Alfabetizar a 30% de la población fue el primer hecho cultural al bajar de la Sierra Maestra
En Cuba más de 30 mil instructores de arte forman al pueblo para que sea un espectador activo, crítico, analista, apreciativo y avezado, expresó el viceministro de Cultura, Fernando Rojas
El viceministro de Cultura de Cuba, Fernando Rojas, la presidenta del Casa del ALBA, Ana María
Pellón, y el coordinador de ALBA Cultural, Miguel González
La Revolución en Cuba fue no solo uno de los acontecimientos políticos más importantes del siglo XX, sino que tuvo una significación cultural sin precedentes en esa centuria. Hoy todavía es parte de ese imaginario colectivo mundial.
El triunfo de los patriotas contra la dictadura constituyó un hecho heroico porque sucedió en las narices del imperio, pero además estremeció la cultura dominante. El Che Guevara fue y sigue siendo uno de los íconos más importantes de la humanidad, como lo es el Comandante Fidel Castro Ruz.
Aunque se le quiso convertir en simple fetiche, en un souvenir, con sus ideas del hombre nuevo trasegó la ideología dominante, hasta en el mismo imperio. El Che fue inspiración para todas las luchas revolucionarias, pero además fue el acicate de los movimientos de la contracultura.
La revolución cubana se constituyó a partir de los años sesenta en sinónimo de vanguardia cultural, aunque ahora sus detractores traten de calificarla con el ramplón epíteto de dictadura. Poco a poco fue despojando a las bellas artes de su contenido dominador y elitista e inclusiva de la cultura popular.
Basta con pasear por las calles de La Habana vieja para percatarse del gran movimiento cultural que surca sus calles y mora en sus vetustas edificaciones. Desde las sedes de los Comités en Defensa de la Revolución funcionan también como centros de actividades artísticas y de formación, hasta iniciativas culturales de los más diversos colectivos que mantienen un alto grado de interacción con la realidad circundante.
Esto ha sido un trabajo arduo que se inició en el mismo momento de sacar a Fulgencio Batista del poder. Uno de los grandes retos inmediatos después del triunfo en 1959 de los guerrilleros heroicos de la Sierra Maestra fue resolver el acceso del pueblo a los bienes y servicios culturales que solo estaba reservado para las élites.
“Hicimos una campaña de alfabetización en menos de un año para incluir una población que registraba en ese momento 30% de analfabetismo. Un flagelo que hoy está erradicado, pero en ese momento era imposible hablar del pleno acceso a la cultura si no lo resolvíamos”, manifestó el viceministro de Cultura, Fernando Rojas, acompañado por la presidenta del Casa del ALBA, Ana María Pellón, y el coordinador de ALBA Cultural, Miguel González en la sede de esa nobel institución ubicada en El Vedado, La Habana.
El triunfo de los patriotas contra la dictadura constituyó un hecho heroico porque sucedió en las narices del imperio, pero además estremeció la cultura dominante. El Che Guevara fue y sigue siendo uno de los íconos más importantes de la humanidad, como lo es el Comandante Fidel Castro Ruz.
Aunque se le quiso convertir en simple fetiche, en un souvenir, con sus ideas del hombre nuevo trasegó la ideología dominante, hasta en el mismo imperio. El Che fue inspiración para todas las luchas revolucionarias, pero además fue el acicate de los movimientos de la contracultura.
La revolución cubana se constituyó a partir de los años sesenta en sinónimo de vanguardia cultural, aunque ahora sus detractores traten de calificarla con el ramplón epíteto de dictadura. Poco a poco fue despojando a las bellas artes de su contenido dominador y elitista e inclusiva de la cultura popular.
Basta con pasear por las calles de La Habana vieja para percatarse del gran movimiento cultural que surca sus calles y mora en sus vetustas edificaciones. Desde las sedes de los Comités en Defensa de la Revolución funcionan también como centros de actividades artísticas y de formación, hasta iniciativas culturales de los más diversos colectivos que mantienen un alto grado de interacción con la realidad circundante.
Esto ha sido un trabajo arduo que se inició en el mismo momento de sacar a Fulgencio Batista del poder. Uno de los grandes retos inmediatos después del triunfo en 1959 de los guerrilleros heroicos de la Sierra Maestra fue resolver el acceso del pueblo a los bienes y servicios culturales que solo estaba reservado para las élites.
“Hicimos una campaña de alfabetización en menos de un año para incluir una población que registraba en ese momento 30% de analfabetismo. Un flagelo que hoy está erradicado, pero en ese momento era imposible hablar del pleno acceso a la cultura si no lo resolvíamos”, manifestó el viceministro de Cultura, Fernando Rojas, acompañado por la presidenta del Casa del ALBA, Ana María Pellón, y el coordinador de ALBA Cultural, Miguel González en la sede de esa nobel institución ubicada en El Vedado, La Habana.
VISIÓN INCLUYENTE
El hecho de que la educación y cultura se fundan en un mismo objetivo, ha sido la constante de la Revolución. Se trata de crear unas instituciones culturales orientadas hacia la inclusión, por eso se propuso de inmediato universalizar el hecho cultural, por distintas vías.
Una fue la de crear nuevas instituciones e industrias culturales propias. “En 1959 se creó el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (Icaic) para poder romper con el monopolio de las grandes cadenas de televisión y los estudios estadounidenses”.
Ese mismo año bajo la iniciativa de Haydee Santamaría, guerrillera que participó en 1953 en el asalto al Cuartel Moncada, se crea la Casa de las Américas como un instrumento de diálogo con otras culturas.
También se crearon otras instituciones de servicio público que son gratuitas u ofrecen tarifas para nada asociadas al mercado, con la finalidad de acercarlas a las personas. “En Cuba la entrada a un museo vale unos pocos pesos cubanos”, acotó Rojas.
La visión de la cultura cubana, según Rojas, no es la de ofrecer una mercancía como en la sociedad capitalista, sino la de entablar una relación de participantes. “Por eso hoy contamos con más de 350 casas de cultura que son instituciones polivalentes comunitarias, asientos de experiencias y manifestaciones populares que se relacionan con la producción viva”.
Desde principios de la Revolución se eliminó las formas administrativas de discriminación de las culturas populares. Una práctica muy ligada al racismo institucional que existía en Cuba y con la que tuvo lidiar la naciente República, sostuvo el viceministro en conversación con un grupo de periodistas venezolanos que visitaron el país antillano para conocer de cerca de su realidad, .
“Aquí un negro no podía entrar en una playa, en un club, en un parque principal. Ellos caminaban por un lado y los blancos por otro, para no encontrarse. Era muy interesante porque aunque no había una legislación al respecto, como en estados Unidos, esa práctica neocolonial que impusieron debe ser objeto de estudio”, planteó el servidor público.
Aunque estas restricciones se eliminaron de inmediato, fue a partir de la década de los ochenta que se empezaron a registrar todas esas expresiones populares. “Se que en Venezuela se está haciendo ahora. Ustedes lo llaman Censo del Patrimonio, tanto material como inmaterial, como lo puso de moda la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). Nosotros en esa época no acostumbramos a llamarlas cultura popular tradicional”, explicó el viceministro cubano.
De ese inventario salió un atlas que es referencia obligada y donde partieron las políticas públicas de proteger, salvaguardar, financiar y cuidar esas expresiones y, además, incluirlas en el programa de educación general.
FORMACIÓN DESDE LA PRIMARIA
Cuba posee un gran acervo de instituciones ligadas a la cultura. De 412 bibliotecas públicas, hasta 200 museos, sin contar las 12 mil escuelas en las que están más de 30 mil instructores culturales que están en las escuelas.
Resaltó la importancia de los instructores. Estos profesionales tienen habilidades artísticas, tocan un instrumento, pintan, cantan en un coro o está reparado como actor, pero su oficio es de convertirse en un pedagogo para lograr la participación de la población en el hecho cultural. “Se trata de formar al pueblo para que sea un espectador activo, crítico, analista, apreciativo y avezado”, detalló.
La preparación de las niñas, niños y adolescentes en las escuelas no es para que se hagan artistas, porque para eso están los institutos de arte, sino para que se conviertan en ese espectador activo a que hacía referencia el viceministro. “Esto es calidad de vida y es la misma concepción que utilizamos en el deporte”.
Después, si el estudiante quiere profundizar en alguna disciplina están las casas de la cultura, que es otro nivel de la pirámide. “A partir de oportunidades iguales para todos, que es lo que pensamos es el socialismo, se incorpora a las creación popular para satisfacer sus inquietudes”, agregó.
DILEMA ACADÉMICO RESUELTO EN LA PRÁCTICA
Todo este proceso no está reñido con las bellas artes, como pudieran pensar algunos, porque según Rojas son parte de la cultura. “La Revolución lo que ha hecho es despojarlas (bellas artes) de su contenido dominador, elitista, vinculado a los grandes monopolios y dotarlas de un contenido popular, que esté al alcance de todas y todos cubanos”.
Rojas aseguró que una de sus grandes obsesiones es imbricar las vanguardias artísticas con las culturas populares. Rojas ejemplificó para darle peso a sus palabras. “En Cuba hay más de 300 clubes del baile popular cubano y mexicano. Una manifestación cultural, entre tantas, que se imbrica con las bellas artes”.
Las bellas artes no son de élite por sí mismas, sino cuando no se tienen espectadores que las aprecien porque no los formas” este es el gran reto a lo largo de estos 53 años de la Revolución cubana.
De ahí que la Revolución crearon en todas las provincias las academias de arte, que es el otro momento de la pirámide. “De manera que ese niño que se formó en la escuela, en la casa de la cultura, y estuvo bailando durante un largo período de tiempo pueda dar un paso más adelante, prepararse como profesional si pasa un examen”.
El comandante Fidel decía: “cuántos talentos se habrán perdido por no tener una escuela cerca”. Ahora hasta en las montañas de Guantánamo si un niño tiene aptitudes para tocar el violín, sigue en su explicación el viceministro, y era integrante del coro de la sala de televisión que está en su comunidad y después en su escuela aprendió a apreciar música y, posteriormente, se formó en una escuela de la cultura; se le abre la oportunidad de profesionalizarse. Existe cerca de 10 mil estudiantes de las academias de arte”.
Todo este semillero de escuelas de formación le ha permitido mantener una alta actividad cultural, muchas veces gratuitos o a precios que no superan los 20 pesos cubanos (menos de un nuevo peso, denominado CUC), un valor insignificante si se compara con lo que cuesta por ejemplo en presentación del ballet de Alicia Alonso en Nueva York, por ejemplo.
En Cuba se registraron el año pasado cerca de 45 millones de participantes en actividades culturales. Es decir, las cubanas y cubanos van por los menos 4 veces a espectáculos, reveló orgullos el viceministro.
Pero eso no es todo, en Cuba se imprimieron entre folletos y libros cerca de 30 millones de ejemplares. De esos entre 5 y 8 millones van a la Feria del Libro, un mega evento que dura un mes y se realiza en 16 ciudades en que participan millones de personas.
LA ECONOMÍA DE LA CULTURA
Desde inicio de la Revolución, Cuba se hizo de una actividad empresarial cultural propia, la cual funciona con arreglo a la oferta y la demanda. “Estos no ha permitido el desarrollo de una gran industria exportadora de bienes y servicios que permite redistribuir esos ingresos y, por ejemplo, subsidiar la edición de los libros”, adelantó Rojas.
Después de los libros, el segundo lugar en la producción está el cine. Es una industria muy costosa, pero ha pesar de las dificultades económicas, Cuba produce al año un promedio de 10 películas. “No es el mejor momento pero es una cantidad aceptable. A esto hay que agregarle más de 50 cortometrajes y más de 600 minutos de dibujos animados”, acotó el viceministro al reconocer que una de las grandes fallas que tiene la industria cultural cubana es la discografía.
Pero Cuba no es una isla cerrada y está abierta a las manifestaciones culturales de otros países. Famosos son sus festivales promovidos por países amigos e inclusive de naciones cuyos gobiernos mantienen una actitud hostil, como Estados Unidos. “Más de 15 personas salen de Cuba por intercambio cultural y recibimos 2 mil artistas extranjeros”, reveló Rojas.
A pesar de las dificultades Cuba destina entre 3% y 4% del Producto Interno Bruto (PIB) al presupuesto de la cultura. “En el año 2005 se destinaron 98,4 millones de pesos a las instituciones culturales centrales, en el año 2009 superó los 197,8 millones de pesos. Mientras que a las entidades locales en 2005 fueron de 341 millones y el 2009 643,4 millones de pesos (cerca de 30 millones de dólares).
Los Lineamientos de la de la Política Económica y Social solicitan a todas las instituciones a reducir los gastos. Rojas dijo que para lograr esto existen dos vías: una es reducir las erogaciones y para eso abría que echar gente.
La otra vía es incrementar los ingresos y crear nuevas formas de gestión. “No vamos a echar artistas, ni reducir los centros de formación, sino vamos a descentralizar la producción artística para bajar costos y adaptar los espectáculos al número de espectadores. La vía para ser autosostenibles es crear empresas culturales”, concluyó.
PABLO MILANÉS ESTÁ DE ESTE LADO
“Pablo Milanés es un artista de la Revolución, su obra es inseparable de este proceso, pertenece a la cultura cubana”, resaltó Fernado Rojas, al reconocer que las declaraciones del cantautor crearon una situación compleja ya superada.
El legendario cantautor cubano, residenciado en Madrid ha expresado duras críticas al gobierno de su país, respecto al grado de libertad de expresión.
“Es un hombre de la Revolución, aunque en algún momento tenga una opinión que a nosotros no nos parezca adecuada”.
Casos distintos son las de aquellos artistas que son agentes de la contrarrevolución cubana que funcionan en el exterior. Algunos son grandes artistas, pero realizan actividades para derrocar al Gobierno, con ellos no hay diálogo posible.
“Son pocos los casos de artistas que fueron formados en academias cubanas en Revolución y se fueron. Un ejemplo es Arturo Sandoval o Paquito de Rivera, grandes artistas”, se lamentó FernandoRojas.
LA PRIMERA CASA DEL ALBA
A pesar de la polémica en los medios de comunicación internacionales sobre las Casas de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) respecto a las actividades que realizaban en algunos países como Perú, lo cierto es que existe solo una, manifestó su presidente Ana María Pellón.
“Fue inaugurada el 13 de diciembre de 2009 y esperamos por la pronta inauguración de otra en Venezuela, aunque eso corresponde a las autoridades de ese país hermano”, expresó Pellón quien fue responsable hasta hace poco de Misión Cultura Socialista en la República Bolivariana.
En tan poco tiempo la nobel institución ubicada se ha ganado las simpatías de los habaneros por su extensa programación. Pero sus objetivos van más allá. Además de promover la creación, las casas del ALBA tienen como propósito resguardar el patrimonio sociocultural y recabar divulgar el conocimiento de la historia latinoamericana y caribeña.
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