Yoanny Sánchez,
pasmo y asombro de los incautos del mundo termina su periplo en Miami, donde
como buena discípula del Departamento de Estado norteamericano, pagará respetos
al altar del odio anticubano.
Es posible que
algunos entiendan la prudencia por pasividad, o la reticencia a la comunión con
las turbas como temor, pero no es así. Tantos años en este oficio de picar
piedra del periodismo me ha aguzado el olfato contra el mercenarismo y el
detector de los esbirros del capital, lo cual ahora, me dice, ante tantas
convites a sumarnos a la comparsa, de uno y otro lado, que la Yoanny Sánchez es
exactamente lo anunciado.
Quiero aclarar, no
voy a repetir los extraños vericuetos de la historia de sus recursos, ni
siquiera me interesan los códigos bancarios de los amables armadores de sus
carabelas en este nuevo descubrimiento del exilio, donde, cual culebra, se salta
de un país a otro hasta caer, sin pena ni gloria, en el mismo Miami este de
nuestros todos los días, donde depositará sus capullos en el altar del
odio.
Yoanny es una
criatura de la maña, y no me importa quien la construyó o fue su idea, pero como
medio de vida ha logrado, representando la imagen diligentemente diseñada en los
laboratorios infernales de Virginia para embutir a los miles deseosos de
tragarse el bulo de una disidencia cubana de pelo largo y sonrisa lánguida, sin
que importe el evidente bálsamo de azufre y los rastros de las pezuñas del
imperio.
No quiero ser
parte de esa turba para enfrentar a Frankenstein, ni quiero perseguir a sus
criaturas, pero algo sí sé que tal vez Dios no me dé tiempo a ver. Es el
descubrimiento inevitable de los papeles de Satán, de sus códices ocultos en
insondables archivos sellados del secreto, donde se dirá, como de pequeña
buscadora de favores foráneos, nos gastamos con nuestro dinero una abundante
disidente de lujo.
Por mí, no me voy
a unir a los coros de Tirios y Troyanos, porque las consecuencias no determinan
los orígenes. Felicito a quienes siguen sacando provecho del capital de nuestros
impuestos por su inteligencia, me asombro de las continuas cuartillas de los
escribidores, gozosos en su propia pedantería de que todos, derecha, centro,
izquierda y los de la acera del frente, como un servidor, somos
estúpidos.
Diviértanse con su
circo y recuerden, sobre todo ahora que con la presión de un dedo se encienden
los arcanos circuitos electrónicos, todo se sabe.
Bienvenida Yoanny
a Miami, cobra lo tuyo y regresa, el pueblo cubano espera, sin ti, por el futuro
necesario.
* Director de www.lanacioncubana. Seis libros publicados, uno en edición.
Cuatro premios nacionales de periodismo en Cuba, Vanguardia Nacional del
Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Cultura de Cuba.