domingo, 17 de febrero de 2019

De Ford a Bush[1]



Molina.jpg Por Ernesto Molina Molina.[2]
 
Este libro, publicado en el 2008, tiene gran vigencia, incluso, como patrón de análisis a las administraciones posteriores, las de Barack  Obama y Donald Trump, porque mantuvieron, con distintos matices,  el mismo objetivo: destruir la Revolución Cubana.

El 10 de noviembre del 2018 falleció el coronel del MININT Néstor García Iturbe, Doctor en Ciencias Históricas, profesor Titular del Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García”, y conocedor profundo desde la Revolución Cubana del conflicto histórico entre Cuba y Estados Unidos.

Últimamente, en Nuestra América, se ha llevado a la práctica una estrategia de ir ganando cuotas de poder poco a poco, mediante reformas; y aceptando el camino eleccionario. Este camino sufre golpes de todo tipo, porque el poder real, dentro y fuera de cada país, lo ejerce el capital, que no tiene escrúpulos para corromper, matar y mentir. Lenin no tuvo dudas, no esperó por la Asamblea Constituyente; y dio el golpe revolucionario en 1917.

No fue casualidad que El Estado y la Revolución fue el primer libro de Lenin publicado en Cuba después del triunfo de la revolución. Esta obra clásica constituye un estudio profundo y enriquecedor de la teoría de Marx acerca de la dictadura del proletariado; y Lenin deja bien claro que se es o no marxista por la posición que se asuma hacia esa categoría política definitoria: la dictadura del proletariado.

Fidel fue un maestro para ejercer la estrategia revolucionaria. A cada golpe del gobierno de Estados Unidos, respondió con un contragolpe. Y a cada posible distensión de las relaciones conflictivas, estuvo dispuesto a la negociación.

De Ford a Bush, constituye una obra histórica, teórica y estratégica, porque permite mostrar cómo los intereses de la política exterior de Estados Unidos hacia Cuba no han cambiado desde mucho antes del triunfo revolucionario en 1959. Lo mismo sucede con la política exterior de Estados Unidos hacia América latina.

Entre las ideas esenciales que el autor desarrolla en todos sus capítulos, señalamos las siguientes:

·         La política exterior de Estados Unidos hacia Cuba, como hacia cualquier otro país de Nuestra América, está determinada por el grupo que ostenta el poder, quienes toman las decisiones basadas en sus intereses económicos. Este grupo es el que gobierna el país y ni él ni los intereses han cambiado desde mucho antes del triunfo revolucionario en 1959.

·      En el establecimiento de la política exterior de Estados Unidos intervienen distintos organismos del gobierno estadounidense; cada cual con su propósito particular muy definido, pero que en general mantienen la línea trazada; de ahí que es posible que mientras la CIA realiza acciones agresivas y subversivas contra Cuba, pudiera el Departamento de Estado adelantar en algún aspecto del diferendo entre los dos países; este avance, lógicamente, representa un interés y un beneficio particular para Estados Unidos, independientemente de lo que signifique para nuestro país, que no debe ver esto como un cambio de política, pues estaríamos cometiendo un grave error.

Desde los primeros años de fundado, Estados Unidos tuvo el interés de anexionar a Cuba. Estados Unidos intervino en la guerra de 1895, con el pretexto del Maine, y la república tuvo que soportar en su Constitución la Enmienda Platt, que, aunque derogada en 1934, sus consecuencias llegan hasta hoy con la Base Naval de Guantánamo. Los gobiernos precedentes a la Administración Ford (Eisenhower, Kennedy, Johnson, Nixon) son analizados aquí muy brevemente, como antecedentes de las distintas políticas agresivas hacia Cuba, con distintos matices, pero bajo un mismo patrón: la búsqueda de la destrucción de la Revolución Cubana.

Este “modesto trabajo”, como lo llama el autor, contiene una introducción, 9 capítulos y documentos muy valiosos en 5 anexos, una verdadera investigación científica. La estructura por capítulos es la siguiente:

Capítulo 1 Antecedentes históricos.

Capítulo 2 Administración Ford

Capítulo 3 Administración Carter

Capítulo 4 Administración Reagan

Capítulo 5 Administración Bush

Capítulo 6 Administración Clinton

Capítulo 7 Administración Clinton 2do período

Capítulo 8 Administración Bush (hijo)

Capítulo 9 Epílogo

El arte de engañar y penetrar en las conciencias de los oprimidos hoy cuenta con verdaderos tanques pensantes en los Estados Unidos. Es sabido que la ciencia se pone al servicio del sistema del capital y que una tarea fundamental del poder socialista es poner la ciencia al servicio de los pueblos. Pero ello supone también ganar la guerra del pensamiento, sin lo cual no se puede contar con la subjetividad de los pueblos y actores presentes en la construcción del Sujeto revolucionario, algo que Fidel supo hacer con excelencia y que la Revolución Cubana tiene que seguir haciendo, tras la avalancha de mentiras y mensajes tóxicos que las redes digitales vienen haciendo para ganar las mentes dentro y fuera de Cuba.

El problema de Cuba llevó a Kennedy al fracaso de Girón, a la Crisis de los misiles y a convocar La Alianza para el Progreso para evitar el Problema de su Patio Trasero.

El problema de Cuba llevó a Ford al error de creer que Cuba, con tal de mejorar sus relaciones con Estados Unidos, haría concesiones de principios relacionadas con Puerto Rico, Angola y problemas internos de Cuba.

El problema de Cuba llevó a Carter a una política zigzagueante con la Isla, primero, para avanzar en las relaciones entre los dos países; y al final, con el estímulo a las salidas ilegales, que condujo a su desastre del Mariel.

El problema de Cuba llevó a Reagan a utilizar todas las vías para agredir a Cuba; se intensificó el bloqueo económico y financiero, se diseminaron plagas y enfermedades, se prepararon sabotajes y atentados a los dirigentes cubanos; pero hubo que negociar la paz en Angola y la independencia de Namibia con Cuba.

El problema de Cuba llevó a Bush a tratar de dañar la imagen de Cuba en el campo de los derechos humanos y a recrudecer el bloqueo con la Ley Torricelli, la caída de la URSS y el campo socialista, les hizo suponer que Cuba no resistiría; y la fruta no cayó.

El problema de Cuba llevó a Clinton a enturbiar las relaciones con Cuba, con la propuesta y firma de la Ley Helms-Burton, el caso del niño Elián, manipulado por la mafia de Miami; y al juicio político de los héroes cubanos, acusados de acciones que no habían realizado. El regreso de Elián fue una victoria del pensamiento y la verdad de Cuba sobre las conciencias del pueblo estadounidense.

El problema de Cuba llevó a W. Bush a una alianza fraudulenta con la mafia cubana de Miami, acrecentar la política agresiva contra Cuba, se fortaleció la Ley de Ajuste cubano, se acusó a Cuba de producir municiones bacteriológicas; y con gran desvergüenza, se propuso una “ayuda humanitaria” a Cuba. Una vez más, la fruta no cayó.

El problema de Cuba llevó a Obama, al final de su mandato, a restablecer las relaciones diplomáticas con Cuba, reconociendo el fracaso de la política del bloqueo, pero sin eliminarlo.

Hoy Donald Trump levanta la bandera de la Doctrina Monroe ante la “amenaza” de la Revolución Bolivariana de Venezuela.

La historia de todas estas administraciones yanquis en sus relaciones con la Revolución Cubana, muestran matices asociados a diversas situaciones internas y externas de Estados Unidos, y aunque algunas administraciones han mostrado un mayor interés en mejorar las relaciones entre ambos países, las condicionales para que esto suceda evidencian lo contrario: no existe por parte de Estados Unidos la voluntad política necesaria para alcanzar un entendimiento, basado en la convivencia civilizada, en el respeto a la igualdad, la autodeterminación y el respeto a la soberanía de Cuba. En todo caso, hay que agradecer a Donald Trump que haya despertado a algunos ilusos que se dejaron dormir con los arrullos del “hermano” Barack Obama, como lo llamó Fidel en una de sus últimas reflexiones.

Este libro de Néstor García Iturbe muestra cómo el problema de Cuba es una alerta de por qué la Revolución Bolivariana de Venezuela representa una “amenaza”para Estados Unidos; y así también, cualquier otro proceso de izquierda en América latina, como lo ha sido Cuba por 60 años.

Notas:


[1]  Néstor García Iturbe, Editora Política, 2008, ISBN 978-959-01-0788-7
[2] Miembro de Mérito de la Academia de Ciencias de Cuba; Profesor Titular del Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García” y Presidente de la Sociedad Científica de Pensamiento Económico y Economía Política de la ANEC.

miércoles, 13 de febrero de 2019

Nadie puede saltarse por encima de la nueva situación mundial



Por Enrique Muñoz Gamarra (*)

Bien sabemos que el curso de la historia es entre flujos y reflujos (ascensos y descensos), zigzagueante, pero, al fin y al cabo, siempre ascensionales, donde el movimiento como producto de la contradicción, es lo más importante.

Ante todo muestro aquí algunos hechos que han sido determinantes en la deriva actual del mundo, es decir, en la nueva situación mundial: 

Primero, en 1956, tras la muerte de Stalin, la restauración capitalista en la URSS constituyéndose a partir de ahí en una ex URSS. 

Segundo, en 1976, tras la muerte de Mao Tse-Tung, la restauración capitalista en China.

Tercero, en 1991 la implosión de la ex URSS. 

No debemos olvidar que las altas tasas de las ganancias capitalistas entre los años 1950-1970 hicieron ilusionarse a los apologistas del sistema para sostener que aquello iba ser constante y permanente. El jolgorio en Norteamérica era entonces muy grande.

Sin embargo el ciclo económico inaugurado inmediatamente después del fin de la Segunda Guerra mundial no estaba establecido para toda la eternidad, aquello iba a llegar a un punto límite y, eso ocurrió precisamente en 1973.

A partir de entonces el sistema ingresaba a un ciclo económico largo de contracción y crisis que afectaría muy seriamente el desarrollo posterior del sistema capitalista mundial. Esto era muy claro sobre todo en el centro de este capitalismo que estaba ubicado en occidente, precisamente en Estados Unidos.

Para continuar previamente hay que advertir que hablar de la nueva situación mundial es hablar de cuestiones vivas y siempre en movimiento, no de cuestiones inertes.

En esto son muy importantes los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001, momento en el que el entonces hegemon mundial (Estados Unidos) habiéndose percatado de los graves riesgos al que estaba asistiendo su omnímodo poder, decidió confrontarla. 

Desde entonces, sin negar hechos similares anteriores, corrió mucha sangre en el mundo. Fueron genocidios con millones de muertos. 

Así fue en Afganistán donde fueron aniquilados un millón de personas entre niños, ancianos, gente desarmada, etc. Allí los Estados Unidos hicieron estallar (abril de 2017) su más poderosa bomba convencional, no nuclear, al que con desparpajo llamaron 'Madre de todas las bombas”. 

En Irak el genocidio fue de 2.4 millones de personas y más de tres millones de refugiados. 

En Libia cerca de 200, 000 muertos (aquí las cifras han sido escondidas). 

En Siria los destrozos fueron terribles.  

Y en Yemen hasta ahora se dice que son 100, 000 muertos. A Estados Unidos y Arabia Saudita, países agresores, poco les interesa la hambruna que han generado.

Ahora mismo Venezuela está en grave riesgo. El golpe de Estado esta aguantado. Los imperialistas estadounidenses están agazapados esperando el momento oportuno. Es más, América Latina está en grave riesgo. Es una región que puede incendiarse más pronto de lo que se imagina la CIA y el Pentágono.  

En realidad los hechos fueron muy cruentos. Previamente es necesario aclarar que entre 1990 y 2000 ya había empezado a sentirse en las regiones asiáticas del planeta un fuerte desarrollo capitalista, en este caso muy notorio en China.

Entre los años 2001-2007 estaba a las puertas la gran crisis económica. Su estallido fue en 2008 y se presentó como una gran depresión económica. 

Además no olvidar que desde algunos años atrás estaba latente en el movimiento comunista internacional notorias debilidades orgánicas en los partidos comunistas que estaban siendo desbordadas por los acontecimientos mundiales.

Esta situación conjugada con todo lo que estaba sucediendo en el sistema de producción capitalista (producción caótica, sobreproducción de mercancías, sobreacumulación de capitales, etc.) condujo a un importante reajuste capitalista en el mundo.

Juinto a estos mismos hechos y el empuje de las leyes capitalistas que estaban encumbradas, se desató en las esferas productivas una verdadera hecatombe. La gran crisis económica se convirtió en un verdadero vórtice. Algunos economistas la llamaron aterrizaje forzoso. Esto por supuesto no puede pasarse por desapercibido.

El asunto es que la estructura económica del sistema capitalista mundial había sido envuelta en un huracán de cambios que aplastaban inmisericordemente antiguas estructuras del sistema unipolar (antiguo poder hegemónico).

En efecto, el vórtice fue la gran crisis económica del 2008 que estaba circunscrita en el ciclo económico largo de contracción y crisis iniciado en 1973 e inmersa en la segunda fase del sistema capitalista mundial (sistema imperialista). 

Consecuentemente aquellos hechos condujeron a la bancarrota de la economía estadounidense. En ese entonces era la máxima representante del sistema capitalista mundial. También las principales economías europeas sufrieron fuertes desastres.

En contraparte China empezaba a emerger como una importante potencia capitalista (2000 para adelante). El desarrollo capitalista había sido formidable. La manufactura había tenido un enorme desarrollo. Ya estaba concentrándose aquí un tercio del proletariado mundial. China estaba convirtiéndose rápidamente en la principal fábrica del mundo. Realmente esto era asombroso.

Y en Rusia había ocurrido un importante recambio geopolítico. La llegada de Vladimir Putin al poder en el año 2000 fue muy importante.

Posteriormente entrelos años (2005-2007) las burguesías financieras de Rusia y China lograron entender lo latente que estaba la paridad estratégica. Habían concluido un importante balance de las potencialidades de sus armas disuasivas. En realidad era un importante balance geopolítico-militar.

Los hechos continuaban incursos en un fuerte proceso. De acuerdo a esto en 2010 ocurrió la implosión de la hegemonía mundial estadounidense. Aquello constituyó un extraordinario hecho geopolítico de enorme trascendencia mundial.

Sobre esta base emergieron tres superpotencias capitalistas (China, Estados Unidos y Rusia). Esto condujo en forma automática a la estructura multipolar en el sistema internacional. 

Y lo más importante, al empuje de estos hechos se entretejió una nueva estructura económica del sistema capitalista mundial encabezada por China y seguidas por Estados Unidos, India, Japón, Alemania y Rusia. Esto indicaba que Estados Unidos había sido desplazado a un segundo lugar.

Así, los hechos fueron terminantes.

Entonces toda esta situación fue considerada por la moribunda burguesía financiera estadounidense como un humillante impasse, respondiendo inmediatamente con fuertes provocaciones y una cruenta carrera armamentística. 

Sin embargo en ese mismo momento ya estaban imponiéndose en el plano internacional cuatro nuevas potencias militares mundiales (Rusia, Estados Unidos, China y la RPDC) que automáticamente originaron una nueva correlación de fuerzas. Una situación que fue claramente establecida tras la derrota militar estadounidense en la península coreana en octubre de 2017.

Y así, a partir de esos momentos los hechos internacionales empezaron a correr bajo este parámetro. En efecto, después de lo sucedido en la península coreana, Estados Unidos pasó a orientar su maquinaria bélica contra Rusia, China e Irán.

En realidad aquello indicaba una fuerte colisión entre las tres superpotencias capitalistas (China, Estados Unidos y Rusia). Los impasses que enfrentaban estaban volviéndose muy graves. En tanto la crisis económica seguía aplastando sus economías. Por supuesto, el gran provocador era Estados Unidos. Pero el poderío estadounidense había quedado en entredicho. Estaban en el ayer los tiempos en que él solo decidía los asuntos mundiales. Ahora para existir debía tranzar. Consecuentemente los hechos para los Estados Unidos eran aplastantes. Estaba en una situación absolutamente crucial. 

Sin embargo la caduca burguesía estadounidense era renuente a esta nueva situación mundial. Se pavoneaba, por aquí y por allá, como si no hubiera pasado nada. Se creía una Diosa y hegemónica eterna. 

Por supuesto al empuje de semejante hechos, nueva situación mundial y renuencia estadounidense a aceptar aquella situación, el mundo empezaba a refulgir, a encabritarse y a contornearse como queriendo advertir con indómita fuerza que nadie podía saltarse por encima de la nueva situación mundial, bajo cargo de ser barrida por la historia.

Sin duda vivimos tiempos históricos.

(*) ENRIQUE MUÑOZ GAMARRA:
Sociólogo peruano, especialista en geopolítica y análisis internacional. Autor de los libros: “Coyuntura Histórica. Estructura Multipolar y Ascenso del Fascismo en Estados Unidos” e “Implosión de la hegemonía mundial estadounidense”. Además es autor de más de 200 artículos publicados en varias páginas web y agencias de información digitales de diversos países. Su Página web es: www.enriquemunozgamarra.org