viernes, 18 de marzo de 2016

La remilitarización de Japón



Por Franklin Michel Hernández Hernández
Estudiante de Relaciones Internacionales

El 2 de septiembre de 1945, Japón se rendía luego de la Segunda Guerra Mundial. Como vencido, se le impusieron condiciones muy severas: el artículo 9 de la Constitución de 1947, vigente en la actualidad, establecía lo siguiente:

Aspirando sinceramente a una paz internacional basada en la justicia y el orden, el pueblo japonés renuncia para siempre a la guerra como derecho soberano de la nación y a la amenaza o al uso de la fuerza como medio de solución en disputas internacionales.

Además, el segundo párrafo instituía que:

Con el objeto de llevar a cabo el deseo expresado en el párrafo precedente, no se mantendrán en lo sucesivo fuerzas de tierra, mar o aire como tampoco otro potencial bélico. El derecho de beligerancia del estado no será reconocido.

En el posterior Tratado de San Francisco, firmado el 8 de septiembre de 1951, los Estados Unidos (EE.UU.) harían aun más duras las medidas: pérdida de todos los territorios de ultramar (Japón volvía a los límites de 1854, a excepción de las islas RyuKyu), transferencia del capital japonés en el extranjero a los países en que estuviera invertido (por esta vía, se le confiscaban más de 25 000 millones de dólares), un pago de 4 millones 500 mil libras esterlinas a la Cruz Roja Internacional como compensación a los prisioneros de guerra aliados e indemnización de más de mil millones de dólares a los países ocupados por el imperio japonés.

Luego de la firma de este tratado, EE.UU. y Japón sellaron un Pacto de Seguridad mediante el cual se certificaba la defensa mutua ante cualquier amenaza. De esta forma, los EE.UU. aseguraban una posición estratégica para hacer frente al comunismo en Asia (China y posteriormente Corea del Norte), y Japón podía concentrarse en recuperar su economía.

Sin embargo, el contexto de la Guerra Fría forzaba a los nipones a abandonar el pacifismo extremo. En 1954, crearon las llamadas Fuerzas de Autodefensa de Japón (FADJ) como una extensión del derecho de legítima defensa consagrado en la Carta de las Naciones Unidas, y en 1960, mediante una revisión del Pacto de Seguridad, Japón legitimaba el establecimiento de bases militares norteamericanas en su territorio, entre ellas, el enclave de la isla Okinawa.

En 1969, el presidente norteamericano Richard Nixon proclamó la Doctrina Guam, mediante la cual exhortaba a los aliados de EE.UU. en Asia Oriental a tomar mayores responsabilidades en la defensa regional. Consecuentemente, Japón pudo poseer una mayor autonomía en su estrategia de defensa ante un posible ataque convencional. Aun así, los EE.UU. controlaban, en última instancia, la seguridad de la nación asiática.

Luego del derrumbe del Campo Socialista y la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas(URSS), comenzaba el reparto territorial de las zonas de influencia de la extinta URSS entre las potencias imperialistas. Como parte de esta nueva partición, se produjo la Guerra del Golfo (1). Japón no pudo participar en la misma por su imposibilidad constitucional, por lo cual, en 1992, el parlamento nipón legaliza la participación de las FADJ en coaliciones internacionales creadas por la Organización de Naciones Unidas (ONU), aunque con varias condiciones (2). A pesar de las limitaciones, este hecho demuestra la necesidad de Japón como país imperialista de extender sus zonas de influencia.

Otro giro fundamental en la remilitarización de Japón se produjo luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001. La nueva estrategia norteamericana de guerra global contra el terrorismo impulsó a sus aliados, especialmente Japón, a aumentar sus presupuestos militares y el despliegue de tropas fuera de sus fronteras, aun sin autorización de la ONU.

Finalmente, en el año 2012 arribó al poder el Partido Liberal Democrático (PLD), a la cabeza del cual se encuentra Shinzo Abe. A partir  de este momento, comenzó una profunda reforma militarista en la sociedad japonesa que varios expertos han denominado como remilitarizaciónde Japón. Este fenómeno es un asunto complejo con varias lecturas dentro y fuera de la tierra nipona, y pretendemos abordarlo de manera breve en este análisis.

Causas de la remilitarización de Japón

A continuación definiremos cuáles son, a nuestro entender, las causas y fuerzas fundamentales que han provocado la reforma militarista japonesa.

La situación económica de Japón durante los últimos diez años no ha sido muy favorable: la crisis del 2008 afectó enormemente la economía nipona (que se encontraba en recesión desde el 2006), y provocó un déficit presupuestario de 240% del Producto Interno Bruto (PIB). Además, varios fenómenos demográficos, como el envejecimiento poblacional y la baja natalidad (la esperanza de vida en Japón es de 82,07 años, la tercera más alta del mundo, en tanto la tasa de natalidad es de 1,3 niños por mujer, lugar 163 a nivel mundial) provocan que la mano de obra disponible decrezca. Todos estos factores han causado que el crecimiento económico de Japón no superara el 2% en el período 2006-2015, lo cual también se ha visto reflejado en una devaluación del yen, cuya tasa de cambio promedio en el 2015 respecto al eurofue de 1JPY=0,0074EUR.

Por otro lado, Japón también ha sufrido un período de inestabilidad política: del 2006 al 2012, se sucedieron cinco primeros ministros (3). Los gobiernos de esa etapa fueron incapaces de solucionar los problemas económicos derivados de la recesión, por lo que la situación degeneró en una crisis de la institucionalidad política.

Además, en el año 2011se produjo el terremoto de Tohoku y el tsunami que afectó la costa nordeste de Japón. El saldo de víctimas fue de 15 845 muertos, 3 380 personas desaparecidas y 5 893 heridos. Este desastroso fenómeno, que también provocó la catástrofe de las centrales nucleares de Onagawa, Fukushima I y Fukushima II, caló en la psicología de la población japonesa y, junto con los factores antes mencionados,produjeron un debilitamiento de la nación.

Ante estos desafíos, la administración de Shinzo Abe se planteó el fortalecimiento de la nación y la unidad nacional como principal prioridadde su gobierno. Para esto, ha aprovechado las potenciales amenazas de China y Corea del Norte como justificantes a su discurso eminentemente chovinista: la supuesta “agresividad” china y norcoreana han sido los chivos expiatorios del gobierno de Abe para dar pasos hacia la normalización de la capacidad de las FADJ y el aumento del presupuesto militar. Consecuentemente, podemos afirmar que la política nacionalista del PLD es una de las causas de la remilitarización de Japón.

Sin embargo, la política del Primer Ministro se ha topado con un obstáculo difícil de flanquear: la cultura pacifista de la mayoría de la población japonesa. Ante los sucesivos aumentos del presupuesto militar y las reinterpretaciones del artículo 9 de la Constitución, miles de japoneses han protestado contra la administración de Abe. Igualmente, en la Dieta, todos los partidos de oposición (el Partido Democrático, el Partido Socialdemócrata, el Nuevo Partido del Pueblo, el Nuevo Partido de Japón y el Partido Comunista)desaprueban el militarismo del PLD.

A pesar del repudio a la remilitarización, en la sociedad japonesa se aprecian ciertas muestras del avance de la ideología nacionalista. Por ejemplo, un 40% de los japoneses apoyan el hecho de participar en operaciones de Mantenimiento de la Paz incluso sin bandera de la ONU, como el despliegue realizado en Iraq; mientras, un 86% de la población está de acuerdo con las sanciones impuestas a Corea del Norte; igualmente, un 39% de la ciudadanía acepta la enmienda del artículo 9 de la Constitución.Además, la elite política japonesa, principalmente del PLD, realizan visitas sistemáticas al santuario Yasukuni (4) en Tokio, lo que demuestra un resurgimiento de la ideología supremacista japonesa y pro fascista en las clases políticas dominantes. 

Por otro lado, resultan de particular atención, los intereses del complejo militar-industrial japonés. La remilitarización de Japón incluye necesariamente el aumento de la producción de armamento. Dos grandes monopolios, o zaibatsus (5), Mitsubishi Heavy Industries, Ltd. y Kawasaki Heavy Industries, Ltd., controlan la producción de armas en Japón, sin embargo, ambas ingresan por este concepto un poco más del 10% de los beneficios de Lockheed Martin, el mayor contratista militar del gobierno estadounidense.Por tal razón, el complejo militar-industrial japonés necesita una estrategia de dos pilares para aumentar sus ganancias: primero, el incremento del presupuesto de defensa, y consecuentemente, mayores compras del Estado; y segundo, el levantamiento de las prohibiciones a la exportación de armas.

Respecto de la primera de estas prioridades, el creciente militarismo del gobierno japonés allana el terreno para el aumento del presupuesto militar, y con ello de las compras realizadas por el Estado. Es necesario tener en cuenta que el Estado japonés es el principal cliente de los zaibatsu productores de armas, y que las FADJ se abastecen en un 90% de la industria armamentística nacional. Por tal motivo, el complejo militar-industrial japonés ha intentado presionar al gobierno a través de la actividad de cabildeo, fundamentalmente del lobbyKeidanren, para que los sucesivos aumentos del presupuesto de defensa sean destinados a compras a las empresas nacionales.

Con respecto a la segunda de las prioridades, las empresas armamentísticas japonesas poseen un enorme potencial para colocarse como un competidor eficiente dentro del mercado mundial de armamento. Tienen ventajas comparativas que los favorecen: 

·    Naturales: la cercanía geográfica respecto de los potenciales compradores    asiáticos, haría que se redujeran los costos en transportación.
·   Adquiridas: el desarrollo científico logrado en el área civil pudiera ser volcado en la industria militar para producir avanzados sistemas balísticos, aviones no tripulados, cazabombarderos de “quinta generación”, etc.

Igualmente, la demanda de armamentos y de sistemas de comunicación militar en el mercado asiático está en aumento debido, sobre todo, al agravamiento de los conflictos regionales, de las crisis migratorias, y de las contradicciones entre las potencias del área.Asimismo, la nueva estrategia norteamericana de propiciar mayor autonomía a sus aliados en la región Asia-Pacífico, ha provocado que varios Estados necesiten aumentar sus compras de armas. Por tales razones, podemos arribar a la conclusión de que los intereses del complejo militar-industrial nipón han provocado en cierta medida la remilitarización de Japón.

Por otra parte, destacan las acciones de los Estados Unidos. Este país ha sido el principal aliado de Japón desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, y la vez, Japón se ha convertido en un bastión para asegurar los intereses norteamericanos en la región Asia-Pacífico. Sin embargo, el contexto actual impone a los EE.UU. un cambio de estrategia en su geopolítica en esta región.

Ante todo, los EE.UU. necesitan darles un papel más activo a sus aliados en la zona (Japón y Corea del Sur principalmente) en las cuestiones relacionadas con la defensa regional. La economía norteamericana, a pesar de estar basada en el gasto de defensa y en los intereses del complejo militar-industrial, se encuentra sobrecargada por un enorme presupuesto bélico que representa casi el 40% del gasto militar global, y por el mantenimiento de 865 bases militares en 28 países. Además, los EE.UU. han tenido que asumir una serie de operaciones militares, de manera directa o indirecta, desde el año 2011, en Libia, Siria, Yemen y Ucrania, a las que se suman el combate al Estado Islámico en Iraq y la ocupación de Afganistán desde 2001. También, han debido reforzar los lazos militares con sus aliados de la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN) y fortificar el escudo antimisiles en Europa ante el avance de Rusia. Igualmente, han asumido la mayor parte del financiamiento de los grupos de derecha en América Latina en su más reciente ofensiva contra los gobiernos progresistas de la región.

Por tales razones, nos encontramos ante un imperio con “las manos llenas”, y que por lo tanto debe dar mayor autonomía a sus aliados, entre ellos Japón, en la solución de los conflictos regionales. De esa forma, los EE.UU. pueden centrarse en los temas más urgentes de su agenda de política exterior, como son las contradicciones interimperialistas con Rusia.

Por otro lado, el principal interés de política exterior norteamericana en la región Asia-Pacífico es China. El desarrollo del “gigante asiático”, no solo económico, sino también militar, y su alianza estratégica con Rusia, es una de las preocupaciones fundamentales de los EE.UU. Las negociaciones del Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica, en las cuales no se permitió la entrada a China, demuestran los intentos norteamericanos por aislar a la nación asiática. Además, los recientes envíos de buques de guerra norteamericanos a las Islas Spratly (6) evidencian las contradicciones entre China y los EE.UU.

Japón también ocupa un rol en la estrategia norteamericana contra China. Entre los objetivos de la remilitarización de la nación nipona se encuentra servir de contención a las apetencias chinas en el Mar de China Oriental y en el Mar de China Meridional, regiones que no solo poseen preciados recursos naturales, sino que además tienen un papel decisivo en la geopolítica china. Por otro lado, Japón también aprovecha esta oportunidad para, dentro de los marcos del Pacto de Seguridad, servir de contrapeso a China en Asia.

Por tales razones, podemos afirmar que los EE.UU. necesitan que cambie, aparentemente y no en esencia, el papel de Japón en la geopolítica asiática: un Japón más proactivo y más militarizado para contener a China, pero lo suficientemente atado a los EE.UU. como para que no resurja como potencia imperialista, y consecuentemente, contradiga sus intereses.
Finalmente, existen varias amenazas externas, como Corea del Norte y China, que también influyen en el militarismo japonés. En el caso de la República Popular Democrática de Corea (RPDC), esta es la principal amenaza a la seguridad nacional de Japón, al menos en el corto plazo. Las relaciones con Corea del Norte han sido ásperas desde la Guerra Fría, y en la década de los noventa se tornaron en fuertes tensiones. Los secuestros de japoneses, las incursiones de barcos norcoreanos en el espacio marítimo nipón, así como el lanzamiento de misiles Taepodong-1 (7) sobre el espacio aéreo de Japón en 1998, fomentaron el odio mutuo. Además, en el año 2002, Corea del Norte renunció al Tratado de No Proliferación Nuclear, y en octubre de 2006 los líderes norcoreanos afirmaron haber realizado ensayos nucleares. 

Japón se muestra firme respecto a no ofrecer ayuda energética o financiera a Corea del Norte, para que esta abandone su programa nuclear. A diferencia de las otras partes en las conversaciones a seis bandas (Rusia, China, EE.UU. y Corea del Sur), Japón y Corea del Norte tienen profundas discrepancias históricas (desde el sometimiento de la península de Corea por el Imperio japonés), por lo que la nación nipona se ha mostrado intransigente respecto de las sanciones económicas hacia la RPDC, hecho que ha fomentado el nacionalismo japonés.Consecuentemente, las contradicciones históricas con Corea del Norte ha sido utilizado como el justificante principal de la remilitarización nipona.

A pesar de que Corea del Norte aparenta ser la principal amenaza para Japón, en el largo plazo, China plantea un mayor desafío para la geopolítica japonesa. El ascenso de China como una potencia regional y global ha desplazado a Japón del liderazgo que ostentaba en la región. Además, el explosivo crecimiento económico de China ha venido acompañado de un aumento casi proporcional de sus fuerzas armadas: el presupuesto de defensa chino es el segundo mayor del mundo, 41 veces mayor que en 1989, y posee el ejército más numeroso a nivel mundial; lo cual sumado a la alianza estratégica con Rusia, y la transferencia de tecnología militar entre ambos, hacen de China un rival poderoso.

Las tensiones políticas entre ambos estallaron en 1996, cuando el gobierno chino reclamó su soberanía sobre las islas Senkaku (8). Estas islas poseen yacimientos de hidrocarburos (específicamente, gas natural y petróleo) necesarios para ambas partes: Japón ha vaciado los yacimientos de estos recursos en su territorio, en tanto China necesita combustible a bajos precios para su enorme complejo industrial. Por otro lado, las islas Senkaku tienen un alto valor estratégico para China por estar ubicadas a 330km de sus costas, y desde las mismas se controlaría la entrada a la ciudad portuaria de Shanghái (9). Ambas partes han enviado buques de guerra a las islas (Japón incluso ha solicitado la aplicación del Pacto de Seguridad con los EE.UU., lo que ha conllevado al desplazamiento de destructores norteamericanos a la zona), y se muestran intransigentes respecto de la soberanía de las mismas. Tales posturas nacionalistas han propiciado el incremento de los sentimientos anti-chinos y anti-nipones (10) entre las partes en conflicto. De hecho, en una encuesta reciente, un 93% de los japoneses tienen una impresión negativa de China, en tanto, el 86,8% de la población china perciben negativamente a Japón.

Aunque las relaciones políticas sean tensas, China y Japón gozan de excelentes lazos económicos. Las transnacionales japonesas han aumentado sus beneficios al colocar sus industrias en suelo chino, debido a la mano de obra barata y a la falta de regulación medioambiental; todo esto ha asegurado excelentes condiciones para la valorización del capital japonés en China. Igualmente, gran parte de la tecnología industrial que se utiliza en China proviene de tierra nipona, y la flota mercante del primero se construye, en su mayoría, en los astilleros del segundo. Además, el gigante asiático se ha convertido en el principal socio comercial de Japón: el  mercado chino absorbe el 20,5% de las exportaciones japonesas, mientras que el 14,3% de las importaciones de Japón provienen de China. Por tales razones, las economías china y nipona se encuentran en un proceso de complementarización debido a los beneficios que ofrece para ambos el comercio.

Consecuentemente, podemos afirmar que la estrategia nipona hacia China tiene un carácter dual: por un lado, Japón se militarizará todo lo posible de acuerdo a los marcos legales y a sus alianzas, y se preparará para un eventual enfrentamiento con China, siempre que sea inevitable. Pero, mientras tanto tratará de limar las asperezas y de no representar un obstáculo significativo en la expansión china por Asia.

 

Componentes de la remilitarización de Japón

 

La remilitarización de Japón tiene al menos tres componentes fundamentales: la exportación de armas, la normalización de las FADJ unido al fortalecimiento de la alianza con los EE.UU., y el desarrollo nuclear. A continuación, explicaremos cada uno de ellos.

 

Exportación de armas

 

El primer paso en el levantamiento de las prohibiciones fue dado en diciembre de 2011 cuando se suavizaron las restricciones sobre armamento no letal (como detectores de minas, etc.). Sin embargo, no fue hasta abril de 2014, con la visita del Primer Ministro británico David Cameron a Japón, que se materializó la liberalización de facto. El acuerdo entre el Reino Unido y Japón incluyó la cooperación entre ambos complejos militares-industriales en los temas de defensa antimisiles (debido al desarrollo alcanzado por Tokio en esta esfera, y la importancia estratégica que tiene para la OTAN), el desarrollo del F-35B (11) y la posible construcción de portaviones ligeros para las Fuerzas Marítimas de Autodefensa de Japón.

Otros países han mostrado interés en la tecnología militar japonesa: Australia prevé comprar al menos 12 submarinos de clase Soryu(con un costo aproximado de 7 mil millones de dólares); India planea adquirir dos aeronaves US-2 de patrullaje marítimo (y construir con ayuda japonesa otras 10), por un valor de 1 600 millones de dólares; el gobierno tailandés desea construir una flota de submarinos, dentro de los cuales, los Soryu japoneses son una de las posibles opciones; Vietnam, a fin de proteger mejor sus costas, realizará una compra de aviones de lucha radioelectrónica y antisubmarina, entre los que destacan los P-1 fabricados por Kawasaki; por último, Indonesia pretende adquirir varios US-2 japoneses y parte del sistema de alerta temprana antimisiles.

Igualmente, el complejo militar-industrial japonés ha establecido una alianza con las principales cadenas difusoras de anime (dibujos animados japoneses) para fomentar las tendencias nacionalistas dentro de la sociedad japonesa, específicamente, en la juventud. La creciente cantidad de productos audiovisuales de este género que realzan el pasado militarista del Imperio japonés, o resaltan el protagonismo de las FADJ, demuestran como los medios de comunicación masiva también intentan participar en el negocio armamentístico. Esta estrategia, para nada novedosa y puesta en práctica varias veces por los EE.UU., tiene como objetivofundamental motivar a los jóvenes para ingresar a las FADJ, y crear en el resto de la sociedad los justificantes morales para la remilitarización.

 

Fortalecimiento de la alianza con los EE.UU. y normalización de las FADJ

 

Uno de los puntos fundamentales de la remilitarización de Japón es el estrechamiento de los vínculos militares con su aliado principal: los EE.UU (12). Por tal motivo, durante la reciente visita de Shinzo Abe a la nación norteamericana (en abril de 2015), se revisó el Pacto de Seguridad, y se firmó un acuerdo que comprendía los siguientes puntos:

·        Medidas en tiempo de paz: Creación de un mecanismo coordinatorio entre las FADJ y las Fuerzas Armadas de los EE.UU. (FF.AA.); expansión del sistema de alerta temprana y la compartición de información sobre amenazas de misiles balísticos y violaciones al espacio aéreo de ambos países.

·    Medidas en caso de amenaza a la seguridad de Japón: Eliminación de los límites geográficos a las operaciones de las FADJ e inspección de embarcaciones.

·         Medidas en caso de una agresión a Japón: Intercambio de información en tiempo real; detección temprana del lanzamiento de misiles balísticos; realización de operaciones conjuntas para defender las aguas que rodean a Japóny para asegurar canales para la navegación; despliegue de las FADJ para repeler ataques terrestres (incluso a las islas cercanas al archipiélago japonés), y la posibilidad del apoyo de las FF.AA. de los EE.UU.

·       Medidas en caso de ataques armadas a países extranjeros u otras situaciones que requieran el uso de la legítima defensa colectiva: operaciones de las FADJ en respuesta a un ataque armado contra un país con el cual Japón posea estrechos vínculos; protección a los efectivos no combatientes de las FF.AA. de los EE.UU.; cooperación bilateral en la intercepción de misiles balísticos.
 
Este acuerdo, lleno de ambigüedades y vacíos legales, es una clara violación del Derecho Internacional Público. Igualmente, demuestra las ansias imperialistas del gobierno de Japón, y cómo las contradicciones con China subyacen en el mismo. Asimismo, establece la posibilidad de extender el escudo antimisiles norteamericano a Japón, lo que cercaría a Rusia por los frentes occidental y oriental. 

 

Desarrollo nuclear

 

Este el componente de la remilitarización de Japón más polémico: aun en la psicología de los japoneses pervive el recuerdo de los ataques nucleares a Hiroshima y Nagasaki, a partir de los cuales se aceptaron tácitamente los principios no nucleares de posguerra: no posesión, fabricación, o introducción de materiales nucleares. De hecho, en una encuesta realizada por el periódico nipónYomiuriShinbun, el 80% de los encuestados afirmaban respaldar inequívocamente los tres principios no nucleares. A pesar de que las armas nucleares son un tabú en Japón, el debate acerca de la producción o no de las mismas comienza a esparcirse. Los altos círculos políticos, fundamentalmente dentro del PLD, lo tratan como un tema común, e incluso, en la misma encuesta citada con anterioridad, un 46% de los encuestados se mostraron a favor de debatir el tema nuclear.

Japón tiene grandes potencialidades para la producción de armas nucleares: con 53 reactores nucleares, es el tercer país del mundo que más energía de este tipo produce, además, el desarrollo tecnológico de la nación nipona le conferiría la posibilidad de construir armas nucleares de quinta generación (al mismo nivel que Francia y el Reino Unido). Sin embargo, debe enfrentar, además de la opinión pública japonesa, un gran obstáculo: el Tratado de No Proliferación Nuclear (13). Además de las consecuencias jurídicas que acarrearía, la renuncia a dicho tratado afectaría enormemente la imagen internacional de Japón.Además, debemos tener en cuenta que Japón no las necesita, al menos en el corto plazo, pues está protegido por “la sombrilla nuclear” norteamericana.Por lo tanto, parece improbable que este país asiático produzca armas nucleares en el futuro cercano.

Consideraciones finales

 

·    La remilitarización de Japón evidencia el resurgimiento de ese país como una potencia imperialista. La prioridad dada al desarrollo económico durante el período de Guerra Fría, se tradujo en el renacer de los monopolios japoneses cuyos capitales habían sido casi exterminados durante la Segunda Guerra Mundial. Como resultado de este proceso, Japón decide participar en el reparto territorial y económico del mundo una vez más. 

·     El creciente militarismo del gobierno nipónrepresenta una oportunidad para la oligarquía financiera vinculada al complejo militar-industrial japonés, para aumentar la tasa de valorización de sus capitales, y consecuentemente, sus ganancias. Por tal razón, han presionado al gobierno para que aumente el presupuesto de defensa y remueva la prohibición a la exportación de armas.

·      La remilitarización de Japón representa el cambio de una estructura de seguridad regional creada por los EE.UU. en el contexto de la Guerra Fría. Sin embargo, la misma se ha vuelto ineficiente para el aseguramiento de los intereses de norteamericanos en Asia y,además, no se corresponde con las actuales condiciones del sistema de relaciones internacionales multipolar. Por tal razón, tanto EE.UU. como Japón abogan por modificar el balance de fuerzas en Asia.

·     La “amenaza” norcoreana es un pretexto utilizado por las elites políticas japonesas para justificar la remilitarización del país, la cual en realidad está dirigida a afrontar la expansión de China.

Notas:

1.    La guerra del Golfo Pérsico (2 de agosto de 1990 - 28 de febrero de 1991), o simplemente guerra del Golfo, fue una invasión librada por una fuerza de coalición autorizada por Naciones Unidas, compuesta por 34 países y liderada por Estados Unidos, contra la República de Irak en respuesta a la invasión y anexión iraquí del Estado de Kuwait.

2.    Las cinco condiciones para el despliegue de las FADJ son: 1)  las FADJ no podían ser enviadas al extranjero si antes no existe una tregua entre las partes del conflicto; 2) la presencia debía de ser consentida por todos los actores implicados en el conflicto armado; 3) las tropas debían mantenerse en la más estricta neutralidad en relación al conflicto; 4)estaba prohibido el uso de armas a menos que sea en legítima defensa y finalmente, 5) si alguna de estas condiciones dejara de cumplirse, ello implica automáticamente la retirada por parte del Gobierno japonés de las tropas enviadas.

3.    Según lo establecido en la Constitución, los primeros ministros japoneses tienen un período de gobierno de seis años, sin embargo, si la Dieta o el Emperador lo deciden, pueden ser destituidos del cargo. Durante el período 2006-2012 se sucedieron las siguientes administraciones: Shinzo Abe (2006-2007), YasuoFukuda (2007-2008), Taro Aso (2008-2009), YukioHatoyama (2009-2010) y Naoto Kan (2010-2012).

4.    El Santuario Yasukuni es un polémico santuario sintoísta existente en Tokio. Su Libro de las Ánimas contiene un listado de los nombres de 2 466532 soldados japoneses y coloniales (27 863 coreanos y 21 181 taiwaneses) caídos en conflictos bélicos, entre los que se encuentran catorce criminales de guerra de clase A.

5.    Gran grupo de empresas que están presentes en casi todos los sectores de la economía. Las empresas que integran un zaibatsu suelen formar parte del accionariado de otras empresas del grupo, en una participación cruzada.

6.    Las islas Spratlyson un archipiélago del mar de la China Meridional, localizado entre Filipinas y Vietnam. Consiste en un grupo de aproximadamente 100 arrecifes e islotes, rodeados por ricos bancos de pesca y yacimientos de gas natural y petróleo. Actualmente, se encuentran en disputa entre China, Vietnam y Filipinas.

7.    El Taepodong-1 es un misil de tres etapas, balístico y de medio alcance desarrollado por Corea del Norte y actualmente en servicio. Este misil está basado en el Scudruso y puede utilizarse como un arma ofensiva con ojiva nuclear, o bien como vehículo de lanzamiento espacial.

8.    Las Islas Senkaku o Diaoyu, son un grupo de islas en el extremo occidental de Japón. Estas islas están en disputa entre Japón, la República Popular China.

9.    Shanghái es la ciudad más poblada de China. Se encuentra situada en el delta del río Yangtsé, en la costa del mar de la China Oriental. Actualmente es el mayor puerto del mundo por volumen de mercancías.

10. Es necesario aclarar que los sentimientos anti-japoneses de la mayoría de la población china tienen su basamento en los crímenes cometidos por el Imperio Japonés durante la ocupación de China (1931-1945).

11. El Lockheed Martin F-35 Lightning II es un caza polivalente monoplaza de quinta generación que actualmente está en fase de desarrollo para llevar a cabo misiones de ataque a tierra, reconocimiento y defensa aérea con capacidad furtiva. Este avión fue diseñado con tres variantes distintas: F-35A para despegue y aterrizaje convencional, el F-35B capaz de realizar despegues cortos y aterrizajes verticales, y el F-35C que es una variante naval capaz de operar en portaaviones.

12. EE.UU. mantiene actualmente 50 000 soldados en el territorio japonés.

13. El Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares es un tratado abierto a la firma el 1 de julio de 1968 que restringe la posesión de armas nucleares. La gran mayoría de los Estados soberanos (190) forman parte del tratado. Sólo a cinco Estados se les permite en el tratado la posesión de armas nucleares: los Estados Unidos (firmante en 1968), el Reino Unido (1968), Francia (1992), la Unión Soviética (1968, sustituida en la actualidad por Rusia), y la República Popular de China (1992). La condición especial de estos cinco países, llamados Estados Nuclearmente Armados se definió a partir de que eran los únicos estados que habían detonado un ensayo nuclear antes de 1967.

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