martes, 4 de abril de 2017

Trump y Cuba: Desafíos y Oportunidades



Por Dr. Elier Ramírez Cañedo
La política que definitivamente adoptará el nuevo inquilino de la Casa Blanca con relación a la Mayor de las Antillas, aún está marcada por la incertidumbre. Las erráticas señales que ha emitido el nuevo mandatario estadounidense generan aún más confusión. Primero fueron los intentos de explorar el mercado cubano como hombre de negocios, algo que sus adversarios políticos usaron contra él durante la campaña electoral; luego, como candidato del partido republicano señaló que no estaba en desacuerdo con el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países, pero que lograría un “mejor acuerdo” que Obama; y finalmente, en la recta final de su campaña presidencial expresó que revertiría las medidas ejecutivas adoptadas por el presidente Obama hacia Cuba. Ya como presidente electo, realizó declaraciones ofensivas y muy desatinadas al producirse la partida física del líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro. “Si Cuba no está dispuesta a hacer un mejor acuerdo para el pueblo cubano, para el pueblo cubanoamericano y para Estados Unidos como un todo, cesaré el trato”, escribió poco después en Twitter.
Las más recientes menciones a Cuba de algunos funcionarios de la administración Trump se han referido a que la política de Washington hacia La Habana, se encuentra en una fase de revisión completa bajo el enfoque de los derechos humanos y que el presidente de los Estados Unidos considera que su país ha regalado mucho a la Isla cuando ésta no ha hecho aún ninguna concesión. Por si fuera poco, luego de una cena con Marco Rubio, Trump llegó a decir que compartía con el senador “ideas muy similares sobre Cuba”.
El todavía hoy indefinido curso de acción que adoptará la administración Trump en su política hacia Cuba, al menos nos permite hacer una lectura positiva: aún permanece abierta la posibilidad de que no sea plenamente reversible el proceso bilateral iniciado el 17 de diciembre de 2014i, aunque por supuesto la nueva administración, llegado el momento, hará sus aportes a la política hacia Cuba. Pero hasta ahora, podemos decir que, la actual política del gobierno de los Estados Unidos hacia Cuba, continúa siendo la que se diseñó e implementó durante la administración Obama. Lo que hemos visto en los primeros meses de mandato de Trump es una especie de congelamiento junto a los ya mencionados pronunciamientos retóricos. Es decir, no ha habido nuevos avances, pero tampoco retrocesos.
Más allá del discurso prepotente, que desde posiciones de fuerza pretende fijar condicionamientos a Cuba, y de un gabinete compuesto mayormente por ultra conservadores -elementos que pudieran augurar un cambio de enfoque-, la administración Trump ha continuado cumpliendo los acuerdos bilaterales firmados en época de Obama, incluyendo los nuevos acuerdos migratorios, lo que ha implicado la devolución a la Isla de los cubanos que han entrado ilegalmente al territorio estadounidense en los últimos meses. Asimismo, las ligeras brechas al bloqueo en el plano comercial continúan su curso, y los sectores de negocios estadounidenses que han apostado por el mercado cubano, lejos de retroceder, han seguido ampliando las relaciones con la Isla, incluso con viajes de delegaciones empresariales. Resulta interesante que tres de los principales aliados de Trump en el Congreso, los representantes republicanos Rick Crawfod, de Arkansas, Tom Enmmer, de Minesota, y Mark Sanford, de Carolina del Sur, han sido promotores de proyectos legislativos dirigidos a debilitar el andamiaje del bloqueo contra Cuba y aumentar las posibilidades de viajes y comercio con la Isla.
¿Qué podemos esperar?
Pienso que quizás aún transcurra algún tiempo, antes de que veamos una política más definida de la administración Trump con relación a Cuba, pues realmente otros son los temas que están siendo ahora priorizados tanto en su agenda doméstica, como internacional.
Por otro lado, Donald Trump no debe tener ningún apuro con Cuba, cuando se acercan los anunciados cambios generacionales en la máxima dirección de la Isla, algo que la clase dominante en ese país siempre ha aspirado aprovechar, y Trump no será la excepción.
No obstante, siempre insisto en que lo más importante a la hora de plantearse los posibles escenarios futuros de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba es enfocarse en las variables fundamentales que incidieron en los anuncios del 17 de diciembre de 2014. Si esas variables se sostienen y consolidan en el tiempo, pienso que la actual administración –al menos si nos guiamos por razones histórico-lógicas- se sentirá impelida a mantener los principales avances bilaterales alcanzados durante la administración Obama, sobre todo aquellos que se acercan más a los intereses de su agenda política. Hacer otra cosa sería el paso definitivo del smart power al stupid power. Trump ha hecho gran énfasis en los temas de seguridad, así como en la necesidad de generar empleos para los estadounidenses, en ambos casos, mantener la cooperación y las posibilidades de negocios con la Isla, puede reportarle importantes dividendos.
Dentro de las variables que empujaron las decisiones del 17 de diciembre de 2014, la dinámica de la situación interna cubana continúa siendo la más importante, la que más impacta en el diseño y la implementación de la política de los Estados Unidos hacia la Isla. Si Cuba logra mantener la estabilidad política y avanzar en su estrategia de desarrollo a partir de la actualización del modelo económico y social, y al propio tiempo, continúa obteniendo sostenidos y contundentes éxitos en el plano internacional; le será bien difícil –aunque no imposible- a Trump y su equipo destruir los puentes establecidos a partir del 17 de diciembre del 2014. Téngase en cuenta, la existencia de un sector considerable de la élite de poder en los Estados Unidos con un marcado interés de incidir en el proceso de transformaciones internas que tiene lugar hoy en la Isla, algo que la política anterior al 17D imposibilitaba.
La evolución de la situación en América Latina y el Caribe y la política exterior de Estados Unidos hacia la misma, también resulta un escenario de grandes implicaciones para las relaciones bilaterales. Sin duda, los cambios ocurridos en la región de 1999 hasta el 2014, tuvieron un notorio impacto en el rediseño de la política hacia Cuba, pues Estados Unidos había ido quedando cada vez más aislado en el hemisferio con su arcaica política hacia la Isla, en un momento de auge de los movimientos progresistas y de izquierda. Ese escenario ha sufrido algunas modificaciones ante la arremetida imperial-oligárquica en la región, pero sigue siendo un terreno en disputa.
Otras variables como la dinámica interna en los Estados Unidos, donde juegan un papel importante los sectores empresariales y de negocios,ii la opinión pública estadounidense, iii los cambios demográficos y políticos ocurridos en la comunidad de origen cubano en los Estados Unidosiv, así como un consenso cada vez más significativo dentro de la clase dominante de ese país que apoya el “nuevo enfoque” de política hacia Cuba, también favorecen la tendencia de apoyo al “proceso de normalización de las relaciones”.
El entorno internacional caracterizado -entre otros aspectos- por el desafío que representa para la hegemonía estadounidense el auge de China y Rusia, incluso en la propia región latinoamericana y caribeña, también refuerza el argumento de los sectores de poder en Estados Unidos que abogan por un enfoque diferente en la política de los Estados Unidos hacia la Mayor de las Antillas.
Entre otros factores a tomar en cuenta proclives a mantener lo logrado en época de Obama, estarían:
-Las amplísimas áreas de interés común para la cooperación que se han ido construyendo y cuyos resultados beneficiosos no pueden ser ignorados, junto al hecho, ya comprobado, de que Cuba realmente constituye una garantía para los auténticos intereses de seguridad nacional de los Estados Unidosv, en asuntos como la lucha contra el terrorismo, el tráfico de personas, la inmigración ilegal, el tráfico de drogas, el enfrentamiento a catástrofes naturales y el combate a grandes pandemias y enfermedades infecciosas, por solo mencionar algunas áreas.
-El incremento sostenido de vínculos entre ambas sociedades (viajes, intercambios académicos, científicos, culturales y deportivos) las cuales tienen un gran impacto en el cambio de la imagen Cuba a lo interno de la sociedad estadounidense y hacen más difícil un regreso a un contexto de rompimiento como el que caracterizó el período de George W. Bush.
-El surgimiento de un lobby pro normalización, en el que el nuevo grupo de presión bipartidista Engage Cuba, integrado por importantes sectores de negocios y organizaciones no gubernamentales, constituye una de las organizaciones más activas y visibles.
-El cambio paulatino de las posiciones sobre Cuba dentro del legislativo estadounidense, que tiende a reducir paulatinamente el predominio prácticamente absoluto que sobre el tema tuvieron los congresistas de la extrema derecha cubanoamericana durante décadas.
Por lo tanto, tomando en cuenta estos elementos y si realmente Trump logra terminar su mandato en medio de múltiples contradicciones sistémicas internas, me aventuro a pensar que antes de tomar una decisión final de continuar el proceso de normalización o revertir total o parcialmente sus progresos, su administración mantendrá el status quo alcanzado con Cuba y al propio tiempo se dedicará a ir generando –mientras las condiciones se lo permitan- un contexto de presión sobre Cuba con la intención de reducir su capacidad negociadora de cara al futuro. Esta presión no solo formará parte del discurso político, sino de acciones concretas que favorezcan los intereses de los Estados Unidos -en especial en América Latina y el Caribe- en detrimento de los de Cuba. La desestabilización de los gobiernos progresistas y de izquierda en la región, teniendo como frente principal a Venezuela, aliada estratégica fundamental de Cuba en la región y eje articulador de los procesos integracionistas y de unión en Nuestra América apartados de las lógicas de dominación de Washington, es parte ya del escenario actual, constituyendo de hecho un rasgo de continuidad con la política hemisférica de la administración Obama.
Nuevas oportunidades
Si bien la nueva administración estadounidense representa en muchos sentidos una amenaza global (aumento de la carrera armamentista y del arsenal nuclear, agresión abierta y desenfrenada al medio ambiente, discurso y prácticas ultranacionalistas, antiinmigrantes, racistas, xenófobas, etc.) también constituye una oportunidad no solo para la resistencia, sino para una mayor ofensiva anticapitalista a nivel internacional. El llamado “fenómeno Trump”, es otra muestra palpable de la crisis sistémica del capitalismo, del agotamiento de un modelo que busca desesperadamente como mantener la acumulación ampliada del capital. Ello se manifiesta en la agudización las propias contradicciones inter capitalistas y el auge de tendencias ultraderechistas en los Estados Unidos y Europa. “América Primero”, ha sido uno de los slogans favoritos de Trump.
Para Cuba, significa una nueva oportunidad para el avance y fortalecimiento de los procesos de transformaciones en curso hacia un socialismo próspero y sustentable, así como para afianzar aún más las alianzas con los gobiernos, movimientos y fuerzas políticas progresistas y de izquierda en la región, así como el relanzamiento de los procesos integracionistas y de unión en América Latina y el Caribe, en especial la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). De la misma forma para fortalecer los lazos con aquellos actores internacionales que a nivel global desafían la hegemonía estadounidense.
El retiro de los Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), debilita la opción derechista y neoliberal de los gobiernos latinoamericanos de la costa del pacífico, pone en aprietos el futuro de la Alianza del Pacífico y ofrece una mayor oportunidad a China para una mayor presencia e influencia en la región.
La construcción de un muro en la frontera con México, las posiciones antiinmigrantes, xenófobas y discriminatorias de la nueva administración estadounidense, generan gran rechazo en la comunidad internacional en detrimento de la imagen de los Estados Unidos. Todo esto, contribuye a debilitar aún más la hegemonía hemisférica y global de los Estados Unidos y coloca a Cuba en una mejor posición en la correlación de fuerzas a la hora de sentarse a negociar con el nuevo gobierno estadounidense.
Igualmente, las políticas anunciadas por la administración Trump que atentan contra el medio ambiente y contribuyen a acelerar los procesos asociados con el cambio climático, favorecen una mayor articulación y unión entre los Estados Insulares del Caribe, los cuales resultan los más amenazados de la región.
Quisiera terminar citando a Julian Assange, fundador del sitio web Wikileaks, quien en una amplia entrevista que ofreciera a Página 12, daba su opinión sobre las nuevas oportunidades que se abrían para la resistencia y la lucha antisistema a nivel global con Trump en la Casa Blanca:
“Bajo la conducción de un hombre negro educado y cosmopolita como Barack Obama el gobierno de Estados Unidos no se parecía a lo que era. Bajo Barack Obama se deportaron más inmigrantes que en cualquier otro gobierno y se pasaron de dos guerras a ocho. Supongamos que Argentina tiene un conflicto con el gobierno de Trump por su apoyo a Gran Bretaña en el caso de las Malvinas. ¿Es más fácil o más difícil para Argentina conseguir apoyo en la comunidad internacional que cuando era presidente Obama? Es más fácil con Trump. ¿Y a nivel doméstico en Estados Unidos? Claro que será más fácil protestar contra las políticas de Trump. De hecho las protestas ya empezaron. Los demócratas, cuando están en la oposición pueden convertirse en una fuerza que restringe y controla al gobierno. Pero cuando llegan a la presidencia y al gabinete se funden con las instituciones. El gobierno de Obama era un lobo con piel de oveja. El gobierno de Trump es un lobo con piel de lobo. Es más fácil tratar con un lobo que no se disfraza”.vi
(Intervención realizada en el Taller celebrado en la sede de Movimiento Cubano por la Paz en La Habana, el día 29 de marzo de 2017)
Notas:
i Esta lectura no representa un desconocimiento de los retos que para Cuba también trae aparejado el nuevo enfoque de política implementado por la administración Obama, pero siempre será el escenario más deseado, pues al menos ambos pueblos y gobiernos, aunque disten en cuanto a la meta del proceso de normalización, interactúan, cooperan y se benefician.
ii En ese sentido se destaca la Cámara de Comercio de los Estados Unidos, la creación del Consejo de Negocios Estados Unidos-Cuba, el grupo de presión Engage Cuba y su New Cuba PAC, así como diversas asociaciones del sector agroindustrial, que fundaron la Coalición de Agricultores de EE.UU. por Cuba. También sobresalen por su interés en el mercado cubano determinadas industrias como: turismo, viajes, telecomunicaciones, farmacéutica, biotecnología, energía y conocimientos.
iii La mayoría de las encuestas realizadas reflejan un promedio superior al 60 por ciento de apoyo a la normalización de las relaciones entre ambos países.
iv En este cambio que a nivel de tendencia favorece el estrechamiento de los vínculos entre ambos países, ha sido muy importante el papel de los nuevos emigrados y las nuevas generaciones de cubanoamericanos. También los grupos dentro de la llamada “derecha moderada” alineado con la política de Obama y con fuertes conexiones con instituciones del establishment, en el que se destaca la agrupación Cuban Study Group, liderada por el empresario Carlos Saladrigas. Además sobresale la organización Cuba Now, surgida a partir de Cuba Study Group, vinculada también a Engage Cuba. En estas organizaciones es notorio el papel de los empresarios cubanoamericanos.
v Cuando el gobierno de los Estados Unidos hace uso en su retórica oficial del término “seguridad nacional” en realidad se está refiriendo a la seguridad imperial de la clase dominante en los Estados Unidos, que nada tiene que ver con los auténticos intereses de seguridad que puede tener una nación.
vi “Trump es un lobo con piel de lobo”. Entrevista a Julian Assange, fundador y director del sitio de filtraciones WikiLeaks. Véase en:
https://www.pagina12.com.ar/18251-trump-es-un-lobo-con-piel-de-lobo
(Cuba Por Siempre)

¿Quién relevará a los BRICS?


Resultado de imagen para BRCIS

Por José Pablo Martínez 


Seis de los países candidatos a convertirse en motor del crecimiento mundial están en Asia. Proyectos como la Nueva Ruta de la Seda cobran, por ello, una importancia capital, dadas sus implicaciones sinérgicas y su capacidad para trasladar su impulso económico al resto del mundo.

Cuando a comienzos de la década pasada se ideó el acrónimo BRIC, tuvo tal aceptación en los ámbitos académicos y políticos que Brasil, Rusia, la India y China lo institucionalizaron en el 2008, sumándose posteriormente Suráfrica. Además de un gran tamaño económico, estos países compartían unas tasas de crecimiento significativamente altas que les permitían ejercer de motores del desarrollo global, a la vez que reducían amplias capas de pobreza. En la medida en que las instituciones eran fuertes e imperaba la paz social, poco importaba el régimen político establecido en cada uno de ellos: el capitalismo global funcionaba y supieron sacar provecho a través del comercio internacional. ¿Qué ha pasado desde entonces para que los BRICS hayan dejado de ser un referente? Existen cinco respuestas a esta pregunta, tantas como países implicados.

En primer lugar podría decirse que la India es el único que en sentido estricto pertenece y pertenecerá a este club durante mucho tiempo, pues tras apenas sufrir los efectos de la crisis mundial ha conseguido conservar intacto su dinamismo económico. Desde el 2014 crece por encima del 7%, y está previsto que en los próximos años la tasa vaya en aumento. A esto se añaden sus vigorosas expectativas de crecimiento poblacional: en la próxima década superará a China y se convertirá en el país más habitado del planeta. Con respecto a este último, si bien su ritmo de crecimiento también ha mantenido su robustez en los últimos años, se observa un descenso paulatino del mismo desde el 2012, fruto de la transición productiva característica de aquellos países que, alcanzado cierto grado de desarrollo, empiezan a experimentar un incremento del consumo interno y el sector servicios, en detrimento de las exportaciones y el sector industrial. Por otra parte, su expansión demográfica es cada vez más débil, siendo una incógnita cómo afectará la reciente derogación de la política del hijo único. En resumen, China es y seguirá siendo un motor del crecimiento mundial, pero cada vez con menos intensidad…

El trumpismo se ancla en un discurso basado en los sentimientos más que en los argumentos. ¿Quiénes son los posibles ganadores y los perdedores de la partida en el nuevo tablero de juego global? ¿Qué hay de las empresas? ¿Qué hay de los consumidores y de las personas vulnerables?

Se están produciendo cambios drásticos en las relaciones internacionales. Y una de las consecuencias de estos cambios es el colapso del orden liberal establecido bajo las condiciones de la hegemonía de Occidente. En la etimología propia de la disciplina de las relaciones internacionales, tenemos ante nosotros un periodo de anarquía, o como afirmó el recién fallecido John Berger en París: Vivimos en tiempos oscuros.

La anarquía es fruto de cambios estructurales inesperados, la globalización y otros desarrollos asociados a la expansión mundial del orden liberal. Esta es la interesante línea discursiva de Krause (2017), quien explica que la última vez que este cambio fundamental se produjo fue entre 1989 y 1992.

Los cambios drásticos se han producido de forma continua en la reciente historia moderna de Occidente. En primer lugar, con la Revolución Francesa (1789-1820) y con el fin de las guerras napoleónicas (1814-20), tras 1848. También con el establecimiento de las primeras democracias parlamentarias modernas. Pensemos en los Estados occidentales que viven esta etapa con un papel más hegemónico. Los cambios estructurales fundamentales vuelven a tener lugar entre 1890 y 1910, cuando un mundo eurocéntrico, relativamente pacífico, se retrotrae a un estado de anarquía y nacionalismo; a partir de 1925 a 1939, cuando el orden de la posguerra se derrumba; en el período 1945-55, durante el que surge el conflicto entre el nuevo mundo occidental y el Este. Recordemos Yalta… Y finalmente, un punto de inflexión reciente, entre 1989 y 1992, que pone fin, temporalmente, al conflicto Este-Oeste.

Este conflicto sigue latente en Polonia, donde Lech Walesa decidió hablar de Rusia en su discurso a la élite de la política mundial, reunida en Varsovia en el Consorcio Europeo para la Investigación Política (ECPR, siglas en inglés) del 2015. Asimismo, también se vive en Ucrania y Siria; y con visos de activarse especialmente en países donde la izquierda ha estado unida al comunismo. El caso más reciente es Italia, donde la Liga Norte ha viajado a Moscú (marzo 2017) para firmar un acuerdo con Rusia Unida. 

viernes, 31 de marzo de 2017

El ascenso al poder de la coalición de izquierda radical en Grecia


Por:
Camila Concepción Martinez  
José Manuel Labrada González   
El 25 de enero de 2015 resultó ser un día histórico, no sólo para el pueblo griego, sino también para la clase obrera europea e internacional. Por primera vez en un país del mundo occidental desarrollado, donde el capitalismo ha echado raíces profundas, es posible un gobierno de mayoría de izquierda, a pesar y en contra del intento persistente y constante por parte del capital nacional y extranjero por frustrar esta perspectiva.

La histórica victoria de SYRIZA[i] es un cambio brusco en la correlación de fuerzas entre la clase obrera y el capital de Grecia y produce un eco en todo el continente europeo, que reacciona ante la profunda crisis del sistema capitalista internacional.

Ha demostrado, en cierta medida, un aumento de poder de las fuerzas progresistas, a partir del descrédito de las contrapartidas de derecha. Este poder ha sido resultado de una búsqueda desesperada de cambios que beneficien al pueblo griego por parte de los sectores más desfavorecidos, concedido por las mayorías afectadas a causa de las políticas de austeridad[ii] impulsadas por la troika[iii], la ineficiencia y la corrupción en el sector público -evasión de impuestos y políticas de consumo basadas en el endeudamiento del estado.  

El objetivo de este breve trabajo es explicar la evolución de la Coalición de Izquierda Radical en Grecia, desde su formal surgimiento en 2004, hasta la toma del poder el 25 de enero de 2015; teniendo en cuenta las peculiaridades del caso griego dentro de la crisis del euro, que lo convierten en un caso atípico entre las tendencias generales de los movimientos políticos en Europa.

Peculiaridades de la crisis económica y política en Grecia.

Si analizamos las tendencias de los movimientos de izquierda en la Europa contemporánea es posible apreciar que, a pesar de la profunda crisis económica que enfrentan los países de la región desde 2004 -en apogeo a partir del año 2008-, las tendencias políticas se inclinan, de manera general, hacia el fortalecimiento de las fuerzas de derecha. Sin embargo, a la altura del año 2015 en Grecia, se encuentran maduras las condiciones sociales, políticas y económicas para que, por primera vez en la historia del occidente desarrollado europeo, ascienda al poder un partido de izquierda, obteniendo una abrumadora victoria en las urnas de las elecciones generales.  

Este fenómeno nos lleva a analizar las peculiaridades del caso griego, que posibilitaron el debilitamiento de la derecha y la fructificación de la izquierda radical en dicha nación.

Grecia entró en la UE en 2001 y vivió aproximadamente tres años de animación económica, producto de un enorme endeudamiento del Estado, sobre todo vinculado a la realización de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. Pocos días después de la ceremonia de cierre de los JJOO, el país informó a la UE que la deuda y el déficit público serían mucho mayores que lo esperado. El déficit llegó a 6.1% del PIB, más del doble de lo permitido por la UE, mientras la deuda pública alcanzó 110.6% del PIB, la más alta de todo el continente. Una deuda pública de esta magnitud significaría que una parte sustancial del presupuesto público se destinaría a los bancos y al FMI. Para ello, se debía generar un superávit primario, lo que solo sería posible aplicando una política de recortes a los derechos sociales y aumento de la carga tributaria a las trabajadoras. (Huland, 2015). Pero, dicha situación de viraje económico traería consigo una gran inestabilidad social y sacudiría el prestigio y la representatividad de los partidos gobernantes que llevaran a cabo estas medidas impopulares.

En 2005, la Comisión Europea empezó a monitorear las cuentas helénicas, dando inicio al ciclo de imposiciones políticas y económicas que desembocaría en la situación de total sumisión impuesta por la Troika y los gobiernos del PASOK[iv] y ND[v]. (Huland, 2015).  

Este fenómeno influiría decisivamente en el descrédito de ambos partidos, que se mostraron sumisos ante las políticas de austeridad de la troika y asumieron posiciones antipopulares, sin llegar nunca a dar solución a los problemas económicos de la nación, que ocasionaron una crisis multisectorial en la sociedad griega.  

La crisis del Euro afectaba a toda Europa, pero su repercusión en el país helénico no tuvo parangón (ver anexos 1 y 2). Las principales causas de esta catástrofe tienen su origen en el período comprendido entre los años 2000 y 2009, cuando los gobiernos griegos hicieron caso omiso del Pacto de Estabilidad de la UE, que establecía que el déficit público no puede superar el 3% y la deuda debe estar por debajo del 60%. En contraste, llegaron a acumular undéficit que en 2009 alcanzó 13,6%, y una deuda que superaba el 113% del PIB. (Huland, 2015).  

Las políticas de recortes se mantuvieron y se intensificaron progresivamente a lo largo del período y sus efectos se combinaron con la aplicación de una serie de medidas como el aumento de los impuestos, la prolongación de la edad media de jubilación de 61 a 63 años para hombres y mujeres, que, no habiendo solucionado de manera inmediata la creciente situación de pobreza y desempleo en la población, resultaron en una crisis de descrédito institucional y descontento público.

Los partidos de derecha comenzaron a perder el poder progresivamente debido a su incapacidad para solventar la crisis multisectorial en la nación. De esta manera, el rechazo a la Troika, al PASOK y a ND se fundió con la conciencia habitual de la población y se convirtió en un fenómeno generalizado.

La situación desembocó en manifestaciones de repudio por parte de las masas. En 2010 hubo seis huelgas generales que paralizaron el país, en las que se produjeron graves disturbios (La crisis griega: cronología de un país en el abismo financiero, 2017).

Finalmente, en el año 2015, el pueblo griego se vio forzado a cambiar el rumbo y depositar su esperanza, de manera definitiva, en la Coalición de Izquierda Radical, que enarbolaba un programa y consignas esencialmente progresistas, contrario completamente a las repudiadas políticas de austeridad de la troika. El pueblo griego optó por la opción de la izquierda, cuando, luego de más de una década de sumisión ante la UE y políticas fallidas, los gobiernos de derecha probaron su incapacidad para revertir la situación crítica que afrontaba la nación. 

    Surgimiento y evolución de SYRIZA hasta la toma del poder.
El nacimiento formal de SYRIZA se produjo durante la celebración de las elecciones legislativas de 2004, como resultado de una estrategia que llevaron a cabo varios de los partidos participantes con el objetivo de propiciar la formación de una alianza electoral. El fruto de esa concertación fue el eventual surgimiento de la Coalición de la Izquierda Radical en enero de 2004 (BBC, Syriza, la izquierda radical griega que promete plantarle la cara a Alemania, 2015), como una alianza electoral de varias organizaciones, de las cuales las más importantes son, en primer lugar, Synaspismós[vi] que ya existía como movimiento electoral dentro del Partido Comunista desde el año 1989, cuando se formó con el slogan de “renovar el comunismo y la izquierda”, apostando por una “alianza con el movimiento ecologista para luchar contra la globalización neoliberal”; en segundo lugar, la Organización Comunista de Grecia[vii], por último, la Izquierda Obrera Internacionalista[viii] (Huland, 2015).

En su primera cita electoral, el año de su fundación (2004), SYRIZA obtuvo 3% de los votos, superando por un pequeño margen la barrera para poder entrar en el Parlamento. Pese a la modesta votación, el resultado fue considerado un éxito.  

La Coalición de la Izquierda Radical impactó en ocasión de las elecciones legislativas griegas del año 2007, por el aumento de sus votos y la obtención de un inesperado 5,04% de sufragios, con lo cual también obtuvo 14 asientos del Parlamento Heleno.

En el año 2010, a partir del ala moderada del SYRIZA, se formó el partido DIMAR[ix], cuando miembros del "ala renovadora", partido Synaspismós, integrado en la coalición SYRIZA, abandonaron el partido, durante su sexto congreso (EFE, SYRIZA gana en Grecia y pide elecciones "cuanto antes", 2014).

SYRIZA experimentó un incremento notable en las elecciones generales de mayo de 2012, donde alcanzó el 16,8% de los votos y 52 escaños, que le valieron para superar los resultados del PASOK, aunque no fueron suficientes para desplazar a la Nueva Democracia, que obtuvo el 18% de los sufragios y aseguró 108 escaños (EFE, SYRIZA gana en Grecia y pide elecciones "cuanto antes", 2014).

Las elecciones tuvieron que ser repetidas en junio del mismo año, dada la imposibilidad de formarse un gobierno en el período anterior. Para la ocasión, SYRIZA se presentó como un partido, ya no como una coalición, con lo cual apuntaba a la consecución del premio de 50 escaños que otorgaba la ley electoral griega a la lista más votada. 

Sin embargo, aunque SYRIZA experimentó un vertiginoso aumento hasta alcanzar el 26,9% de los votos, Nueva Democracia obtuvo una vez más la victoria, ostentando el 29,7 % de los sufragios. Esta vez, como condición ineluctable para conformar el gobierno heleno, el partido vencedor tuvo que formar una coalición con el PASOK y la Izquierda Democrática. 

Las elecciones se vieron afectadas, en gran medida, por el crecimiento de la comisión de riesgo de la deuda pública que había experimentado el país durante la etapa de campaña electoral, además de las presiones de algunos organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional y la Comisión Europea, que desencadenaron, de manera sutil, una especie de campaña mediática que reforzó la coerción económica y política de la troika para evitar la posible victoria de SYRIZA.

En mayo de 2014, se celebraron las Elecciones al Parlamento Europeo, en las que SYRIZA se convirtió en el partido más votado de Grecia, con una ventaja de más de tres puntos sobre Nueva Democracia. Estos extraordinarios resultados de los procesos institucionales no eran más que el reflejo de los complejos procesos sociales que se venían gestando, provocados por la incapacidad de los gobiernos conservadores para revertir o controlar la profundización de la crisis económica que se había extendido a todos los sectores de la sociedad griega. Así, a finales de ese año, el todavía Primer Ministro AndonisSamaras se vio compelido a convocar elecciones. Sin embargo, el parlamento no fue capaz el 29 de septiembre de 2014, de elegir un nuevo presidente, por lo cual las elecciones se tuvieron que celebrar de manera anticipada.

De esta manera, Grecia llegaba a los comicios anticipados el 25 de enero tras un lustro de penurias. El país había sufrido una secuencia de planes radicales, cuyo objetivo inmediato era evitar a toda costa la quiebra del Estado. Este proceso resultó un tratamiento de choque: la austeridad implacable, que dejó en una situación precaria a los ciudadanos griegos, particularmente, a las clases sociales desfavorecidas, los funcionarios de los segmentos más bajos del escalafón estatal y jubilados con pensiones exiguas. 

"La gente está cansada. Harta de la crisis y de los efectos de la austeridad. Todo el mundo tiene un amigo que ha perdido el trabajo, o un familiar que necesita apoyo económico". Este es uno de los testimonios recogidos por la periodista Mariangela Paone en su libro Las cuatro estaciones de Atenas (Libros del K.O. 2014), sobre los efectos periódicos de las políticas de recortes en el Estado de Bienestar durante estos años.

En este contexto, el país necesitaba, nuevamente, un cambio de rumbo. Tras la celebración adelantada de las elecciones parlamentarias en enero de 2015, el partido de la izquierda radical en Grecia obtuvo 149 escaños, a dos de la mayoría absoluta, y SYRIZA se convirtió en la principal fuerza política del país heleno, desplazando a la Nueva Democracia por una gran diferencia, como segunda fuerza política.

Alexis Tsipras fue nombrado Primer Ministro tras este gran resultado electoral, pues fue la primera vez que un partido más a la izquierda de la socialdemocracia ganaba unas elecciones en el país.

En el manifiesto fundacional de SYRIZA, que contiene referencias al acuerdo griego con la troika, a las duras medidas de austeridad y a la crisis humanitaria, el objetivo del partido se describe así:

Luchando siempre por la unidad en la Izquierda, la ahora unida SYRIZA reivindica un gobierno de la Izquierda con una nueva mayoría social amplia y fuerte que vaya en favor de los intereses del pueblo. Los cantos que la gente gritaba en las calles y en las plazas, ‘El hombre antes que el dinero’ y ‘Otro mundo es posible’, se han convertido en un objetivo político y estratégico a través de SYRIZA”.   

La coalición resalta por su programa esencialmente progresista, que incluye ambiciosas metas como: subir el sueldo de los empleados públicos peor pagados, elevar las jubilaciones, ofrecer electricidad, medicinas y transporte gratuitos para los sectores más necesitados; bonos de comida para 300.000 familias que viven bajo el límite de pobreza, y reducir los impuestos sobre el combustible. También, promete volver a contratar a los despedidos por el Estado y crear nuevos puestos estatales, así como aumentar el salario mínimo a 751 euros.    

Como medida radical, la coalición ha prometido renacionalizar la compañía aérea Olympic Airlines, reabrir la empresa estatal de radiotelevisión ERT y crear un nuevo banco de desarrollo bajo la tutela del Estado, como primer paso para la renacionalización de compañías y servicios privatizados. En adición, SYRIZA ha prometido priorizar la reestructuración de la deuda externa griega. El presidente Tsipras se comprometió a cancelar dos tercios de la misma y se propone lograr la conmutación del resto. Este objetivo específico ha provocado especial polémica dentro de la comunidad europea, a partir de la declaración del presidente Tsipras acerca de que puede dejar de devolver la deuda, hasta que Grecia vuelva a tener desarrollo económico.   

Conclusiones

El ascenso al poder de la Coalición de la Izquierda Radical griega constituye un hito en la historia para las fuerzas progresistas de Europa y del mundo; sobre todo, porque ha demostrado la ineficiencia del conservadurismo capitalista y de las políticas de austeridad propias del liberalismo económico. Ha puesto en evidencia el descontento de las masas por el disfuncionamiento del orden económico internacional regulado por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, en particular del articulado desde dentro de la Unión Europea por la troika. Es una señal de que los pueblos están luchando, nuevamente de manera resuelta, desde Europa, por un cambio de sistema, apostando por las fuerzas progresistas como nueva fuente de esperanza. 

El mundo está atento al progreso de la izquierda radical griega, que, aunque no se ha mostrado totalmente radical hasta el momento, sí se ha manifestado en favor del beneficio popular y ha traído a la nación griega una cierta estabilidad política, social y económica. Se espera que se convierta en un punto de inflexión en la comunidad internacional que dé un nuevo impulso a las fuerzas progresistas del mundo. 
           
Notas:

[i] Coalición de la Izquierda Radical
[ii] Una política de austeridad es la política económica que defiende la subida de impuestos y reducción del gasto público. La reducción del gasto público o de los presupuestos también son conocidos como recortes.
[iii] En la actualidad cuando se habla de 'troika' (sobre todo en los medios de información) se hace referencia a un grupo de decisión formado por la Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
[iv] Movimiento Socialista Panhelénico: partido socialdemócrata fundado en septiembre de 1974, que gobernó el país durante la mayor parte de los años ochenta y noventa. Perdió el poder en las elecciones legislativas del 7 de marzo de 2004 contra la Nueva Democracia (ND) y se transformó en el principal partido de oposición. Ganó nuevamente las elecciones en 2009.
[v] Nueva Democracia. Principal partido de centro-derecha en Grecia, fundado en 1974. Gobernó desde 2004 hasta 2009.
[vi]Synaspismós (SYN) Coalición de la Izquierda y el Progreso, actualmente Coalición de la Izquierda, los Movimientos y la Ecología; partido surgido de la fusión del antiguo Partido Comunista de Grecia interior (eurocomunista) y sectores minoritarios del KKE (Partido Comunista). Es el partido de Alexis Tsipras y se forma en 1991 a partir de sucesivas rupturas en el KKE, que entró en crisis tras la caída de la URSS.
[vii] (KOE) la principal organización maoísta del país.
[viii] (DEA) de tradición trotskista, formada en 2001 después de una ruptura del Partido Socialista de los Trabajadores. DEA mantiene actualmente relaciones con la organización conocida como Secretariado Unificado y con la International SocialistOrganization, de EEUU.
[ix] Izquierda Democrática fundado en junio de 2010, cuando miembros del "ala renovadora" del partido Synaspismós, integrado en la coalición SYRIZA, abandonaron el partido, durante su sexto congreso.

  
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