Cecilia Diwan
Radio Nacional de
Argentina
7 de mayo de 2012
Cecilia Diwan:
¿Qué impacto va a tener, primero en Francia y luego en Europa el triunfo de
Hollande en estas elecciones presidenciales en Francia?
Salim Lamrani: Yo creo que la
elección de François Hollande a la presidencia de la República francesa reviste
una importancia trascendente por varias razones. Marca indudablemente una
ruptura con el gobierno neoliberal anterior, que arremetió contra las
conquistas sociales. El balance del gobierno de Nicolás Sarkozy es aterrador al
respecto. Es el autor del peor plan social de la Quinta Republica con la
supresión de 150.000 puestos de funcionarios en 5 años. Aumentó la edad de
retiro, privatizó muchos servicios públicos, cerró escuelas y hospitales, hizo
regalos fiscales a las clases más acomodadas de la sociedad. Se disparó la
deuda francesa en el espacio de cinco años, se multiplicó por dos. Ahora
asciende a 2 billones de euros. Por otra parte, hay cerca de un 10% de la población
francesa desempleada y más de 8 millones de ciudadanos que viven por debajo del
umbral de la pobreza en un país que es la quinta potencia mundial y que es dos
veces más rico que hace 20 años.
El gran problema
en Francia no es la falta de riqueza sino su mala repartición. Los que votaron
a favor de François Hollande esperan de él que resuelva esta situación. De
hecho Hollande habló en su primer discurso de justicia porque los franceses,
después de cinco años de gobierno neoliberal, tienen ansias de justicia social
y lo han demostrado mediante esta elección. Hay que recordar que el lema
oficial de nuestra República es libertad, igualdad, fraternidad. Éste es un
primer punto.
También a nivel
continental, la elección de Hollande es importante porque por primera vez desde
la crisis financiera en 2008 en Europa y la aplicación de medidas de una
austeridad extrema un candidato de izquierda gana unas elecciones
presidenciales. En toda Europa hay una mayoría de gobiernos conservadores
partidarios de la aplicación de planes de ajuste severos. Con la elección de
Hollande se abre una brecha en Europa a favor de una alternativa política que
no sea esa ola neoliberal que está destruyendo todas las conquistas sociales.
Se rompe el eje Sarkozy-Merkel. Ahora la Alemania de Angela Merkel, favorable a
la austeridad, se encuentra aislada. Hollande declaró anoche en su primer
discurso que “la austeridad ya no puede ser una fatalidad en Europa”. Es una
ruptura muy importante.
El nuevo
presidente francés parece haber comprendido que las actuales políticas de
austeridad que promueven las instituciones financieras internacionales y el
Banco Central Europeo, y que se aplican en Europa tienen el efecto inverso al
que pretenden causar ya que la reducción de los gastos, la disminución de los
salarios y de las pensiones de retiro –además de las consecuencias sociales y
humanas que ocasionan– conducen inevitablemente a la recesión, a una
contracción del consumo.
CD: ¿Qué medidas
se pueden esperar entonces después de esta ruptura? Él dice que va a romper con
este camino de austeridad. ¿Qué medidas se puede esperar que promueva Hollande
sobre todo teniendo en cuenta que Merkel no está dispuesta a renegociar este
pacto fiscal que se viene aplicando en Europa?
SL: Efectivamente el principal
problema es el de la deuda. Hay dos opciones: el estatu quo que
preconiza Angela Merkel o una reforma del Banco Central Europeo para permitirle
que preste directamente a los Estados.
El caso
emblemático de la crisis financiera en Europa es el caso de Grecia. Sabemos que
la crisis griega se podría haber evitado. Habría bastado con que el Banco
Central Europeo hubiera prestado directamente a Grecia las sumas necesarias,
con la misma tasa de interés con la que presta a los bancos privados, es decir
entre el 0% y el 1%. Eso habría impedido toda especulación sobre la deuda por
parte del mundo financiero. Pero el problema es que el Tratado de Lisboa que
quiere mantener a toda costa Angela Merkel –que, dicho sea de paso, el pueblo
francés rechazó por referéndum en 2005 pero el presidente Sarkozy lo impuso por
vía parlamentaria tres años después contra la voluntad de los ciudadanos–
prohíbe la posibilidad de que el Banco Central preste directamente a los
Estados.
Yo creo que
Hollande puede convencer a las demás naciones, porque primero las políticas de
austeridad son económicamente ineficientes y además es difícil construir Europa
sin Francia que es su segunda potencia, como sería difícil edificar una América
Latina unida sin Argentina, que es la tercera potencia.
CD: Estamos
hablando de lo que va a suceder en Europa después del triunfo de Hollande. ¿Qué
se puede esperar que suceda en Francia teniendo en cuenta que en general cuando
un presidente gana las elecciones tiene cien días, se podría decir, de luna de
miel? Después empiezan las exigencias, pero Hollande en junio va a tener que
enfrentarse a unos comicios legislativos. ¿Qué se espera que suceda en esos
comicios teniendo en cuenta que la extrema derecha obtuvo un gran porcentaje de
los votos en primera vuelta?
SL: Es verdad que la
extrema derecha consiguió un 17,9% pero si comparamos este resultado con las
elecciones de 2002 podemos decir que el porcentaje de la extrema derecha bajó.
En realidad se mantuvo más o menos el nivel de la extrema derecha.
La nueva fuerza
política que emergió de la primera vuelta electoral francesa es el Frente de
Izquierda que sacó un 11%, o sea 4 millones de votos, los cuales permitieron la
elección de François Hollande en la segunda vuelta. El 82% de los que votaron a
favor del Frente de Izquierda optaron por François Hollande.
Claro, el nuevo
presidente francés quiere una mayoría en el Parlamento. Pero tiene que enfocar
su política a lo social, mejorar las condiciones sociales del pueblo francés.
Desde luego eso tiene que pasar por el aumento del salario mínimo, que es
imprescindible. En la historia francesa, en la historia política francesa, cada
vez que gana la izquierda se aumenta el salario mínimo.
Hay que aumentar
el salario mínimo porque es lógicamente lo adecuado desde un punto de vista
económico, porque cuando se aumenta el salario mínimo se alienta el consumo. Si
se alienta el consumo las empresas producen más para responder a esta nueva
demanda. Para poder hacerlo tendrán que contratar a gente y así disminuirá el desempleo.
El Estado, desde luego, sale ganador porque gastará menos para ayudar a los que
no tienen trabajo y por otra parte recaudará más impuestos con estos nuevos
trabajadores. Yo creo que el camino viable es aumentar el salario mínimo.
*Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos
de la Universidad Paris Sorbonne-Paris IV, Salim Lamrani es profesor encargado
de cursos en la Universidad Paris-Sorbonne-Paris IV y en la Universidad
Paris-Est Marne-la-Vallée y periodista, especialista de las relaciones entre
Cuba y Estados Unidos. Su último libro se titula Etat de siège. Les
sanctions économiques des Etats-Unis contre Cuba, París, Ediciones
Estrella, 2011, con un prólogo de Wayne S. Smith y un prefacio de Paul Estrade.
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