viernes, 7 de junio de 2019

Los gastos militares mundiales en 2018: no hay esperanzas para la paz



MSc Enrique R. Martínez Díaz.
Profesor Auxiliar, CIPI

En días pasados fue hecho público el reporte sobre los gastos militares a nivel mundial en el año 2018, por el Instituto para Estudios sobre la Paz Internacional de Estocolmo (Stockholm International PeaceResearchInstitute, SIPRI), un conocido “ThinkTank”, ubicado, como su nombre indica, en la capital de Suecia. Esta institución presenta todos los años varios informes relacionados con los asuntos relativos a problemas internacionales, y este reporte sobre gastos militares es uno de ellos.

Los gastos militares constituyen uno de los elementos fundamentales dentro del fenómeno o proceso que es conocido como Carrera Armamentista o Carrera de Armamentos,  y que tiene carácter global, aun cuando también tiene o puede tener connotación regional o incluso bilateral entre determinadas naciones. Existe la tendencia a tratar de circunscribir la Carrera Armamentista a la etapa de confrontación o competencia por la superioridad militar entre la extinta URSS y los EE.UU. (sobre todo en armas nucleares), pero a nuestro criterio esta fue solo una etapa de esta expresión de la lucha de clases.  Tanto si se consulta a los clásicos, como es el caso de Engels y su Tratado de la Violencia en el Anti-Duhring; Lenin en el Imperialismo, Fase Superior del Capitalismo; u otros historiadores, podrá constatarse que en sucesivas etapas, las principales potencias mundiales han competido por alcanzar la superioridad militar; cada gran conflicto militar (y muy especialmente las dos Guerras Mundiales del pasado siglo XX) ha sido precedido por una etapa de reforzamiento de las FF.AA. de los eventuales contrincantes.

Los gastos militares tienen una influencia fundamental en la Carrera Armamentista debido a que, para desarrollar y producir armas y medios de combate; para organizar, preparar y emplear ejércitos; y para las otras muchas cuestiones correspondientes a la guerra, es necesario dinero, mucho dinero. Obviamente, hay quienes encuentran en esto una fuente de enriquecimiento: las empresas que se dedican al desarrollo y producción de armas y medios de combate; ellas son el componente principal de los llamados Complejos Militares Industriales, cuyo máximo exponente es el estadounidense.

Uno de los elementos más significativos que se señalan en el informe al que nos referimos es el que destaca que durante el año 2018 continuó la tendencia al incremento de los gastos militares a nivel planetario, los cuales desde el año 2008 han rebasado los niveles alcanzados durante la etapa histórica conocida como “Guerra Fría”.

De acuerdo a la base de datos de esa institución, consultada por quien escribe estas líneas, en el año 1988 el gasto militar global ascendió a un billón 488 mil millones de dólares. A partir de ese año, los gastos militares mundiales mantuvieron una tendencia hacia la baja hasta el año 1998, en el cual el gasto militar planetario fue de un billón 14 mil millones de dólares; eso representó una reducción casi de un 30% en ese rubro.

A partir de 1999,  comenzó un ascenso en los fondos invertidos a nivel mundial en la esfera militar;más significativamente a partir del año 2002, cuando el entonces presidente de EE.UU. George W. Bush declaró la llamada “Guerra contra el Terrorismo”, y que representó que las FF.AA. de esa nación, con algunos de sus aliados, invadieran Afganistán e Irak, amén de otras fechorías ya conocidas. En el último año de su mandato, los gastos militares globales se elevaron a un billón 573 mil millones de dólares, superando los niveles de la “Guerra Fría” (aproximadamente unos 85 mil millones de dólares más que en 1988, un incremento de un 6 %; y, comparados con el año 1998, los 559 mil millones de dólares de incremento constituyeron un 55% adicional).

Esa tendencia se mantuvo durante el gobierno del presidente Barack Obama; alcanzó un pico en el año 2011, cuando los gastos militares a nivel global se elevaron a un billón 723 mil millones de dólares; hubo entonces una relativa reducción hasta el año 2017, con le arribo a la presidencia de EE.UU. de Mr. Trump, cuando se alcanzó un nuevo tope, un billón 727 mil millones de dólares.

En el pasado año 2018, de acuerdo a los datos del SIPRI, los gastos militares a nivel planetario alcanzaron la cifra de un billón 816 mil millones de dólares; esto representa unos 323 mil millones de dólares más que en 1988 (un 22% de incremento), y 802 mil millones de dólares más que en 1998 (79% de incremento).

Es posible que algunos lectores se pregunten por qué comparamos las oscilaciones de los gastos militares mundiales con las etapas de gobierno de las sucesivas administraciones norteamericanas. La respuesta es simple: el gasto militar de EE.UU. siempre ha sido el mayor a nivel planetario, y la mayor parte de los incrementos en ese importante rubro le han correspondido a la superpotencia anidada en Washington.

Durante la etapa de la ya mencionada “Guerra Fría”, existió una gran competencia entre la desaparecida URSS y los EE.UU. por el predominio militar a nivel mundial; esa fue una etapa importante dentro de la Carrera Armamentista. Entre ambas naciones (y sus aliados, organizados en los dos bloques, la OTAN y el Pacto de Varsovia)  gastaban más de la mitad de todo el dinero que se invertía en el planeta relacionado con los asuntos militares.

Después de 1991, e inexistente la URSS, los gastos militares se redujeron en una etapa, como hemos dicho antes, y luego retornaron a la tendencia de incremento.  Nótese en la tabla que exponemos a continuación, como la proporción de los gastos militares de EE.UU. respecto al resto del mundo ha aumentado notablemente (queremos destacar que el gasto militar de EE.UU. es superior a la sumatoria de los gastos de los siete países que le suceden en ese “ranking”)

COMPARACIÓN GASTOS MILITARES MUNDIALES Y LOS DE EE.UU.
(AÑOS SELECCIONADOS) (MILES MILLONES USD)
AÑO
GASTO MILITAR MUNDIAL
GASTO MILITAR EE.UU.
%
1988
1493
293
19
1998
1014
274
27
2008
1573
621
39
2011
1723
711
41
2018
1816
649
36
NOTA: Los datos tomados de la base de datos del SIPRI

Si se comparan los datos que ofrece el SIPRI con los que aportan otros organismos internacionales, como son el Banco Mundial,  ó el Instituto de Estudios Estratégicos Internacionales de Londres (IISS por sus siglas en inglés), se puede notar que hay coincidencia en señalar que es EE.UU. el país que mayor influencia tiene en el comportamiento de los gastos militares a nivel planetario, independientemente de que otras naciones han tenido en los años recientes incrementos notables, como son los casos de la República Popular China o Arabia Saudita.

No obstante, queremos significar algo: con el mayor respeto a los especialistas del SIPRI, que consultan o tienen acceso a gran cantidad de datos, encontramos que existe una discordancia entre la información que ofrece el gobierno de los EE.UU. sobre su presupuesto militar, y los datos sobre los gastos militares que aporta el reporte presentado por la institución académica sueca.

De acuerdo a los informes públicos del gobierno de los EE.UU., el  gasto para defensa nacional aprobado para el Año Fiscal 2018 (que transcurrió desde el 1 de Octubre de 2017 hasta el 30 de Septiembre de 2018), en el Acta de Autorización de Defensa Nacional (NationalDefenseAuthorizationAct FY 2018) ascendía a 692 mil 99 millones 431 mil dólares (página 1111).

Otras fuentes, como el sitioweb US GovermentSpending (Gasto del Gobierno de los EE.UU.), ofrece la siguiente información:

GASTO DE DEFENSA DE EE.UU. (Dólares)
AÑO FISCAL
GASTO MILITAR
VETERANOS
AYUDA EXTERIOR
TOTAL DEFENSA
2017
598,7  BILLONES
177,3  BILLONES
46,3  BILLONES
822,3  BILLONES
2018
631,2 BILLONES
179,5 BILLONES
49,0 BILLONES
859,6 BILLONES
2019
684,6 BILLONES
201,1 BILLONES
54,3 BILLONES
940  BILLONES
2020
737,9 BILLONES
218,1 BILLONES
53,1 BILLONES
1009,1 BILLONES
NOTA: Un billón, de acuerdo a la norma estadounidense, son mil millones

Como pueden apreciar los lectores, los gastos llamados “de defensa” por el gobierno de EE.UU. son superiores a los que presentan en su informe los académicos del SIPRI. Respecto a los gastos previstos para el año fiscal en curso, los remitimos a un artículo de este mismo autor, que publicamos en Marzo de este año, denominado: El presupuesto de defensa de los EE.UU. para el Año Fiscal 2020, más beneficios para el complejo militar industrial y mayor inseguridad para el mundo.( http://www.cipi.cu/articuloel-presupuesto-de-defensa-de-los-eeuu-para-el-ano-fiscal-2020-mas-beneficios-para-el).

A todo esto podemos sumarle que hay gastos relacionados con determinadas acciones que no son públicos, como son los gastos destinados a acciones de subversión y espionaje por diferentes instituciones en muchos países (entre los cuales ocupa un papel muy destacado la célebre CIA estadounidense); y además, no debemos olvidar el comercio ilegal de armas, en el cual participan en diferentes lugares del mundo organizaciones terroristas, grupos criminales, etc, y en el cual se invierten sumas nada despreciables.

Lo cierto es que, obviando las probables diferencias que cada investigador pueda encontrar al consultar diversas fuentes, es evidente que los gastos militares a nivel planetario, incentivados ante todo por la política militarista de los EE.UU., han continuado aumentando, a pesar de que existen importantes amenazas a la vida humana, como es el cambio climático, que no son enfrentados con la misma cantidad de recursos. Sin mentar los cientos de millones de seres humanos que pasan hambre; que no tienen una educación ni una atención médica adecuada, etc.

Solo queremos terminar citando a nuestro Comandante en Jefe, que siempre se pronunció contra la Carrera Armamentista, cuando pronunció su primer discurso en las Naciones Unidas, el 26 de Septiembre de 1960, del cual reproducimos los párrafos siguientes: Las guerras, desde el principio de la humanidad, han surgido, fundamentalmente, por una razón: el deseo de unos de despojar a otros de sus riquezas.  ¡Desaparezca la filosofía del despojo, y habrá desaparecido la filosofía de la guerra!(…)La historia del mundo ha enseñado trágicamente que las carreras armamentistas han conducido siempre a la guerra; (…)Son enemigos del desarme los monopolios, porque además de que con las armas defienden a esos intereses, la carrera armamentista siempre ha sido un gran negocio para los monopolios (…)   Con todo lo justo estamos y estaremos siempre: contra el coloniaje, contra la explotación, contra los monopolios, contra el militarismo, contra la carrera armamentista, contra el juego a la guerra.

Bibliografía

Castro Ruz Fidel  Discurso   en la sede de las Naciones Unidas, Nueva York,  26 de Septiembre de 1960. (http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1960/esp/f260960e.html)
SIPRI.  SIPRI FactSheetTRENDS IN WORLD MILITARY EXPENDITURE, 2018 STOCKHOLM, APRIL 2019 (https://www.sipri.org/sites/default/files/2019-04/fs_1904_milex_2018.pdf )
SIPRI. Base de Datos (https://www.sipri.org/databases/milex)

U.S. CONGRESS LIBRARY. H.R.2810 - NationalDefenseAuthorizationActfor Fiscal Year 2018115th Congress (2017-2018), Washington DC.

(https://www.congress.gov/bill/115th-congress/house-bill/2810)
U.S. GovermentSpending ,Tuesday, May 7
(https://www.usgovernmentspending.com/defense_spending)

martes, 7 de mayo de 2019

Medio Oriente: ¿Pasos hacia mayores contradicciones y violencia?

Por  María Elena Álvarez Acosta

 
El quehacer del magnate estadounidense ha aumentado las contradicciones y la situación de volatilidad en Medio Oriente. Foto: télam.

Donald Trump planteó tres ejes básicos con relación a Medio Oriente, en su campaña presidencial: la alianza con Israel, la lucha contra el terrorismo y la retirada de las tropas de Siria y Afganistán

Esto se ha cumplido de forma rápida y tardía.
En cuanto a lo que hemos calificado como forma rápida se encuentra: el apoyo irrestricto y sin límites a las acciones de la extrema derecha israelí, manifestado en:

  • El aval al aumento de los asentamientos (colonización) y la “limpieza étnica” en Cisjordania. Durante el gobierno de Trump se ha multiplicado por cuatro la construcción de casas de colonos israelíes. El gobierno de Netanyahu tiene planes para construir 10 mil 500 casas y se ha adjudicado la construcción de 5 mil 700.[1]
  • El traslado de la embajada de EE.UU. a Jerusalén. En mayo de 2017, el presidente de EE.UU. reiteró que la embajada de su país se trasladaría a Jerusalén. Un año después, Trump cumplió la promesa que había hecho en la campaña electoral en un acto de AIPAC,[2] la principal asociación del lobby pro israelí en EE.UU., para corresponder al apoyo que recibió de organizaciones protestantes evangélicas y judías.[3]Daría risa, si no fuera tan trágico, que Trump considera un logro el traslado de la embajada de Estados Unidos a Jerusalén, lo que obvia la consecuente legitimación de la postura israelí de asumir esa ciudad como su capital, pues expresa que eso resuelve un problema que ya no se debe negociar entre las partes (israelíes y palestinos). Además, como ya Israel cumplió ese objetivo, debe hacer algo “que le plazca al otro lado”, o sea a los palestinos.
  • La aceptación y el apoyo a Tel Aviv frente a las continuas masacres en Gaza.
  • La disminución –y eventual fin- de la ayuda a los refugiados palestinos. Ha planteado la necesidad de revisar esa categoría. Además, planteó el retiro del financiamiento a los refugiados palestinos; al tiempo que condiciona la ayuda a que en las escuelas no se utilicen, lo que denomina enfoques anti-israelíes y anti estadounidenses.
  • Sobre la solución del conflicto israelo-palestino, le gusta la de los “dos Estados”. No obstante, pone a Israel en primer plano, la Autoridad Nacional Palestina tendrá que aceptar lo que le “provean”. En la práctica, no tiene en cuenta los antecedentes del proceso de las conversaciones. Sin embargo, la propuesta de lo que se ha calificado como “plan del siglo” no tiene nada novedoso: se basa en promesas anteriores que no fructificaron.
En cuanto a la lucha contra el terrorismo, el rápido cumplimiento de este objetivo no ha sido contra el autodenominado Estado Islámico (EI), sino hacia Irán, calificado por Trump, como el terrorista número uno del área. Uno de los pasos más controversiales fue abandonar el acuerdo nuclear con Irán, anunciado en mayo de 2018.
Esta acción no sólo evidenció el cambio de paradigma de esta administración y la ruptura con respecto a su predecesor en un ámbito medular para mantener dinámicas que pudieran lograr cierta estabilidad en Medio Oriente; sino que ha generado contradicciones con sus aliados europeos, así como ha aumentado las que ya tenía con sus oponentes: Rusia y China. Ello ha contribuido al fortalecimiento de las relaciones entre estos dos últimos y ha evidenciado los resquicios entre los países europeos garantes del acuerdo y su principal aliado: Estados Unidos.


Otras promesas, ¿se cumplen más tarde o no se cumplen?

 


Convoy del Ejército de Estados Unidos viaja por una carretera junto a la frontera entre Siria y Turquía. Foto: EFE.

Paralelamente, la lucha contra el terrorismo, específicamente, contra el autodenominado Estado Islámico se había mantenido como bandera de Washington para permanecer en la región. En ese escenario, “Trump tomó al mundo por sorpresa el pasado 19 de diciembre, cuando recurrió a Twitter para dar por derrotada a la facción del EI que opera en Siria y asegurar que el ejército estadounidense abandonaría la zona”[4]. Paralelamente, se planteó el retiro parcial de Estados Unidos de Afganistán, o sea 7 mil militares, la mitad de los 14 mil que tiene desplegados en ese país.[5]
En cierto sentido, estas dos últimas acciones no deberían ser una sorpresa. El presidente Trump había criticado durante mucho tiempo las guerras legadas por sus antecesores. Sin embargo, la retirada, al igual que la intervención, requiere un plan, una estrategia o un marco en el que se ubiquen las acciones de Washington. El hecho concreto es que el presidente Trump no la tiene. Es más, poco después planteó que no había dicho cuándo se retiraría.[6]
Según la agencia turca Anadolu, que cita fuentes locales, la noche del 4 de febrero los camiones pasaron por el puesto de control de Simelka en la frontera entre Irak y Siria, y el 5 de febrero –día que Trump pronunció el segundo discurso del Estado de la Unión– llegaron a los centros logísticos de EE.UU. en los distritos sirios de JarabIshk y Sirrin, que están bajo el control de formaciones estadounidenses y kurdas, en Siria.[7]

 

El segundo discurso del “Estado de la Unión”

 


El presidente de EE UU, Donald Trump, en el discurso sobre la unión el 5 de febrero. Foto: Reuters.

En dicha alocución,Trump mantuvo los hilos esenciales de sus líneas de campaña, expuso sus logros, que se resumen a continuación:

  1. En cuanto a Israel: “Mi Administración reconoció a la verdadera capital de Israel y con orgullo abrió la Embajada de los Estados Unidos en Jerusalén“. Como se observa, es todo para Israel, nada para los palestinos.
  2. En cuanto a Siria: “Cuando asumí el cargo, el Estado Islámico controlaba más de 20 mil millas cuadradas (unos 52 mil kilómetros cuadrados) en Irak y Siria. Hoy, hemos liberado prácticamente todo ese territorio de las garras de estos asesinos sedientos de sangre”. Precisamente el anuncio del retiro de las tropas desplegadas en Siria en diciembre, era posible, porque se proclamó la derrota total de la organización terrorista en ese país árabe.
Con gran rimbombancia y demostrando una falta de memoria histórica de su propio país estableció que: “las grandes naciones no pelean guerras interminables”, y mientras el ejército de los Estados Unidos continúa trabajando con sus aliados para destruir los restos de la organización terrorista del Estado Islámico, dijo que “es hora de darles a los valientes guerreros de Estados Unidos en Siria una cálida bienvenida a casa”.[8]
En la práctica, aún no se retira, por demás, el presidente estadounidense obvia un pequeño detalle, las acciones esenciales contra el EI han sido llevadas a cabo por los Ejércitos de los países de Siria e Irak, donde se incluye la resistencia de los kurdos, así como Hezbollah, Irán y Rusia.

  1. Insistió en que debía encontrarse una solución política a los combates de varios años en Afganistán. En ese ámbito, se efectúan conversaciones con los grupos que actúan en ese país, incluido el Talibán. Si los resultados fueran positivos, eventualmente podrían reducir el número de soldados en este país y se enfocarán en la lucha antiterrorista. Por tanto, esta es otra promesa que está por cumplirse.
Cuando hizo el balance de casi 19 años de “lucha en el Medio Oriente”, dijo, “Casi 7 mil soldados heroicos perdieron la vida en Afganistán e Irak. Más de 52 mil soldados se hirieron gravemente y gastamos más de 7 billones de dólares en el Oriente Medio”[9]. Dos años antes, cuando oficializó su candidatura presidencial expresó:

“Irak es un caos (…), “Irán está en la senda de las armas nucleares. Siria está envuelta en una guerra civil y en una crisis de refugiados que amenaza a Occidente. Después de 15 años de guerras en Medio Oriente, después de miles de millones de dólares gastados y miles de vidas perdidas, la situación es peor que nunca”.[10]
El magnate estadounidense descalificaba la actuación de EE.UU. hacia esa área. Parecía que su proyección variaría; sería más objetiva. Trump fue elegido presidente con la promesa de replegar al máximo las tropas estadounidenses en el exterior. Dos años después, solo había anunciado el retiro de Siria y Afganistán.

  1. Con respecto a Irán, repasó lo que considera fueron logros de su administración en el retiro del acuerdo nuclear de Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC) de 2015 y el restablecimiento de duras sanciones a Teherán. También atacó el comportamiento actual del país persa hacia los Estados Unidos y hacia los judíos.
Sobre el régimen Iraní señaló que “para garantizar que esta dictadura corrupta nunca adquiera armas nucleares, retiré a Estados Unidos del desastroso acuerdo nuclear de Irán. Y el otoño pasado aplicamos las sanciones más duras jamás impuestas a un país.” Trump también calificó a Irán como “el principal patrocinador estatal del terrorismo”.
La implementación de la política exterior del magnate estadounidense ha estado acompañada por la agresividad en el discurso hacia determinados países, la defensa a ultranza de su aliado más importante, Israel; la ruptura de acuerdos previos y el irrespeto hacia el sistema multilateral y el hacer a mi manera.
La política de Trump lleva a un primer plano contradicciones de enemigos históricos en el área: Israel-Irán y Arabia Saudita-Irán. Como se observa, son países que clasifican como potencias medias que, por demás, tienen alianzas no solo a nivel regional, sino también a nivel internacional, lo que se revierte en eventuales aumentos de enfrentamientos y violencia en la región.
No solo apoya a Tel Aviv, con el endurecimiento de todas las formas y medidas contra los palestinos que viven en Israel y en los territorios ocupados; sino también en la necesidad de garantías máximas al primero, al tiempo que demoniza a Irán, al que califica como patrocinador del terrorismo y enemigo número uno de Israel que, en primera instancia, legitiman todas las acciones de este último bajo el pretexto de su autodefensa.
La práctica de todo para Israel todo contra Irán, impacta a nivel regional y mundial. En el primer caso, Siria es el ejemplo más elocuente. Con independencia de los avances hacia la paz en dicho país, Israel bombardea constantemente ese territorio; el pretexto es la cercanía de las fuerzas iraníes y que Bashar Al Assad es aliado de Teherán.
También Arabia Saudita refuerza su postura en contra de su histórico enemigo y, de igual forma, tiene el pretexto para justificar cualquier acción para defenderse, ya no sólo contra Teherán, sino contra todo aquel que considere que sea aliado del país persa. Ya hemos observado la muestra de ello en la agresión a Yemen y las terribles consecuencias para la población de este país.
En ese escenario, el quehacer del magnate estadounidense ha aumentado las contradicciones y la situación de volatilidad de la región, donde se conjugan los conflictos “estructurales”, históricos y los actuales, donde el factor exógeno ocupa un lugar destacado.
¿Hasta qué punto la política de Trump ha constituido una ruptura con respecto a la de sus antecesores?
¿Cómo ayuda la política de Trump a contrarrestar la creciente influencia de Rusia y la RPCH en la región? ¿Y qué señal envía a los aliados de EE.UU. en cuanto a la seriedad de los compromisos asumidos? ¿Qué impacto ha tenido en el sistema de alianzas en la región? ¿Serán sus aliados regionales los que deban desempeñar un papel protagónico? ¿Ha perdido EE.UU. espacio en el área? ¿Está en condiciones de recuperarlo?
Estas y muchas otras interrogantes se abren ante la cada vez más complicada realidad del área mesoriental. Una región donde no solo los actores regionales esperan lograr el protagonismo, sino donde la puja de los poderes mundiales se expresan de variadas formas en aras de reforzar su presencia.

Notas:

[1]Juan Carlos Sanz: Israel reactiva la expansión de los asentamientos, que se ha multiplicado por cuatro con la presidencia de Trump. Jerusalén 25 AGO 2018 .
[2]Para leer palabras de Trump en el acto, consultar aquí: Sarah Begley Marzo 21, 2016
[3]Entre los donantes individuales que concedieron fondos a su campaña, pocos fueron tan importantes como el magnate de los casinos, SheldonAdelson, que aportó 35 millones de dólares a la candidatura de Trump y otros grupos que la apoyaron. Iñigo Sáenz de Ugarte: Trump concede a la derecha israelí el triunfo sobre Jerusalén que esperaba desde 1980. 06/12/2017 – 21:26h
[4] Redacción BBC News Mundo: Por qué los kurdos son un nuevo foco de tensión entre Estados Unidos y Turquía y cómo esto puede afectar a Siria, 10 enero 2019
[5] Según la mayoría de los medios en EE. UU., Trump tomó la decisión pese a las fuertes objeciones de sus principales asesores de seguridad nacional y sin siquiera consultar con sus principales aliados en el exterior o simpatizantes en el Congreso. Quizá la más contundente de todas fue la del secretario de Defensa, James Mattis, quien presentó su renuncia irrevocable en señal de protestaSergio Gómez Maseri, 23 de diciembre 2018. ¿A qué juega Trump con la retirada de tropas de Siria y Afganistán?
[6] Jonathan Marcus, Corresponsal de Seguridad y Defensa: Donald Trump y Medio Oriente: por qué causa preocupación la “errática” política exterior del mandatario (y qué implica la renuncia de su secretario de Defensa), 21 diciembre 201, 21 diciembre 2018
[7]Javier Benítez: Trump y su discurso del Mal Estado de la Unión, 07.02.2019
[8] Erich Allende: Trump en el discurso del Estado de la Unión: mi administración reconoció la verdadera capital de Israel,Feb 6, 2019,
Ver más en: https://www.20minutos.es/noticia/3555551/0/mejores-frases-discurso-trump-estado-union/#xtor=AD-15&xts=467263
[9]Discurso del “Estado de la Unión” de Trump06.02.2019 ~ 08.02.2019http://www.trt.net.tr/espanol/mundo/2019/02/06/discurso-del-estado-de-la-union-de-trump-1140085
[10] Patrick Healy yJonathan Martin, Con un discurso sombrío, Donald Trump oficializó su candidatura presidencial, 22 de julio de 2016


Venezuela: Guaidó, ruolo di Cuba ed effetti di Brasile e Messico



Carmine de Vito

L’Avana, Cuba: il Venezuela visto da qui non ha certamente il volto di Juan Guaidó. Dopo oltre due mesi dalla sua auto-proclamazione a presidente ad interim, le condizioni di vantaggio createsi con l’imponente sostegno mediatico e diplomatico esterno non appaiono più così solide; anzi.

Per Cuba, il Venezuela è il primo partner politico e commerciale. Le due economie sociali e produttive sono praticamente legate in un rapporto sinallagmatico: progetti sociali in cambio di risorse naturali, con più di ventimila cubani presenti in Venezuela nei diversi progetti tra cui ‘Buen vivir del paciente diabético’ (solo nel 2018, sono stati curati circa 11.000 bambini venezuelani utilizzando il farmaco cubano Heberprot-P) e le missioni ‘Barrio Adentro’ e ‘Milagro’ con oggetto cure di prossimità ed equità sociale.

È facile avvertire la preoccupazione a tutti i livelli; tutti ricordano quello che accadde nel 2002, nelle prime ore del colpo di stato di Pedro Carmona: l’Ambasciata cubana a Caracas fu assalita e tutte le strutture della cooperazione furono oggetto di una ignominiosa caccia all’uomo, perché ritenute il simbolo della deviazione politica chavista.

“Pedro el breve” durò meno di 48 ore: la mobilitazione de ‘los barrios’ riportò Hugo Chavez al Palazzo Miraflores. Determinante fu l’intervento di Fidel Castro, che diffuse da Cuba le dichiarazioni della figlia di Chavez, Gabriela, che denunciava il sequestro del padre e smentiva la sua rinuncia. Geniale fu l’idea dell’allora procuratore generale Isaias Rodriguez, costituzionalista e poi ambasciatrice del Venezuela in Italia, che, per aggirare la censura dei media, finse di dimettersi in una conferenza stampa, per poi denunciare il sequestro del presidente e fare un appello al rispetto della costituzione. Imprescindibile fu la reazione degli apparati fedeli a Chavez, che riscattarono il presidente e si unirono alla grande pressione popolare a suo favore.

Oggi è tutto diverso: non c’è né Fidel né Chavez; è cambiato tutto il contesto geo-strategico. La progressiva marginalizzazione della visione integrazionista e la vittoria dell’ultradestra di Bolsonaro in Brasile ha determinato, o ha dato un’opportunità, all’esperimento Guaidó.

Le due Amministrazioni

Non è un mistero che tra le tante ipotesi sul tavolo dell’Amministrazione Trump per arrivare a un superamento dell’esperienza bolivariana in Venezuela ci fosse quella delle ‘due amministrazioni’: lo si sapeva, ma non sussistevano le condizioni;  o, meglio, si stavano realizzando.

Bolsonaro s’insedia ufficialmente in Brasile il primo gennaio 2019 con un tamtam nell’area gonfio di revisionismo e rigenerati sentimenti anti-integrazionisti. Il 5 gennaio, l’Asamblea Nacional, dopo aver interrotto i negoziati condotti dall’ex premier spagnolo Zapatero, ritenuto troppo vicino al governo Maduro, elegge suo presidente Juan Guaidó, 35 anni, fino ad allora letteralmente sconosciuto; il 23 gennaio, Guaidó si autoproclama presidente e immediatamente partono le legittimazioni internazionali.

La spallata ‘tipo Ucraina’ non riesce, ma la partita internazionale sulla codificazione del multilateralismo o, meglio, sulla preservazione dell’ordine unipolare si sposta nel quadrante sudamericano, riproponendo il medesimo schema asimmetrico medio-orientale in salsa creola. Da una parte gli Stati Uniti e tutto il blocco conservatore sudamericano e dall’altra Russia, Cina, Cuba e le potenze regionali Messico, Turchia e Iran; l’Europa va in ordine sparso, con Regno Unito, Francia, Spagna e Portogallo che spingono per riconoscere Guaidó e l’Italia a sostenere una soluzione concordata e pacifica.

L’effetto Bolsonaro

La vittoria dell’ultradestra di Bolsonaro in Brasile cambia radicalmente gli equilibri politici nel continente. Il tratto originale di Bolsonaro sta nella sua capacità di mettere a sistema le diverse destre latino-americane, diverse per cultura e formazione sociale.

Il mix di retorica anti-marxista, populismo, predilezione divina e liberismo economico avvicina, conferendo unità politica a processi politici nazionali, come le destre tecnocratiche di Cile e Perù e la destra ‘uribista’ colombiana, isolazionista per definizione.

Questo nuovo allineamento culturale che va dagli Stati Uniti al Cile, ovvero da Trump a Piñera passando per Bolsonaro, non è tuttavia solidissimo come si palesa o come pretende di mostrarsi.

Il Messico di Lopez Obrador

Il neo-presidente messicano Andrés Manuel López Obrador (Amlo) ha immediatamente posto una condizione di principio al tentativo di riconoscimento internazionale di Guaidó: “La nostra politica è di rispetto per i governi e i popoli del mondo. Una politica di amicizia, neutralità, autodeterminazione, non intervento, cooperazione per lo sviluppo”.

Assieme al presidente uruguaiano Tabaré Vázquez, che agli inizi tentennava, si è rifiutato di riconoscere la legittimità di Guaidó, ritenuto un usurpatore, ma ha contestualmente richiamato le parti a una soluzione non violenta e dialogante, ottenendo numerosi dividendi politici.

Non ha esautorato il ruolo del Gruppo di Lima sulla crisi venezuelana, stigmatizzando le numerose criticità del governo Maduro, e allo stesso tempo non si è conformato all’asse Trump-Bolsonaro, aprendo un ampio spazio politico e di azione.

Strategico per storia e geografia, Il nuovo respiro messicano diventa centrale in un processo di mediazione: proposta che Guaidó ha seccamente rifiutato e che incontra la forte attenzione del Vaticano, in prima linea nella ricerca di una soluzione negoziata, e di Russia e Cina, che, giocando di sponda con il Messico, possono gestire i fortissimi interessi in Venezuela non in prima linea. La partita è aperta: nessuno forza perché sbagliare, anche una sola mossa, significherebbe compromettere la contesa, quindi perdere.

Gli scenari possono cambiare

Il ‘cambio’ in Messico testimonia la condizione di liquidità nei rapporti di forza nell’area. Se il governo Maduro resiste (finora l’impianto bolivariano nella sua dimensione civico-militare è rimasto pressoché intatto), da qui a breve si presenterà l’incognita Argentina: in ottobre si vota per le presidenziali in un clima di malcontento tra svalutazione del peso, inflazione e produzione agricola in forte tensione, con il ‘macrism’ in bilico e un possibile, mai sottovalutato, ritorno dell’ex presidente Cristina Fernández de Kirchner.

In Brasile, Bolsonaro deve passare dagli slogan ai fatti;  la crisi economica e sociale è inquietante, con il nord che ha votato per Lula, che, nonostante il c
arcere, conserva un consenso e un fascino importante. Tutto questo porta al 2020 e alle elezioni presidenziali negli Stati Uniti.

Forse alla fine ci accorgeremo di quanta poca strada il deputato presidente Guaidó avrà fatto; non sarà ‘el breve’, però, ad oggi, rispetto a tutto quello che si muove, discutendo con Leyde Ernesto Rodríguez (vice rettore dell’Istituto Superiore di Relazioni Internazionali ‘Raul Garcia’ dell’Avana http://www.isri.cu/), rischia di essere ‘l’effimero’.