martes, 29 de enero de 2013

Francia y su política hacia América Latina: entre discursos y realidades. Apuntes para un debate.


Por  Rogelio P. Sánchez Levis[i]

El llamado Nuevo Mundo suscitó desde tiempos muy remotos un gran interés en el país de los galos. Esto se manifestó desde los deseos de conocer y explicarse todo lo que allí acontecía hasta una vasta producción artística y literaria que abarcó géneros como la poesía, el drama, las crónicas de viaje, los ensayos, los tratados filosóficos, así como una prolífera creación en el ámbito de las artes plásticas. Voltaire definió el “descubrimiento y colonización” americana como “el mayor acontecimiento de sus tiempos”.[ii]
 
Otro tanto sucedía del otro lado del Atlántico, sobre todo a partir del siglo XIX, partiendo de la propia idea francesa de latinidad con la cual las emergentes élites del continente, afianzaron su identidad propia en el nuevo mundo que se configuraba. Luego, la indiscutible influencia de la llamada Ilustración y sus múltiples corrientes sobre el pensamiento y la evolución de las sociedades latinoamericanas, y más tarde, el impacto del proceso emancipador galo que ganó muchos simpatizantes en el subcontinente. 

Se puede afirmar que una densa, antigua y profunda relación cultural e intelectual ha servido de fundamento a los vínculos franco-latinoamericanos.

Un hito contemporáneo de la relación franco-latinoamericana fue el lanzamiento en 1964, de la llamada “política americana” del general Charles De Gaulle mediante la cual, Francia definía una proyección de intereses, compromisos  y discursos independientes de Estados Unidos, en momentos en que se reafirmaba su estatus de potencia tutelar del subcontinente latinoamericano. Este acontecimiento resultaba una evolución lógica de dichos nexos; desde los inicios de la Segunda Guerra Mundial, no pocos países de América Latina apoyaron a De Gaulle y la creación de los Comités Francia Libre.

Los objetivos gaullistas hacia América Latina sufrieron una paulatina regresión  que provocó el distanciamiento entre Paris y el conjunto de estas naciones. A esto contribuyó además la consolidación de la influencia de Estados Unidos sobre la región, el auge de la insurgencia y los grupos irregulares, los golpes de Estado – con anuencia más o menos de Washington - y la inestabilidad política y económica que golpearon al sub-continente. En ese ámbito se evidenciaba la incapacidad de Francia para contrarrestar estas tendencias y articular políticas en correspondencia con sus intereses y objetivos propios. El relanzamiento de la alianza estratégica trasatlántica que tuvo lugar durante la presidencia de François Mitterrand, alejó la posibilidad de superar las limitaciones y problemáticas de la proyección latinoamericana del país europeo.

Jacques Chirac 

Los dramáticos cambios ocurridos en la escena internacional a partir de 1989, con la desaparición de la URSS y el campo socialista, obligaron a Francia a replantear su política exterior.[iii] Se imponía entonces la definición de una línea de conducta ante  el panorama ambiguo de la posguerra fría, plagado de conflictos identitarios y de rivalidades exacerbadas entre las grandes potencias. En Paris, se debatían interpretaciones contrapuestas sobre su papel en el mundo: una más bien continuista, que evocaba la doctrina de la excepción francesa – acción independiente y original en el enfrentamiento al unilateralismo norteamericano, apoyada en Europa y sus vínculos privilegiados con el Sur – y otra que aludía al ajuste del estatus internacional galo en ausencia de la confrontación Este-Oeste, es decir una potencia media consciente de su declive y obligada a  responder a los desafíos y oportunidades de la globalización, despojándose de arcaísmos como su presencia tradicional en África. De hecho, el acercamiento a la OTAN entre 1994 y 1997, y el estímulo masivo de inversión de capitales en Europa del Este, parecían inscritos en dicha lógica. 

El ascenso de los conservadores franceses desde principios de la década de los 90s, en coincidencia con los mencionados acontecimientos ocurridos en el Este de Europa, se prolongó hasta el desplazamiento total de la izquierda en las elecciones presidenciales de 1995, de las que emergió la derecha como vencedora y Jacques Chirac como presidente de la República. Con la mencionada configuración interna, la clase política francesa defendió, en esta etapa, las líneas estratégicas de su política exterior, frente a un contexto de acercamiento ruso-norteamericano, de reunificación alemana, y de transición al capitalismo de naciones este-europeas.

El abrumador acceso de la derecha al poder en el año 2002, le otorga a Jacques Chirac la capacidad para actuar – sin las limitaciones propias de la cohabitación (1997-2002) – frente a un panorama dominado por el reforzamiento de las tendencias hegemonistas y unilateralistas impulsadas por Estados Unidos, la consolidación de las proyecciones conservadoras en Europa, el avance del proyecto de integración en el Viejo Continente, y la persistencia de síntomas recesivos de la economía internacional.   
                                             
En América Latina, la política exterior francesa se destacó, durante el primer mandato de Jacques Chirac, por su activismo y sobresalió del resto de sus similares europeas. El presidente francés realizó en marzo de 1997, una gira por el continente que abarcó Brasil, Bolivia, Argentina, Uruguay y Paraguay. Este fue el marco en el que el jefe de Estado galo propuso la celebración de una Cumbre de Estados y Gobiernos de América Latina y de Europa con el propósito de ganar alguna influencia en espacio tradicional de dominio geopolítico y económico norteamericano, y en este sentido contrabalancear el creciente poderío e influencia de Washington en el mundo, reforzado tras la desaparición del campo socialista. En junio de 1997, el Consejo de Asuntos Generales de la Unión Europea decidió respaldar esta iniciativa. Se trataba de la iniciativa de mayor envergadura en América Latina que lanzara el presidente francés. 

Sin embargo, en el segundo mandato de Chirac no se desarrollaron iniciativas de envergadura con esta región, que aunque mantenía una discreta participación en el comercio exterior francés, constituía sin dudas, un espacio geoeconómico de creciente interés para las exportadores e inversionistas franceses, con capacidad para contrarrestar en buena medida los efectos de la crisis internacional sobre la economía gala y en su calidad de región emergente, contribuir a desconcentrar sus intercambios económicos, demasiado dependientes de Europa y Estados Unidos. En 2003, América Latina y el Caribe representaban un 3.2% de los intercambios de Francia aunque ya se apropiaban del 40% de los grandes contratos de las empresas francesas en el extranjero.[iv]

Brasil estuvo entre los destinos de la última gira del presidente francés en América Latina que tuvo lugar en mayo de 2006. Nadie ponía en cuestión la alta prioridad que París concedía a esta nación, su primer socio económico y comercial en la región, con un volumen de intercambios que alcanzaba en 2007 los 5.5 mil millones de dólares. Era además el país que acogía a la mayor comunidad gala del continente latinoamericano (más de 16 mil).[v] Otro factor que explicaba el creciente acercamiento entre ambos países, era la emergencia de Brasil como potencia con alcance e intereses globales lo cual la convertía en un interlocutor de peso en los planos bilateral y multilateral. 

Destino de una visita oficial en el primer mandato presidencial de Chirac, México constituía el tercer socio-comercial de Francia, con un intercambio ascendente a 2.45 mil millones de dólares y un excedente de 907 millones de dólares - el más importante en la región [vi] - con unos ancestrales vínculos culturales y una de las más numerosas colonias galas en el continente. 

Como se puede apreciar, la selectividad constituía un rasgo definitorio de la diplomacia francesa en América Latina: MERCOSUR - Brasil en particular - y México eran las grandes prioridades de la diplomacia gala en el continente. 

El impulso inicial de las relaciones franco-latinoamericanas no fue seguido con igual entusiasmo posteriormente. De hecho, la segunda presidencia de Chirac (2002-2007) se destacó por una pobre presencia diplomática en el continente que pudo obedecer al progresivo abandono de la tradicional lógica de desafío a los intereses norteamericanos en la medida en que se recomponían las relaciones con su aliado trasatlántico tras la crisis de 2003, así como la prioridad que Francia le concedió a la integración europea - bloqueada tras el rechazo francés al referéndum constitucional de 2005 – y a otros asuntos internacionales como el Medio Oriente y Asia, donde consideraciones estratégicas de mayor peso entraban en juego. 

La presión de los grandes grupos económicos galos con intereses en Estados Unidos, de diversos segmentos de la clase política – especialmente de la derecha liberal – y la gran prensa, obligaron a Chirac a entrar rápidamente en un proceso de reconciliación con su aliado trasatlántico,  lo cual determinó, en buena medida, el énfasis del distanciamiento con América Latina, traducido en la erosión de su tradicional activismo en una zona de influencia estadounidense que ha sido un punto de divergencia recurrente con su aliado estratégico trasatlántico. 

La erosión de la llamada política americana y la ausencia de prioridad hacia Latinoamérica, se ve matizada con el interés y la amistad de ciertos sectores políticos, gubernamentales e intelectuales galos con dicho continente. El compromiso y la demostrada comprensión de la problemática económica, política y social de la región manifestada por el candidato a las elecciones legislativas de 2012, Pascal Drouhaud, sirven para validar esta afirmación.[vii]
 
Las particulares relaciones con Cuba trascurrían en medio del clima que imponían dichas circunstancias. La europeización de política hacia la nación caribeña traducida en la disminución sensible de estos vínculos condicionó una significativa desatención de los intereses económicos galos en la isla, tradicionalmente respaldados por iniciativas políticas y diplomáticas de dicho Estado. Aun con poco margen de maniobra, Chirac logra un ligero distanciamiento de las posturas europeas más hostiles hacia la isla, lo que le permitió ganar cierto nivel de interlocución con La Habana y alguna credibilidad, frente a los sectores críticos de estas posiciones, que exigían coherencia con las tradicionales posturas gaullistas.

Nicolas Sarkozy 

Los inicios de Nicolas Sarkozy en la presidencia francesa, no marcaron una voluntad de estrechamiento de los vínculos con América Latina y el Caribe. Sus primeros discursos sobre política exterior otorgaban prioridad a la reconstrucción de los nexos trasatlánticos, la crisis global, Europa, el Medio Oriente y el replanteamiento de las alianzas con los llamados países emergentes.[viii]
 
La ausencia de Sarkozy en la edición de la Cumbre Unión Europea-América Latina que tuvo lugar en Lima en 2008, generó gran preocupación y decepción en las capitales latinoamericanas. Parecía que lo único que interesaba a Paris, era la liberación de la política franco-colombiana Ingrid Betancourt para la cual Francia invirtió un nada despreciable capital político y diplomático, transfiriendo a un segundo plano la gama de densos intereses galos en la región. Era un tema que no aportaba valor agregado alguno a la política hacia el continente y que evidenciaba el interés del mandatario por seducir a la opinión pública internacional y francesa en particular, en momentos en que descendían los niveles de aceptación a su gestión doméstica.

Algo similar sucedió con el caso de la ciudadana Florence Cassez, condenada en 2008 a 60 años de prisión bajo cargos de secuestro, delincuencia organizada y tenencia ilegal de armas de fuego. París y el presidente Sarkozy personalmente, solicitaron insistentemente a México, el traslado de la rea, aludiendo el Tratado de Estrasburgo del cual ambos países son partes y que permite el traslado del delincuente para que purgue su condena en su país de origen. Adicionalmente Francia expresó su inconformidad por la ausencia de garantías y la violación del principio del debido proceso. La politización del caso ha sido francamente rechazada por las autoridades mexicanas, considerando que se trata de un asunto de entera competencia del poder judicial del país azteca que ha rechazado los recursos de apelación y amparo presentados hasta el momento. Asimismo, la escalada diplomática llegó a niveles insospechados: la Cancillería gala decretó el boicot del destino turístico mexicano y anunció que dedicaría “El año de México en Francia” a la causa de la prisionera.[ix] Esto provocó de inmediato la anulación de la presencia oficial azteca en las numerosas actividades previstas para celebrar dicho acontecimiento. En este contexto, la atención a las densas y estratégicas relaciones bilaterales con México – privilegiadas por la política de selectividad aplicada en la región por Paris – pasaba a un segundo plano. 

El año 2009, marcó sin embargo un punto de inflexión en la política hacia el continente latinoamericano lo que no significaba la superación de las dificultades explicadas en el presente artículo. En una visita oficial que realizara a Oman, el presidente Sarkozy anunciaba la prioridad que tanto el Golfo como América Latina, poseían en su agenda exterior.[x]
 
Ya a finales de 2008, el presidente galo realizaba una visita oficial a Brasil con el objetivo de lanzar una “Alianza Estratégica” que comprendía los sectores comerciales, científico-técnicos y la cooperación, entre otros campos.[xi] El pacto franco-brasileño se planteó el desarrollo de la industria de helicópteros militares y submarinos brasileña, además de avanzar en energía nuclear y ganar apoyo de París a su protagonismo internacional. Francia, por su parte, ganaba fuerza en la promoción de un mundo multipolar y conquista un mercado para su industria y tecnología, en momentos en que Brasil trata de recuperar su producción de equipos militares, con una mirada regional, y de fortalecer sus Fuerzas Armadas, con la intención de proteger la Amazonia y reservas de petróleo recién descubiertas en el océano Atlántico. Estos acuerdos preveían la fabricación brasileña de 50 helicópteros para las tres ramas militares y de cinco submarinos, uno de propulsión nuclear. [xii]Sarkozy, por su parte, reiteró su apoyo a la reforma de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).  El desarrollo conjunto de la Amazonia, formaba parte de otro de los acuerdos firmados, que comprenden además la cooperación espacial, la enseñanza profesional y la celebración del Año de Francia en Brasil.[xiii]
 
Poco más tarde, el jefe de Estado francés recibía en el palacio del Eliseo a los presidentes Hugo Chávez de Venezuela y Evo Morales de Bolivia con quienes se propuso profundizar los vínculos bilaterales con sus respectivos países. Se trataba de actos diplomáticos que no dejaron de molestar a  Washington, aun y cuando las lecturas sobres sus verdaderos propósitos, eran diversas. Muchos consideraban que dichas iniciativas respondían a una reacción ante una cierta frialdad del presidente Barack Obama hacia Sarkozy cuyas expectativas de construir una sólida relación personal y diplomática con el primero no fueron alcanzadas. Otros opinaban que dichos actos se correspondían con la magnitud de los intereses galos en América Latina y la oportunidad que ésta encarnaba en términos de comercio e inversión, en medio de la crisis económica global de impredecibles consecuencias.  Un elemento a considerar en este sentido, es la comprensión que ganó Sarkozy sobre la realidad latinoamericana, gracias al intenso y amistoso diálogo con el entonces presidente de Brasil, Inacio Lula Da Silva, estadista de credibilidad indiscutible.    

En un sentido más particular, la evolución favorable de las relaciones con Caracas bajo la presidencia de Sarkozy se puede explicar por la empatía personal surgida entre ambos mandatarios, la personalidad y nivel de protagonismo político y mediático de ambos, la reacción favorable de Chávez a la solicitud de apoyo de Sarkozy para la liberación de Ingrid Betancourt, el interés de los grupos económicos franceses en el potencial económico y energético del país suramericano, y quizás un cierto interés del mandatario francés de contrarrestar las críticas de diversos sectores políticos, sociales y de la propia opinión pública, por su vocación atlantista.

El respaldo a las posiciones de México y Venezuela en la cumbre del G20 se inscribe en lógica de acercamiento.

Muy sintomática fue la simbólica visita del enviado presidencial Jack Lang a Cuba, cuyas declaraciones previas y posteriores a su viaje a La Habana, denotaron el interés de Francia en profundizar y ampliar los nexos con la Mayor de las Antillas, más allá de los campos de divergencia y los aspectos críticos de la relación bilateral, en particular los derechos humanos.[xiv]  

Bajo la presidencia de Sarkozy, y aun y con todas las dificultades expuestas, Francia se mantuvo en el rango de los principales inversionistas y socios comerciales de América Latina.[xv]
 
Francois Hollande

Con las dificultades que plantea un pronóstico en estado tan prematuro, se podría decir que con un dominante sector atlantista al interior de su Partido, el actual presidente de Francia, enfrentado a una crisis económica y financiera sin precedentes que amenaza con azotar muy duro a su propio país, un descenso de su popularidad y una tensa y compleja agenda social, tendrá muy poco margen para atender las estratégicas relaciones con América Latina y el Caribe. Se trata además de un mandatario alejado cultural, sicológica y políticamente de un continente que conoce poco y cuyos líderes tampoco ha tenido tiempo de cultivar. Sus primeras comparecencias no otorgan un alto perfil a la región.[xvi]

La designación de Laurent Fabius al frente del Quai D´ Orsay podría representar cierta esperanza, partiendo del hecho de que este dirigente socialista galo, simpatizó con quienes luchaban contra las dictaduras instaladas en el continente en las décadas de los años 60 y 70, apoyando la concesión de asilo político a muchos de estos. Sin embargo, la alta concentración de la agenda gala en la crisis europea, los conflictos meso-orientales y la estratégica y compleja alianza con Estados Unidos no permiten augurar espectaculares movimientos a favor de una mejor y renovada relación con las naciones latinoamericanas y caribeñas. 

Hasta el momento no se registran iniciativas diplomáticas de gran calado en el continente. La decisión del presidente Hollande de ausentarse a la recientemente concluida Cumbre CELAC-Unión Europea que tuvo lugar en Santiago de Chile, constituye un indicador del lugar que ocupa el continente latinoamericano en la agenda de prioridades galas.

Los formuladores galos no podrán desestimar en sus análisis, la envergadura de los intereses económicos galos que están en juego en América Latina y el Caribe, las potencialidades del continente en términos de estabilidad política, desempeño económico y capacidades energéticas, así como su accesibilidad al pacífico. Todo esto en medio de una crisis con impredecibles resultados, y una creciente pugna entre las principales potencias económicas del mundo por mercados y espacios de influencias, riña que se torna más ardua con la irrupción de actores emergentes como China cuya presencia en el continente se expande sistemática y significativamente.[xvii]

A modo de conclusiones

La reinserción del continente en la arena internacional plantea una situación nueva a la que Francia deberá adaptarse y generar políticas creativas que permitan el dinámico y fructífero reacomodo de una agenda e intereses de no poca importancia para la nación europea: el ascenso de Brasil como potencia emergente, el activismo de Venezuela a escala global y su ampliada influencia sobre el concierto regional, la creciente autonomía política y económica de la mayoría de sus gobiernos, la proliferación de mecanismos autónomos de concertación continental, así como la ascendente presencia política, diplomática y económica de China.

La persistencia del embargo estadounidense contra Cuba que va en detrimento de los propios intereses galos, podría ser objeto de un reacomodo - en términos de intensidad, enfoque y contenidos – en el diálogo que se estructure con la nueva Administración estadounidense, considerando el momento histórico particular que vive Cuba, los cambios geopolíticos en el continente y la presión de algunos sectores económicos y otros actores cercanos o con ascendencia sobre la actual dirección francesa que abogan por el levantamiento de la sanciones contra la isla. La postura europea será una variable de peso en esta ecuación.

La favorable evolución política y económica de América Latina y el Caribe constituye una verdadera oportunidad para la diplomacia francesa. La riqueza en materias primas, recursos energéticos y las masivas inversiones en infraestructura de muchos de sus gobiernos abren una opción interesante para las empresas galas, necesitadas de estos espacios en la compleja coyuntura económica y financiera que se vive en la actualidad. Mientras tanto, la creciente autonomía de sus políticas exteriores y el protagonismo e influencia que ganan varios de sus países en la escena internacional, plantea a Paris la necesidad de contarlos como interlocutores válidos y útiles para construir alianzas en función de sus intereses globales. 

Las posturas defendidas por el presidente Francois Hollande sobre las vías de solución de la crisis global, y su énfasis particular en el crecimiento (v.s. la austeridad)  han sido acogidas con beneplácito en muchos países de la región que estiman que es el camino viable para superar los actuales contratiempos de la economía internacional. Este es un campo de entendimiento que Paris no deberá menospreciar si aspira a una relación sólida y productiva con la región, en correspondencia con su estatus, intereses y objetivos a escala planetaria.

 Notas:


[i] Doctor en Ciencias Históricas y Máster en Relaciones Internacionales. Es profesor universitario, investigador y autor de varios artículos sobre las relaciones internacionales contemporáneas.

[ii] Voltaire: Essai sur les moeurs (1756)

[iii] Le Quintrec, Guillaume. Francia en el mundo desde 1945. Memo Seuil, 1998, p. 28

[ix] Declaraciones de la ministra de Relaciones Exteriores de Francia en el Senado de la República francés. www.liberation.fr

[xii] La fabricación de los helicópteros, con tecnología francesa, tendrá un costo de 1.890 millones de euros (2.640 millones de dólares) y estará a cargo de la empresa brasileña Helibrás, subsidiaria de la europea Eurocopter.

[xiii] Además, ambos apoyaron la conclusión de la Ronda de Doha de negociaciones para liberalizar el intercambio internacional en la Organización Mundial de Comercio, si bien ocupan posiciones opuestas en la cuestión de los subsidios agrícolas, cuya eliminación o reducción, reclamada por Brasilia, enfrenta fuerte resistencia de París.

[xv] En Colombia, el volumen de inversiones francesas asciende a 2.000 millones de USD (un 2% del total), siendo el tercer inversor extranjero en dicha nación. Por su parte, en Argentina, los capitales galos juegan también un papel preeminente. Sus inversiones ascienden a   más de 10.000 millones de USD  dirigidas a los sectores industriales, como la industria automovilística y el sector de los servicios. En Brasil, Francia ocupa el cuarto lugar, con un inversiones de alrededor de 8.000 millones de euro, que representa el 9% del total de inversiones extranjeras. Mientras tanto en Venezuela, las empresas galas ocupan el segundo lugar detrás de Estados Unidos pero superando a España. Asimismo, Brasil es la principal relación comercial en América Latina y la segunda fuera de la OCDE y del Magreb, detrás de China. Al gigante suramericano le sigue México, el segundo socio en la región - las exportaciones a este país han tenido un gran crecimiento, pasando de 1.400 millones de euro en 2003 a 1.509 millones de euro en 2004, es decir, casi el triple de las exportaciones a Argentina, el cuádruple de las exportaciones a Chile y más de siete veces las exportaciones a Venezuela. Con un intercambio comercial global de 487 millones de euro, en 2004, Colombia continuaba siendo el primer socio comercial de Francia en la zona andina de Naciones, superando a Venezuela.

[xvi] XXma Conferencia de Embajadores de Francia. www.elyse.fr
 
[xvii] En el 2008, el Consejo de Estado de China emitió el libro blanco titulado Política de China hacia América Latina y el Caribe, en el que planteó establecer la asociación de cooperación integral basada en la igualdad, el beneficio mutuo y el desarrollo conjunto, propuesta que encontró eco en varios países de la región. Desde el 2001 el comercio latinoamericano con China ha tenido un incremento anual medio superior al 30 %, para alcanzar los 241 mil 500 millones de dólares en el 2011. Beijing también propuso crear el Foro de Cooperación China-América Latina y el Caribe, con vistas a instituir una plataforma para el diálogo bilateral. El Banco de Desarrollo de China, por su parte, anunció el otorgamiento de una línea de crédito de diez mil millones de dólares, destinada a promover la cooperación en la construcción de infraestructura como ferrocarriles, carreteras, puertos, centrales, redes eléctricas e instalaciones de telecomunicación. S espera además alcanzar los 400 mil millones de dólares en intercambio comercial al término del próximo lustro, casi el doble del actual, y unos 40 mil millones en intercambio agrícola. 

América Latina aceptó la propuesta del presidente chino de recibir en Beijing a la troika de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), lo cual se concretó en agosto con la visita de los cancilleres de Cuba, Chile y Venezuela.


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