lunes, 23 de mayo de 2016

"Rusia es esencial para la seguridad y la multipolaridad del mundo"


Para esclarecer algunas de las claves de la actual política exterior de Rusia, Sputnik entrevista en exclusiva desde La Habana al analista Santiago Pérez Benítez, del Centro de Investigaciones de Política Internacional de Cuba (CIPI), recién llegado de la capital rusa, donde participó en la V Conferencia Internacional de Seguridad.

Graduado por el Instituto de Relaciones Internacionales de Moscú y con una brillante carrera diplomática en Cuba, está considerado uno de los más importantes expertos en temas de política internacional en la isla. 

¿Cuáles son las causas y razones históricas que han llevado a Rusia a actuar en el terreno internacional del modo en que lo hace hoy? ¿Cómo definiría la política rusa en este momento?

Como toda política exterior, la política rusa se explica por factores históricos, domésticos, intereses de sus sectores dominantes, el contexto internacional en que se desenvuelve, las características del liderazgo del país, su psicología, la percepción del poder propio y del de los demás, entre otros.

Pero me atrevo a señalar que la proyección actual de Moscú —sobre todo desde el 2014— se explica más que todo como una reacción frente a las tentativas de Occidente de detener, y si es posible revertir, el proceso observado desde mediados de los años 2000 de reemergencia de Rusia como una potencia global con intereses y proyección propios — no necesariamente antagónicos al sistema global imperante—.

La acción ofensiva de Occidente en la crisis ucraniana en el 2014 desató todas las alarmas en Moscú respecto a los verdaderos motivos y posibles alcances, internos y externos, de la estrategia occidental, sobre todo norteamericana. En el debate geopolítico ruso hay consenso —finalmente— en que Occidente no pretende aceptar a Rusia como un actor capitalista global en igualdad de condiciones, sino que desea un Estado débil, subordinado, y cuyo sistema interno, además, pretende modificar.

La política exterior rusa es activa, pragmática, defensora de los intereses de su Estado y de sus sectores dominantes. Goza de apoyo en la sociedad rusa, que mayoritariamente percibe a su país como amenazado, y que conserva una mentalidad de gran potencia.

Estamos presenciando una agresiva campaña desde Occidente, en particular desde Estados Unidos, que busca minimizar y demonizar a Rusia. ¿Por qué los EEUU están tan interesados en esto?

Durante el primer mandato de Obama, con su política del ‘reset', EEUU buscó cambiar los métodos de enfrentamiento con Moscú que tuvo Bush, pero no los objetivos de debilitar y provocar inestabilidad interna en el país. Desde el segundo mandato, sin embargo, y con el ascenso de los republicanos en el Congreso, Washington ha estado empeñado en recuperar las posiciones globales que perdió por los desatinos de la Administración de Bush en los años 2000, la gran crisis del 2008-2009 y sus efectos en los años subsiguientes. La estrategia ha puesto en la mirilla a Moscú —único país que militarmente los puede destruir y con el cual no tienen una gran interdependencia— pues lo perciben debilitado por su economía vinculada a las materias primas y vulnerabilidades estructurales.

La ofensiva contra Rusia es parte de una proyección más dura de enfrentamiento contra los actores que desafían el poder de EEUU a nivel global, lo que incluye a China, pero también a Brasil y a Venezuela en nuestra región. EEUU percibe que no tiene grandes costos con la guerra fría que ha desatado contra Moscú y sí determinadas ganancias.

Han demonizado a Rusia y a Putin, lo que les ha dado la imagen de "un nuevo enemigo" para justificar sus gastos militares, la revitalización de la OTAN, la histeria de la ‘seguridad' en Europa y una búsqueda de la ‘protección' norteamericana por parte de los países de Europa Oriental. También han debilitado la economía rusa con las sanciones y la disminución del precio del petróleo —la economía rusa decreció un 3,5% en el 2015— pero no previeron su fortalecimiento político doméstico, las enérgicas y asimétricas reacciones rusas en Ucrania, Siria, el llamado espacio postsoviético, y la mayor cohesión estratégica con China y otros actores no europeos.

Hablando de economía, ¿han tenido las sanciones europeas el resultado esperado? ¿Qué cree que ocurrirá en este sentido?

Lo que más ha influido en el decrecimiento de la economía ha sido la caída de los precios del petróleo y gas. Aunque por otro lado, ha hecho que el país desarrolle un proceso de sustitución de importaciones, diversifique su comercio exterior y desarrolle la agricultura. A los rusos se les ha hecho más claro que nunca la necesidad de hacer cambios estructurales en su economía y modernizarla.

A EEUU no le afectan tanto las sanciones, pero a los europeos, en cambio, sí les afectan mucho más, sobre todo por la interdependencia que tienen con el mercado ruso, importante para sus exportaciones, importaciones y acción de sus empresas. Las sanciones y las contrasanciones de Moscú llegan en un momento de crisis económica en Europa, lo que agrava la situación, sobre todo para determinados países. El mayor debilitamiento de la UE, entre otras consecuencias, la hace más vulnerable a las presiones de EEUU para que acepte un estratégico Tratado de Comercio e Inversión (TTIP) que favorece a Washington. Creo que en el mediano plazo, con un posible reacomodo en el Donbás por la ‘observancia' de los Acuerdos de Minsk, la eventual mayor cooperación en otros temas de seguridad con Moscú, y otra Administración en EEUU, las sanciones deben tender a retirarse de manera paulatina. Es probable que para su levantamiento, tanto EEUU como la UE, pidan concesiones ulteriores a Rusia, quien ha dicho ya que no las haría.

El detonante o justificante de las sanciones fue la recuperación de Crimea por parte de Rusia. ¿Cómo piensa que va a evolucionar este tema?

La pertenencia de Crimea a Rusia es algo que llegó para quedarse. La población de la península es rusa, y el gobierno de Moscú ha fortalecido su posición militar en la región por su importancia geoestratégica en el mar Negro y frente a la OTAN. Si bien la devolución de Crimea continuará siendo un reclamo político, diplomático y propagandístico del gobierno ucraniano y de Occidente, no percibo que vayan a ir a una guerra para cambiar la situación.

Rusia se ha implicado activamente en la lucha contra el terrorismo. ¿Cuáles son los principales resultados de la operación rusa en Siria?

Pocos esperaban acciones militares directas de Rusia en la guerra en Siria. Es la primera acción bélica que Moscú acomete fuera del espacio de la CEI, desde la invasión soviética a Afganistán en 1979. Estas acciones han demostrado voluntad de ejercer el poderío ruso en función de lograr sus intereses, en este caso, evitar un descalabro del gobierno sirio, la toma del poder en Damasco por parte de los terroristas, y las pérdidas de sus bases militares en el país. Por otro lado, ha sido una demostración de la eficacia de su maquinaria militar. En pocos meses lograron en el terreno mucho más que la coalición internacional dirigida por EEUU en el enfrentamiento al Daesh. Hoy Rusia tiene un papel más importante en Siria y en el Oriente Medio del que tenía años atrás. Dígase lo que se diga, y con todas las dificultades que existen, está más cercana que antes la posibilidad de determinado acuerdo político-diplomático en Siria, y el gobierno de Asad está en mejores condiciones para enfrentar esta negociación, aunque Rusia ha dejado claro que no está en Siria para favorecer a una u otra fuerza política, sino para defender principios y luchar contra el terrorismo.

¿Cómo evalúa usted la amenaza del terrorismo para Rusia? ¿Cómo puede Rusia seguir ayudando a erradicarlo?

El terrorismo es una amenaza interna para Rusia. Ya enfrentaron este flagelo en períodos anteriores, sobre todo en el Cáucaso. A cada rato hay acciones terroristas contra determinados objetivos en Daguestán, Volgogrado, Moscú y otras ciudades, si bien han logrado controlar de manera eficaz estas amenazas. Hay miles de combatientes del Estado islámico provenientes de los países de la CEI, muchos de los cuales hablan ruso y pueden infiltrarse en sus países de origen y realizar acciones armadas.

Las fronteras de Rusia con los países de la antigua URSS son porosas, y hay un tráfico importante de mercancías y personas. Existen serias preocupaciones en Rusia y en los países vecinos por los nexos y ramificaciones que pueden incrementarse entre los terroristas que hoy combaten en el Medio Oriente y los talibanes en Afganistán. Pese a los conflictos con Occidente y EEUU en especial, es posible un incremento de la cooperación internacional en la lucha contra el terrorismo para enfrentarlos. En septiembre del 2015 Putin hizo un llamado a una coalición internacional contra el terrorismo, que no ha sido respondida adecuadamente por Washington y otros estados involucrados. De todos modos, los esfuerzos bilaterales y multilaterales continúan. Es fundamental, no obstante, el enfrentamiento armado y las acciones de los respectivos servicios de seguridad. 

Ahora que se normalizan las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, ¿Cuáles son las perspectivas de los lazos bilaterales de la isla con Rusia?

Algunos medios han incluido la variable de la normalización con EEUU como si fuera a afectar la proyección y compromiso cubano con Moscú. La Habana siempre ha mantenido una política coherente con sus principios y ha sido "amiga de sus amigos" en las diferentes coyunturas. Esto es una posición inteligente, además de ética, pues de lo contrario pierdes legitimidad y confiabilidad frente a los otros actores en la arena internacional y en la perspectiva. Y un país pequeño como Cuba tiene que cuidar sus recursos de poder blandos y este es uno de ellos, como la autoridad moral y la confianza. Sería también absurdo para Cuba disminuir la intensidad de sus nexos con amigos internacionales probados como Rusia —independientemente de los vaivenes de la relación histórica— por una mejoría con un actor tan inestable y rapaz como EEUU, que por otro lado, persigue cambiar el ordenamiento interno cubano, lo que otros no hacen. Una relación no va en contra de la otra. En todos los planteamientos cubanos desde el 2014 no ha dejado de mencionarse la condena a EEUU y la OTAN por las estrategias de acercamiento de su accionar a las fronteras de Rusia, ni las condenas a las sanciones contra Moscú.

Las relaciones ruso-cubanas tienen su propia dinámica, se desarrollan al más alto nivel y tienen bases sólidas, aunque pueden fortalecerse mucho más. Además del diálogo político y la concertación internacional, son muy interesantes, por ejemplo, los proyectos de modernización de las termoeléctricas de Santa Cruz y Mariel por un monto de más de 1.000 millones de euros, y de Antillana de Acero por cerca de 100 millones de dólares. Además de otra colaboración en más de diez áreas y sectores como el transporte, la biotecnología, la ciencia, el turismo o posibles inversiones en la zona de Mariel. La colaboración con Rusia ha sido orientada a fortalecer y recuperar en lo posible la base industrial cubana, clave para el futuro de la isla, lo que otros actores no hacen.

¿Considera usted a Rusia como un factor clave para la seguridad y la multipolaridad del mundo?

Históricamente Rusia, excepto en determinados momentos de su historia, ha sido un actor esencial para la seguridad del mundo. Y creo que continuará siéndolo, no sólo por sus dimensiones, recursos, su poder militar y peso político, sino porque su clase dirigente tiene la voluntad y determinación de hacerlo, independientemente de sus actuales problemas económicos. El poderío de Rusia tiene muchas reservas internas que no han sido aún explotadas.

En cuanto al sistema internacional, creo que no será más unipolar como pasó después de la caída del campo socialista a inicios de los noventa, en buena medida gracias a la actuación de Rusia. Ya las modalidades de la multipolaridad, el nivel de poderío de los distintos actores, su dinámica, sus ascensos y descensos, sus conflictos, alianzas, cooperaciones, etc., serán variables en constante movimiento a las que hay que continuar prestando atención pormenorizadamente. Nada está escrito.

miércoles, 11 de mayo de 2016

La conmemoración en Rusia del Aniversario 71 de la Victoria contra el Fascismo y la celebración del Desfile de la Victoria fueron los temas principales de la Mesa Redonda

Fotos: Roberto Garaicoa

Por: Yailín Orta, especial para la Mesa Redonda


La conmemoración en Rusia del Aniversario 71 de la Victoria contra el Fascismo y la celebración del Desfile de la Victoria fueron los temas principales de la Mesa Redonda de este lunes, junto al análisis de la situación en Brasil y el Golpe de Estado parlamentario que se intenta contra la Presidenta Dilma Rousseff.
Unos 10 000 militares y más de 100 unidades de equipos militares, así como 71 helicópteros y aviones, número elegido a propósito de los años de celebración de la gloriosa victoria de la Unión Soviética sobre la Alemania nazi, desfilaron por el corazón de la capital rusa este 9 de mayo.

La conmemoración de la hazaña del pueblo soviético estremeció la Plaza Roja de Moscú con el espectacular Desfile del Día de la Victoria, en el que se rinde emotivo homenaje con la marcha del Regimiento Inmortal a los más de 27 millones de soviéticos que perdieron la vida en los cuatro años de conflicto de la Gran Guerra Patria.

Uno de los momentos clave del evento fue la aparición sobre el empedrado de la Plaza Roja de la Bandera de la Victoria, la misma que soldados soviéticos hicieron ondear sobre el Reichstag de Berlín en mayo de 1945.

El Presidente Vladimir Putin recalcó, antes de declarar un minuto de silencio: “Inclinamos la cabeza ante la bendita memoria de hijos, hijas, padres, madres, abuelos, esposos, esposas, hermanos, hermanas, compañeros de armas y amigos. Ante todos los que no regresaron de la guerra, ante todos los que ya no están con nosotros”.

Para el Doctor Leyde Rodríguez, con este hecho estamos en presencia de una evolución de los desfiles militares en ese país, y eso se corresponde con la política exterior y los cambios de carácter geopolítico, porque Rusia es una potencia reemergente en el sistema internacional.

“A través de ese despliegue de su poderío militar se visibiliza su capacidad para responder a las sanciones o a las amenazas a su seguridad nacional, como ha ocurrido con el caso de Ucrania y los movimientos de tropas hacia ese país”, añadió.

El analista argumentó que aunque en el discurso Putin no menciona a los actores que amenazan, como lo son la OTAN y sus aliados, lo cierto es que se refería a estas fuerzas, que han buscado la forma de cercarlos.

En su opinión, este fue un desfile que mostró las tradiciones de lucha de las fuerzas progresistas y resaltó los valores y la identidad nacional de ese país.

Los desfiles, acotó, tienen una visión estratégica en cuanto a la inspiración que deben tener las nuevas generaciones en el pasado, a la vez que le rinden honor por salvar al mundo del fascismo que quería controlar a todo el planeta.

La Segunda Guerra Mundial, dijo, afectó a más de 60 países y la Gran Guerra Patria abarcó a todo el territorio de la Unión Soviética, pero consiguieron conservar la supervivencia frente a la agresión extranjera y derrotaron al fascismo.

Leyde Rodríguez explicó que estos desfiles reivindican y ponen en su justo lugar a la historia de ese país, cuando el proceso de revisión de la historia tuvo un alto costo para la Unión Soviética. “Desmontaron lo que habían construido con un gran esfuerzo. Por ello hay que tener un especial cuidado con la historia”.

Resaltó que la entrega de ese pueblo fue un ejemplo de lucha por la paz, y que lo que se trata es de poner la historia en su lugar. Además, en cierto momento se trató de ponderar que fue Estados Unidos quien tuvo un papel decisivo en la Segunda Guerra Mundial, cuando ellos se incorporaron cuando apenas quedaban unos meses para el fin del fascismo.

“Los pueblos aliados a la Unión Soviética fueron los que tuvieron un mayor peso. El día de hoy es el del pueblo Soviético y el día de Europa y de la humanidad, por ello una ceremonia como esta tiene tanto simbolismo e importancia”, subrayó.

También aludió a que hay que admirar a ese pueblo, que fue capaz de reconstruirse pacientemente con su propio esfuerzo y no con un Plan Marshall, que fue la estrategia de Estados Unidos para la reconstrucción de los países europeos después de la Segunda Guerra Mundial.

Julio César Mejías, periodista de Prensa Latina y corresponsal de Telesur, vía telefónica precisó que esta fue una jornada grandiosa, “porque además de este desfile y la Gran Parada Militar, ciudadanos de la antigua Unión Soviética marcharon con fotografías de sus familiares en todas las ciudades de Rusia.

Igualmente se detuvo en el hecho de que los Cinco Héroes y el coronel Orlando Cardoso Villavicencio participaran en esta celebración. “Estuvieron invitados especialmente a este gran desfile, y luego acompañaron a integrantes de movimientos de solidaridad con Cuba que participaron en un acto multitudinario en el centro de Moscú. Allí pudieron estrechar las manos de muchos de los que se integraron a la lucha por su regreso”, expresó.

En este momento necesario para mantener viva la memoria histórica, Putin pronunció un emotivo discurso, que para el Doctor Leyde Rodríguez constituyó una pieza bien elaborada, breve y concisa, pero con los elementos fundamentales que debía expresar a los sectores de poder, tanto internos como a nivel internacional.
“Cuando escuchamos el discurso y vemos el desfile, advertimos que no era necesaria una pieza de oratoria extensa, porque la propia marcha habla de la capacidad que tiene Rusia de vencer y de disuadir las amenazas a su seguridad nacional y a su economía”.

Doctor Leyde Rodríguez
En el plano interno, afirmó, tiene un contenido muy patriótico porque exalta el orgullo y la identidad nacional, y en ello radica la cohesión de todo el pueblo en torno al liderazgo de Putin y al lugar que se proponen en el sistema internacional.

Con esta marcha se resaltó además el sentido del internacionalismo de ese pueblo y se busca generar una cultura política para rescatar lo positivo del pasado. “Este era un país respetado. Y aunque no es posible regresar al pasado, bajo la bandera de la Unión Soviética ellos alcanzaron resultados gloriosos como haber salvado al mundo del fascismo”.

Fuente: El mundo celebra la victoria contra el fascismo ( Fotos y Video)
             Mesa Redonda. 

martes, 10 de mayo de 2016

Posibilidades de una “multipolaridad benigna en el actual”orden” mundial: una aproximación a la luz de la geopolítica brasileña

Por  Georgina Németh Lesznova[i] 
                    
El actual “orden” mundial como entorno-marco de los procesos globales

Antes de referirnos a las características  de la inserción brasileña en los procesos globales, consideramos menester delinear los principales rasgos del actual “orden” mundial y de sus procesos globales que condiciona la inserción de Brasil en estos, así como a la geopolítica de este.
La definición de dicho concepto – el “orden” mundial - se hace especialmente necesaria, porque bajo el término de un “nuevo orden mundial” - al cual se suele referir como el orden mundial que, “mediante la nueva multipolaridad en el siglo XXI, reemplazará al orden mundial actual” - a menudo (y, a nuestro modo de ver,  erróneamente) se entiende un “nuevo sistema económico y político”, aludiendo a un contenido ideológico diferente al del actual “orden” mundial cuando, en realidad, se trata apenas de un nuevo proceso de reconfiguración geopolítica – o sea, un cambio de la correlación de fuerzas a nivel global, mediante la disminución y aumento, en términos relativos, respectivamente, de las cuotas de poder económico, financiero, militar, tecnológico, mediático, etc.  entre los principales actores oficiales de la geopolítica global: los estados nacionales o/y bloques conformados por estos, respectivamente.  Esto, sin embargo, no implica cambios estructurales esenciales del actual sistema económico y político mundial.
Por tanto, bajo el concepto del actual “orden” mundial, en lugar de referirnos al llamado “equilibrio” de la correlación de fuerzas entre los diferentes polos de poder – en su calidad de ser una fotografía coyuntural de los procesos geopolíticos globales - consideramos más adecuado interpretar ese término como el sistema económico y político hegemónico del mundo, cuyas reglas de juego no solo se dictan por estados nacionales sino, en buena medida, por actores trans- y supranacionales (lo cual refuerza el carácter contradictorio de dicho “orden”).        
Dichas reglas de juego del así concebido “orden” mundial vigente, debido al propio carácter sistémico de este, generan procesos que resultan en la llamada “reconfiguración geopolítica” – o, en otras palabras, el cambio de la correlación de fuerzas a nivel global entre los centros de poder tradicionales y emergentes, respectivamente (si bien, igualmente podría llamársele “redivisión del mundo en el siglo XXI”).  
En el transcurso de dicha reconfiguración geopolítica, se simultanean, el relativo declinio[ii] de la hegemonía económica, financiera, militar y tecnológica de Estados Unidos, por un lado, y la expansión de la influencia multifacética en el anteriormente referido “orden” mundial, de los referidos nuevos polos de poder.
Este relativo declinio del poder estadounidense “plantea un reto para la posición ventajosa de Estados Unidos en la configuración multipolar del mundo”[iii], lo cual constituye el fundamento de la aceleración del despliegue de la proyección por EEUU en la articulación de grandes alianzas megarregionales de “integración profunda” de libre comercio e inversiones, para balancear el ascenso de otras fuerzas con la suya y sus aliados. Dicha articulación se basa en las cadenas globales de valor, productivas y de servicios que traspasan las regiones convencionales y configuran nuevos espacios geoeconómicos y geopolíticos (Fernández Tabío, 2013), que se llevan a cabo a través del desarrollo de los mega acuerdos inter y transregionales, tales como la Alianza Transatlántica y la Alianza Transpacífico, entre otros.[iv] En otras palabras, la globalización se expande de forma concomitante con una nueva regionalización geoeconómica del mundo, o sea, con la formación de bloques o mercados regionales”. [v] (Vesentini, 2003)

Los mencionados procesos geopolíticos son propios del actual  “orden” mundial, debido a la razón de que, este está basado en la hegemonía de la burguesía mundial (cada vez más transnacionalizada[vi]) y, por tanto, está regido por el sistema de acumulación y consumo capitalista que, mantiene a la mayor parte de la población del planeta, en una permanente crisis multidimensional a escala global.
Dicha crisis[vii] multidimensional del actual “orden”mundial, es una crisis sistémica, ya que se debe a la propia naturaleza del sistema capitalista. Esta afirmación queda reforzada por el hecho de que, ninguna de las más variadas “recetas” metodológicas –  políticas económicas neoclásicas, keynesianas, neoliberales, neodesarrollistas o mixtas - dirigidas a solucionar las tantas veces resurgidas crisis del capitalismo ha resultado eficaz para impedir el resurgimiento de nuevas crisis – o, más exactamente, nuevas recesiones económicas - estas solo sirvieron para afincar los pilares del establishment, a costo de una explotación cada vez más intensa de la clase trabajadora, de los recursos naturales y del deterioro del medio ambiente, unida a expansión del capital cada vez más transnacionalizado y a la intensificación de la carrera armamentista a escala mundial en función de las cruzadas imperialistas para mantener dicho “orden”  .
Pese a la necesidad de solucionar los problemas humanitarios causados por los mecanismos del referido régimen hegemónico, en la reconfiguración geopolítica global, está ausente un nuevo paradigma  económico, social, científico-tecnológico, energético e ideológico diferente a las reglas del actual “orden” mundial, ya que ninguno de los polos de poder económico llamados “emergentes” de nuestro presente se ha propuesto hasta ahora una ruptura radical con el sistema político, económico y financiero global basados en el modo de acumulación y consumo capitalista, ni la implantación de uno esencialmente diferente en su lugar (o, en otras palabras: con el actual “orden” mundial).  
Lo anterior queda reflejado en las palabras de Theotônio dos Santos, manteniendo su plena vigencia en el siglo XXI:
No se prevé, por tanto, una ruptura con el poder del capital transnacional, ni el fin de la dominación ejercida por las oligarquías nacionales y los viciados e inhumanos mecanismos inherentes al dominio de estos, respectivamente. El capital busca apropiarse de la fuerza de trabajo del planeta subyugándola a la producción de plusvalía. La exportación de capitales es el instrumento que realiza tales objetivos. (Theotônio dos Santos, Imperialismo y dependencia).
De ahí que, en la etapa actual de la historia de la humanidad – el capitalismo globalizado, en su fase imperialista - no se trata, por tanto, de la construcción de un “orden mundial nuevo” esencialmente diferente al actual: simplemente, de una reconfiguración de la correlación de fuerzas del imperialismo y la redivisión de sus áreas de interés geopolítico (inseparables de la dimensión espacial geográfica de estas, donde tanto el territorio geográfico físico terrestre, marítimo como el espacial, conjuntamente con los nuevos espacios de la expansión geopolítica, juegan un invariable papel), en el marco del actual sistema económico y político mundial, o, dígase, en el actual ”orden” mundial. 
En dicha reconfiguración geopolítica, uno de los principales actores de los primeros dos decenios del siglo XXI ha sido el BRICS[viii], cuya consolidación[ix] durante la última década, como bloque de concertación política, económica y financiera en las más diversas plataformas internacionales,  ha devenido en una de las principales amenazas para la continuidad de la hegemonía estadounidense.
La otra amenaza ha sido la UNASUR y la CELAC, como resultado del esfuerzo de gobiernos revolucionarios y progresistas de la región por construir una América Latina (y un Caribe) independiente, soberana y unida (frente al panamericanismo que Estados Unidos pretende impulsar en ese continente que considera su traspatio de todos los tiempos) ya que, entre otras cosas, un bloque latinoamericano “patriagrandista”, liderado, además, por un país integrante del BRICS – Brasil - aceleraría el proceso de reconfiguración geopolítica global, reforzando el carácter antihegemómico de dicho proceso.  
Los logros impulsados por los gobiernos revolucionarios y progresistas de la región rumbo a una unidad latinoamericana y caribeña soberana e independiente, son contrarios a los intereses de Estados Unidos que necesita recuperar su tradicional traspatio. A ello de debe la reciente contraofensiva de la derecha latinoamericana (cuya alianza y concatenaciones con la derecha estadounidense son obvias y conocidas), materializada (además de megaacuerdos desfavorables para los países de la región ya establecidos y otros cuya concreción es objeto de presión por parte de Estados Unidois y sus aliados), por resultados electorales favorables a las oligarquías proestadounidenses, tras previas campañas mediáticas, guerras económicas, así como golpes blandos y otros métodos para derrocar a las fuerzas de izquierda y progresistas en América Latina.
La actuación antihegemónica de Brasil en el seno del BRICS, por tanto, es uno de los elementos contra los cuales se dirige la contraofensiva actual de los sectores más transnacionalizadas (y, de facto, proestadounidenses) de la oligarquía de ese país, materializada en el proceso de impeachment contra la presidente Dilma Rousseff.    

El patrón de inserción global de Brasil: ¿solidaridad o pragmatismo?

La pertenencia de Brasil al BRICS, se inscribe dentro de la vocación universalista del gigante latinoamericano, elemento presente en su política exterior desde los años 1950. De acuerdo a dicha vocación, Brasil pretende mantenerse como una de las principales potencias emergentes que protagonizan el proceso de transición hacia un mundo multipolar. No obstante, a diferencia de gobiernos anteriores de corte neoliberal que pretendían lograr una ascención de Brasil como potencia, bajo la égide protectora de Estados Unidos, los gobiernos petistas tienen el mérito de haberle proporcionado a la construcción del nuevo mundo multipolar, un viraje hacia el Sur, contribuyendo a que esta nueva multipolaridad esté basada en una nueva distribución de las “cuotas de poder” que aventaje a los países del Sur. Por tanto, la política exterior de los gobiernos del PT en Brasil, marca una fase peculiar en la reconfiguración geopolítica mundial, mediante la firmeza de su orientación hacia la construcción de una correlación de fuerzas entre los polos de poder distinta a la hegemonía estadounidense.

Para tales efectos, Brasil, a partir de 2003 – año de inicio del mandato del Presidente Lula - ha trazado una política de inserción geopolítica basada en el proceso de fortalecimiento de la inserción de Brasil en el eje de la cooperación[x] Sur-Sur. 

Este elemento ha devenido en un identificador relevante de las preferencias nacionales, así como en la reafirmación de la identidad brasileña en el mundo, convirtiendo la idea del Sur en un factor orientador de la formulación de la política exterior brasileña (White, 2013:118). 

No obstante, su alcance ha sido limitado, frente a otras modalidades de la inserción que las reglas de juego globales le han impuesto a Brasil. 

Al referirse al tipo de inserción que Brasil, como global player, necesita, Celso Amorim, durante su mandato como Ministro de Defensa de la República Federativa de Brasil, en 2012, expresó: 
“La sociedad brasileña tiene hoy por delante el desafío de edificar una gran estrategia de inserción en el mundo. Esta estrategia involucra, ante todo, defensa y política exterior, pero también depende de elementos internos. Crecimiento económico, con estabilidad financiera, cohesión social, obtenida con una mejor distribución de la renta, en un ambiente de democracia plena, han coadyuvado a que el pueblo brasileño mirara con mayor confianza hacia su futuro. Ese elemento subjetivo, basado en factores objetivos, es esencial para el ejercicio de un papel consistente con las dimensiones de nuestro país.”[xi]
De acuerdo a lo anterior, el gigante latinoamericano no ha renunciado a su estatus de global player si bien el dinamismo de la economía brasileña[xii] de los últimos años no ha contribuido fielmente a la validación de su pertenencia a los polos emergentes integrantes del BRICS en base del pronóstico inicial que originara la creación de ese acrónimo, no obstante, continuó su labor de concertación política en el seno de dicho grupo que, por su parte, ha logrado importantes resultados, tales como la creación del Banco de Desarrollo del BRICS, entre otros.
Es en el marco de la actuación de Brasil como global player que se inscriben las iniciativas de este dirigidas a la creación de coaliciones, así como su participación y liderazgo en las más diversas negociaciones globales. Es a ello que se debe, por ejemplo, la creación del G20 en Cancún, la reaproximación estratégica de Brasil al continente africano, el liderazgo brasileño en la MINUSTAH y, la visión en el seno del Itamaraty, que concibe a la integración latinoamericana bajo liderazgo brasileño.   
En correspondencia con dicha visión, según varios autores (Dr. Ronaldo Carmona, 2013, Marco Aurélio García, 2013, Antonio José Ferreira Simões, 2013), Brasil pretende que su ascenso sea en asociación con sus vecinos, ante todo, porque así el ascenso será fortalecido.  Conforme expresara Marco Aurelio García, “Brasil en un mundo multipolar, no quiere ser un solo polo de poder, sino un polo de poder con sus vecinos”.
En tono con lo anterior, en noviembre de 2014, el ministro brasileño de Relaciones Exteriores Luiz Alberto Figuereido ofreció un discurso a los estudiantes y profesores de la Universidad de Brasilia. En dicho evento, en relación con la integración regional, Figuereido manifestaba: “Sur América es un área prioritaria en la política internacional de Brasil (...) Estamos interesados en trabajar activamente para consolidar un espacio suramericano próspero y democrático de integración”. Al mismo tiempo, También recalcó la necesidad de incrementar los niveles de participación brasileña en los esfuerzos regionales de integración a través de la promoción de una “diplomacia económica”.

Conforme al discurso, durante los gobiernos Lula da Silva e Dilma Rousseff, América del Sur devino en el “entorno estratégico” de Brasil, frente a épocas anteriores a los gobiernos petistas, cuando las administraciones de ese país priorizaran sus relaciones con Estados Unidos, bajo términos de intercambio obviamente desventajosas para Brasil.  Con los gobiernos petistas, tanto América Latina y el Caribe, como América del Sur, más especialmente, América del Sur,   llegó a ocupar un lugar estratégico dentro de la política exterior, así como de la política  industrial brasileñas. La subregión llegó a ser considerada como el entorno estratégico de Brasil, y entendida como importante espacio de fortalecimiento del poder político de Brasil para una mejor inserción brasileña en el escenario global –- así como un excelente espacio para la inserción de las empresas brasileñas en el exterior.

De acuerdo a dicha proyección, la referida inserción de Brasil tomó cuerpo, principalmente, mediante la expansión del capital brasileño a través de la internacionalización de sus empresas, con especial peso en Suramérica, conforme al estatus de “entorno estratégico” que le fuera concedido a partir de los gobiernos petistas. 

Pese a que Brasil mantuvo su política macroeconómica de administraciones anteriores (de corte preponderantemente neoliberal), la retomada por los gobiernos petistas, del protagonismo del Estado en la dirección de la política económica nacional, le favoreció al movimiento de internacionalización de las empresas brasileñas.

A esto se unieron las políticas de desarrollo industrial[xiii]  de Lula y Dilma,  las cuales, igualmente, privilegiaron a la región latinoamericana y, especialmente, a Suramérica.

La región fue comprendida como importante espacio para sumar fuerzas en beneficio del poder político de Brasil, para una mejor inserción de este en el ámbito internacional, así como un espacio para la expansión de las empresas brasileñas.  La internacionalización de las empresas brasileñas, es una muestra más de que Brasil ha priorizado la región de América Latina ya que, esto ocurrió principalmente en América Latina.    

El desarrollo de una nueva política de integración regional, sobre todo, la UNASUR, que trajo en su seno proyectos de integración estructurales, convergió con los objetivos de la política industrial brasileña de internacionalización de las empresas brasileñas. Estas pasaron a actuar en varios proyectos regionales, por medio de financiamientos recibidos por parte del gobierno brasileño.

En el ranking de la Fundación Getúlio Vargas,. De Brasil, América del Sur aparece también como región privilegiada para la implantación de primeras subsidiarias de las empresas brasileñas en el exterior. De igual modo, el 51,9% de las empresas del ranking de la FDC en 2014 señalaron a Suramérica como región destino de su primera inversión en subsidiaria en el exterior, dejando a América del Norte en segunda posición, con el 33,3% del total.
 A esto se le añade la política de desarrollo en el sector industrial de los gobiernos Lula y Dilma y, principalmente de los dos mandatos de esta última, consagrados en los planes anteriormente mencionados. La preferencia por el desarrollo industrial impulsado por dichos gobiernos, se refleja también mediante una tendencia creciente en la cantidad de proyectos de inversiones realizadas por empresas brasileñas en América del Sur entre 2007-2014.
La internacionalización de las empresas brasileñas, así como otras proyecciones en materia de comercio exterior e inversiones de Brasil muestran que la expansión del capital de esta forma ha sido la principal vía de la inserción del gigante latinoamericano en el actual proceso de reconfiguración geopolítica mundial.
Si bien la política exterior de los gobiernos de Lula y Dilma ha sido decisivo para el fortalecimiento del bloque latinoamericano y de los procesos antihegemónicos, habiendo dado un paso hacia la multipolaridad mundial vs. hegemonía estadounidense, el patrón de inserción internacional de Brasil no representa una “inserción de nuevo tipo“, basado, por ejemplo, en la “ayuda mutua entre los países en base de la complementariedad de las economías de estos”, sino se realiza mediante la expansión capitalista, con apoyo del Estado, reforzando con ello, las reglas de juego dictadas por el sistema capitalista a nivel global.
En torno al carácter de la inserción mundial brasileña, se observa, por tanto, el pragmatismo cuando el Ex-Ministro de Relaciones Exteriores Celso Amorim, al defender el fortalecimiento de las relaciones Sur-Sur, afirma “nadie es ingenuo como para pensar que puede hacer política exterior solo en base de la solidaridad (...). Al haber profundizado  el diálogo Sur-Sur (en la política exterior brasileña) hicimos algo que fizemos algo que hasta entonces no tenía precedentes. Esto, incluso, fortaleció nuestro diálogo con el Norte”. [xiv]
Consideraciones finales
1.            El actual “orden” mundial, pese al proceso de reconfiguración geopolítica en marcha hacia un mundo multicéntrico o multipolar (vs. unipolar o hegemónico) mediante la emergencia de nuevos polos de poder (de poder, principalmente, económico), sigue basándose en la hegemonía del neoliberalismo, cuyas “reglas de juego” son dictadas por los actores muchas veces trans- y supranacionales del gran capital, de acuerdo, prepondeerantemente, a los intereses y del imperio estadounidense y sus aliados.
2.            Dichas reglas de juego, son incompatibles con el fortalecimiento de los procesos sociales a favor de las mayorías al interior de los países latinoamericanos, así como con los mecanismos de concertación, cooperación e integración Sur-Sur intra y extrarregionales emprendidos y protagonizados por los gobiernos progresistas de la región. Especialmente, la consolidación de bloques y mecanismos protagonizados por gobiernos progresistas – tales como la UNASUR, el Mercosur y el BRICS - resulta contraria a los intereses imperiales de Estados Unidos por recuperar su mando sobre su históricamente pretendido traspatio: el continente latinoamericano.    
3.              El reciente avance de la derecha latinoamericana, materializada mediante resultados electorales favorables a estos, tras previas campañas mediáticas, así como “golpes blandos” y otros métodos para derrocar a las fuerzas de izquierda y progresistas, responden a la contraofensiva de Estados Unidos por contrarrestar su relativa pérdida de hegemonía en el proceso de reconfiguración geopolítica mundial. 
4.            Por consiguiente, la multipolaridad geopolítica en los primeros dos decenios del siglo XXI, continua subordinado a las reglas de juego del neoliberalismo que, no por tener un grado cada vez más transnacionalizado deja de subordinarse a los intereses de Estados Unidos y sus aliados, debido al peso preponderante del capital estadounidense y de sus aliados a nivel global.
5.            Por otra parte, ninguno de los polos de poder emergentes del siglo XXI se ha propuesto cambiar radicalmente la esencia del funcionamiento del actual “orden mundial” (o sea: un orden alternativo al capitalismo), sino posicionarse mejor ante choques externos emanados por el propio sistema y aumentar su propia influencia sobre los procesos globales, para lo cual, debe adecuarse a los mismos mecanismos predominantes que rigen al actual “orden” mundial: los del neoliberalismo.
6.            A pesar de lo anterior y con independencia del enfoque cada vez más solidario y cooperativo del discurso de Brasil con sus vecinos y con otros países “del Sur” que ha caracterizado a las administraciones de Lula y Dilma, referidas a la política integracionista de Brasil, han prevalecido los intereses geopolíticos brasileños sujetos a las reglas del actual “orden mundial”, las que están subordinadas al capitalismo globalizado. En este sentido, la incrementada presencia internacional de Brasil – que, preponderantemente, es una presencia económica - sigue el tradicional patrón de acumulación capitalista, con su correspondiente expansión hacia el exterior.  
7.            El mero hecho de que el proceso de reconfiguración geopolítica hacia un mundo multipolar sea una tendencia contraria a la hegemonía estadounidense, no constituye, en sí, argumento suficiente para juzgar la calidad de esa multipolaridad, otorgándole el calificativo de “benigno”. Por un lado, porque la emergencia de nuevos polos de poder y el relativo declinio de la hegemonía estadounidense, no significa – ni mucho menos - el fin de conflictos interimperialistas (aún cuando los conflictos interimperialistas, no necesariamente se manifiesten siempre por la vía bélica). Por el otro, porque, la multipolaridad emergente, bajo la hegemonía de las reglas de juego del capitalismo, en lugar de representar un nuevo orden económico y social verdaderamente “benigno”, apenas reproduce los viejos mecanismos de acumulación y consumo propios del capitalismo, con sus respectivas relaciones de explotación en detrimento de  las clases sociales y pueblos más desaventajados. Solo que, todo esto ocurre con la novedad de que estos mecanismos que antes solo caracterizaban las relaciones Norte-Sur, ahora aparecen también a escala de los propios países del Sur, entre estos. Por otra parte, el multipolarismo, en sí, hasta la actualidad no ha significado ni la reducción de la carrera armamentista a nivel global después de la guerra fría, ni la reducción del hambre, de las enfermedades y de las desigualdades sociales. Y sí, la expansión del capital cada vez más transnacionalizado y de sus viejos mecanismos hacia nuevas regiones, para convertirlas en sus nuevas zonas de influencia, sometiéndolas de este modo, a nuevas relaciones de dependencia.            
8.            La multipolaridad, por tanto, solo será “benigna”, cuando el orden mundial esté basado sobre nuevos pilares, diferentes a las reglas de juego del capitalismo, donde prevalezcan los verdaderos intereses de los pueblos, frente a la hegemonía del gran capital transnacional. Hasta entonces, la multipolaridad, en sí, no traerá cambios esenciales en beneficio de la humanidad.
Notas:


[i] Máster en Relaciones Económicas Internacionales, doctorante, profesora del Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García”.   E-mail: ginanemeth@isri.minrex.gob.cu


[ii] Este es apenas un declinio en términos relativos, ya que, pese a que su deuda pública haya aumentado, de 2007 para 2014, de 65% al 106% de su PIB (Barroso, 2015) y sus indicadores económicos y sociales muestren una tendencia de decadencia, el dólar estadounidense sigue siendo la principal moneda de atesoramiento mundial. Asimismo, Estados Unidos sigue ejerciendo la hegemonía mundial en términos de poderío militar la suma de las ojivas nucleares, drones y submarinos de Estados Unidos y las principales potencias  emergentes, además de que, la suma del PIB de todos los países emergentes juntos, no llega al 80%  del PIB de EEUU (Pinheiro, 2012).
[iii] Dr. Luis René Fernández Tabío, 2013.EEUU: Perspectiva geoeconómica mundial y nuevo patrón de proyección externa. Cuadernos de Nuestra América, CIPI, 2013. 
[iv] Mediante estas alianzas, proyectadas con un horizonte puesto en el 2030, Estados Unidos  se propone mantenerse como principal potencia mundial en un sistema mundial multipolar, sin la hegemonía de ningún país en particular.    
[v] Traducción de la autora, del idioma portugués, en el original en: “Nuevo orden, imperialismo y geopolítica global” (2003), José William Vesentini, pg, 106/107.
[vi] Ref.: Dr. Jorge Casals Llano/Msc. Georgina Németh Lesznova: Una contribución a la comprensión de la geopolítica y los cambios geopolíticos en la actualidad. Seminario de Relaciones Internacionales “ISRI 2016”. Dr. Jorge Casals Llano
[vii] …”la crisis del neoliberalismo –a pesar de ser global –es, primero que todo, la crisis del paradigma estadounidense y del “pensamiento único” globalizado por el “Consenso de Washington”, y hace singularmente manifiesta la crisis de ideas respecto a la evolución del capitalismo y sus limitaciones, lo que hace imposible la comprensión de fenómenos tales como la unicidad y a la vez multiplicidad de la(s) crisis como lo que es(son), fruto legítimo de las leyes del modelo y del propio sistema capitalista”. (Casals Llano, 2008) …las verdaderas causas de la crisis actual: las contradicciones inherentes al capitalismo y al neocapitalismo y la insalvable contradicción entre los EEUU – estado nación, paradigma, baluarte y gendarme del capitalismo mundial, y los EEUU – estado imperio, devenido “estado sobredimensionado”. Tales contradicciones son consecuencia de que, por su propia naturaleza, el capitalismo potencia la capacidad productiva del capital lo que socava, al propio tiempo, el “inmenso arsenal” sobre cuyas bases el capital se realiza como tal: las mercancías. Ello es así porque el desarrollo de las fuerzas productivas hace que el “problema” para los productores en el capitalismo deje de ser “de producción” para pasar a ser “de realización”, lo que ni mucho menos signifique que estén satisfechas todas las necesidades de la población mundial, que no existan hambrientos (actualmente 923 millones, según la FAO) ni subalimentados (súmele algunas decenas de millones más a la cifra anterior), que todos tengamos vivienda, vestimenta, y disfrutemos de adecuados niveles de salud, educación, esparcimiento, recreación. Dr. Jorge Casals Llano: La crisis actual: ¿financiera o sistémica?
[viii] Acrónimo por las primeras siglas de los países pertenecientes a este grupo de concertación, compuesto por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. 
[ix] La dimensión comercial del BRICS, por ejemplo, es una prueba de la importancia que van ganando las relaciones entre los países pertenecientes a este grupo: entre 2002-2013, el volumen del comercio intra-BRICS aumentó en un 1.035% (de 74,9 mil millones para 850,7 mil millones de USD) y el comercio del BRICS con el resto del mundo, aumentó en un 525% en ese mismo período (de 1,04 millones de millones para 6,49 millones de millones de USD). Fuente: (Damico, 2015)  
[x] Sobre la evolución, dimensiones y características de la cooperación Sur-Sur de Brasil, ver el artículo intitulado “La cooperación brasileña para el desarrollo internacional, por un nuevo escenario geopolítico mundial” de la autora (Georgina Németh lesznova), publicado en la Revista Política Internacional, XX, Ebero-diciembre 2013, La Habana, Cuba.     
[xi] Revista da Escola Superior de Guerra, Rio de Janeiro, v. 27 n. 55, 2º Semestre 2012
[xii] Brasil es la séptima economía del mundo, pero su participación en el comercio mundial no refleja esta posición. El comercio exterior brasileño de bienes y servicio, solo ocupaba el 27,6% del PIB de Brasil en 2013, mientras que en las seis mayores economías del mundo, el promedio de esta proporción alcanza el 53,4 del PIB de estos, respectivamente. De igual modo, los países integrantes del BRICS, también presentan mayores proporciones en esta materiaSudáfrica  (64,2%), Índia (53,3%), Rusia (50,9%) y China (50,2%). Por otra parte, la participación brasileña en el voumen total de exportaciones de bienes del mundo, es apenas 1,2% y 0,7% si solo se tomara en cuenta los bienes manufacturados.
[xiii] No governo Rousseff uma nova política industrial é elaborada, recebendo o nome Plano Brasil Maior “focando no estímulo à inovação e à produção nacional para alavancar a competitividade da indústria nos mercados interno e externo” (BRASIL, 2014).
[xiv] (traducción de la autora)