martes, 22 de marzo de 2016

Obama francamente: ¡No se puede!


Atisbando algunas ideas del discurso de Barack Obama a la sociedad civil cubana.

Por Leyde E. Rodríguez Hernández 


En una tribuna enchapada con el escudo del águila imperial y un telepromter  a ambos lados del estrado en el Gran Teatro de La Habana “Alicia Alonso”, el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, pronunció un discurso ante la sociedad civil cubana, una de las últimas actividades de su visita oficial a Cuba, comprendida del 20 al 22 de marzo de 2016.

Allí me encontraba, como parte de la sociedad civil cubana, y pude escucharlo de cerca, desde la Platea en la fila A asiento 8.  Así, como les cuento, tuve la posibilidad de seguir con suma atención el discurso-show del mandatario norteamericano, quien, con un alto grado de histrionismo y simbolismo, presentó sus sofisticadas concepciones al pueblo cubano. 

Mediante un lenguaje calculado y cuidadoso, Obama intentó ocultar la naturaleza agresiva del imperio que él representa en tiempos del fin de la “guerra fría”, cuyos vestigios pretende eliminar en Cuba, pero todavía están presentes en los distintos escenarios de guerra de los Estados Unidos en el Medio Oriente, contra Rusia en Ucrania, al proclamar a Venezuela como una amenaza a la seguridad nacional estadounidense, en las operaciones militares conjuntas en Asia, para contener a China o presionar a la República Popular Democrática de Corea. O sea, que los métodos y procedimientos de la “guerra fría” en la política exterior norteamericana persistieron con otras justificantes como la amenaza terrorista, a pesar de la desaparición de la URSS. 

Considero que el discurso de Obama sistematizó y puso al desnudo la estrategia de dominación concebida para Cuba en el siglo XXI, prevaleciendo la más refinada retórica estadounidense y los instrumentos del poder inteligente (Smart Power) para erosionar la cohesión de la sociedad civil cubana, la que quisieran observar segmentada, fragmentada en múltiples grupos de intereses privados e independientes del Estado, no en su complementariedad como existe hoy y pensamos que pudieran coexistir en el futuro. De ahí el marcado énfasis en potenciar un sector privado en Cuba con el apoyo financiero y tecnológico de los Estados Unidos. 

Bajo el manto de la carismática actuación de Obama, la cultura política de la nación cubana se vio injuriada cuando demostró que los momentos más difíciles y duros vividos por los cubanos de la isla no deberían ser recordados. Con la frívola justificación de que debemos olvidar los hechos del pasado relacionados con el conflicto Cuba-Estados Unidos, a pesar de que, en realidad, se estaba refiriendo al conjunto de agresiones de los Estados Unidos contra Cuba: invasión mercenaria por Playa Girón, atentados terroristas, entre otros, que tanto luto provocaron a la familia cubana. Esta no es la primera vez que Obama, como muchos otros líderes norteamericanos, pronuncia que no le interesa la historia. Y eso se debe quizá porque en las páginas de la historia, contada o no contada, se encuentran los desmanes y abusos de los Estados Unidos hacia Cuba, que no solo incluye el bloqueo, sino también la permanencia de la base militar en el territorio ilegalmente ocupado en Guantánamo y la existencia de un aparato de subversión política-ideológica para la transmisión de emisiones de radio y televisión e incluso utilizando internet con fines contrarios a los diseñados por la isla para su desarrollo socio-económico.  
 
No escuché ni una sola palabra de Obama sobre esos asuntos vitales para el respeto de la soberanía y la independencia de Cuba. En este sentido, no tuvo la más mínima disculpa hacia los cubanos que han sido víctimas del terrorismo de Estado estadounidense en colaboración con grupos y organizaciones de la ultraderecha de Miami, lugar que, además, consideró un paradigma de prosperidad a imitar, aunque, dirigiéndose a múltiples públicos, también dijo que la cubania no significa ser norteamericanos. Este último aspecto me parece acertado, pues no deseamos ser lo que no somos.  

Pero, insisto, Obama no quiere saber del pasado y prefirió referirse al futuro pues, según dijo: “Yo sé la historia”. Recordó los apetitos estadounidenses antes y después de 1959, cuando triunfó la Revolución entre otras cosas por la injerencia norteamericana. “No no voy a estar atrapado por el pasado” y estimuló a los jóvenes a conquistar un futuro diferente para Cuba basado en la visión estadounidense de la economía de mercado, pluripartidismo, de reconciliación con los exiliados en Miami, porque, al fin y al cabo, “todos somos americanos”. Pero esto último es muy difícil de asimilar. Venir al cabo de 56 años de Revolución Cubana a ignorar la historia y decirnos que ahora somos “americanos”, cuando sabemos el significado de la “Doctrina Monroe” y el “Destino Manifiesto” como dominación “americana” sobre Cuba y “Nuestra América”. 

Por consiguiente, para los cubanos siempre será un orgullo seguir siendo cubanos, caribeños y latinoamericanos, porque siempre hemos observado cómo los Estados Unidos ha intentado imponer su cultura, modo de vida y pensamiento único al resto de las naciones al estimarse una potencia indispensable y excepcional en el concierto internacional. Eso usted puede constatarlo facilmente leyendo los documentos rectores del imperio: estrategias de seguridad nacional, el programa de los neoconservadores para el siglo XXI y los discursos de sus presidentes, incluyendo los del propio Barack Obama, desde que asumió al poder en 2009. En eso coinciden de manera estratégica el “sistema multipartidista” estadounidense que se limita a dos partidos políticos con alternancia en el poder: republicanos y demócratas. 

Entonces, ¿por qué y para qué tanta insistencia de Obama en estos temas? A un dirigente político cubano nunca se le ocurriría exhortar a la sociedad civil estadounidense (americana) que se sienta cubana o latinoamericana. Los cubanos sentimos mucho respeto y consideración hacia la cultura, la historia y los sentimientos identitarios de otros pueblos o naciones, especialmente el estadounidense, a cuya sociedad civil, “tan democratizada”, es muy probable que Obama no haya consultado sobre el calibre de su discurso a la sociedad civil cubana. Por eso existe una notable distancia entre el “interés nacional” que proclama el “establishment” y los verdaderos intereses del pueblo estadounidense.  Les confieso que en el discurso de Obama sentí cierta petulancia injerencista aunque sus mensajes hayan estado envueltos en bellas palabras. De hecho, algunos coinciden en que Obama es lúcido en eso de insertar palabras y ensartar a la opinión pública en torno a sus ideas. 

Y como se trata de una verdadera batalla de ideas en el mismo escenario cubano -lo nunca imaginado para los sectores del poder norteamericano-, Obama habló de los derechos universales bajo el prisma estadounidense -democracia, libertad de expresión, elecciones libres-, y narró su historia, que lo llevó de una familia de pocos recursos y una madre soltera, a la Presidencia. “Es una prueba de la libertad de mi país”, aunque reconoció que “no es fácil” y que la democracia en su país “no es perfecta”. Claro, habría que esclarecer  aquí que esa es la democracia o, mejor dicho, la plutocracia de los ricos, por los ricos y para los ricos, escasamente participativa y recordista en abstencionismo. Obama no debería olvidar que cuando llegó al poder, en el 2009, ya era senador y, de acuerdo con su propia declaración de impuestos, tenía una fortuna de 5 millones 500 mil dólares. Siempre recuerden que la titánica lucha por la Casa Blanca bien se podría titular: “el duelo de los millonarios”. 

En cuanto al concepto de libertad expuesto por Obama, solo quiero decir que, para los cubanos, no hay libertad posible sin justicia social y dignidad humana, algo que la cultura política estadounidense obvia en sus análisis sobre los derechos humanos, los cuales son únicamente concebidos o centrados en el individuo, lo que, en general, se convierte en una distorsión, por el feroz individualismo prevaleciente en esa sociedad acompañada de un represivo Leviatán como Estado.  

Obama afirmó “Cultivo una rosa blanca”, citando al prócer José Martí en un poema dedicado a los amigos y la paz. ”Yo creo en el pueblo cubano”, dijo el presidente entre aplausos, pero mutiló arbitrariamente los versos del maestro al estilo de quienes lo citaban en Cuba antes de 1959. Obama hubiera sido más creíble y respetado de haberlo recitado completo: “Cultivo una rosa blanca/ en junio como enero/para el amigo sincero que me da su mano franca/Y para el cruel que me arranca el corazón con que vivo, cardo ni ortiga cultivo; cultivo la rosa blanca”. 

Percibí que, para el gobierno de los Estados Unidos, el José Martí antiimperialista, autor de las escenas norteamericanas, no existe. No es conveniente recordar al visionario que, como pocos en su época, conoció profundamente al monstruo porque vivió en sus entrañas. José Martí es reducido al poeta de la amistad y la paz por el carácter utilitario de algunas de sus expresiones en los intereses actuales de la política exterior norteamericana hacia Cuba, motivada en promover la desmovilización histórica, política e ideológica del pueblo cubano. 

En ese sentido, en el discurso de Obama hubo distintas exhortaciones al pueblo cubano y afirmó que “su nación no pretende interferir en los asuntos internos de Cuba, aunque consideró necesaria la aplicación de cambios en materia de democracia y libertades civiles”. El presidente estadounidense fue profético, ya desde el inicio se había comportado mesiánico.  Sí, el “mesías” de la Casa Blanca dijo que confía en la capacidad de los jóvenes de Cuba para forjar su propio futuro. Eso quiere decir que ve en ellos los principales agentes de los cambios hacia el futuro y se comprometió a “no solo normalizar relaciones con el gobierno de Cuba, sino con todo el pueblo cubano”. Asimismo pude observar que el discurso de Obama, mientras escalaba en una pieza sutilmente injerencista, recibía menos ovaciones del público, salvo de los entusiastas del “nuevo proyecto” norteamericano hacia Cuba, invitados por el propio gobierno norteamericano. 

Por otra parte, creo que también debemos retener algo sumamente importante: Barack Obama reconoció el fracaso de más 50 años de bloqueo contra Cuba y llamó nuevamente al Congreso a ponerle fin, porque sabe que para los cubanos esa obsoleta política se mantiene en pie, no obstante su retórica y las nuevas medidas anunciadas pocas horas antes de su viaje a la isla. Y porque de progresar en el levantamiento incondicional del bloqueo a Cuba, existirían más oportunidades para la futura normalización de las relaciones Cuba-Estados Unidos.

De igual forma reconoció el potente sistema educativo cubano. Y  dijo que “nadie puede negar el servicio que miles de médicos cubanos han llevado a los pobres, a los que sufren”, y propuso seguir la colaboración con Cuba, como la que se produjo durante la epidemia del ébola en África.  Se mostró conforme con el papel de Cuba como mediador en los esfuerzos de paz en Colombia, y recordó que él y Raúl Castro estuvieron juntos honrando a Nelson Mandela, en Johannesburgo.

Al concluir sus palabras, todos pudimos ver que Obama salió del escenario  mucho menos aclamado que al inicio de  su discurso, mientras se produjo una cerrada y prolongada ovación para el presidente cubano Raúl Castro, quien junto a Fidel, trajeron a Cuba,  por primera vez en la historia, democracia participativa, libertad con justicia social, soberanía e independencia real, sin la necesidad de convertirnos en “americanos” o mejor dicho en norteamericanos. 

En Cuba no tenemos temor a los cambios. La Revolución ha sido, en si misma, un enorme cambio que no se detendrá porque ellos continúan impulsados por nosotros mismos y, como dijo Fidel, en todo lo que deba ser cambiado. Y en este contexto hay que comprender que el líder de la mayor plutocracia del mundo tiene la obligatoria misión de promover su sistema político, por aquello de subvalorar la historia y construir el futuro; porque sería  destruir un proceso histórico incómodo a la geopolítica y hegemonía estadounidense en este hemisferio, como ha sido el caso de la Revolución Cubana. Y en esto último le decimos francamente: Obama ¡No se puede!   


4 comentarios:

  1. Coincido contigo, Leyde, al 100%. Creo necesario que este mensaje del Presidente Obama debe ser estudiado y desmenuzado porque contiene una retórica bien calculada y dirigida a un amplio público. He escuchado opiniones sobre el discurso que en la mayoría de ellas me han comentado insatisfacción, no tanto por lo que dijo sino por lo que omitió y es relevante.
    Pienso que los cubanos no debemos olvidar la historia, es esencial, y nos indica el rumbo del desarrollo de nuestra sociedad.
    Cuando enfatiza en que el futuro debe estar en manos de los jóvenes da la impresión de que en Cuba no es así. En Cuba, los jóvenes han estado, están y estarán presentes en todas las esferas de la sociedad y a todos los niveles de dirección del país, al igual que las mujeres.
    Cuando nos incita al multipartidismo, olvida mencionar dos elementos muy importantes: el primero, que nuestro sistema político unipartidista y de asambleas de poder popular, está refrendado en la Constitución de 1976, que fue aprobada mediante referendo, donde votó el 98% de todos los cubanos mayores de 16 años , con el apoyo del 97%. Ese es el sistema que queremos, y aunque no funciona plenamente como queremos, nos toca a nosotros perfeccionarlo (en eso andamos). El otro aspecto es que el multipartidismo de su país (el país de Obama) es en la práctica “bipartidismo”, y es en realidad “unipartidismo” porque, como bien dices, los partidos republicano y demócrata no son más que dos facciones de un único partido que responde a los intereses de la élite de poder.
    Ratifico algo que han dicho nuestro líderes y académicos (y que los revolucionarios cubanos sabemos bien), nuestras diferencias son profundas y difíciles de conciliar porque son diferencias ideológicas. Nuestras concepciones de democracia, derechos humanos, seguridad social, felicidad, paz, guerra y paz, son diferentes. Nuestro concepto de pueblo es también diferente.
    Arsenal

    ResponderEliminar
  2. Sin duda alguna, Obama es un hombre carismático e inteligente, sin embargo, su discurso me recuerda a Martínez Campos en el Zanjón; no estoy muy seguro que Obama no crea en la historia, más bien creo que su pensamiento se enfila a colocar la zanahoria en un contexto de crisis económica en Cuba provocada por los sucesivos gobiernos de los Estados Unidos y ahora, que hemos decidido hacer reformas a nuestro modo, nos ofrece su modelo neoliberal y pragmático como alternativa que desideologiza y niega el necesario papel regulador del Estado y el olvido de nuestra historia, no ya la historia de Cuba que de por sí es rica en ejemplos que demuestran las intenciones de apropiación de aquellos territorios que sirvan como proveedores de las materias primas necesarias para el mantenimiento de su economía y que por extensión lleva implícita la necesidad del establecimiento y mantenimiento de su dominación hegemónica. No es casual el hecho de que históricamente los Estados Unidos hayan mantenido en el discurso y la praxis de su política exterior tal proyección; la propuesta incluye el olvido de la historia del problema que devela el real conflicto entre Cuba y los Estados Unidos que no es otra que aquella que tiene en su haber un imbatible record de hostigamiento y de ahogamiento en el empeño de rendir a Cuba por hambre a través de leyes extraterritoriales.
    He escuchado en la TV y la prensa, he leído en internet muchos ejemplos sobre la real historia de la política estadounidense hacia Cuba. Es marcado su interés por el sector privado, la manera en que se dirige a los jóvenes a los cuales confunde con su maravilla discursiva. Esos jóvenes que rondan los 20 años y fueron objeto de privaciones por una Ley de carácter fascistas como Helms-Burton en 1996, los que hoy rondan los 30 que pudieron ser víctimas de la epidemia de Dengue Hemorrágico introducida en Cuba en 1981, los que hoy rondan los 40 que supieron del sabotaje a un avión de cubana de aviación en 1976. Nada se puede esperar cuando lo que promueve es precisamente la negación del papel del Estado, ese Estado que repartió tierras a campesinos, ese Estado que alfabetizó a miles de cubanos, ese estado que por ley constitucional exige una educación mínima de 9no grado, ese Estado que dedica recursos a combatir enfermedades como el Propio Dengue, el chikungunya y el Zika, ese Estado que dedica recursos para desarrollar vacunas contra la Hepatitis B, que le devuelve la vista a cubanos y extranjero, que forma médicos incluso con de nacionalidad estadounidense, ese Estado que apela al trabajo del pueblo para producir nuestros alimentos con el propósito estratégico de mantener nuestra soberanía política y económica.

    ResponderEliminar
  3. La visita de Obama estuvo llena de simbolismos; desde la comida en una Paladar, las reuniones con cuentapropistas y la supuesta disidencia, hasta sus discursos llenos de elogios y apoyo a la autodeterminación cubana para construir su futuro. El pragmatismo de Obama pudiera confundirse con ¨buena voluntad¨, se necesita si, ser pragmático, pero... ¿OLVIDAR EL PASADO? Habría que estar loco!!!...Los empresarios que vienen a Cuba con quien único tienen solidaridad es con el señor Don Dinero!!! Seamos pragmáticos pero no olvidemos la historia...muy pocos, por no decir que ninguno, nos ven como iguales. Cuba puede tener muchas mejorías a partir de la entrada de las inversiones estadounidenses la país; Cuba puede mejorar su infraestructura en sectores como las comunicaciones y con ello el anhelado acceso a Internet, todo eso y mucho más es excelente para el pueblo cubano, pero mucho más que excelente sería que no nos condicionaran a establecer un modelo de sociedad que se desarrolla a costa del saqueo, si, del saqueo al resto del mundo para mantener su economía.
    Creernos el cuento de que nos va a tocar la parte linda del capitalismo sería muy ingenuo. Está claro que no podemos seguir como estábamos, pero está mucho más claro que debemos seguir apostando por construir nuestra sociedad sin injerencias…Ojo, que la zanahoria es irresistible, pero más irresistible será darle paso a ¨buena voluntad¨ de un Presidente de bello discurso, invasor de países y sancionador a otros como Venezuela, donde tiene intereses económicos… sin estar alertas. EU necesita de América Latina, y Cuba se ha convertido en el centro de atención de EU por una razón muy sencilla, nuestra política exterior ha aislado a EU. Aún Bloqueados, enviamos médicos y personal calificado de todo tipo a inimaginables lugares de este mundo…hemos sido capaces de tener resultados en áreas como la biotecnológica, la fabricación de vacunas para enfermedades que ni los propios EU han podido lograr y un larguísimo etcétera… es claro por tanto que EU negocie con Cuba, la relación con Cuba es clave para sus intereses de política exterior, sus tanque pensantes lo saben muy bien…de ahí que aparentemente le abran los brazos a los cubanos. OJO que ya hemos visto mucho...como dijo el Ché…Al imperialismo…Ni un tantito así!!!! . Negociemos sí…pero en la mesa, como iguales!!!

    ResponderEliminar