democracia de Estados Unidos, argumentó el joven  Yusuam Palacios.

http://www.acn.cu/barack-obama-en-cuba/17188-los-silencios-de-obama



martes, 22 de marzo de 2016

Obama francamente: ¡No se puede!


Atisbando algunas ideas del discurso de Barack Obama a la sociedad civil cubana.

Por Leyde E. Rodríguez Hernández 


En una tribuna enchapada con el escudo del águila imperial y un telepromter  a ambos lados del estrado en el Gran Teatro de La Habana “Alicia Alonso”, el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, pronunció un discurso ante la sociedad civil cubana, una de las últimas actividades de su visita oficial a Cuba, comprendida del 20 al 22 de marzo de 2016.

Allí me encontraba, como parte de la sociedad civil cubana, y pude escucharlo de cerca, desde la Platea en la fila A asiento 8.  Así, como les cuento, tuve la posibilidad de seguir con suma atención el discurso-show del mandatario norteamericano, quien, con un alto grado de histrionismo y simbolismo, presentó sus sofisticadas concepciones al pueblo cubano. 

Mediante un lenguaje calculado y cuidadoso, Obama intentó ocultar la naturaleza agresiva del imperio que él representa en tiempos del fin de la “guerra fría”, cuyos vestigios pretende eliminar en Cuba, pero todavía están presentes en los distintos escenarios de guerra de los Estados Unidos en el Medio Oriente, contra Rusia en Ucrania, al proclamar a Venezuela como una amenaza a la seguridad nacional estadounidense, en las operaciones militares conjuntas en Asia, para contener a China o presionar a la República Popular Democrática de Corea. O sea, que los métodos y procedimientos de la “guerra fría” en la política exterior norteamericana persistieron con otras justificantes como la amenaza terrorista, a pesar de la desaparición de la URSS. 

Considero que el discurso de Obama sistematizó y puso al desnudo la estrategia de dominación concebida para Cuba en el siglo XXI, prevaleciendo la más refinada retórica estadounidense y los instrumentos del poder inteligente (Smart Power) para erosionar la cohesión de la sociedad civil cubana, la que quisieran observar segmentada, fragmentada en múltiples grupos de intereses privados e independientes del Estado, no en su complementariedad como existe hoy y pensamos que pudieran coexistir en el futuro. De ahí el marcado énfasis en potenciar un sector privado en Cuba con el apoyo financiero y tecnológico de los Estados Unidos. 

Bajo el manto de la carismática actuación de Obama, la cultura política de la nación cubana se vio injuriada cuando demostró que los momentos más difíciles y duros vividos por los cubanos de la isla no deberían ser recordados. Con la frívola justificación de que debemos olvidar los hechos del pasado relacionados con el conflicto Cuba-Estados Unidos, a pesar de que, en realidad, se estaba refiriendo al conjunto de agresiones de los Estados Unidos contra Cuba: invasión mercenaria por Playa Girón, atentados terroristas, entre otros, que tanto luto provocaron a la familia cubana. Esta no es la primera vez que Obama, como muchos otros líderes norteamericanos, pronuncia que no le interesa la historia. Y eso se debe quizá porque en las páginas de la historia, contada o no contada, se encuentran los desmanes y abusos de los Estados Unidos hacia Cuba, que no solo incluye el bloqueo, sino también la permanencia de la base militar en el territorio ilegalmente ocupado en Guantánamo y la existencia de un aparato de subversión política-ideológica para la transmisión de emisiones de radio y televisión e incluso utilizando internet con fines contrarios a los diseñados por la isla para su desarrollo socio-económico.  
 
No escuché ni una sola palabra de Obama sobre esos asuntos vitales para el respeto de la soberanía y la independencia de Cuba. En este sentido, no tuvo la más mínima disculpa hacia los cubanos que han sido víctimas del terrorismo de Estado estadounidense en colaboración con grupos y organizaciones de la ultraderecha de Miami, lugar que, además, consideró un paradigma de prosperidad a imitar, aunque, dirigiéndose a múltiples públicos, también dijo que la cubania no significa ser norteamericanos. Este último aspecto me parece acertado, pues no deseamos ser lo que no somos.  

Pero, insisto, Obama no quiere saber del pasado y prefirió referirse al futuro pues, según dijo: “Yo sé la historia”. Recordó los apetitos estadounidenses antes y después de 1959, cuando triunfó la Revolución entre otras cosas por la injerencia norteamericana. “No no voy a estar atrapado por el pasado” y estimuló a los jóvenes a conquistar un futuro diferente para Cuba basado en la visión estadounidense de la economía de mercado, pluripartidismo, de reconciliación con los exiliados en Miami, porque, al fin y al cabo, “todos somos americanos”. Pero esto último es muy difícil de asimilar. Venir al cabo de 56 años de Revolución Cubana a ignorar la historia y decirnos que ahora somos “americanos”, cuando sabemos el significado de la “Doctrina Monroe” y el “Destino Manifiesto” como dominación “americana” sobre Cuba y “Nuestra América”. 

Por consiguiente, para los cubanos siempre será un orgullo seguir siendo cubanos, caribeños y latinoamericanos, porque siempre hemos observado cómo los Estados Unidos ha intentado imponer su cultura, modo de vida y pensamiento único al resto de las naciones al estimarse una potencia indispensable y excepcional en el concierto internacional. Eso usted puede constatarlo facilmente leyendo los documentos rectores del imperio: estrategias de seguridad nacional, el programa de los neoconservadores para el siglo XXI y los discursos de sus presidentes, incluyendo los del propio Barack Obama, desde que asumió al poder en 2009. En eso coinciden de manera estratégica el “sistema multipartidista” estadounidense que se limita a dos partidos políticos con alternancia en el poder: republicanos y demócratas. 

Entonces, ¿por qué y para qué tanta insistencia de Obama en estos temas? A un dirigente político cubano nunca se le ocurriría exhortar a la sociedad civil estadounidense (americana) que se sienta cubana o latinoamericana. Los cubanos sentimos mucho respeto y consideración hacia la cultura, la historia y los sentimientos identitarios de otros pueblos o naciones, especialmente el estadounidense, a cuya sociedad civil, “tan democratizada”, es muy probable que Obama no haya consultado sobre el calibre de su discurso a la sociedad civil cubana. Por eso existe una notable distancia entre el “interés nacional” que proclama el “establishment” y los verdaderos intereses del pueblo estadounidense.  Les confieso que en el discurso de Obama sentí cierta petulancia injerencista aunque sus mensajes hayan estado envueltos en bellas palabras. De hecho, algunos coinciden en que Obama es lúcido en eso de insertar palabras y ensartar a la opinión pública en torno a sus ideas. 

Y como se trata de una verdadera batalla de ideas en el mismo escenario cubano -lo nunca imaginado para los sectores del poder norteamericano-, Obama habló de los derechos universales bajo el prisma estadounidense -democracia, libertad de expresión, elecciones libres-, y narró su historia, que lo llevó de una familia de pocos recursos y una madre soltera, a la Presidencia. “Es una prueba de la libertad de mi país”, aunque reconoció que “no es fácil” y que la democracia en su país “no es perfecta”. Claro, habría que esclarecer  aquí que esa es la democracia o, mejor dicho, la plutocracia de los ricos, por los ricos y para los ricos, escasamente participativa y recordista en abstencionismo. Obama no debería olvidar que cuando llegó al poder, en el 2009, ya era senador y, de acuerdo con su propia declaración de impuestos, tenía una fortuna de 5 millones 500 mil dólares. Siempre recuerden que la titánica lucha por la Casa Blanca bien se podría titular: “el duelo de los millonarios”. 

En cuanto al concepto de libertad expuesto por Obama, solo quiero decir que, para los cubanos, no hay libertad posible sin justicia social y dignidad humana, algo que la cultura política estadounidense obvia en sus análisis sobre los derechos humanos, los cuales son únicamente concebidos o centrados en el individuo, lo que, en general, se convierte en una distorsión, por el feroz individualismo prevaleciente en esa sociedad acompañada de un represivo Leviatán como Estado.  

Obama afirmó “Cultivo una rosa blanca”, citando al prócer José Martí en un poema dedicado a los amigos y la paz. ”Yo creo en el pueblo cubano”, dijo el presidente entre aplausos, pero mutiló arbitrariamente los versos del maestro al estilo de quienes lo citaban en Cuba antes de 1959. Obama hubiera sido más creíble y respetado de haberlo recitado completo: “Cultivo una rosa blanca/ en junio como enero/para el amigo sincero que me da su mano franca/Y para el cruel que me arranca el corazón con que vivo, cardo ni ortiga cultivo; cultivo la rosa blanca”. 

Percibí que, para el gobierno de los Estados Unidos, el José Martí antiimperialista, autor de las escenas norteamericanas, no existe. No es conveniente recordar al visionario que, como pocos en su época, conoció profundamente al monstruo porque vivió en sus entrañas. José Martí es reducido al poeta de la amistad y la paz por el carácter utilitario de algunas de sus expresiones en los intereses actuales de la política exterior norteamericana hacia Cuba, motivada en promover la desmovilización histórica, política e ideológica del pueblo cubano. 

En ese sentido, en el discurso de Obama hubo distintas exhortaciones al pueblo cubano y afirmó que “su nación no pretende interferir en los asuntos internos de Cuba, aunque consideró necesaria la aplicación de cambios en materia de democracia y libertades civiles”. El presidente estadounidense fue profético, ya desde el inicio se había comportado mesiánico.  Sí, el “mesías” de la Casa Blanca dijo que confía en la capacidad de los jóvenes de Cuba para forjar su propio futuro. Eso quiere decir que ve en ellos los principales agentes de los cambios hacia el futuro y se comprometió a “no solo normalizar relaciones con el gobierno de Cuba, sino con todo el pueblo cubano”. Asimismo pude observar que el discurso de Obama, mientras escalaba en una pieza sutilmente injerencista, recibía menos ovaciones del público, salvo de los entusiastas del “nuevo proyecto” norteamericano hacia Cuba, invitados por el propio gobierno norteamericano. 

Por otra parte, creo que también debemos retener algo sumamente importante: Barack Obama reconoció el fracaso de más 50 años de bloqueo contra Cuba y llamó nuevamente al Congreso a ponerle fin, porque sabe que para los cubanos esa obsoleta política se mantiene en pie, no obstante su retórica y las nuevas medidas anunciadas pocas horas antes de su viaje a la isla. Y porque de progresar en el levantamiento incondicional del bloqueo a Cuba, existirían más oportunidades para la futura normalización de las relaciones Cuba-Estados Unidos.

De igual forma reconoció el potente sistema educativo cubano. Y  dijo que “nadie puede negar el servicio que miles de médicos cubanos han llevado a los pobres, a los que sufren”, y propuso seguir la colaboración con Cuba, como la que se produjo durante la epidemia del ébola en África.  Se mostró conforme con el papel de Cuba como mediador en los esfuerzos de paz en Colombia, y recordó que él y Raúl Castro estuvieron juntos honrando a Nelson Mandela, en Johannesburgo.

Al concluir sus palabras, todos pudimos ver que Obama salió del escenario  mucho menos aclamado que al inicio de  su discurso, mientras se produjo una cerrada y prolongada ovación para el presidente cubano Raúl Castro, quien junto a Fidel, trajeron a Cuba,  por primera vez en la historia, democracia participativa, libertad con justicia social, soberanía e independencia real, sin la necesidad de convertirnos en “americanos” o mejor dicho en norteamericanos. 

En Cuba no tenemos temor a los cambios. La Revolución ha sido, en si misma, un enorme cambio que no se detendrá porque ellos continúan impulsados por nosotros mismos y, como dijo Fidel, en todo lo que deba ser cambiado. Y en este contexto hay que comprender que el líder de la mayor plutocracia del mundo tiene la obligatoria misión de promover su sistema político, por aquello de subvalorar la historia y construir el futuro; porque sería  destruir un proceso histórico incómodo a la geopolítica y hegemonía estadounidense en este hemisferio, como ha sido el caso de la Revolución Cubana. Y en esto último le decimos francamente: Obama ¡No se puede!