Por Hedelberto López
Blanch
Internet |
Una de las grandes verdades que ha demostrado la enorme pandemia de coronavirus que recorre ya todos los continentes, es que el neoliberalismo ha llevado a los países que adoptaron ese sistema a una crisis social de incalculables dimensiones.
El
corolario que se desprende de esa realidad es que el neoliberalismo ha entrado
en crisis mundial al ser incapaz de resolver los problemas socio-económicos de
las grandes mayorías pues sus beneficiarios son una pequeña capa de la sociedad
y las multimillonarias compañías transnacionales.
El
caso más significativo resulta el de Estados Unidos, país impulsor del
neoliberalismo donde más de 30 millones de personas no cuentan con seguro
médico y
otros 40 millones solo acceden a planes deficientes, con copagos y seguros de
costos tan elevados que solo les sirve para pequeñas atenciones por los enormes
costos de los servicios de salud.
El
negocio de las privatizaciones ha dejado desamparado a millones de personas en
el gigante del norte pues la premisa en las clínicas y hospitales resulta
completamente discriminatoria: Si no tiene dinero no lo atienden; si cuenta con
un buen seguro, las puertas se abren.
Antes
de la pandemia del covid 19, Raúl Garnica llegó al hospital de Kendall, en
Miami porque presentaba fiebre y continencia urinaria. Los análisis
preliminares determinaron que padecía una posible insuficiencia renal. Debió
pagar 455 dólares solo por los análisis y como su seguro no cubría los gastos
de atención por esa enfermedad el hospital no lo siguió tratando. Ahora se
encuentra en compás de espera sin tratamiento médico.
En
un país con más de 328 millones de habitantes donde no existe control sanitario
generalizado y los servicios médicos y farmacéuticos están controlados por
particulares o empresas transnacionales, solo funcionan 79 laboratorios estatales
para detectar infectados por coronavirus.
Desde
enero, cuando se detectaron los primeros casos, hasta marzo, cada Estado debía
enviar las muestras de posibles contagios por correo postal a la sede del
Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) en Atlanta, único
lugar autorizado para realizar pruebas, y no fue hasta mediados de ese mes que
los 50 Estados contaron con capacidad técnica autónoma.
Se espera que al incrementarse
los análisis, el número de contagiados se incremente estrepitosamente y la
infraestructura de salud quedará casi colapsado lo cual aumentará el número de
enfermos graves y de muertos.
Otro factor que impulsa la
proliferación de la enfermedad es el miedo de los ciudadanos a no poder
sufragar las costosas consultas y tratamientos por lo que no concurren a los
lugares de atención. O sea, un círculo vicioso pues la infección se expande con
mayor celeridad.
El
presidente estadounidense, acostumbrado a mentir, ha sido centro de numerosas
críticas por el mal manejo de la situación. En sus primeras declaraciones
afirmó que el coronavirus era solo una influenza pasajera y acusó a los
demócratas y a los medios de comunicación de aupar el temor; después insistió
en que todo estaba bajo control, se auto vanaglorió de su “inteligencia” para
enfrentar la enfermedad; subrayó que ya se habían reducido los niveles de
infestación y que toda la culpa la tenían China y los países europeos. Semanas
después tuvo que declarar una emergencia nacional.
Las
nuevas medidas tomadas por Washington aseguran que los CDC ofrecen gratis el examen
de coronavirus, siempre que el individuo esté autorizado por un médico, pero
esa supuesta bondad federal esconde el resto de las dificultades, como reportó
al The Miami Herald el cubanoamericano Osmel Martínez Azcue.
Osmel
contó al periódico que al volver con síntomas de gripe de un viaje a China,
acudió a un hospital de Miami a hacerse las pruebas de coronavirus. Resultó que
tenía solo gripe, pero apenas llegar a su casa se encontró con una factura de 3
270 dólares. Y se preguntaba: ¿Cómo podremos contribuir a reducir el contagio
si los hospitales nos van a cobrar más de 3 000 dólares solo por un análisis de
sangre y una muestra nasal?
Un
reporte del Departamento de Viviendas y Desarrollo Urbano de Estados Unidos
indicó que en 2019, más de 560 000 ciudadanos viven como desamparadas en todo
el país. Cálculos conservadores aseguran que solo en Miami-Dade, alrededor de 1 300 personas deambulan
en las calles, sin contar las que viven en refugios.
El
director del Homeless Trust, informó que la mayoría de las personas están yendo
a dormir en las calle pues tienen miedo de contagiarse en los refugios. En
Estados Unidos el número de infestados aumenta diariamente y el 26 de marzo se
contabilizaban más de 60 000 personas y 910 fallecidos.
Otros países con políticas neoliberales donde la salud pública primordialmente esta privatizada, también se encuentran en un caos sanitario. Por ejemplo, en esa misma fecha, Italia reportó 80 520 afectados y 8 165 fallecidos; España, 57 000 y 4 150 muertos; Brasil, 2 700 y 57; Francia, 25 200 y 1 702. Pero esas cifras no son solo resultado de la pandemia, sino también de las decisiones políticas y económicas que imponen las leyes del neoliberalismo en contra del bienestar social de sus pueblos. China, (donde comenzó y azotó con mayor fuerza el virus) Cuba, Rusia y Venezuela, por citar algunos, con sistemas públicos de salud, han logrado tener bajo control la epidemia.
Otros países con políticas neoliberales donde la salud pública primordialmente esta privatizada, también se encuentran en un caos sanitario. Por ejemplo, en esa misma fecha, Italia reportó 80 520 afectados y 8 165 fallecidos; España, 57 000 y 4 150 muertos; Brasil, 2 700 y 57; Francia, 25 200 y 1 702. Pero esas cifras no son solo resultado de la pandemia, sino también de las decisiones políticas y económicas que imponen las leyes del neoliberalismo en contra del bienestar social de sus pueblos. China, (donde comenzó y azotó con mayor fuerza el virus) Cuba, Rusia y Venezuela, por citar algunos, con sistemas públicos de salud, han logrado tener bajo control la epidemia.
Los
datos mostrados por la Organización No Gubernamental inglesa Oxfam son
patéticos: El 1 % más rico de la población mundial posee más del doble de la
riqueza que 6 900 millones de personas. ¿El covid-19 ayudará a disminuir esas
cifras al abrirle los ojos a los indolentes?
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